Acheronta  - Revista de Psicoanálisis y Cultura
Las instituciones psicoanalíticas en México
Un análisis sobre la formación de analistas y sus mecanismos de regulación
Guadalupe Rocha

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CAPITULO III
DOS HISTORIAS Y ...¿UN DESTINO?.

Para ofrecer una descripción de los efectos que la convergencia de procesos de un campo institucional específico suscita en la institución psicoanalítica, he considerado pertinente realizar en este capítulo una reconstrucción de las "historias" de dos instituciones psicoanalíticas, centrándome fundamentalmente en sus momentos de rupturas, escisiones, etc., para tratar de elucidar cómo se crea en la trama misma de las relaciones internas del juego institucional, el régimen de interpretación que eventualmente hace posible un saber sobre las causas de estos acontecimientos institucionales.

Las instituciones con las que trabajo han sido seleccionadas según los siguientes criterios: la Asociación Psicoanalítica Mexicana por ser la primera institución de este tipo que se crea en México; por su afiliación con la Asociación Psicoanalítica Internacional y lo que esto implica en términos de "prestigio", en el sentido de que el hecho de ser "filial" de la primer institución psicoanalítica que se constituyo en el mundo, fundada por el creador del psicoanálisis, y la extensión que ha tenido a nivel internacional, le otorga una especie de reconocimiento, como si esto fuese sinónimo de autenticidad, y, finalmente porque esta institución recurre al modelo científico y al discurso médico para avalarse. El Círculo Psicoanalítico Mexicano por ser la primer institución psicoanalítica en México que abiertamente surge y se constituye a partir de modelos y concepciones teóricas sustentados fundamentalmente en las Ciencias Sociales; por ser la primera y la única durante muchos años que abre la opción de formarse como analistas no sólo a médicos y/o Doctores en Psicología sino a cualquier persona que cuente con una licenciatura - en cualquier rama -; y ambas instituciones, porque a pesar de sus grandes diferencias, pretenderse las dos "transmisoras" del psicoanálisis y adherir al mismo dispositivo para la formación de analistas que ofrecen.

 

1 - Asociación Psicoanalítica Mexicana. (APM)

1.1 Asociación Mexicana de Psicoterapia Analítica de Grupo (AMPAG)

Como vimos en el capítulo anterior, algunos de los fundadores de la APM se habían formado como psicoanalistas en Argentina así que el interés por el trabajo con grupos había prendido en ellos, pues en esa época las experiencias con grupos terapéuticos se iniciaban con bastante fuerza en aquél país.

José Luis González Chagoyán fue uno de los que recibió esta influencia, misma que lo acercó al igual que a Frida Zmud, Gustavo Quevedo, José Remus y Avelino González a la Asociación Argentina de Psicoterapia de Grupo promovida en Buenos Aires por Marie Langer, Emilio Rodrigué y León Grinberg. Así que ya en México, desde su inserción en la APM, el Dr. González daba conferencias al respecto y logró reunir un grupo de colegas para trabajar con esta técnica, entre los cuales se llegó a integrar Santiago Ramírez como un participante observador en algunos de estos procesos.

Es importante señalar que este interés por el psicoanálisis aplicado a los grupos no era compartido por todos los miembros de la APM y despertaba en algunos de ellos críticas y comentarios de desconfianza. José Luis G. incluso expresa en un ensayo sus sospechas de que algunos de sus colegas de la APM ejercían ciertas presiones para que los pacientes con los que trabajaba en grupo se ausentaran o incluso para que dejaran de enviarle pacientes del Instituto Mexicano de Cardiología en el cual había trabajado durante dos años en un grupo terapéutico con enfermos de hipertensión.

En 1962, durante el II Congreso Nacional de la APM, José Luis González Chagoyán invitó a todos los colegas que manejaran grupos o que tuvieran deseos de hacerlo para integrar un grupo de estudios que sirviera como núcleo para una futura asociación, idea que dice fue recibida con gran ambivalencia por algunos de sus miembros, entre quienes Ramón Parres y Santiago Ramírez mostraban más abiertamente su reticencia.

"Tenían la idea de que íbamos a abaratar el psicoanálisis, de que íbamos a dejar que por la puerta de la cocina a la larga entraran personas al psicoanálisis que estaba tan celosamente cuidado."

La Dra. Frida Zmud y el Dr. Gustavo Quevedo, quienes para estas fechas ya estaban trabajando en el monasterio, estuvieron entre los analistas que se interesaron en participar con el Dr. González. Asimismo, había algunos otros - Luis Féder y Césarman- formados en Estados Unidos, que también estaban interesados en el trabajo con grupos. Sin embargo, es preciso señalar que su perspectiva teórica era diferente a la que tenían quienes se habían formado en Argentina, además de que el propio Luis Feder era psicólogo y carecía aún de formación psicoanalítica.

Cuando el grupo interesado inició el trabajo de elaboración de los estatutos, y comenzó su labor con grupos en consultorio así como también a impartir conferencias para darse a conocer, etc., empezaron las dificultades. Hubo algunas disidencias, principalmente porque se había establecido que cada terapeuta que formara un grupo debería tener en éste un colega como observador silencioso de la dinámica grupal, cuestión en la que muchos no estaban de acuerdo y a raíz de lo cual se separaron Avelino González, Fernando Cesarman y finalmente los Remús. (En esta época José Luis G. todavía se mantenía al margen de la intervención en el monasterio).

A pesar de las divergencias que había en la APM respecto a la aplicación del psicoanálisis en grupos, cuando Gregorio Lemercier recurrió a esta institución pidiendo ayuda, según los testimonios recabados aún existía suficiente tolerancia al respecto puesto que, como vimos en el capítulo precedente, en la medida en que la demanda fue dirigida a la Institución y el entonces director los derivó con Quevedo, la intervención quedó de esta forma, avalada por la APM.

Como ya mencioné, después de la disolución del monasterio, en 1967, se instituye legalmente la Asociación Mexicana de Psicoanálisis de Grupo A. C., y vamos a ver ahora que es entonces cuando ocurren ciertos hechos muy significativos y estrechamente relacionados con el devenir de las primeras instituciones psicoanalíticas en México.

En una carta dirigida a la recién conformada Asociación Mexicana de Psicoanálisis de Grupo, la APM les "sugiere" cambiar de nombre a la institución, de manera que eviten utilizar la palabra de psicoanálisis para distinguir a la asociación. La "sugerencia" es aceptada y el 27 de febrero de 1968, se decide cambiar de nombre por el de Asociación Mexicana de Psicoterapia Analítica de Grupo (AMPAG).

Asimismo, se toman acciones en contra de Quevedo en los momentos de mayor tensión, pues en el contexto de la Asamblea general de la AMPAG, en abril de 1968, se obliga al Dr. Quevedo a renunciar como presidente y miembro de la asociación por "su conducta patológica y destructiva hacia la asociación, tanto desde el punto de vista administrativo, como de la enseñanza, así como desde el punto de vista ético y científico". En esta misma asamblea se decide establecer la separación de la institución con Emaús argumentando: "...este último organismo propugna ya no un psicoanálisis terapéutico, sino un movimiento místico, social y cooperativista, muy lejos de toda meta y propósito implícito en una psicoterapia, era urgente deslindar toda conducta que se apartara de las metas del AMPAG". Unos meses después, el 15 de agosto de 1968, muere Quevedo en un accidente.

Un mes después de esa Asamblea, el 3 de mayo, se comunica "oficialmente" a la APM - en respuesta a la carta recibida en febrero - el cambio de nominación de la institución "...en respuesta a tu amable carta enviada a la Asociación Mexicana de Psicoanálisis de Grupo, A. C. y en torno al tema del cambio de nominación sobre el que ustedes discurrieron durante la última asamblea de la Asociación Psicoanalítica Mexicana, nos es grato comunicarte que dada la manifiesta intención de lograr por tu parte una mayor integración y colaboración entre los psicoanalistas que hiciste prevalecer durante la citada asamblea, nuestra agrupación acogió con beneplácito toda vuestra sugerencia y por unanimidad acordó el cambio de nominación apoyando toda oportunidad que reafirme dicha actitud. Por lo tanto el cambio de nominación se atiene, por nuestra parte, a colaborar en reciprocidad con tus buenos deseos ..."

Como un orden de testimonios que contrasta con "la historia oficial" que aparece en este tipo de documentos, tenemos por otro lado una gran cantidad de narraciones, declaraciones y artículos de diversas fuentes que nos ofrecen otra versión totalmente diferente. Según estos puntos de vista divergentes, los directivos de AMPAG (José Luis González, Frida Zmud y Luis Feder) cedieron a la "sugerencia" de cambiar el nombre fundamentalmente por las amenazas de APM de expulsarlos como miembros de ésta. Por otra parte, sabemos que José Luis González, y otros analistas miembros de la AMPAG siguieron apoyando el proyecto de Emaús y participando activamente en las terapias de grupo a las que acudían sus miembros. La Sra. Rumayor recurría al psicoanalista José Luis González como director de la Asociación de Grupo, misma que ella suponía avalada según su testimonio por la APM. Para ella, por ejemplo, fue sorpresivo enterarse de que el Dr. Quevedo había sido expulsado de la Asociación. ¿Cómo entonces se manejó todo este asunto?, ¿Cómo es que AMPAG "se desliga" de Emaús y emite juicios absolutamente desfavorables de este Centro mientras que el presidente sigue participando en el activamente?, ¿Cómo es que expulsan a Quevedo si sabemos que también siguió participando en Emaús hasta su muerte?

