Acheronta  - Revista de Psicoanálisis y Cultura
Algunos problemas venidos de Lacan
Jean Allouch
Traducción de Norma Ferrari y Albert García i Hernández

Imprimir página

Intervención de Jean Allouch en el coloquio propuesto por la revista Ornicar?
En París los días 9 y 10 de Febrero de 2002
Ver la
versión original en francés, disponible en el sitio de la école lacanienne de psychanalyse
En La Lettre mensuelle de l'E.C.F. n°207 de abril 2002 aparece publicado en forma parcial,
y bajo un título diferente: «Pour une position clinique actualisée»,

 

Jacques Alain Miller me ha propuesto pues intervenir hoy, lo cual yo he recibido, después de sus Cartas a la opinión esclarecida (2), como un nuevo gesto de valor, continuidad lógica cuando no necesaria, del primero. Lo agradezco . El muro que ha mantenido aisladas veinte años a la Escuela de la causa freudiana y a la Escuela lacaniana de psicoanálisis, está de aquí en adelante, agujereado, lo que nos va a plantear, desde hoy, nuevos, delicados y a veces tórridos problemas, pero que me permite hablarles, o más bien, dada la frescura primaveral de este nueva disposición, de hablar con ustedes. Para este momento, yo he deseado pues no tanto exponer tal punto de doctrina, de clínica o de práctica., sino proponerles algunas puntuaciones para luego dejarles el tiempo para elegir una más que otra, o algunas más que otras, que podremos entonces discutir.

Estas puntuaciones se formularán como cinco preguntas:

 

¿Escuela/familia?

Separación

Necesito, seguramente, comenzar por lo que nos ha separado. Eso se puede formular en pocas palabras. Digamos que hemos estado, algunos aquí, en esta sala, y otros que no están aquí, juntos hasta la disolución de la Escuela freudiana de París, y juntos de acuerdo para esa disolución. No es a Jacques-Alain que , justo después, le he dicho no, sino a una decisión de Lacan (3). Tanto yo podía admitir la constantación muy radical que hacía Lacan desde un cierto tiempo ya, que él no tenía alumnos dignos de ese nombre (4) ( piensen en Wittgenstein alumno de Russell más bien que en Lucrecia alumna de Epicuro: alumno es alguien que plantea preguntas), cuanto que yo no estaba de acuerdo con esta decisión de Lacan de remitirse a una rama de su familia para la puesta a punto, post disolución ,de una consecuencia de su enseñanza. (6) Yo no condenaba la cosa, y ustedes no habrán leído de mí ni de ningún miembro de la escuela lacaniana, durante estos últimos veinte años, la menor palabra en ese sentido, simplemente decidía no estar, no contribuir para nada en ello.

"¿Pero por qué no?" dirán ustedes posiblemente. Esta posición provenía de mi pase. Esto implicaba a mi entender que si había analista ( Lacan en la ocurrencia) esta existencia (ek-sistencia en el original) no podía ser reconocida más que por un dispositivo que implica una escuela. Una escuela, es decir un lugar fuera del campo de lo familiar. Y , posiblemente también, por fuera del amor como cimiento social. Mi pase, había tenido precisamente su punto de partida cuando yo había realizado ( en los dos sentidos de este término) que, en Margueritte Durás, el amor de Anne Marie Stretter por el Vice - cónsul de Lahore no había hecho pase sino bloqueo para el pase, desde entonces fallido, del Vice-Cónsul .Ustedes pueden por otra parte leer esto en Ornicar? (7). Es así que , leída después de mi pase la fórmula "( ....... ) la escuela de los que me aman ", me aparecía, me aparece aún, como una fórmula que comporta dos términos antinómicos.

No es más que un poco más tarde que he encontrado , en Lacan, una explicitación de la razón de esta antinomia. ( 8). En 1938, en Los complejos familiares, él escribía:

Todo acabamiento de la personalidad exige este nuevo destete ( el abandono de las seguridades de la economía familiar repite el destete de la imago del seno materno) . Hegel formula que el individuo que no lucha por ser reconocido por fuera del grupo familiar no alcanza jamás la personalidad antes de la muerte" (9)

Lacan precisa la lectura de esto de lo que se trata:

En lo tocante a la dignidad personal, no es más que a aquellas entidades nominales que la familia promueve al individuo y ella no lo puede ( hacer) más que a la hora de la sepultura.

En el umbral de la muerte, determinándose en ello como él lo hacía, Lacan no se reglaba sobre lo que había escrito en 1938 y que yo persisto en encontrar de una gran pertinencia..

