Acheronta  - Revista de Psicoanálisis y Cultura
Editorial Acheronta 18 - parte 2
Como trabajamos en Acheronta
Albert Garcia i Hernandez
Consejo de Redacción Acheronta

Usted tiene en su monitor el número 18 de Acheronta.

Habrá comprobado la extensión de este ejemplar, más o menos igual a la de los anteriores.

Digamos que a principios de diciembre, mucho antes de editarlo, habíamos recibido más de sesenta artículos. La mayoría cuenta con más de diez páginas. Pero como hay alguno de cuatro, de cinco o de seis, haremos un cálculo generoso por debajo. Digamos, pues, que este número tiene más de seiscientas páginas.

El consejo de redacción, formado en la actualidad por siete personas ha leído esas más de seiscientas páginas. Quizá todos no hemos leído todas las páginas. A veces, a causa del idioma. Pero el objetivo ha sido siempre, y es, leerlo todo, discutirlo, decidir cómo maquetarlas y clasificarlas antes de editarlas. No sólo eso. Hace tiempo que se decidió asumir un trabajo más: redactar las presentaciones de cada uno de sus apartados. Esas presentaciones vienen a ser el resumen del trabajo personal y colectivo de este consejo respecto de los textos recibidos. Y, a veces, las claves para entender por qué otros no se han publicado.

Hemos dicho siete miembros del CR.
Hay cuatro en Argentina, pero separados, físicamente, a muchos kilómetros.
Uno en Chile.
Otro en USA.
Y otro en España.

Es decir, las lecturas, debates, decisiones, etc., pasan por el correo electrónico y, naturalmente, por circunstancias como la diferencia horaria de hemisferios, cosa estrambótica a primera vista pero que no evita el tener vacaciones o cursos lectivos cruzados.

Salvo alguna excepción, el CR está formado por miembros que se han "conocido" en esta tarea. Conlleva esto que ni siquiera se conocen físicamente. Conlleva, por supuesto, que la historia personal de cada uno es, también, el bagaje (positivo y/o negativo) aportado en ese encuentro.

Con estos datos, para quien haya iniciado la aventura de la edición, o para quien sin haberlo hecho pueda sospecharlo, comprenderá la serie de dificultades que todo ello entraña.

Tampoco se le escapará a nadie que siendo la pertenencia al CR una función no remunerada, no laboral ni lucrativa, sino una apuesta que podrá responder vagamente a una parcela del deseo de los implicados, esta tarea se lleva a cabo robando tiempo a la vida cotidiana de cada uno.

Del mismo modo, no es difícil adivinar que esa permanente correspondencia virtual (una media de cuatrocientos mensajes al mes entre el CR) ha supuesto una experiencia que, dadas las características -si me permiten- de los colectivos agrupados en torno al psicoanálisis, ha dado unos frutos insólitos, entre los cuales me gustaría mencionar una total libertad de expresión y una ausencia remarcable de ciertos "vicios" como la sospecha o la sobreinterpretación de las palabras, de las opiniones, incluso de los exabruptos. Trabajar de esa manera hace que poco a poco se vaya condensando el lenguaje y no es de extrañar que en muchas ocasiones al emitir un juicio o una opinión dirigidos a un colaborador de Acheronta, éste tenga dificultades en entenderlo. Pedimos disculpas y, también, comprensión. Es imposible resumir en un comunicado de ese tipo el producto de todo un proceso y de toda una dinámica desarrollada en unos años dentro de este CR. El malentendido que nos acompaña toda la vida puede agravarse cuando el lenguaje procede de un grupo en que se eliden caminos y matices porque las claves ya están entendidas en su interior. Es por eso que a veces hemos tenido que explicitar con más detalle comentarios dirigidos a colaboradores que, en su primera redacción, resultaron confusos o, simplemente mal entendidos.

Estábamos hablando de seiscientas páginas de textos, selección, traducciones, reportajes, transcripciones, comentarios, debates, etc., por lo menos cada seis meses. Más certeramente: cada seis meses no, pues los textos llegan cuando llegan y a veces lo hacen de golpe en un solo mes. Estamos hablando de muchas, muchas horas.

La existencia del CR de la revista Acheronta es producto de un acto personal decidido por su director Michel Sauval, a mitades del año 2000, que propuso extender la responsabilidad de la edición a unas personas por las que apostó y que aceptaron.

Así que después de diez números de Acheronta, se inició una nueva andadura con el número once. Mitad del año 2000.

Vale la pena tener en cuenta este dato. Volver, ahora, a ese contexto.

Sin ir más allá de las cosas, hay que recordar la serie de avatares, sobre todo institucionales, que se estaba desarrollando y semiconcluyendo en ese momento. Por poner un solo ejemplo, la AMP vio nacer los Foros. Y los Foros fueron ajustando "sus partos" hasta constituir los nombres de la nueva familia. Sólo por citar un solo ejemplo.

