Acheronta  - Revista de Psicoanálisis y Cultura
Seminario de Allouch
"El amor Lacan en tiempos de la no-relación sexual"
Juan Cruz Martínez Method

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El seminario de Jean Allouch realizado en Buenos Aires el 31 de octubre, 1 y 2 de noviembre de 2008 se anuncia, desde su argumento, bajo el signo de lo absurdo: el tratamiento de una cuestión reconocida por Lacan mismo como no teniendo la mínima pertinencia, luego de un tiempo de producción de fórmulas que ligan el amor y la no-relación sexual. Sin embargo, ese tiempo señala el relevo para un movimiento más amplio, que viene a dar forma a una nueva figura del amor, esa que sería el amor Lacan, y que quizá ofrecería la posibilidad de una ganancia de saber en el análisis.

Es así que Allouch se dedicará en este seminario, deteniéndose en Encore (1972-73) 1 de Lacan, a producir un movimiento de lectura y análisis en el camino de construcción de las piezas dispersas que darían forma a ese amor Lacan que se escribe con línea punteada.

Romperse con el parêtre

¿Con qué nueva figura del amor nos encontraremos en Encore? Allouch indica que Lacan abordará esa cuestión por un desvío.

En primer lugar, Lacan interesa la cuestión del amor en el discurso filosófico como variante del discurso del amo, apuntalándose en la fórmula según la cual en ese discurso "el amor apunta al ser". Valiéndose de operaciones de lenguaje que toman como apoyo la homofonía, la escritura discours du m’etre (con acento de negación sobre la e) le permite concluir que el discurso filosófico en tanto realización del discurso del amo es portador de un mandato según el cual "tú amarás apuntando al ser del otro". Se instala un extraño señuelo en este apuntar al ser, que no es otro que el de la ontología. Para Lacan, señala Allouch, se trata de romper esta obligación de la relación ontológica que impone un "es lo que es", de desinflar el globo ontológico haciendo notar que el uso del verbo "ser" (être) es una acentuación llena de riesgo, y entonces cuando escribe el discurso del amo así, de alguna manera ese être está afectado por una especie de negación.

En segundo lugar, hay un argumento más riguroso que promueve el ser, el lenguaje mismo. Lo impone de un modo retorcido, ya que al mismo tiempo lo vuelve inaccesible. Respecto del lenguaje, hay algo nuevo en este seminario indica Allouch: aquí el lenguaje no permite atrapar el significado, que deriva entonces de una referencia meramente intuitiva. Hay un desenganche del significado que se ubica al lado del significante y ya no debajo de la barra. 2 El significado ha sido deportado. ¿Es la contingencia la que hace aquí su aparición en la relación entre significante y significado? Esto incidirá en la cuestión del amor.

De este modo Lacan propondrá sustituir esta imposición del ser en el amor que procede del lenguaje por la admisión que del ser no tenemos nada. Allouch lee allí una invitación a una ascesis del lado del analista, una exigencia que cae sobre la posición del analista, que debe estar advertido respecto de este deseo de ser uno del amor, bajo riesgo de que la transferencia marche al infinito. Y es el análisis del analista el lugar mismo de esa ascesis. Se trata entonces de una Proposición 3 en sentido estricto destaca Allouch, que se enuncia romperse con el parêtre . 4 Un romperse que implica un esfuerzo sobre, como el del gimnasta sobre la barra.

¿Cómo procederá Lacan con este romperse con el parêtre ? Por medio de juegos de escritura. Si el ser no se presenta jamás más que como parêtre, Allouch indicará el movimiento: primero pasa al griego en ese "para" (al lado), señalando que Lacan no escribe para-être (para-ser) ni pour-être (por-ser), tampoco pare-être, homófono con paraitre (parecer), lo que remitiría a la oposición fenomenológica entre ser y aparecer, o a un sentido ornamental del ser, a un engalanarse para una cita por ejemplo. No se trata tampoco en ese pare-être del "para" del para-brisas, que acentúa la noción de freno. Si el lenguaje no atrapa el ser, menos puede detenerlo. ¿Cómo escribir este ser que no se presenta más que como parêtre de tal modo de separarlo de la ontología? Allouch indica que en L’étourdit, Lacan elige escribirlo así: parêtre 5. Poco después, en el seminario L’une bévue agregará una "l" y ayudado por la literalidad inventará ese parlêtre hecho de ningún ser, o bien de un ser que sólo le llega por la palabra. Cuando el término queda metamorfoseado de ese modo ya no será el par del "para" griego ni el "para" de la paranoia, sino el par de la palabra (par-ole). El par es allí ruptura respecto del ser. Sólo así el ser, como afirma Lacan, forma parte del parlêtre, por este pasaje por el parêtre.