No me corresponde juzgar su decisión, tampoco sopesar las razones, algunas sin duda , a propósito de eso. Era la suya y, como a tantos otros, se me demandaba solamente suscribir la o no. He dicho mi respuesta.

El contexto de esas frases de 1938 es el de la relación del individuo con la muerte. Todo pasaba como si, poniendo de pie para sus no alumnos , un mixto de escuela y de familia, un mixto que tiene , tal como yo lo veo, el estatuto de un síntoma, Lacan había elegido, en ese instante ,-y posiblemente a sus ojos, solamente por un tiempo- renunciar a "alcanzar jamás la personalidad" ( fórmula que ciertamente data de esta época, pero que sería fácil transcribir con términos posteriores en él.). Así el definitivo cambio de posición de Jacques Alain en septiembre 2001, reabre, en mi opinión, esta posibilidad de un reconocimiento de Lacan por fuera de toda hipoteca familiar. Eso no es nada. Todo debe , en efecto, jugarse a un nivel ni de familia, ni incluso solamente de escuela psicoanalítica, sino en el lugar del no analista, con el cual Jacques-Alain, según la lectura que he hecho, reanuda pues también.

Escuela y familia se casan como el aceite y el agua. Es suficiente, para darse cuenta, remarcar que una expresión como " esposa de psicoanalista" ( o toda otra del mismo tipo: "marido de....", "hijo de...", " padre de...", and so on) no tiene ningún sentido. ¿ Por qué razón? Porque estas posiciones en el parentesco corresponden a una demanda ( la de un marido, de una esposa, de un padre, de un hijo, etc.) y porque el psicoanalista como tal es precisamente alguien que tiene cuidad de mantener la demanda en el analizante, condición necesaria para que ella gire, para que mude en demanda de otra cosa, para que pueda trazar así el círculo buclado del deseo.

Lacan cifra el lazo meridiano sobre el toro como lazo de la demanda, el lazo longitud como el lazo del deseo

Un lazo lingitudinal

Un lazo meridiano

Lo que le permite hacer observar que los giros meridianos de la demanda sobre el toro ( esquema aquí debajo), buclándose , realizan otro giro, suplementario, no contado en estos de la demanda, diferente ( longitud) el giro del lazo del deseo (10).

Cuando la demanda pasa al psicoanalista ( lo que se puede cifrar por un segundo toro, exactamente encajado con el primero) un lazo-demanda del analizante funciona como lazo-deseo de su partenaire, encontrándose el analizante entonces, por este valor en más acordado a esta demanda, privado de un posible buclaje de los giros de su demanda, y por consiguiente también de ese giro suplementario que no correspondería a nada menos que a un buclaje de su análisis.

Duelo

¿Pero por qué todo ese tiempo? Jacques-Alain lo formula también, y de modo muy claro: la razón de esto se llama un duelo.

En 1981 yo no estuve de duelo por la muerte de Jacques Lacan; lo que quiere decir, según una de sus muy raras fórmulas sobre el duelo, que él no era más para mí soporte de mi castración.. Pero qué tontería no admitir que podía serlo entonces para otros. Y qué tontería más enorme vociferar contra esos otros los cuales decidieron hacer el impasse que he dicho. No se condena la manera con la cual cada uno está en duelo. Lo mismo que condenar la clínica misma, si es cierto que, según una de mis fórmulas, la clínica es el duelo, y no su falta.(11), lo que me enseñó la locura de Margueritte Anzieu,, locura por la cual ella hacía el duelo de un niño muerto . He aborrecido, desde 1981, de esos autoproclamados alumnos de Lacan que se fueron a gritar que se viene el lobo. (12)

Explícitamente , y hasta en la elección del momento preciso de su enunciación ( veinte años después del deceso de Lacan) las cartas de Jacques-Alain marcan el fin de un tiempo de duelo de Lacan. La familia, en la escuela, hace su reverencia.

La ambición que Lacan, y nosotros con él. Metimos en la escuela puede ser plenamente vuelta a poner en juego.

Esta era pues mi primera puntuación, que formularé con dos preguntas, una histórica, la otra crítica.

Histórica: ¿cómo ocurrió, que, dos veces, a saber con Freud , después con Lacan, la familia haya atrapado in extremis a la escuela? (13)

Crítica: ¿ hay incompatibilidad escuela / familia?

 

¿Qué relación a Freud?