Un periodo no exento de tensiones, truculencias, segregaciones y, sobre todo, un periodo en que permanecía la desconfianza y la prudencia antes de dar cualquier paso. En eso, ese tiempo no fue ajeno a cualquier otro en que algo se constituye y cada cual decide de qué lado está. Y, también, se atiene a las consecuencias. Un periodo, digámoslo, poco favorable a apuestas cuando todavía dolían heridas recientes o se preparaban nuevas.

Recuerdo personalmente la arriesgada invitación de Sauval de la que extraigo alguno de sus párrafos:

"Acheronta se ofrece como un espacio que abre dos posibilidades diferentes: un espacio independiente donde es posible, sino un dialogo, al menos una yuxtaposición de textos de orientaciones diferentes, y por lo tanto una posibilidad de reflexión a partir de esas contradicciones; y un espacio donde el trabajo de transmisión se realiza, no por la vía de decir lo que esta bien y lo que esta mal, sino por este juego de las contradicciones entre estas yuxtaposiciones, de las que el buen lector puede hacer otro uso que el habitual."

(...) "La idea de constituir un consejo de redacción es la de generar un espacio colectivo, en primera instancia, para esta discusión previa.
Y disponer, en segunda instancia, de los recursos para sostener y animar las discusiones posteriores.

La idea es un poco "herética" en el sentido en que en el campo del psicoanálisis supuestamente lacaniano, hay como una desvalorización de este tipo de apertura."
(...) "Se desvaloriza también la idea de una posible transmisión que hable por boca de terceros, como seria en este caso, donde
nuestra intervención editorial no pasa por fijar una posición teórica o conceptual sino por la selección y yuxtaposición de textos de terceros."

(El subrayado es mio)

Desde el número diez hasta la actualidad en que se edita el dieciocho, se ha trabajado en ese sentido.

Y a nuestro modesto entender, après coup, esto ha funcionado. En la actualidad y desde hace unos números, recibimos colaboraciones de personalidades impensables hace un tiempo. Y, además, no hemos dejado de recibir textos de todos aquellos, personalidades o no (perdonen la ironía), que también apostaron, con su suscripción y transferencia de trabajo, a sostener lo que podía parecer en su inicio una locura más, o, simplemente, un molesto lugar. Por poner más ejemplos, se ha ido recibiendo con gran agrado la creciente colaboración de estudiantes, recién licenciados, trabajadores de la salud pública, etc.

Ocurre, sin embargo, que, como en cualquier consejo de redacción, se produce la difícil situación, poco frecuente pero real, de tener que decidir si algún trabajo no es publicado.

No existe, entre los criterios que invitan a participar en la revista, ningún apartado en que se explicite dar cuenta de la no inclusión de algún texto. Pero ha sido motivo de debate constante desde la existencia del CR. Hay un buen archivo de mensajes internos cruzados sobre este tema.
Y la pasión, también, ha formado parte de esa delicada cuestión.

Cuando ha habido tiempo y ocasión, se ha llegado a contactar con el autor para aclarar dudas sobre su texto o proponer enfoques que en el propio texto se confundían, haciéndolo de difícil comprensión. Pero no siempre ha podido ser así.

Mucha gente ha visto (ignoramos si con decepción, lo que lamentamos) que su texto no se ha publicado. Cuando se han dirigido al CR para "pedir explicaciones", si ha habido, repito, ocasión o tiempo, las ha recibido. Vuelvo a remarcar las condiciones en que se desarrolla el trabajo del CR. Invito, también, a leer de nuevo el párrafo en que hablaba de la dinámica interna producida en el CR y las dificultades de transmitirla a terceros. Muchas veces, se ha tratado de una simple cuestión de redundancia (en un apartado ya se publicaba algunos textos semejantes); otras, de seleccionar algunos rechazos por un exceso de "corta y pega" de otros textos ya conocidos por todos; en otras ocasiones, por exceder el ámbito de la revista (algunos pasan a otras publicaciones de Psiconet), etc.

Otra cosa es, como también ha ocurrido, que la no inclusión se haya interpretado como una afrenta. Tenemos algún ejemplo en que tal afrenta se ha manifestado en unos términos cercanos a ese punto en que un narcisismo latente en nuestro ámbito se ha visto tocado y reacciona con una ira y falta de respeto hacia el CR que hace imposible encontrar un lugar desde donde re-establecer el diálogo.

Cuestión siempre debatida en el CR, se ha buscado algún tipo de solución, como fue la creación de una lista virtual en donde debatir, no sólo estas cuestiones, sino también otras: algún texto ya publicado, el establecimiento de diálogos con los autores, etc. No ha producido el efecto esperado. Pero puede seguir siendo un lugar de participación más allá del apretado ritmo de trabajo del CR.

En definitiva, y siguiendo con los fundamentos que inspiraron este proyecto, estamos abiertos a propuestas que puedan limar las dificultades inevitables que conlleva.

Reiteramos el agradecimiento hacia todos los suscriptores, colaboradores, difusores, etc., de lo que se planteó como una apuesta y ya ha dado sus frutos.

Diciembre 2003

Albert Garcia i Hernandez
Consejo de Redacción de Acheronta

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Número 18 - Diciembre 2003
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