Acheronta  - Revista de Psicoanálisis y Cultura
La angustia
Seminario 1962-1963, de Jacques Lacan
(Versión Crítica)
Ricardo E. Rodriguez Ponte

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14 de noviembre de 1962 1, 2

[en el pizzarón]

¿Que me quiere?

 

Este año voy a hablarles de la angustia. Alguien, que en modo alguno está distante de mí en nuestro círculo, me dejó sin embargo, el otro día, percibir cierta sorpresa por que yo haya elegido este asunto, que no le parecía que debía dar para tanto. Debo decir que no me costará trabajo probarle lo contrario. En la masa de lo que se propone a nosotros sobre este tema como cuestiones, tendré que elegir, y severamente. Es por esto que trataré, desde hoy, de arrojarles {vous jeter} al montón. Pero ya esta *cuestión* 4 me pareció conservar la huella de no sé qué ingenuidad nunca extinguida, por la razón de que sería creer que es una elección; que cada año yo engancho un tema, así, que me parecería interesante para continuar el juego de cierta frivolidad, como se dice.

No. Ustedes lo verán, pienso: la angustia es muy precisamente el punto de cita donde los espera todo lo que era mi discurso anterior, y donde se esperan entre sí un cierto número de términos que hasta el presente no han podido aparecerles suficientemente unidos. Verán, sobre este terreno de la angustia, cómo, al anudarse más estrechamente, cada uno tomará todavía mejor su lugar. Digo "todavía mejor", puesto que recientemente pudo parecerme, a propósito de lo que se ha dicho del fantasma en una de las reuniones, llamadas "provinciales", de nuestra Sociedad,5 que algo había tomado efectivamente su lugar {sa place}, en vuestra concepción, en lo que concierne a esta estructura tan esencial que se llama el fantasma. *Verán que el de la angustia no está lejos de aquel, por la razón de que es verdaderamente el mismo.* 6

Les he puesto, sobre este pizarrón — no obstante, después de todo, un pizarrón no es grande — algunos pocos significantes de referencia o ayudamemoria; quizá no todos los que yo hubiera querido, pero, después de todo, conviene no abusar tampoco en cuanto al esquematismo. 7

Esto, ustedes lo verán aclararse en seguida. Forman dos grupos, éste {a y b} y ése {c}. *Este {b}* 8, que yo completaré. A la derecha, este grafo {c}, por el que me excuso por importunarlos desde hace tanto tiempo, pero del que es de todos modos necesario — pues su valor de referencia les parecerá, pienso, cada vez más eficaz — que yo recuerde la estructura que debe evocar a vuestros ojos.

Igualmente su forma, que quizá nunca advirtieron, ** 9 de pera de angustia, 10 quizá no tenga que ser evocada aquí por azar. *Por otra parte,* 11 si el año pasado, a propósito de esa pequeña superficie topológica a la que otorgué tanta atención,12 ** 13 algunos pudieron ver sugerirse en su imaginación ciertas formas de repliegue de las hojuelas embriológicas, e incluso de las capas del córtex, nadie, *a propósito de* 14 la disposición a la vez bilateral y anudada de intercomunicación orientada *de este grafo* 15, nadie evocó jamás, a propósito de eso, ¡el plexo solar! Desde luego, *no pretendo con esto* 16 descubrirles sus secretos, pero esta curiosa pequeña homología quizá no es tan externa como se lo cree, y merecía ser recordada al comienzo de un discurso sobre la angustia.

 

*La angustia — diré hasta cierto punto* 17 la reflexión por medio de la cual introduje recién mi discurso, la que fue hecha por uno de mis allegados, quiero decir en nuestra Sociedad — la angustia no parece ser lo que los sofoca... ¡entiendo, como psicoanalistas! Y sin embargo, no es demasiado decir que debería... en, si puedo decir, la lógica de las cosas, es decir, de la relación que ustedes tienen con vuestro paciente. Después de todo, sentir lo que el sujeto puede soportar de ella, de la angustia, es lo que a ustedes los pone a prueba a todo momento. Es preciso por lo tanto suponer que, al menos para aquéllos de ustedes que están formados en la técnica, la cosa ha terminado por pasar, en vuestra regulación, apenas advertida, hay que decirlo. No está excluido, y gracias a Dios, que el analista, por poco que esté ya dispuesto a ello, quiero decir, por muy buenas disposiciones para ser un analista, que el analista que entra en su práctica, sienta alguna angustia por sus primeras relaciones con el enfermo sobre el diván.

Todavía conviene, a propósito de esto, tocar la cuestión de la comunicación de la angustia. Esta angustia que ustedes saben, parece, regular tan bien en ustedes, enjugar, que los guía, ¿es la misma que la del paciente? 18

 

¿Por qué no? Es una pregunta que por el momento dejo abierta, quizá no por mucho tiempo, pero que vale la pena que sea abierta desde el origen, si no obstante es preciso recurrir a nuestras articulaciones esenciales para poder darle una respuesta válida.

Es decir, esperar un momento al menos, en las distancias, en los rodeos que voy a proponerles, y que no son absolutamente imprevisibles para quienes son mis oyentes — pues si ustedes se acuerdan de ello, ya a propósito justamente de otra serie de jornadas llamadas "provinciales", que estuvieron lejos de haberme dado igual satisfacción, a propósito de las cuales, en una suerte de inclusión, de paréntesis, de anticipación en mi discurso del año pasado, creí que debía advertirles y proyectarles por anticipado una fórmula que les indicara la relación de la angustia, esencial, con el deseo del Otro. 19

Para quienes no estuvieron allí, 20 recuerdo la fábula, el apólogo, la imagen divertida que creí que debía erigir ante ustedes por un instante: yo mismo revistiendo la máscara animal con la que se cubre el hechicero de la gruta de los Tres Hermanos, 21 me había representado ante ustedes frente a otro animal, éste uno verdadero y supuesto gigantesco para este caso, el de la mantis religiosa. Y también, como la máscara que yo llevaba, yo no sabía cuál era, imaginan fácilmente que yo tenía algunas razones para no estar tranquilo, para el caso en que, por azar, esa máscara no hubiera sido impropia para arrastrar a mi partenaire a algún error respecto de mi identidad. Estando bien subrayada la cosa por esto, que yo le había añadido: que, en ese espejo enigmático del globo ocular del insecto, yo no veía mi propia imagen.

Esta metáfora conserva hoy todo su valor, y es la que justifica que, en el centro de los significantes que he puesto sobre este pizarrón, vean ustedes la pregunta...22

que desde hace mucho tiempo introduje como siendo la bisagra entre los dos pisos del grafo, en tanto que estructuran esa relación del sujeto con el significante que, sobre la subjetividad, me parece que debe ser la clave {la clé} *de lo que introduce la doctrina freudiana

...: Che vuoi?* 23, ¿Qué quieres? { Que veuxtu?}. Fuercen un poquito más el funcionamiento, la entrada de la llave {la clé}, tendrán: ¿Qué me quiere? {Que me veutil?} con la ambigüedad que el francés 24 permite sobre el me, entre el complemento indirecto o directo. No solamente ¿Qué quiere él de mí? {Que veutil à moi?}, *sino algo suspendido* 25 que concierne directamente al yo {moi}, que no es: ¿Cómo me quiere? {Comment me veutil?}, que es ¿Qué quiere él, en lo que concierne a este lugar del yo?, que es algo en suspenso entre los dos pisos, ** 26 los dos *caminos* 27 de retorno, que en cada uno designa el efecto característico y la distancia que es tan esencial construir al principio de todo aquello en lo cual vamos a avanzar ahora, distancia que vuelve a la vez homólogas y tan distintas la relación del deseo y la identificación narcisista. 28

Es en el juego de la dialéctica que anuda tan estrechamente *estas dos etapas* 29 que vamos a ver introducirse la función de la angustia, no que ella misma sea su resorte, sino que ella es, por los momentos de su aparición, lo que allí nos permite orientarnos.