Enunciados bífidos

Allouch puntualiza que este pasaje del ser al parêtre en que el ser es puesto a un lado, implica un cambio de Razón, atestiguado por un poema de Rimbaud, "Un cambio de razón", que lee emocionado en su enunciación. Este cambio de razón que constituye la apuesta del ser al parêtre, señala el surgimiento de un nuevo amor que sería el de la razón analítica, no de nuevo un amor, sino un amor-otro. Esta razón analítica de un nuevo amor se rompe con el parêtre, por lo cual este amor ya no sería impotente, no ignoraría que el amor es el anhelo de hacer uno y que respecto del Uno sólo hay-del-uno. Un amor así no podría apuntar al ser sino que estaría en relación con el parêtre.

En su siguiente movimiento, Allouch, cifrará la pregunta de la relación del amor con el parêtre desprendiendo en Encore una serie de enunciados bífidos, advirtiendo que hay para el lector actual de ese seminario una trampa, consistente en que lo que Lacan va a decir respecto del amor no es para nada lo que piensa del amor. Lacan se desvía de su programa, no articula directamente el amor y el parêtre sino que se dedica a revisitar lo más establecido y común respecto del amor. ¿Con qué objeto? Lacan se mantendrá sobre ese borde que toma como punto de partida el amor más común para metamorfosearlo en otra figura del amor. El movimiento de Lacan decepciona al lector, ya que no consiste en decir el amor-uno no va y esta es otra figura que se corresponde mejor con la experiencia del análisis, no nos libera de esa figura del amor que es la del hacer-uno entregándonos la del análisis, sino que se esfuerza sobre ella para desplazarla.

No nos sorprende ese actuar de Lacan en esta cuestión del amor. Basta recordar su denuncia del apartamiento de los analistas a la carga de la transferencia al rechazar lo sorprendente del acceso al amor que ésta ofrece.6 Para Lacan se trata entonces aquí también de un romperse.

En lo que sigue, Allouch seguirá esa metamorfosis preguntándose dónde surge el amor como hacer uno, leyendo en Lacan lo que presenta como una grosería del amor. La operación que realiza el amor no es suplir la no-relación sexual, es otra. Definido como hacer uno, ubicándose como significado de la relación sexual, el amor nos acunaría con la ilusión que el término de relación sexual como significante podría estar en su lugar. Lacan apela a la grosería para hablar del amor como significado de la relación sexual, lo que hace a una ilusión, ya que el significado está al lado del significante. Esto le permite tomar distancia del amor sexual, de la libido.

Se trata entonces de una doble ilusión: la ilusión de hacer uno como espejismo, y por otra parte la ilusión se encuentra en esta remisión del amor a la relación sexual. Doble ilusión que confunde los dos unos que el análisis distingue: el uno de ellos/ambos 7 que es el uno del amor, y el uno del tres que es el uno de la relación sexual.

¿Para qué sirve esta ilusión? Allouch califica la respuesta de Lacan de trivial: es necesario que el sentimiento del amor dure, para que por su intermedio algo conduzca a la reproducción de los cuerpos.

La importancia insospechada que asume la figura del amor como hacer uno en Lacan, es señalada por Allouch a través de algunos hechos de la clínica, que dan cuenta a su vez del intento por respirar del amor que hace uno, con la ambigüedad que esta frase sugiere:

- La connivencia entre el sentimiento del amor y la reproducción de los cuerpos, el éxito en hacer un-niño, marca la dificultad de salirse de esa figura de hacer uno con el niño ya que se la ha realizado, y al mismo tiempo del intento por salirse de ese amor por poco que se sospeche que no funciona, buscando otra modalidad de amar. Otra explicación que la edípica que culpabiliza a aquél que abandona el hogar cuando nace un niño, da razón sin culpabilizar al que dice "ya no quiero de este amor unificante".

