Acheronta  - Revista de Psicoanálisis y Cultura
La hipocresía "progresista"
Michel Sauval
Director de Acheronta

Las tragedias y catástrofes parecen postularse como un signo opaco de nuestra época. El maremoto del sudeste asiático con sus mas de cuarto millón de muertos y quien sabe cuantos millones de damnificados es quizás el ejemplo mas terrible en cuanto a sus dimensiones.

El fin de año 2004 le deparó a la Argentina una última tragedia cuyos efectos seguramente proseguirán por mucho tiempo: la masacre ocurrida en República Cromañon (un miniestadio regenteado por uno de los capitalistas históricos del rock argentino, Omar Caban). Allí, en medio del recital de uno de los grupos mas populares y en ascenso de los últimos tiempos (Callejeros), casi 200 personas encontraron una espantosa muerte por quemaduras internas e intoxicación con gases venenosos al incendiarse el techo de material inflamable (colocado para atenuar la acústica hacia los pisos superiores del hotel lindante) en medio de un corte de electricidad completo, el no funcionamiento de los extractores de aire, los matafuegos despresurizados y las puertas de salida bloqueadas con candados (para que la gente no se "cuele")

Del tsunami en el sudeste asiático al incendio de Cromañon en Buenos Aires pareceria haber grandes distancias y diferencias puesto que el primero se debería a causas "naturales" y el segundo a la actitud criminal de un empresario inescrupuloso. Sin embargo ni el tsunami se reduce a la "naturaleza" ni la masacre de Cromañon a "un criminal". Respecto del primero, está claro que la la cuota de responsabilidad que cabría asignarle al "azar" de los designios insondables de la "naturaleza" debería reducirse a poco o nada en la dimensión de la masacre: "Hoy podemos emitir alertas en un plazo de cinco a diez minutos después de los terremotos", afirmó Paul Whitmore, director del centro del PTWS de Alaska, a la agencia DPA (1). El sistema de alerta que funciona en el Pacífico es un ejemplo de que la prevención es posible. ¿Porqué no se ha desarrollado sobre el Indico un sistema como el que hay en el Pacífico? Basta ver qué economías y paises bañan sus costas en los mismos para deducirlo: la vida (y muchas otras cosas) no vale lo mismo en Japón o USA que en India, Thailandia o Ceilán. En suma, aunque en primera instancia parezca que a la gente la mató las olas y demás efectos de un maremoto "natural", en última instancia, lo que las mató fue la lógica del lucro capitalista que definió las condiciones materiales en las que a esa gente le tocó enfretar a la "naturaleza" (2).

En cuanto al incendio en Cromañon, como bien denuncian los familiares de las víctimas, e incluso lo reconocen los medios de comunicación, la situación de Cromañon no era la excepción, ni Chaban era especialmente inescrupuloso. La inmensa mayoría de los locales bailables o destinados a grandes aglomeraciones de personas no cumple con los requisitos de seguridad mínimos (cumplimiento de la limitación de cantidad de personas por superficie, materiales ignífugos, salidas de emergencia, señalizaciones, matafuegos, etc., etc.) y en muchisimos casos, ni siquiera estan habilitados. En suma, la criminalidad empresaria no es una excepción sino la regla, y como tal, no podría existir sin la connivencia del aparato del Estado y las mafias que lo controlan.Tal como le gritó en la cara a Ibarra (Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires) la madre de una adolescente fallecida, "¡Miráme a los ojos! Mi hija es un cadáver pero vos sos un cadáver político", para luego agregar, "lo peor es que ni siquiera es él. El es una circunstancia, el problema es todo este sistema" (3)
A semejanza del holocausto capitalista en el supermercado Ycuá Bolaños en Asunción, Paraguay (en agosto del 2004) (
4), la masacre en Cromañon puso al desnudo las consecuencias de la ley del lucro y la lógica capitalista en la explotación de lugares con gran concentración de personas, así como la complicidad (corrupción mediante) de los organismos estatales encargados del correspondiente control

Lo paradójico de la situación radica en que el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires está en manos de corrientes políticas de centroizquierda o progresistas, es decir, de aquellos que se presentan generalmente como denunciantes de la injusticia social, como representantes del cambio social en beneficio de los mas pobres y, sobre todo, como encarnación de la ética y enemigos de la corrupción. De ahí la desesperación de esta gente por circunscribir el problema al campo jurídico, donde las "responsabilidades" deberían acotarse a las personas que habrían participado directamente del hecho, es decir, el que tiró la bengala, el empresario que administraba el lugar, e incluso la banda Callejeros (cuyos integrantes han perdido esposas, padres, madres y familiares en esa tragedia) (5).
En apoyo de esta estrategia se ha unido todo el arco "progresista", desde gran parte de los organismos de derechos humanos locales hasta el representante del imperialismo español (pero no por eso menos "progresista"), Zapatero, quien ha enviado a uno de sus asesores (Miguel Sebastián), sobreviviente del incendio en la disco madrileña "Alcalá 20" (en 1983), para, con su testimonio, y ese ejemplo, sostener la idea de que las responsabilidades deben acotarse a la del empresario (
6).