A lo largo de su obra, Lacan ha desgranado un cierto número de figuras de su relación a Freud, figuras claramente diferentes incluso si, como era muy seguido su manera, se dispensaba de subrayar esas variaciones, poniéndolas en acto y punto. Un barrido de su obra nos permite distinguir al menos cuatro:

1932-1936: En el momento de su tesis después de la introducción de una nueva teoría del yo en y para el psicoanálisis, se trata de modificar a Freud de manera que el análisis pueda no descuidar lo que Lacan llamaba entonces " el campo paranoico de las psicosis". No le es reconocida entonces a Freud esta posición que Foucault localizaba como siendo de "desplome" (14) y desde donde podía ser juzgada la admisibilidad de los enunciados producidos en el campo freudiano. (15)

1955: El segundo momento es el del retornar a Freud , donde, parece, esta posición de Freud se instituye; Freud, así lo parece, parece, permite zanjar, determinar quién es freudiano , quién no lo es más. Repito: "parece", a despecho del alcance incontestablemente heurístico de esta nueva relación a Freud, porque está excluido descuidar que el retorno a Freud de Lacan tuvo lugar después que éste haya inventado su paradigma SIR, simbólico, imaginario, real, y sobre la base de este paradigma que no estaba en Freud. Hay allí más que una reserva en el sitio de un Freud dominando el análisis , un verdadero requisito, y sobre el cual Lacan no ha cedido. (16)

1963: El tercer momento es correlativo a la invención del objeto pequeño a, el cual tuvo públicamente lugar exactamente el 9 de enero de 1963, sesión memorable si las hay y que debía buclar sobre un remarcable pasaje al acto de Lacan. Revisitando desde allí el conjunto de la doctrina y de la clínica freudiana, Lacan debía, a propósito del caso de la llamada "joven homosexual", recentrar su retorno a Freud definiéndolo como un "retorno a lo que falta en Freud". No se trata de un matiz. Se trata claramente de otra relación a Freud y de una crítica, por otra parte más bien . severa a despecho de los propósitos laudatorios, de la práctica freudiana. (17)

1975: Como los tres precedentes, el cuarto momento corresponde a un paso teórico mayor. Se trata esta vez de la introducción del nudo borromeo de las tres dimensiones RSI, real, simbólico e imaginario. El nombre de Freud indexa entonces su "realidad psíquica", escrita como cuarta consistencia.No estoy seguro que Lacan haya resuelto finalmente el problema así planteado: se puede o no, en psicoanálisis, pasarse de esta cuarta consistencia? Pero al menos, recuerden ustedes al respecto la reivindicación de Lacan según la cual el inconsciente es de Lacan. Ella se prolongará por el gesto inaudito ( inaudito: no estoy seguro de que sepamos darnos cuenta , es decir , extraer sus consecuencias) que consistió no en traducir sino en transliterar la palabra misma de UnbewuBte . El inconsciente freudiano muda en L'une bévue , lo que cambia considerablemente su estatuto y su función. (18).

Entonces, la existencia misma de esta pluralidad de las relaciones a Freud nos coloca delante de una dificultad y , sin duda, una elección a operar. ¿Que quiere decir, reconocida esta pluralidad, promoverse como freudiano? Generalmente, los que lo han hecho o lo hacen se guardan bien de precisar la cosa, como si pudieran pura y simplemente reconducir más de veinte años después, el gesto de Lacan y de algunos otros en 1964. Mediante lo cual hemos estado, durante veinte años, tomados por una enfermedad nuevamente aparecida al costado de Lacan y que se llama el freudolacanismo. Se toma de Lacan cuando conviene, de Freud cuando conviene, se desliza alegremente del significante a la representación, se habla del sujeto freudiano, o de lo real en Freud como si todo fuera de suyo, cuando se trata de tantas formaciones teratológicas que nos ayudan poco a ver claro.

Y esta será entonces mi segunda puntuación, con, allí aún, dos preguntas.¿ No ha llegado el momento de rendir a Freud lo que es de Freud y a Lacan lo que es de Lacan?

Es la decisión que hemos tomado, en 1985, fundando, los primeros una Escuela lacaniana de psicoanálisis. Entonces, sorpresa, esto habrá producido una nueva relación a Freud, no equivalente a ninguna de las cuatro precitadas. (19) Se trata de una relación a Freud que no tiene necesidad de decirse freudiana, que deja por el contrario transparentar el hecho de que promoverse como freudiano es un sesgo que, en ciertos aspectos, bloquea la lectura crítica de Freud. De allí la otra pregunta ligada a esta puntuación: los lacanianos, hoy, ¿ pueden, deben reivindicarse freudianos?

