Acheronta  - Revista de Psicoanálisis y Cultura
La angustia
Seminario 19621963, de Jacques Lacan
(Versión Crítica)
Ricardo E. Rodriguez Ponte

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23 de enero de 1963 1, 2

Hoy vamos a continuar hablando de lo que les designo como el a minúscula. Para mantener nuestro eje, dicho de otro modo, para no dejarles, por mi explicación misma, la ocasión de una deriva, comenzaré recordando su relación con el sujeto. No obstante, lo que tenemos que decir, que acentuar hoy, es su relación con el gran Otro {Autre}, el Otro connotado por una A, porque, como lo veremos, es esencial comprender que es de este Otro que toma su aislamiento, que se constituye en la relación del sujeto con el Otro como resto.

Es por esto que he reproducido este esquema, homólogo del aparato de la división [fig. 2].3 El sujeto, ahí arriba a la derecha - en tanto que, por nuestra dialéctica, toma su punto de partida de la fun ción del significante -, el sujeto S, hipotético, en el origen de esta dialéctica, se constituye en el lugar del Otro como marcado por el sig nificante, único sujeto al que accede nuestra experiencia; inversamente suspendiendo toda la existencia del Otro a una garantía que falta, el Otro barrado {}. 4

Pero de esta operación, hay un resto, es el a. La última vez comencé, hice surgir ante ustedes, por medio del ejemplo...

el ejemplo no único, pues tras este ejemplo, el del caso de la homosexualidad femenina, 5 se perfilaba el de Dora 6

...hice surgir ante ustedes, como característica estructural de esta relación del sujeto con el a, la posibilidad esencial, la relación, podemos decir, universal en lo que concierne al a, pues a todos los niveles, ustedes la volverán a encontrar siempre, y diré que, esa es su connotación más característica, puesto que justamente está ligada a esa función de resto. Es lo que he llamado - tomándolo del vocabulario y de la lectura de Freud, a propósito del pasaje al acto que le trae su caso de homosexualidad femenina - el dejar caer {laisser tomber}, el niederkommen lassen. 7

Y ustedes recuerdan sin duda que terminé con esta observación, que extrañamente, eso es lo que, a propósito de este caso, había marcado la respuesta del propio Freud a una dificultad completamente ejemplar, pues, en todo lo que Freud nos ha testimoniado de su acción, de su conducta, de su experiencia, ese dejar caer es único, al mismo tiempo que, en su texto, es casi tan manifiesto, tan provocador que, para algunos, en la lectura, se vuelve por ello casi invisible.

Ese dejar caer, es el correlato esencial, que les indiqué la última vez, del pasaje al acto. Ahora bien, ¿de qué lado es visto, ese dejar caer, en el pasaje al acto? Del lado del sujeto, justamente. El pasaje al acto está, si ustedes quieren, en el fantasma, del lado del sujeto en tanto que aparece borrado al máximo por la barra. Es en el momento del más grande embarazo que, con la adición comportamental de la emoción como desorden del movimiento, *que* 8 el sujeto, si podemos decir, se precipita, de ahí donde está...

del lugar de la escena donde, como sujeto fundamentalmente historizado, solamente, puede mantenerse en su estatuto de sujeto

...que bascula esencialmente fuera de la escena. Esa es la estructura misma, como tal, del pasaje al acto.

La mujer de la observación de homosexualidad femenina salta por encima de la pequeña barrera que la separa del canal por donde pasa el pequeño tranvía semisubterráneo de Viena.

Dora, en el momento del apogeo de embarazo en que la sume - se los he hecho observar desde hace mucho tiempo - la frase trampa, la trampa torpe del señor K. - "mi mujer no es nada para mí" - pasa al acto. La bofetada, la bofetada que aquí no puede expresar nada más que la más perfecta ambigüedad: ¿es al señor K. o a la señora K. que ella ama?, no es ciertamente la bofetada la que nos lo dirá. Pero una bofetada así es uno de esos signos, de esos momentos cruciales en el destino que podemos ver rebotar de generación en generación, con su valor de cambio de orientación en un destino. 9

Esta dirección, de evasión de la escena, es lo que nos permite reconocer - y ve rán, distinguir algo muy diferente que es el actingout - el pasaje al acto en su valor propio.

¿Les diré de ello otro ejemplo, cuán manifiesto? ¿Quién sueña con discutir esa etiqueta a lo que se llama la fuga? ¿y qué es lo que se llama la fuga, en el sujeto siempre más o menos colocado en posición infantil que se arroja a ella {s’y jette}? si no es esa salida de la escena, esa partida vagabunda al mundo puro, donde el sujeto parte a la búsqueda, al encuentro de algo *rechazado {rejeté}* 10, rehusado por doquier? ¡Hace aspaviento!, como se dice - por supuesto, vuelve, retor na. Esto puede ser la ocasión de hacerse valer - y la partida, es preci samente ese pasaje de la escena al mundo, por lo cual por otra parte era tan útil que, en las primeras fases de este discurso sobre la angustia, yo les planteara esa distinción esencial de *los dos registros del mundo: el sitio donde lo real se precipita a esa escena del Otro donde el hombre como sujeto tiene que constituirse,* 11 tiene que tomar lugar como aquel que porta la palabra, pero que no podría portarla más que en una estructura que, por verídica que se postule, es estructura de ficción. 12

 

Llegaré - para decirles primero cómo se hace valer, de la ma nera más característica, ese resto como tal - a hablarles hoy, y prime ro - quiero decir, antes de avanzar más en la función de la angustia - del acting-out.

Sin duda puede parecerles, si no asombroso, al menos otra vez un rodeo - ¿un rodeo más, no es un rodeo de más? -, que me extienda, en un discurso sobre la angustia, sobre algo que, en principio, parece más bien del orden de su evitamiento. No obstante, observen que ustedes no hacen más que volver a encontrar ahí lo que ya ha puntuado, en mi discurso, una interrogación, en el punto de partida, esencial, esto es, a saber: entre el sujeto y el Otro, si la angustia no es el modo de comunicación tan absoluto que, a decir verdad, uno puede preguntarse si la angustia no es, para el sujeto y para el Otro, lo que es, propiamente hablando, común.

Pongo aquí, para volver a encontrarla más tarde, una marquita, una piedra blanca, a saber, uno de los rasgos que mayor dificultad nos produce y que tenemos que preservar, a saber, que ningún discurso sobre la angustia puede desconocer que debemos tener en cuenta *el hecho* 13 de la angustia, en ciertos animales. Y, después de todo, qué hay ahí, ante todo, sino una pregunta, a saber: ¿cómo de un sentimiento, quizá del único, podemos, en el animal, estar tan seguros? Y es del único del que no podamos dudar cuando lo encontramos en el animal, volviendo a encontrar ahí, bajo una forma exterior, ese carácter que ya he señalado que comporta la angustia de ser algo que no engaña.

* 14

Habiendo planteado entonces el gráfico de lo que hoy espero recorrer, recuerdo del mismo ante todo - en lo que con cierne a este a hacia el cual avanzamos por medio de su relación con el Otro {Autre}, con el (A) - algunas observaciones de recuerdo y que parten de esto, que ya estaba indicado en lo que les he dicho hasta aquí, que la angustia, ustedes lo ven despuntar en este esquema, que aquí refleja *taquigráficamente - y me excuso por ello, si al mismo tiempo parece un poco aproximativo* 15 -, la angustia, vemos despuntar, de manera conforme a lo que nos indica el último pensamiento de Freud, la an gustia es señal en el yo {moi}. 16

Si es señal en el yo, debe estar ahí en alguna parte, en este lugar, en el esquema, del yo ideal {moi idéal}; y si está en alguna parte, pienso que ya he esbozado suficientemente para ustedes que debe estar ahí *[X]* 17, y es un fenómeno de borde en el campo imaginario del yo...

este término de borde estando legitimado, por apoyarse en la afirmación de Freud mismo, que el yo es una superficie, e incluso, añade él, una proyección de superficie. 18 He recordado esto en su momento. Digamos entonces que es un color, si puedo decir - justificaré más tarde, llegado el caso, el empleo metafóri co de este término de color

...que se produce en el borde de la superficie especular misma [i’(a)]; ella misma inversión, en tanto que especular, de la superficie real - aquí, no lo olvidemos, *está una imagen real - que lla mamos i(a), yo ideal.