"Muy pronto, las dificultades societarias dieron lugar a violentas asambleas dentro de la APM. En una de ellas, se nos prohibió usar el nombre de Psicoanálisis, privilegio que, celosamente ostentaba como suyo la APM, por lo que nos acusaron de rebeldes, traidores, etc.. ... No estábamos preparados para abandonar nuestros puestos en una y otra asociación y optamos por cambiar el nombre ...

En mi opinión, las acciones que se tomaron tanto por parte de la APM "sugiriendo" el cambio de nombre a la AMPG como por parte de esta otra institución para aceptarlo, "expulsar" a Quevedo y "desligarse" de Emaús responden a un intento de no exponerse a perder hegemonías y conservar el poder que proporciona el "prestigio" que al parecer ya habían ganado en términos de reconocimiento social como la "auténtica" institución psicoanalítica en tanto era avalada por la Internacional, los puestos que sus miembros ya ocupaban en distintos ámbitos institucionales y el poder económico que ya se hacía evidente poseían, - no olvidemos como ejemplo de esto algunas declaraciones al respecto de Lemercier - y que en ese momento todo eso podía ser puesto en entredicho. La APM no podía desconocer del todo a los psicoanalistas involucrados en el escándalo del monasterio, (incluso es posible sostener que el mismo Quevedo conservo su pertenencia a la APM hasta su muerte) entonces se empeñaba por privar al trabajo grupal que practicaban algunos de sus miembros de la "autenticidad" otorgada por el nombre. Por otro lado, los fundadores de AMPAG, cedían en el nombre, sacrificaban a Quevedo -- quién además ya había roto de alguna manera con ellos --, y se "desligaban" de Emaús, a cambio de conservar su pertenencia con la APM.

En consecuencia, es posible suponer que las acciones de AMPAG tienen que ver fundamentalmente con la preocupación de mantener un aval de la APM. Además, si por el lado de AMPAG se expulsa a Quevedo de esa forma, es decir "acusándolo" de "conducta patológica y destructiva"; la APM al parecer intenta "borrarlo" de su historia, - quizá por eso mismo ni siquiera se toman la molestia de expulsarlo de la asociación -. Actualmente, las personas encargadas de la biblioteca y los archivos así como algunos analistas miembros de la APM niegan (o desconocen) que alguna vez haya sido miembro de esta institución y en ninguno de los archivos a los que pude tener acceso existe referencia alguna sobre él. Fueron únicamente la Dra. Dolores Sandoval y el Dr. José Luis González quienes me aseguraron que el Dr. Quevedo había sido miembro de la APM así como la referencia que encontramos de él en algunos artículos o documentos en los que a propósito de otros temas se lo menciona casi "al pasar". Respecto a Frida Zmud ocurre una situación análoga, con la excepción de que existe un articulo escrito por ella un poco antes del conflicto del monasterio en la revista de la APM - sin que esto implique que se le reconoce como miembro de la asociación - y de que en una revista de la AMPAG aparece publicada con fecha de marzo 1° de 1973 su carta de renuncia a la APM.

Finalmente, como veíamos más arriba, convergen en el vértice que determina el conflicto ocurrido en el monasterio benedictino, tanto las tensiones que se suscitaron en la institución eclesiástica como las que venía arrastrando la APM respecto a la postura de sus miembros interesados en validar el psicoanálisis de grupo.

Al referirse a este episodio, Raúl E. Cabrera manifiesta algunas opiniones que considero interesantes pues plantea que la experiencia de psicoanálisis de grupo en el monasterio no sólo interroga a la Iglesia, también interpela a la APM y a sus miembros en relación con la autoridad que poseen para la validación del psicoanálisis en tanto miembros fundadores de una de las primeras instituciones psicoanalíticas en México: "¿Quién y cómo se practica el psicoanálisis? Es la pregunta que se abre a los analistas dónde una de las dimensiones que se juega corresponde, no tanto a un deseo de saber y de llevar los márgenes de esa práctica a otros territorios poco explorados más allá del consultorio y el diván, sino más bien, al interés de legislar y decidir la validez de una u otra forma de hacerlo"".

Ahora bien, toda esta situación, aunque en un contexto de tensiones y desacuerdos, no derivó sin embargo en una escisión institucional pues los miembros fundadores de AMPAG siguieron conservando su pertenencia a la APM y de hecho, más allá de la expulsión de Quevedo no se produjo ninguna renuncia e incluso se establecieron negociaciones y acuerdos entre los miembros de ambas instituciones. Entre ellos el de no aceptar a ningún candidato que se encontrara ya en alguna de las instituciones hasta que terminara su formación, es decir, ni la APM podía aceptar gente que se estuviera formando en AMPAG, ni viceversa.

La primera generación "formada" en AMPAG (integrada por el doctor Agustín Palacios y el doctor Héctor Prado Huante), terminó oficialmente en julio del 68, es decir 10 meses después de constituida la institución y en ese mismo año inicia su formación la segunda generación (José A. Carrillo, Silvia Radosh, Raquel Radosh, Pedro Rois y Adela J. De Wasongarz), que de acuerdo con el testimonio de Silvia Radosh tuvo una duración aproximada de seis o siete años debido a que "como era prácticamente la primera generación, se iba inventando sobre la marcha.."

Con respecto a la primera generación, es difícil establecer con claridad, si hubo algunos requisitos establecidos para el ingreso y si existió "programa" de formación pero el tiempo invertido en esta "ambigua" generación, les permite obtener el reconocimiento de psicoanalistas de grupo. Cuando ingresa la 2ª generación se plantea ya que la asociación nace constituida por dos subsistemas: la asociación y el instituto de enseñanza para formar como analistas de grupo a quienes hubiesen obtenido previamente un grado de Dr. en psicología, una formación como terapeutas individuales, y por supuesto a médicos psiquiatras. Una vez aceptados los candidatos debían iniciar su análisis grupal y eran asignados a un grupo, no había posibilidades de elección de grupo ni de analista. Los grupos de análisis eran "mixtos", es decir, no estaban conformados únicamente por gente en formación e integraban también a pacientes "externos" a la institución.

AMPAG tampoco se ha visto exenta de conflictos y rupturas, lo que ha generado distintas estrategias de resolución, tales como la instauración de un co-gobierno (aunque legalmente no fue posible que quedara establecido como tal) y la Asamblea como instancias para determinar las decisiones de la institución, aunque la Dra. Silvia Radosh nos refiere que fue algo sumamente difícil "porque parecía que se necesitara alguien en el poder que organizara, hubo muchos problemas organizativos, muchas corridas de gentes, ... que porque no estudiaban suficiente, que no pagaban las cuotas o que eran disrruptores totales de las situaciones en Asamblea precisamente" Asimismo se realizaron varias intervenciones con el encuadre y los objetivos del llamado análisis institucional, coordinadas por Fernando Ulloa, Emilio Rodrigué y una denominada ya como socioanálisis dirigida por René Lourau. Son sin duda muy interesantes los procesos y acontecimientos por los que atraviesa esta institución, sin embargo, ya no son parte de esta historia.

1.2 Asociación Mexicana de Psicoterapia Psicoanalítica. AMPP

Por otro lado, en esta época y desde 1965, la inquietud de los psicólogos por darse la posibilidad de tener acceso a una formación psicoanalítica institucional había logrado objetivarse con la conformación de una institución a la que podían ingresar candidatos que no fuesen médicos necesariamente.

El interés de los psicólogos por el psicoanálisis se debió en mucho a la posición que ocupaban algunos psicoanalistas como maestros en la carrera de psicología, el hecho de que -de acuerdo con la Dra. Silvia Radosh -, hubiera un grupo de "frommianos" (Guillermo Dávila y Abraham Fortes Rudoy por ej. ) y algunos "freudianos" (como Santiago Ramírez, Prado Huante y Agustín Palacios) impartiendo clases, favoreció que lograran por este medio despertar el interés de sus alumnos por el psicoanálisis, tanto para involucrarse en un psicoanálisis personal, como para estudiarlo y formarse en esta disciplina. Sin embargo, el camino que les quedaba entonces a los psicólogos para poder ingresar como candidatos a la APM era o bien estudiar medicina ya que no aceptaban "legos" en esta institución o, para ingresar al Instituto Mexicano de Psicoanálisis A. C. (IMPAC) tener grado de doctor en psicología clínica para después ingresar a la formación de psicoanalista avalada como vimos por la facultad de Medicina de la UNAM.

En opinión de Dolores M. de Sandoval, todo lo que se refería al psicoanálisis en sus inicios, estuvo promovido y controlado totalmente por médicos. "Los psicólogos no tenían cabida dentro de la estructuración endogámica de los llamados psicoanalistas que en aquella época eran representados por las dos agrupaciones mencionadas" (se refiere a la APM y al IMPAC). Por eso y debido a la amarga experiencia sufrida años antes, cuando el Dr. Díaz Infante le propuso a la Dra. Sandoval que formara parte de la fundación de una Asociación de psicólogos, en un principio ella se negó. Sin embargo, de acuerdo con lo expresado por ella, el Dr. Santiago Ramírez, la convenció explicándole cuáles iban a ser los estatutos que iban a regir esta Asociación para asegurar que no habría de repetirse lo sucedido en la APM.