- Una pareja compra una casa, la mejora, la arregla, y cuando está terminada, ya no se quiere eso, esa casa como encarnación de la unidad.

- La psicosis post-parto: allí se juega de otro modo un decir no a ese amor unificador, en el rechazo del hijo. 8

¿Cómo ocurre que toma cuerpo esta ilusión como hacer uno? Con esta pregunta, Allouch vuelve sobre Encore en el momento en que Lacan retoma "la audacia" de Freud, quien sitúa el amor como vehículo de la reproducción a cuenta del narcisismo. Si el amor es narcisista, ¿cómo se puede amar a alguien? ¿Qué puede ser el amor del otro? Lacan destaca aquí la brecha que Freud abre sobre el amor al prójimo, lo que no le impide decir que ha puesto al analista en problemas al situarlo en esta confusión del amor-fusión. Sin embargo Lacan según Allouch deja el asunto del narcisismo en la ambigüedad, apelando no a su propio concepto de narcisismo acuñado con el estadio del espejo, sino a La Rochefoucault en el sentido de amor a sí mismo, dando su fórmula: 1+1= 1, esto es, no es uno más que otro, es 1=1.

Situando la dificultad que se gana en el análisis al distinguir el amor-fusión o amor unificador, se cierra este movimiento del seminario.

De una reducción posible de ese ser al a

Allouch proseguirá con el camino de Lacan en Encore, el camino de esa metamorfosis del amor que hace uno a un nuevo amor, puntuado por alusiones a la clínica de la transferencia, y en particular a los momentos de su cierre o final.

Una apertura es identificada, lugar por donde reaparece en Lacan la cuestión de la intersubjetividad de la mano del sofisma de los tres prisioneros. 9 Allí se demuestra un ejercicio salvacionista de la intersubjetividad. Ahora bien, Lacan intenta desprenderse de la intersubjetividad como una relación de uno a otro, en ningún caso puede tenerse como soporte al dos como ser-de-a-dos. Allouch expresa que uno no puede soportarse a partir de este ser de a dos, hay allí algo insoportable. Citando a Lacan, afirma que entre dos quienes sean siempre hay el 1 y el a, el otro en ningún caso podría ser tomado por un uno. Es decir que una vez más, Lacan no pone a un lado el amor como 1=1, ejerciendo un tratamiento sobre ese amor unificador que lo produzca como otro-amor, haciendo valer que otro amor es posible.

Se trata en el amor de una reducción posible de la función de ese ser del otro. Ese ser que Allouch sitúa en un registro óntico, no ontológico, se trata entonces del ser del otro narcisista, ese que hemos elegido, el otro que es aquél del uno de dos. ¿Qué reducción? Reducción de este uno que como espejismo me hace creer que es reducción de este uno a a.

Allouch remite este punto al acto analítico: por más extraviado que sea ese amor unificador por el atolladero que implica, abre la posibilidad de una reducción del ser del otro, el otro no será sino a, por ejemplo una mirada. Esta reducción es la que opera al término de la experiencia analítica, es lo que adviene al analist a al ser rechazado como objeto.

Sin embargo subsisten dos dificultades: podría ocurrir que habiendo dicho que en la relación del uno y el otro se transforma en una relación de uno y a, Lacan se haya deslizado del amor al deseo. La distinción amor/deseo es inestable en Lacan, lo que hace fracasar la distinción de la función del amor. La otra dificultad radicaría en la generalidad de la fórmula de la reducción, que no permite captar de qué se trata en el amor entre un hombre y una mujer, y entonces haya que distinguir dos amores diferentes, y no la transformación de uno en el otro…

Ahora bien, si Allouch festeja el hecho que Lacan se ubique como exorcista del ser, es para subrayar que en esa reducción del ser del otro hasta que ese otro advenga como a, no hay en ese a ningún ser. Se trata de pensar una alteridad de ningún ser, de un nulo-ser, y ese otro que de ninguna manera podría ser un ser, es el a. Es a propósito de esto que Lacan habla de des-ser. Al final del análisis, el analista es afectado de des-ser.

