Acheronta  - Revista de Psicoanálisis y Cultura
La sexualidad, un fenómeno de brujas y hechiceras
Luis Carlos Restrepo

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"Sé que nada bueno habita en mí, es decir, en mi carne;
doy mis miembros a otro que está en mí, que está en guerra con mi ley.
¿ Quién me libera de este cuerpo de muerte? "
San Pablo, Epístola a los romanos

Autores antiguos como los poetas, que durante dos mil años de cristianismo han hecho olvidar, sostenían que los dioses habían ocultado a los hombres la felicidad suprema de la vida: la felicidad de la muerte. Pero lo que se oculta no queda del todo oculto, o como decía en una oportunidad Freud "que entre el cielo y la tierra nada se oculta ". A veces la locura de los sentidos ha señalado el camino, otras veces lo hace el sentido común, que rechaza la idea de muerte, pero el amor loco a veces la acepta y otras lo reclama.

En un país de Europa Occidental, (Francia ), en el argot popular, se denomina como la "pequeña muerte" (la petite morte) al momento orgásmico donde los amantes se pierden. ¿Qué mujer no ha dicho alguna vez a su amante: querría morir en tus brazos; qué varón enamorado no sugirió alguna vez: "haz de mí lo que quieras"? Víctimas ejemplares que se abandonan con gozo a la perdición, a ese misterio atroz y fascinante por el cual los cuerpos someten al ser, lo embriagan, lo destruyen. La voluntad de poseer por entero al objeto amoroso, la obsesión de matar a su macho, como lo hace la mantis religiosa, aparece como una fantasía habitual en muchas mujeres, ejemplificado también en la figura de la viuda negra. Tal vez nada pueda halagar al varón como este deseo, aunque también pueda hacerlo huir de ese ser que le recuerda a su madre, quien le ha dado la vida, pero, en ese mismo momento, lo ha constituido en un ser para la muerte; y es posible que, en el encuentro sexual, sintamos renacer el horror que en los mitos antiguos dejaron las religiones femeninas —Kali, Astarté, Ishtar— donde la muerte y el amor pertenecían a la égida del poder de las mujeres. Al ser padres le damos a nuestros hijos la alegría de la vida, pero también los condenamos al supremo dolor —al menos tal cual concebimos nosotros a la muerte como lo Indeseable—; y tal vez nos condenamos nosotros: bien decía Hegel que el nacimiento de los hijos es la muerte de los padres (aunque esto puede tener diversas lecturas). Quizás la eyaculación sea un anticipo del fin: afirma la especie contra el individuo, en ese embrión se abre el ciclo que culmina con la muerte. Simone de Beauvoir nos dice que la madre destina al hijo a morir porque sólo se hace deshaciendo.1

Tratando el tema de la sexualidad, debemos ubicarnos en aquel concepto, de Freud, en el texto de "Tres ensayos para una teoría de la sexualidad", donde dice que el infante es un "polimorfo perverso". Es decir, la sexualidad no es algo puro, ni mucho menos tiene que ver exclusivamente con la genitalidad, o la madurez del cuerpo, para mostrar que los seres humanos ya son aptos para procrear.

La sexualidad, tiene un componente pulsional, que determina, e impulsa al sujeto a actuar. Precisamente estos impulsos, que en parte tienen un origen, un destino o una meta no se satisfacen completamente. Esa parte que no se alcanza a satisfacer, es lo que Lacan , retomando a Freud, va a llamar deseo. Como un resto imposible de satisfacer y recuperar.

Esta diferencia, es lo que siempre lleva al ser humano, a repetir una sexualidad. Y repetir, no significa lo mismo, sino algo más distinto, o similar al primer encuentro con ese otro. Ese otro que se prohíbe, es lo que el ser humano va en su búsqueda. Y la represión tiene esa validez, para que lo prohibido, se pueda acceder, por otras vías o condiciones, como lo determinaba Freud, cuando hablo de la prohibición del incesto. Y precisamente , esta prohibición del incesto, es lo que posibilita en el ser humano acceder a la cultura, se reprime una sexualidad, pero la misma cultura debe posibilitar algunas alternativas, para acceder a ella.

Bataille menciona que en las religiones de sacrificio, los participantes se confundían uno con el otro en el curso de la consumación, y ambos se perdían en la continuidad establecida por ese acto de destrucción.2 Ya hemos visto cómo alguno de los amantes desea a veces la desaparición del amado: mejor matarlo que perderlo; en otros casos, y la crónica policial nos lo recuerda casi cotidianamente, desea o busca su propia muerte Si la unión de los dos amantes es el resultado de la pasión, ésta apela a la muerte, al deseo de destrucción o al suicidio. En Edipo rey, el protagonista, en su búsqueda apasionada por saber, sólo culmina su unión sexual mediante el asesinato y la automutilación.

Freud describe la horda primitiva,3 y para el caso no importa si ha sido cierto o no, concluyendo que el deseo de los hijos por el objeto materno se cierra con la muerte del padre. Para amar con pasión habría que matar, morir o configurar esa muerte en un sentido aunque más no fuera simbólico y ritual.

La sexualidad y la muerte no serían más que momentos agudos de una fiesta que la naturaleza celebra y ambas tienen el sentido del despilfarro ilimitado en contra del deseo de durar, que es lo propio de cada ser y afirma que el sentido último del erotismo es la muerte.4 Hecho que también planteó Freud, si bien de otra manera —muy discutida — cuando hablaba del pulsión de muerte como fin último de la materia viva.5 Diana Rabinovich agrega: "La muerte muestra la fragilidad misma del ser humano, siendo indisociable de la sexualidad —Freud y Lacan lo han señalado muchas veces—. La sexualidad , para la Antigüedad era, a través de la procreación, un remedio frente a la muerte, gracias al mantenimiento de la continuidad de una familia, de un linaje".6

El marqués de Sade decía en su obra Justine que "no hay mejor medio de familiarizarse con la muerte que aliarla a una idea libertina", y nos propone un hecho angustioso: que el movimiento del amor, llevado al extremo, es un movimiento de muerte, y este vínculo no debería ser paradójico, ya que el exceso del que proceden la reproducción y la muerte no puede ser comprendido más que uno con la ayuda del otro. Es interesante ver cómo los interdictos más antiguos afectan uno a la muerte (no matarás) y el otro a la sexualidad (no fornicarás, no desearás a la mujer de tu prójimo, no derramarás la simiente, no yacerás con tus consanguíneos).

"Nada detiene al libertinaje", profetizaba el divino Marqués, "la verdadera manera de extender y multiplicar sus deseos es querer imponerle límites... no hay nada que lo contenga". Es una manera de decir: nada reduce la violencia. Pero la humanidad se las ha ingeniado una y otra vez para transgredir las prohibiciones (hecho atractivo en sí mismo): no hay interdicto sin su prohibición y viceversa. Al interdicto del asesinato ha opuesto la posibilidad de la guerra, de los sacrificios rituales, de la pena de muerte, y de la petite morte. El marqués de Sade dedicó sus obras a la afirmación de valores inaceptables: que la vida es búsqueda de placer y que este placer era proporcional a la destrucción de la vida. Es decir: Eros alcanza su mayor grado de intensidad en una negación aterradora de su principio; y propone vincular la sexualidad con la necesidad de hacer daño y matar. Otra vez Eros y Tánatos caminando juntos.

Las brujas y hechiceras de la inquisición de Cartagena, o de cualquier otra inquisición que se haya dado en América Colonial (la de Lima o México), transcurrió, en reprimir una sexualidad que para la iglesia, y sobre todo el tribunal del Santo Oficio, tenía un carácter perverso, monstruoso, porque atentaba contra la idea cristiana, de la "pureza del cuerpo". Esta sexualidad practicada en unas determinadas condiciones, fue para la iglesia un acto del demonio, que llevo a estas mujeres a su destrucción. Solo se aceptaba la sexualidad en una institución llamada matrimonio.

Tener relaciones fuera del matrimonio, o en contextos distintos a los establecidos por la iglesia Católica, era ob jeto de censura, castigo y hasta de la misma muerte de la reo, sino confesaba lo que le exigía el tribunal, acerca de su vida privada.

