Acheronta  - Revista de Psicoanálisis y Cultura
La formación del analista: un Bildungsroman
Teodoro Lecman

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Ya anteriormente habíamos trabajado centralmente el tema, al menos en dos ocasiones: en 1983, en un Seminario de un Congreso de APBA en Buenos Aires; en 1994, en un Encuentro de analistas en París, donde marcamos un profundo desacuerdo con la posición predominante sobre el pase de lo que sería luego la AMP 1.

En el año 2000, otra vez en París, la reunión de los États généraux de la psychanalyse nos permitió comprobar que toda disidencia en el ámbito de la formación del analista aparecía clausurada desde el vamos por el enorme poder de lo institucional y su peso en el campo humano.

Un retorno hacia atrás, al período 1971-74, nos encuentra con Oscar Massota, bullendo en la cultura de catacumbas de los grupos de estudio, como la llamó Kovadloff, tratando de encontrar el hilo rojo, el rojo Fadián2 que nos permitiera en la Argentina de los 70 remontar la filiación y la formación del analista para encontrar nuestro lugar, un poco antes del desastre del Proceso del 76.

En el 2005, tras la última severa crisis del 2001, nos hallamos cómodos por un rato en internet, y observamos los severos golpes que propina a la seriedad de la formación del analista el estado actual de las cosas, el espíritu y el cuerpo de la época3.

La formación del analista exige el trípode Análisis propio, Seminarios, Supervisión, en un grado suficiente, sistemático, extenso e intenso, en la especificidad de la formación analítica, de postespecialización, tal como lo establece Freud en su famosa defensa de Theodor Reik y el análisis profano en 19264.

Todas las instituciones psicoanalíticas del mundo coinciden en estos requisitos básicos.

La práctica de casos, sin embargo, queda sujeta muchas veces a una incertidumbre que algunas instituciones estatuyen con grados (candidato, miembro, etc.) u otras precipitan, sobre todo en Argentina, como cebo y plataforma al desideratum analí tico: un primer año o más de estudios y luego derivación de pacientes supervisados, en general casi gratuitos.

El análisis "didáctico" o el "pase" vienen a postular el franqueamiento de la barra analizante/analista5 en una ambigüedad en la que la práctica de casos y el caso de uno 6 se solaparían y hallarían una salida triunfante - "ya está, soy analista" - en la confluencia de terrenos heterogéneos (la práctica aleatoria o forzada de casos, el propio análisis, la institución) que se homogeneizarían en un acto consagratorio, fuera el que fuera. Como si un cierre relámpago pudiera suturar la brecha sísmica de tantas placas tectónicas sujetas a movimientos inciertos y desplazamientos recíprocos.

Hemos subrayado que el análisis del analista debe ser hecho en forma suficiente como prerrequisito para poder analizar 7: lo que esto quiere decir es muy arduo y merece un trabajo singular para cada uno que deviene analista y que ninguna institución garantiza, sino una ética 8.

Cuando Lacan dice que el analista "se autoriza de él mismo 9" [lui-même] no invita a una piedra libre ni usa el sí mismo. Ese "lui" mantiene una distancia con la mismidad que permite suponer allí el Es, el Ça, el Ello y el famoso aforismo de Freud: Wo Es war soll Ich werden: "donde Ello era, yo debo advenir" responsabilización subjetiva del inconsciente que es la ética del psicoanálisis. Si mantenemos la literalidad de la traducción forzadamente y no ponemos "por él mismo", es para acentuar la no instrumentalidad de la operación en juego: un "circunstancial", un juego con el origen y la caída en el presente del authentés, el que hace su propio camino, que resueve el aut-aut (o-o) de la alienación que plantea el vel indecidible (la bolsa o la vida; el sexo o la muerte; el dinero y el don gratuito, etc.) en la asíntota de una separación deseante siempre conflictiva. El deseo del analista no coincide allí con mi deseo como analista: es una pura formación del inconsciente. La que liga la transferencia con la identificación, el inconsciente estructurado como un lenguaje con la realidad sexual [/mortífera] de la transferencia 10.

Como se ve, descomunal despropósito éste: ¿qué formación del analista para una formación del inconsciente, sin que caiga en la canallada o lo halle a Lacan por el camino convertido en slogan snob y a Freud en palmada famillonaria, en congreso de semejantes?

Un juego de palabras nos permite condensar nuestros pensamientos y darles una fórmula asequible.

