Acheronta  - Revista de Psicoanálisis y Cultura
La referencia al escrito del estadio del espejo en el Seminario IV (o como Lacan lee a Lacan)
Guillermo Mendoza Gutierrez

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Los siete años que separan la redacción del texto "El estadio del espejo como formador de la función del yo (je) tal como se nos revela en la experiencia psicoanalítica." (1949) con el dictado del Seminario IV de "La relación de objeto (1956-l957), les han servido a Lacan para resituar teóricamente el papel del estadio del espejo y del registro imaginario en la comprensión de los momentos estructurales de la constitución subjetiva.

La importancia del "Escrito" es tal en el Seminario que es introducido ya en la primera clase de presentación de la temática a tratar durante el año y cierra -por cierto bellamente- el mismo 2: referencia ineludible para la comprensión de lo que se desarrollará bajo el tema de la relación de objeto. En el texto de 1949 ya se había abordado la problemática relación sujeto-objeto, "para poner(la) en primer plano (...) tom(án)d(ol)a a escala fenoménica." 3 Más, se trata en el Seminario de dar un giro: "La noción de relación de objeto es imposible entenderla, incluso ejercerla, si no se introduce el falo como uno de sus elementos" 4. Ya en la segunda clase, de lo que se trata es del falo y de la introducción del niño en la tríada imaginaria. Es decir, del pasaje del dos al tres que no se dará sin el espejo.

La referencia que creemos mas importante en el Seminario sobre nuestro tema irrumpe en el Capítulo X, "La identificación con el falo", para ser vuelta a retomar en el siguiente capítulo. En todos estos textos puede verse claramente como Lacan articula el escrito, en el que había una primacía absoluta del registro de lo imaginario, con las ganancias teóricas que ha alcanzado por esta época: estableciendo la prioridad estructural y temporal del registro de lo simbólico por sobre el imaginario 5.

Lacan puede identificar así dos tiempos estructuralmente diferentes y en relación, el uno con el otro. Se trata allí, en ese nudo, de contestar a la pregunta que viene reinterando una y otra vez desde que comenzó el Seminario 6: ¿cuándo descubre el niño la falta en el otro?. La tematización del falo se trueca en la pregunta: "¿Cuándo y cómo hace (el niño) este descubrimiento a partir del cual se verá obligado a suplirlo (al falo), es decir, a elegir otra vía para el reencuentro con el objeto de amor que se escabulle, la de aportarle él mismo su propia falta." 7

Podemos preguntarnos qué incidencia tiene esta pregunta en la cuestión que allí, en el Seminario, la convoca: la de las perversiones y el fetichismo. "En tanto (que) se trata del falo y de saber cómo capta el niño, de forma mas o menos conciente, que a su omnipotente madre le falta fundamentalmente algo, y la cuestión es por qué vía le dará ese objeto que le falta y que a él mismo le falta siempre" 8; Lacan nos sitúa en el eje mismo de toda posible comprensión de las perversiones.9

Repitamos -con Lacan- y transformemos la pregunta: ¿cuándo el niño descubre y capta -de manera más o menos conciente- que entre él y su objeto de amor (Madre) está el falo?, ¿cuándo percibe que el objeto de amor está cautivo, retenido, en algo que el niño mismo, como objeto, no logra apagar?, ¿cuándo y cómo percibe esa nostalgia en ella, relacionada con la propia falta del objeto de amor?.

Lacan está situado en esta relación primitiva entre el niño y la madre que denomina preedípica. Ya ha instituido y justificado, a lo largo de las sucesivas clases de este Seminario 10, el orden de lo simbólico como primer tiempo donde se da todo el ciclo del intercambio y del don que se da o no al llamar: don de una madre (como ser y no como objeto) que juega ese juego simbólico esencialmente decepcionante para el niño. Éste no podrá sino ahogar y aplastar con la satisfacción de la necesidad la insatisfacción fundamental de esta relación.

Hasta aquí el primer tiempo estructural: juego simbólico encarnado entre el cuerpo caótico del cachorro humano y la presencia (aún en la ausencia) de ese ser (que será la madre).

Y aquí, Lacan introduce, en un segundo tiempo estructuralmente fundamental, su "Escrito" del estadio del espejo, determinándolo como la condición estructuralmente necesaria y necesariamente previa -y por tanto conformante- a la comprensión del sí como ‘je’ completo, del otro como otro semejante, y de la falta y el deseo en el otro.