Yo ideal, esta función* 19 por donde el yo {moi} está constituido por la serie de las identificaciones ¿con qué? con ciertos objetos, aquellos a propósito de los cuales Freud nos propone, en Das Ich und das Es {El yo y el ello}, esencialmente la ambigüedad de la identificación y del amor. 20

Ustedes saben que esta ambigüedad, él subraya su problema, como algo que a él, Freud, lo deja perplejo. No nos asombrará, por lo tanto, que, a esta ambigüedad, nosotros mismos no podamos aproximarnos a ella más que con la ayuda de las fórmulas que ponen a prueba el estatuto mismo de nuestra propia subjetividad en el discurso - entiendan: en el discurso docto o enseñante -; ambigüedad que de signa la relación de lo que, desde hace mucho tiempo, acentué ante ustedes en este lugar, donde conviene, la relación del ser con el tener. 21

Este a, objeto de la identificación...

para subrayar con una referencia en los puntos sobresalientes mismos de la obra de Freud, es la identificación que está en el principio del duelo, por ejemplo, esencialmente

...este a, objeto de la identificación, no es también a objeto del amor sino en tanto *que es* 22, este a, lo que hace del amante - para emple ar el término medieval y tradicional - lo que lo arranca metafórica mente, a este amante, *para hacerlo... al proponerse como amable* 23, -------- {erómenos}, haciéndolo *---- {eron}* 24, sujeto de la falta, es decir aquello por lo cual él se constituye propiamente en el amor; lo que le da, si puedo decir, el instrumento del amor, a saber, volvemos a caer en ello: que se ama, que se es amante, con lo que no se tiene {ce qu’on n’a pas}.

Este a se llama a en nuestro discurso, no solamente como la función de *identidad algebraica que hemos precisado el otro día* 25, sino, si puedo decir, humorísticamente, *por lo que es lo que ya no se tiene {ce qu’on n’a plus}*. 26

Es por esto que se puede volver a encontrarlo por vía regresiva, bajo forma de identificación, es decir al ser, ese a, lo que ya se no tiene {ce qu’on n’a plus}. Esto es exactamente lo que hace, por parte de Freud, poner el término de regresión exactamente en ese punto donde él precisa las relaciones de la identificación con el amor. Pero, en esta regresión donde a sigue siendo lo que es,27 instrumento, es con lo que se es que se puede, si puedo decir, tener o no. 28

*29

Es con la imagen real, aquí constituida, cuando ella emerge, como i(a), que se toma o no en el cuello de esta imagen lo que sigue siendo {ce qui reste} la multiplicidad de los objetos a...

representados, en mi esquema, por las flores reales tomadas o no en la constitución, gracias al espejo cóncavo del fondo, símbolo de algo, digamos, que debe reencontrarse en la estructura del córtex, fundamento de cierta relación del hombre con la imagen de su cuerpo

...y diferentes objetos constituibles de este cuerpo. Los fragmentos del cuerpo original son o no tomados, aprehendidos en el momento en que i(a) tiene la ocasión de constituirse.

Es por esto que debemos captar que antes del estadio del espejo, lo que será i(a) está ahí, en el desorden de los a minúscula, de los que no es cuestión todavía de tenerlos o no. Y es a esto que responde el verdadero sentido, el sentido más profundo a dar al término de autoerotismo: es que uno carece de sí {qu’on manque de soi}, si puedo decir, absolutamente. No es del mundo exterior que uno carece, como se lo expresa impropiamente, es de sí mismo {soimême}.

Aquí está la posibilidad de ese fantasma del cuerpo fragmentado que algunos de ustedes han reconocido, han encontrado en los esquizofrénicos. Por otra parte, esto no es sin embargo permitirnos decidir sobre su determinismo, en ese fantasma del cuerpo fragmentado, y que aquellos de los que hablo han visto perfilarse en el esquizofrénico. Y es por esto también que he puntualizado el mérito de una investigación reciente, 30 en lo que concierne a sus coordenadas, de ese determinismo de los esquizofrénicos; investigación que de ningún modo pretendía agotarlo, a este determinismo, pero que connotaba uno de sus rasgos señalando estrictamente, y nada más, en la articulación de la madre del esquizofrénico, lo que había sido su hijo en el momento en que estaba en su vientre: nada más que un cuerpo diversamente cómodo o molesto, a saber, la subjetivación de a como puro real.

Observemos una vez más ese momento, ese estado anterior a que surja i(a), anterior a la distinción, entre todos los a minúscula, de esa imagen real por relación a la cual van a ser ese resto que se tiene o que se no tiene.

Sí, hagamos esta observación: si Freud nos dice que la angustia es ese fenómeno de borde, esa señal en el límite del yo, contra esta *otra cosa*31 que, aquí, no debe aparecer en tanto que a - el resto es aborrecido por el Otro, A mayúscula -, ¿cómo es posible que el mo vimiento de la reflexión, las guías, los carriles de la experiencia hayan llevado a los analistas - a Rank en primer término, y a Freud, sobre este punto, siguiéndolo - a encontrar el origen de la angustia en ese nivel preespecular, preautoerótico, en ese nivel del nacimiento donde quién por lo tanto pensaría - nadie ha pensado en ello, en el concier to analítico - en hablar de la constitución de un yo? 32, 33 Ahí hay algo que prueba que, en efecto, si es posible definir la angustia como señal, fenómeno de borde en el yo, cuando el yo está constituido, esto no es, seguramente, exhaustivo. Esto, lo volvemos a encontrar muy claramente en uno de los fenómenos más conocidos por acompañar a la angustia: aquellos que designamos, comprendiéndolos analíticamente...

de manera ciertamente ambigua, al ver sus divergencias, pues - tendremos que volver so bre esto - son los fenómenos, jus tamente, más contrarios a la estructura del yo como tal

...los fenómenos de despersonalización. Esto levanta la cuestión, que no podremos evitar, de situar auténticamente, a la despersonalización.

Sabemos el lugar que este fenómeno ha tomado en ciertos señalamientos propios de uno o varios autores de la escuela francesa a los que ya he tenido que referirme. Pienso que será fácil reconocer las relaciones de esos señalamientos con lo que yo desarrollo aquí - quiero decir, al presumir que esos señalamientos no son extraños a los esbo zos que he podido dar previamente *de lo que se desarrolla* 34 al respecto. *La noción de la distancia, aquí casi sensible en la necesidad que siempre he marcado, justamente, de la relación de esta distancia con la existencia del espejo, lo que da a ese sujeto ese alejamiento de sí mismo que la dimensión del Otro es apropiada para ofrecerle.* 35 Pero esto tampoco equivale a poder concluir de ello que ningún *"aproximado"* 36 pueda darnos la solución de ninguna de las dificultades que se engendran por la necesidad de esa distancia.37

*En otros términos, no es que los objetos sean invasores, si puedo decir, en la psicosis, lo que es lo que constituye su peligro para el yo, es la estructura misma de esos objetos lo que los vuelve impropios para la yoización.* 38

Esto es lo que he tratado de hacerles captar con la ayuda de las referencias - de las metáforas, si ustedes quieren, pero creo que esto va más lejos - topológicas, de las que me he servido en tanto que ellas introducen la posibilidad de una forma no especularizable en la estructura de algunos de esos objetos. Digamos que, fenomenológicamente, la despersonalización comienza - terminemos nuestra frase con algo que parece ir de suyo - con el nore conocimiento de la imagen especular. Todos sabemos cuán sensible es esto en la clínica, con qué frecuencia es, al no reencontrarse en el espejo o cualquier otra cosa que sea análoga, que el sujeto comienza a ser captado por la vacilación despersonalizante. Pero articulemos más precisamente que esta fórmula que da el hecho es insuficiente, a saber, que *es porque lo que es visto en el espejo es angustiante, que eso no puede proponerse al reconocimiento del Otro* 39 y que...

para referirme a un momento que he marcado como característico de esta experiencia del espejo, como paradigmático de la constitución del yo ideal en el espacio del Otro

...que una relación con la imagen especular se establece tal que el niño no podría volver la cabeza, según ese movimiento que les he descrito como familiar, hacia ese otro, ese testigo, ese adulto que está ahí, detras de él, para comunicarle, por medio de su sonrisa, las manifestaciones de su júbilo, de algo que le hace comunicar con la imagen especular. Otra relación se establece de la que él está demasiado cautivo para que ese movimiento sea posible. *Aquí* 40, la relación dual pura desposee - ese sentimiento de relación de desposesión señalado por los clí nicos, para la psicosis -, desposee al sujeto de esta relación con el gran Otro.

La especularización es extraña, odd, como dicen los ingleses, impar, fuera de simetría {horssymétrie}; es el Horla de Maupassant, el fueradelespacio, 41 en tanto que el espacio es la dimensión de lo superponible.