 

¿Qué sujeto ?

Lo que llamo en Lacan el viraje de 1975 nos plantea un muy difícil problema que concierniente a lo que podemos entender con esa palabra: "sujeto" que, del mismo modo que su relación a Freud, Lacan ha variado sensiblemente a lo largo de cincuenta años de intervenciones, publicaciones y otros seminarios. En 1938, se trataba de la "personalidad". Se trató, a continuación, del sujeto de la intersubjetividad, para pasar más tarde a un sujeto definido por la pareja significante S1 --> S2.

¿A qué se debe, pues, que Lacan no se haya dado por satisfecho con esta definición tan bien ajustada a la práctica analítica de la interpretación (la cual, suponiendo la transferencia, encuentra en ésta su punto de escollo)? Al hecho de que no podía excluir, lo que sin embargo esta definición implicaba, que el sujeto no sea también representado al nivel del objeto, del objeto pequeño a, que él no esté presente allí. ¿No era, incluso antes del invento del objeto pequeño a, dejar testimonio más de una dificultad que de una solución escribir el fantasma $ à a en vez de S à a? En un matema como el del plano proyectivo, tal como Lacan lo hacía funcionar en el seminario De un Otro al otro (que daría lugar a una encantadora metedura de pata de la editorial Du Seuil), aparece un intento de cifrado conjunto, por la gracia de la topología, de esos dos abordajes del sujeto: por el significante y por el objeto. Otros matemas (ejemplo: la serie de Fibonacci o el grupo de Klein de El acto psicoanalítico) tuvieron la misma ambición. Sin embargo, no parece que Lacan quedara satisfecho con ninguno de ellos. Esto hasta el viraje de 1975, en que la cuestión del sujeto toma otro régimen, quizá un régimen totalmente diferente.

 

El viraje de 1975

¿En qué consistió este viraje? Creo que, esquemáticamente (20), podemos formularlo así: mientras que, desde el 8 de julio de 1953, SIR, la "triaca" lacaniana funcionaba como aquello a partir de lo cual podía ser vislumbrado el conjunto de los problemas propios del campo freudiano, a partir de 1975, esta triaca se convertía, ella misma, en el problema. Tras un período que debió ser de gran felicidad para Jacques Lacan y que debió prolongarse un poco más con el seminario RSI en que el borromeo de tres círculos de cuerda vino "como anillo al dedo", precisamente, a su triaca (21) (es la deslumbrante "equivalencia de las consistencias"), hete aquí que las cosas se complican, incluso se estropean.

¿Qué es lo que sucedió? Pues bien, que él éxito mismo del borromeo a tres, que proveía un cifrado de lo que podía hacer que los tres registros pudieran ser tomados como tales, y por lo tanto ir juntos, la homogeneización, pues, de esos tres, después de haber ofrecido una solución, abría un nuevo problema: el de su diferenciación. Antes de 1975, teníamos tres registros cuya coexistencia (cuando no su estatuto) permanecía no problematizada; después de 1975, el borromeo ofrece una razón topológica a esta coexistencia, pero entonces lo que parece escapar (escapar a la razón nodológica) es su diferenciación.

¿Iba a ofrecer la nominación esta diferenciación que el nudo a tres rechazaba ? Pero entonces, era necesario que ella fuera distinta de lo simbólico, al menos para que ella misma, la cuerda de lo simbólico, experimentara su ley. He aquí, pues, el nudo a cuatro; he aquí el simbólico roto en dos, siendo los cuatro, I,R,S y S, el sinthome.

Tenemos aquí una cadena borromea y también una cierta equivalencia más acorde -cosa que se ha perseguido- a ciertas diferenciaciones. Pero en absoluto una solución satisfactoria (22). I y R pueden intercambiarse. Del mismo modo, S y S, pero...eso es todo! El 15 de abril de 1975, Lacan también va a iniciar una operación, decisiva según mi opinión, que el llama "rebajar el inconsciente sobre lo simbólico", en cuyo caso la cuerda se encontrará, un poco más tarde todavía, designada como inconsciente, o incluso como símbolo. Lacan se da cuenta perfectamente de que sus operaciones sucesivas ponen en cuestión la definición canónica del sujeto por el matema S1 --> S2. No puedo detallar aquí cómo él sitúa de otro modo este S1 y este S2. Simplemente, les recuerdo el horizonte o, si ustedes prefieren, la apuesta de lo que es, sin duda, su último paso.

Del sujeto como sostenido por el nudo borromeo.