Así, pues, en el momento en que he formulado la cuestión de vuestra relación de analistas con la angustia...

cuestión que justamente deja en suspenso ésta: ¿qué ponen en juego ustedes? Al *Otro* 30, sin duda, pero también a ustedes mismos, y esas dos puestas en juego, no por recubrirse deben ser dejadas confundidas. Ese es incluso uno de los objetivos que, al final de este discurso *del año* 31, les serán propuestos. Por el momento, introduzco esta indicación de método, que lo que vamos a tener que sacar como enseñanza de esta investigación sobre la angustia, es para ver en qué punto privilegiado ella emerge, es para modelar sobre una *orografía* 32 de la angustia que nos conduce directamente sobre un relieve que es el de las relaciones de término a término que constituye esta tentativa estructural más que condensada *(el grafo)* 33 de la que creí deber hacer para ustedes la guía de nuestro discurso

... si ustedes saben, entonces, arreglárselas con la angustia, esto ya nos hará avanzar, como tratar de ver cómo. Y también, yo mismo, no podría *introducirla* 34 sin arreglarla de alguna manera — y esto quizá sea un escollo: es preciso que no la arregle demasiado rápido.

 

Esto tampoco quiere decir que, de alguna manera, por medio de algún juego psicodramático, mi objetivo deba ser arrojarlos {vous jeter} en la angustia, con el juego de palabras que ya hice sobre ese je {yo} del jeter {arrojar}. Todos sabemos que esta proyección del je en una introducción a la angustia es desde hace algún tiempo la ambición de una filosofía llamada existencialista, para nombrarla. Las referencias no faltan, desde Kierkegaard, 35 Gabriel Marcel, Chestov, 36 Berdiaev 37 y algunos otros. Todos no tienen el mismo lugar, ni son igualmente utilizables, pero, al comienzo de este discurso, tengo que decir que me parece que esta filosofía...

en tanto que, desde su jefe, nombrado en primer término, a aquéllos cuyo nombre pude avanzar después, se marca indiscutiblemente cierta degradación

... me parece verla, a esta filosofía, marcada, diría, por cierta prisa {hâte} por sí misma *desconocida* 38; marcada, diré, por cierto desorden {désarroi} por relación a una referencia que es aquella a la cual, en la misma época, el movimiento del pensamiento *se confía* 39: la referencia a la historia. Es por un desorden, en el sentido etimológico del término, por relación a esta referencia, que nace y se precipita la reflexión existencialista.

El caballo del pensamiento, diré, para tomarle prestado al pequeño Hans el objeto de su fobia, el caballo del pensamiento que se imagina, un tiempo, ser el que arrastra el coche de la historia, de pronto, se encabrita, se vuelve loco, cae, y se entrega a ese gran Krawallmachen, para referirnos todavía al pequeño Hans, quien *encuentra* 40 una *de las imágenes de* 41 su querido temor. 42 Es precisamente a esto que yo llamo el movimiento de prisa, en el mal sentido del término: el del desorden. Y es precisamente por eso que eso está lejos de ser lo que más nos interesa en el linaje, el linaje de pensamiento que recién hemos destacado, por lo demás con todo el mundo, con el término de existencialismo.

También podemos señalar que el último en llegar, y no de los menos grandes, el señor Sartre, se dedica muy expresamente a volver a poner, a ese caballo, no solamente sobre sus pies, sino en los varales de la historia. Es precisamente en función de esto que el señor Sartre se ocupó mucho, se interrogó mucho, sobre la función de la seriedad. 43 Está también alguien a quien no puse en la serie...

y del que, puesto que simplemente abordo, al tocar allí, a la entrada, este fondo de cuadro, a los filósofos que nos observan — sobre el punto al que hemos llegado, los analistas — ¿estarán éstos a la altura de lo que hacemos de la angustia?

... está Heidegger. Es precisamente, desde luego, con el empleo que hice recién del retruécano con la palabra jeter, es precisamente de él, de su derelicción original, que yo estaba más cerca.

El ser para la muerte, para llamarlo por su nombre, que es la vía de acceso por donde Heidegger, en su discurso interrumpido, nos lleva a su interrogación presente y enigmática sobre el ser del ente, creo, no pasa verdaderamente por la angustia. 44 La referencia vivida de la pregunta heideggeriana, él la ha nombrado: *ella es fundamental, es por el "todo", es por "el se" {l’on}, es por la omnitud del cotidiano humano* 45, es la preocupación {souci}. 46 Desde luego, a este título, ella no podría, no más que la preocupación misma, sernos extraña. Y puesto que he llamado aquí a dos testigos, Sartre y Heidegger, no me privaré de llamar a un tercero, en tanto que no lo creo indigno de representar a los que están aquí, en vías también de observar lo que él va a decir, y soy yo mismo.

Quiero decir que, después de todo, según el testimonio que he tenido incluso, en horas muy recientes, de lo que llamaré la espera {l’ attente} — no es sólo de la *vuestra* 47, que hablo en esta ocasión — entonces, seguramente, he tenido estos testimonios *de espera* 48. Pero que anoche me haya llegado un trabajo...

cuyo texto había pedido a uno de ustedes, incluso para orientarme a propósito de una pregunta que él mismo me había formulado — trabajo que yo le había dicho que esperaba antes de comenzar aquí mi discurso 49

... el hecho de que me lo haya aportado así, de alguna manera a tiempo, incluso si después no he podido tomar conocimiento de él, como, después de todo, también vengo aquí a responder a tiempo a vuestra espera, ¿ése es, en sí mismo, un movimiento de una naturaleza como para suscitar la angustia? Sin haber interrogado a aquél de quien se trata, no lo creo *en cuanto a mí. Se los aseguro*50, puedo responder, ante esa espera, sin embargo bien apropiada para hacer pesar sobre mí el peso de algo, *pero* 51 no es ésa, creo poder decirlo por experiencia, la dimensión que, en sí misma, hace surgir la angustia... diré incluso: al contrario, y esta última referencia, tan próxima que puede parecerles problemática, tuve que hacerla para indicarles cómo entiendo ponerlos, en lo que es mi pregunta desde el comienzo, a qué distancia, para hablarles de ella — sin ponerla inmediatamente en el armario, sin dejarla tampoco en estado *loco* 52 — a qué distancia *entiendo* 53 poner esta angustia. 54

¡Y bien!, vean, a la distancia que es la buena, quiero decir, la que en ningún caso nos pone demasiado cerca de nadie, a, justamente, esa distancia familiar que yo les evocaba al tomar esas últimas referencias: aquella a mi interlocutor que me aporta in extremis mi papel, y aquella a mí mismo, que debo aquí arriesgarme en mi discurso sobre la angustia.

Vamos a tratar de tomar a esta angustia bajo el brazo. No será más indiscreto por eso. Esto nos dejará verdaderamente a la distancia opaca, créanme, que nos separa de aquéllos que nos son los más próximos. Entonces, entre esta preocupación y esta seriedad y esta espera, ¿acaso van a creer ustedes que es así que he querido delimitarla, sujetarla? Y bien, desengáñense. Si he trazado en medio de los tres términos un pequeño círculo con *esas* 55 flechas que se separan, fue para decirles que, si es ahí que ustedes la buscaran, pronto verían que, si alguna vez ha estado ahí, el pájaro se voló. No hay que buscarla en el medio. 56

Inhibición, síntoma, angustia, tal es el título, el slogan bajo el cual, para los analistas, aparece, permanece marcado en su memoria, el último término de lo que Freud ha articulado sobre este tema. 57

Hoy no voy a entrar en el texto de Inhibición, síntoma y angustia por la razón de que, como ustedes lo ven desde el comienzo, estoy decidido a trabajar hoy sin hilo, y porque no hay asunto donde el hilo del discurso freudiano esté más cerca de darnos una seguridad en suma falsa, pues justamente, cuando entremos en ese texto, verán lo que hay que ver a propósito de la angustia: que no hay hilo. Porque, justamente, tratándose de la angustia, cada eslabón, si puedo decir, como conviene, no tiene sentido más que para, justamente, dejar el vacío en el cual está la angustia.