Las hechiceras, y brujas en un medio como fue la ciudad de Cartagena, donde la mayoría venían de otras partes, se buscaban su vida, precisamente, en función de una realidad, que les imposibilitaba no solo acceder a un espacio publico, desde el punto de vista del trabajo y la educación, sino que eran como vemos sometidas por un medio que las reprimía. A pesar , de ello, esta actividad de las artes mágicas,7 les posibilito, tener espacios, donde ellas mismas se pudieran encontrar, con el otro. Tanto el trabajo que ellas hicieron en un tiempo que era la noche, o una parte del día, se consideró, profano por parte de la iglesia. Las artes mágicas, tenían una significación contraria a los principios, o leyes que regían a la religión Católica. Pero precisamente esta actividad, que desde tiempos muy antiguos, como lo plantea M Eliade en su texto Lo profano y lo sagrado, dio paso a las religiones. Los discursos de los magos, hechiceros (as), brujos (as), que eran considerados como puros "cuentos "o productos de la fantasía, posibilitaron a la religión cristiana, la superposición de lo sagrado a lo profano. Las artes mágicas posibilitaron la creación de lo religioso.

La misma iglesia, y el tribunal, condicionaron a la mujer, a un segundo plano, y solo era admitida en espacios, donde ellas para otros tenían un valor sagrado, de ser puras y castas, cuando del concepto de mujer se tenía. Los conventos 8 fueron esa alternativa, o la de educar a unos hijos, dentro de la obediencia y el amor a ellos. Mientras el hombre, como Andrés del Campo, podía disponer de otras amantes. Y no era bien visto, que la mujer hiciese lo contrario, donde ella pudiera, tener un hombre o un amante.

La sociedad cartagenera trascurrió mucho tiempo del siglo XVII. Bajo la óptica, y lo que la Corona de Castilla, tenía que ver con la pureza de la raza. Esto incluía que las personas tuviesen una moral, y una rectitud en su comportamiento. Pero vemos que eso era imposible, porque la ciudad, fue un puerto importante, donde venían personas de muchos lugares, y de muchas culturas. Por lo tanto la mezcla, y la diversidad de formas de pensar y actuar, hicieron imposible poder controlar toda una serie de prácticas o rituales que tenían que ver con el cuerpo y la mente.

Lo que hizo el tribunal de Cartagena, fue todo un acto de perversión de castigar y asumir actos que no le competían, pero que todo era a nombre de Dios para preservar la humanidad del pecado al que estaba sometido por Satanás en seducir a personas incrédulas y débiles.

Cuando este fenómeno de la sexualidad, tiene ese ir y venir, que no es algo continuo, pero que ahí esta en cada uno de nosotros. Nos lleva a enfrentarnos en la vida con muchos prejuicios y obstáculos. En la ciudad de Cartagena, la mujer vivió una situación que la llevo a enfrentarse, a reprimir, pero a la vez hablar, o desinhibirse de ese marco en que la mujer estaba allí.9

En el intento por sustituir el aislamiento del ser por un sentimiento de continuidad profunda, arribamos al erotismo que implica una disolución de las formas constituidas. Aquí se trata de una disolución de la vida social, pero también en la disolución de las individualidades constituidas.

Entre los amantes hay una continuidad intima que les une. La continuidad de dos seres discontinuos. La pasión nos compromete, pone en riesgo nuestros sueños, cuestiona la sobrevivencia del egoísmo individual.

"La pasión - afirma Bataille - nos remite sin cesar: si poseyeras al ser amado, ese corazón que la soledad estrangula formaría un solo corazón con el del ser amado. Al menos en parte es ilusoria. Pero en la pasión, la imagen de esa fusión toma cuerpo, a veces de manera diferente para cada uno de los amantes con una loca intensidad". 10

En suma la acción erótica disuelve a los seres que se comprometen en ella, borra sus límites. Pero cuando decimos que el erotismo conduce a la indistinción, a la confusión de los objetos distintos, ¿no estamos hablando de la simpathia? No obstante existe la antipatía como contraparte de aquella.

Mientras que la segunda borra los limites, la primera afirma la individualidad, marca y permite mantener las diferencias.

En el caso de Lorenza de Acereto, o de su Juan Lorenzo el hechizador, ambos forman parte de una misma elaboración. En el mundo de las pasiones estas pueden borrar los límites o marcarlos. Entre la"salación"para que los hombres aborrezcan a una mujer y un"trabajo"para atraerlos, para conseguir la fusión con el ser amado, no hay diferencias substanciales. La idea de malificación está impuesta por el cristianismo.

Otro aspecto relevante lo constituye el hecho de que el mundo del amor es un mundo nocturno. No es el mundo del trabajo11 que es diurno. Lo que estas mujeres hacen- la adivinación, la elaboración de recursos amatorios, el erotismo-son actividades nocturnas12.

Por otra parte la simpatía aparece en otro aspecto; en los rituales a las diosas dadoras de vida. El potencial generador de la sexualidad erótica y procreadora de la pareja se transfiere por contagio a las diosas y a la naturaleza.13 Es decir, se trata de rituales cosmogónicos. Este tipo de elementos se encuentran en los pueblos indígenas y negros. La diosa madre fue adorada bajo diversos advocaciones. La cópula entre mortales se realiza en el territorio de los dioses(as) y con eso se propone propiciar la fertilidad de la tierra y la multiplicación de animales y seres humanos. 14

Cuando estas mujeres invocaban de una u otra manera sus espíritus15 a los que los consideraban como seres alados. Es decir libres, llenos de sabiduría y poder, pues no existen secretos para ellos, están en permanente relación con los seres vivos y conocen sus inquietudes y sentimientos. Los iniciados poseen los saberes necesarios para detectar las enfermedades, para conocer las hierbas que curan y los tratamientos, para leer los indicios que permitan localizar a los ladrones, para unir o separar a los amantes y poder dar consultas para interpretar los sueños y los presagios.

Para leer en los signos divinos se requiere de un estado especial; el éxtasis. La danza y la fornicación 16 son algunas de las formas de alcanzar el éxtasis. Es posible que en este caso el éxtasis se consiguiera no solo por medio de la danza y el coito, sino acudiendo a otro tipo de recursos, como el uso de plantas divinas.

La "simple fornicación ", durante la época moderna en España, era la relación sexual voluntaria entre dos adultos solteros. La Inquisición se interesó en esta y otras cuestiones sexuales no por el acto sexual en si mismo sino porque implicaba una falta de respecto del sacramento del matrimonio. En la España anterior al Concilio de Trento, el bajo nivel de los conocimientos religiosos y la persistencia de las prácticas morales tradicionales se combinaron para producir en grupos de todas las edades una libertad sexual mucho mayor que la que nos imaginamos comúnmente. Esto se reflejó en la extendida idea de que el sexo ( la simple fornicación ) no era reprobable si no iba contra ninguna ley. Por extensión , el concubinato no era incorrecto, ni lo era que un soltero adulto mantuviera relaciones con una prostituta. La ausencia de culpa sexual era compartida por laicos y clero de igual manera.

Hay indicios de que la imposición de una nueva moral era, cierta forma, la imposición del rigor urbano sobre la laxitud rural.

La hechicera de la época antigua y medieval la separan la belleza, sino que la diferencia es aún más profunda. La época antigua la hechicera era designada por los dioses para enseñar las virtudes de las plantas y los viajes de las estrellas. Esta hechicera de mil años atrás a la de hoy o época medieval hay un abismo. La bruja medieval, y la moderna han perdido su antigua majestad y el favor de los dioses buenos y del pueblo. Apedreada, maldecida, deshonrada, perseguida por las calles y por los campos o arrojadas a las voraces llamas de la hoguera. Por último mientras en la antigüedad las magas y las sibilas han visto poetizadas su belleza, sus conjuros, sus vaticinios..., mientras que la hechicera posteriormente no ha sufrido más que desprecios.

Pero sabemos que este tipo de práctica encierra un saber que por muy empírico que sea tiene una validez. Para unos es algo artesanal con respecto a la ciencia médica por ejemplo. Esto se puede evidenciar en un texto que tiene Juan Méndez Nieto sobre discursos medicinales del siglo XVII, donde el califica y descalifica toda una serie de terapias acerca de las enfermedades del cuerpo. Vease este articulo, en el caso de Cartagena.

Se instituye en esta época un racionalismo del saber, una teorización que se imparte en instituciones oficiales de las que allí pueden ingresar muchas personas exceptuando a las mujeres que debían de cumplir con otros requisitos.

Estas instituciones deciden lo que es lo falso de lo verdadero, se generaron formas de investigar y se crearon las instancias que debían generar las verdades de la época. Las mismas universidades con sus títulos legítima una actividad del ejercicio, a la que hemos dicho las mujeres se les privaba.

"Las mujeres excluidas de las universidades y por lo tanto de cualquier oficio liberal, sin acceso a las jerarquías eclesiásticas o al saber oficial, mantienen unas prácticas ancestrales fundamentadas en una sabiduría ligada a la naturaleza y en gran medida mantenidas en secreto y transmitidas matrilinialmente. Estos saberes de tradición multicultural se conservan como saber popular". 17

La iglesia , y la Corona de Castilla, consideraban, que el saber, que adquirían y transmitían estas mujeres era producto de la fantasía, era especulación, lo que se oponía en esa época al racionalismo o al discurso de la ciencias. Pero debemos pensar que esa fantasía de los magos, o de las artes mágicas, posibilitó a la religión Cristiana lo sobrenatural.

