Acheronta  - Revista de Psicoanálisis y Cultura
Acerca del mito de Teseo y el hilo de Ariadna
Carolina Ackerman

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Resulta difícil desprenderse del mito de que el analista experimentado comprende a su paciente rápidamente y de manera infalible.

¿Qué significa aprender del paciente? Significa poder tolerar la sensación de ignorancia o incompetencia y disponerse a esperar, hasta que empiece a surgir algo verdaderamente significativo desde el discurso del paciente.

Bion, propuso a los analistas desechar la memoria, el deseo, lo que saben y lo que quieren para dejar espacio a una nueva idea que flote en el ambiente del consultorio.

Cuando no se deja lugar a esta posibilidad, el análisis corre peligro, ya que el analista pierde la oportunidad de escuchar nuevas indicaciones o asociaciones del paciente, quien es el que sabe sin saber que lo sabe.

Otro peligro es el de una interpretación que no respete los tiempos del paciente, interpretación que si bien puede ser exacta en su contenido es mala si se formula en un momento inadecuado y hasta puede suceder que el paciente la experimente como persecutoria.

Winnicot propone la idea de "triada de crianza" por la cual la madre recibe amparo emocional del padre al tiempo que ampara a su bebé. Si una madre se siente adecuadamente amparada, podrá aprender de su hijo el mejor modo de ser la madre que el bebé necesita en ese momento. Aprenderá que el lenguaje y ritmos de este bebé no coinciden con lo que dicen los libros, ni con otro bebé y ni siquiera con sus otros hijos, en el caso de que existieran.

El amparo que el analista experimenta en un principio desde su supervisor, debe transformarse luego en un apoyo interno autónomo, separado del supervisor interiorizado. Este proceso posibilitará la capacidad del analista-madre de aprender a escuchar al paciente-bebé. Se trata de aprender a amparar al paciente, como antes fue amparado el analista por su supervisor-padre.

Esto no sería completo sin mencionar que esta manera de aprender del paciente tiene que ver con poder observarlo, pero también con observarse a sí mismo, porque otro error en el que puede caer el analista es guiar al paciente en la sesión a partir de sus propios puntos ciegos, perturbando y amenazando el trabajo terapéutico. El analista debe tener la capacidad de poder contener e interpretar al paciente y a la vez estar familiarizado con su propio inconsciente para diferenciar entre aquello que coadyuva al proceso analítico y aquello que lo traba.

Lo inconsciente habla a lo inconsciente, el analista no es un libro cerrado para el paciente y además comunica aún en sus silencios. Por eso es esencial que tenga el máximo acceso a este nivel (el más profundo) de comunicación interactiva por la vía de sus propias respuestas inconscientes al paciente. El análisis personal sumado al conocimiento teórico ayudan al analista a encontrar un sentido a su resonancia inconsciente a partir de las comunicaciones del paciente, de esta manera el analista podrá dejarse guiar por el paciente y el insight será descubierto conjuntamente por analista y paciente en la sesión.

El analizante es quien analiza y la tarea del analista consiste en ayudarlo a analizarse bien.

Sería interesante recordar el mito de Teseo y el hilo de Ariadna, donde transitar el laberinto implica encontrarse con el minotauro, quien puede significar la locura, pero también la propia monstruosidad. El desafío es transitarlo y encontrarse con lo propio, poder detenerse e interrogarse sobre la propia monstruosidad. El hilo de Ariadna, es la guía en el recorrido por el laberinto y comprende tres hebras, la teoría, la supervisión, espacio donde pensar la práctica, donde el saber es una cuestión singular que hace resonancia grupal y el análisis personal, fundamental para pensar la práctica y pensarse a uno mismo.

Lic. Carolina Ackermann

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Revista de Psicoanálisis y Cultura
Número 22 - Diciembre 2005
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