Acheronta  - Revista de Psicoanálisis y Cultura
De la prepsicosis a la estabilización
Manuel Camacho Alvarez y Belén Sadi Cadenas

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RESUMEN

El objetivo de este artículo es presentar, a través de diferentes casos clínicos, los distintos momentos lógicos que se pueden manifestar en la expansión de una Psicosis.

Partimos de la Psicosis como una de las tres estructuras clínicas que destaca el Psicoanálisis, estructura soportada por un mecanismo significante fundamental que está en su causa: la Forclusión del Significante del Nombre del Padre. Consideramos que la Forclusión puede compensarse en sus efectos tanto antes del desencadenamiento, la Prepsicosis o Psicosis no desencadenada, como después del mismo; existiendo por tanto, una estabilización de la psicosis a partir de los fenómenos elementales, efectos directos de la forclusión y retornos en lo real, ya sea a nivel del cuerpo o del lenguaje de lo previamente forcluido, el significante y el goce anejo al mismo.
Realizamos un recorrido, a través de momentos privilegiados de varios casos clínicos, de las diferentes etapas lógicas del proceso psicótico: desde la prepsicosis hasta las posibles estabilizaciones (los dos momentos de compensación de los efectos de la forclusión), pasando por el instante del desencadenamiento y sus efectos consecuentes, los fenómenos elementales, retornos en lo real de lo forcluido en lo simbólico.

Palabras clave: Psicosis, Forclusión, Prepsicosis, Estabilización

 

ABSTRACT

The aim of this paper is to present, through various clinical situations, different logical times that can be manifested in the expansion of a psychosis.
We start from the psychosis as one of the three structures that emphasizes clinical psychoanalysis, structure supported by a significant mechanism that is in its fundamental cause: the foreclosure of the signifier of the Name of the Father. We believe that the foreclosure can offset its effects by triggering both the Prepsicosis or psychosis not triggered, and after it; there is therefore a stabilization of psychosis from the elementary phenomena, direct effects of foreclosure and returns real, either at the body or language than previously foreclosed, the signifier and enjoyment thereto.

Through privileged moments of several clinical cases, we show the logical stages of psychotic process: from the prepsicosis to the possible stabilization (both moments of compensate the effects of foreclosure), to the moment of triggering and its consequent effects, the basic phenomena, the real returns of foreclosed in the symbolic

 

DE LA PREPSICOSIS A LA ESTABILIZACIÓN

El propósito de este artículo no va a ser exponer el desarrollo de un caso de Psicosis. Más bien, trataremos de presentar la teoría y la clínica de la Psicosis, desde el Psicoanálisis, a través de varios casos clínicos. Estas diferentes viñetas clínicas nos servirán para ilustrar los distintos momentos lógicos que se pueden manifestar en la expansión de una Psicosis.

Para ello, tendremos que pensar la Psicosis como una de las tres estructuras clínicas que destaca el Psicoanálisis; estructura soportada por un mecanismo significante fundamental que está en su causa y es su condición: la Forclusión del Significante del Nombre del Padre. Es decir, una estructura que se sostiene a partir de la falta de un significante primordial.

También habremos de tener en cuenta como hipótesis que la Psicosis como estructura clínica, hasta el momento del desencadenamiento, hasta el surgimiento de la clínica psicótica, de la psicosis sintomática estaría compensada en sus efectos. Por tanto, la denominada Prepsicosis debería ser considerada una Psicosis no desencadenada, a saber, previa al momento del desencadenamiento, momento en que surgirá la psicosis sintomática, la clínica de los fenómenos elementales, nominación que dará Lacan al síntoma psicótico.

Pero la Forclusión, al igual que puede compensarse en sus efectos antes del desencadenamiento, la Prepsicosis o Psicosis no desencadenada, también lo puede hacer después del mismo. Podrá existir entonces una estabilización de la psicosis, de su clínica, a partir de los fenómenos elementales, efectos directos de la forclusión y retornos en lo real, ya sea a nivel del cuerpo o del lenguaje, de lo previamente forcluido, a saber, el significante y el goce anejo al mismo.

La estabilización puede ser tanto previa como posterior al momento del desencadenamiento.