Gracias a Dios, en el discurso de Inhibición, síntoma y angustia, se habla de todo salvo de la angustia. ¿Esto quiere decir que no se pueda hablar de ella? Trabajar sin red, evoca al funámbulo. No tomo como cuerda más que el título: Inhibición, síntoma, angustia. Salta al entendimiento, si puedo decir, que estos tres términos no son del mismo nivel. Eso constituye algo heteróclito, y es por eso que los escribí así, sobre tres líneas, y desfasados.

Para que eso ande, para que podamos entenderlos como una serie, es preciso verdaderamente verlos como los he puesto ahí, en diagonal, lo que implica que hay que llenar los blancos. No voy a demorarme en demostrarles lo que salta a la vista: la diferencia entre la estructura de estos tres términos, que no tienen cada uno, si queremos situarlos, absolutamente los mismos términos como contexto, como entorno.

La inhibición es algo que está, en el sentido más amplio de este término, en la dimensión del movimiento, y además *Freud* 58... no entraré en el texto... de todos modos, ustedes se acuerdan suficientemente del mismo para ver que él no pudo hacer de otro modo que hablar de la locomoción en el momento en que introdujo este término. Más amplio, este movimiento al que me refiero, el movimiento existe en toda función, aunque no fuese locomotriz; existe al menos metafóricamente, y en la inhibición, es de la detención del movimiento que se trata.

Detención {Arrêt}: ¿esto quiere decir que es solamente eso lo que inhibición es apropiada para sugerirnos? Fácilmente, ustedes objetarían también frenado. ¿Y por qué no? Se los acuerdo. No veo por qué no pondríamos — en una matriz que debe permitirnos distinguir las dimensiones en juego en una noción tan familiar para nosotros — por qué no pondríamos sobre una línea la noción de dificultad y, en otro eje de coordenadas, la que he llamado del movimiento. Esto es incluso lo que va a permitirnos ver más claro, pues es también esto lo que va a permitirnos volver a descender al suelo... al suelo de lo que no está velado por el término erudito, por la noción, incluso el concepto con el que uno *se las arregla* 59. 60

¿Por qué no nos servimos del término impedir {empêcher}? Sin embargo, es precisamente de eso que se trata. Nuestros sujetos están inhibidos, cuando nos hablan de su inhibición — y *nosotros mismos*61 cuando hablamos de eso en los congresos científicos — pero cada día, están perfectamente impedidos. Estar impedido, es un síntoma, e inhibido, es un síntoma puesto en el museo. Y si uno considera lo que eso quiere decir, estar impedido — sépanlo bien, *esto* 62 no implica ninguna superstición del lado de la etimología: me sirvo de ella cuando ella me sirve — de todos modos, impedicare quiere decir ser agarrado en la trampa {piège}. 63 Y eso, es una noción extremadamente preciosa, pues eso implica relación de una d imensión con algo diferente que viene allí a interferir y que *traba {empêtre}. Lo que nos interesa, lo que nos aproxima a lo que buscamos, a saber* 64, no la función, *término de referencia del movimiento difícil, sino* 65 el sujeto, es decir, lo que sucede bajo la forma, bajo el nombre de angustia. 66

Si pongo aquí impedimento {empêchement}, ustedes lo ven, estoy en la columna del síntoma. E inmediatamente, les indico aquello sobre lo cual nos veremos seguramente llevados a articular algo mucho más adelante, a saber, que la trampa, es la captura narcisística. Pienso que, al respecto, ustedes ya no están completamente en los elementos, en lo que concierne a la captura narcisística; quiero decir que ustedes recuerdan lo que, al respecto, articulé en último término, a saber, sobre el límite, que es muy preciso, que ella introduce en cuanto a lo que puede *investirse en el objeto, y que el residuo, la fractura, es de lo que no llega a investirse, para ser propiamente lo que da* 67 su soporte, su material, a la articulación significante que vamos a llamar, sobre el otro plano, simbólico, castración. El impedimento sobrevenido está ligado a ese círculo que hace que, por el mismo movimiento con el cual el sujeto avanza hacia el goce, es decir, hacia lo que está más lejos de él, encuentre esa fractura íntima, tan próxima. ¿Por qué? Por haberse dejado tomar en el camino por su propia imagen, por la imagen especular. Es esto la trampa.

Pero tratemos de ir más lejos, pues ahí estamos todavía en el nivel del síntoma. En lo que concierne al sujeto, ¿qué término traer aquí en la tercera columna? 68 Si impulsamos más adelante la interrogación del sentido del término inhibición: inhibición, impedimento, el tercer término que les propongo, siempre en el sentido de devolverlos al piso de lo vivido, a la seriedad irrisoria de la cuestión, les propongo el bello término de embarazo {embarras}. 69 Este nos será tanto más precioso cuanto que... ¡hoy la etimología me colma! manifiestamente el viento sopla para mí... si ustedes se percatan de que embarras, es muy exactamente el sujeto S revestido de la barra, 70 que la etimología imbaricare hace, propiamente hablando, la alusión más directa a la barra {barre}, barra, 71, como tal, y que igualmente está ahí la imagen de lo que se llama lo vivido más directo *de* 72 el embarazo. Cuando ustedes ya no saben qué hacer de ustedes, *dónde meterse* 73, tras qué parapetarse, es precisamente de la experiencia de la barra que se trata. Y además esta barra puede tomar más de una forma *y menos curiosa referencia* 74 que encontramos, si estoy bien informado, en numerosos dialectos donde l’embarrassée, la embarazada — ¿no hay españoles aquí?... tanto peor, pues se me afirma que la embarazada, sin recurrir al dialecto, quiere decir la mujer encinta {la femme enceinte}. Lo que es otra forma bien significativa de la barra en su lugar. 75

Y esto, para la dimensión de la dificultad. Ella desemboca en esa suerte de forma ligera de la angustia que se llama *el embarazo* 76.

En la otra dimensión, la del movimiento, ¿cuáles son los términos que vamos a ver perfilarse, descendiendo hacia el síntoma? Está *primero* 77 la emoción {émotion}, la emoción — me perdonarán ustedes que yo continúe fiándome a una etimología que hasta ahora me ha sido tan propicia — l’émotion, *de hecho, etimológicamente, se refiere* 78 al movimiento, salvo que nosotros daremos un pequeño retoque al poner allí el sentido goldsteiniano de: "arrojar fuera" {jeter hors}, ex, *fuera* 79 de la línea del movimiento, del movimiento que se desagrega, de la reacción que se llama catastrófica. 80 Es útil que yo les indique en qué lugar hay que ponerlo, pues, después de todo, hubo algunos para decirnos que la angustia era eso, la reacción catastrófica. Desde luego, creo que no carece de relación. ¿Qué es lo que no estaría en relación con la angustia? Pero se trata justamente de saber dónde está, verdaderamente, la angustia — el hecho, por ejemplo, de que se haya *podido* 81, y que además se lo haga sin escrúpulos, *servirse de* 82 la misma referencia *a la reacción catastrófica* 83 para designar la crisis histérica en tanto que tal, o incluso la cólera, en otros casos, prueba de todos modos suficientemente que eso no podría bastar para distinguir, para poner de relieve, para puntualizar dónde está la angustia.