Hay un discurso científico que tiene el sello de saber oficial representado en un titulo universitario, y desechando cualquier otro tipo de saberes entre los que se cuenta las artes mágicas, como la hechicería y la brujería entre otros.

Si bien podemos ver que mucho antes de racionalismo, que se comenzo con el filosofo francés René Descartes. La ciencia que era aun muy joven en sus principios para demostrar un determinado fenómeno ya sea fisico o quimico. Tuvo el ser humano a recurrir a prácticas experimentales, no racionales para poder "resolver "ciertos aspectos de la vida, ya sean de salud o de cualquier indole. Entre ellos los de la vida amorosa, o sexual.

La ciencia médica, y en general las instituciones oficiales vieron con muy malos ojos este tipo de practicas, llamadas mágicas, ya que producían un efecto que era considerado como sobrenatural.

En el caso que nos ocupa de las mujeres, que este saber tenían, y que se relacionaba con su misma sexualidad. Un saber reprimido, pero que se podia, en algunos espacios hablar. Sus discursos o fantasias, no eran algo gratuito ni carentes de verdad. Con posterioridad a este periodo que se analiza en el proceso inquisitorial, del siglo XVII, vemos que la ciencia es muy joven, en su teorización y explicación de la vida. Las mujeres no mentían en relación a su saber. Fingían, porque ellas demandaban del otro algo. Muchas de las historias que se narran en la inquisición tienen que ver con las rupturas matrimoniales o de pareja, el abandono de uno de los conjuyes, que por lo general fue el hombre, en busca de otra mujer, o de otro destino como el trabajo, para justificar el abandono de la familia.

Se dice que las hechiceras o las brujas mienten, cuando le hablan al otro de su saber, de una cura de un mal, etc. Es decir su trabajo terapéutico por decirlo así, tenía poca credibilidad, era ficción, puro cuento.

Este tipo de personas, que por su poder de crear, producto de una experiencia, y una tradicción que se fue transmitiendo de generación en generación, como lo demuestra la Antropología y el Psicoanalisis entre las ciencias sociales más importantes. Se aprecia que este tipo de personas con sus fantasias, no miraban o apreciaban la realidad, acorde a una situción personal. Es decir la fantasía por decirlo de otra manera no recubría o se interesaba en negar una realidad cotidiana. Todo lo contrario este tipo de fantasías que las mujeres reproducían en relación al otro, ya sea su amante o su paciente, era en busca de satisfacer un deseo, algo reprimido, de una etapa muy joven, como era la infantil. Por eso hablamos de una sexualidad reprimida en estas personas que recurrían alli, es busca de algo perdido que no lo encontraron.18

La herbolaria y los saberes que tienen que ver con la curación de los enfermos se transforman en la medicina que es una de las ciencias que más tardo en oficializarse, posiblemente porque las mujeres presentaron resistencias a ser expropiadas.

El conocimiento que estas mujeres ejercieron durante mucho tiempo en estas prácticas mágicas al parecer tenía un carácter de indagatoria, o especie de interrogatorio acerca de la situación de la persona en su ambiente, lo que permitió a las ciencias a reconocer esto como un instrumento del conocimiento acerca de los síntomas del paciente.

El hecho mismo del conocimiento que tenían las mujeres es repudiado por la iglesia, con uno de sus representantes. Así el franciscano Andrés de Olmos en su tratado de hechicerías y sortilegios escrito en 1533 afirma:

"Son engañadas las mujeres (por el demonio) porque quieren saber con gran prisa las cosas que suceden en secreto, quieren saber, porque así la vida de las mujeres no es aprender en los libros muchas palabras para darse a conocer, para destacar, por ello quieren aprender al lado del diablo."19

Las actas inquisitoriales precisamente muestran el impedimento de que estas personas continúen con un saber, y que la iglesia quiere con el tiempo es monopolizarlo, a través de instituciones regidas por ellos mismos. La censura también tiene un objetivo no solo educativo sino de hacer olvidar que las culturas en sus ancestros se desligue de unas prácticas paganas. En este caso el orden que se transgrede pertenece al campo del conocimiento y al erotismo, y por lo tanto al de la religiosidad.

Las hechicerías son castigadas por transgresoras, porque se atreven a penetrar en el campo del conocimiento, ámbito considerado masculino, el mundo de la razón y del saber, por escuchar las voces de la naturaleza y mantener los saberes matrilinialmente transmitido a través de los siglos y no acatar el dogma eclesiástico ( la ley del Dios padre ).

Muchos de esos saberes son calificados de exotéricos, con el propósito de mantener oculto un corpus de saberes que constituyeron la resistencia de las mujeres ante un orden excluyente.

Dentro de estas prácticas mágicas la relación con el cuerpo tiene las dimensiones del goce, del placer que ellas produce ( éxtasis ). Esto constituye una actividad Dionisiaca, la de las pasiones del cuerpo, que anulan los limites que la dimensión humana impone a través de la palabra, o de una representación simbólica.20

La actividad humana es parte de un entramado de las relaciones sociales. Los límites a las pulsiones individuales son establecidos por una cultura. Esta sustrae a las pulsiones, específicamente a las sexuales y a la violencia, gran parte de la energía que requiere para su propio consumo. 21 Dado que la energía de las pulsiones no puede eliminarse, la cultura requiere de la adopción de medidas que le permitan contener, encauzar y modificar las disposiciones pulsionales. 22

Con el desarrollo de la vida social, la red de relaciones humanas se va volviendo más compacta y compleja. La creciente interdependencia obliga a una mayor contención personal para lo cual se requiere la modificación de toda la estructura del aparato de autocontrol psíquico. Las coacciones sociales obligan al individuo a reformar toda la estructura espiritual, a regular internamente su comportamiento y su vida instintiva, a fortalecer el super-yo, a interiorizar las coacciones. 23

Así, de la violencia primordial, cuya energía no desaparece, emana una presión continua sobre la vida del individuo, que éste apenas si nota porque va acoplando a ella sus emociones. Su comportamiento se va ajustando desde la niñez a los mecanismos de transferencia y control impuestos, pues la esfera del trabajo domestica la violencia. Se trata de contener los estallidos momentáneos, de disciplinar la conducta, por lo que la sociedad, para su sobrevivencia, se ve obligado a realizar múltiples esfuerzos para ligar a sus integrantes con lazos libidinales permitidos. Para ello pone en juego la mayor cantidad posible de lìbido con fines inhibidos o desplazados. Se trata de reforzar la vida social con vínculos"armoniosos"

Por lo tanto la vida sexual debe ser adecuadamente administrada, debe restringirse en el individuo maduro al sexo contrario, pues las satisfacciones extragenitales se prohíben como perversiones, como desperdicios, desde la perspectiva de la economía libidinal. La sexualidad debe estar sujeta a medidas restrictivas y a la apertura de ciertos canales de permisividad. Para administrar la sexualidad es necesario el ejercicio del poder, un poder no solo externo, sino un poder que se internaliza. El superyo; el heredero del complejo de Edipo. 24

La sociedad esta constituida por un entramado de relaciones de poder 25 que se manifiestan en las distintas áreas de la actividad humana y que esta sujeto a un sistema de reglas históricas y jerárquicas. Y dado que no hay poder sin resistencia, éste se ve obligado a negociar a cerrar algunos espacios y establecer otros de permisivilidad, a oscilar entre la viabilidad y la restricción. Por tanto, el poder es ante todo una estrategia que moldea, influye y controla las actividades humanas. El poder no es solo coacción, aunque también lo incluye. Y ese poder era el que el tribunal quería imponer, porque se creía con capacidad de decisión política.

Transgredir significa violar lo establecido26, ir más allá de los límites establecidos de un territorio subjetivamente acotado e institucionalizado.