Pero aquí, en el punto al que hemos llegado: *hacer* 42 un alto sobre lo que significa esa separación, ese corte, ligado a la angustia del nacimiento, en tanto que algo impreciso allí subsiste de donde se engendran todo tipo de confusiones. A decir verdad, no tengo tiempo, y no puedo más que indicarlo; volveré sobre esto. Sepan sin embargo que en este lugar, conviene sin embargo hacer grandes reservas en lo que concierne a la estructuración del fenómeno de la angustia ** 43, para lo que les bastará con remitirse al texto de Freud...

Freud, ustedes lo verán, ve la comodidad en el hecho de que a nivel de la angustia del nacimiento se constituya toda una constelación de movimientos principalmente vasomotores, respiratorios, de los que él dice que eso es una constelación real y que es esto lo que será transportado en su función de señal, a la función, nos dice... a la manera, nos dice, con que se constituye el acceso histérico, éste mismo reproducción de movimientos heredados para la expresión de ciertos momentos emocionales 44

...seguramente, esto es totalmente inconcebible, en razón, justamente, de este hecho, que es imposible situar en el punto de partida esa complejidad en una relación con el yo, que le permita servir como señal del yo en lo que sigue, sino por intermedio de lo que tenemos que buscar como estructural en la relación de i(a) con este a, *a saber el corte* 45.

Pero entonces, la separación característica del comienzo, la que nos permite abordar, concebir la relación, no es la separación con la madre.

El corte del que se trata no es el del niño con la madre. La manera con la que el niño originalmente habita la madre, plantea todo el problema del carácter de las relaciones del huevo con el cuerpo de la madre en los mamíferos, de las que ustedes saben que hay toda una faz por donde éste es, por relación al cuerpo de la madre, cuerpo extraño, parásito, cuerpo incrustado por medi o de las raíces vellosas de su corion en ese órgano especializado para recibirlo, el útero, con la mucosa del cual está en cierta intrincación.

El corte que nos interesa, el que lleva su marca a cierto número de fenómenos reconocibles clínicamente y para los cuales, por lo tanto, no podemos eludirlo, es un corte que, a dios gracias (para nuestra concepción), es mucho más satisfactorio que el corte del niño que nace - en el momento en que cae en el mundo - ¿con qué? con sus en volturas. Y no tengo más que remitirlos a cualquier librito que date de menos de cien años en la embriología para que ustedes puedan captar allí que, para tener una noción completa de ese conjunto preespecular que es a, es preciso que consideren a las envolturas como elementos del cuerpo: es a partir del huevo que se diferencian las envolturas, y allí verán ustedes, muy curiosamente, que se diferencian de una manera tal que ellas ilustran... Confío suficientemente en ustedes, luego de nuestros trabajos del año pasado alrededor del crosscap, como para que vuelvan a encontrar muy simplemente hasta qué punto, en los esquemas que ilustran esos capítulos de la embriología sobre las envolturas, pueden ver manifestarse todas las variedades de ese interior en el exterior, de ese *celoma* externo en el cual flota el feto, él mismo envuelto en su amnios, estando la propia cavidad amniótica envuelta por una hoja ectodérmica y presentando, hacia el exterior, su cara en continuidad con el endoblasto. 46

En resumen, la analogía de lo que es desprendido, con el corte del embrión, de sus envolturas, con, sobre el crosscap, esa separación de cierto a enigmático, sobre lo cual he insistido, es ahí sensible, y, si debemos volver a encontrarla a continuación, pienso que hoy lo habré indicado suficientemente para eso. Nos queda por hacer por lo tanto, hoy, lo que les he anunciado, en lo que concierne a lo que indica el actingout y esa relación esencial del a con el A.

 

En lo opuesto del pasaje al acto, todo lo que es actingout se presenta con ciertas características que van a permitirnos aislarlo. La relación profunda, necesaria, del actingout con este a, es a eso que deseo llevarlos, de alguna manera... de la mano, para no dejarlos caer.

Observen además, en vuestras observaciones clínicas, hasta qué punto tenerse de la mano para no dejar caer es completamente esencial de cierto tipo de relaciones del sujeto con algo que, cuando ustedes encuentren esto, pueden absolutamente designar como siendo para él un a. Eso produce unas uniones de un tipo muy difundido, que no son por ello más cómodas de manejar, pues también el a del que se trata puede ser para el sujeto el superyó más incómodo.

El tipo de madre que nosotros llamamos, no sin propiedad pero sin saber absolutamente lo que queremos decir, mujer fálica 47, les aconsejo la prudencia antes de aplicarle esa etiqueta. Pero si ustedes se las ven con alguien que les dice, que en la medida misma en que un objeto le es más precioso, inexplicablemente, ella estará atrozmente tentada de no, a ese objeto, retenerlo en una caída, esperándose no sé qué milagro de esa suerte de catástrofe, y que el niño más amado es justamente aquel que un día ella ha dejado inexplicablemente caer...

y ustedes saben en la tragedia griega, esto no escapó a la perspicacia de Giraudoux, ésa es la más profunda queja de Electra con respecto a Clitemnestra, que un día ella lo dejó, de sus brazos, deslizar 48

...entonces, ahí, pueden hacer la identificación de lo que conviene llamar en este caso una madre fálica. Hay sin duda otros modos, nosotros decimos que es éste el que nos parece el menos engañoso.

Y entremos ahora en el actingout. En el caso de homosexualidad femenina, si la tentativa de suicidio es un pasaje al acto, diré que toda la aventura con la dama de reputación dudosa, la que es llevada a la función de objeto supremo, es un actingout. Si la bofetada de Dora es un pasaje al acto, 49 diré que todo el comportamiento paradojal que Freud descubre inmediatamente con tanta p erspicacia, de Dora en la pareja de los K., es un actingout.

El actingout, es algo en la conducta del sujeto, esencialmente que se muestra. El acento demostrativo, la orientación hacia el Otro de todo actingout, es algo que debe ser puesto de relieve.

En el caso de homosexualidad femenina, Freud insiste en ello, esto es a la vista de todos; es en la medida misma y tanto más que esta publicidad se vuelve más escandalosa que la conducta de la joven homosexual se acentúa. Y lo que se muestra - se avanza paso a paso - se mues tra esencialmente como algo diferente, algo diferente de lo que eso es. Lo que eso es, nadie lo sabe, pero que sea algo diferente, nadie lo duda.

Lo que eso es, en el caso de la joven homosexual, Freud lo dice a pesar de todo: "ella hubiera querido un hijo del padre", nos dice. Pero si ustedes se contentan con eso, es que ustedes no son difíciles, porque ese hijo ¡no tiene nada que ver con una necesidad maternal! Es precisamente por esto que recién, yo me atenía al menos a indicar la problemática de la relación del hijo con la madre. Contrariamente a todo el deslizamiento del pensamiento analítico, conviene poner *a esta relación* 50, por relación a la corriente principal elaborada de la elucidación del deseo inconsciente, en una relación, si puedo decir, de alguna manera lateral.

Hay, en esa relación normal de la madre con el hijo, en todo caso en lo que podemos captar de la misma por su incidencia económica, algo pleno, algo redondo, algo cerrado, algo, justamente, tan completo, durante la fase gestatoria, que podemos decir que nos hacen falta unos cuidados completamente especiales para hacerlo volver a entrar ** 51, para ver cómo se aplica su incidencia en esa relación de corte de i(a) con a. Y después de todo, no nos basta más que nuestra experiencia de la transferencia y saber en qué momento de nuestros análisis nuestras analizadas caen {tombent} encinta, y para qué les sirve eso, para saber perfectamente que es siempre el parapeto de un retorno al más profundo narcisismo.

Pero dejemos esto. Ese hijo, la joven homosexual, es precisamente como otra cosa que ella ha querido tenerlo - y tampoco esta co sa escapa, gracias a dios, a Freud: ella ha querido ese hijo como falo, es decir, como la doctrina lo enuncia en Freud, de la manera más desarrollada, como sustituto, ersatz, de algo entonces que cae {tombe} de lleno en nuestra dialéctica del corte y de la falta {manque}, del a como caído, del a como faltante. Esto es lo que le permite, habiendo fracasado en la realización de su deseo, realizarlo a la vez de otro modo y de la misma manera, como *---- {eron}* 52: ella se hace amante. En otros términos, ella se postula en lo que no tiene, el falo, y para mostrar bien que lo tiene, lo da. Es, en efecto, una manera completamente demostrativa: se comporta, nos dice Freud, con respecto a la Dama - con una D mayúscula - como un caballero servidor, como un hombre, como aquel que puede sacrificarle lo que tiene, su falo.