Demos el paso siguiente: permanecemos siempre a igual distancia respetuosa *a dos grados de distancia* 84 de la angustia. ¿Pero hay en la dimensión del movimiento algo que responda más precisamente al piso de la angustia? Voy a llamarlo por su nombre, que reservo desde hace mucho tiempo, *para* 85 vuestro interés, como golosina. Quizá he hecho a él una alusión fugitiva, pero sólo las orejas particularmente prensiles han podido retenerlo: es el término conmoción {émoi} 86. Aquí la etimología me favorece de una manera literalmente fabulosa. ¡Me colma! Por eso no vacilaré, cuando primero les haya dicho todo lo que ella me aporta a mí, en abusar otra vez de ella. En todo caso, vayamos a eso.

El sentimiento lingüístico, como se expresan los señores Bloch y von Wartburg, al artículo de los cuales les indico expresamente que ustedes se remitan... 87

me excuso si esto debe resultar redundante con lo que voy a decirles ahora, tanto más redundante cuanto que lo que voy a decirles es su cita textual. Tomo lo que me conviene donde lo encuentro, le disguste a quien le disguste

... los señores Bloch y von Wartburg me dicen pues que el sentimiento lingüístico ha aproximado este término a la palabra justa, la palabra émouvoir {emocionar}. Ahora bien, desengáñense, no es nada de eso. El émoi {conmoción} no tiene nada que ver con la émotion {emoción}, para quien por otra parte sabe servirse de él. En todo caso, entérense — iré rápido — que el término esmayer , que antes de él esmais e incluso, hablando con propiedad, esmoi, esmais, si quieren saberlo, ya está atestiguado en el siglo trece, *y* 88 no han conocido, para expresarme con los autores, no han triunfado, sino en el dieciséis. Que esmayer tiene el sentido de "turbar {troubler}, espantar {effrayer}", y también "turbarse {se troubler}". Que esmayer es efectivamente empleado todavía en los dialectos y nos conduce al latín popular exmagare que quiere decir "hacer perder su poder, su fuerza", y que esto, este latín popular, está *ligado a un injerto de una* 89 raíz germánica occidental que, reconstituida, da magan, y que por otra parte no tenemos necesidad de reconstituir, puesto que en alto alemán y en gótico ella existe bajo esa misma forma y que, por poco que sean ustedes germanófonos, pueden relacionar con el mögen, con el may inglés... mögen alemán. En italiano smagare, espero, existe... ¿no de tal modo? — *Esto es* 90 Bloch y von Wartburg, en fin — y querría decir, de creerles, " desalentarse". Entonces, subsiste una duda. Como no hay aquí ningún portugués, no tendré objeción a recibir, no a lo que yo propongo, sino a Bloch y von Wartburg, al hacer venir esmagar, que q uerría decir "aplastar", lo que hasta nueva orden, retendré como teniendo para lo que sigue un gran interés. Les paso el provenzal.

Como quiera que sea, es seguro que la traducción que ha sido admitida, de Triebregung por émoi pulsionnel, es una traducción del todo impropia, 91 y justamente por toda la distancia que hay entre la émotion y el émoi. El émoi es turbación {trouble}, caída de potencia, la Regung es estimulación, para el llamado al desorden, incluso al motín. Por lo tanto, me fortificaré también con esta encuesta etimológica para decirles que hasta cierta época, más o menos la misma que lo que se llama, en Bloch y von Wartburg, el triunfo del émoi, motín {émeute} tuvo justamente el sentido de "emoción" {émotion} y no tomó el sentido de "movimiento popular" sino, aproximadamente, a partir del siglo diecisiete.

Todo esto, para hacerles sentir bien que aquí los matices, incluso las versiones lingüísticas evocadas, son apropiadas para guiarnos respecto de algo, a saber, que si queremos definir por medio de conmoción {émoi} un tercer lugar en el sentido de lo que quiere decir la inhibición, si buscamos que se reúna con la angustia, la conmoción, la turbación, el turbarse en tanto que tal nos indica la otra referencia que, por corresponder a un nivel, digamos, igual al de embarazo, no atiende a la misma vertiente. 92 La conmoción es el turbarse más profundo en la dimensión del movimiento. El embarazo es el máximo de la dificultad alcanzada.

¿Esto equivale a decir, por eso, que hayamos alcanzado la angustia? Las casillas de este pequeño cuadro están ahí para mostrarles que, precisamente, no lo pretendemos. Hemos llenado aquí, emoción {émotion}, conmoción {émoi}, estas dos casillas aquí, impedimento {empêchement}, embarazo {embarras}, aquellas ahí. Queda que ésta está vacía y ésa también. ¿Cómo llenarlas? Es un asunto que nos interesa mucho, y por un tiempo voy a dejárselos en el estado de adivinanza. ¿Qué poner en esas dos casillas? Esto tiene el mayor interés en cuanto a lo que es el manejo de la angustia.

 

Habiendo planteado este pequeño preámbulo, la referencia a la tríada freudiana de la inhibición, del síntoma y de la angustia, he aquí despejado el terreno para hablar de ella, diría doctrinalmente. Conducidos por estas evocaciones al nivel mismo de la experiencia, tratemos de situarla *ahora* 93 en un marco conceptual. La angustia, ¿qué es? Hemos descartado que sea una emoción. Y para introducirla, diré: es un afecto.

Quienes siguen los movimientos de afinidad o de aversión de mi discurso dejándose llevar a menudo por las apariencias, piensan sin duda que yo me intereso menos en los afectos que en otra cosa. Eso es completamente absurdo. Dado el caso, he tratado de decir lo que el afecto no es: no es el ser dado en su inmediatez, ni tampoco el sujeto bajo una forma de alguna manera bruta. No es, para decirlo, en ningún caso protopático. Mis observaciones ocasionales sobre el afecto no quieren decir otra cosa. Y es incluso justamente por eso que éste tiene una estrecha relación de estructura con lo que es, incluso tradicionalmente, un sujeto, y espero articulárselos de una manera indeleble, la próxima vez.

Por el contrario, lo que he dicho del afecto, es que no está reprimido, y esto, Freud lo dice como yo: 94 {el afecto} está desestibado, va a la deriva. Se lo encuentra desplazado, loco, invertido, metabolizado, pero no está reprimido. Lo que está reprimido, son los significantes que lo amarran. Esta relación del afecto con el significante necesitaría todo un año de teoría de los afectos. Ya una vez dejé aparecer cómo lo entiendo. Se los he dicho a propósito de la cólera. La cólera, les dije, es lo que sucede en los sujetos cuando las clavijitas no entran en los agujeritos. 95 Esto quiere decir ¿qué? Cuando, en el nivel del Otro, del significante, es decir siempre más o menos de la fe y de la buena fe, *no se juega el juego* 96, es eso lo que suscita la cólera. E igualmente, para dejarlos hoy sobre algo que los ocupe, voy a hacerles una simple observación. ¿Dónde es que Aristóteles trata mejor las pasiones? Pienso que, de todos modos, hay cierto número de ustedes que ya lo saben: es en el libro II de su Retórica. 97 Lo mejor que hay sobre las pasiones está tomado en la referencia, en el hilo, en la red de la retórica. Esto no es un azar. Eso, es el hilo. Es precisamente por eso que les he hablado del hilo a propósito de las primeras puntualizaciones lingüísticas que he tratado de darles. No he tomado esa vía dogmática de hacer preceder por una teoría general de los afectos lo que tengo para decirles acerca de la angustia. ¿Por qué? Porque aquí no somos psicólogos, somos psicoanalistas. Yo no les desarrollo una *psicología* 98 directa, lógica, un discurso de esa realidad irreal que llamamos "psique", sino una praxis que merece un nombre: erotología. Se trata del deseo, y el afecto por donde se nos solicita, tal vez, que hagamos surgir todo lo que ** 99 comporta como consecuencia universal, no general, sobre la teoría de los afectos, es la angustia.

