Acheronta  - Revista de Psicoanálisis y Cultura
El sujeto, entre un analista y otro
Saralía Chiavaro

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Se trata de la transferencia, no cabe duda. Lo dijo Freud una y otra vez, innúmeras veces a fin de que se entendiera: del manejo de la transferencia depende el devenir del tratamiento (1). J. Lacan volvió…a decirlo y entonces dijo otra cosa, dijo algo más: "fuera de lo que he llamado la manipulación de la transferencia, no hay acto analítico" (Seminario XV "El acto psicoanalítico", sesión del 29 de nov de 1967). Afirmación de la que extraemos al menos dos consecuencias:

Es decir, se tratará del modo en que el analista opere con ella y sobre ella.

¿Ambos movimientos van juntos a lo largo de todo el tratamiento?.Encontramos que un analista puede hacer buen "uso de su poder" con interpretaciones cuyo estatuto será dado por las consecuencias del corte producido: con la caída de una identificación, el desanudamiento de un síntoma, la apertura de nuevas cadenas significantes, etc; y sin embargo sostener, en determinado momento, una posición transferencial que fijando al sujeto en un punto de su relación al Otro, produzca la detención del tratamiento. Momento –que puede durar años- en que la confusión, generalmente ligada a la angustia, exhibe el aplastamiento subjetivo en el que quien padece se debate sin encontrar salida, ante la escucha ciega del analista que no ve dónde está el sujeto a falta de verse en la escena que se despliega en tansferencia. Momento de no-ver, crítico, decisivo para el relanzamiento de la cura. Si el analista, persiste en sostener una "interpretación" de la situación que a falta de serlo –en tanto no produce efectos- se convierte en discurso del Amo, el sujeto finaliza, exhangue, y luego a veces de demasiado tiempo, declarándose impotente. Y, en el mejor de los casos, se lleva su barra.

Pero el deseo –ya lo decía Freud-, es indestructible, y si logra no tomar el cuerpo (2) ni pasar al acto, si logra que su insistencia fecunde en el encuentro con un nuevo interlocutor, entonces, entre un analista y otro podrá producirse otro sujeto.

¿Re-análisis? ¿continuación del análisis? ¿nuevo análisis?, como quiera que lo llamemos se trata del intento de dar una nueva vuelta, al menos una vuelta más a aquello de lo que se trata, a aquello que sigue entonces intentando cernirse. Una nueva apuesta de apertura, un rechazo de la sutura que luego del corte en acto que abandonar ese análisis produce, amenaza englutir al sujeto en el "no pienso" en el que, la no operatividad sobre la transferencia lo ha arrojado.

Será pues Otro analista, el que posibilitará iniciar una nueva serie descristalizando ese Uno al constituírse en un dos que lo dialectice.

Otro analista posibilitará –si acepta encarnar el lugar de la causa- pensar lo sucedido con el (ahora) primero (y ya no único), recuperando el lugar del sujeto, entre un analista y otro.

Si ello ocurre un nuevo acto tendrá lugar, o, podríamos decir, un acto que inaugura otro acto: en tanto la puesta en función de la transferencia (acto primero) permite una relectura de lo acontecido en el anterior acto de cierre y por lo tanto lo produce. "El acto está en la lectura del acto" (3). Para ello, es necesario volver, y volver introduce y privilegia la diferencia.

"Destrabar", desanudar allí donde la transferencia se detuvo, calló, cayendo de su función de soportar al sujeto, exigirá recuperar la escena –acontecida o no- esencialmente significante, a partir de la cual el sujeto escribe, al infinito, su relación al Otro, verificandola una y otra vez en la modalidad de los vínculos que genera con sus pequeños otros. Puesto que la ficción que ese texto propone, hace a su realidad más íntima. De allí que, poner a hablar la transferencia con Otro analista podra iluminar aquello que por no poder ser dicho no era escuchado o por no ser escuchado no lograba decirse, con el primero. Avanzando la voz por sobre la mirada.