Desde esta lógica del proceso, que en este caso podríamos calificar de temporal además de lógico, intentaremos realizar nuestro recorrido. Para ello, haremos uso de instantes privilegiados de varios casos clínicos, momentos que servirán de ejemplo de las diferentes etapas lógicas del proceso psicótico: desde la prepsicosis hasta las posibles estabilizaciones posteriores al estallido fenomenológico - los dos momentos de compensación de los efectos de la forclusión -, pasando por el instante del desencadenamiento y sus efectos consecuentes, los fenómenos elementales, retornos en lo real de lo forcluido en lo simbólico.

Siguiendo la temporalidad lógica establecida, debemos comenzar por la Prepsicosis. A la hora de hablar de Prepsicosis es imprescindible diferenciar la estructura (ser psicótico) del fenómeno (tener una psicosis), es decir, qué es una Psicosis antes del desencadenamiento. Según Lacan (1), la Psicosis no tiene prehistoria y la Prepsicosis sería lo que más se acerca a la normalidad. Podemos decir con C. Soler (2), y ello demostraría esa "normalidad" especificada por Lacan, que la prepsicosis es una manifestación de que "la forclusión es susceptible de ser compensada en sus efectos", al igual que las eventuales estabilizaciones que se pueden producir después del desencadenamiento.

Por tanto, podríamos catalogar a la Prepsicosis, también denominada Psicosis "no desencadenada", como aquella Psicosis en la que no existen manifestaciones fenoménicas aunque sí estructurales. En este sentido, se puede dar el caso de que un sujeto estructuralmente psicótico no manifieste una Psicosis sintomática. Este sujeto podrá funcionar "como si" fuera normal. En relación a estos casos, Lacan (3) previene y recomienda prudencia. Hace hincapié en la necesidad del buen diagnóstico diferencial y de cuidarse y abstenerse de dar interpretaciones en cuanto tal. Una interpretación, en un sujeto de estas características, podría desencadenar la entrada en una Psicosis clínica, es decir, tener el efecto de provocar determinados fenómenos elementales.

En definitiva, la Prepsicosis es una estabilización. En ella, algo viene a suplir la falta, el agujero dejado por la forclusión del significante del Nombre del Padre.

En nuestro primer caso, ocupa esta función de remiendo, durante el tiempo previo al desencadenamiento que se produjo años después, el sostenimiento, no sin un gran esfuerzo por su parte, del imperativo del Ideal. Sólo soportando la identificación al Ideal del Yo pudo mantenerse durante bastante tiempo "como si fuera normal". En él se cumpliría, aunque previo al desencadenamiento, una de las posibles fórmulas estabilizadoras que destacaríamos para la Psicosis: frente a la falta del Nombre del Nombre del Padre, el sujeto, para suplirla, se puede colocar en el lugar del Ideal. Es decir, en la Psicosis, el agujero dejado por la Forclusión puede ser cubierto o remendado por algo del Ideal.

Nuestro sujeto, después de determinados encuentros con lo real de la sexualidad (animales y sujetos de su mismo sexo), desencadenará una Paranoia caracterizada por un Delirio de persecución con determinados matices de indignidad. Pero, hasta ese momento crucial del encuentro, estuvo obligado a ocupar el lugar de "un padre digno y trabajador" que, incluso, se excedía en sus funciones al estar bajo el yugo de ese significante Amo; significante que fue su soporte identificatorio hasta el momento del desencadenamiento. En la actualidad, más relajado gracias a la jubilación y quizás ayudado por los efectos de impotencia que le provocan los Neurolépticos ("ya no tengo deseo sexual"), ha vuelto ha colocarse en ese lugar "preocupado por el presente y futuro de su hijo menor"; lugar que le permite no delirar.

Igual que puede tener el efecto de retrasar el momento de entrada en una Psicosis sintomática la identificación del lado de lo simbólico, una prótesis simbólica (tal vez más en el caso de la Paranoia), lo pueden hacer, aunque de forma más frágil y menos duradera, las identificaciones de orden imaginario o suplencias imaginarias (más frecuentes en la Esquizofrenia). Lacan en el Seminario III (1) las denominará "compensaciones imaginarias del Edipo ausente". Dos ejemplos pueden ilustrarlo:

Jesús, hasta el momento del desencadenamiento de su Psicosis, una Esquizofrenia Hebefrénica, era una especie de puzle fabricado "cogiendo trocitos del resto de sus hermanos". Este rompecabezas se fragmentó en el momento de entrada en la Psicosis al diluirse imaginariamente los pedazos que lo componían: "cuando me miraba al espejo me veía gordo, feo y con barrillos (características no propias) y, a veces, en vez de verme yo veía a varios de mis hermanos a la vez". En la actualidad, trata de "ser diferente" y "hacer algo distinto a los demás" porque, para él, "los otros siempre repiten y hacen lo mismo".