Entonces, combinemos estos dos términos, del mostrar, del demostrar, y del deseo. Sin duda un deseo cuya esencia, cuya presencia, ustedes lo ven, es ser, mostrarse, les he dicho, como otro y, mostrándose como otro, sin embargo así designarse. En el actingout, diremos por lo tanto que el deseo, de alguna manera, para afirmarse como verdad, se compromete en una vía...

en la que sin duda no llega a ella más que de una manera singular si nosotros sabemos ya, por nuestro trabajo aquí, que en cierta forma podemos decir que la verdad no es su naturaleza, para ese deseo, si recordamos la fórmula de que esencialmente éste no es articulable aunque esté articulado, nos asombraremos menos por el fenómeno ante el cual, aquí, nos encontramos - y les he dado un eslabón más: está articulado objetivamente si este objeto, que aquí yo designo, es lo que he llamado la última vez el objeto como su causa

...el actingout, esencialmente, es la mostración, la muestra, sin duda velada, pero que no está velada más que para nosotros, como sujeto ** 53, en tanto que eso habla {ça parle}, en tanto que eso podría hacer verdadero - no velado en sí: velado, visible por el contrario al máxi mo y por eso, por eso mismo, en cierto registro, invisible, mostrando su causa. Es este resto, es su caída, es lo que cae {tombe} en el asunto lo que es lo esencial de lo que es mostrado.

 

A S

a

 

Entre el sujeto aquí, si puedo decir, otrificado {autrifié}, en su estructura de ficción, y el Otro {Autre} no autentificable [] - jamás completamente -, lo que surge, es este resto a, es la libra de carne, lo que quiere decir - pienso que ustedes saben lo que yo cito - que se pueden tomar todos los préstamos que se quiera para tapar los agu jeros del deseo, y de la melancolía, ahí está el judío que, él, sabe lo suyo sobre el balance de las cuentas, y que demanda finalmente la libra de carne. 54

Ese es el rasgo que ustedes encontrarán siempre en lo que es actingout. Recuerden un punto de lo que alguna vez escribí, de mi Informe sobre la dirección de la cura, 55 donde hablo de la observación de Ernst Kris a propósito del caso de plagiarismo. 56

Ernst Kris, porque estaba en cierta vía - que tendremos quizá que nombrar -, quiere reducirlo por medio de los medios de la ver dad: le muestra, de la manera más irrefutable, que no es plagiario. El ha leído su librito: su librito es perfectamente original; al contrario, son los otros quienes lo han copiado. El sujeto no puede discutirle, solamente, se caga en eso. Y al salir, ¿qué es lo que va a hacer? Como ustedes saben - pienso que de todos modos hay algunas personas, una mayoría, que leen de vez en cuando lo que escribo -, ¡va a tragar sesos frescos!

No estoy recordando el mecanismo del caso: les enseño a reconocer un actingout y lo que eso quiere decir, lo que yo les designo como el a minúscula o la libra de carne. Con los sesos frescos, el paciente, simplemente hace signo a Ernst Kris: "todo lo que usted dice es cierto, simplemente no toca a la cuestión, quedan los sesos frescos. Para mostrárselo bien, voy a ir a tragarlos al salir para contárselo en la próxima sesión".

Insisto - no se podría, en estas ma terias, ir demasiado lentamente: Ustedes van a decirme... "¿qué tiene eso de original?", van a decirme... en fin, yo hago las pre guntas y las respuestas... yo diría... no lo espero, pero como ustedes podrían decirme a pesar de todo, si no lo he acentuado suficientemente: - ¿Qué es lo que eso tiene de original, este actingout y esta demostración de este deseo desconocido? El síntoma, es parecido. El actingout, es un síntoma. *El síntoma* 57 se muestra como algo diferente, también. La prueba, es que debe ser interpretado.

Bueno, entonces, pongamos bien los puntos sobre las íes: ustedes saben que no puede serlo, interpretado, directamente, el síntoma: que para ello se necesita la transferencia, es decir, la introducción del Otro.

Quizá ustedes todavía no entiendan bien, entonces van a decirme: -Bueno, sí, es lo que usted está diciéndonos del actingout.

¡No! De lo que aquí se trata, es de decirles que no es esencialmente de la naturaleza del síntoma tener que ser interpretado; él no llama a la interpretación como el actingout, contrariamente a lo que ustedes podrían creer. Por otra parte, hay que decirlo: el actingout llama a la interpretación, y la pregunta que estoy formulando es saber si ésta es posible. Les mostraré que sí, pero esto está indeciso, en la práctica como en la teoría analítica.

*En el otro caso, está claro que es posible* 58 pero en ciertas condiciones que se sobreañaden al síntoma, a saber, que la transferencia esté establecida. En su naturaleza, el síntoma no está, como el actingout, llamando a la interpretación, pues, demasiado se lo olvida, lo que descubrimos en el síntoma, lo que el análisis descubre en él es que el síntoma, en su esencia, no es llamado, dije, al Otro, no es lo que muestra al Otro; que el síntoma, en su naturaleza, es goce, no lo olviden, goce encubierto, sin duda, untergebliebene Befriedigung. El síntoma no tiene necesidad de ustedes como el actingout, él se basta, es del orden de lo que les he enseñado a distinguir del deseo como siendo el goce, es decir que va *hacia la Cosa* 59, habiendo pasado la barrera del bien - referencia a mi seminario sobre la ética 60 - es decir, del principio del pla cer, y es por eso que este goce puede traducirse por un Unlust.

Todo esto, no soy yo, no solamente quien lo inventa, sino que no soy yo quien lo articula, esto está dicho en estos propios términos, en Freud, Unlust, displacer, para los que todavía no entendieron, este término, en alemán.

Entonces, volvamos sobre el actingout. A diferencia del síntoma, el actingout, y bien, es el esbozo de la transferencia, es la transferencia salvaje. No hay necesidad de análisis, ustedes no dudan al respecto, para que haya transferencia, pero la transferencia sin análisis es el actingout; el actingout sin análisis, es la transferencia. De esto resulta que una de las cuestiones a formular es, en lo que concierne a la organización de la transferencia - entiendo la organización, por me dio de la Handlung de la transferencia -, 61 una de las maneras de formular la cuestión es preguntar cómo la transferencia s alvaje, y bien, cómo podemos domesticarla; cómo hacemos entrar al elefante salvaje en el cercado; y el caballo, cómo lo ponemos en el círculo, ahí donde lo hacemos dar vueltas, en el picadero.

Esta es una de las maneras de plantear el problema de la transferencia que sería muy útil plantear por este extremo, porque es la única manera de saber cómo actuar al respecto con el actingout.

A las personas que habrán de interesarse próximamente en el actingout, les señalo la existencia, en el Psychoanalytic Quarterly, del artículo de Phyllis Greenacre, General Problems of actingout. Está en el número IV del volumen 19 de 1950, y no es por lo tanto inhallable. 62 Es un artículo muy interesante a títulos diversos, evocador para mí de un recuerdo: fue en el tiempo, ya alejado por una decena de años, cuando habíamos recibido la visita ya de algunos inquisidores. Phyllis Greenacre, quien formaba parte de éstos, me dió la ocasión de observar un lindo actingout, a saber, la masturbación frenética a la que ella se entregó ante mis ojos, de una pequeña pescadora de mejillones, *netsuké japonés* 63, que estaba en mi posesión, y que todavía lleva sus huellas - ¡hablo de ese objeto! Debo decir que eso propor cionó la ocasión de una conversación muy agradable... mucho mejor que aquella, escandida por diversos pasajes al acto entre los cuales, por ejemplo, unos saltos que la llevaban casi al nivel del cielo raso, que yo tuve con la señora Lampl de Groot. 64

Por lo tanto, este artículo sobre General Problems of actingout, sobre el cual hay algunas observaciones muy pertinentes aunque - us tedes lo verán, los que lo lean - ella gana al ser esclarecida por las líneas originales que intento trazar ante ustedes.

La cuestión es saber, por lo tanto, cómo actuar al respecto, co n el actingout. Hay tres ** 65, dice ella: está el interpretar, está el prohibir, está reforzar el yo.

Interpretarlo, ella no se hace muchas ilusiones - es una mu jer muy muy bien, Phyllis Greenacre -, interpretarlo, con lo que acabo de decirles, no promete mucho efecto, si puedo decir, aunque más no sea porque es para eso que está hecho, el actingout. Cuando ustedes miran las cosas de cerca, la mayor parte del tiempo se darán cuenta de que el sujeto sabe muy bien que lo que él hace, es para ofrecerse a vuestra interpretación en el actingout. Pero, vean, no es el sentido de lo que ustedes interpretarán lo que cuenta, cualquiera que sea, es el resto. Entonces, por esta vez, al menos sin adición, es el impase - es muy interesante de morarse en escandir las hipótesis.