En el ideal cristiano, transmitido con la contrarreforma a fines del siglo XVI a Nueva España, el modelo de existencia es la pureza 27 (la propia idea de mancha remite a la sexualidad no reproductora y la violencia interna. La mancha es el resultado de la relación sexualidad -violencia 28), la castidad y la represión de las pulsiones. Este ideal se convierte en un principio regulador de la vida social. La templanza es una virtud, desde la perspectiva de la moral católica, en tanto que el exceso o la esclavitud frente a las pasiones se identifican con el mal. Las pasiones, el placer, las emociones producen un estado de confusión y alteración violenta que impiden la sabiduría y la virtud cristiana. De ahí la importancia de la confesión y las purificaciones rituales (para quitar la mancha) que mantiene la limpieza del alma y su separación de lo terrenal. El negro es sinónimo de diablo, de algo impuro. La virgen lo libera de las pasiones y lo purifica, sacándolo de la esclavitud social y humana, parece decir la celebración de lo festivo de Candelaria, en la ciudad de Cartagena, del siglo XVII. Porque dicho convento y ermita, surgieron de actos paganos que se hicieron en el cerro de la Popa, por el mestizo Luis de Andrea. 29

Las personas respetuosas de la norma, los que se mueven en el campo de lo permisible tienen un comportamiento previsible, las autoridades pueden confiar en ellas porque no cruzarán las fronteras con lo permitido; en cambio los transgresores están fuera del orden establecido, son caóticos y no puede saberse cómo van a comportarse, en tanto que no respetan los cánones, son impredecibles.

Las mujeres que se dedicaban a las prácticas de las artes mágicas, sobre todo las brujas o hechiceras iban a la iglesia con atuendos que dejaban ver una parte del cuerpo. Esta actitud era calificada como de insulto al culto de la eucaristía. Dice un autor dominico irlandés, Tomás Gage, les llamaban"desnuda de carnes". La desnudez en la civilización occidental constituye un interdicto que en este caso se subraya por el espacio sagrado constituido por la iglesia. Es posible que simplemente se trate de escotes muy pronunciados que dejaban ver parcialmente los senos.

Dice el irlandés al respecto de la forma de vestir de las mulatas a principios del siglo XVII.

"Cúbrense los pechos desnudos, negros , morenos, con una pañoleta muy fina que se prende en lo alto del cuello a guisa de rebocillo, y cuando salen de casa añaden a su atavió una mantilla de linón o cambrai, orlada con una randa muy ancha o de encajes; algunas la llevan en los hombros, otras en la cabeza: pero todas cuidan que no les pase de la cintura y les impida lucir el talle y la cadera (....) El vestido y atavió de las negras y mulatas es tan lascivo, y sus ademanes y donaire ten embelezadores, que hay muchos españoles, aun entre los de la primera clase, propensos de suyo a la lujuria, que por ellas dejan a sus mujeres". 30

Hay un testimonio muy elocuente con el aspecto del cuerpo de la mujer, en las festividades religiosas que se daban en la ciudad de Cartagena a mediados del siglo XVII, en plena actividad del tribunal del Santo Oficio de la ciudad. En ese día imitando con alegrías las costumbres y vestidos de su patria, recuerdos siempre gratos para todos los hombres embrazando grandes escudos de madera forrados en papel de colores, llevando delantales de cuero de tigre, en la cabeza una especie de rodete de cartón guarnecido de plumas de colores vivos; la cara, el pecho, los brazos y piernas pintadas de labores rojas, y empuñando espadas y sables desenvainados, salían de la ciudad a las ocho de la mañana, y bajo el fuego abrazador del sol en una latitud de diez grados y al nivel del mar, iban cantando y bailando, dando brincos y haciendo contorsiones al son de los tambores, panderetas con cascabeles, y golpeando platillos y almerices de cobre; y con semejante estruendo y tan terrible agitación, algunos haciendo tiros con escopetas y carabinas por todo el camino, llegaban a la Popa bañados en sudor, pero sin cansarse. Las mujeres no iban vestidas a la africana, esto es, no iban casi desnudas, sus amas se esmeraban en adornarlas con sus propias alhajas, porque hasta en esto entraba la emulación y la competencia. Las reinas del cabildo marchaban erguidas, deslumbrantes de pedrería y galones de oro, con la corona de reina guarnecida de diamantes, de esmeraldas, de perlas, y negra bozal se veía que con la riqueza que llevaba encima habrían podido libertarse ella y su familia, y que pasadas las fiestas volvía triste y abatida a sufrir el agudo dolor y moral y las penalidades físicas de la esclavitud. 31

En el tribunal de la inquisición de Cartagena la motivación más resaltante para ser castigadas radica en la trasgresión sexual, debido al carácter disolvente del erotismo. El erotismo es amenazante porque cuando la gente hace el amor se deja llevar por la lujuria ( no olvidar que el macho cabrio-representación diabólica-es símbolo de lujuria), hace a un lado la disciplina, se ubica en el campo del maligno, se desentiende de la autoridad que en la vida cotidiana lo vigila, lo controla , lo censura. Estas mujeres están fuera de las fronteras de lo permitido, porque actúan fuera del matrimonio, territorio en el que las relaciones sexuales con fines procreativos son toleradas.32

El cuerpo mismo de estas mujeres es el espacio de la trasgresión, el ámbito de la realización del pecado. Sus cuerpos no se ocultan, sino que se entregan a la miradas de los amantes, a los abrazos, al juego erótico de múltiples maneras. La cabalgata de sus cuerpos 33 las conduce a los efectos y a la desobediencia del interdicto de origen precristiano 34-pero que este incluye que separa a los cuerpos del alma. 35

El centro de la trasgresión es la negación del cuerpo. El cuerpo es para el ser humano la fuente de todos sus goces. Hasta el goce mas sublime , es un goce corporal. En la edad media se transforma el cuerpo en el lugar del demonio, y las reacciones corporales son en este sentido la puerta que conduce al infierno. El alma que es superior ( esta arriba) tiene la función del dominio del cuerpo( que es inferior, los genitales están abajo). Las sensaciones del cuerpo que provienen del alma son reacciones legítimas del cuerpo; lo que no le proviene del alma es pecado. Y dado que el cuerpo es una bestia por domar, para hacerlo hay que negar las satisfacciones corporales. 36

El cuerpo era el lugar, de un goce, prohibido, de una serie de perversiones, a las que la misma iglesia, y sobre todo el tribunal condenaba. No es menos cierto, el goce, que se hacia a las mujeres que eran torturadas. El caso de Ana Beltrán. Recibió tres vueltas y estuvo en el potro desde las ocho hasta las nueve y cuarto de la mañana del 19 de agosto de 1633. A raíz de las torturas, y el encierro, ella decayó mucho, hasta llegar a morir. Esta era una actitud sádica del tribunal que utilizo con muchas otras reas, para confirmar sus delitos.

A muchas mujeres se les imputaban algunas declaraciones que ellas mismas no habían dicho, como es el caso de Inés Martín, que ella misma negó el día de su juicio, cuando iba a ser torturada. Dijo que las cosas que le habían sido leídas ni siquiera se le habían pasado por su mente, y que por amor de Dios, se usase con ella misericordia. 37

Las mujeres algunas declararon sus imputaciones que el tribunal del Santo Oficio, les hizo para no ser sometidas a la tortura. Pero de lo contrario justificaba para ellos someterlas a un tormento.

El tribunal con el castigo, lo que hizo , fue poner a estas mujeres a un goce, a padecer, lo que el demonio les había inculcado, para que lo vivieran en carne propia. Había que condenar el cuerpo, y salvar el alma, como lo más divino.

Las brujas, de aquella época colonial, no solo fantaseaban con su cuerpo, sino que este era estimulado con sustancias que se le aplicaban al mismo, para sentir, lo que ellas mismas en el tribunal confesaban. El untarse ungüentos para volar con las demás compañeras de la junta.

Las hechiceras cuando renuncian a la sexualidad con fines procreativos, y se interesan por una sexualidad que tiene el carácter de perverso, en el ámbito del demonio 38, porque la sexualidad es considerada un mal y aunque la mayoría de las mujeres practiquen su sexualidad, unas cuantas mujeres la encarnan en sus personas; mas si estas mujeres son afro mestizas. En el siglo XVII los europeos consideraban a las negras seres sin alma, y en tanto que solo cuerpo-especialmente las mujeres-, en tanto cercanas a la animalidad, son el espacio de la bestia. Al concentrar el mal en unas cuantas mujeres, se puede exonerar a las beatas 39 y les permite a estas encarnar el bien, la procreación.

El meollo de la cuestión radica en el hecho de que para la moralidad católica contrarreformista, los seres humanos deben reprimir sus deseos eróticos. Dicha represión constituye el estereotipo de lo bueno. Ser humano, por tanto significa reprimir los deseos. Frente a la lujuria, se levanta la templanza, la castidad y la pureza.

Lo interesante aquí consiste no simplemente en la prohibición de la sexualidad no procreativa; porque no se trata sólo de que el sexo se reprima, pues en momentos históricos anteriores ha existido la represión sexual, sino que es a partir de la modernidad que el sexo se administra. Se controla.

A partir del siglo XVII con la inquisición , el sexo se reglamenta a través de discursos útiles y públicos. No se silencia el sexo, sino que se generan nuevos régimen de discursos. Así, la racionalidad social que todo lo ordena y cuantifica toma a su cargo la sexualidad; persigue, vigila, censura y saca a la luz en calidad de transgresiones las energías inútiles, los placeres desbordados, las conductas irregulares y acrecienta, alienta las eficaces, premia el autocontrol.