No está de más mencionar algunos antecedentes que nos relata la Dra. Sandoval. En 1946 "por razones de tipo personal" tuvo contacto con el Dr. Santiago Ramírez quién le indicó que necesitaba un tratamiento psicoanalítico. Según su propio testimonio, ella aceptó con bastante agrado y grandes expectativas esa posibilidad e inició un "análisis" con el Dr. Ramírez. Este tratamiento duró dos años, después de lo cual el Dr. Ramírez se fue a Argentina. Posteriormente, cuando regreso a México en 1952, el análisis se reinició para no interrumpirse sino hasta después de tres años más, tiempo en el que finalmente "fue dada de alta". Asimismo, la Dra. nos dice que el Dr. Ramírez, a su regreso de Argentina, la introdujo al Hospital Infantil como Supervisora Psicóloga, lugar en donde conoció a la Dra. Raquel Berman.

Cuando algunos años después del primer rechazo de la APM solicitó con la Dra. Berman nuevamente el ingreso, sin que mediara una respuesta concreta, sólo se le informó que su solicitud de ingreso "no había sido recibida" y que la Dra. Berman había sido rechazada. La Dra. Sandoval pensó en quitar el consultorio en el que había empezado a trabajar como "psicoterapeuta", pero afirma que gracias a contar nuevamente con el apoyo del Dr. Ramírez, y debido también a que un amigo le estaba enviando pacientes pudo continuar este trabajo.

Ahora bien, respecto a estos pacientes que recibía menciona algunos datos que resultan interesantes. En su relato, nos informa que ella tomó contacto con el Monasterio de Santa María de la Resurrección alrededor de 1961 pues a través de un amigo suyo "que estaba intentando hacer psicoterapia en él mismo", recibía pacientes monjes y monjas del anexo al monasterio con los cuales él no se consideraba capaz de hacer una buena labor.

Sabemos ahora que este amigo al que se refiere era precisamente Mauricio González de la Garza a quién conoció en la facultad de Filosofía y Letras cuando ella estudiaba psicología, ya que tomaron algunas clases juntos pues la carrera de psicología pertenecía todavía a la facultad de Filosofía. La Dra. narra que Mauricio y ella eran muy amigos e iban frecuentemente a Cuernavaca y que fue en una de esas ocasiones que visitaron el monasterio. Mauricio se interesó en el, se fue como huésped (en el monasterio se recibían huéspedes) e hizo una amistad muy grande con el padre Prior.

Aunque también ella reitera que Mauricio no tenía siquiera la formación de psicólogo, comenzó a hacer terapia con los monjes y algunos de ellos, así como algunas monjas se los derivó a ella.

La Dra. Sandoval siguió trabajando en su consultorio "como psicoterapeuta" tratando de aplicar fielmente los lineamientos aprendidos en la APM pero "sin soñar siquiera que podía ser psicoanálisis lo que estaba haciendo". En ningún momento de su artículo específica cuál es su concepción teórica respecto a la diferencia entre hacer psicoterapia o psicoanálisis y sólo hace referencia a su formación previa. Es decir, lo que ella hacía no podía ser psicoanálisis dado que era psicóloga y no médico. "Verdad es que las agrupaciones médicas cerraron el campo a los psicólogos, pero también es verdad que éstos poco hacían en el terreno psicoanalítico porque internamente nunca se han sentido legítimos, y esto y la falta de reconocimiento de los dioses han hecho que su postura frente al ejercicio del psicoanálisis haya sido la de arribistas y detentadores de propiedad ajena sin derecho a pertenecer al Club de los Elegidos". Sin embargo, en la entrevista que me concedió, afirma categórica que en realidad no hay ninguna diferencia entre la formación de psicoterapia psicoanalítica y la de psicoanálisis.

Para el año de 1964 la Dra. Frida Rosenberg le expresó al Dr. Fernando Díaz Infante su deseo de ofrecer una formación para los psicólogos que no tenían cabida dentro de las instituciones psicoanalíticas. El Dr. Díaz se interesó y con la colaboración del Dr. Santiago Ramírez así como con la de un grupo de psicoanalistas formados en la APM se inició el proyecto de una nueva institución al que fue invitada la Dra. Sandoval.

El 27 de Abril de 1965, después de varias reuniones iniciadas en septiembre de 1964, quedó finalmente constituida de manera formal la Asociación Mexicana de Psicoterapia, A. C. La primera generación se inició inmediatamente con las fundadoras que fueron: Vidalina Ramos de Moreno Corzo, Dolores M. de Sandoval, Frida W. de Rosenberg, Beatriz Rosas del Valle, Felisa M. de Poveda y Raquel Berman, teniendo como maestros contribuyentes para la formación y miembros del primer Consejo Consultivo de la Institución (a excepción de los dos últimos, quienes únicamente participaban como maestros) a los psicoanalistas Fernando Arizmendi, Raúl Bellón, José Carrera, Fernando Díaz Infante, Luis Moreno Corzo, Santiago Ramírez, José Remus Araico, Gregorio Valner, Gustavo Lutteroth y Agustín Caso, miembros todos de la APM.

Dolores Sandoval hace algunas "aclaraciones" respecto a esta institución, entre ellas dos que formula intentando refutar algunas afirmaciones que hace en un artículo Fernando M. González y que me parece importante mencionar: La primera es que esta institución es la primera en ofrecer una formación de analistas sin que tuvieran que ser médicos necesariamente "sin llegar a transacciones con la Asociación Psicoanalítica Mexicana ..." y, que su asociación no surgió directamente de la APM, "no es verdad que nacimos bajo la paternal protección y estricto control y supervisión de los ortodoxos".

Sin embargo, hay que señalar que el nombre que originalmente tuvo que adoptar esta institución (conformándose con Psicoterapia y que posteriormente cambio por el de Psicoterapia Psicoanalítica) fue debido a presiones que ejercieron los psicoanalistas de la APM que estaban colaborando como maestros y miembros del Consejo Consultivo, por más que nunca hayan sido "socios" de la AMPP.

Como decía más arriba, en su polémica con Fernando M. González, la Dra. discute cuál fue la primera institución en México que abrió las puertas para la formación en psicoanálisis a los "legos". Escribe: "Esto no es una afirmación correcta - que el Círculo Psicoanalítico Mexicano fuese el primero - y así desde mayo de 1965 ya se estaban formando analistas no médicos, aunque por razones muy especiales se les llamaran psicoterapeutas, y se les limitaran algunos de los usos de las modalidades psicoanalíticas por los psicoanalistas que formaron el primer Consejo Consultivo de la Institución y el primer cuerpo de profesores de la misma".

Desde su punto de vista, en esta institución se inició la formación de analistas no necesariamente médicos y se le ofreció esta posibilidad a profesionales provenientes de la psicología clínica y otras disciplinas humanísticas, (siempre y cuando tuvieran el grado de Doctor) aunque la Dra. Dolores M. nos dice en su ensayo que por razones muy especiales - sin especificar ahí cuáles -, los egresados tendrían el membrete de psicoterapeutas.

Asimismo, los psicoanalistas que formaron el primer Consejo Consultivo, así como el cuerpo de profesores les limitaron "algunos de los usos y de las modalidades" psicoanalíticas. "Nos dieron una lista de lo que no podíamos hacer con los pacientes, no podíamos interpretar, no podíamos usar sofá, no podíamos usar algunos términos. A Frida no sé cómo la sorprendieron o se dieron cuenta de que tenía diván, -por supuesto todos teníamos diván- y la suspendieron por equis tiempo"

Las relaciones con la APM eran bastante tensas, de tal forma que en 1970 todos los miembros de dicha institución que formaban el Consejo Consultivo de la AMPP renunciaron a éste sin dar ninguna explicación. Una de las versiones que se manejaron fue la de que había desacuerdos con respecto al programa de formación de candidatos, lo cuál resulta muy difícil de creer, ya que sus programas eran sumamente parecidos a los de APM. En la versión de la Dra. Sandoval la renuncia se debió a que era gente joven - los analistas de la APM que formaban parte del Consejo - y la APM no los dejó seguir apoyándolas. Santiago Ramírez, Fernando Díaz y Raúl Bellon continuaron "prestando ayuda" a la AMPP pues impartían clases en la institución aunque ya no pertenecían al Consejo Consultivo.

Actualmente no existe la menor relación entre la APM y la AMPP.

Si bien no podemos hablar de escisiones en ninguno de los acontecimientos suscitados en la APM y que dieron lugar a la conformación tanto de la AMPAG como de la AMPP pues en realidad no se constituyen a partir de una separación de psicoanalistas pertenecientes a la APM sino que en el caso de AMPAG los fundadores siguen conservando su pertenencia con APM y en el de la AMPP, los miembros que la conforman como candidatos no eran miembros de la APM y los que si lo eran y formaban el Consejo Consultivo no se separaron de APM; es posible considerarlos como reacciones provocadas de manera muy importante por la lucha de la APM por conservar su posición como la única institución "auténticamente" psicoanalítica y las presiones ejercidas por esta para determinar el asunto de la validación tanto del qué como del quiénes.

Es decir, por un lado la APM hace recaer el peso en que el psicoanálisis, deja de ser tal si se pretende aplicarlo para trabajar en grupos, y por otro lado, pone el acento en que sólo a los médicos puede corresponder el derecho a formarse y a ser "auténticamente" reconocidos como psicoanalistas.

