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Resumen
Si el psicoanalista trabaja en horda lo más seguro es que invista urvaters, esos seres espectaculares que dictan la regla del bien decir son por así decirlo los que tienen la verdad sobre la verdad ya que reducen el significante a una sola huella y reducen el sinsentido al sentido estricto, es decir, se absolutiza el significante y el psicoanálisis sale perdiendo, pero ganando el amo. Si alguien trabaja como súbdito no le garantiza codearse con la verdad ni mucho menos enmascarándose la etiqueta, el servilismo es otro modo de volver a la enajenación de la cual intento liberarnos Carlos.... Marx.
Palabras clave: Ser vil, servidumbre, semblante.
Abstract
If the psychoanalyst works in horde more surely is than invista urvaters, those spectacular beings who dictate the rule of the good to say are so to speak those that have the truth on the truth since they reduce the significant one to a single track and reduce the sinsentido one to the strict sense, that is to say, absolutiza the significant one and the psychoanalysis leaves losing, but gaining the master. If somebody works as subject it does not guarantee to him to elbow itself far from it with the truth masking the label, the servility is another way to return to the distraction of which attempt to release Carlos to us.... Marx.
Key words: To be vile, servitude, semblante.
Si analizamos el concepto de servidumbre lo ubicaremos en el uso corriente de: conjunto de criados, de igual forma obligación o dependencia pesada y lo más interesante desde mi punto de vista dominación del hombre por las pasiones. Es a mi juicio el no deber del psicoanalista en cuanto a su posición ética, tomando en cuenta que en ciertos momentos y sin menoscabo alguno alguien se asume codependiente de una fracción de una escuela o de un nombre creyendo que estando a la sombra de este o aquel se estará a salvo de la mediocridad y nadando en las corrientes de la verdad. San Pablo lo hace notar con respecto al nombre "yo soy de pedro, yo soy de crispo", intentando con esto librarse de lo fallido que es el ser. Una cosa es trabajar para el campo freudiano por que a eso nadie es llamado y otra muy distinta es actuar como psicoanalista en función de servidumbre en tanto ser vil, lo que se juega en posición de servidumbre es la función de tachado, ésto es la deformación de la ética de aquel que trabaja en su nombre, es, podría decirse, el rebajamiento del semblante por tomar a un amo de la mano, o lo que es lo mismo el analista dando su espalda en posición femenina.
Si el psicoanalista trabaja en horda lo más seguro es que invista urvaters, esos seres espectaculares que dictan la regla del bien decir son por así decirlo los que tienen la verdad sobre la verdad ya que reducen el significante a una sola huella y reducen el sinsentido al sentido estricto, es decir, se absolutiza el significante y el psicoanálisis sale perdiendo, pero ganando el amo. Si alguien trabaja como súbdito no le garantiza codearse con la verdad ni mucho menos enmascarándose la etiqueta, el servilismo es otro modo de volver a la enajenación de la cual intento liberarnos Carlos.... Marx.
Si sabemos que un psicoanalista es así es porque no repite la receta, qué pasa entonces con la servidumbre que en su repetición cree alcanzar el ideal al mimetizarse con él, será realmente eso un analista, y en qué márgenes de peligrosidad se encuentra el paciente cuando busca en el análisis curarse de lo que su analista no se ha curado, la alienación identificatoria con el otro que le hace regocijar, es decir sin llegar al goce, será hacer comulgar con ruedas de molino al paciente tomando prestada otra metáfora marxista. Por eso es que lo escéptico debería ser lo más hermanable de la verdad para que la ingenuidad detrás de la servidumbre se derrumbe en el nombre de Freud y Lacan siendo ellos los únicos exorcizadores de lo atolondrado que subsume al ser del sujeto.
Será necesario ser vil, acaso no basta con el semblante, éste ha tomado un lugar incluso como categoría, o se toma el ser vil o se camina con el semblante, esa será una apuesta que se debe de tomar o dejar, de la naturaleza de la respuesta será el compromiso o no con el semblante. Si se dice en el discurso de la iglesia que no todo aquel que diga señor, señor entrará al reino de los cielos, porque entre psicoanalistas te veas, todos están de la mano con el señor o sea todos hacen semblante de objeto a, sin que se les ob-jete, eso es lo irregular. Pero quién objeta al semblante, por lo menos en la iglesia se le mide si es consecuente con el acto, en cambio al analista se dice que lo regula la abstinencia y el no ceder el deseo, esto es lo que queda de religioso en el analista, es mas, es su credo privado, o lo que lo mantiene en su neurosis, su religión privada.