El efecto será el fin de la tensión inherente al sostenimiento de la escena por desconocimiento de la localización del sujeto en ella. Recuperando la vía por la cual la falta se vuelve pérdida y la pérdida causa. Pérdida de goce que abrirá el agujero por el que caerán por simple asociación la serie de relaciones soportada por esa lógica relacional a lo largo de la historia de ese sujeto. Dejando por otra parte al analista y al analizante advertidos de las futuras ficciones posibles.

La temporalidad

Hay un tiempo. El tiempo en que se decide el inicio de un análisis. Hay el tiempo que ese análisis conlleva en su transcurso. Luego, el tiempo de finalizar. Podrá haber también, otro tiempo de análisis, el segundo y en ocasiones el tercero, el cuarto… con sus respectivos finales. Tiempo cronológico que sabemos no se corresponde con el tiempo lógico en el que la historia del deseo de un sujeto, se cuenta. Y donde los tiempos de ese deseo serán contados en función de los lugares por donde transcurrió: contabilizados en los instantes de ver, en los tiempos de comprender, en los momentos de concluír; con cada movimiento del sujeto, con cada giro, con cada cambio de posición, un tiempo; el tiempo del punto de inflexión, los tiempos de la repetición pero también aquellos que imposibilitaron el retorno al mismo lugar. El tiempo del sujeto entonces, inextrincablemente ligado al lugar desde dónde habla cada vez. Y ese lugar, a su vez, habilitado por el lugar que el analista ocupa.

Que el devenir de la cura dependa del manejo de la transferencia, decíamos al comienzo, indica que hay que esperar el momento oportuno, aquel en que la transferencia se ha establecido, para interpretar. Y va de suyo, no es nuevo lo que digo, al decir que ese tiempo es un lugar que, en la medida en que se sostenga hará operativo lo que se dice, pero que en cuanto caiga, dejará a la palabra sin función. No a lugar. Palabra que se torna inoportuna, llega a destiempo o no llega, en tanto su eficacia no es asunto de sentido sino del discurso en el que se ordena. Ocupar el lugar de la causa o resistirse a ello son las opciones del analista. Y del lugar que ocupe dependerá el tiempo del sujeto.

Pero ¿hasta qué punto? ¿qué hace por ejemplo que alguien diga con su segundo analista algo que nunca dijo en su primer análisis? ¿Que el analista no ocupe su lugar en qué medida depende de lo que el sujeto está dispuesto a ceder? ¿a qué responde que alguien decida hacer una nueva consulta en X momento y no en otro? El sujeto ha de consentir en perder una cuota de goce. Y al mismo tiempo para que esa elección sea posible es necesario que "entienda" (del francés "entendre") de qué se trata. Condición necesaria…pero suficiente?

"¡Cuánto tiempo perdido!" Dice un analizante a la luz de su nuevo análisis, ¿perdido, o sin poder perder? Y eso ¿es responsabilidad de quién? Sí, de su analista anterior pero ¿hasta qué punto?

Que la máxima kantiana impere categóricamente imponiendo superyoicamente su cumplimiento, a expensas del sujeto, ¿depende pura y exclusivamente de la caída del deseo del analista? Me pregunto evidentemente por la "reacción terapéutica negativa" freudiana:¿Que el analizante no quiera curarse o, en términos de Lacan, no elija lo que desea, depende exclusivamente de la complementación de quien lo escucha? ¿Cuándo un paciente vuelve, luego de un tiempo (días, meses o años) al análisis que dejó ¿ese retorno es del órden del masoquismo yoico (en tanto "vuelve al mismo lugar") o de la decisión de ceder un goce que posibilite al analista otro lugar, que posibilite hacer de él Otro analista?