La máxima concesión que hace la APM para los que sobrepasan estos márgenes es reconocerlos e incluso participar en su formación sí y sólo sí renuncian al nombre cuando menos "oficialmente". No hacen psicoanálisis de grupo, sino Psicoterapia, no son psicoanalistas, sino psicoterapeutas.

1.3 La escisión de APM

Lo que vamos a considerar ya como una escisión, -dado que los desacuerdos, tensiones y conflictos que se jugaron entre los miembros de la institución, derivaron en la renuncia de varios miembros con diferentes "categorías" incluyendo a dos de sus fundadores y la conformación por ellos de otras instituciones - ocurre a principios de la década de los setenta.

Existen algunas referencias muy ambiguas al respecto en las que por lo general son utilizados adjetivos calificativos y que finalmente no explican cuáles fueron los motivos que detonaron el conflicto.

Ramón Parres nos dice: "para 1970 empieza a asomarse la sombra de la tragedia, por hechos de poder y acumulación del mismo dentro de la Comisión de Enseñanza. Uno de los primeros actos de esta conmoción fue la destrucción de la Clínica Psicoanalítica", pero en ningún momento aclara ni cuáles son los "hechos de poder" ni porqué inciden en la destrucción de la Clínica.

Luis Féder y Marco A. Dupont también opinan al respecto: "Los renunciantes, en cambio, primero se juntaron frente al perseguidor común - nosotros - y al en verdad no perseguirlos - dos se reincorporaron - empezó el doloroso proceso degenerativo, y disgregante. De los 16, murió su líder principal (se refiere al Dr. Avelino González); su co-lider (Santiago Ramírez) estimuló otra escisión y poco a poco se disgregaron en seis o siete grupos básicamente enemigos entre sí. En tanto nuestra Asociación hibernada depresivamente por corto período de duelo, pero la retroalimentación de COPAL (Confederación de Organizaciones Psicoanalíticas de América Latina) e IPA (International Psychoanalytical Association) y nuestros recursos constructivos nos sacaron a esta magnífica etapa del Renacimiento. ....El viento del entusiasmo dispersó algunas semillas desde la divulgación y germinaron aislados en el populismo. Así que fuera de nuestro huerto, la cosecha ha sido impresionante con satélites, pseudo-imitadores, clonismos y algunos organismos de legítimo aunque no oficialmente reconocido corte psicoanalítico".

Ahora bien, una versión que expresa el punto de vista de quienes renunciaron a la APM, está en el artículo de la Dra. Amapola González. En el que expresa: "En la APM no fue cuestión de ciencia. La gran mayoría de quienes renunciaron hicieron explícita, en el texto de sus cartas renuncia y de sus comunicaciones verbales, su inconformidad con la política interna de la APM y nadie mencionó disensiones con el cuerpo de la teoría psicoanalítica prevaleciente. Muchos de nosotros expresamos habernos sentido víctimas de atentados, no sólo a nuestras imágenes de científicos sino incluso a nuestras personas, y ello por parte de numerosos integrantes del grupo mayoritario que desde dos años a la fecha detentaba la dirección dentro de la APM. Es más, se llegó hasta el grado de contaminar el tratamiento psicoanalítico de muchos pacientes nuestros en consulta privada e incluso de candidatos del instituto de la APM mediante un bombardeo nutrido y prolongado de estos pacientes consistente en abordarlos a manera directa para decirles difamaciones contra sus psicoanalistas. ...fundamos el Grupo Mexicano de Estudios Psicoanalíticos, A. C. en la creencia de haber dejado atrás un episodio triste. Para nuestra gran sorpresa iniciaron aquellas personas una campaña sistematizada y tenaz de índole tal y donde el honor no tuvo representación, que no acierta uno a explicársela proveniente de alguien cuyo juicio esté en sus cabales. ...Hubo reajustes en el interior del Grupo, algunos miembros se retiraron de él para tomar diferentes rumbos de acuerdo con sus intereses; varios fueron, en distintas épocas, a llamar a las puertas de la APM y de ellos unos han sido admitidos y otros todavía no; pero esto ya no nos atañe ni interesa..."

"Ciertos miembros de la APM aún exhiben hoy - asombrosamente tras ocho años de nuestra partida de allí - tan notable falta de cordura y carencia de veracidad como el primer día llevando su perenne insensatez a proferir públicamente - por supuesto, como siempre, a nuestras espaldas - falsedades acerca de nuestra Sociedad Psicoanalítica. Y eso que algunos de ellos han ocupado en el seno de la APM puestos altamente representativos cuya dignidad debieran sentirse obligados a respetar. .."

Esta institución a la que se refiere fue constituida en su totalidad por ex-miembros de la APM. Se fundó el 15 de junio de 1972 y para el 31 de mayo de 1978 su nombre cambio a Sociedad Psicoanalítica de México, A. C.(SPM). - Esta vez, la APM no tuvo que ver en el cambio de nominación -. "El cambio en la denominación se debió únicamente a que los asociados consideraron que éste último apelativo corresponde más al nivel científico de la agrupación que el anterior. En lo que se refiere a los objetivos siguen siendo los mismos que fueron consignados en el acta constitutiva: El objeto de la Asociación Civil es el estudio, enseñanza y difusión del psicoanálisis ... No tendrá en ningún caso, propósito de lucro. Esta Institución se fundó con doce socios: Dos egresados del Instituto de la APM y que no desearon solicitar su ingreso en tal asociación; nueve ex-socios que habíamos presentado nuestras renuncias a la APM entre Marzo y Junio de ese año y de los cuales dos habían sido allí didácticos (Santiago Ramírez y Avelino González), cinco tuvieron la jerarquía de titulares y dos adherentes; y un socio titular de la APM que no renunció a su membresía en la citada asociación"

Una de las características más llamativas en este artículo es la de mencionar, o mejor diría, exhibir de manera bastante exhaustiva los "curriculum" de los analistas que conforman o participan en esta institución. Asimismo, hay una reiterada insistencia en hacer notar cuántos analistas seguían dejando la APM, aún si no era para ingresar a la SPM.

"En Julio y Agosto del 72 y febrero del 73 causaron alta en nuestro grupo psicoanalítico tres afiliados más: un miembro titular de la APM que conservó su membresía allí, otro que también había sido titular y había presentado su renuncia, el tercero era recién egresado del instituto de esa asociación y no deseó solicitar alta ahí.

En la misma temporada también renunciaron a ser socios de la APM dos miembros titulares didácticos y otros dos titulares los cuales formaron su propio grupo.

Para que en una asociación científica de cuarenta y nueve miembros haya catorce que se consideren precisados a renunciar y a constituir agrupaciones por separado, dos socios más cuya afinidad con una de esas asociaciones nacientes les conduzca a sumarse a sus filas, y tres especialistas más, recién graduados en el instituto de dicha asociación no se sientan motivados para incorporarse a ella, algo muy grave tiene que estar ocurriendo en su seno".

Como podemos constatar, en ningún momento se nos proporcionan elementos que puedan ser considerados "serios" para tratar de entender, ya no digamos analizar, las causas que determinaron esta escisión. Se habla sobre todo de "poder", pero no puede uno menos que preguntarse qué entienden o quieren decir recurriendo a este concepto, ¿poder en cuánto a qué o respecto a qué?. Por supuesto que se puede suponer o sospechar que lo que esta en juego tiene que ver con luchas por la "hegemonía del mercado", o por la "hegemonía de jerarquías", y el poder que esto otorga, pero esto ya forma parte de las interpretaciones que se realizan con las "entre-líneas", pues lo único que dejan "claro" es que no se trata de cuestiones de "ciencia" sino de "política interna" (¿?)

Ahora bien, se dan varias situaciones que al parecer coinciden de alguna manera entre sí y aparecen como determinantes en la escisión que se produce entonces en la APM.

Por un lado esta la permanente insistencia de Santiago Ramírez por cambiar los requisitos de ingreso para la formación en el sentido de que no fuera exclusivamente dirigida a médicos, sino también psicólogos e incluso otros profesionistas. Recordemos que fue precisamente él uno de los pilares para la constitución de la AMPP. Esto es algo que ya se venía arrastrando como un punto de conflicto y desencuentro entre algunos de los didactas y desde mi punto de vista "favorece" la renuncia de Santiago Ramírez cuando se presentan otras dos situaciones, a saber: la expulsión de Avelino González de la APM y ciertos problemas con respecto a un Congreso convocado por la Asociación Psicoanalítica Internacional (API).

Con respecto a la expulsión de Avelino G. se mencionan dificultades suscitadas por un grave problema de alcoholismo de éste, y el mismo Santiago Ramírez en una entrevista realizada por M.A. Dupont relata:

" Hubo también otra serie de problemas que partieron de la actitud personal e individual de algún didacta que por aquel entonces y por condiciones no estipuladas ni bien reglamentadas, hizo un poco extra académico el programa de la supervisión, el programa del análisis personal. Frecuentemente analizaba o supervisaba en un bar, haciendo muy promiscua la labor pedagógica y de enseñanza; esto condicionó que un sector importante de la Comisión de enseñanza votase por su pérdida de funciones académicas, lo cual determinó y condicionó un cisma que todavía tiene sus consecuencias en la actualidad"

Más adelante aclara que este didacta era Avelino G. y que su expulsión fue lo que condicionó la renuncia de varios miembros pues "Avelino estaba en análisis personal y nos pareció que más allá de eso una Comisión de Enseñanza no podía arrogarse a quitar o dar equis tipo de función ..."