Prohibirlo, naturalmente, eso hace sonreír, *e* 66 incluso al propio autor, quien dice: a pesar de todo, uno puede hacer muchas cosas, pero decir al sujeto "¡nada de actingout!", vean que de todos modos es difícil. Nadie sueña con ello, por otra parte. De todos modos, a este respecto se observa lo que hay siempre de prohibición prejuiciosa en el análisis; ** 67 muchas cosas, evidentemente, que están hechas para evitar los actingout, en sesión. Luego, se les dice que no tomen ninguna decisión esencial para su existencia, durante el análisis. ¿Por qué es que se hace todo esto? En fin, es un hecho que ahí donde se tiene alguna influencia, *hay* 68 cierta relación con lo que podemos llamar el peligro, sea para el sujeto, sea para el analista.

De hecho, se prohibe mucho más de lo que se *cree. Si yo digo - lo que ilustraré* 69 con gusto - lo que acabo de de cir, que de esto, es que esencialmente, y porque somos médicos, ¡y porque somos buenos! como dice ya no sé quién, no queremos que se haga pupa, el paciente que viene a confiarse a nosotros. Y lo más extraordinario, es que lo conseguimos. Que se hable del actingout, es el signo a pesar de todo de que se impide mucho del mismo. ¿Acaso es de esto que se trata cuando la señora Greenacre habla de dejar que se establezca más sólidamente una verdadera transferencia? Lo que yo quisiera aquí hacer observar es cierto costado del análisis que no se ve, es su costado seguro de accidentes, seguro de enfermedad. Pues a pesar de todo es muy raro, cuán...

al menos a partir del momento en que un analista ha adquirido *lo que se llama experiencia* 70, es decir todo lo que, en su propia actitud, muy a menudo ignora

...cuán raras son durante los análisis las enfermedades de corta duración; cuánto, en un análisis que se prolonga un poco, los resfríos, las gripes, todo eso, se borra, y lo mismo en cuanto a las enfermedades de larga duración. En fin, si hubiera más análisis en la sociedad, ** 71 pienso que los seguros sociales, como los seguros de vida, ¡deberían tener en cuenta la proporción de análisis en la población para modificar sus tarifas!

Inversamente, cuando eso sucede, el accidente - el accidente: no hablo solamente del actingout -, muy regular mente es puesto a la cuenta del análisis, por parte del paciente y por parte del medio. Es puesto a la cuenta del análisis ¡de alguna manera por naturaleza! Tienen razón: es un actingout, por lo tanto eso se dirige al Otro, y si uno está en análisis, por lo tanto eso se dirige al analista. Si ha tomado ese lugar, tanto peor para él: a pesar de todo tiene la responsabilidad que pertenece *al* 72 lugar que ha aceptado ocupar.

Estas cuestiones quizá son apropiadas para aclararles lo que yo quiero decir, cuando hablo del deseo del analista y cuando planteo su cuestión, sin detenerme un instante en la cuestión que hace bascular la cuestión de la manera con la cual domesticamos la transferencia - pues ustedes ven que estoy diciendo que eso no es simple -; sin dete nerme un instante para decir aquello contra lo cual siempre me he opuesto, a saber, que se trate de reforzar aquí el yo. 73 Pues según la confesión misma de los que se comprometieron en eso, en esa vía - desde hace mucho más... desde hace mucho más de una década, y más exactamente desde hace tantas décadas que ahora se comienza a hablar menos de ello -, esto no puede querer decir sino lo que es *ama do* 74 en cierta literatura: llevar al sujeto a la identificación, no a esta imagen como reflejo del yo ideal en el Otro, sino al yo del analista, con ese resultado que nos describe Balint: 75 la crisis terminal verdaderamente *maníaca* 76 que él nos describe como siendo la del fin de un análisis así caracterizado, y que representa *¿qué, muy precisamente?* 77 La insurrección del a, que ha quedado absolutamente intocado.

 

Entonces, volvamos a Freud y a la observación del caso de homosexualidad femenina a propósito del cual tenemos todo tipo de señalamientos completamente admirables, pues al mismo tiempo que él nos dice: "está totalmente claro que nada aquí indica que se produzca algo que se llama la transferencia", dice, por otro lado al mismo tiempo, y desde esa época, y desde este caso que designa no sé qué punto ciego en su posición, dice a pesar de todo que no es cuestión de detenerse ni siquiera un instante en esta hipótesis de que no hay transferencia. *Sería* 78 desconocer completamente lo que es propio de la relación de transferencia *decir que no hay más:* 79 lo encontramos en ese discurso de Freud, sobre su caso de homosexualidad femenina, expresamente formulado. 80

Lo que no impide que Freud, el día en que tuvo una paciente que - la cosa es tá articulada como tal -, que le mentía en sueños - pues ahí está el cómo caracteriza Freud el caso, *el ágalma, lo precioso* 81 de ese discurso sobre la homosexualidad femenina -, es que Freud se detiene un instante, pasmado, ante lo siguiente - él también hace las pregun tas y las respuestas, dice: "¿entonces qué? ¿el incons ciente puede mentir?" Pues los sueños, ustedes lo saben, de esta pa ciente, señalan todos los días los mayores progresos hacia el sexo al cual ella está destinada. Freud no cree en ello ni un sólo instante, y con razón, pues la enferma que le cuenta sus sueños le dice al mismo tiempo: "Pero sí, desde luego, eso va a permitirme casarme, y eso me permitirá al mismo tiempo, continuar ocupándome de las mujeres a más y mejor". Por lo tanto, ella misma le dice que ella miente. Y por otra parte, Freud no lo duda: esto es justamente la ausencia de toda apariencia de relación de transferencia. ¿Pero en qué *se detiene él: "Pero entonces* 82, este inconsciente, que tenemos la costumbre de considerar como siendo lo más profundo, la verdad verdadera, puede por lo tanto engañarnos?" Y es alrededor de esto que gira todo su debate, es alrededor de esta Zutrauen , de esta confianza a otorgar ** 83: "¿podemos conservarla?", dice.

El lo afirma en una frase que es muy característica, porque es de tal modo elíptica y concentrada que tiene ese carácter, casi, de tropiezo de palabra; se trata precisamente - les vol veré a leer la frase, no la he traído conmigo, la traeré la próxima vez, es muy bella -, se trata siempre de un enganche *alrededor de:* 84 este inconsciente merece siempre la confianza. 85

El discurso del sueño, nos dice, es otra cosa que el inconsciente: está producido por un deseo que viene del inconsciente. Pero él admite al mismo tiempo, [llegando]86 hasta formularlo: es pues entonces, que el deseo viene de algo y, viniendo del inconsciente, que es ese deseo el que se expresa por medio de esas mentiras.

Ella le dice, ella misma, que sus sueños son mentirosos. Ante lo que Freud se detiene, es el problema de toda mentira sintomática: vean lo que es la mentira en el niño, es lo que el sujeto quiere decir, al mentir. Lo extraño, es que Freud deja caer {laisse tomber}, ante ese agarrotamiento de todos los engranajes, él no se interesa en lo que los hace justamente agarrotar, es decir el desecho, el pequeño resto, lo que viene a parar todo y que es ahí lo que llega como pregunta.

Sin ver qué lo embaraza {de quoi il est embarrassé}, él está conmocionado {ému}, como lo muestra seguramente, ante esta amenaza a la fidelidad del inconsciente. El pasa al acto. Es el punto donde Freud rehusa ver en la verdad, que es su pasión, la estructura de ficción como en el origen.

En lo que él no meditó suficientemente es sobre lo que, hablando del fantasma, yo había puesto el acento ante ustedes en un discurso reciente sobre la paradoja de Epiménides, sobre el "yo miento" y su perfecta aceptabilidad, 87 en tanto que lo que miente, es el deseo, en el momento en que, afirmándose como deseo, lleva al sujeto a esa anulación lógica sobre la cual se detiene el filósofo, cuando ve la contradicción del "yo miento".