Todavía estas mujeres son consideradas brujas por su transgresión sexual, pero a partir del siglo XIX las sexualidades periféricas e improductivas sufrirán un cambio en su estatuto y se consideran conductas enfermas, tal es el caso entre otras, del onanismo, el incesto y el masoquismo. 40

En la época de la colonia en las grandes ciudades como México, Lima, Cartagena, entre otras había sitios públicos para que se diera lugar de la hechicería, como son las barriadas o sectores marginales de la ciudad. Caso que nos ocupa de Cartagena, según lo describe Manuel tejado Fernández, en su texto Vida social en Cartagena de Indias siglo XVI y XVII.

Otros sitios donde se expresan la transgresión, o propensas son la plaza pública, las ferias, espacios donde se reúnen la multitud, el comercio ambulante, donde vocea sus mercaderías y donde sus pregones se mezclan con los gritos y las risas de la multitud que acude no solo a comprar cuando llegan las naos, sino a enterarse de las novedades, a encontrarse con los amigos y a realizar todo tipo de transacción comercial, pues el intercambio no solo incluye bienes o cosas útiles econonómicamente, sino también gentilezas, servicios y miradas, pues la circulación de riquezas es solo uno de los términos de un contrato mucho mas general y permanente. 41

Las ferias son lugares de trato libre donde los cuerpos se exhiben y se habla de sus Funciones sin cortapisas, donde están autorizados los juramentos y las palabras obscenas circulan sin mucha reticencia. 42 Cartagena, con su variedad de culturas, razas donde eran conducidos para distintos trabajos que iban desde el portuario, en virtud de su ubicación y su carácter de centro comercial y pluriètnico es uno de esos sitios.

Cartagena en la América fue un sitio muy importante a nivel comercial con la España. Esto puertos se revitalizan con la llegada de las naos, con la celebración de la ferias...."...cuando los comerciantes y los hombres de mar llenaban sus calles y colmaban las casas de alojamiento temporario". 43

El puerto se convertía en un sitio ocupado fundamentalmente por mujeres, después de que las últimas mulas de carga se alejaban del puerto a rumbo a otras ciudades del Reino de Granada.

En estos puertos de las grandes ciudades Cartagena, Veracruz en México, y Lima con el Puerto del Callao, los comerciantes y marineros eran personas no muy estables en su relación de pareja, y por consiguiente no respetuosos de su cánones. Esto hombres no lían con mujeres que buscan una relación estable, tener una familia. Tanto el marinero como el comerciante que viajan constantemente son inestables, no están comprometidos o casados y mantienen una doble moral, buscan una relación que no los comprometa, no son los que permanecen, dudan de la norma porque ésta es disonante con sus intereses. Las mujeres adecuadas para estos hombres hay que buscarlas en las afro mestizas-libres-que tienen relaciones con los marineros y con los soldados ( aquellos que resguardaban el fuerte). Las mujeres de esta estirpe siempre aguardaban los barcos o naos para establecer intercambios amorosos. Sobre todo que en la lista de pasajeros venidos de España, o de otros continentes, eran en su mayoría hombres.

La práctica que hacían las mujeres de hechiceras, no sólo de eso se les denunciaba, sino de tener una vida indecente según los calificativos de la época. Es decir estas mujeres fueran de hacer actividades con la hechicería o artes mágicas también eran infieles, y de exhibirse con vestuarios que seducían a los hombres. Se visten mostrando"las carnes".

Estos comportamientos constituyen trasgresiones al rol familiar asignado a las mujeres. No sólo las acusan de hechiceras, sino de"indecentes","putas". El cuadro de las denunciantes configura a las beatas, las bien portadas, las"madresposas". No obstante, pese a sus diferencias, entre hechiceras y beatas existe un vínculo estrecho. Se parte entonces que aquellas mujeres que viven en sociedad, es decir en forma estable, dedicadas a la conyugalidad y la maternidad eran las denunciantes de aquellas prácticas hechiceriles.

Los trabajos amatorios constituían ese punto de unión y eran una de esas formas en que una mujer pobre buscaba validar su presencia en un mundo que la excluía. La hechicería era una herramienta eficaz, un ejercicio de poder al alcance de quienes tenían menos probabilidades de poseerlo en la sociedad colonial.

Los celos ,el abandono, la búsqueda del amor llevaban a las mujeres"bien portadas"a procurar a las mulatas que sabían de recursos amorosos. Y este es justamente el bien intercambiable de estas mujeres: los saberes sobre las estrategias encaminadas a la seducción de los hombres elegidos. Esto cobra mayor relevancia en una sociedad en la que el matrimonio se valora altamente como única realización personal permitida a las mujeres.

"Por otra parte en el caso de las mujeres criollas, la única manera de asegurarse un espacio social era el matrimonio. Y para poder casarse era necesario cubrir ciertos requisitos: tener una buena dote, ser virgen y virtuosa. Las mujeres criollas estaban educadas no sólo para atender bien a su marido, sino para soportar infidelidades y malos tratos. Las criollas también intercambian virtud, virginidad y obediencia a cambio de dinero y respeto social."44

Estas hechiceras o brujas con sus prácticas sexuales, que no tenían como fin la procreación, sino el darle secretos a las personas que le consultaban, van a poner en peligro la entidad del matrimonio establecida por la iglesia católica.

Busca la iglesia y el tribunal de la inquisición de la ciudad de Cartagena de Indias con las mujeres que tienen estabilidad en su matrimonio, procurar no ir más allá del territorio permitido, permitiéndole entonces desarrollar sus actividades dentro de un espacio legal, el oficial.

En toda la inquisición de Cartagena podemos ver que las grandes diferencias étnicas, se mezclaban líos amorosos, los que era imposible separar, disociar dentro de una intrincada red de relaciones de la vida colonial.

"La mayor parte de esas mozas (negras o mulatas) son esclavas, o lo han sido, y el amor les ha dado la libertad para encadenar las almas y sujetarlas al yugo del pecado y del demonio". 45

El espacio donde mejor se puede enmarcar lo anterior dentro del Tribunal de la inquisición de Cartagena, es la zona minera de Zaragoza, al sur de la misma ciudad. Donde las mujeres se entregaban al demonio mayor, o tenían como amigo a un diableo menor, ya sea Taravita, o Cojuelo, donde se dedicaban a fiestas que eran grandes orgías ( la plaza de las Zabaletas )

Más adelante nos encontramos con otro autor que hace la descripción de vida de estas mujeres prohibidas en la sociedad, cuando se les califica su vida de infame.

"Se pavonea, anda con comezón, levanta la cabeza, la mueve para todas partes, vive del vicio, y vive del placer, polvo y basura la hacen girar en la vida. Se mira en el espejo, se perfuma y se echa sahumerios, se unge con aguas floridas. Masca chicle, hace ruido con él. Anda por los canales, conoce los caminos, frecuenta el mercado, por el mercado se anda pavoneando. Va de aquí para allá, empuja a la gente, da empellones, se ríe, hace burlas, siempre anda sonriendo, sin rumbo camina". 46

Por el contrario el ámbito de las beatas, es la familia, la privacidad de su casa, y solo intervienen en la vida de la comunidad en calidad de guardianas de la virginidad, la castidad, el orden y las buenas costumbres. La familia juega un papel estratégico como garantía pecuniaria y control social.

Aún en el caso de las viudas y las huérfanas que se quedaban solas, sin familia que las protegieran, podían acudir a un beaterio recinto cerrado del que podían salir para hacer visitas o ir a misa. Las beatas, por lo regular educadas en los conventos de comunidades religiosas, viven acordes al ideal de religión que les imponen. Es decir al tipo de persona que se les inculca. Vgr la vida del santo o santa.

Este ideal de buen comportamiento puede verse en la biografías de los santos 47, se afirma su vocación de santidad desde la infancia. Es conveniente hacer notar que en el caso de las niñas no se acentúa el rasgo de inteligencia y facilidad en el aprendizaje como en los niños, pues es considerado inútil para las mujeres. Se acentúa en cambio el fervor religioso, la dedicación a la oración, su afán por el auto castigo y el cumplimiento de sus obligaciones. Llama la atención que a diferencia de los santos en su infancia, las santas fueron tentadas por el diablo y lograron vencer la tentación. Este hecho, en el caso de las mujeres, es central en la comprobación de su santidad, que es el sacrificio que ofrecen en bien de la cohesión social.

La mujer cumple con ese ideal de castidad que posibilita ser admitida no solo en la comunidad religiosa sino cuando se case. Esto muestra a las claras las restricciones a que fueron sometidas las mujeres en la colonia.