Por último, el problema relacionado con el Congreso se suscita a partir de la discusión sobre la elección de trabajos para presentar en un Congreso próximo a realizarse en Viena. Sobre esto hay dos referencias en el libro de Dupont sobre los fundadores de la APM, una de Amapola González y otra de Víctor Manuel Aíza en la que es bastante explícito aunque sus datos no coincidan totalmente con otros informes. Ahí relata que en 1967, para el Congreso Psicoanalítico Internacional se nombró a México para que presentara una de las tres ponencias magistrales del mismo. Santiago Ramírez era entonces presidente de la APM por segunda vez, Alfredo Namnum fue nombrado miembro del Comité de Programa del congreso y en una asamblea que se hizo para ver quién presentaría la ponencia, Santiago Ramírez se autonombró e invitó a Avelino. Sin embargo había otro grupo interesado en presentar la ponencia, mismo que en esa asamblea ganó por votación el derecho a presentar el trabajo "...Namnum dijo que un grupo no podía escribir una buena ponencia, lo cual no es verdad, y le dijo al Comité de Programa que era mejor que le otorgaran esta distinción a Argentina y que se la dieran a Garma.

En otra asamblea Santiago, apoyado por Avelino, comunicó tal decisión diciendo que de esta forma nosotros quedábamos bien y la Argentina quedaba en deuda con nosotros, y se armó un escándalo. Esto se vio como una manipulación, un abuso de poder, una falta de respeto a la Asamblea que era soberana; se pasó por alto que habíamos sido democráticamente electos para hacer este trabajo ante la Internacional, etc. De esta manera se hizo mucho más clara la división y el grupo de poder que estaba concentrado en Santiago, Alfredo y Avelino"

Según esta versión de Aíza (quién en ese momento era presidente de la Asociación) la APM solicitó a Avelino renunciar temporalmente a sus funciones de didáctico y entrar a análisis, pero esto no fue aceptado por Avelino que supuestamente renuncia después de que Santiago lo había hecho. El siguiente presidente nombrado es González Pineda y cuando se suscita la escisión, éste ya había "terminado" su gestión y Aíza era electo como el siguiente presidente. Cabe señalar que es Aíza el único que habla de que Avelino renuncia pues todos los demás informes coinciden en que fue "degradado" y expulsado de la APM. También afirma que a partir de todo esto, "la conducta psicopática" de Avelino se hizo mucho más obvia, lo que provocó que entrara en juego el cuestionamiento acerca de que cómo era posible que una persona (como Avelino) tuviera una posición de didacta y a varios de los miembros se les había estado retrasando y "regateando" durante mucho tiempo "los trámites y requisitos" para darles tal reconocimiento.

Todo lo anterior implicó un proceso que se fue gestando incluso quizá desde diferentes vías pero que fue engarzando y cimentándose por una lucha velada y latente alrededor del problema de las jerarquías y el poder que éstas otorgan hasta que derivó en la escisión. En opinión de Fernando Césarman "El grupo inicial de los seis didácticos se hizo impenetrable, muy cerrado, se volvieron muy puristas, y a pesar de que nosotros estábamos muy cerca de ellos, [...] hubo mucho celo de que nosotros fuéramos didácticos. A pesar de que fui ayudante de Namnum y de José Luis bastante tiempo, de que yo había sido secretario de la Asociación, tesorero de la Asociación, había sido todo pero no se podía ser didáctico y ni siquiera lo discutían. Era un grupo cerrado que yo no sé que tan malo fue, a lo mejor fue bueno para la Asociación para darle una identidad, o fue malo porque empezó a crear pienso yo que mucho resentimiento".

Es de suponer que esta escisión provocó que hubiese reajustes en la APM, en cuanto a "políticas internas" y sería muy interesante saber con algún detalle acerca de los movimientos que se dieron en este sentido, pero igualmente interesante resulta que el acceso a este tipo de información es sumamente difícil si no es que imposible - por lo menos para la que esto escribe -. Por motivos de "políticas internas" no hay acceso a los archivos referentes a estatutos o cambios en los mismos, ni a las "cartas renuncia", ni siquiera a los nombres de los que eran miembros de la institución más allá del presente año ('97).

Actualmente hay tensiones entre los miembros pues al parecer sigue produciendo conflicto el "dispositivo" para acceder a la categoría de analista didacta además de las tensiones entre ellos mismos debidas en gran parte a la apertura de algunos de sus miembros respecto de su participación y reconocimiento en otros espacios psicoanalíticos diferentes a los "oficialmente" reconocidos por la APM.

 

2 - Círculo Psicoanalítico Mexicano (CPM).

Los orígenes de esta institución en México se sitúan en agosto de 1969 cuando los doctores Jaime Cardeña, ex-miembro de la APM, Raúl Páramo, formado en Viena con Igor Caruso, y el doctor Armando Suárez también formado en la disciplina psicoanalítica en el Círculo Vienés de Psicología Profunda y analizado durante tres años por Igor Caruso, fundaron el denominado Círculo Mexicano de Psicología Profunda.

Esta institución nace inspirada en las concepciones de Igor Caruso respecto a la enseñanza del psicoanálisis y la formación de analistas, por lo tanto y dado que esto va a influir de manera determinante en su estructura, es importante tener en cuenta algunos antecedentes respecto de Igor Caruso, su postura respecto del psicoanálisis y la formación de analistas expresada en el Círculo Vienés de Psicología Profunda instituido por él y del cual obtiene reconocimiento el Círculo de México, así como también algunos datos sobre el Dr. Armando Suárez ya que aún si no fue el único que fundo el Círculo de México sí puede ser considerado como uno de los pilares fundamentales que sostuvieron esta Institución como una opción diferente durante muchos años en cuanto a los principios que sustentan la formación de analistas - muy a su pesar - institucional "Con el transcurso de los años y teniendo como base el Círculo Psicoanalítico y las relaciones creadas, Armando juega un papel importante en el desarrollo del psicoanálisis en nuestro país. Siguiendo a Caruso, abre la formación de psicoanalistas no sólo a médicos y psicólogos; amplía el horizonte de dicha formación incluyendo a las ciencias sociales, recibe a la mayor parte de los primeros analistas sudamericanos que llegan en los setenta creándoles espacios de trabajo, promueve traducciones de obras psicoanalíticas que en su momento eran desconocidas en nuestro medio y América Latina como la de Jaques Lacan."

Igor Alexander Caruso nació en Rusia en 1914 y siendo sus padres aristócratas se familiarizó tempranamente con la patrística y el pensamiento religioso ruso, de 1926 a 1931 cursó sus estudios en el internado católico de Saint Nicolas, en Bruselas. Estudió psicología y ciencias de la educación en la Universidad de Lovaina , en 1939 se tralada a Estonia donde se inserta en el servicio sociopsiquiátrico. La anexión de Estonia a Rusia le obliga a emigrar nuevamente hacia Alemania en donde los nazis le recluyen durante algunos meses en un campo de concentración y al quedar libre en 1942 se traslada a Viena.

En 1943 Caruso inició su análisis con August Aichhorn "pedagogo genial y el primero en aplicar los principios del psicoanálisis a la reeducación y la psicoterapia de los menores infractores, asociales o con problemas de adaptación familiar, escolar o social". Algunos meses después decidió proseguir su análisis con Viktor von Gebasttel. Ambos personajes que a pesar de haber tenido que trabajar en el Instituto Alemán para la Psicoterapia y la Investigación Psicológica -- mismo que coordinaba a todas las asociaciones del III Reich -- eran simpatizantes del psicoanálisis; Aichhorn incluso había sido un cercano colaborador de Freud hasta que se disolvió la Asociación Psicoanalítica Alemana en noviembre de 1938.

En 1946 Caruso trabaja en la Fundación Caritas de la arquidiócesis de Viena y funda el primer ambulatorio psicoterapéutico de la posguerra en Innsbruck.

"La Iglesia católica, secularmente poderosa en Austria, fue quizás, la única institución de envergadura que pudo ofrecer una cierta resistencia, no exenta de riesgos, a los nazis y un relativo abrigo a los profesionistas de la salud mental que no deseaban "colaborar". Después de la guerra su poder no haría más que acrecentarse con los sucesivos gobiernos democristianos; pero también incubó en su seno muchos de los gérmenes de la nueva teología y una pastoral abierta, aggiornamento que culminaría en el Concilio Vaticano II. Nada tiene, pues, de extraño que Caruso, con sus antecedentes religiosos personales y académicos encontrara en los ambientes eclesiásticos progresistas una acogida y un apoyo que les estaba negado a los psicoanalistas "ortodoxos"."

En 1947 instituye el Círculo Vienés de Psicología Profunda. Su propósito era, explícitamente, "promover los conocimientos de la psicología profunda y su aplicación a la educación, la medicina, la sociología, etc.". Acuden para formarse como analistas sobre todo psicólogos pero también médicos, teólogos, etc.

En 1952 publica su primer libro: Psicoanálisis y síntesis de la existencia en el que, observa Armando Suárez, rompe el hielo entre el catolicismo y el psicoanálisis.