El trabajo domestico no humaniza sino que rivaliza se da entre las hordas y más cuando se trabaja en pos del amo, que no deja de ser una figura siniestra. Sabemos que es el lenguaje lo que desencadena lo humano, entonces a qué amo obedece el lenguaje si sabemos que el amo en ciertos momentos aparece como mero semblante o sea una función de apariencia, pero el carácter de servidumbre basta en el sujeto para que se desencadene en él ese automatismo de servilismo que haciendo profesión de fe se le entrega, ser vil siempre lo deja a uno en deuda con el amo, y bien, acaso lo que despostilla al lenguaje con su lapsus no es de lo inconsciente, entonces el inconsciente siendo amo del sujeto no lo demanda a semblantear como una de las formas más obtusas de ponerlo fuera de lo real creyéndose que desde esa función deslumbrante el sujeto ya paso la prueba de la castración. Ese brillo semblantero que algunas veces opaca la mirada de la pulsion es el talón de Aquiles del psicoanalista, el rey desnudo que festeja en su ceguera su investidura mágica hecha de apariencia semblantera, es el ocaso de lo imaginario pero que sostiene de manera muy debilitada la función yoica que por este desliz se desplaza el narcisismo galopante que acicatea la función de analista, como decía Daniel Gerber en una de sus clases "entre psicoanalistas no se llevan bien", concluyo que eso será por el narcisismo galopante. Ser el esclavo del otro es una gran payasada pero se da en los regímenes totalitarios, en las iglesias y por que no entre ciertos grupos de analistas que faltos de critica se vencen al adormecimiento psíquico que es propio del que hace oficio de urvater, en este sentido siguiendo a Freud, diré con el que en la vida anímica nos seguimos comportando de manera infantil, en postración demandante para que el otro nos complete. Es por eso que cuando se dan los rompimientos entre los grupos se hace de manera encarnizada sacando sus estandartes otra vez de servilismo obedeciendo a tal causa, es por eso que digo que la condición servil se repite; de hecho sin repetición no hay servidumbre en tanto que repite la lección del amo a saber, su man-dato.
Pero que hay más allá del sujeto en posición de servidumbre, lo que observo es que el servil es en si mismo un señuelo, es decir hay en esa posición una dimensión del engaño, al sujeto se le engaña hasta con el salario para que ocupe ese puesto, el sujeto en posición de servil ha sido capturado en las redes significantes del otro que investido como falo lo eclipsa poniéndolo en posición demandante como siervo fiel de la causa del amo, él es un engañado de la causa del amo, presta su trabajo porque de esa manera se congratula, hace malabarismos con la lengua, se desasea de su etificación, hace el trabajo sucio del amo, para ser agasajado con la bondad del nombre "tu eres de mi rebaño", esto es lo irrisorio de esa función servil, dar todo a cambio de nada, de hecho se da como desecho de objeto a.
Qué función cumple la transferencia en todo esto, pues se contestaría que allana el camino para que se produzca la deuda, lo endeudado es una dimensión gocificante porque permite poner en prenda al cuerpo, pero en su inscripción de angustia, solo de esa manera lo gocificante adquiere estatuto de inservi(l)ble como otra dimensión de engaño. Algunos que ocupan el lugar de sirvientes se les etiqueta con este atributo, se podría decir que se ubican en uno de los cuatro discursos que Lacan menciona, a saber el discurso del amo, donde el amo en posición de agente hace que el esclavo le usufructe un goce, que se le brinde la complacencia de servil porque de esa manera el amo se enseñorea aun más, en posición de semblante, de ese servicio domestico minimamente nos debería de curar el psicoanálisis, creo que no es una pretensión imposible sino lo que debería de quedar como residuo del análisis personal, dejar de ser vil, no estar en esa posición domestica de servidumbre para que no pongas en prenda tu cuerpo que de por si no te pertenece no puedes empeñar algo que es del orden de la pulsion, no nos pertenecemos para endeudarnos con el otro, solo con el Otro de lo inconsciente.
Aún así le debemos una muerte a la naturaleza como dice Gohete, acaso el análisis no era la muerte de los espejismos o éstos son necesarios para darle color a nuestra vida psíquica, porque se dice que en análisis es el ideal el que debe caer y en su lugar no apareció otra cosa mas ominosa que es lo servil. La creencia desencadenada de que la verdad la tiene un nombre, eso a mi entender no se buscaba en el análisis, pero es el producto de un desencuentro entre la transferencia que no se ha analizado y el residuo de sugestión que enmarca el discurso del analista en su función domesticante, es como se dice en términos políticos "chamaquear" al paciente; es por eso que menciono que salir de esa situación debería de ser la apuesta del trabajo analítico.