Que la triaca lacaniana se haya convertido en el problema indica, por sí mismo, que no funciona más como triaca, digamos: como paradigma en el sentido de Kuhn. Pero entonces, ¿de qué se trata? Como suele ocurrir con las cosas decisivas, Lacan lo formula de pasada, casi sin darle importancia, cuando declara:

[...] si el nudo borromeo es el soporte de toda clase de sujeto, ¿cómo interrogarlo? ¿Cómo interrogarlo de tal forma que sea realmente de un sujeto de lo que se trata?(23)

En lo sucesivo nos enfrentamos a una definición del sujeto no tanto a partir del significante (razón por la que les recordé la fractura del simbólico) sino por las cuerdas mismas (24).

Cuestión que, una vez más, compete hoy a nuestra responsabilidad: ¿vamos a elegir esta definición del sujeto por las cuerdas o a continuar, como ha sucedido durante estos últimos veinte años, con el S1 --> S2? ¿O constatar o hacer semblante de creer que esas diversas concepciones del sujeto son compatibles? Quizá esas cuerdas soporte del sujeto podrían permitirnos articular el debate -que no acaba nunca- entre poner el acento sobre el objeto o sobre el significante. Aún recientemente, este problema ha hecho de las suyas creando, estas dos posiciones, sus propios herederos respectivos: Eric Laurent y Abel Fainstein (25).

¿Qué clínica?

A veces, damos la impresión de disponer de una hermosa clínica con nuestro ternario: perversión, neurosis, psicosis; respondiendo cada una de tales entidades a un mecanismo que habríamos sabido identificar: Verleugnung, Verdrängung, Verwerfung. ¿No es ello un saber duramente adquirido, bien formateado en lo sucesivo y por lo tanto enseñable y utilizable?

Problema en Lacan

En 1988 (26), por acrofonía, llamé " pernépsy " a este ternario; no sólo por sugerir que encauzaba en su seno un père né psy -juego de palabras: "padre nacido psi"- (psi...lo que ustedes quieran), sino también para indicar que jamás se encuentra en Lacan esa seguridad medianamente estúpida de un saber que se aplica; ese saber, que por otra parte construyó, no tiene en él ni ese lugar ni esa función que uno está tentado en atribuirle y en hacerle jugar. Por lo demás, numerosos textos de ¿"Quiénes son sus psicoanalistas?" dan testimonio de ello (27).

Sin duda recordarán su insistencia proclamando, con Freud, que en el psicoanálisis se debe abordar cada caso como si no se hubiera adquirido nada de los precedentes, aunque pudieran ser adscritos a una misma entidad clínica. Así, Lacan remarcará por ejemplo que un obsesivo no nos enseñará nada sobre el modo de tratar a otro obsesivo (28). Una frase, en mi opinión, absolutamente fundada.

Pero Lacan fue más allá de esta recusación de una posición finalmente, y se pretenda lo que se pretenda, médica. Así, en abril de 1978, en Deauville, en los Assises sobre el pase, se le puede oir declarar que aquel que da el paso de pedir un análisis a un psicoanalista (alguien "mordido" por Freud, y "creyente" en el inconsciente), "hay que llamar [le] psicótico". No hay que tomar toda declaración de Lacan como algo que va a misa; más bien hay que tomarlas, tal como impone su estilo al lector, como lo contrario. Si cito ésta como para tomarla muy en serio es porque está sostenida por otras no menos perturbadoras: el reconocimiento de que toda palabra tiene el estatuto de "palabra impuesta", la cuestión planteada de saber si el ejercicio analítico no sería un "autismo a dos", la definición del inconsciente freudiano (y no de la transferencia) como sujeto supuesto al saber, la observación de que Freud no tenía ni idea de lo que decía con su Unbewußte, el hilvanado de éste como un delirio de Freud, etc.

Desde el momento en que admitimos con Lacan que existe un psicótico con síntomas neuróticos, es nuestro ternario clínico el que se encuentra seriamente trastornado, ¿no? (29).