La formación del analista evoca la Bildung opuesta al aprendizaje de otro tipo. Parecida al Bildungsroman, a la novela iniciática y de formación, no condesciende a la novela en clave (roman à clef) cualquiera que sea, ni al policial-paranoico (Piglia) y minimalista que es el modelo de relato de la época.

La formación del analista es una especie de novela personal, que seguramente habrá que poner en serie con la novela familiar y otras, con las clausuras del discurso y las irrupciones del goce, con las circunstancias históricas e institucionales y la combinación personal. Por ejemplo, el análisis del analista rara vez se hace con un solo analista, y además, la práctica del análisis exige reanalizarse al menos cada cinco años. La propia práctica puede hallarse desierta por momentos y esto no es "culpa" del analista sino largo proceso a inscribir en una historia de múltiples niveles que no excluye la penuria social.

La formación, la Bildung, se opone a la información rápida que caduca al instante, a la máscara social de instituciones y modas, al adaptacionismo.

El analista es un outsider (remedando a Osborne y Harold Pinter) en una tarea "exquisitamente social" sin embargo, mientras rugen los leones (Carta de Freud a Groddeck).

Sólo puede serlo como Kulturtrager (Porvenir de una ilusión), como Kulturmensch (Psicología de la vida erótica), sujeto de cultura en el malestar en la cultura que le tocó vivir.

No basta ser psicólogo o médico o lo que sea. Más bien es para pocos y el fenómeno de masas engaña. Llamarse precipitadamente analista no es serlo y oficiar la alta función simbólica que implica frente al harto sufrimiento, alegre a veces, que hace síntoma en la carne, tarea imposible, pero practicable. Freud nunca creyó que el psicoanálisis pudiera ser popular, en el sentido de aceptado alegremente: nadie acepta lo más rechazado de sí mismo así como así. Exige tripa11 y cultura, formación y conflicto. Lo demás es brillo, glance of nose con un toque de piercing, fetichismo y renegación del psicoanálisis.

Por último, la precariedad laboral reinante en el neocapitalismo salvaje, hace que toda formación consecuente vaya a contrapelo, sea cosa de locos o ilusos utopistas, pero sostenida en carne propia, antes del desecho, del resto que promete el paraíso del descarte. Quizás, por ahí, logramos transformar la "realidad", esa ficción construida por los otros, siguiendo nuestros deseos: un trabajo de la s.p, o sea de la san puta.

Teodoro Pablo Lecman

Notas

1 «Identidad y formación del analista». Seminario en el II Congreso Metropolitano de Psicología, APBA,1983. «El análisis del analista : otra aporía», revista Imago, Nº 16, mayo, ed. Letra Viva. 1996, escritura de la ponencia hecha en 1994 en la VIIIe. Rencontre du Champ Freudien, París.

2 Freud, El chiste y su relación con lo inconsciente, [1905], O.C., Ed. Bibl. Nueva, 1968.

3 Porque no se trata sólo de un Zeitgeist, de un espíritu de la época, sino, en el seno de la biopolítica predominante (Foucault), del Homo sacer (Agamben) actual, de un verdadero tiempo del cuerpo, de una Liebeslebens y una Todeslebens (vida erótica, y mortífera) en el ideal y el lazo social, que hace crisis en las encrucijadas más arduas del sujeto: trabajo, amor, amistad, creación, goce, muerte.

4 Die Frage der Laïenanalyse [1926], Psicoanálisis y Medicina, ibid.

5 Véase El análisis del analista, ob. cit.

6 Lecman, T., Cuestiones de la clínica, Ed. Tekné, Buenos Aires, 1986.

7 Véase El análisis del analista, ob. cit.

8 Remitimos a un trabajo anterior en Acheronta.

9 Un juego translingüístico nos permite encontrar en el "de él mismo" tanto el hacerse causa (por) como (siguiendo el circunstancial de tema latino: de = acerca de ) el tema, el sujeto temático (en francés sujet es sujeto y tema), la trama con tela y agujereada de los argumentos que le conciernen: de tí /de vos se trataba, sin que la barra yo/otro, sujeto/colectivo pueda establecerse más que en la angustia del trauma.

10 Lacan, (1964) Le Séminaire, Livre XI, Les quatres concepts fondamentaux de la psychanalyse, ed. du Seuil, París, 1973.

11 Siguiendo a la sra. Melanie Klein, la tripera genial.

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Revista de Psicoanálisis y Cultura
Número 22 - Diciembre 2005
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