El pensamiento de Caruso transita por varias "etapas" diferentes, "primero, una en la que el acorde de la fe cristiana es el dominante y en la que trata de integrar la psicología profunda en una doctrina de salvación. (...)la siguiente en la que intenta articular existencialismo y psicoanálisis y que es soportada por el <principio de esperanza>. Su debate con el existencialismo lleva a Caruso, por medio de Sartre, Marcuse y Bloch, al debate con el marxismo y a desarrollar él mismo utopías. La antítesis de esta fase utópica fue una fase determinada por el pesimismo y la desesperanza. En la cuarta etapa, en la que Caruso vuelve sobre otro plano del realismo simbólico tanto el pensamiento esperanzado como el desesperanzado son superados en su esfuerzo dirigido ahora más a la praxis concreta del psicoanálisis, que trataría de modificar las relaciones interhumanas mostrando la causa de la angustia vital, para romper el miedo mediante el conocimiento y la comprensión"

En 1958 se creó el Secretariado Central Internacional de los Círculos de Psicología Profunda, del cual señala Suárez: " ..su función no consistió nunca en ejercer algún tipo de control organizativo ni doctrinal sino en favorecer la comunicación y el intercambio ...Cosa curiosa, las asociaciones psicoanalíticas suelen multiplicarse por escisión o esporulación, siguiendo el modelo de las sectas, las fundaciones o las misiones religiosas; el caso de los Círculos es único hasta donde conozco: grupos independientes, tras reconocer coincidencias esenciales con el Círculo Vienés de Psicología Profunda, solicitan confederarse y son admitidos sin perder su autonomía" . En septiembre de 1966, se funda la Federación Internacional de Círculos de Psicología Profunda. "Caruso propuso lo que sería el "mínimo común divisor": técnica psicoanalítica clásica (freudiana) y apertura a todas las cuestiones sociales. Se plantearon ciertas exigencias mínimas comunes en cuanto a la formación de candidatos, pero preservando cada Círculo la autonomía organizativa y la originalidad de sus preocupaciones y enfoques temáticos

[...]Caruso solía atribuir este rasgo institucional - en la medida en que respondía a sus expectativas y su proyecto - a su propia educación religiosa: en la Iglesia "ortodoxa" las comunidades eclesiales son "autocéfalas" y el "primado" es únicamente de honor, no de jurisdicción".

A mediados de septiembre de 1960 (última etapa del pensamiento de Caruso) Armando Suárez se encuentra con Caruso en Viena para llevar a cabo su propio psicoanálisis: "Decidido a exponer mi fe y mi vocación religiosa a la prueba de fuego del psicoanálisis - con la esperanza de decantarlas - buscaba un analista "freudiano" , y Caruso, por lo que había leído de y sobre él, me parecía "demasiado creyente" ...

Armando Suárez Gómez, nació en Madrid el 23 de Junio de 1928. Hizo estudios de Derecho, Ciencias Económicas, Filosofía y Teología; perteneció a la Orden de los Dominicos.

"Su acercamiento al psicoanálisis responde en gran medida a la ruptura con el mundo de la religión. Por esos años -1960-- España vivía la historia del silencio; no había cabida para el psicoanálisis. Armando consigue de la Fundación Juan March una beca para realizar estudios de psicología profunda en Viena-Austria."

Para el Dr. Suárez resultaba muy claro que para Freud el psicoanálisis no era una rama especializada de la medicina sino que lo considera una parte de la psicología y rescata argumentos que le permiten - a Suárez - ubicarlo específicamente como una ciencia social.

En el Círculo Psicoanalítico Mexicano se habría de retomar el eje de psicoanálisis-sociedad como una problemática fundamental para trabajar y organizarse. El eje teórico era la obra de Sigmund Freud y durante algún tiempo también el enfoque "marxista". El plan curricular muestra ya los ejes privilegiados por nuestra concepción de la formación psicoanalítica: la lectura de Freud como experiencia teórica de redescubrimiento del Inconsciente; la crítica epistemológica del saber psicoanalítico a partir de la epistemología histórica y genética del universo ideológico; el análisis de la inscripción de la práctica analítica en nuestra sociedad desde el materialismo histórico como ciencia de las formaciones sociales; el estudio del lenguaje como instrumento privilegiado de nuestra práctica y, finalmente, la supervisión como lugar de articulación de la teoría-método-técnica con la clínica en un encuentro entre analistas.

En el Círculo se admitió a gente con profesiones diferentes interesada en el psicoanálisis aunque no necesariamente pretendieran formarse como analistas; por supuesto, el interés primordial estaba dirigido a quienes sí querían convertirse en analistas. No obstante, permaneció un tanto obscuro si quienes participaban en los seminarios y adquirían esa formación solamente como un interés secundario debían o podrían eventualmente desarrollar o no su práctica.

Ahora bien, escasamente un año después de fundado este primer Círculo mexicano, en 1970, se suscita una ruptura entre los doctores Cardeña y Suárez:

"El suceso que permite analizar en parte su ruptura ocurrió un día (septiembre de 1970) cuando uno de los analizados del doctor Cardeña propuso un paciente para ser tratado psicoanalíticamente por nosotros. Los dos analizados del doctor Suárez dijimos que nos parecía muy prematuro, ya que estábamos iniciando nuestra formación. Uno de los del grupo del doctor Cardeña decidió hacerse cargo. El doctor Suárez se opuso, diciendo que tomar un paciente en análisis era mucha responsabilidad. Esto, al parecer, fue visto como un ataque al "grupo" de los analizados del doctor Cardeña y por él mismo. En este punto sucedió la ruptura".

El doctor Jaime De León, miembro del grupo de Cardeña y analizante de éste lo sigue en la separación de las fracciones. Sin embargo, su permanencia con él fue breve. Según su testimonio, Cardeña empezó a utilizar el nombre de la institución para implantar cuestiones relativas al "control mental" y tópicos similares, motivo que lleva a Jaime De León a separarse también de ellos.

Es importante señalar que más allá de lo que narra Fernando González respecto de los motivos de la separación entre Suárez y Cardeña, es un hecho que también algunos analistas del grupo de Suárez ejercían ya el psicoanálisis; es patente esta práctica en la medida en que se había ya implantado la supervisión, en este sentido cobran mayor veracidad dos testimonios en los que se marca como determinante las reticencias y desacuerdos que tenía Armando Suárez con Cardeña debido las pretensiones eclécticas y poco fundamentadas de este último.

Posteriormente, en 1971, los doctores Suárez y Páramo constituyeron el nuevo Círculo Psicoanalítico Mexicano. Quedaron incluidos en el nivel de formación Luis Moreno, Lilia Meza, Ana Ma. Martínez Camarena, Fernando M. González, Patricia Escalante, Magda Fernández, Ida Oynik y Juan Diego Castillo Como formadores, además del doctor Armando Suárez y el doctor Raúl Páramo se fueron uniendo otros profesores no necesariamente psicoanalistas, como Tomás Segovia por ejemplo.

Sin embargo, el Círculo quedó constituido con un acta ante notario hasta mediados de 1974, además de que aún no se formalizaba legalmente el Instituto. De esta manera, existía únicamente la categoría de "miembro activo" y "miembro honorario". En la lista de miembros activos que se lee en esta acta están todos los que arriba se mencionan incluyendo a Armando Suárez en la misma categoría ("miembro activo"); sin embargo, no aparecen los nombres de Ida Oynik, Raúl Páramo, ni tampoco de Jaime De León ni de Pablo España quienes según testimonio de Jaime De León se habrían integrado en 1973 cuando un grupo de miembros del Circulo Psicoanalítico Mexicano acudió al II Congreso Internacional de la Federación de Círculos al cual también había asistido Jaime De León con la intención de solicitar a Caruso su aprobación para constituir otro Círculo más en México. Caruso se negó invitándolo a pensar como una mejor opción reintegrarse al que dirigía el Dr. Suárez. Es entonces cuando según esta versión se integran Pablo España y Jaime De León. Sin embargo la inserción de Pablo España es un tanto obscura pues es un hecho que tomó algunos seminarios con los integrantes de la segunda generación del CPM, y a decir de algunos de ellos así como de algunos profesores, "desaparece por un tiempo y de pronto reaparece ya como miembro activo" sin que nadie se explique cómo o porqué.

Para ese momento y como efecto de la escisión que se produce en la APM, algunos de sus miembros se prestaban ya a impartir algunos seminarios en el Círculo lo cual es experimentado como una especie de "oxigenación", sobre todo para la gente que se encontraba en formación. Puesto que no contaban con el apoyo de otros analistas, inevitablemente se producían cruces dado que era frecuente que los candidatos tuvieran que tomar seminarios con su propio analista. Asimismo la llegada de los analistas de países sudamericanos (argentinos sobre todo) contribuyó aún más a la incorporación de nuevos puntos de vista y nuevas formas de trabajo que contribuyeron a consolidar la institución. Sin embargo, este mismo proceso de apertura habría de generar una "institucionalización más rígida", es decir, programas más "estructurados", y la instrumentación de mecanismos de regulación más rigurosos para determinar el ingreso y el rechazo, la aprobación o reprobación de los candidatos. Todo desemboca en tensiones y procesos paradójicos que llegan incluso a contrariar lo que podríamos considerar parte de los principios básicos de esta institución.

"En 1976 se da el golpe de Estado en Argentina y los analistas más o menos comprometidos son expulsados de las universidades y de los hospitales, apresados, muertos o desaparecidos, un gran contingente tiene que tomar el camino del exilio. México recibe a los primeros, que se acogen al abrigo del Círculo Psicoanalítico Mexicano, fundado por algunos discípulos de Igor A. Caruso, que se encuentran empeñados en la misma lucha contra la institucionalización del psicoanálisis y por la crítica ideológica de su inscripción entre los aparatos ideológicos de salud mental."