Ramón también evitó delirar durante un tiempo al identificarse con su mejor amigo, incluso en el hecho de enamorarse. Cuando aquel, su soporte imaginario, se emparejó y se fue a casar, él se enamoró de forma casi automática de una chavala a la que veía casi a diario, pero que hasta ese momento no le había prestado la menor atención. Trató de seguir la estela del amigo, su yo auxiliar, tanto en la bebida como en el amor, aunque ésto ultimo en la distancia, casi platónicamente.

Podríamos seguir enumerando ejemplos de tipos de suplencias que incluso, podemos decir, previenen del derrumbe psicótico. Existirán evidentemente sujetos que durante toda su vida podrán estar sostenidos por estos soportes compensatorios del agujero dejado por la forclusión y de sus efectos, sin desencadenar una Psicosis sintomática: éste será el caso de Joyce quien con su "sinthome" (4), suplirá el referido vacío forclusivo y será capaz de anudar los tres registros.

El fenómeno elemental surgirá cuando estas suplencias dejen de servir o caigan en el momento del encuentro del sujeto con un Real no simbolizado previamente. Tal vez ésto justifique el dicho lacaniano de que la Psicosis no tiene prehistoria, a la inversa de lo que ocurre en la Neurosis con la Neurosis infantil; la Psicosis tiene un comienzo absoluto. Pero para Lacan este inicio puede ser fechado, remite a un encuentro o encrucijada que se puede localizar biográficamente en la historia particular del sujeto.

En su Escrito "De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la Psicosis" (3), hará referencia de forma rigurosa a este instante crítico para el sujeto en el cual se producirá el desencadenamiento de la Psicosis, la entrada en la Psicosis sintomática, el comienzo de la clínica psicótica. Este momento será localizado por él en la coyuntura en la cual el significante faltante, el significante excluido del lugar del Otro, el Nombre del Padre, sea llamado allí en oposición simbólica al sujeto. Es decir, cuando alguien, no necesariamente el padre del sujeto, un padre real, se presente en el lugar donde el sujeto no tiene respuesta por no haberla simbolizado con anterioridad; cuando el sujeto sea confrontado con el defecto, con la falta que le es consustancial y que existe desde siempre en él. Proseguirá Lacan diciendo que bastará "con que ese Un – padre se coloque en posición tercera en alguna relación que tenga por base la pareja imaginaria a - a´".

Podemos decir entonces que será el encuentro por parte del sujeto con Un padre en lo real, por no estar previamente simbolizado, lo que actuará como causa desencadenante de la Psicosis, lo que provocará el surgimiento de los fenómenos elementales, de la clínica psicótica. Lacan, incluso, da ejemplos precisos de este hecho por nadie percibido hasta ese momento: "el esposo, para la mujer que da a luz ", "el padre del muchacho, para la muchacha enamorada", "el confesor, para quien confiesa la falta"…

Trataremos de exponer otros ejemplos de esta circunstancia tan dramática para la vida de algunos sujetos:

Isaías desencadena una Psicosis Alucinatoria cuando le llega la noticia de que "tiene un hijo". A partir de este momento, en el que se debate sobre la cuestión del reconocimiento del niño "como hijo suyo", en el que se plantea la cuestión de la paternidad, de "él como padre", empieza todo. Al no tener el soporte simbólico de esta función, al no tener respuestas a este nivel subjetivo, surgen voces alucinatorias que le increpan desde lo real: "¡estás enfermo…estás enfermo!"; y una respuesta delirante: "¡Tengo que cambiar el mundo!".

Ramón estuvo desde siempre muy unido a su madre; su padre murió cuando él tenía siete años. A pesar de su edad actual, ha convivido siempre con ella. La madre comienza a salir con un hombre; nuestro sujeto empieza a beber de forma excesiva. Pero será en el momento en que la madre legalice su situación de pareja y él tenga que compartirla con el Otro cuando nuestro sujeto desencadene su Psicosis: "Pensé que tenía que matarlo (a mi padrastro) porque creía que él era el que había matado a mi padre…también pensé en matar a mi madre".

