Acheronta  - Revista de Psicoanálisis y Cultura
Lo femenino, la estúpida y la mirada a la otra
Paula Berenice Altayrac

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"La femineidad depende de un significante,
y esta particularidad permite captar por qué ciertas mujeres
parecen estar perfectamente convencidas de que
aquello con lo cual la naturaleza las ha gratificado
vale como cualquier otro miembro viril,
y por qué ciertos hombres pueden creer que están desprovistos de él,
y organizar su existencia en función de tal creencia"
Gerard Pommier
"La excepción femenina"

Introducción:

M es una paciente a quien escucho desde hace varios meses. En su discurso se repite incesantemente la queja hacia la madre formulada en los siguientes términos: "mi mamá no me miraba" "no tuve la mirada de mi mamá que me constituyera" y a partir de ahí, según ella, parten todos sus problemas, sus inseguridades, sus miedos... por eso ella mira a las otras, "para constituirse", dice remarcando que allí donde ella mira no se trata de homosexualidad. Y no, no se trata de eso. Se trata de la pregunta por lo femenino, por su lugar de mujer o por la mujer que hay en ella. Se trata de intentar darle un nombre a eso que ella rechaza pero que al mismo tiempo la interroga, se trata de cuestionar su sexualidad, en términos de posición sexuada. En este intento de preguntarse acerca de qué es ser una mujer, ella ensaya una respuesta para nombrar lo femenino, que aparece dada por el significante "estúpida", significante que también emplea para nombrar a la madre. En su pregunta por lo femenino -que sólo puede hacer a partir de mirar a las otras mujeres- también aparece la extrañeza de porqué "asocia" mujer con "estúpida" sin poder todavía cuestionar desde qué lugar ella le da ese nombre a lo femenino. En su discurso se recorta que es desde el lugar de la identificación con el padre que ella va y viene asumiendo por momentos una posición masculina, de rechazo hacia la mujer y a todo lo que en ella podría ubicarla como mujer, y en otros momentos aparece una exaltación de lo que ella llama "la estética de la mujer", poniendo el énfasis así en el parecer, es decir, en la mascarada. A partir de esta doble vertiente –de la identificación con el padre y su consecuente posición masculina- van a aparecer frases en el discurso de la paciente en las que la madre es sostenida en este lugar de "estúpida".

Lo femenino y la estúpida:

Como mencioné antes, el punto de la identificación simbólica con el padre le brinda a M una respuesta a esa pregunta propia de la histeria. Si hablamos de una identificación al padre, no es porque haya habido algo de la madre que no haya podido satisfacer la demanda de la niña, dicho de otro modo: si la paciente se queja de que no pudo identificarse a la madre – porque supone desde su imaginario que esto sería lo esperable- esto no se debe a una particularidad de la persona que allí estuvo presente sino de una cuestión estructural. Tanto la enseñanza de Freud como la de Lacan nos muestran una disimetría fundamental del complejo de Edipo para ambos sexos, disimetría de orden simbólico el cual determina que la niña deba identificarse con la imagen del otro sexo.

Sin pretender retomar la extensa teorización concerniente al Complejo de Edipo, quiero centrar la cuestión en el modo en el que el complejo se relaciona con el hecho de que la mujer asuma cierto tipo femenino y vinculado a esto, la función del Ideal del Yo 1.

Es a partir de que el padre –dice Lacan- se convierte en el Ideal del Yo para la niña que ella puede reconocer que no tiene falo. La identificación que constituye el Ideal del Yo no implica que la niña se convierta en un hombre sino que se da a través de ciertos significantes a los que Lacan les da el nombre de "insignias del padre". De ahí en más dichas insignias de aquel al que el sujeto se ha identificado desempeñan la función del Ideal del Yo 2. Dicho Ideal del Yo, en lo sucesivo modelará las relaciones del sujeto con su objeto, de ahí que en M su posición masculina esté dada por su Ideal y ello ejerza efectos en el encuentro con el objeto.