Es sobre el *filo* 100 de la angustia que tenemos que mantenernos, y es sobre este filo que yo espero conducirlos más lejos la próxima vez.

Notas

1 Para los criterios que rigieron la confección de la presente Versión Crítica, consultar nuestro Prefacio : «Sobre una Versión Crítica del Seminario 10 de Jacques Lacan, L’angoisse, y nuestra traducción». Para las abreviaturas que remiten a los diferentes textosfuente de esta Versión Crítica, véase, al final de esta clase, nuestra nota sobre las FUENTES PARA EL ESTABLECIMIENTO DEL TEXTO, TRADUCCIÓN Y NOTAS DE ESTA 1ª SESIÓN DEL SEMINARIO.

2 Esta 1ª sesión del seminario ocupa el Capítulo I de JAM/S, y quien estableció dicho texto lo tituló: L’ANGOISSE DANS LE FILET DES SIGNIFIANTS {LA ANGUSTIA EN EL HILO DE LOS SIGNIFICANTES}, antecediéndolo con el siguiente índice temático: El deseo del Otro / Hacia una orografía de la angustia / Seriedad, preocupación, espera / Inhibición, impedimento, embarazo / Inhibición, emoción, conmoción.

3 ROU y JAM/S presentan "el grafo" {c} como ya estando en el pizarrón desde el comienzo mismo de la sesión junto con los otros dos esquemas {a y b}, mientras que AFI y CHO lo sitúan más adelante, y falta en JL. Aquí es preciso, además, señalar lo siguiente: el grafo ofrecido por las versiones AFI y JAM/S, que es el que reproducimos, presenta una sensible diferencia con el proporcionado por la versión CHO, reiterado por IA, así como por la versión ROU. En estas últimas, m está a la derecha, mientras que i(a) está a la izquierda, a la manera en que Lacan lo hacía en los Seminarios 5, Las formaciones del inconsciente, y 6, El deseo y su interpretación. La alternativa escogida por esta Versión Crítica es la definitiva, tal como aparece por ejemplo en el escrito Subversión del sujeto y dialéctica del deseo en el inconsciente freudiano, sin que podamos asegurar que fue ésa, efectivamente, la que ofreció Lacan en el pizarrón. En cuanto al matema S(A) de las versiones CHO y su derivada IA, allí donde el lector esperaría s(A), se trata efectivamente de un error o errata de las mismas.

4 JAM/S: [sorpresa]

5 La Sociedad Francesa de Psicoanálisis, fundada en 1953, a partir de la escisión de la Sociedad Psicoanalítica de París. — La nota ad hoc de ROU remite a las Jornadas de octubre de 1962, sobre el fantasma, y a la revista La Psychanalyse, vol. 8, Paris, PUF, 1964. En su «Annexe II» la mencionada versión publica las Notas tomadas por Claude Conté e Irene Roublef en esas Jornadas — cf. Jacques LACAN, Jornadas de otoño de 1962 (Octubre). Introducción al seminario sobre La angustia, intervención de Lacan en las Jornadas Provinciales de la Sociedad Francesa de Psicoanálisis, el 21 de Octubre de 1962; traducción y notas de Ricardo E. Rodríguez Ponte, para circulación interna de la Escuela Freudiana de Buenos Aires. — He adjuntado este texto como Anexo 1 de la versión crítica de esta sesión del Seminario.

6 {Vous verrez que celle de l’angoisse n’est pas loin de cellelà, pour la raison que c’est bel et bien la même.} / JAM/S: [Verán que la estructura de la angustia no está lejos de ella, por la razón de que es verdaderamente la misma. {Vous verrez que la structure de l’angoisse n’en est pas loin, pour la raison que c’est bel et bien la même.}] — La palabra "estructura", en esta segunda ocasión, es añadido de la versión Seuil, e inclina hacia un sentido lo que en la transcripción es por lo menos ambiguo, en la medida que el "su lugar" de la frase anterior en francés se dice en femenino: sa place. Ahora bien, no es lo mismo afirmar que la estructura del fantasma es la misma que la estructura de la angustia, que afirmar que el lugar del fantasma es el mismo que el de la angustia. Esto último apuntaría a dirimir dichos lugares en el grafo al que se refiere Lacan a continuación.

7 Es aquí que AFI y CHO sitúan "el grafo".

8 JAM/S: [A la izquierda, éste]

9 Al revisar la dactilografía, Lacan tachó las palabras: *yo lo completo*

10 Los lectores de Alexandre Dumas padre no necesitan que se les recuerde que la pera de angustia es un balón que puede usarse para amordazar.

11 Lo entre asteriscos fue añadido por Lacan al revisar la dactilografía.

12 Lacan se refiere al crosscap, introducido por él en su Seminario 9, La identificación, y sobre el que volverá en el curso de este Seminario sobre La angustia. — JAM/S, mediante una interpolación, vuelve explícita esta referencia: [la del crosscap]

13 Al revisar la dactilografía, Lacan tachó la palabra: *que*

14 JAM/S: [a pesar de]

15 Lo entre asteriscos fue añadido por Lacan al revisar la dactilografía.

16 Al revisar la dactilografía, Lacan sustituyó las palabras *no presento* por las del texto.

17 JAM/S: [Como lo confirma hasta cierto punto]

18 IA opta por otro sentido de tamponner: "taponar".

19 Mantengo la sintaxis de Lacan, tal como la ofrecen los textosfuente consultados, pero el lector tendrá presente que "esencial" califica a la "relación" y no a la "angustia". Esta observación no es de traducción, sino de doctrina. — La redacción de JAM/S evita el peligro: [la relación esencial de la angustia con]

20 Lacan se refiere a lo expuesto en la sesión del 4 de Abril de 1962, clase 16 de su Seminario sobre La identificación.

21 He adjuntado una información referida a la gruta de los Tres Hermanos, y a la mencionada "máscara animal" del hechicero, como Anexo 2 de la versión crítica de esta sesión del Seminario.

22 Nota al margen de ROU: ¿Qué me quiere?

23 *de lo que introduce en la doctrina freudiana el "Che vuoi?"*

24 Y también el castellano.

25 JAM/S: [sino también una interrogación suspendida]

26 Algunas versiones incluyen aquí esta interpolación: *$a d y mi(a)*, que no existe en JL.

27 Al revisar la dactilografía, Lacan sustituyó la palabra *puntos* por la del texto.

28 Al margen de todo este párrafo, ROU vuelve a reproducir el grafo, como si Lacan se hubiera estado remitiendo a él mientras hablaba. JAM/S lo hace al final del mismo, pero en forma manuscrita, e indicando solamente los puntos:$a , d, m e i(a).

29 {étapes} / *estos dos pisos {étages}*

30 *otro* / JAM/S: [otro]

31 Al revisar la dactilografía, Lacan añadió los términos entre asteriscos.

32 *erografía*

33 Al revisar la dactilografía, Lacan añadió los términos entre asteriscos.

34 JAM/S: [producirla]

35 En particular: Søren KIERKEGAARD, El concepto de la angustia, hay versión castellana.

36 Leon Chestov (18661938), filósofo ruso exilado en París luego de la Revolución de Octubre, su perspectiva coincide parcialmente con la problemática erigida por Kierkegaard. Salvo ROU, los demás textosfuente, si no Lacan, transcriben erróneamente su nombre: "Chostov ".

37 Nikolái Alexándrovich Berdiáiev (18721948), filósofo ruso, revolucionario al principio, que de todos modos finalmente debió exilarse en Berlín y París tras la Revolución de Octubre; luego de un intento de síntesis entre Marx y Kant, se inclinó por fin hacia una especie de existencialismo cristiano con vetas místicas.