Por lo tanto es necesario que esa reducción del ser del otro se produzca ahí en el análisis, siguiendo esa transformación continua del amor que hace 1+1 en un nuevo amor, no hay allí ruptura como en una pareja, sino metamorfosis, y eso depende de cómo se ubica el analista en el análisis.

Pero Allouch se pregunta si no habrá extraído una conclusión muy rápida al decir que en Lacan hay amor y amor, pero ¿acaso que el goce del Otro no es el signo del amor no indicaría de otro amor que se dispensaría del goce del Otro como prueba de amor?

El muro de la psicología

Ahora Allouch intentará cernir la cuestión del nuevo amor mediante un rodeo de lo que se ofrece como soporte de esa separación máxima entre el I y el a indicada por Lacan 10, y de lo que se sitúa como la finalidad de su enseñanza. Ese rodeo es el muro de la psicología.

La psicología es definida por una inyección de ser a a. Entre el hombre y la mujer construye un muro que liga S de A barrada con a minúscula. La psicología no ayuda a la penetración, bromea Allouch. Ese muro que se llama psicología es un lazo, un camino entre S de A barrado y a minúscula, y también una separación. ¿Qué es un muro? ¿El Muro favorece el amor? ¿Por qué el amor sucede cerca de la puerta? En el amor siempre se trata de puertas, de falsas salidas, de balcones, ¿cuál es el objeto amado en un balcón? La aparición de un objeto en el balcón dice bien lo que es un amado: una aparición, que Allouch ha estudiado en el Ghost de Hamlet y en el fenómeno del duelo. 11 Concluye que ese muro de la psicología coagula S de A barrado y a, le otorga ser a a, para la psicología el Otro existe, no tiene barra, tiene ser. Para el psicoanálisis en cambio, la disyunción entre S de A barrado y a es realizable topológicamente, y esto es el fin de la psicología.

Por lo tanto la cuestión del nuevo amor sería la de un amor no-psicológico.

Allouch enuncia que este es un momento crucial de Encore en el que Lacan recusa la figura del amor como a-muro, que él mismo ha construido. Lo que ratificará ese rechazo es un nuevo nombre: âmour.

Un lenguaje hecho de signos

En el siguiente paso, Allouch se detendrá en lo que hace al signo, a partir de la frase de Lacan que recorre Encore, el goce del Otro no es el signo del amor, anticipando que el artículo que cae sobre "signo" será clave en lo que sigue. 12 ¿Qué quiere decir signo en Encore?

Se asistirá a una modificación discreta de la oposición significante/signo, a través de una torsión silenciosa sobre la definición de signo, y como ésta implica su correlato, se arriesga a modificar su definición de sujeto. El signo, dirá Allouch leyendo a Lacan, no es signo de algo sino signo de un efecto que es lo que se supone de un funcionamiento del significante. En esta frase hay un doble efecto, ¿el signo de un efecto y sujeto efecto del significante, son lo mismo? Viene a pegarse al funcionamiento del significante lo que Lacan llama la suposición de un cierto efecto del cual hay un signo. Se trata de una nueva configuración entre signo y significante, y de un efecto intermediario por donde se desliza el sujeto.

Lo que hay que retener, dice Allouch, es que el efecto signo viene a deslizarse entre los dos significantes. Si escribimos el matema S1-S2 y lo leemos como el acontecimiento de un análisis, un significante se vincula con otro y representa al sujeto ante el otro significante, el efecto signo viene a deslizarse ahí. Hay dos efectos, el efecto signo y el efecto sujeto por el lado del significante, pero Lacan junto ambos, ¿qué interviene? Es el 1. Allouch marca en el pizarrón el 1 del S1 en el matema S1-S2. ¿Qué viene a hacer ese 1? El efecto signo se pega a ese 1, y es a este uno al que el amor dará consistencia. Lacan advierte ese 1 y es lo que llama efecto intermediario, por lo cual se ve llevado a decir que Un significante es forzado a representar al sujeto ante Un otro significante.