José entra en la Psicosis en el justo momento en que alguien, un amigo, se interpone en la pareja imaginaria que formaban él y su amiga, de la cual decía estar enamorado. A partir de este instante comienza a escuchar la voz de ella y una única respuesta al drama iniciado "matar al otro, como solución".

Otro caso que presentifica la entrada de un tercero, que diluye la pareja imaginaria que formaba el sujeto c on un otro, es el de F. Nuestro sujeto, de forma inesperada, se encuentra en la calle a su pareja con otro hombre. Será a raíz de ese preciso instante de la percepción del engaño cuando "todo explotó; estalló como una bomba, mi cabeza se abrió y vi como la sangre me corría por todo el cuerpo; el resto de la gente también sufrió el daño: todo el mundo destrozado". Ejemplo que ilustra, de forma impactante, el momento del desencadenamiento; el crepúsculo del mundo.

Alberto, después de bastante tiempo de tratamiento, relata cómo empezó todo; si no lo había hecho antes era porque le daba vergüenza "y creía que era una tontería"; "pero ahora pienso que ha sido la causa de todo lo que me ha venido ocurriendo posteriormente"; "durante bastante tiempo me preocupó mucho, tanto que me llevaba todo el día comiéndome el coco por ese hecho". De la siguiente manera nos lo cuenta:

"Todo comenzó estando en el servicio militar. Un día, cuando salí de discoteca, conocí a una chavala y tuvimos relaciones sexuales; ella no tomaba anticonceptivos y yo no utilicé preservativos. A partir de ese momento empezó todo: comencé a pensar que me observaban, que me perseguían y que me querían matar". En respuesta a mi pregunta sobre el porqué de esas consecuencias, responde: "Yo creía que ella era hija de un alto mando y que por ello me estaban persiguiendo". Al insistir de nuevo sobre el porqué de esa persecución, me responde: "Creo que la causa de todos los temores y de la persecución surge a raíz de que temo haberla dejado embarazada". Aquí le surge a nuestro sujeto la pregunta, pero le viene, según Lacan, "de allí donde no hay significante ", de donde en él existe una falla, una falta, un agujero, una carencia simbólica. Por ese mismo motivo, la respuesta sólo puede surgir en y de lo real; en este último caso, en la persecución real del delirio.

Después de este encuentro con lo Real, surge la entrada en la Psicosis con todas sus posibilidades clínicas y fenomenológicas: el crepúsculo del mundo, la disolución imaginaria (regresión tópica a la fase del espejo; al narcisismo) y la presencia de fenómenos elementales o primarios. A partir de aquí se está loco. A partir de este instante se franquea un límite y, según Lacan, "el Otro toma la iniciativa" (1), inversión que marca de forma tajante la diferencia estructural entre la Psicosis y la Neurosis.

No nos vamos a extender mucho en esta fase de la progresión psicótica, ya que sus manifestaciones vienen especificadas en cualquier manual al uso de Psicopatología. Pero si nos gustaría llamar la atención, acogiéndonos a referencias de C. Soler (2), sobre la diferencia entre los fenómenos que surgen en este momento, fenómenos elementales o primarios (el trabajo de la Psicosis), y las posteriores elaboraciones secundarias o respuestas que surgen del lado del sujeto (la eficacia subjetiva). Creemos necesario destacar esta diferencia fundamental porque normalmente se tienden a confundir ambos fenómenos, o se colocan del mismo lado, en la clínica psiquiátrica. Ya Freud, en este sentido, manifestó de forma clara, nítida y contundente que "el Delirio no es la enfermedad sino un intento de curación" (4).

En relación a estos fenómenos elementales, sí decir que debemos considerarlos como respuestas de lo real a falta de la posibilidad, debido a la forclusión del significante primordial del Nombre del Padre, de que surjan respuestas del lado de lo simbólico. Por tanto, hablar de fenómenos elementales es hacer referencia a la clínica de la Psicosis, a efectos de la forclusión y retornos en lo real de lo forcluido en lo simbólico. Aquí habría que situar otra diferencia estructural clara entre la Psicosis y la Neurosis. Mientras que en la Psicosis, como estamos viendo, lo que retorna lo hace "in altero", en lo real, el retorno de lo reprimido neurótico se producirá "in loco", en lo simbólico, aunque bajo un disfraz.

Acogiéndonos a rasgos que el propio Lacan (1) destaca de estos fenómenos elementales y que V. Mira (5) destaca en un articulo que lleva ese nombre, podríamos definirlos como "un fenómeno extraño que irrumpe en el sujeto conllevando una certeza y un sin-sentido, pero también una posibilidad de significación".