La serie de paradojas e impasses en que caen los discursos de la intelectualidad y ese "progresismo" que intenta "justificar" la defensa de Ibarra y el Gobierno ante esta masacre me recordó un libro de Jean-Claude Milner, quizás poco conocido entre los psicoanalistas (mas acostumbrados a asociar ese nombre con títulos como "La obra clara", "Los nombres indistintos", "Lo triple del placer", etc.): "L'achéologie d'un échec" ("La arqueología de un fracaso", no conozco edición alguna en castellano) que desenvuelve, con la rigurosidad lógica que le conocemos, una mortífera crítica contra la figura discursiva de lo que llama el "progresismo" (7).
El punto cúlmine que da toda su consistencia a esa crítica es lo que Milner llama el "crímen progresista": la masiva infección de pacientes con sangre contaminada con SIDA (
8) entre los años 84 y 85, ocurrida bajo el gobierno de Miterrand, y con responsabilidad directa de los miembros de ese gobierno.

Milner es lapidario en sus conclusiones: "prever y resolver, eso es dificil para todo el mundo, pero, para el progresista, eso no es solo dificil: es lógicamente imposible" (9). Ya he discutido en otro lado la concepción de Milner sobre las relaciones entre estructura e historia (10), concepción que le permite definir ese "progresismo" como una estructura discursiva, con existencia en un tiempo de existencia marcado (entre 1950 y 1993), y casi independiente de las fuerzas políticas que la han sostenido, puesto que el mismo capítulo final sobre el "crimen progresista" comienza diferenciando a la izquierda, "que volverá algún día al poder" (ya que "tal es la ley de la democracia parlamentaria"), del "progresismo" como discurso, que ya no lo lograría.

Mas allá de mi acuerdo con que no "toda" la izquierda es igual, lo que Milner supone es que el "progresismo" es una cuestión discursiva que cierta izquierda podría tomar como dejar, y que incluso podría ser tomada por la derecha. A diferencia de Milner, prefiero ubicar la lógica dominante de estos procesos en la economía antes que en el lenguaje, lo que, a mi juicio, nos evita perder la dialéctica de los procesos históricos y, en particular, la perspectiva de la división de la sociedad en clases y los procesos políticos y sociales que la lucha entre dichas clases implica. Por eso entiendo la posición de los "progresistas", mas que como resultado de una imposibilidad lógica, como paradoja de la hipocresía que por estructura anida en los discursos políticos: nadie (ni los derechistas) podría ganar una elección sin esgrimir discursos de "izquierda" (y es mas bien por este lado que ubicaría una posible continuidad entre "izquierda" y "derecha"), nadie podría ganar una elección confesando que pagará la deuda externa con la miseria popular, que va a beneficiar los intereses de los principales grupos económicos en detrimento de sus trabajadores, o que se va a llenar los bolsillos con todos los negocios en los que participará el estado. La raíz de esta hipocresía estructural reside en la necesidad de encubrir la división de la sociedad en clases, y la necesidad de presentar los intereses de la clase que defienden (en la medida en que sea una clase minoritaria) como intereses que serían de la sociedad "toda".

Esta diferencia de criterios con Milner, sin embargo, no le quita un átomo de fuerza a la crítica de ese autor, en ese libro, al discurso y las argumentaciones "progresista", y se creo que se aplica en gran medida también a la situación política presente en Argentina. Por eso, para él también, la paradoja llega cuando son aquellos mismos que vivían de denunciar las injusticias sociales y la subordinación del Estado al servicio de los grandes grupos económicos, quienes deben asumir la tarea de gobernar y defender esos mismos privilegios e intereses que denunciaban. El último argumento que les queda es que ellos sabrán temporizar y armonizar la conflictividad de las relaciones sociales de modo de evitar, o al menos disminuir, aquellas injusticias, aquellas "fallas" del Estado. Por ejemplo, pagarán la deuda externa, pero supuestamente la pagarán con menos hambre que como la pagaría otro (aunque en los hechos terminen pagando mas de lo que nadie antes que ellos había pagado). O bien, mantendrán la estructura del Estado, pero sabrán limitar sus abusos. Entonces ocurre una masacre como la de Cromañon, y toda esa parafernalia intelectual y discursiva se desmorona ante la evidencia que no han podido ni siquiera asegurar las condiciones de seguridad en el funcionamiento de un boliche.
Es a un gobierno de estas características al que los familiares de las víctimas le gritan, en las manifestaciones: "ni una bengala ni el rock and roll, a los pibes los mató la corrupción".