El signo viene a interponerse entre un significante y ese otro significante ante el cual el sujeto sería representado, el signo se aprovecha por cuenta propia del 1 del S1, se precipita 13 sobre él produciendo ese efecto de sugerir que allí hay algún uno (quelqu’un) 14, donde el amor va a aferrarse. Hay un parasitaje del significante por parte del signo, un engancharse. ¿De qué cierto uno (quelqu’un) se trata entonces?

Allouch señala que esta aventura del signo no es nueva. En la Proposición del ’67 15 la relación S1-S2 no funcionaba bien, en el matema de la transferencia el significante comprometido a producirse ante otro significante no lo hace, permanece impedido durante el tiempo de la transferencia esa representación del sujeto ante el significante cualquiera, por lo cual habría que escribir esa relación con línea punteada. 16 También podrían evocarse los discursos.

Si bien entonces, antes de Encore algo de lo simbólico no anda, Allouch presenta una novedad de este seminario, el signo viene a impedir la relación entre significantes: hay un significante que se presenta, un S1, y antes de que este significante pueda representar al sujeto ante S2, entonces aparece el amor que dice "ahí hay uno, vamos a poder hacer 1+1". Nos enteramos entonces que ese 1 es el del 1+1, y entendemos retroactivamente, la razón de la sorprendente presencia de esta figura del amor en Encore.

De modo que el amor no habla con el significante, prosigue Allouch, el amor es un lenguaje hecho de signos. Si el deseo funciona con el significante, el amor lo hace con el signo. A su vez, en este engancharse del signo al significante se desliza la cuestión de la intersubjetividad. Por lo tanto, luego de recorrer las dos vías que Lacan transita en Encore respecto del amor, a saber:

-la admisión que el amor apunta al ser;

-el romperse con el parêtre;

Allouch podrá extraer una conclusión, un enunciado nuevo en Lacan, que ciertamente tiene un aspecto intersubjetivo: el amor apunta a nada más que a un sujeto mediante el signo, ese signo con el cual va a cobijarse el amor, ese signo apunta a un sujeto.

¿Entonces podemos decir que un sujeto hace signo?

Enigmas

Luego de este desarrollo, Allouch señala 4 enigmas:

- La unicidad del signo. Ese signo no es único, hay una constelación de signos que interviene como efecto colateral y detiene la función simbólica. El amor bloquea la función simbólica, de lo que testimonian los analizantes. ¿Qué dice ese signo? Lacan no aborda ese asunto. La construcción de ese signo, ¿exige el acuerdo? ¿Es necesario que cada uno de los amantes rectifiquen el signo, que estén de acuerdo en ese signo de amor o bien ese signo quedará para la eternidad de modo distinto para cada uno? Aquí la literatura es una vía de investigación. ¿Cuál es entonces el tenor del signo y cuál el estatuto de esa constelación?

- El enigma de la intersubjetividad. Si el amor apunta al sujeto como tal, ¿entonces habría co-presencia de dos sujetos en el amor? En Lacan eso queda difícil, como una puerta abierta, y va a rebotar en Encore respecto del amor como reconocimiento.

- La relación entre el amor y el goce sexual. Luego de la orientación inicial de Encore, que hacía del goce de ningún modo un signo del amor, Lacan propone una pequeña inversión al preguntarse cómo el amor conduce al goce sexual, y esa relación será cifrada recurriendo a la mística cristiana. Allouch está de acuerdo con esa vía. ¿Cómo el amor a Dios conduce a mi propio goce?

- El cuarto enigma es el enigma mismo como cuarto.

El amor Lacan

Finalmente, Allouch ofrecerá los contornos de lo que llama el amor Lacan, las vías de una investigación en curso, frente a cuyo resultado no vacila en decir que tiembla.

El amor Lacan se desencadena a nivel del objeto amado. Hay algo, un rasgo, un signo en el objeto amado que hace que el amor se dirija a él. No se trata de la figura del amor-representación, 17 aquélla del reencuentro en el mundo de una imagen, donde el objeto poco importa, sino de una nueva figura en la que el amado tiene una relación tal consigo mismo, y Lacan dirá, con el saber, que eso me enamora.