El juego primero de la presencia y de la ausencia entre la madre y el hijo se modificará, cuando el es tadio del espejo haga irrumpir la dialéctica intersubjetiva y arranque más allá del objeto de amor, esa falta que ahora el niño podrá verse llamado a suplir, poniéndose él mismo como señuelo en el lugar de objeto que la colma. Segundo juego en el que fracasará también siempre.

 

En esta primigenio experiencia especular se constituirá y se formará, aunque en esbozo, la función del yo (je), cuando el cachorro humano, todavía en un estado de esencial incoordinación motriz, anticipe imaginariamente la aprehensión y el dominio de su unidad corporal. Esta unificación imaginaria se efectuará gracias a la identificación con la imagen del semejante como forma total.

Lacan fundamenta el estadio en ciertos datos experimentales que provienen tanto de: a) "un hecho de psicología comparada: la cría de hombre, a una edad en que se encuentra por poco tiempo, pero todavía en tiempo, superado en la inteligencia instrumental por el chimpancé, reconoce ya sin embargo, su imagen en el espejo como tal." 11; Lacan señala esta ''asunción triunfal de la imagen, con la mímica gozosa que la acompaña y la complacencia lúdica en el control de la identificación especular" 12; b) de datos proporcionados por la etología animal, proponiendo unos ejemplos en palomas y grillos que muestran los efectos de maduración y estructuración biológica producidos exclusivamente por la percepción visual del semejante (estos mismos datos serán retomados en el Seminario 13).

A partir de ellos Lacan puede sostener la prematuridad del nacimineto del cachorro de hombre, demostrada también objetivamente por el estado anatómico incompleto del sistema piramidal, consecuencia de la falta de coordinación motriz de los primeros meses, y -por oposición analógica- de la superioridad en este momento madurativo de la inteligencia instrumental del chimpancé.

El acontecimiento del espejo, que puede situarse desde la edad de seis meses hasta los dieciocho, y su repetición constante en toda cría de hombre, ha impuesto la necesidad al psicoanalista de meditar "ante el espectáculo impresionante de un lactante frente al espejo, que no tiene todavía dominio de la marcha, ni siquiera de la postura en pie, pero a pesar del estorbo de algún sostén humano o artificial (... ) supera en un jubiloso ajetreo las trabas de ese apoyo para suspender su actitud en una postura más o menos inclinada, y conseguir, para fijarlo, un aspecto instantáneo de la imagen." 14

El estadio del espejo constituye un momento estructural fundamental: la constitución del primer esbozo de yo. La imagen es pensada por Lacan como "la matriz simbólica en la que el yo se precipita en una forma primordial, antes de objetivarse en la dialéctica de la identificación con el otro y antes de que el lenguaje le restituya en lo universal su función de sujeto." 15 El niño, pues, se identifica con la imagen que le es predestinada, base y matriz de su yo imaginario-ideal. La forma total del cuerpo le es dada como Gestalt, es decir, en una exterioridad que es constituyente y formadora antes que constituida y formada por él.

He ahí un "nudo de servidumbre imaginaria" 16 en la experiencia especular, que le permite a Lacan oponerse, por un lado y en este momento a toda filosofía derivada del cogito, en especial a la filosofía existencialista de la época, que confía en la autosuficiencia y autonomía de un yo centrado en el sistema percepción-conciente (y pensado desde el principio de realidad).

Con la imagen de esta forma total del cuerpo, "el sujeto se adelanta en un espejismo a la maduración de su poder " 17, ella "lo coagula, en oposición a la turbulencia de movimientos con que se experimenta a sí mismo como animándola." 18 La imago establece una relación de conformación y estructuración entre el organismo biológico y la realidad humana: relación del organismo "con la naturaleza que está alterada en el hombre por una Discordia primordial: la prematuración específica del nacimiento." 19 Esta experiencia del estadio del espejo no puede ser comprendida sino como "un drama cuyo empuje interno se precipita de la insuficiencia (orgánica) a la anticipación (da la imagen completa); y que para el sujeto, presa de la ilusión de la identificación especular, maquina las fantasías que se sucederán desde una imagen fragmentaria del cuerpo hasta una forma (...) ortopédica de su totalidad y a la armadura por fin asumida de una identidad enajenante, que va a marcar con su estructura rígida todo su desarrollo mental." 20

Así y sólo así, ese cuerpo fragmentado, hecho jirones del cachorro humano, es percibido gracias a esa imagen poderosa en una totalidad que le otorga, al menos por un momento, un felicísimo triunfo. De ahí la recepción jubilosa del niño de su imagen. Pero, nos dice Lacan en el Seminario, "el momento de su triunfo es también el heraldo de su derrota." 21 Puesto que a esta experiencia de dominio y completud que obtiene de una totalidad alienada de sí mismo pero dependiente de él le seguirá "el encuentro con la realidad del amo" 22.