Problemas en otros lugares

Trastornado lo estuvo también en el exterior del campo freudiano y en dos caminos diferentes. Por un lado, la psiquiatría, aunque fuera para peor, lo dejó caer y ese hecho, desde entonces, ya parece irreversible. Por el otro, un cierto número de pretendidas entidades clínicas haciendo subcultura han escapado de la influencia psicopatológica que las cobijaba desde hacía aproximadamente un siglo (Gayle Rubin escribió un interesante estudio sobre este tema). Es, como ya sabemos, el caso de la homosexualidad. Todavía hoy en Francia, se sabe un poco menos que los transexuales también han dado el paso hacia ese lado. Entonces nos encontramos en esa extraña, por no decir grotesca, posición en que, mientras que un buen número de lacanianos se dedicaban a cepillar el saber clínico sobre el transexualismo, a abrillantarlo usando conceptos de Lacan, los transexuales, desde los años 60, se dedicaban a no estar más ahí, presentes en la llamada de aquello que los encerraba en la psicopatología. Tenían razón, pues: ¿cuál era el resultado de su identificación como psicóticos? Ninguno, excepto que el impasse en el que les colocaba la sociedad se redoblaba y confirmaba. Y ello al margen de aquellos.

Homosexualidad, transexualismo, otras más, sin duda las S/M, van a faltar en la entidad clínica "perversión", en nuestro pernépsy. A decir verdad, esto retoma la cuestión que ya planteé en el punto 2 de esta exposición: será el único y mismo gesto admitir que el calificativo "freudiano" ya no es susceptible de producir un juicio de herejía y de renunciar a la perversión (la historia de la Inquisición confirma esta solidaridad).

Pregunta, entonces: ¿tenemos efectivamente necesidad de una clínica de tipo gnosográfico cuando recibimos a alguien que viene a pedirnos análisis? Por lo que a mi respecto, no lo creo. Por otra parte, basta con admitir que el amor es una enfermedad (lo que hizo Freud con su noción de neurosis de transferencia) para saber, desde ese momento, que pernépsy no funciona. Al contrario, pienso más bien que necesitamos no poner en juego ese tipo de saber. Y es esa abstención la que define la clínica analítica lacaniana mejor que cualquier despliegue y puesta en marcha de un saber clínico positivado.

 

¿Qué posicionamiento en la actualidad?

Concluiré sobre nuestra relación con el presente. Que no funciona. ¿En qué?

Por una parte, nos hemos alejado de esta vivacidad en la erótica que ha caracterizado ciertos momentos benditos de la historia del piscoanálisis. Piensen solamente en la "querelle du phallus" dixit Lacan (llamada por María Bonaparte "combate alrededor de la vagina"), en los años veinte-treinta del siglo pasado (30). ¿No se ha despojado de su carne el lacanismo en estos afrontamientos a los que no les faltaba ni libido ni crueldad? Definir el yo como una imagen, insistir sobre la función de la palabra, reenviar la transferencia del amor al sujeto de supuesto saber, logificar el análisis, fabricar matemas, estas decisiones teóricas mayores prestaban (he dicho: prestaban) motivo a aquello que se abandonó de lo erótico. Y, sin duda, no es por azar si algunos, alrededor de ese momento de la muerte de Lacan, se precipitaron a buscar el vocablo "cuerpo" en su obra (31) para encontrarse inmediatamente sorprendidos al verlo mucho más presente de lo que habían imaginado.

Por otra parte, pero haciendo referencia a lo mismo una vez más, mientras que Lacan fue, casi hasta el final, alguien muy atento a su época, los lacanianos, apasionados por el estudio de los escritos y otros seminarios de Lacan, han acabado por desatender la suya. ¿No estaba la clave en Lacan? Pero, la clave ¿de qué? Ninguna seguridad estable, o mejor: esencial, se puede aducir aquí como respuesta posible. Los estudios feministas, gays, lésbicos y transgéneros, deben mucho al construccionismo de Foucault. Nociones como la homosexualidad, la perversión e incluso la heterosexualidad son reconocidas desde entonces como históricamente contingentes.

Problema pues para la clínica, pero también epistemológico puesto que no podemos quedarnos indiferentes ante el debate esencialismo/construccionismo desde el momento en que a las acusaciones de esencialismo llevadas al campo del psicoanálisis no les falta pertinencia.

Simultáneamente, un cierto número de problemas que se había creído levantar casi monopolísticamente desde el campo freudiano se encuentran replanteados ya sea en un diálogo con Freud, ya sea con independencia de éste. Eve Kosofsky Sedgwick problematiza de manera diferente a Lacan lo que éste llamaba "declaración de sexo", Gayle Rubin distribuye sobre un criterio inédito (la piel) las prácticas sexuales, Lynda Hart trabaja el S/M, David Halperin estudia la relación de la gaydad [gayness, en el original] con lo femenino, Leo Bersani cuestiona el fondo masoquista del goce, Judith Bitler problematiza el sexo como género, y por todas partes, se plantea la pregunta de lo que puede ser " hacer comunidad". Algunos lacanianos, como Tim Dean, o Kaja Silverman, ya están allí, presentes en ese frente. ¿Podemos imaginar por un sólo instante que aquel que se lamentaba de que el psicoanálisis no había hecho ningún progreso en lo erótico (aseveración que podría ser discutida pues olvida quizá...el ejercicio psicoanalítico mismo), que he llamado Lacan, no iba a estar interesado por este movimiento? ¿Que habría descuidado las nuevas modalidades del goce que se dibujaban, que se practicaban?