El hombre era más "inteligente "porque tenía acceso a la educación, la mujer no.

El ideal es la vida del santo, que de alguna manera las beatas lo cumplían de cierta forma así no ingresasen a los conventos. Tenían otra cualidad la renuncia al placer, al erotismo, la sexualidad no procreadora. Cuando hacen vida sexual, ésta es ordenada y contemplada, dentro del matrimonio.

Dentro del matrimonio hay reglas que se deben tener en cuenta para desarrollar una sexualidad, no cualquier hecho fuera de lo normal era aceptado. Es el hecho como lo describe Alejandra Cárdenas en su texto cuando dice:"Así por ejemplo, el modo considerado natural de copular es aquel en que la mujer yace de espaldas y el varón encima. Toda desviación de esta postura es pecado. Los indios y los negros son considerados libidinosos porque tienen"contacto carnal"en muchas otras posiciones, lo que no hace sino probar lo que la iglesia define como"su natural lujurioso". 48

Hay un hecho importante cuando se trata de hablar de copular, se establecen otras palabras para referirse a ello, son metáforas. Por ejemplo en el saber popular se recurre a palabras como"echarse","cabalgar"y"joder", pero en otros discursos es frecuente el uso de expresiones como tener"acceso carnal". 49

El matrimonio era el ideal de vida dentro de una sociedad. Cristo lo había instituido como un acto necesario e indispensable para la constitución de la familia y el medio idóneo para la procreación. Los hijos son un objetivo dentro del matrimonio y es una bendición de Dios. El matrimonio se constituye en el patrón de la monogamia y de santidad. Salirse de esos límites es simplemente actos perversos, que atentan contra la dignidad del ser humano. El amancebamiento, la infidelidad, adulterio y las relaciones prematrimoniales son transgresiones.

Pero en una sociedad como la nueva España donde la cantidad de inmigrantes eran hombres, y que dejaban a sus familias en sus respectivos países, y por otra parte la mujer española que vino a estas tierras fue poca, y casi no se estabilizó. En estos casos estabilizar un ideal de matrimonio bien difícil. Por otro lado los negros arrancados de sus tierras en África, sin sus familias.

La iglesia frente a ese fenómeno tuvo que flexibilizar sus normas, en el caso de los indios y los negros, planteando que las prohibiciones entraban en vigor después del bautizo. La flexibilidad impuesta por la situación colonial se expresa también en el hecho de que con frecuencia los hijos bastardos podían convivir con los legítimos, pero no recibían la herencia paterna.

Hay entonces que plantearnos que en la época de la colonia, la sexualidad oscilaba entre lo permitido y las restricciones a ciertos actos y espacios. De otro lado se promueve el control de las pasiones como un ideal moral , y por otro lado se posibilita espacios como las fiestas donde la riza, la embriaguez y el erotismo tienen lugar. Debe tenerse en cuenta a partir de la poligamia y los privilegios masculinos, estos tienen derecho al erotismo, mientras que lo anterior esta proscrito a la mujer. La sociedad como vemos vivía en una división entre lo permisible y lo prohibido pero para unas determinadas personas o grupos. La sociedad destina los espacios, sino también el grupo de mujeres que satisfacen a los hombres. La sexualidad se divide en pro creativa y no pro creativa o perversa. La ejecutan respectivamente beatas y hechiceras.

"Se trata de un conflicto entre dos amores y dos temores: la fiesta y la unión de la pareja por una parte, y la embriaguez y la sensualidad no reglamentada por la otra. La gula no pasa de ser falta leve y solo se vuelve grave cuando, por comer o beber demasiado se pasa a la lujuria". 50

La iglesia de la ciudad de Cartagena, prohibía ciertos actos, pero por otro lado los posibilitaba con el marco referencial de la fiesta de la Candelaria de la ciudad de Cartagena. Donde el autor de la misma comienza diciendo; Cartagena tiene fama, pues casi no hay semana en que no suceda alguna desgracia, y poco menos puede decirse de los demás, tanto en las orillas del Atlántico como del Pacífico, y los de las riberas del bajo Magdalena, del Sinú, y del Atrato.51

Notas

1 Beauvoir S de: El segundo sexo, Siglo XX, Buenos Aires, 1984.

2 . Bataille G: El erotismo, Tusquets, Barcelona, 1979.

3 . Freud S: Obras completas, Ediciones Amorrortu, Buenos Aires, 1981.

4 Bataille G: El erotismo, Tusquets, Barcelona, 1979.

5 Freud S: Obras completas, Ediciones Amorrortu, Buenos Aires, 1981.

6 Rabinovich DS: Modos lógicos del amor de transferencia, Manantial, Buenos Aires, 1992.

7 En el plano de nuestra existencia, el exceso se manifiesta en la medida en que la violencia vence a la razón. Pero el tiempo del trabajo exige una actitud razonable, en la que los movimientos exasperados y desbordantes que se liberan en el tiempo de las transgresiones (la fiesta, el juego) no son admitidos. Desde las eras remotas en las cuales el hombre se convirtió en homo faber (el materialismo histórico fue el primero en plantear que el trabajo es el que nos funda y constituye permitiendo el paso del mono al hombre), el trabajo introdujo en aquellos tiempos azarosos un momento de sosiego, a expensas del cual el hombre cesaba de responder al impulso inmediato, que regía el deseo. La colectividad ha sabido oponerse, en el tiempo reservado al trabajo, a esos movimientos contagiosos en los cuales no existe más que un abandonarse al exceso, o sea: a la violencia del deseo. Sin los interdictos no hubiese llegado a ser —la colectividad humana— ese mundo del trabajo que en esencia es, ya que el trabajo se opone a la animalidad.

8 Lorenzana de Acereto fue educada por un tio que fue clerigo en la ciudad de Cartagena, e internada por un tiempo en el convento de las agustinas desclazas de dicha ciudad.

9 George Bataille al abordar el tema del erotismo se remite a la idea de que las personas humanas somos seres discontinuos, que morimos aisladamente en una aventura ininteligible y estamos constantemente angustiados en la búsqueda de la continuidad. Bataille George, El erotismo Tusquets Barcelona 1988.

10 Idem.

11 Roger Caillois, en El hombre y lo sagrado, habla de que existirían dos tiempos: uno es el tiempo profano, que es el tiempo ordinario, el del trabajo, caracterizado por un respeto de los interdictos y, por otro lado, el tiempo sagrado, que es el de la fiesta, que en el plano del erotismo es, a menudo, el de la licencia sexual y en el plano propiamente religioso sería el tiempo del sacrificio, que es la transgresión al interdicto del asesinato. (1)Bataille G: El erotismo, Tusquets, Barcelona, 1979.

12 El hecho necesario de vincular la represión de la sexualidad y el placer con la necesidad de trabajo alienado coloca en el centro de esta teoría la relación entre el tiempo del trabajo y la factibilidad de satisfacción sexual, entre ocio y trabajo alienado. El trabajo no obedece al tiempo del placer, sin embargo el hombre sólo es instrumento de trabajo durante las jornadas laborales; el resto sería, en principio, libre por sí mismo. Marcuse dice que una persona está ocupada por su trabajo unas 10 horas diarias incluyendo los viajes y los preparativos. Necesita un tiempo equivalente para dormir y comer. De modo que, sobre las 24 horas le quedan 4 horas libres que podría emplear para su placer. Pero la alienación del trabajo y la represión de la sexualidad como fuente de goce sobrepasan el tiempo del trabajo sobre el tiempo libre. Las extensas horas de labor y la rutina exigen que el ocio se convierta en un simple descanso, una relajación pasiva y una reposición de la energía con vistas al trabajo futuro.(2) Münzer Th: "Sexualidad y trabajo", en Sexualidad y represión, Carlos Pérez, Buenos Aires, 1969. Sin contar que otras circunstancias han llevado a la banalización del sexo: libros, revistas, films y el bombardeo publicitario de una sociedad aparentemente permisiva como la actual, han logrado que actitudes y deseos por ella promovidos se consuman como propios. Creo que esta sexualidad obligatoria que ha impuesto un erotismo ficticio también contribuye a debilitar la energía erótica configurando lo que Marcuse llama "desublimación represiva", es decir: "una liberación de la sexualidad en sus modos y formas que debilita la energía erótica. En ese proceso, la sexualidad se extiende a áreas hasta hace poco consideradas tabúes; sin embargo en lugar de recrear estas relaciones a imagen del placer, es la tendencia opuesta la que se afirma, el principio de realidad afirma su poder sobre Eros".(2) Münzer Th: "Sexualidad y trabajo", en Sexualida y represión, Carlos Pérez, Buenos Aires, 1969. Esta preponderancia de una "desublimación de gran alcance —nos sigue diciendo Marcuse—, ¿acaso significa la preponderancia de Eros, que conserva y exalta la vida sobre su adversario fatal?",(3) Marcuse H: "El envejecimiento del psicoanálisis", en Sexualidad y represión, Carlos Pérez, Buenos Aires, 1969. agregando que "en la concepción freudiana el conflicto entre la sexualidad (en tanto fuerza del principio del placer) y la sociedad (como instinto del principio de realidad) desempeña un papel central". Un erotismo que nace de sexualidades estereotipadas, que se ajustan a la media y a las estadísticas y que rara vez llegan a un encuentro. Quizás el verdadero erotismo, como nos propone el film de Oshima, nace de la diferencia. Cuando la pareja sea capaz de moldearse a su propia imaginación diferenciadora podrá hallar la libertad del rito amatorio.