Por supuesto habría que preguntarse en qué sentido utiliza el Dr. Suárez este concepto de institucionalización. Si se encara desde cierta perspectiva, ya el simple hecho de "regular", "normar", ofrecer una formación de analistas implica de suyo una institucionalización. La importancia de este punto nos llevará más tarde en este trabajo a una exposición más detallada de este proceso. Por el momento sólo me interesa subrayar el hecho de que esta inserción de psicoanalistas extranjeros, si bien fue muy benéfica para el Círculo, a la postre, habría de precipitar otra escisión animada y protagonizada por algunos de estos mismos psicoanalistas.

A pesar de que no me fue posible obtener documentación que me permitiera saber con claridad quiénes cuando y con qué "categoría" se fueron integrando al CPM, a partir de testimonios y alusiones posteriores a ciertos personajes es que podemos nombrar como actores en este proceso de inserción y participación en el CPM a Marie Langer, Marcelo Pasternac, Juan Carlos Pla, Guillermo Greco, Néstor Braunstein, Diego García Reinoso, Gilberta Royer, Armando Bauleo, Ignacio Maldonado. Asimismo también se van integrando analistas que no venían del Cono Sur como Adriana Isla, Hanns Saettele, David Ayala, etc..

A estas alturas y aunque las fechas resultan difícilmente ubicadas con claridad podemos reconocer un primer proceso de conformación del CPM en el que todavía no estaba constituido formalmente el Instituto y en el que algunos de sus integrantes se fueron insertando en una posición que los colocaba como "formandos" o candidatos por el hecho de tomar algunos seminarios, estar en análisis y recibir supervisión, pero también como miembros activos y a la postre ser considerados como fundadores del Círculo. En este grupo se ubica un personaje central y que sintomáticamente "desaparecen" (por lo menos esa parece ser la intención) de la historia del Círculo: Angeles De la Mora.

Según su testimonio, ella se integra al poco tiempo del grupo de "fundadores", y rápidamente no sólo pasa a formar parte de la institución como miembro activo, también va a ser nombrada coordinadora Académica del Instituto recién estructurado.

Es aquí el momento en el que ya podemos hablar de una "primera" generación de candidatos entre los que se encuentran Lore Aresti, Ma. Antonieta Torres A., Margarita Gil, Eva Vargas entre otros, quiénes siguieron ya un programa más estructurado y también recibieron seminarios de algunos de los miembros activos como Angeles De la Mora, de algunos extranjeros que se habían integrado, e incluso de algunos analistas invitados que pertenecían a la APM y a la AMPAG.

Cuando Angeles De la Mora recién se ha integrado plenamente al CPM como miembro activo es cuando al parecer se da una ruptura entre Néstor Braunstein y Armando Suárez principalmente. El punto de discordia lo constituía aparentemente el lugar de los aportes de Lacan en el programa de formación y las tensiones llegan a tal nivel que finalmente se separan del CPM Néstor Braunstein y su esposa Frida Saal, pero de hecho aunque al parecer renunciaron algunos otros miembros, (sobre todo formandos) no se produce ninguna salida "masiva" y el CPM sigue adelante sin que esto al parecer deje mayores estragos.

Ahora bien, aunque esto se maneja como una renuncia de Néstor y Frida e incluso en lo que aparece como su comunicación oficial de renuncia al Círculo, declaran: "Dejamos el Círculo. Por razones de público desconocimiento. A los compañeros, los que sin esforzarse quisieron andar con nosotros, gracias. Y ya." Angeles De la Mora afirma que en realidad salieron a instancias de Armando Suárez y miembros más allegados a él como efecto de diferencias teóricas y de dirección, hecho que menciono debido a que nos da cuenta de las cortinas de sombra que se extienden sintomáticamente y de manera recurrente sobre este tipo de acontecimientos institucionales generando un halo de incertidumbre y confusión.

Debo decir también que en esta parte de la investigación, uno de los "encuentros" más sorprendentes con que me he topado lo constituye precisamente la figura de Angeles De la Mora pues como ya mencionaba, parecería que hay un gran esfuerzo por borrarla de la historia del CPM ya que no aparece referencia a ella en ninguno de los documentos revisados (actas, estatutos, ensayos), y hasta donde he podido indagar nunca más se le vuelve a mencionar en eventos "oficiales" del CPM - como por ejemplo la historia respecto del CPM que solía narrar Armando Suárez casi como ritual de "bienvenida" para los que se integraban como una nueva generación de candidatos - a pesar de que gracias a los testimonios de gente cercana a estos acontecimientos así como a los de ella misma he podido constatar que su relación con Armando y el grupo de los fundadores, sobre todo los que llegaron de Guadalajara como ella, era realmente muy estrecha.

Los puntos que considero importantes para tratar de entender lo ocurrido están apuntalados fundamentalmente en discrepancias y cuestionamientos que Angeles "se atreve" a plantear y que poco a poco, la llevan a tomar la decisión de renunciar al CPM. Uno de estos puntos es el hecho de que el CPM establece como requisito de ingreso para la formación el que los candidatos cuenten con un título de licenciatura y si bien Angeles lo poseía, consideraba incongruente que se impusiera este requisito siendo que algunos de los miembros activos no lo cubrían, es decir, no tenían aun el título de licenciatura. Además, tampoco estuvo de acuerdo con el hecho de que también entre los aspirantes a la formación se hicieran "excepciones" y así como se negaba la entrada de algunos con este argumento, se admitiera a otros que todavía no cubrían el requisito estipulado.

Otro de los puntos centrales radicaba en que sin plantear como único o "exclusivo" el eje "lacaniano", efectivamente había un interés de su parte por integrar el estudio de la obra de Lacan en el programa de formación, cuestión que al parecer provocaba álgidas discusiones y generó un distanciamiento aun mayor con la postura de un grupo de miembros activos. Cuando finalmente decide renunciar a la institución envía a la Asamblea una carta de renuncia con carácter de irrevocable y se separa del Círculo. Ella fue sin lugar a dudas uno de los actores principales que participan en esta nueva ruptura. Marcelo Pasternac y muchos otros miembros del CPM, tanto "activos" como "adherentes" también deciden salir del CPM en ese momento.

Fernando M. González quién en ese entonces se encontraba en París y recibe la información de lo que en México estaba sucediendo - gracias a la información que Armando Suárez le envía - escribe una "carta abierta a Marcelo Pasternac" a partir de la cual se puede conocer algo respecto a estos hechos y al contenido de una carta de renuncia escrita por Pasternac. Según lo escrito por el Dr. González, Pasternac hace ciertas acusaciones y alude a su condición de "víctima del rumor y la xenofobia en el Círculo".

Asimismo, esta carta nos permite constatar que además de las aspiraciones o "preferencias" teóricas, lo que se pone en juego en esta problemática alrededor de los programas de formación y que deriva en un argumento que apuntala el conflicto y finalmente la ruptura es la cuestión del "título" y el reconocimiento (¿nuevamente el "mal entendido de origen?"). Fernando G. hace alusión a que ni Néstor ni Frida Saal estaban analizados. Además, hace aparecer como uno de los conflictos institucionales que se generaron lo siguiente: "...las opiniones estaban divididas en el Círculo y se expresaban en dos posiciones, que nunca aparecieron por cierto a la luz del día y que eran: ¿Cómo van a asumir la formación de futuros analistas gente que no está analizada? Y la otra era: son gente brillante y preparada en la teoría; no se ve por qué no puedan dar Freud mientras no se les deje la parte clínica, supervisiones, técnica, análisis. Si los utilizamos como analizadores a los Braunstein, podemos sacar muchas cosas. Por lo pronto, ¿porqué no pudimos hablar de frente esto antes de hacer el Instituto? Que había una valoración, que ellos trabajaban como analistas sin estar analizados, era un escándalo y sin embargo ¿los que están analizados se distinguen en algo de los que no lo están en el manejo de las propias miserias?

Me parece que en el párrafo citado se pone de manifiesto una de las tensiones inherentes al problema de la formación de analistas y que se relaciona con la dificultad que tiene dicha institución para establecer criterios articulados entre los diferentes niveles de formación y ejercicio profesional. Queda así indeterminado quién puede enseñar y ejercer "auténticamente", pues así como aquí se ejemplifica la reticencia a que gente sin análisis trabaje como analista, también es patente que sobran casos conocidos en los que gente "analizada" carente de una formación teórica mínimamente estructurada, se siente autorizada para "ser" analista y trabajar con pacientes. La tensión a la que me refiero tiene que ver también con todas estos "enunciados" que tan frecuentemente son utilizados para "definir" la función del analista y defender la idea de lo indispensable que es el análisis del que pretende llegar a ser analista: "no es lo mismo el saber sobre el inconsciente que el saber del inconsciente"; "el saber del inconsciente es intransmisible", etc.. No es la intención, evidentemente, de enfrascarse en una larga polémica aún irresuelta que ha consumido años y tinta sin un desenlace admisible y convincente. No es el momento tampoco de pronunciarse en favor o en contra de lo conveniente e incluso indispensable o no que pueda ser el análisis de un candidato al ejercicio profesional del psicoanálisis. Los argumentos son frágiles y cuestionables en términos de regulaciones institucionales.