Esta situación ha provocado una profunda crisis política en ese "progresismo" (que ya contaba con "prontuario" y "antecedentes", como por ejemplo, haber apoyado al presidente De la Rúa, "renunciado" por las movilizaciones del argentinazo de diciembre 2001). De hecho, todos los medios coinciden en reconocer que Anibal Ibarra (el Jefe de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires) ha salvado hasta ahora su pellejo político gracias al apoyo, tanto de Kirchner como del expresidente Duhalde (previa entrega de parte del poder en la ciudad, a Alvarez, hombre del riñon Duhaldista y responsable político directo del asesinato de los piqueteros Kosteki y Santillán, en el 2002, en el Puente Pueyrredon).

A mi modo de ver, lo que pone en evidencia la masacre de Cromañon son las consecuencias de la disolución generalizada de los reglamentos, leyes y todo tipo de instrumentos que pudieran implicar una barrera mínima ante la avidez capitalista: "bajo un estado de emergencia permanente, la conexión y la línea divisoria entre esta democracia y la ausencia de normas se desdibuja cada vez, mientras todo el sistema, como lo había previsto Benjamin, se sumerge en una catástrofe histórica" (11).
La impasse discursiva del "progresismo" evidencia que las catástrofes y efectos cromañon que siembran el mundo de cadáveres no se solucionan al nivel de los reglamentos, los discursos, y la ideología. Requieren abordar ese real que constituye la economía y la lógica capitalista, reconocer la división que padece la sociedad en clases, y comprender que "el anticapitalismo sin problematizar la forma política del capitalismo (la democracia parlamentaria liberal) no es suficiente, no importa cuán 'radical' sea" (
12).

No es fácil imaginar cómo podría ser una revolución que pudiera implicar un cambio de régimen social. Pero lo que me queda claro es que los Cromañones, los Ycuá Bolaños, etc., son las pesadillas que perforan el "sueño" en que pretenden sumirnos la hipocresía "progresista", y que es hora de comenzar a despertar.

Michel Sauval

Notas

(1) Buscan crear un sistema de alerta mundial para prevenir tragedias como la de Asia, Diario Clarín 3/1/2005

(2) No olvidemos que "mientras en los países industrializados estamos habituados a la omnipresencia de las comunicaciones electrónicas, tenemos que recordar que dos de cada tres personas del mundo actual nunca hicieron un llamado por teléfono. Más elocuente todavía es el hecho de que la tercera parte de la humanidad no tiene acceso a la electricidad". En "Cualquier catástrofe se puede prevenir" - Jeremy Rifkin - Diario Clarín 9/01/2005

(3) Clarín 2/2/05.

(4) Ver notas de Clarín del 3/08/2004 y 11/08/2004

(5) La acusación contra los integrantes de la banda Callejeros es una canallada, y solo se puede sostener desde la hipocresía del ámbito judicial que hace la vista gorda sobre el hecho de que desde hace años ya los empresarios de la noche y el entretenimiento vienen obligando a los músicos y artistas a asumir responsabilidades legales, en la organización de los eventos, que no les competen (es decir, obligaciones que no resultan de la legalidad oficial sino de las leyes de la economía). Ver al respecto la declaración de LuchArte Los responsables de la masacre son los empresarios de la Cultura y su Estado, en Palalbedrio n° 5

(6) La política, muy lejos de la tragedia - Clarín 30/01/2005

(7) Jean-Claude Milner, L'archéologie d'un échec, Editions Seuil
- "Entiendo por progresismo un sistema de representación que articula en lenguaje político el encuentro de dos nombres: el de Revolución y el de Realidad", página 12.
- "el progresismo recurre al marxismo para la forma, pero substancia de lo que es expuesto no es un conocimiento, sino solamente la transacción, infinitamente declinada", página 54
(estas, y todas las traducciones en este artículo, son mías)

(8) 4,400 casos de personas transfundidas y hemofílicos infectados, de los cuales más de la mitad han desarrollado sida y 40 % habían muerto para 1999 (no se cuantos mas habrán muerto desde entonces). Esto ocurrió entre los años 1984 y 1985, en Francia, bajo el gobierno "progresista" (socialistas y comunistas) de Miterrand, para "ahorrar" los gastos que suponia el testeo de sida en los bancos de sangre, a pesar de la evidencia de las altas tasas de infección que los mismos tenían.

(9) Jean-Claude Milner, L'archéologie d'un échec, Editions Seuil, página 120

(10) Psicoanálisis y Ciencia, Seminario por Internet, en EduPsi

(11) Ver, en este mismo número de Acheronta, el artículo Declinación capitalista, Estado nacional y Estado de emergencia de Savas Michael-Matsas

(12) Zlavoj Zizek, A propósito de Lenin, Editorial Atuel, página103

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Revista de Psicoanálisis y Cultura
Número 20 - Diciembre 2004
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