Refiriéndose a la certeza de la locura, manifestaba Antonio: "se me presentan las cosas como ciertas, como verdaderas"; "me parece increíble que yo pueda creer las cosas que pienso, porque son completamente absurdas…pero me aíslo de todo y sólo pienso en esas cosas que me vienen a la mente"; "cuando se está loco le vienen a uno unas vivencias que sólo está uno pendiente de eso…las vivencias lo dominan todo, sólo se vive para ello". El fenómeno elemental clava al sujeto en la posición de ser "esclavo de lo real"; ello se convierte en el centro de su existencia; el sujeto los vive como "impuesto".

Para Lacan adquiere más el rasgo de fenómeno elemental la alucinación que el delirio. Para nosotros también, puesto que creemos que la alucinación, denominada por él "verbal", es el fenómeno que con más solidez firma y sella la Psicosis como estructura diferente e inversa a la Neurosis. En la alucinación, con toda nitidez, "el Otro toma la iniciativa". Destacaremos algunos ejemplos que ilustran con claridad meridiana la iniciativa de lo que retorna en lo real como alucinación, gozando del sujeto y ante lo cual el sujeto es un puro objeto:

Gilda, durante toda su vida, había estado colocada en la posición de "objeto del goce del Otro". Este lugar había sido ocupado muy precozmente por un padre "violador"; posteriormente por su marido, que incluso la ofrecía a otros hombres; sus cuñados e incluso otros hombres a los cuales ella, como en una serie ininterrumpida, se ofrecía en los momentos de expansión esquizofrénica. Serán las voces alucinatorias las que vengan a ocupar más tarde este lugar y a las cuales ella, "mártir y esclava del inconscie nte", obedecerá ciegamente a pesar del peligro que corría su propia vida.

En un principio eran voces anónimas las que le ordenaban: "¡Tírate!". Ella siempre obedecía, llegando la mayor parte de las veces a hacerse daño. Si estaba en una silla se tiraba para detrás golpeándose la cabeza, ya fuera en la pared ya en el suelo.

Posteriormente adquieren una atribución subjetiva: su hermano. Éste también le ordenaba: "¡Mátate!". Llegó en esa obediencia ciega a realizar dos pasos al acto suicidas de los cuales se salvó de milagro, aunque con secuelas físicas importantes.

Durante el tratamiento, creando, por una parte, estatuto de sujeto y, por otra, desautorizando a las voces, en un intento de limitar el goce Otro por nuestra parte, la obediencia ciega fue cediendo terreno a la subjetividad, a una débil eficacia subjetiva, aunque corriendo el riesgo de que se produjera una "erotomanía transferencial".

Pero no todos los sujetos psicóticos son tan "mártires del inconsciente", respondiendo con esta obediencia automática a estos fenómenos alucinatorios verbales o a otros que puedan surgir después del desencadenamiento de la Psicosis. Algunos, después de un primer tiempo de pasividad ante la invasión, comienzan un trabajo subjetivo, a veces, de una gran eficacia:

"Como las voces se me interponen continuamente y no me dejan leer, para poder concentrarme y enterarme de lo que leo, subrayo, tomo notas y lo repaso varias veces…" Dice P., en relación a las continuas alucinaciones que sufre, que comentan sus actos, le insultan, amenazan u ordenan. "Otras veces les atiendo, pero sólo me quedo con lo que reconozco que tiene que ver conmigo; el resto lo rechazo. Y, como casi siempre es lo mismo, ya no les presto tanta atención porque, por otra parte, nunca se han cumplido sus amenazas". "Analizo los contenidos nuevos porque no es conveniente aceptarlos tal como se me imponen ".

M. no escucha voces, pero con la misma característica estructural del fenómeno elemental, es decir, el Otro tomando la iniciativa, se le imponen de forma continua pensamientos. "Se me imponen y soy incapaz de dejar de pensar… estoy obligado a pensar". El Psicótico no habita el lenguaje sino que está poseído por él; no está dentro del discurso sino fuera de la estructura de la palabra. Pero M., desde un tiempo para acá, trata de sacarle partido a esos pensamientos: "ahora hago cosas con los pensamientos que no paran; con los pensamientos <inconstructivos> (neologismo)". En este sentido, hace referencia a la elaboración de diferentes escritos, cuentos y acertijos; en definitiva, inventa y "construye". Incluso se ha puesto en contacto con un editor "raro" que va a tratar de publicárselos. Son, como él dice, "especies de cuentos, pequeñas historias sobre Dios, Jesucristo y las Hadas" y un "Libro de curiosidades" que, hasta ahora, a pesar de que pensaba que eran buenos, "los guardaba en un cajón".