Volviendo a la carta, en ésta igualmente se pone de manifiesto una de las contradicciones permanentes en el Círculo. Esta institución, al fundar un "Instituto", se aboca a la tarea de formar analistas; diseña e implanta programas, establece requisitos, impone tiempos de duración en los seminarios, en las supervisiones y en el análisis, etc., pero al tiempo se niega a avalar "oficialmente" a nadie como analista. "... Cuando los alumnos nos reclamaban un diploma de analistas o una constancia de estudios, nosotros nos defendíamos diciendo que no podíamos avalar a nadie como analista; ¡¡ aunque ofrecíamos el servicio completo!!

Se produjo en esta ocasión la salida de muchos miembros del Círculo, y sin lugar a dudas fue muy resentido por la institución pues como ya mencioné algunos de los analistas que dejaron el Círculo habían tenido una relación muy estrecha con A. Suárez. lo cual de alguna manera incidió para que incluso se lo llegara a considerar como una "traición" hacia Armando.

Como ya se había iniciado una segunda generación y muchos de sus miembros abandonaron el CPM, en un afán de fortalecer el Instituto se reabrió el ingreso a nuevos candidatos para sumarse a los que permanecieron en el Círculo, y el programa de seminarios sufrió varias reestructuraciones. En este ámbito de reflexiones también resulta interesante que estos acontecimientos y rupturas que se suscitan en el CPM generalmente son ubicados como un mismo proceso de escisión en el que "coloquialmente" es referido como el momento en que "los argentinos" o los "lacanianos" dejan el CPM, lo cual como vimos no es así, pues aunque Marcelo Pasternac también se va a separar del CPM arguyendo igualmente discrepancias teóricas, el proceso es posterior, aproximadamente tres años después y como podemos apreciar, totalmente diferente de aquel en el cual se produjo la separación de Braunstein.

En la época de esta segunda ruptura, la primera generación estaba a punto de concluir el programa y algunos de sus miembros se hicieron cargo de impartir las materias que daban algunos de los que se fueron. Asimismo algunos de los fundadores tomaron a su cargo algunos seminarios y dos de ellos fueron muy cuestionados por los formandos debido a que los consideraban poco aptos para impartir los seminarios, convocaron a una reunión en la que solicitaron que fueran sustituidos para impartir los seminarios pero Armando se negó rotundamente argumentando que se trataba de personas muy valiosas para la institución. Finalmente su resolución fue que el Círculo podía sobrevivir sin Instituto y por lo tanto éste se cerraba. Los miembros de la 2ª generación que en ese momento resultaban los más afectados pidieron a José Perrés (miembro activo) que los apoyara y hablara con Armando Suárez para que modificara las resoluciones que había tomado. Se logra convencer a Suárez de que ceda en su postura y José Perrés toma a su cargo los seminarios en cuestión.

Al poco tiempo se realizaron "elecciones" para elegir a los miembros activos que conformarían la mesa directiva y de los resultados obtenidos Ma. Antonieta Torres Arias quedó como presidente, Margarita Gil como secretaria y Miguel Angel Sánchez como tesorero. Ingresa una tercera generación pero nuevamente se modificaban programas e ingresan nuevos analistas como miembros activos, se produce una deserción muy alta de los candidatos que habían ingresado y se vuelve a plantear una nueva reestructuración en el programa de formación.

Fue entonces (en 1985) que ingresó la cuarta generación para formarse como analistas (entre los que estuvo la que esto escribe) en lo que posteriormente se denominó como Instituto Armando Suárez. A los miembros de la tercera generación en tanto se les modifico el Programa que llevaban generó algunas discordias en tiempos y en grupos de seminarios. Por lo mismo, tocó que algunos de ellos coincidieran en seminarios y tiempos de terminación del programa de formación con los miembros de la cuarta generación.

En 1988 ocurrió un suceso que marcó y realmente cimbró al CPM: el ocho de marzo falleció el Dr. Armando Suárez. Esta pérdida, según mi opinión desató con mayor intensidad las tensiones que muy probablemente ya existían entre los miembros activos y generó otras más, muchas de ellas aparentemente centradas en torno a desacuerdos sobre los principios y la manera en que se tendría que sostener ahora el Círculo y su Instituto.

Se hablaba mucho por entonces respecto al lugar que había dejado Armando y se decía con frecuencia que no había quién lo ocupara, también circulaban los comentarios acerca de quién o quiénes serían "sus herederos", aspectos que considero importantes de mencionar pues en cierto sentido generan un régimen de interpretación respecto a las tensiones y disputas que se vuelven cada vez más difíciles de ocultar, así como respecto al tinte cada vez más burocrático que va adquiriendo la institución.

Conforme se avanzaba la formación en el Programa, éste se iba haciendo todavía más rígido; se empezaron a implementar más mecanismos de control (como el hecho de que en las siguientes generaciones había un mayor número de entrevistas para ser aceptados como candidatos así como la implementación de un curso "propedéutico" ), incluso se llego a pedir una carta del analista en la que se avalará que efectivamente se estaba en análisis e informara cuántas horas a la semana y cuánto tiempo se ocupaba en el mismo; hecho que despertó muchas protestas y negativas.

Cuando estas dos generaciones estaban a punto de concluir el Programa de formación con una duración de entre cinco (la 4ª) y siete años (la 3ª) se suscitó otro conflicto en el contexto de una situación interna bastante confusa.

Quien era entonces el Presidente del Círculo -José Perrés- y la Secretaria del mismo -Beatriz Orozco- convocaron "por estar próxima la terminación de su formación" a una junta para tratar "asuntos de suma importancia" sin especificarlos. En dicha reunión se informó que se había realizado una especie de revisión curricular y que el Dr. Jaime De León, ahí presente, iba a indicar en ese momento a cada uno lo que "debía" o le "faltaba" para terminar la Formación. Se generó una situación sumamente tensa y las discusiones giraron en torno de lo que se interpretaba como un malentendido que no pudo aclararse. Había una insistencia "sorda" en los mismos argumentos. Se reiteraba que el Círculo no podía avalar a nadie "todavía" como analista, mientras que se insistía también en que "todavía" no se podía dar por terminado el Programa. Hubo una serie de reuniones después de la primera que llevaron también a fuertes discusiones sin que se pudiera llegar a ningún acuerdo respecto a si habría o no reconocimiento institucional al término de la formación; tampoco hubo acuerdo alguno sobre de qué tipo podía ser o no ese reconocimiento. Ciertamente, había quienes esperaban una "Constancia oficial" emitida por la institución, por haber cubierto el Programa; pero había otros que más bien expresaban sus deseos de "darle un cierre" a ese proceso institucional. A pesar de todo, finalmente el asunto quedó "cerrado" con una carta dirigida a la Asamblea del CPM en la que suscribimos nueve gentes.

Posteriormente algunos seguimos compartiendo espacios en seminarios privados, conferencias y algún simposium, entre nosotros y con miembros activos del Círculo. Alrededor de un año después de haber egresado del Instituto, en mayo del 92, algunos de nosotros realizamos la solicitud para ingresar como "miembro activo" al Círculo, solicitudes que habrían de ser revisadas en la Asamblea del Círculo próxima a realizarse. Dos meses después de la fecha en que se entregaron las solicitudes se efectuó la Asamblea Extraordinaria (el 27 de junio de 1992) para determinar quiénes serían aceptados. Según los criterios formales adoptados se requería contar con el 75% aprobatorio de los votos de los asistentes.

Por cierto, a partir de una decisión incierta y quizá anómala los miembros Activos que radicaban y dirigían el Círculo de Guadalajara también tuvieron "voz y voto" en la Asamblea mencionada. Se realizó así la votación que supuestamente era "secreta", es decir, votos por escrito a favor o en contra del ingreso o no de cada uno de los miembros, sin que se especificarán ni las razones para la aceptación o el rechazo, ni el nombre del votante. Luis Valverde y Carmen Gómez del Campo fueron aceptados; Pilar Jiménez, Pilar Soza y Guadalupe Rocha (la que esto escribe) no alcanzamos ese 75% por lo que no fuimos aceptadas como miembros activos. Entonces estalló el conflicto, los ánimos se desbordaron y la Asamblea tuvo que suspenderse; fue así que se llegó hasta la escisión.

En ese contexto, aunque no en esa Asamblea, Carmen Pardo fue aceptada y actualmente funge como Secretaria. Ma. Eugenia Ruiz fue aceptada y renunció. Rosa Ma. Zuñiga también fue aceptada e ingresó como miembro activo (murió poco después en un lamentable accidente).

Octavio Chamizo, Ma. Antonieta Torres A., Margarita Gil, Beatriz O. y Livia Fernández de la Maza fueron los primeros miembros Activos que renunciaron. Como miembros Honorarios Raymundo Mier y Mara Lamadrid también decidieron separarse y dejar de impartir seminarios en el CPM. Luis Valverde y Carmen Gómez del Campo enviaron una carta en la que se negaron a ser miembros activos bajo estas circunstancias y expresaban su repudio con lo que se había generado institucionalmente cuando se rechazaba a analistas que la misma institución había formado. También hubo muchos alumnos que dejaron el Instituto del Círculo, incluso algunos que por ese entonces empezaban su formación.

Ignoro si en fechas recientes ha sufrido modificaciones la organización y estructura del Programa de Formación en el CPM. Al parecer ninguna fundamental con respecto a los últimos tiempos en que se dio la escisión, y aunque ya no se reparte el folleto mencionado en el que se expresan los principios del Instituto, el dispositivo sigue siendo el mismo en cuanto a requisitos y regulaciones para y en la formación.

 

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Revista de Psicoanálisis y Cultura
Número 14 - Diciembre 2001
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