En este momento terminará el estadio del espejo, con el "viraje del yo especular al yo social (y se) inaugura(rá), por la identificación con la imago del semejante y el drama de los celos primordiales, la dialéctica que liga al yo con situaciones socialmente elaboradas." 23 Digamos que solamente a partir de la comprensión del cuerpo propio como una totalidad y el esbozo del yo que se coagula en esta experiencia, es posible ingresar en una dialéctica intersubjetiva. "Es este momento el que hace volcarse decisivamente todo el saber humano en la mediatización por el deseo del otro, constituye sus objetos en una equivalencia abstracta por la rivalidad del otro, y hace del yo ese aparato para el cual todo impulso de los instintos será un peligro ( ); pues la normalización misma de esa maduración depende desde ese momento en el hombre de un expediente cultural." 24

La introducción de este segundo tiempo del estadio del espejo no es sino la introducción del registro de lo imaginario sobre el registro estructuralmente primero, y ya introducido en el Seminario por Lacan, del de lo simbólico. Sólo ahora es posible comprender que en la dialéctica de la frustración se haya introducido -como acontecimiento que es una irrupción y a la vez un cambio estructural-, el falo. Todo el sistema-mundo en el que se instalaba el cachorro humano ha cambiado por el espejo.

El niño puede recién ahora percibir que a "la madre le falta el falo (... y que) precisamente porque le falta el falo, desea, y (... que) sólo puede estar satisfecha en la medida en que algo se lo proporciona." 25 Madre que permite ahora al niño reflexionar sobre sí mismo y su impotencia. Madre insaciable que busca algo que nadie tiene ni nadie puede darle. Madre devoradora que recién ahora el niño puede llegar a percibir como alter ego. No es ya la ‘madre-ser’ presente o ausente, no es ya la madre que otorga o no el don. Es la madre que desea. Es la madre que en su deseo insaciable puede devorar.

Y justamente como se trata de un deseo que no puede ser satisfecho, sólo podrá ser -con más o menos astucia- engañado. Vemos al niño ahora introducido en otra estructura: ¿cómo saldrá de este atolladero en el que se ha metido, en el que ha sido metido por el espejo?; ¿cómo se librará de esta necesidad en que se sume de ser objeto para engañar?; ¿cómo se despedirá de éste, su papel, de ‘hacerse señuelo’ para el otro?. Las plurales perversiones nos muestran que hay muchos caminos posibles.

Pero el niño no puede encontrarse allí, en esta estación provisoria de este recorrido que lo conducirá posiblemente al Edipo, sin antes haber pasado por el estadio que hace irrumpir lo imaginario mismo en la relación madre-hijo. Lacan ha situado y re-leído su "Escrito", y, por tanto, ha producido un giro teórico en su comprensión de la relación del registro imaginario con el simbólico.

 

Experiencia especular. Momento de júbilo, segundo tiempo fugaz. "Drama imaginario (que) tiende hacia una situación fundamental, cuyo carácter crucial no podemos ignorar (...): la situación de sorpresa." 26 en el sentido doble de un "dar a ver y quedarse sorprendido" 27.

‘Espectáculo impresionante’, éste, el del espejo, en la ambigua sorpresa del cachorro humano: alegría, ‘asunción triunfal’ de la imagen por el encuentro con el cuerpo total, por él festejado en ‘mímica gozosa ’, en ‘jubiloso ajetreo’. Alegría y sorpresa ante la imagen que le da a ver su ser completo. Y, en el mismo instante del triunfo, encuentro con la realidad del amo: asunción-imposición de la ‘armadura’ enajenante. Derrota en la sorpresa que introduce la rivalidad con el otro, la falta nunca apagada, en fin, el quedarse sorprendido ante el Amo (la Muerte).