Aprovechando que hemos introducido el estatuto del sujeto, la eficacia subjetiva, en definitiva, la respuesta del lado del sujeto, podemos pasar a la última parte de este artículo, a la última etapa de este recorrido por la Psicosis desde la clínica. Nos estamos refiriendo a los diferentes modos de suplencia, a las eventuales posibilidades de estabilización que ésta tiene.

Al introducir el estatuto del sujeto, observamos que se puede establecer una frontera, un límite claro entre la enfermedad propiamente dicha y las tentativas de solución que éste propone; entre el psicótico "mártir del inconsciente", como dice Lacan, y el sujeto eventualmente trabajador; entre los fenómenos elementales o primarios y las elaboraciones secundarias, "elaboraciones mediante las cuales el sujeto responde a los fenómenos primarios de la enfermedad que padece" (C. Soler) (2). En nuestros últimos ejemplos hemos podido percibir esta doble dimensión y estos dos tipos de sujetos: el más esclavo y el más trabajador; el menos y el más eficaz.

Para el Psicoanálisis, podemos decir que existen fundamentalmente tres tipos de suplencias las cuales van a poder permitir de una forma más o menos eventual, de una manera más frágil o más sólida, la estabilización de la Psicosis que un sujeto determinado padezca o elija: la Metáfora Delirante (Schreber) (4), la Identificación al Ideal (Gilda y Antonio) (6) y el Acto (Aimée) (7).

Nos estamos refiriendo, en definitiva, a qué puede hacer el sujeto con su Psicosis, a la eficacia del sujeto, como dirá Lacan. Ello vendrá a demostrar nuestras referencias iniciales y que la Forclusión, aunque no pueda ser restituida, puede ser compensada en sus efectos tanto en el tiempo previo al desencadenamiento como en su a posteriori.

Pasaremos a continuación a ilustrar algunas de estas soluciones más o menos eventuales, a partir de algunos casos clínicos:

El Acto, suplencia real, será, como dice C. Soler (2), un tratamiento de lo real por lo real. A falta de castración a nivel simbólico el sujeto llega a la mutilación real del cuerpo sobrado de goce de la Esquizofrenia:

Manuel padece de una Esquizofrenia Hebefrénica; su defecto simbólico y su escasa eficacia subjetiva es manifiesta. La única respuesta, mínimamente subjetiva, que ha venido encontrando a lo largo del proceso de su precoz enfermedad, y que intermitentemente logra levemente tranquilizarlo en su repetición, ha sido la mutilación localizada de diferentes partes de su cuerpo: la frente, las cejas, la muñeca …diferentes zonas donde él parece localizar el goce en exceso que le invade y ante lo cual no encuentra otra respuesta que lo negativice. Su indiferencia ante estos hechos irresponsables nos deja en la perplejidad más absoluta. Es un acto sin sujeto; de ello él no puede dar cuenta.

La Identificación al Ideal. A veces, el sujeto se sostiene durante un tiempo soportando un Ideal que le viene dado como imperativo. Este significante, en este caso "materno", permitió a nuestra sujeto (Gilda), aunque no de forma irreversible, una relativa pacificación de los fenómenos alucinatorios que se le imponían de forma recurrente. Ella refería que habían existido varios periodos de su vida en los que, asumiendo de forma obediente el papel de madre como lo había sido su madre que, según ella, había sido una "madre perfecta", "había sido feliz". Pero ésto duraba poco tiempo; el tiempo en que sus hijos eran pequeños y necesitaban de sus cuidados: "Sólo fui feliz de madre, cuando mis hijos eran muy pequeños; cuando crecieron ya no los quería, empecé a odiarlos". Finalizado el tiempo de la función, el Ideal deja de servir como suplencia; cae.

Pero son las suplencias del lado de lo simbólico las más propiamente subjetivas y, podríamos decir, las más logradas y sólidas. Creemos que debería incluirse en este apartado el ejemplo ya referido de M. y su "Libro de las curiosidades". Pero todavía más subjetivo y eficaz habría que considerar el trabajo realizado por Antonio, al cual nos referiremos a continuación. Los dos, creemos, deben ser considerados como "Sublimaciones creacionistas", las cuales, según palabras de C. Soler (2), cumplirían una función análoga a la del delirio.