Quizás ese tiempo fue necesario para poder volver a psicoanalizarse. Quizás ese tiempo-lugar fue conmovido por el tiempo-lugar de los otros que constelan su vida; quizás aquello que "era necesario" sostener ya no lo es, allí donde "no había otra posibilidad" podría haberla ahora, por múltiples causas;… dando oportunidad así a ese movimiento de nueva apertura que se traduce en una demanda renovada, un espacio- tiempo en el que un Otro analista pueda acompañar al sujeto en la lectura de su deseo.

Pero será condición del "buen uso de su poder" que, desde el vamos, esa lectura incluya la transferencia, es decir que sea lectura de "…los modos permanentes según los cuales (el sujeto) constituye sus objetos" (4). Vía de la construcción de su fantasma, lectura que posibilita al analista refundar cada vez su lugar de encarnar al objeto causa de deseo para ese sujeto.

Interpretar la transferencia es recuperar el lugar del semblante que da valor al vacío que alberga, motor de la puesta en acto de la realidad del inconsciente.

Si ello ocurre, se habrá ganado una pérdida, la que resulta del acto por el cual pudo visualizarse ese modo particular del sujeto en constituir sus objetos, pérdida que establece una distancia, efecto de un atravesamiento; y que abre el camino hacia lo que la relación del sujeto al Otro y la ficción que la misma genera con sus pequeños otros encubre: lo real en juego.

Si ello no sucede, el sujeto queda detenido en el tiempo, detención no necesariamente pasiva, en tanto puede tomar la forma del acting o cualquier otra forma fallida del acto, cuando no manifestarse como síntoma en el cuerpo.

En el año ’64 nos dice claramente Lacan que lo que causa radicalmente el cierre del inconsciente y la caída de la transferencia es el objeto a, en tanto saber en lo real. Saber en lo real cuyo estatuto habla a las claras de la imposibilidad de decirse, lo que exige que se lea a partir de lo que muestra.

Interpretar la transferencia es volver a dar la palabra haciendo hablar lo que se muestra afin de extraer su valor de verdad

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produciendo un saber que permitirá separar al sujeto de la determinación fantasmática, reinstalando la falta.

Interrumpimos cada sesión afin de producir al sujeto, apuntando a un corte en su relación al goce. En ocasiones será él quien deba, con un corte en acto, suspender su análisis…Y entonces podrá acontecer que un Otro analista vuelva a hacer de ese paréntesis, intervalo…hasta que no haya nada más que demandar.

Sara Lía Chiavaro
Noviembre 2008

Notas

(1) Ver: "Sobre la dinámica de la transferencia", 1912. Tomo XII. Obras Completas.Amorrortu eds.
"Puntualizaciones sobre el amor de transferencia", 1914. Tomo XII. OC,Amorrortu,eds;
"Recordar, repetir y reelaborar", 1914, Tomo XII. OC. Amorrortu eds.
"Conferencias de Introducción al Psicoanálisis", 1916, 27º conf: La transferencia. Tomo XVI. OC. Amorrortu eds.
"Presentación autobiográfica", 1925, Tomo XX. OC. Amorrortu eds
"¿Pueden los legos ejercer el análisis", 1926, Tomo XX. OC. Amorrortu eds.

(2) Dice J.Lacan en el Sem XV, clase del 17/01/68 refiriéndose al fin de análisis "…la pérdida del objeto que está en el orígen del estatuto del inconsciente será realizada en otra parte (…) al nivel del des-ser del sujeto supuesto saber". Me pregunto ¿qué ocurre si, a falta de ser realizada en el campo del Otro como pérdida, el objeto se enquista como cosa en el cuerpo?

(3) Jacques Lacan, Seminario XV, El acto psicoanalítico, cl del 22/11/67. Inédito.

(4) "Autrement dit, le transfert, n'est rien de réel dans le sujet, sinon l'apparition, dans un moment de stagnation de la dialectique analytique, des modes permanents selon lesquels il constitue ses objets", p. 225, "Intervention sur le transfert", Ecrits, de Jacques Lacan, Ed. Seuil, 1966.

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Número 25 - Diciembre 2008
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