Ese signo que desencadena el amor Lacan no representa nada, es el signo de alguien que produce un efecto allí donde no hay representación. Aquí no estamos en el registro del objeto sustituible o del rasgo fantasmático. El amor Lacan se sitúa en el registro de la singularidad de una relación con el saber. Se entiende entonces que el amor de transferencia sea para Lacan una aplicación particular de esa experiencia del amor por la cual se produce ese reconocimiento enigmático por signos de la afectación del parlêtre por el saber, y que Allouch proponga llamar transmour18(transamor) a ese amor, en tanto inherente a la transferencia, que tiene por objeto amado el alma del analista. En ese plano, si el amor apunta al sujeto eso puede tener por resultado que se encuentre algo que sea el objeto a. Es lo que se llama destitución subjetiva.

El esqueleto de su trabajo sobre el amor Lacan se apoya en lo que llama un isomorfismo en Lacan entre la relación con el amor y la relación con el saber. Del mismo modo que el S1 jamás alcanza al S2, el amor Lacan es el amor que uno obtiene no obteniéndolo. Y cada vez que se gana un saber es en la medida en que no se apuntó al saber como absoluto, a condición de una escisión por la cuál quedaría el saber que es producto del duelo del saber verdadero. Así como el saber se obtiene por una escisión, el amor se da sobre ese borde de la castración que lo hace otro que el amor incondicional, el amor divino o el amor sin límites.

Sobre ese borde entre el amor y el saber se posiciona el amor Lacan, condición para que el análisis se desarrolle. El amor Lacan significa que el amado es capaz de escupir el saber del que se encuentra como depositario, ése es el acto de fe de Lacan.

Notas

1 Lacan, Jacques (1972-73): El seminario. Libro 20: Aún. Paidós. Bs. As. 1981

2 Desarmándose por lo tanto la escritura que Lacan propone en "La instancia de la letra o la razón desde Freud" (1957). Siglo XXI. Bs. As. 1975

3 Proposición del mismo estatuto que La proposición del ’67 sobre el psicoanalista de la escuela, hace notar Allouch. Sin embargo, Lacan no escribió este romperse con el parêtre como proposición, que Allouch lee en Encore.

4 La versión en castellano de Encore escribe este parêtre como para-ser.

5 Paraser en la versión castellana, págs. 60-62. El Atolondrado, El Atolondradicho o Las Vueltas dichas. Escansión I. Paidós. Bs. As. 1984

6 Lacan, Jacques (1972): El atolondrado, el Atolondradicho o Las Vueltas Dichas. P. 50. Escansión I. Paidós. Bs. As. 1984. P. 50

7 Equívoco en francés: deux (dos, ambos) con d’eux (ellos).

8 Véase "Marguerite o la Aimeé de Lacan" de Jean Allouch. Ediciones literales. Bs. As. 2008

9 Lacan, Jacques (1946): "El tiempo lógico y el aserto de certidumbre anticipada". Escritos I. Siglo XXI. Bs. As. 1975

10 Lacan, Jacques (1964): El seminario. Libro 11: Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis. Paidós. Bs. As. P. 281

11 Allouch, Jean (1996): Erótica del duelo en tiempos de la muerte seca. Ediciones Literales. 2007

12 Artículo definido que falta en la versión en castellano establecida por Miller.

13 Precipitación a entender en sentido químico aclara Allouch: precipitación de elementos que cristalizan un efecto por la intervención de un nuevo factor. ¿Contingencia del signo?

14 "Quelqu’un" traducido por algún uno o cierto uno y no como alguien permite acentuar ese uno que es alguno y no el alguien que sugiere la parte de un conjunto.

15 Lacan, Jacques (1967): Proposición de octubre del ’67 sobre el psicoanalista de la escuela. Momentos cruciales de la experiencia analítica. Manantial. Bs. As. 1988

16 La relación entre el significante de la transferencia y el significante cualquiera.

17 O el amor-reminiscencia en Kierkeggard.

18 Allouch, Jean (2003): Del mejor amado. Litoral 35: L’amour Lacan. Ediciones Literales. 2005. P. 47

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