Antonio es un sujeto que padece una Esquizofrenia Paranoide, huérfano de padre y madre, y que, desde hace bastantes años, reside solo. Su historia personal y familiar es bastante trágica por la enfermedad y muerte temprana de ambos padres a los cuales el tuvo que cuidar "sin ayuda de nadie de la familia". Su cuadro se inicia con un paso al acto suicida, respuesta a un delirio de persecución, que le ha dejado una cierta invalidez física. Ha sufrido varios ingresos a consecuencia de su actitud de aislamiento en el domicilio, debido a un delirio de persecución por parte "de los extraterrestres", "los homosexuales" y "los drogadictos".

Durante las entrevistas pasa la mayor parte del tiempo hablando de sus padres y de su familia; también de él y sus lecturas. De aquella dirá: "la novela de mi familia está en <La Tierra> de Zola". Será esta relación con su familia la que ocupe el centro de gravedad de nuestros encuentros

Tal vez por ello, en una de nuestras regulares entrevistas, me refiere: "Estoy haciendo mis memorias muy joven y usted es el receptor de ellas; mi testigo". Realmente las entrevistas le están sirviendo para historizarse. Por otra parte, manifiesta que está escribiendo tres obras (una obra de teatro, una novela y sobre la enfermedad mental), en las cuales él es el protagonista y en las que trata de rectificar su historia y la de su familia e informar a los médicos de sus experiencias sobre la locura.

El resumen de su obra: "un individuo que vive en una familia donde no existe el dolor ni la muerte. Cuando alguien está enfermo desaparece y no molesta a nadie; después vuelve sin problemas. Y cuando alguien muere, nadie se da cuenta. Es una sociedad superior a la nuestra: el Estado se hace totalmente cargo de la enfermedad y ellos dan gracias a esa Institución porque les permite no preocuparse de nada". Según él, es autobiográfica ya que su familia se ha caracterizado por tratarse como extraños y por nadie hacer nada por nadie, en caso de necesidad. En definitiva, "una familia que nunca ha querido saber nada ni de la enfermedad ni de la muerte".

Su obra, en sus diferentes versiones, tratará de rectificar esa relación de su familia con el sufrimiento y la enfermedad, siendo él "la excepción" (Rectificar al Otro).

"¿Cómo acabaré la novela? No lo se… No voy a presentar una situación completamente acabada…ni un final feliz, ni trágico… La dejaré en que el protagonista tiene unas inmensas ganas de vivir".

Con este final lo dejaremos nosotros también. Con el ejemplo de un sujeto que ilustra y demuestra que la Psicosis, gracias al trabajo y la eficacia de algunos sujetos que la padecen y sufren, puede ser eventualmente compensada en sus efectos y que el agujero dejado por la Forclusión puede ser suplido. Es eso lo que ocurre en este último caso, gracias a la escritura. Pero a una escritura no automática sino creadora y con ciertos rasgos simbólicos de rehistorización. Nuestro sujeto, gracias a esta obra escrita, va encontrándole una solución más viable y positiva a su historia personal que la acontecida realmente en la vida y en la relación que mantuvo con sus padres y familiares.

 

BIBLIOGRAFÍA:

(1) J. Lacan, "Las Psicosis", Seminario III, Barcelona, Editorial Paidos, 1984.

(2) C. Soler, "Estudios sobre las Psicosis", Buenos Aires, Ediciones Manantial, 1992.

(3) J. Lacan, "De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la Psicosis", Escritos II, Madrid, Siglo XXI, 1991.

(4) S. Freud, "Un caso de Paranoia autobiográficamente descrito" (Caso Schreber), Tomo IV, Obras completas, Madrid, Biblioteca Nueva, 1972.

(5) V. Mira, "Fenómeno Elemental", en "Metáfora y Delirio", Estudios Psicoanalíticos, EOLIA DOR, S.L. Madrid, 1993.

(6) M. Camacho, "Un Padre Psicótico", en "Cuadernos Andaluces de Psicoanálisis", 1997, XXI.

(7) J. Lacan "De la psicosis paranoica y su relación con la personalidad" (Tesis doctoral), Edición digital.

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Número 27 - Mayo 2012
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