38 {méconnue} / *¿pero cómo? {mais comment?}*

39 *se confina*

40 Al revisar la dactilografía, Lacan sustituyó el término *da* por el del texto.

41 Al revisar la dactilografía, Lacan sustituyó los términos *de sus imágenes a* por los del texto.

42 Sigmund FREUD, «Análisis de la fobia de un niño de cinco años» (1909), en Obras Completas, Volumen 10, Amorrortu editores, Buenos Aires, 1980.

43 la fonction du sérieux cf. JeanPaul SARTRE, El ser y la nada, Editorial Losada, Buenos Aires, 1966, pp. 8384: "La angustia es, pues, la captación reflexiva de la libertad por ella misma; en este sentido es mediación, pues, aunque concien cia inmediata de sí, surge de la negación de las llamadas del mundo; aparece desde que me desprendo del mundo en que me había comprometido, para aprehenderme a mí mismo como conciencia dotada de una comprensión preontológica de su esencia y un sentido prejudicativo de sus posibles; se opone al espíritu de seriedad, que capta los valores a partir del mundo y que reside en la sustantificación tranquilizadora y cosista de los valores. En la seriedad, me defino a partir del objeto, dejando a un lado a priori como imposibles todas las empresas que no voy a emprender y captando como proveniente del mundo y constitutivo de mis obligaciones y de mi ser el sentido que mi libertad ha dado al mundo. En la angustia, me capto a la vez como totalmente libre y como incapaz de no hacer que el sentido del mundo le provenga de mí".

44 Nota de ROU: "Être et temps, Paris, Gallimard, 1986 (el discurso ya no está interrumpido, puesto que esta edición da la traducción, largo tiempo esperada, de la segunda parte de Sein und Zeit)". — Esta nota me permitió precisar como "interrumpido" el sentido de la palabra rompu.

45 Traduzco así lo que en la versión AFI reza: "elle est fondamentale, elle est du «tout», elle est de «l’on», elle est de l’omnitude du quotidien humain". Salvo las comillas, CHO no presenta diferencias. No se entiende entonces por qué, en su derivada IA, en este lugar leemos: "ella es fundamental, ella es lo todo, ella es on, ella es la omnitud del cotidiano humano". Supongo que la diferencia de traducción de este fragmento (diferencia respecto de la que yo propongo) surge directamente de que la versión IA se negó o no atinó a traducir el vocablo on, que ni en francés, ni (restituido el contexto) en "heideggeriano", por así decir, ofrece mayores dificultades. Verosímilmente, aunque admito no haber consultado la versión francesa de Sein und Zeit, de Heidegger (cf. Martin HEIDEGGER, El ser y el tiempo, versión castellana de José Gaos, Fondo de Cultura Económica, Cuarta edición en español, revisada, México, 1971), supuesto que Lacan no haya utilizado directamente la versión alemana, l’on traduce das Man, que la traducción canónica de José Gaos vierte como "el «uno»" y otras como "el Se" (cf. op. cit. , § 27. El cotidiano "ser sí mismo" y el "uno", pp. 142 y ss.). Resumir a Heidegger, incluso a veces parafrasearlo, suele concluir en el despropósito, en el que deliberadamente y a sabiendas nos arriesgamos a incurrir, dado el lugar marginal que nos damos, de la mano no siempre sutil de Maurice Corvez: "Antes que pueda ser «yo», en un cierto nivel de experiencia, el hombre no es él mismo: los otros le han robado su ser. El tiene un manto de Dasein que es, entre los otros, alguna cosa de impersonal: el Se, das Man" (cf. Maurice CORVEZ, La filosofía de Heidegger, Breviarios del Fondo de Cultura Económica, México, 1970, p. 36). — Se entiende, de paso, por qué he optado por se, y no por uno, para traducir el pronombre personal indefinido on : es que no se trata de ninguna referencia a la unidad, sea cual fuere. Un empleo será más ilustrativo que todas las definiciones que proporciona el Petit Robert: "Al ver esas nubes uno (se) diría que va a llover". — La versión JL recuerda que es obra de dactilógrafa: "elle est fondamentale, elle es de tous, elle est de l’eau, elle est de l’omnitude du quotidien humain" {ella es fundamental, es de todos, es del agua, etc.}, pero, como ROU lo señala al margen, al revisar la dactilografía, Lacan sustituyó los términos *de todos* y *l’eau* por los del texto. — No obstante, la versión JAM/S mantuvo el [de todos].

46 souci Lo que vierto como "preocupación", y podría haberlo hecho por "cui dado", remite a la palabra heideggeriana Sorge, que suele traducirse por "cu ra" (cf. Martín HEIDEGGER, op. cit., Capítulo VI: La cura, ser del "ser ahí", § 39. La cuestión de la totalidad original del todo estructural del "ser ahí", pp. 200 y ss., y José GAOS, Introducción a EL SER Y EL TIEMPO de Martín Heidegger, Fondo de Cultura Económica, México, 1971). No obstante, este término debería distinguirse tanto de la cure ("cura") del título del escrito de Lacan: La direction de la cure et les principes de son pouvoir («La dirección de la cura y los principios de su poder») como de la guérison ("curación"), la que en todo caso llegaría por añadid ura en un psicoanálisis, y sobre la cual, "desde un punto de vista metodológico", Lacan pondrá su signo de interrogación al comienzo de la clase 5 de este Seminario, el 12 de Diciembre de 1962.

47 *nuestra*.

48 Al revisar la dactilografía, Lacan añadió los términos entre asteriscos.

49 Al revisar la dactilografía, Lacan añadió al margen la siguiente nota: "Green sobre el pensamiento salvaje", con lo que se refiere seguramente a lo que en la siguiente sesión del Seminario nombrará como "pequeño trabajo", a saber, el artículo que André GREEN , poco después, publicaría en el nº 194 de Critique: «La psychanalyse devant l’opposition de l’histoire et de la structure» (versión castellana de José A. Castorina: «El psicoanálisis ante la oposición de la historia y la estructura», en AA.VV., Estructuralismo y psicoanálisis, Ediciones Nueva Visión, Buenos Aires, 1970). En dicho texto, el autor parte del debate entablado entre dos textos que se habían publicado recientemente: Crítica de la razón dialéctica, de JeanPaul SARTRE, y la crítica que éste recibe en el capítulo IX, «Historia y dialéctica», del libro El pensamiento salvaje, de Claude LÉVISTRAUSS (de ambos textos hay también versión castellana).

50 {quant à moi. Ma foi} Al revisar la dactilografía, Lacan modificó la puntuación *En cuanto a mí, se los aseguro {Quant à moi, ma foi}* por la del texto. / JAM/S desatendió dicha modificación: [En cuanto a mí, se los aseguro]

51 *que*

52 {fou} — *impreciso* {flou}

53 Al revisar la dactilografía, Lacan añadió el término entre asteriscos. JAM/S lo omite.

54 Al margen de este párrafo, ROU reproduce este esquema que ya estaba en el pizarrón como si Lacan se hubiera remitido a él mientras hablaba.

55 {ces} / *sus* {ses}

56 Según la sintaxis de AFI y ROU, de la misma de CHO salvo un punto, y de JL salvo dos puntos, no hay que buscar la angustia en el medio de ese pequeño círculo con las dos o tres flechas que se separan dirigiéndose a los tres términos de preocupación, seriedad y espera. En cambio, IA interpreta algo sensiblemente diferente, tal vez guiada por el hecho de que en CHO no está el corte de párrafo por el que nos decidimos nosotros: la angustia *No ha de ser buscada en medio de Inhibición, síntoma y angustia*, paradoja que, por otra parte, no resultaría ajena al estilo de Lacan.