Pero después de todo, lo que Freud falla ahí, lo sabemos, es lo que falla en su discurso, es lo que siempre quedó para él, en estado de pregunta: "¿qué quiere una mujer?". 88 El tropiezo del pensamiento de Freud sobre algo que podemos llamar, provisoriamente ** 89 - no me hagan decir que la mujer es mentirosa en tanto que tal, sino que la fe minidad se sustrae y que algo haya allí en ese aspecto -, es, para em plear términos *del IChing* 90, esa dulzura que fluye; algo ante lo cual Freud estuvo a punto de perecer ahogado por ese paseo nocturno, que su novia, el día mismo en que ellos intercambiaban *los últimos votos, {dió} con* 91 un vago primo - ya no me acuerdo bien, no volví a mi rar más la biografía, 92 yo lo llamo un vago primo, es cualquier otra cosa, es uno de esos jóvenes pretenciosos de porvenir, como se dice, asegurado, lo que quiere decir que no tienen ninguno - con el cual él descubrió, poco después, que ella había hecho una pequeña excursión. Y es ahí que está el punto ciego: Freud quiere que ella le diga todo, la mujer. ¡Y bien, ella lo hizo, la talking cure, y la chimneysweeping! 93 ¡Ah, se deshollinó bien! Durante cierto tiempo, ahí no se *aburrieron* 94: ¡lo importante, era estar juntos en la misma chimenea! La cuestión, cuando uno sale de ella, ustedes lo saben - ha sido recorda da al final de uno de mis artículos -, tomada del Talmud: cuan do salimos juntos de una chimenea, ¿cuál de los dos va a ir a lavarse la cara? 95 Sí, les aconsejo que vuelvan a leer ese artículo, 96 y no solamente ése, sino también el que he escrito sobre la Cosa freudiana. 97 La Cosa freudiana - podrán verla allí designada, si me atrevo a decirlo, con cierto acento: es esa Diana que yo designo como mostrando *lo que sigue* 98 de esa cosa que continúa, la Cosa freudiana. Esto es lo que Freud ha dejado caer, pero es ella todavía quien se lleva consigo, bajo la forma de todos nosotros, toda la caza tras su muerte.* 99

Continuaremos esta persecución la próxima vez.

Notas

1 Para los criterios que rigieron la confección de la presente Versión Crítica, consultar nuestro Prefacio: «Sobre una Versión Crítica del Seminario 10 de Jacques Lacan, L’angoisse, y nuestra traducción». Para las abreviaturas que remiten a los diferentes textosfuente de esta Versión Crítica, véase, al final de esta clase, nuestra nota sobre las FUENTES PARA EL ESTABLECIMIENTO DEL TEXTO, TRADUCCIÓN Y NOTAS DE ESTA 9ª SESIÓN DEL SEMINARIO.

2 Esta 9ª sesión del seminario ocupa el capítulo IX de JAM/S, y quien estableció dicho texto lo tituló: PASSAGE À L’ACTE ET ACTINGOUT {PASAJE AL ACTO Y ACTINGOUT}, y lo subtituló: Se laisser tomber et monter sur la scène {Dejarse caer y subir a la escena}, antecediéndolo con el siguiente índice temático: La yoización / El corte natal / El goce del síntoma / Las mentiras del inconsciente / La pasión de Freud.

3 Los términos entre corchetes provienen de la versión ROU. En cuanto al esquema de la división del sujeto (cf. fig. 2), el mismo fue introducido en la clase 2 de este Seminario, sesión del 21 de Noviembre de 1962. En CHO y en AFI, en lugar de ø encontramos: 0<d>; en cuanto a JAM/S, en lugar de ø propone solamente 0, y llama a éste "Segundo esquema de la división" para distinguirlo del introducido en la clase 2 (llamado entonces "Primer esquema de la división"), donde este término, ø o 0 o 0<d>, no aparecía.

4 La versión JL reproduce lo que llamamos fig. 2 añadiendo unos superíndices a los términos de la división: S1, A2, 3, 4, ø5 , 6 - con el objetivo sin duda de que luego, en el cuerpo de la dactilografía, estos superíndices pudieran ser añadi dos en forma manuscrita de esta manera: *...en tanto que por nuestra dialéctica, toma su punto de partida de la función del significante, el sujeto1 S, hipotético, en el origen de esta dialéctica se constituye en el lugar del otro2 como marcado por el significante4, único sujeto al que accede nuestra experiencia, inversamente suspende toda existencia del otro a una garantía que falta, el otro barrado3.*

5 Sigmund FREUD, «Sobre la psicogénesis de un caso de homosexualidad femenina» (1920), en Obras Completas, Volumen 18, Amorrortu editores, Buenos Aires, 1979.

6 Sigmund FREUD, «Fragmento de análisis de un caso de histeria» (1905 [1901]), en Obras Completas, Volumen 7, Amorrortu editores, Buenos Aires, 1978.

7 op. cit., p. 155, nota 8.

8 Al revisar la dactilografía, Lacan suprimió la palabra entre asteriscos.

9 op. cit., pp. 87 y 9394.

10 Al revisar la dactilografía, Lacan habría añadido la palabra entre asteriscos.

11 AFI: *los dos registros del mundo, el sitio donde lo real se precipita a esta escena, y el Otro donde el hombre como sujeto tiene que constituirse* / JAM/S: [esos dos registros - por una parte, el mundo, el sitio donde lo real se precipita, y, por otra parte, la escena del Otro, donde el hombre como sujeto tiene que constituir se,]

12 ROU señala que Lacan al revisar la dactilografía modificó ligeramente la redacción del segmento final de este párrafo, y que uno de los oyentes del seminario indicó en nota la remisión del mismo al *(lado S del esquema del florero)*.

13 CHO y AFI: *el fenómeno*.

14 Esta reproducción del esquema del florero proviene de AFI. Cf. más adelante el esquema proveniente de JAM/S.

15 Al revisar la dactilografía Lacan suprimió los términos entre asteriscos.

16 Sigmund FREUD, «Inhibición, síntoma y angustia» (1926 [1925]), en Obras Completas, Volumen 20, Amorrortu editores, Buenos Aires, 1979. Cf. pp. 8889.

17 CHO y AFI: *en X* / JAM/S: [en x sobre el esquema]

18 Sigmund FREUD, «El yo y el ello» (1923), en Obras Completas, Volumen 19, Amorrortu editores, Buenos Aires, 1979. Cf., por ejemplo, p. 27: "Además del influjo del sistema P, otro factor parece ejercer una acción eficaz sobre la génesis del yo y su separación del ello. El cuerpo propio y sobre todo su superficie es un sitio del que pueden partir simultáneamente percepciones internas y externas. Es visto como un objeto otro {...}. El yo es sobre todo una esenciacuerpo; no es sólo una esenciasuperficie, sino, él mismo, la proyección de una superficie".

19 En una nota al margen de su texto establecido ROU se pregunta: "¿Lacan dice i(a) por i’(a)?", y añade una variante que provendría de "otra lección": *está una imagen real que llamamos i(a). / Yo ideal... yo ideal, esta función*; añade también una reproducción de la fig. 1 proveniente de uno de sus textos fuentes, en la que dentro del dibujo del florero de la izquierda se lee imagen real i(a), y dentro del dibujo del florero de la derecha se lee yo ideal. / AFI: *está una imagen real que llamamos i(a), y el Yo Ideal es esta función*.

20 op. cit., capítulo III, «El yo y el superyó (ideal del yo)», pp. 3132.

21 Nota de ROU: "J. Lacan, La relation d’objet (19561957)".

22 Al revisar la dactilografía Lacan reemplazó los términos *que es lo que es* por los del texto.

23 JAM/S: [del estatuto bajo el cual se presenta, el de amable]

24 AFI: *------- {erastés}* / JAM/S: [erastés] - Al comienzo de su Seminario sobre la transferencia, en la sesión del 30 de Noviembre de 1960 y a propósito de lo que denomina la metáfora del amor, Lacan precisa un matiz de diferencia entre ambos términos: "...la situación de partida fundamental del amor. Esta, para ser evidente, jamás ha sido, que yo sepa, situada en los términos con que les propongo articularla inmediatamente, estos dos términos de donde partimos, el erastés, el amante {l’amant}, o incluso el eron {l’ aimant}, el que ama, y el erómenos, el que es amado {aimé}." - cf. Jacques LACAN, Seminario 8, 19601961: La transferencia en su disparidad subjetiva, su pretendida situación, sus excursiones técnicas (corregido en todas sus erratas), Versión Crítica de Ricardo E. Rodríguez Ponte para circulación interna de la Escuela Freudiana de Buenos Aires.

25 JAM/S: [identidad algebraica de la letra que hemos predicado {prêchée} el otro día] - Si en los demás textosfuente Lacan se refiere a una "identidad algebraica" que ha sido precisada {précisée} por él "el otro día", en la versión JAM/S se añade un "de la letra " cuya identidad Lacan habría "predicado", pero no en el sentido de decir algo de un sujeto por medio de un predicado, en cuyo caso el verbo habría debido ser prédiquer, sino en el sentido al que remite el verbo prêcher: evangelizar, anunciar la buena nueva, sermonear.