Así Lacan, despidiéndose -no sin cierta violencia en el ‘Escrito’- de toda fílosofía que se enraíce en la ingenuidad del cogito; también suelta amarras un tiempo después -pero también un tiempo, el del Seminario- de "las divagaciones teóricas de los psicoanalistas" 28 que deliran hasta el infinito en su empeño de pensar el inicio mismo del yo y del sujeto en una primitiva relación de objeto armónica y completa, en una relación plenamente satisfactoria e ingenuamente ‘natural’ entre el niño y su madre.

Para Lacan, en el origen mismo, un drama por siempre irreconciliable: destino mortal del hombre; límite mismo del juego entre el significado y el significante; división insaturable.

El viaje teórico de Lacan se inicia aquí con un nuevo comienzo, quizás, en el asombro que debe haberle producido el leerse.-

Notas

1 El presente texto es una reelaboración de la referencia presentada en la cuarta sesión del "Seminario de fundamentos de psicoanálisis. La relación de objeto." del Instituto del Campo Freudiano de Granada (España), en la que fueron trabajados los capítulos IX, X y XI del Seminario IV, a cargo de la psicoanalista Lucía D’Angelo.

2 En el Seminario IV el "Escrito" del estadio del espejo es introducido en la obertura de la primera clase, pág. 17 y ss. Y es, como conclusión del Seminario, el eje de la lectura del texto de Freud sobre Leonardo, "De Juan el fetiche al Leonardo del espej o." Lacan lee a Freud contra Freud, como el Lacan del Seminario interpretó contra el Lacan del ‘Escrito’. Someramente expresado: es posible leer "Un recuerdo infantil ..." de Freud como un texto gemelo al ‘Escrito’ del estadio del espejo; es imposible entender a Leonardo desde una estructura homosexual, sino que hay que pensarlo, mas bien, desde este nudo lábil y fugaz que constituye estructuralmente el estadio del espejo; desde este lugar teórico es posible pensar el pasaje histórico del Renacimiento al que Leonardo pertenece (con la primacía de lo imaginario-Otro-Naturaleza), a la modernidad matematizante (orden simbólico) -que es lo que Lacan mismo ha hecho en el seminario.

3 Lacan, Jacques. Le Seminaire de Jacques Lacan, Livre IV: La relación d’ objet. Seuil. París. 1994. En la Trad. Eric Berenguer. Paidós. Barcelona. 1994. Pág. 17.

4 Idem anterior. Pág. 30.

5 Desde la pág. 45 en adelante: "es preciso que se esté ya en la vía de un sistema tomado como significante" (46); "Lo que ahora estoy poniendo en el principio de la experiencia analítica es la noción de que hay significante ya instalado y ya estructurado" (52). Y desde la perspectiva de la relación madre-hijo, ver desde la pág. 68, en tanto que la madre no aparece desde el inicio, "la madre es algo distinto que el objeto primitivo." (69). Es en el par presencia-ausencia, en la dialéctica de la llamada, en la que se establece el " esbozo" del orden simbólico.

6 Pregunta que se inicia ya en la pág. 73; para ser retomada en esta referencia para nosotros central de la pág. 178 y ser reiterada en la pág. 226 y ss.

7 Idem anterior. Pág. 178.

8 Idem anterior. Pág. 195.

9 "(N)o hay nada concebible en la fenomenología de las perversiones salvo partiendo de la idea de que se trata del falo (...), en esto debe basarse toda la clasificación de las perversiones." Idem anterior. Pág. 195.

10 Desde la pág. 45. Ver nota 4.

11 Lacan, Jacques. Écrits. Seuil. París. 1966. En la Trad. Siglo XXI. México. 1984. Pág. 86.-

12 Idem anterior.

13 Ver pág. 270 y ss. del Seminario IV. La relación de objeto.

14 Lacan, Jacques. Escritos. Pág. 86-87.

15 Idem anterior. Pág. 87.

16 Idem anterior. Pág. 93.

17 Idem anterior. Pág. 87.

18 Idem anterior. Pág. 88.

19 Idem anterior. Pág. 89.

20 Idem anterior. Pág. 90.

21 Lacan, Jacques. Seminario IV. La relación de objeto. Pág. 189.

22 Idem anterior. Pág. 188.

23 Lacan Jacques. Escritos. Pág. 91.

24 Idem anterior.

25 Lacan, Jacques. Seminario IV. La relación de objeto. Pág. 193.

26 Idem anterior. Pág. 272.

27 Idem anterior.

28 Idem anterior. Pág. 27.

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Revista de Psicoanálisis y Cultura
Número 16 - Diciembre 2002
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