¿Y nosotros? Si es cierto que el ejercicio analítico releva de lo erótico, cosa que Lacan jamás dudó, ¿vamos, en Francia y con el conjunto de un público que no cesa, sobre este tema, de no quererse esclarecido, a mantenernos firmes en un saber, el nuestro, que se va a encontrar cada día más devaluado?

He lanzado la apuesta de que si viviera hoy Lacan, habría acogido estos trabajos, habría sacado el mayor partido posible a su veta (32). Más exactamente, mi apuesta consiste en sostener que con el inaudito "no hay relación sexual" , no tenemos porqué mostrar cobardía, ninguna cobardía, en manifestar en el lugar de los estudios feministas, gays, lesbianas y trangéneros. Y tampoco tener miedo a dar nuestra garantía en un combate comunitarista sobre la identidad que no sería el nuestro, los autores que acabo de citar estaban perfectamente advertidos de los impases, trampas y otros desórdenes libidinales que constituye toda posición petrificada respecto a la identidad. Incluso una palabra designa esta posición advertida: queer.

Tomemos nota de ello: el psicoanálisis, tan presente en la cabeza de cada uno, ya no es el único horizonte de lo que todavía se llama sexualidad. Ese momento de victoria en que, en cualquier medio de comunicación, todo lapsus viene a ser calificado como "freudiano", en que lo que contaba Lacan en los años cincuenta sobre la función del tercero (o mejor su caricatura) sirve de tratamiento social del malestar en la civilización (33), en que el psicoanalista grita en público, en nombre del bien colectivo, contra el artista (34), es también el momento que tal victoria ha empezado a perder esa supremacía sobre los espíritus y los cuerpos.

De ahí esta provisional última cuestión: ¿qué posición adoptamos en la erótica contemporánea, quizá más innovadora de lo que podamos imaginar, o, en todo caso, presentando, como toda formación, ciertos trazos especificados? Antes de que Foucalt no lo criticara como tal, Lacan había formulado perfectamente que el psicoanálisis nunca sabría ser una pastoral. ¿Aún está ahí nuestra posición? ¿No sospechamos que pernépsy sirve a una práctica pastoral, que ahí reside su función?

 

Conclusión en forma de problema

El tipo de cuestión que acabo de desgranar sin ánimo de exhaustividad, que nos retorna para ser resuelta, no se planteaba de esta manera en Lacan. Él indagaba, avanzaba, cambiaba de posición. En cierta manera, no nos da ninguna indicación que nos determine, entonces...¿porqué estimar que su último paso, último por ser antes de su muerte, tenía que ser el bueno?

Podemos desprender dos modos de reaccionar que, creo, no dividen las escuelas o grupos lacanianos según sus propias separaciones institucionales sino que los dividen entre ellos. O bien se decide fijar a Lacan en un momento de su enseñanza (y aquí los ejemplos a citar son numerosos: tal se fija desde el texto de Roma, tal otro sobre la discursividad, tal otro incluso sobre el borromeo -pero es más raro!-) e ignorar el resto, o bien decidimos que el movimiento mismo de Lacan es su verdadera enseñanza y que, por lo tanto y para nosotros, hay lugar para prolongar su apertura no tanto encuadrándonos en tal o cual de sus enunciados sino continuando, haciendo nosotros también, movimiento (palabra que, ya lo sabemos, se identificó bien pronto al freudismo: se decía "escuela freudiana", pero también "movimiento freudiano").

Se nos plantea un problema análogo con Foucalt (que no se planteará con Derrida) quien tampoco reivindicaba hacer sistema: ¿cómo prolongar una enseñanza que, ella misma, ha sabido mudar cierto número de veces, con nuevas mutaciones, pero, siendo las que fueran, siempre permaneciendo en el hilo de esta enseñanza?

Lacan no nos hubiera dispensado de nuestra responsabilidad.

 

Notas

1) Intervención en el coloquio propuesto por la revista Ornicar? En París el 9 y 10 de Febrero de 2002.