26 JL: *por lo que es, lo que ya no se tiene* / JAM/S: [porque es lo que ya no se tiene {parce que c’est ce qu’on n’a plus}]. - En todo este párrafo, Lacan juega con el equívoco entre a, "notación alge braica... para responder a este fin de localización pura de la identidad", como había se ñalado en la clase del 9 de Enero, y a, tercera persona del indicativo presente del verbo avoir, "haber", "tener".

27 {a reste ce que’il est} - no conviene perder, en la traducción por "sigue siendo", ese reste, que recuerda la condición de resto {reste} del objeto.

28 Este párrafo es sensiblemente diferente en JAM/S: [Es por esto que, este a que en el amor ya no se tiene {on n’a plus}, se puede volver a encontrarlo por vía regresiva en la identificación, bajo forma de identificación al ser. Y es por esto que Freud califica exactamente con el término regresión el pasaje del amor a la identificación. Pero, en esta regresión, a sigue siendo lo que es, instrumento. Es con lo que se es que se puede tener o no, si puedo decir.]

29 Esquema proveniente de JAM/S: La imagen real rodea los objetos a. En su lugar ROU reproduce, de uno de sus textosfuente, una figura similar a la siguiente, que también proviene de JAM/S.

30 Al margen, ROU aporta una presunta nota añadida por Lacan a la dactilografía: *referencia a una reciente conferencia de Piera Aulagnier*, en cuyo caso Lacan podría estar refiriéndose a la comunicación efectuada por Piera Aulagnier ante la Societé Française de Psychanalyse, en enero de ese mismo año 1963, y publicada el año siguiente en La Psychanalyse, vol. VIII, con el título «Remarques sur la structure psychotique». - cf. Piera CASTORIADISAULAGNIER, «Observaciones sobre la estructura psicótica», en Carpeta de Psicoanálisis 1, Letra Viva, Buenos Aires, 1978, pp. 131147.

31 CHO y AFI: *otra cosa X*

32 Otto RANK, El trauma del nacimiento, Editorial Paidós.

33 Sigmund FREUD, «Inhibición, síntoma y angustia», op. cit., pp. 141 y ss.

34 Lacan habría añadido los términos entre asteriscos a la dactilografía.

35 JAM/S: [La noción de la distancia es en efecto casi sensible sobre este esquema, donde siempre he marcado la distancia que era necesaria por relación al espejo para darle al sujeto ese alejamiento de sí mismo que la dimensión especular es apropiada para ofrecerle.] - "la dimensión especular" no reemplaza sin pérdida a "la dimensión del Otro".

36 {"rapproché"} / CHO, AFI y JAM/S: [rapprocher {aproximar}]

37 A margen, ROU proporciona lo que sería una nota de Lacan añadida a la dactilografía: *alusión siempre a Bouvet (los términos rapprochement {aproximación}, distancia son acentuados por él a partir de la neurosis obsesiva)*.

38 JAM/S: [En otros términos, lo que hay que decir, no es que los objetos sean invasores en la psicosis. ¿Qué es lo que constituye su peligro para el yo? Es la estructura misma de esos objetos lo que los vuelve impropios para la yoización.] - los objetos en la psicosis ¿son o no invasores?

39 JAM/S: [Si lo que es visto en el espejo es angustiante, esto es por no ser algo que pueda proponerse al reconocimiento del Otro.] - ¡no es lo mismo!

40 CHO: *En X, aquí* /AFI: *en X; aquí*

40 CHO: *En X, aquí* /AFI: *en X; aquí*

42 AFI: *habría que hacer* / JAM/S: [hagamos]

43 JAM/S: [en este lugar del nacimiento.]

44 cf. Sigmund FREUD, «Inhibición, síntoma y angustia», op. cit., p. 89: "Pero si ahora preguntamos por el origen de esa angustia -así como de los afectos en ge neral-, abandonamos el indiscutido terreno psicológico para ingresar en el cam po de la fisiología. Los estados afectivos están incorporados {einverleiben} en la vida anímica como unas sedimentaciones de antiquísimas vivencias traumáticas y, en situaciones parecidas, despiertan como unos símbolos mnémicos. Opino que no andaría descaminado equiparándolos a los ataques histéricos, adquiridos tardía e individualmente, y considerándolos sus arquetipos normales. En el hombre y en las criaturas emparentadas con él, el acto del nacimiento, en su calidad de primera vivencia individual de angustia, parece haber prestado rasgos característicos a la expresión del afecto de angustia.", y más adelante, p. 126: "Con otras palabras: que el estado de angustia es la reproducción de una vivencia que reunió las condiciones para un incremento del estímulo como el señalado y para la descarga por determinadas vías, a raíz de lo cual, también, el displacer de la angustia recibió su carácter específico. En el caso de los seres humanos, el nacimiento nos ofrece una vivencia arquetípica de tal índole, y por eso nos inclinamos a ver en el estado de angustia una reproducción del trauma del nacimiento".

45 Lacan habría añadido los términos entre asteriscos a la dactilografía.

46 Jacques LACAN, Seminario 9, La identificación, 19611962, Versión Crítica de Ricardo E. Rodríguez Ponte para circulación interna de la Escuela Freudiana de Buenos Aires. Cf. la clase 21, sesión del 23 de Mayo de 1962. Por otra parte, la versión ROU del Séminaire L’identification, una de las fuentes de mi versión crítica del mismo, proporciona un anexo relativo a las nociones embriológicas aludidas.

47 En este caso el problema es de la traducción de Paidós (JAM/P), que traduce por "madre fálica" lo que en todas las versiones, incluída la de Miller en Seuil, se transcribe: femme phallique.

48 Jean GIRAUDOUX, Electra (1937), acto I, escena IV: (a Clitemnestra) "Tú nos llevabas mal. Dejaste caer a Orestes sobre el mármol." - Entonces "lo" y no "la" como traduce Paidós: se trataba de Orestes.

49 cf. el comienzo de esta sesión del Seminario.

50 Lacan habría añadido en la dactilografía los términos entre asteriscos.

51 JAM/S: [en nuestra concepción]

52 JAM/S: [erastés]

53 JAM/S: [del acting out]

54 William SHAKESPEARE, El mercader de Venecia, Acto Primero, Escena III: (habla Shylock) "Pues quiero probaros esta generosidad. Venid conmigo a casa de un notario, me firmaréis allí simplemente vuestro pagaré, y a manera de broma será estipulado que, si no pagáis tal día, en tal lugar, la suma o las sumas convenidas, la penalidad consistirá en una libra exacta de vuestra hermosa carne, que podrá ser escogida y cortada de no importa qué parte de vuestro cuerpo que me plazca".

55 Jacques LACAN, «La dirección de la cura y los principios de su poder», primer informe del Coloquio internacional de Royaumont, reunido del 10 al 13 de Julio de 1958 por invitación de la Societé Française de Psychanalyse, publicado por primera vez en La Psychanalyse, vol. 6, PUF, 1961, y finalmente, con importantes modificaciones, en los Écrits, en 1966. Ver Escritos 2, Siglo Veintiuno Editores, Buenos Aires, 1985.

56 Melitta SCHMIDEBERG, «Inhibición intelectual y perturbaciones en el comer» / Ernst KRIS, «Psicología del yo e interpretación en la terapia psicoanalítica», Escuela Freudiana de Buenos Aires, Serie Referencias: Ficha Nº 1 y 2.

57 Al revisar la dactilografía Lacan sustituyó *que* por *El síntoma*.

58 JAM/S: [Tratándose del síntoma, está claro que la interpretación es posible]

58 JAM/S: [Tratándose del síntoma, está claro que la interpretación es posible]

60 Jacques LACAN, El Seminario, libro 7, La ética del psicoanálisis, Ediciones Paidós.

61 Handlung = manejo.

62 Phyllis GREENACRE, «Problemas generales del actingout», Fichas de la Serie Referencias, Biblioteca de la Escuela Freudiana de Buenos Aires; también, en: AA.VV., Infortunios del acto analítico, Atuel, Buenos Aires, 1993.