57 Sigmund FREUD, Inhibición, síntoma y angustia (1926 [1925]), en Obras Completas, Volumen 20, Amorrortu editores, Buenos Aires, 1979.

58 *Freud habla de la locomoción cuando la introduce*

59 *se las arregla siempre*

60 Al margen de este párrafo, ROU reproduce el esquema siguiente, como si Lacan lo fuera completando mientras hablaba.

61 Al revisar la dactilografía, Lacan sustituyó el término *cuando* por los del texto.

62 Al revisar la dactilografía, Lacan añadió el término entre asteriscos.

63 piège (trampa) deriva del latín pedica (lazo en los pies), que a su vez deriva de pes, pedis (pie).

64 Al revisar la dactilografía, Lacan sustituyó los términos *traba {empêtre} lo que nos interesa, lo que nos aproxima {...}* por los del texto. / JAM/S: [en lo que nos interesa, impide {empêche}]

65 JAM/S: [término de referencia, no el movimiento, vuelto difícil, sino verdaderamente]

66 Al margen de este párrafo, ROU reproduce el esquema siguiente, como si Lacan lo fuera completando mientras hablaba.

67 *investir en el objeto y que el relato // la fractura es que no llega a investirse, al ser propiamente lo que da* / *investirse en el objeto y que en la imagen la fractura es de lo que no llega a investirse, viene a ser propiamente lo que da* / *investirse en el amor [...]* / JAM/S: [investirse en el objeto, en tanto que el falo permanece investido autoéróticamente. La fractura que resulta de ello en la imagen especular viene a ser propiamente lo que da]

68 cf. el esquema, que sigue completándose, al final de este párrafo.

69 Este párrafo se malentendería completamente, debido a la homonimia, si no se tiene en cuenta lo siguiente: el término francés embarras {embarazo} y los de su familia, por así decir: embarrasser {embarazar} y embarrassé, ée {embarazado, embarazada} sólo remiten a los significados de "impedimento", "dificultad", "molestia", "obstáculo", etc., y hasta "indigestión" o "una situación molesta y fastidiosa", sin remitir de ningún modo a nuestro embarazo en el sentido de la preñez, para el que el francés tiene el término grossesse. Incluso el término enceinte {encinta}, sólo como adjetivo, pero no como sustantivo, remite al sentido "ginecológico" de nuestro embarazo. De allí la conclusión de este párrafo: es efectivamente en español, y no en francés, que l’embarrassée, "la embarazada", quiere decir "la mujer encinta".

70 Por las dudas, JAM/S aclara: [$]

71 Sigo aquí a ROU , pues los demás textosfuentes, incluso JAM/S, dan bara, y no barra. Ahora bien, el Petit Robert da, como referencia etimológica del francés barre, el latín barra.

72 Al revisar la dactilografía, Lacan añadió el término entre asteriscos.

73 *ustedes se encuentran* / *ustedes buscan* / *no encuentran*

74 *Curiosa referencia* / *Curiosas referencias*

75 Aun sin desconocer la multivocidad que el significante barra, como cualquier significante, posee, por qué no evocar aquí lo que el contexto relativo al "ya no hay tras qué parapetarse" del sujeto, incluso a la embarazada (que Lacan pronuncia en español), a mi entender, volvería pertinente, a saber, aquella definición del significante fálico en el Seminario 6, El deseo y su interpretación: "Ese significante del que el Otro no dispone {...} pueden reconocerlo dondequiera que está la barra, el significante oculto, aquel del que el Otro no dispone, y que es justamente el que les concierne, es el mismo que hacen entrar en juego en tanto que ustedes, pobres tontos, desde que nacieron, están tomados en ese sagrado asunto del logos. A saber, es la parte de ustedes que en eso es sacrificada, y sacrificada no pura y simplemente, físicamente, como se dice, realmente, sino simbólicamente, y que no es nada, esa parte de ustedes que ha tomado función significante {...} es muy exactamente esa función enigmática que llamamos el falo..." — cf. Jacques LACAN, op. cit., clase 14, del 8 de Abril de 1959, versión AFI , la traducción es mía.

76 Al revisar la dactilografía, Lacan sustituyó los términos *la barra {la barre}* por los del texto.

77 Al revisar la dactilografía, Lacan añadió el término entre asteriscos.

78 *hace etimológicamente referencia*

79 Al revisar la dactilografía, Lacan añadió el término entre asteriscos.

80 Nota de ROU: "K. Goldstein [Der Aufbau des Organismus, Haag, M. Nijhoff, 1934] La structure de l’organisme, Paris, Gallimard Tel, 1983 [p. 32 et "Le phénomène de l’angoisse" p. 247 ss.]".

81 {pu} / *tenido* {eu}

82 Al revisar la dactilografía, Lacan añadió los términos entre asteriscos.

83 Al revisar la dactilografía, Lacan añadió los términos entre asteriscos.

84 *a dos grandes rasgos* / JAM/S: [a una distancia de dos casillas]

85 Al revisar la dactilografía, Lacan sustituyó el término *en* por el del texto.

86 Argumentar una traducción apelando a los sentidos de la lengua receptora en el punto mismo donde Lacan, en la lengua de origen, se jacta de que "aquí la etimología me favorece de una manera literalmente fabulosa", sería contrasentido. Pero tampoco estaría la solución en un diccionario etimológico del castellano, cuando Lacan siempre sostuvo lo que por ejemplo, entre mil otros, leemos en la sesión del 1º de Febrero de 1961, clase 10 del Seminario 8, La transferencia en su disparidad subjetiva, su pretendida situación, sus excursiones técnicas —establecimiento del texto, traducción y notas de Ricardo E. Rodríguez Ponte, para circulación interna de la Escuela Freudiana de Buenos Aires— a propósito del término agalma: "Sepan simplemente que es de la multiplicidad del despliegue de las significaciones que yo les desprendo la función central, que hay que ver en el límite de los empleos. Pues, desde luego, en la línea de la enseñanza que les doy, no tenemos la idea de que la etimología consiste en encontrar el sentido en la raíz". Pero, y por sobre todo, ¿por qué no anticipar desde ahora, que en la sesión del 25 de Junio de 1963, anteúltima clase de este Seminario sobre La angustia, Lacan propondrá que "el émoi, en esta correlación, no es otra cosa que el a mismo", lo que a mi entender, dado el alcance de la apuesta —cf. las notas de "resto", de "real", de "causa", etc. que este peculiar "objeto" adquirirá en el curso de este Seminario—, desbarata cualquier intento serio de traducción? Salvo que, tampoco, tenemos por qué suponer que Lacan, en la primera clase del mismo, tenía adquirido lo que ofrecería en la anteúltima, por lo que por el momento ofrezco una traducción, provisoria por todo lo antedicho, que juzgo preferible a la que por hoy suele emplearse. Digo entonces que la palabra conmoción contiene en sus empleos una ambigüedad por la que remite tanto al sentido de un sacudimiento o perturbación violenta, al tumulto y al desorden, incluso a un movimiento sísmico, como, vía su empleo en medicina, a la pérdida de potencia en el aturdimiento de una conmoción cerebral, por ejemplo. Pero, fundamentalmente, la opción por conmoción para traducir émoi, aparte de —relativamente— ajustada, me parece preferible al término turbación por el que optó la versión IA, que unos párrafos más adelante, cuando Lacan diga L’émoi, c’est le "se troubler" le plus profond..., la obligará a "traducir" de esta manera: "El émoi es el turbarse más profundo..." para evitar la tautología. — De todos modos, como quizá la cosa no es tan unívoca en el francés como la pretende Lacan, el lector no perderá el tiempo si consulta un par de anexos publicados en el número 2 de la revista opacidades, específicamente: de Irene Agoff, su «Nota del seminario "La Angustia" a la traducción del "émoi"», y el que la revista titula «Apostillas de Diccionarios» — cf. opacidades, revista de psicoanálisis, nº 2, école lacanienne de psychanalyse, Buenos Aires, noviembre de 2002, pp. 282 y ss