A partir del discurso de la paciente, se escucha que el punto de identificación con su padre está dado por los ideales relacionados con la cultura y el estudio, lo que los lleva de alguna manera a denigrar a una madre que no participa en ellos ya que nunca estudió. La paciente relata situaciones en las que ellos comparten programas culturales de televisión, escenas de las que la madre queda excluida. En la relación con este padre idealizado ella se ubica como "débil frente a alguien omnipotente" y también habla de un "constante poder sobre mí que me hace estar siempre demandando y esperando su aprobación". Además de él parte la exigencia de que todos los hijos estudien. En relación a esto cada vez que ella duda de continuar con sus estudios universitarios se le aparece un imperativo de terminar la carrera y se angustia.

La mirada a la otra:

Cómo decía antes, es a partir de las otras que M intenta dar cuenta de qué es ser una mujer, ya que esto es lo propio de la histeria. Así en sus sesiones dice: "Yo a la mujer la miro mucho, cómo está vestida, la miro demasiado, miro mucho y adopto gestos" y luego agrega: "Lo que estoy buscando es encontrarme a mí en esas mujeres, miro lo que admiro, lo que no soy, lo que me gustaría ser" "Estoy viviendo con un montón de personas dentro mío". A partir de la mirada a estas diferentes mujeres ella se identifica desde una posición histérica a ellas. Si bien antes mencionaba que su posición masculina esta sostenida en la identificación al padre, a partir de la cual se constituye su Ideal del Yo, en su discurso también aparecen otras mujeres de las que ella toma insignias, se trata de una "identificación con la máscara, con las insignias del Otro" 3, por un lado las insignias masculinas que como el Sr. K ofrece a Dora, el padre de mi paciente le ofrece a ella, y por otro lado se trata de las insignias femeninas que las otras mujeres -amigas- le prestan a ella, al punto de no poder sostenerse como mujer si no es a partir de la imitación de estos rasgos. Sin embargo, la identificación no es simple imitación sino que se trata de tomar como propio algo de la otra. Así, varias sesiones las ocupa hablando de una amiga suya, Ayelén a quien ella dice imitar "estuve hablando como Ayelén" y a la cual nombra como "divina".

Estas otras mujeres aparecen como portadoras de un saber hacer con el deseo de un hombre, un saber hacer en relación a qué es lo que a un hombre le gusta, punto enigmático para ella. Se trata de un saber hacer con eso que falta, lugar de la falta al que van las vestimentas y las joyas con las que la mujer se adorna para velar eso que no tiene. A este respecto Gerard Pommier dice: "El peinado, las joyas, el vestido, el perfume son los ropajes inesenciales que bordean este agujero. Envoltorio de una vacuidad, la vestimenta de lo femenino trata indefinidamente si no de dar una respuesta, al menos de hacer mascarada a una cuestión insoluble..." 4. De allí que en su intento de encarnar algo de lo femenino, lo haga a partir del arreglo personal, de la mascarada. Comienza a "vestirse de mujer" y "actuar como" mujer, quedando lo femenino asociado a una suerte de señuelo/engaño sostenido por estos velos. Sin embargo cuando este intento fracasa, es decir, cuando a partir de estos medios no logra articular algo de su posición femenina, retorna rápidamente a su posición masculina y es desde este lugar de varón desde el cual intenta "seducir" al hombre. Significante que ya da cuenta de su posición fálica en la escena que se juega con un hombre. Y es justamente en dichas escenas donde todo se le complica a M. Si lo femenino es estructuralmente soportar ser tomada como objeto de deseo de un hombre, ella no es mujer ya que en las escenas en que aparece algo del ser tomada como objeto, ella desaparece. De manera que podríamos decir que en el encuentro con el hombre, no es mujer, es histérica. Para ejemplificar esto voy a tomar dos ejemplos de la historia de la paciente, uno tomado de su vida adulta y otro de una escena infantil, ambos relacionados por ella. Elijo para presentarlos el mismo orden en el que aparecen en el material: Hace unos años conoció a un hombre en un bar, cuenta que luego de haber estado hablando con este hombre que le tira las cartas y que le "inventa una cosa mística" tienen relaciones sexuales. Ella en ese momento le pide a él que utilice un preservativo y él le responde que no va a haber penetración. Al contar esto, la paciente se angustia y agrega: "No pude decir que no porque no pude oirme a mí, escucharme, hacer lo que sentía. Me sentí manipulada donde yo no tenía ni un sí ni un no. Me quedó una sensación de vacío, de dónde estaba yo. Yo quería ser un varón y encamarme con alguien a quien no conociera. Escuchaba a Joaquín Sabina y quería vivir sus historias. Ahí estuve yo en donde yo quise cumplir esta fantasía mía de acostarme con una persona que conocí en la vereda. No estuve yo en eso de no querer usar preservativo".

