Acheronta  - Revista de Psicoanálisis y Cultura
Editorial Acheronta 22
La formación del analista
Michel Sauval
Director de Acheronta

Sumario

República Cromañon

En las vísperas de la salida de este número de Acheronta se ha cumplido un año de unas de las peores tragedias que ha vivido la juventud y el rock and roll porteños: el incendio del local "República de Cromañon", con un saldo de 194 muertos, centenares de sobrevivientes con lesiones físicas y traumas psíquicos y miles las personas que aún duelan a sus muertos (incluidos los músicos de la banda Callejeros (que tocaba en ese recital) que perdieron a familiares directos, novias y amigos).
La dimensión política y social implicada en las responsabilidades criminales de esta masacre genera enormes presiones que, en muchos casos, quizás hagan aún más dificil la resolución de cada drama personal. Es esa misma dimensión política y social la que convoca a la población al apoyo de los familiares y sobrevivientes en su reclamo de justicia, y la que motiva esta mención que hago en el comienzo de este editorial. Sobre todo cuando el sistema judicial ha culminado este año de evasivas orientando sus cañones sobre las personas antes que sobre el sistema, equiparando la responsabilidad del empresario propietario del lugar con la de los músicos que fueron a tocar a ese local, y relegando a una responsabilidad insignificante a los policías y bomberos corruptos, así como a los inspectores municipales y al gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.

El problema de las responsabilidades es muy complejo porque son varios los niveles en juego. Me parece un absurdo pretender resolverlo con un criterio de justicia basado en el "libre albedrio" de personas erigidas en únicos responsables de actos pretendidamente individuales. Si hay que zanjar las cosas por algún nivel de prioridades, creo que coincido mas bien con los cánticos que corean los familiares y sobrevivientes en sus manifestaciones de todos los 30 de cada mes: antes de juzgar al "rock and roll" (los músicos, la bengala, los rituales, los pibes), habría que condenar la "corrupción" (los empresarios, los inspectores, los gobernantes, la policía, la coima, el régimen social).
Puede ser que el uso de bengalas en los recitales no sea lo más recomendable para la seguridad del público. Pero ningún ritual fiestero es demasiado razonable, y más radicalmente aún, casi toda manifestación masiva, implica cierto grado de peligro. Por eso me parece que el problema pasa mas bien por los recursos económicos necesarios para que haya locales y lugares para recitales de rock and roll (tanto de bandas consagradas como de bandas nuevas) que contemplen medidas de seguridad en función de las cantidades de personas y costumbres y rituales que esas cantidades de personas suelan desenvolver en su fiesta. Dicho en sencillo: antes que prohibir las bengalas (o cualquier otra modalidad de expresión) preferiría que se instrumenten las medidas de seguridad que reduzcan a un grado razonable los peligros por el eventual uso de aquellas.
Alguno me dirá: es mas barato y sencillo prohibir las bengajas. Y si, quizás también sea mas "barato" y "sencillo" prohibir el rock and roll. Quizás sea mas "barato" y "sencillo" prohibir muchas cosas más. Pero la verdad es que no hay nada "barato" y "sencillo" en el mundo. Cuando algo es "barato" y "sencillo" para alguno es porque algún otro está pagando los costos. La "economía" del lucro del empresario y las coimas de los funcionarios la pagaron los muertos y la pagan sus familiares y los sobrevivientes. Quizás sea hora de que otros tengan que pagar: por un lado, los responsables económicos y políticos de esta tragedia, y por el otro, el Estado, para garantizar que todas las bandas de Rock puedan tocar en ambientes adecuados.

El tema de este número, "la formación del analista", tiene múltiples vías de contacto con el del número pasado, Clínica y transmisión. Lo verificarán tanto en los reportajes como en los artículos. El punto en común parece pasar, de algún modo, por el estatuto del saber en psicoanálisis. En el caso del número anterior las preguntas giraban en torno a la clínica, la producción de saber a partir de ella, y su transmisión. En este caso, la pregunta se orienta hacia el estatuto del psicoanalista mismo. ¿Cómo se forma un analista? ¿Que función cumple el saber en esa formación, y cual es su estatuto? ¿Que función tiene la experiencia analítica? ¿Cuales son los criterios de autorización? ¿Cuales son las garantías?