87 Nota de ROU (parcial): "O. Bloch u. W. von Wartburg, Dictionnaire étymologique de la langue française, Paris, PUF, 1986". — Lo que sigue de la nota transcribe la entrada Émoi del mencionado diccionario, que es la que Lacan cita en el Seminario... no textual, como afirma no obstante, sino casi textualmente, por lo que quizá sea interesante recuperar la frase de la que Lacan cita sólo la mitad: "El sentimiento lingüístico aproxima hoy émoi al verbo émouvoir, de dónde la expresión doux émoi {dulce emoción}". El "desengáñense" de Lacan, sin embargo, estaría justificado porque esta expresión es una de las escasas ocasiones en que el término émoi es tomado "a buena parte", como leemos en el Diccionario de las Lenguas Francesa y Española comparadas de Nemesio Fernández Cuesta, que en la entrada Émoi aporta estos datos de etimología: "algunos etimologistas relacionan esta voz con émouvoir, y la hacen derivar de emovere; pero parece ser una forma equivalente a la provenzal esmai; catalán esmay, desmay; italiano smago; español desmayo, o sea del prefijo romano es y el antiguo alto alemán magan, poder, ser fuerte, o sea acción de quitar la fuerza, el poder; gótico mag, fuerte, grande; latín magnus; griego megas; sánscrito mahat; raíz mah, ser grande, crecer, poder" — op. cit., Tomo I, Ediciones Anaconda, Buenos Aires, 1946.

88 Al revisar la dactilografía, Lacan añadió el término entre asteriscos.

89 Al revisar la dactilografía, Lacan sustituyó los términos *un injerto, relación de una* por los del texto.

90 *Según*

91 Quizá atendiendo a estas indicaciones, J. Laplanche y J.P. Pontalis, en su Vocabulaire de la Psychanalyse, proponen como traducción de Triebregung el término motion pulsionelle, que los traductores al castellano del mismo vierten como moción pulsional. Idéntica opción siguió José Luis Etcheverry en su traducción de las Obras Completas de Freud que publicó Amorrortu editores.

92 En este párrafo, a diferencia del anterior, ya no se trata, o ya no se trata solamente, de etimología, sino de la inhibición, el síntoma, la angustia, el impedimento, el embarazo, la emoción y la conmoción en tanto nociones de la clínica.

93 Al revisar la dactilografía, Lacan añadió el término entre asteriscos.

94 Sigmund FREUD, «Lo inconsciente» (1915), en Obras Completas, Volumen 14, Amorrortu editores, Buenos Aires, 1979. Véase especialmente el apartado III, sobre los "Sentimientos inconscientes".

95 "Esta psicología de los afectos, quizá tendremos que hacerla juntos algún día. {...} Aquí simplemente podría, al pasar, indicarles la línea en la cual creo que se podría decir algo, situar con exactitud si esta hipótesis de trabajo que les sugiero, pega o no pega, a saber, que la cólera es una pasión, pero que se manifiesta pura y simplemente por tal o cual correlato orgánico o fisiológico, por tal o cual sentimiento más o menos hipertónico, incluso de elación; que quizá la cólera necesite algo como un tipo de reacción del sujeto; que haya siempre ese elemento, fundamentalmente, de una decepción, de un fracaso en una correlación esperada entre un orden simbólico y la respuesta de lo real. Dicho de otro modo, que la cólera es esencialmente algo ligado a esta fórmula que quisiera tomar prestada de Péguy, quien la dijo en una circunstancia humorística: «Es cuando las clavijitas no entran en los agujeritos»." — Jacques LACAN, L’éthique de la psychanalyse, Séminaire 19591960, Éditions de l’Association Freudienne Internationale, Paris, 1999. Sesión del 20 de Enero de 1960, la traducción es mía.

96 {on ne joue pas le jeu} ÿ *no se juega yo juego {on ne joue pas je jeu}*

97 ARISTÓTELES, Retórica, Biblioteca Básica Gredos, Editorial Gredos, Madrid, 2000. Un recuerdo parcial del sumario de este libro II será suficientemente ilustrativo de lo que afirma Lacan: 2. La ira, 3. La calma, 4. El amor y el odio, 5. El temor y la confianza, 6. La vergüenza y la desvergüenza, 7. El favor, 8. La compasión, 9. La indignación, 10. La envidia, 11. La emulación.

98 *psicosis* / *cosa*

99 JAM/S: [este discurso] — esta interpolación cambia el sentido.

100 {tranchant} / Al revisar la dactilografía, Lacan sustituyó los términos *gran campo {grand champ}* por el del texto.

 

FUENTES PARA EL ESTABLECIMIENTO DEL TEXTO, TRADUCCIÓN Y NOTAS DE ESTA 1ª SESIÓN DEL SEMINARIO

JL Jacques LACAN , L’angoisse, Séminaire 1962-1963. Lo que Lacan hablaba era recogido por una taquígrafa, luego decodificado y dactilografiado, y el texto volvía a Lacan, quien a veces lo revisaba y corregía. De dicho texto se hacían copias en papel carbónico y luego fotocopias. La versión dactilografiada que utilizamos como fuente para esta Versión Crítica se encuentra reproducida en http://www.ecole-lacanienne.net/index.php3 , página web de l’école lacanienne de psychanalyse.

ROU Jacques LACAN , L’angoisse, dit "Séminaire X", Prononcée à Ste. Anne en 1962-1963, Paris, 2003. Por razones de índole legal, los autores de las transcripciones no se identifican a sí mismos. No obstante, esta versión se atribuye con suficientes razones a Michel Roussan, quien efectuó un notable trabajo de transcripción y aparato crítico a partir de varios textosfuente, entre ellos la dactilografía y notas de asistentes al Seminario, como Claude Conté, Françoise Doltó, Ginette Michaud, Jean Oury, MarieClaire BoonsGrafé, y probablemente Wladimir Granoff, Piera Aulagnier y François Perrier. Esta transcripción crítica destaca también que en la versión dactilografiada de este Seminario La angustia encontramos, entre los muchos añadidos manus critos sobre y en los márgenes de la dactilografía que tras muchas copias y copias de copias llamamos JL, y con alguna posibilidad de identificarlas, las anotaciones manuscritas y correcciones del propio Lacan.

AFI Jacques LACAN , L’angoisse, Séminaire 1962-1963. Publication hors commerce. Document interne à l’Association freudien ne internationale et destiné a ses membres. Paris, 1998.

CHO | Jacques LACAN, L’angoisse, Séminaire 1962-1963. Fuente fotocopiada atribuída a M. Chollet, se encuentra en la Biblioteca de la E.F.B.A. codificada como CG181/1 y CG181/2.

IA Jacques LACAN, Seminario 10, La angustia, impreso exclusivamente para circulación interna de la Escuela Freudiana de Buenos Aires, Traducción: Irene M. Agoff, Revisión Técnica: Equipo de Traductores de la E.F.B.A. y la colaboración de Isidoro Vegh y Juan Carlos Cosentino. Esta versión publicada originalmente en fichas, cuya fuente francesa es presuntamente CHO, se encuentra en la Biblioteca de la E.F.B.A. codificada como C0698/01.

JAM/S Jacques LACAN, LE SEMINAIRE livre X, L’angoisse, 1962-1963, texte établi par JacquesAlain Miller, Éditions du Seuil, Paris, 2004.

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Revista de Psicoanálisis y Cultura
Número 22 Diciembre 2005
www.acheronta.org