Cabría preguntarse entonces si las constantes transgresiones a las prohibiciones no estarían negando estos enunciados. Bien dice Bataille que el interdicto está allí para ser violado: el tabú nos incita a su violación. La transgresión no niega el interdicto, sino que dialécticamente lo completa y supera; jamás la prohibición aparece sin la revelación del placer ni jamás el tiempo de la fiesta sin el sentimiento de la interdicción.

Si hemos sostenido que el hombre es por esencia homo faber, y que se somete al trabajo, debe renunciar por esa causa a una parte de su sexualidad. Por eso debemos pensar que no hay nada de arbitrario en las prohibiciones sexuales: cualquier ser humano posee una cantidad de energía limitada y si dispone de una parte para el trabajo lo hará a expensas del consumo erótico, sacrificará su anhelo de exuberancia en aras de la productividad y el esfuerzo, quedando reducido el erotismo a una mínima parte. Para Bataille la "animalidad", que es el movimiento del desborde, del exceso sexual, es en nosotros aquello por lo que no podemos ser reducidos a cosas. En cambio la "humanidad", en lo que tiene de específico en el tiempo laboral, tiende a hacer de nosotros cosas, a expensas de la exuberancia sexual. Por eso el amor de Sada y Kichizo se va centrando cada vez más en sí mismo: las relaciones de la pareja con el entorno se van haciendo cada vez más escasas. Sólo se interesarán por la adoración de sus cuerpos como una búsqueda de lo absoluto, de lo sagrado a través del erotismo ritual. Pero esa clase de amor elegido los irá arrastrando también al sacrificio: la transgresión constante del interdicto sexual los llevará a la violación del interdicto del asesinato, ambos se enaltecerán, y glorificarán su sexo con la disolución de sus cuerpos. Kichizo dirá mientras experimenta la cercanía de la "pequeña muerte" y de su propia destrucción: "Siento que me pierdo en ti, que me inunda un gran mar de sangre".

Si el ser humano se definió como homo faber regido por la conciencia y la razón, debió desconocer o moderar y a veces condenar en sí mismo el exceso sexual, ya que éste se halla fuera de la razón vinculante con la noción de trabajo. El ser voluptuoso se burla del trabajo porque prescinde de las consecuencias: el "mundo del hampa" lo llama Bataille, analizando los trabajos de Kinsey, quien encuentra mayor desborde sexual en este mundo marginal. En el momento del desborde sexual dilapidamos nuestras fuerzas sin medida ni control y evocamos en nosotros un verdadero desorden. Pero, en realidad, también malgastamos nuestra energía en otras situaciones no tan placenteras, alienándolas en lo que Bataille define como esos simulacros que se llaman los demás, Dios, el ideal(1) Bataille G: El erotismo, Tusquets, Barcelona, 1979. y, por cierto, el trabajo.

13 Parece curioso que se relacione a las mujeres, dadoras de vida con el mundo de los muertos, pero si consideramos la idea de Max Weber en su texto Economía y sociedad, en el sentido de que los dioses de las religiones desplazadas, pasan a la religión dominante en forma de demonios, es posible explicar la inversión en el caso de las mujeres, de ser diosas dadoras de vida, pasan a causar estragos en los sembradíos y a comunicarse con el mundo de los muertos. Esto aunado a la naturaleza de la potencialmente pecaminosa y destructora que le asigna el cristianismo a la mujer en caso de alterar el modelo mariano de la virginidad, castidad y reproducción.

14 Veáse sobre la mitología griega o Romana acerca de fenómenos de invocar a dioses para llover y dar alimento a la comunidad, el dios Kronos o las Saturnalias.

15 No obstante, al mundo de los muertos no puede viajarse de cualquier manera, ni son todos los muertos los visitados, porque no todos los espíritus de los muertos tienen la misma fuerza. Las almas requeridas son las eficaces, son las almas de los jefes o las almas con poder, las de los espíritus sabios y poderosos y para acceder a ellos es preciso de un rito iniciàtico. Véase en Marcel Mauss "Sociología y Antropología" tecnos Madrid 1979 p 71

16 La " simple fornicación ", durante la época moderna en España, era la relación sexual voluntaria entre dos adultos solteros. La Inquisición se interesó en esta y otras cuestiones sexuales no por el acto sexual en si mismo sino porque implicaba una falta de respecto del sacramento del matrimonio. En la España anterior al Concilio de Trento, el bajo nivel de los conocimientos religiosos y la persistencia de las prácticas morales tradicionales se combinaron para producir en grupos de todas las edades una libertad sexual mucho mayor que la que nos imaginamos comúnmente. Esto se reflejó en la extendida idea de que el sexo (la simple fornicación) no era reprobable si no iba contra ninguna ley. Por extensión, el concubinato no era incorrecto, ni lo era que un soltero adulto mantuviera relaciones con una prostituta. La ausencia de culpa sexual era compartida por laicos y clero de igual manera.

Hay indicios de que la imposición de una nueva moral era, cierta forma, la imposición del rigor urbano sobre la laxitud rural. Kamen, Henry. Op. Cit p 256

17 Cárdenas Alejandra. Hechicería saber y trasgresión. Guerrero México. 1997.

18 Podemos equiparar a estas mujeres, con relación a la mujer histerica, en su producción sintomàtica; una de las cosas en comun es la mentira o el fingimiento que hace tanto la histerica como la bruja. El psicoanalisis basado en la clinica, plantea algo al respecto de la histerica. Se dice que ella miente: ¿ qué analista, no tiene la sensación que la histérica cuando le cuenta lo que le cuenta le puede estar mintiendo? Y no hace falta ser analista para tener la sensación que la histérica esta mintiendo porque todo el mundo tiene esa sensación; como no vamos a tener esa sensación si ella misma dice que miente: y si no encuentra donde es el punto más radical de la mentira histérica , es el fingimiento, el fingimiento en la cama, es el punto más radical de la mentira histérica; pero- lo que parece más interesante y que en la clinica de la paciente histérica es lo que más dificultad a la resolucion sintomática- es que ella dice que todo es ficción; que la histérica dice que finalmente todo es ficción, y donde es más difícil atraparla en el argumento de que todo es ficción es que para ella esencialmente ¿ qué es ficción ? El deseo,,,,, ellas dirán.: " yo no deseo nada,,,,,la verdad es que no deseo nada ". ¿ cómo pueden establecer que eso es mentira? " Tedium Vitae " , el famoso Tedium vitae histérico que es " no deseo nada ", " no hay nada que me entusiasme, por eso finjo " ¿ acaso no es mas difícil de operar sobre él ? hay un cierto dicho popular cuando uno dice que no hay nada que le venga bien, es verdad, o sea que es cierto que ella miente cuando dice que " no deseo nada " pero es cierto tambíen que es una de las cosas más difíciles de demostrarle que es ahí donde miente; lo más peligroso de todo es querer ponerse uno en la causa del deseo de ella, que fue el problema de Freud con Dora.

La histérica se pone en ese lugar, del fingimiento, hace teatro, para demandar del otro algo, que esta en relación a su deseo.

Freud en un texto del año de 1909, tomo 11, pagina 109, sobre algunas conferencias dictadas en EEUU dice: " Por eso los histericos pierden la simpatía del médico. Los consideran como unas personas que infringen las leyes de su ciencia, tal como miran los ortodoxos a los eréticos, les atribuyen toda malignidad posible, los acusa de exageración, deliberado engaño, simulación, y los castiga quitándoles el interés", ven efectivamente el diagnóstico que hace Freud respecto del médico en relación al padecer- porque es el médico, no la gente en general- al padecer histérico es que esta connotado por la función de verdad y de lafalsedad- el valor de verdad- y es por eso entonces que el rechazo que la ciencia tiene del padecer histérico. El pisconálisis esta destinado entonces a introducirlo.