En los inicios, Freud configuró el consabido trípode del análisis personal, los análisis de control o supervisiones, y la formación teórica. Todos los analistas parecen coincidir en la prioridad e importancia del primero de ellos. Pero cada uno lo articula de modo diferente con el resto de los elementos del trípode, y con los diferentes dispositivos institucionales que tanto freudianos como lacanianos han instrumentado para dar cauce a la formación de sus analistas. Justamente, el problema de la formación parece hacer impasse a la hora de la autorización y la garantía, es decir, en el punto en que se solicita que ese análisis personal se articule a la comunidad analítica.
Ese punto parecía claramente anudado en el funcionamiento de las sociedades componentes de la IPA, donde cada eje del trípode tenía su regulación institucional. Pero fue el psicoanálisis mismo el que pareció condenado a su extinción de ese modo. La consigna lacaniana "el analista se autoriza de él mismo" liberó la práctica analítica de esos asfixiantes corsets institucionales. Pero, y lógicamente, solo en la medida en que ha sabido sostenerse en los recursos de la enseñanza de Lacan. Cuestión que vuelve a empujar a los analistas al espacio de las prácticas y nuevos dispositivos institucionales que, se supone, deberían tomar en cuenta esa consigna y esa enseñanza.

En suma, "la formación del analista" connota ese conglomerado de elementos y situaciones que median en el pasaje entre la posición de analizante y la de analista. En ambos extremos tenemos el dispositivo analítico en juego. Pero en el medio, tenemos las mediaciones del lazo social entre analistas y la incidencia de todo el funcionamiento social de los seres humanos.
Que de un análisis pueda resultar la posibilidad de otro análisis. Ese parece ser el desafío. Pero la experiencia acumulada de impasses y errores no parece garantizar una solución. El psicoanálisis parece exigir la invención, también en esto, de una nueva respuesta para cada caso.

En este número encontrará una serie de reportajes y artículos, que creo dan una idea, tanto de la gama de coincidencias como del espectro de divergencias, que puede haber entre quienes se reclaman de la práctica del psicoanálisis. Una vez mas, quiero expresar mi gratitud para con la generosidad con la que cada uno de los entrevistados ha atendido nuestras preguntas y se ha expuesto en sus respuestas. Y ya que viene a cuenta del tema, puedo decir que es mucho lo que esta práctica de reportajes, que llevamos adelante en Acheronta desde hace mas de 5 años, me viene aportando a mi propia formación (que considero interminable, como bien señalan algunos de los entrevistados), especialmente en cuanto a la posibilidad de escuchar y dialogar con psicoanalistas de recorridos, en muchos casos, muy diferentes. Espero que pueda serle útil también a cada uno de los lectores.

También encontrarán artículos que versan sobre otras temáticas. Quiero recordar, al respecto, que la nueva modalidad de nuestras convocatorias temáticas no anula nuestra clásica práctica de recepción de artículos por parte de colegas de todas partes del mundo y de diferentes orientaciones, sobre temáticas diferentes, a partir de lo cual conformamos secciones con contrapuntos entre diferentes artículos.
Los interesados en enviar propuestas de artículos, tanto para las próximas convocatorias temáticas, como sobre cualquier otro tema sobre el que hayan estado trabajando, pueden hacerlo a la siguiente dirección:
redaccion@acheronta.org

Próximo número

El tema propuesto para el próximo número de Acheronta (el número 23) es "Cuerpo y Síntoma". El tema es amplio y dará lugar, seguramente, a diversos abordajes. ¿Cómo es atrapado el cuerpo por el síntoma? ¿O acaso es el síntoma la expresión del cuerpo? ¿Hay síntoma sin ataduras corporales? ¿Hay cuerpo, en psicoanálisis, que no sea por el síntoma? ¿Que relación tienen cuerpo y síntoma con la pulsión y el deseo? ¿Cómo ha pasado el goce, de la repetición del circuito de la pulsión, a esa "substancia" mágica que parece cuantificar todos los órdenes de la vida? ¿Que relación hay entre el cuerpo y el sexo? ¿Hay sexualidad que no sea sintomática?
El abanico de preguntas es muy grande. Invitamos a todos nuestros lectores interesados en el tema, a enviarnos, tanto sus propuestas de publicación, como sus preguntas y comentarios (que tendremos en cuenta, por ejemplo, a la hora de los reportajes).
El cierre de recepción de trabajos será el 31 de junio de 2006.
Todos los envios y mensajes deben dirigirse a
redaccion@acheronta.org

Número 24

Anticipamos también la que será nuestra temática para el número siguiente, el n° 24, que será "Inconsciente y Transferencia".

Michel Sauval

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Revista de Psicoanálisis y Cultura
Número 22 - Diciembre 2005
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