La siguiente escena es relatada poco tiempo después en el análisis: cuenta que cuando tenía 6 o 7 años, a la hora de la siesta iba al almacén con sus hermanas y que el almacenero las tocaba "si dejábamos que nos tocara nos regalaba caramelos" "A mí me sentaba en una pierna y a Paula en la otra. Mi hermana Agustina un día dijo que no fuéramos más". Dice que no recuerda demasiados detalles pero que cree que quizás Agustina le contó a la madre y que por eso dejaron de ir al almacén a la hora de la siesta, pero no está segura si ella volvió a ir en otro horario. Este recuerdo además cobra particular valor si se tiene en cuenta que en dicha escena, ella no se encuentra sola sino que está acompañada por otras niñas (sus hermanas), lo que le permite correrse del lugar de único objeto de deseo para un hombre.

En resumen, si la histérica se sustrae de aquellas escenas en las que queda tomada como objeto de deseo es para eludir algo de la castración que se juega en el encuentro con el hombre.

Conclusión:

En el transcurso de su tratamiento conmigo, este ha sido el primer movimiento que se ha registrado en la cura: pasar de comportarse como un muchacho a poder interrogar algo de la mascarada de lo femenino, aunque esto sólo sea, en principio, en el plano de las apariencias, es decir, dentro del campo de lo imaginario. Esta dimensión aunque provisoria al momento, ha permitido un primer acercamiento a poder plantear la pregunta acerca de su posición, logrando que algo de lo femenino se vuelva enigmático. Habrá que dar muchos más rodeos para recortar algo de su posición fantasmática, para recortar qué es lo femenino en su fantasma. En este sentido, me parece pertinente retomar la siguiente frase de Lacan: "...Es para ser el falo, es decir el significante del deseo del Otro, para lo que la mujer va a rechazar una parte esencial de la femineidad, concretamente todos sus atributos en la mascarada" 5. De modo que, M rechaza lo femenino en la mascarada identificándose a los rasgos fálicos que toma de las otras.

Si acordamos con Lacan en que preguntarse acerca de qué es la mujer es lo contrario a serlo, allí podemos ubicar el lugar que este interrogante tiene en M, pero ¿acaso, no nos revela el Psicoanálisis que el sexo femenino interroga tanto a hombres como a mujeres y que para ambos sexos se constituye como el Otro sexo?

Notas

1 Lacan, J.: Seminario V, Clase IX "La metáfora paterna", pág. 170.

2 Lacan, J.: Seminario V, Clase XVI "Las insignias del ideal", pág. 302 y siguientes.

3 Lacan, J.: Seminario 5, Clase XX "El sueño de la bella carnicera", pág. 378.

4 Pommier, G.: "La excepción femenina", pág. 35.

5 Lacan, J.: "La significación del falo", Escritos II.

 

Bibliografía:

Lacan, J.: Seminario III "Las Psicosis", Clase XII "La pregunta histérica", Ed. Paidós.

Lacan, J.: Seminario III "Las Psicosis", Clase XII "Qué es una mujer", Ed. Paidós.

Lacan, J.: Seminario V "Las formaciones del Inconsciente", Clase IX "La metáfora paterna", Ed. Paidós.

Lacan, J.: Seminario V "Las formaciones del Inconsciente", Clase X "Los tres tiempos del Edipo", Ed. Paidós.

Lacan, J.: Seminario V "Las formaciones del Inconsciente", Clase XVI "Las insignias del Ideal", Ed. Paidós.

Lacan, J.: Seminario V "Las formaciones del Inconsciente", Clase XX "El sueño de la bella carnicera", Ed. Paidós.

Lacan, J.: "La significación del falo", Escritos II, Ed. Siglo XXI.

Lacan, J.: "La dirección de la cura y los principios de su poder" Punto 5, Escritos II, Ed. Siglo XXI.

Miller, J.: "Dos dimensiones clínicas: síntoma y fantasma", Ed. Manantial.

Pommier, G.: "La excepción femenina", Ed. Alianza Estudio.

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Número 21 - Julio 2005
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