63 Al revisar la dactilografía Lacan llenó un blanco y corrigió * japonesa* por las palabras del texto.

63 Al revisar la dactilografía Lacan llenó un blanco y corrigió * japonesa* por las palabras del texto.

65 JAM/S: [posibilidades]

66 Al revisar la dactilografía Lacan añadió el término entre asteriscos.

67 JAM/S: [De hecho, se prohibe en él mucho más de lo que se cree.]

68 Al revisar la dactilografía Lacan sustituyó *tiene {a}* por *hay {il y a}*.

69 Al revisar la dactilografía Lacan sustituyó los términos entre asteriscos por *cree, en el análisis. Ilustraré*

70 Al revisar la dactilografía Lacan sustituyó los términos *esta experiencia que se llama* por los del texto.

71 JAM/S: [las cosas irían mejor.]

72 Al revisar la dactilografía Lacan sustituyó el término *ese* por el del texto.

73 Una nota al margen parece sugerir que Lacan se habría referido al florero de la fig. 1, o al menos a su contorno. En cuanto a JAM/S, y para recordar las tres posibilidades enumeradas por Phyllis Greenacre, aquí interpola: [- tercera de las hi pótesis -]

74 El término entre asteriscos habría sido añadido por Lacan para llenar un blanco en la dactilografía.

75 M. BALINT, Amor primario y técnica psicoanalítica, El fin del análisis (1949).

76 Al revisar la dactilografía Lacan co rrigió el término *manejable* por el del texto.

77 Al revisar la dactilografía Lacan habría añadido los términos entre asteriscos.

78 Al revisar la dactilografía Lacan corrigió *Es* por *Sería*.

79 Al revisar la dactilografía Lacan habría añadido los términos entre asteriscos.

80 cf. op. cit., p. 157: "Pareció también como si no emergiera en ella nada parecido a una transferencia sobre el médico. Pero, desde luego, esto es un contrasentido o un modo inexacto de expresarse; alguna relación con el médico es forzoso que se establezca, y la mayoría de las veces será transferida desde una relación infantil".

81 Al revisar la dactilografía Lacan corrigió *el ágalma precioso*. JAM/S no lo hizo: [el ágalma precioso]

82 Al revisar la dactilografía Lacan corrigió los términos *se detiene entonces* por los del texto.

83 JAM/S: [al inconsciente]

84 Al revisar la dactilografía Lacan añadió los términos entre asteriscos.

85 cf. op. cit., p. 158159: "«¡Conque también el inconsciente puede mentir, ese núcleo real de nuestra vida anímica, aquello en nosotros que se acerca a lo divino tanto más que nuestra misérrima conciencia! Y entonces, ¿cómo podemos todavía edificar sobre las interpretaciones del análisis y la certeza de nuestros conocimientos?». {...} Por tanto, ni hablar de una depreciación de lo inconsciente, de un debilitamiento de la confianza en los resultados de nuestro análisis".

86 El término proveniente de JAM/S reemplaza un blanco en la dactilografía que la versión ROU no atina a llenar; en cambio, ofrece las variantes de un supuesto añadido de Lacan: *ustedes llegan* y la propuesta de AFI: *que es este deseo el que se expresa*.

87 Jacques LACAN, Seminario 9, La identificación, 19611962, Versión Crítica de Ricardo E. Rodríguez Ponte para circulación interna de la Escuela Freudiana de Buenos Aires. Cf. la clase 1, sesión del 15 de Noviembre de 1961. En cuanto a la mencionada paradoja, cf. Alexandre KOYRÉ, Epiménides el mentiroso (conjunto y categoría), en http://www.descartes.org.ar/etextskoyre.htm

88 "Caben pocas dudas de que para Freud la psicología de la mujer era más enigmática que la del hombre. Cierta vez dijo a Marie Bonaparte: «La gran pregunta que nunca ha obtenido respuesta y que hasta ahora no he sido capaz de contestar, a pesar de mis treinta años de investigación del alma femenina es ésta: ¿Qué es lo que desea la mujer? (Was will das Weib?)»" - cf. Ernest JONES, Vida y obra de Sigmund Freud, tomo II, Ediciones Hormé, Buenos Aires, 1976, p. 439.

89 JAM/S: [la feminidad]

90 Al revisar la dactilografía Lacan sustituyó *de lo líquido* por los términos del texto.

91 Al revisar la dactilografía Lacan reemplazó *los dos últimos con* por los términos entre asteriscos del texto. / CHO y AFI: *los dos últimos votos, dió con* - he aceptado esta interpolación.

92 Ernest JONES, op. cit., tomo I, pp. 1223. El episodio es un poco diferente de cómo lo recuerda Lacan.

93 cf. Josef BREUER Sigmund FREUD, Estudios sobre la histeria (189395), II.1. Señorita Anna O., en Sigmund FREUD, Obras Completas, Volumen 2, Amorrortu

94 *obstinaron*

95 se débarbouiller - la expresión, que traduje como "lavarse la cara", remite también a "salir del asunto", "arre glárselas uno mismo".

96 Jacques LACAN, «En memoria de Ernest Jones: sobre su teoría del simbolismo» (1959), en Escritos 2, Siglo Veintiuno Editores, Buenos Aires, 1985. Cf. p. 695: "¿Pues a quién -se lee en el Talmud-, de dos hombres que salen uno después del otro de una chimenea al salón, se le ocurrirá, cuando se miran, limpiarse la ca ra? La sabiduría decide aquí por encima de toda sutileza para deducir a partir de la negrura de los rostros que se presentan recíprocamente y de la reflexión que, en cada uno, diverge; concluye expresamente: cuando dos hombres se encuentran al salir de una chimenea, los dos tienen la cara sucia".

97 Jacques LACAN, «La cosa freudiana o sentido del retorno a Freud en psicoanálisis» (1955), en Escritos 1, Siglo Veintiuno Editores, Buenos Aires, 1985.

98 Al revisar la dactilografía Lacan habría añadido esta nota: *la fuga {la fuite} o lo que sigue {la suite}* / JAM/S: [la fuga, o lo que sigue]

 

FUENTES PARA EL ESTABLECIMIENTO DEL TEXTO, TRADUCCIÓN Y NOTAS DE ESTA 4ª SESIÓN DEL SEMINARIO

JL Jacques LACAN , L’angoisse, Séminaire 19621963. Lo que Lacan hablaba era recogido por una taquígrafa, luego decodificado y dactilografiado, y el texto volvía a Lacan, quien a veces lo revisaba y corregía. De dicho texto se hacían copias en papel carbónico y luego fotocopias. La versión dactilografiada que utilizamos como fuente para esta Versión Crítica se encuentra reproducida en http://www.ecolelacanienne.net/index.php3 , página web de l’école lacanienne de psychanalyse.

ROU Jacques LACAN , L’angoisse, dit "Séminaire X", Prononcée à Ste. Anne en 19621963, Paris, 2003. Por razones de índole legal, los autores de las transcripciones no se identifican a sí mismos. No obstante, esta versión se atribuye con suficientes razones a Michel Roussan, quien efectuó un notable trabajo de transcripción y aparato crítico a partir de varios textosfuente, entre ellos la dactilografía y notas de asistentes al Seminario, como Claude Conté, Françoise Doltó, Ginette Michaud, Jean Oury, MarieClaire BoonsGrafé, y probablemente Wladimir Granoff, Piera Aulagnier y François Perrier. Esta transcripción crítica destaca también que en la versión dactilografiada de este Seminario La angustia encontramos, entre los muchos añadidos manus critos sobre y en los márgenes de la dactilografía que tras muchas copias y copias de copias llamamos JL, y con alguna posibilidad de identificarlas, las anotaciones manuscritas y correcciones del propio Lacan.

AFI Jacques LACAN , L’angoisse, Séminaire 19621963. Publication hors commerce. Document interne à l’Association Freudienne Internationale et destiné a ses membres. Paris, 1998.

CHO Jacques LACAN, L’angoisse, Séminaire 19621963. Fuente fotocopiada atribuída a M. Chollet, se encuentra en la Biblioteca de la E.F.B.A. codificada como CG181/1 y CG181/2.

IA Jacques LACAN, Seminario 10, La angustia, impreso exclusivamente para circulación interna de la Escuela Freudiana de Buenos Aires, Traducción: Irene M. Agoff, Revisión Técnica: Equipo de Traductores de la E.F.B.A. y la colaboración de Isidoro Vegh y Juan Carlos Cosentino. Esta versión publicada originalmente en fichas, cuya fuente francesa es presuntamente CHO, se encuentra en la Biblioteca de la E.F.B.A. codificada como C0698/01.

JAM/S — Jacques LACAN, LE SEMINAIRE livre X, L’angoisse, 19621963, texte établi par JacquesAlain Miller, Éditions du Seuil, Paris, 2004.

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Revista de Psicoanálisis y Cultura
Número 24 - Diciembre 2007
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