Esto debe tomarse como un simil, no se puede pretender decir que aquellas mujeres que fueron denunciadas ante el tribunal eran histericas, a pesar de cierta configuración en su producción, lo que se pretende es demostrar que tanto en lo individual, como lo demuestra el psiconálisis es que este tipo de situaciones o de inventos que tenían las mujere en esa epoca, no era algo salido de los cabellos, tenía y tiene un sentido. Asi como a nivel antropológico, social e historico, este tipo de artes mágicas tenía y tiene en la actualidad un sentido de vida, y de saber con respecto a ellas. El tribunal del Santo Oficio, y muchas instituciones oficiales lo que hicieron fue censurar y reprimir una situación de la mujer que iba desde lo personal hasta lo colectivo. Esa mentira no era mas que un encubrimiento, una forma de defenderse frente al saber oficial, que se sustentaba en el poder que tenía y tiene el hombre en un determinado contexto.

19 De Olmos Fray Andrés. Tratado de hechicería y sortilegios. U.N.A.M México 1990. p 48.

20 Véase en este mismo apartado acerca de Eros y Tanatos.

21 Freud, Sigmund. El malestar en la cultura. Editorial Amorrortou, tomo XXI. Buenos Aires Argentina. 1989.

22 Cada individuo busca la felicidad y, de acuerdo con Freud, los sentimientos de felicidad más intensos provienen de la satisfacción directa de nuestros deseos pulsionales, especialmente los de carácter sexual. La civilización, sin embargo nos exige que renunciemos en gran medida a la satisfacción directa de nuestros deseos y que los sustituyamos por actividades culturales. Estos impulsos sublimados nos proporcionan menos placer que la gratificación directa.

23 Elías Norberto. El proceso de la civilización, investigaciones socio genéticas y psicogenéticas. F.C.E México 1994.

24 Véase la segunda tópica del psiquismo en las obras competas de Freud. Ediciones Amorrotou. Buenos Aires. Argentina.

25 Foucault, Michel, La historia de la sexualidad tomo 1 siglo XXI México p 113-114. 1984.

26 Bien dice Bataille que el interdicto está allí para ser violado: el tabú nos incita a su violación. La transgresión no niega el interdicto, sino que dialécticamente lo completa y supera; jamás la prohibición aparece sin la revelación del placer ni jamás el tiempo de la fiesta sin el sentimiento de la interdicción

27 La pureza se representa sobre lo blanco e inmóvil, el desencuentro con la " otredad " la pureza es efímera y en un estado que se llega por el retiro, un modelo de perfección y una constante purificación ritual. Se puede ver en el caso de los ermitaños Carmelitas descalzos de loa agustinos de Villa de Leiva en Boyacá, siglo XVII. O lo que es la fiesta de virgen de Candelaria en Cartagena mediados del siglo XVII

Ver el texto De Pastor, María Alba. Crisis y recomposición social en Nueva España en el transito del siglo XVI- XVII, 1570- 1630 F.C.E U.N.A.M. México.

28 Bataille , George. Op. Cit p 77.

29 Véase el proceso de Luis Andrea. Libro 1020.....op. cit

30 Gage , Tomás. Nuevo reconocimiento de las Indias Occidentales México F.C.E. 1982.

31 Posada Gutiérrez Joaquín, " Memorias histórico políticas " tomo II pp 335-349.

32 El matrimonio, si bien en sus comienzos tuvo el sentido de una transgresión, entraría, hoy en día, en el campo de lo permitido como parte del tiempo del trabajo. Es posible que, como piensa Levy-Strauss, el matrimonio haya sido una consecuencia del interdicto del incesto: el varón (padre-hermano) que hubiera podido disfrutar libremente de las mujeres (hija-hermana) realizaba una donación.(4) evy-Strauss C: Las estructuras elementales del parentesco, Paidós, Buenos Aires, 1985. Esa donación de las mujeres fue tal vez el sustituto del acto sexual, convirtiéndose en un compromiso entre el respeto y la actividad erótica, y si bien vemos que el matrimonio conserva, como pasaje, algo de aquella transgresión también naufraga en el universo de las madres, de las hermanas y de las hijas, neutralizando, de alguna manera, los posibles excesos. Ese movimiento, que el cristianismo tiñó de pureza, que es la pureza de la madre, de la hermana, de la virgen María, pasa lentamente a la esposa convertida en madre. Entonces se entiende la afirmación de Bataille de que el estado matrimonial salvaguarda la posibilidad de llevar una vida humana en el camino del respeto por los interdictos opuestos a la libre satisfacción de nuestras necesidades animales. "Incluso para San Pablo", cita Rabinovich, "la sexualidad matrimonial, el matrimonio mismo, era una defensa contra el deseo, un mal menor, en el que incurría quien no podía ser célibe... necesario en la medida en que algunos no podían acceder a la renuncia total al deseo sexual. El matrimonio era pues una situación intermedia, un antídoto contra el deseo sexual".(5) Rabinovich DS: Modos lógicos del amor de transferencia, Manantial, Buenos Aires, 1992.

33 En este sentido es interesante recordar que entre los Bantú el acto sexual es considerado un placer, aún dentro del matrimonio, al que le conceden gran importancia.

34 Este dualismo precristiano también opone alma y cuerpo, pero al declarar el alma como una esfera de lo divino y el cuerpo como demoníaco, lo corporal resulta ser irrelevante. Si este es así lo mismo opta por el retiro de lo corporal, como de la permisivilidad total. Para el cristiano se trata de la dominación del cuerpo ver Hinkelammert Sacrificios humanos y sociedad occidental: lucifer y la bestia. Departamento ecuménico de investigaciones de Costa Rica. 1991

35 paz Octavio. La llama doble. Amor y Erotismo Seix Barral México. 1994.

36 Hinkelammert op. cit

37 Esta y las demás con los diablos que allí estaban alrededor del diablo mayor, que estaba en figura de viejo, el cual se agachaba y descubría el trasero, y en el se iban besando, y, al tiempo que esta reo la besó, le despidió una ventosidad hediendo a piedra de azufre.. proceso inquisitorial contra Inés Martín y otras....libro 1020 y 1021. Archivo Histórico Nacional. Madrid España.

38 " Esta y las demás con los diablos que allí estaban alrededor del diablo grande, que estaba en figura de viejo, el cual se agachaba y descubría el trasero, y en él le iban besando, y , al tiempo que esta reo le beso, le despidió una ventosidad hediendo a piedra de azufre." Proceso inquisitorial contra la mulata Inés Martín. Libro 1021. tribunal de la inquisición de Cartagena de Indias. Archivo Histórico Nacional.

39 La Beata Barbola de Esquivel, fue una de las primeras que el tribunal juzgo, de edad ya madura- rayaba los cincuenta años, que aprendió de un clérigo procedente de Lima, cuando aquella residía en Santa Fe, el hechizo de las avellanas y que ella a su vez, le enseño a Lorenzana; hechizo que servía para atraer a Andrés del Campo. Estando Lorenzana en el convento, envió decir a la Esquivel, por medio de una mulata de dicho convento, llamada Esperanza, que declarase en el Santo Oficio aquel hechizo. Libro 1620, folios 15-16. Proceso inquisitorial contra Lorenzana de Acereto....op. cit.

40 Freud, Sigmund. Con el texto de Tres ensayos para una teoría de la sexualidad. Rompen con ese mito, de que la sexualidad era algo, puro, y se consideraba, como tal la organización genital. Las actividades del onanismo, el masoquismo y otras, son parte de la sexualidad del ser humano, llamadas perversiones

41 Mauss Marcel op. Cit p 160.

42 Bajtin, Mijail. La cultura popular en la Edad Media y el Renacimiento. Alianza Universidad. México 1989.

43 Lugar Catherine. " Comerciantes ". Ciudades y sociedad en Latinoamérica colonial. Comp. Louisa Hoberman y Susan Socolow. F.C.E. Buenos Aires.

44 Cárdenas, Alejandra op. Cit p 88

45 Gage , Tomás op. cit p 181.

46 De Sahagún , F Bernardino. Historia general de las cosas de la Nueva España. Editorial Porrúa México. P 562. 1992

47 Hagiografía.

48 Cárdenas, Alejandra op. Cit p 91.

49 Vease el texto de Ana Maria Atondo Rodríguez." De la perversión de la practica a la reversión del discurso"

50 Corcuera de Mancera, Sonia. Del amor al temor. Borrachez, Catequesis y control en la Nueva España. ( 1555-1771 ) C.F.E . México. 1994.

51 Posada Gutiérrez, Joaquín. "Memorias histórico y politicas" tomo dos . Medellín- Colombia. 1971. páginas 335- 349.

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Revista de Psicoanálisis y Cultura
Número 23 - Octubre 2006
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