2) De aquí en adelante publicadas en un volumen, Jacques- Alain Miller, Cartas a la opinión esclarecida, París, Seuil, 2002

3) Posiblemente, un día se encontrará en los archivos Lacan, la carta donde yo le daba un consejo que él no ha seguido: "Diga solamente de los que se enredan ( no, entonces a los que se enredan) : "Que se desenreden!"

4) Durante una sesión de su seminario en l’ENS , exactamente el 1º de febrero de 1967, Lacan plantea a Roman Jakobson lo que yo leo como siendo su propia pregunta ( la cual no es sin comportar su propia respuesta): " Si fuera a plantear una pregunta al profesor Roman Jakobson ( cuya enseñanza sobre el lenguaje tiene para nosotros una tal consecuencia), le preguntaría si piensa él también que esa enseñanza es de una naturaleza como para exigir un cambio de posición radical al nivel de lo que constituye al sujeto en los que lo siguen. Le plantearía también la pregunta para saber si del hecho mismo de lo que cuenta de inflexión cuando se trata del sujeto lógico y de lo que comporta de disciplina del pensamiento para los que están en esa posición introducida por su pensamiento, porque diría que hay que distinguir discípulo de la palabra disciplina, si instauramos una disciplina que es también una nueva era del pensamiento, algo distinto de los que la han precedido , en esto, que nuestra palabra no exige discípulo?" Se habrá leído que mi "muy radical" de más arriba no tiene nada de forzado.

5) El amor, al que se dice ciego, no puede entonces valer como lo que regula esta relación, no es la palabra final de su erótica.

6) CF: Jean Allouch, Gel ("Hielo"), en elp. La transferencia en todas sus erratas, París, EPEL, 1991.Diez años después, como respuesta, resuena la palabra "dégel" ( deshielo de Jacques-Alain Miller. Se leerá en "Gel" qué sesgofue en mi opinión eludido por Lacan para proponer a los "mille" ( miles) que sean también de su famille ( familia) ( devenida así clan ). Una bella intervención, que sigue a la presente exposición, retoma este punto para declarar que decididamente sí, el interviniente era bien de esta familia. De lo cual, acto.

7) Jean Allouch, "El pase fallido del Vice-Consul", Lettres de l’école nº 22, marzo de 1978; segunda publicación ( parcial) en Ornicar? Nº 12-13, París, Navarin, 1978.

8) Las únicas observaciones que he podido leer al respecto están firmadas por Francine Beddock, en un prefacio que ella realizó, a pedido de Judith Miller, al libro de Paul Orasen, Mis encuentros con la familia Freud ( traducido del americano por Roland Havas, parís, Seuil, 1996). Se trata de declaraciones más que de una verdadera problematización de la cuestión. Después de haber dicho nosotros que la historia de la familia y la del psicoanálisis son indisociables, el autor conlcluye que "La sabiduría consiste en recordar que el amo del psicoanálisis y el amo de casa no se confunden" ¿Es sabio este reconocimiento, no es más bien una locura, a la cual el psicoanálisis estaría invitado a suscribir?

Muy muy pronto Freud estableció puentes entre la vida profesional y la vida familiar, las cosas no hacían más que acentuarse. Desde su infancia, tenía el hábito de declarar: " nuestra familia es como un libro: nosotros somos como las cubiertas y las hijas, entre nosotros, las hojas" ( Roazen, op.cit., p.235) Ciertas declaraciones de él dan a pensar que su matrimonio mismo era uno de esos puentes ( p. 155). El juego de los nombres elegidos para los chicos de su pequeño mundo de gente cercana es ,a este respecto, más que indicativo. No solamente Freud nombra a algunos de sus niños con criterios profesionales ( Martín, por Charcot, ese Martín corredor de enaguas que frecuentaba a ciertas pacientes de su padre; Ana, por la hija de un profesor estimado por Freud, Matilde por la mujer de Breuer- se trataba de rendir un homenaje, un vástago seductor a sus maestros?), sino que además, algunos de sus alumnos van a retomar la bandera, nombrando a los suyos con nombres provenientes de Freud ( Helene Deutsch da a su hijo el nombre del hijo primogénito de Freud, otros psicoanalistas, remarca también Roazen (p.40), nombraba a su hija Ana, con el nombre de la que, habiendo nacido el mismo año que el psicoanálisis, se decía ser su "hermana gemela" ( p. 110), o incluso Matilde, como lo hicieron Ruth y Mark Bruswick) . Roazen escribe ( p.46, pero ver también p. 153): " (....) Freud había transformado toda la movida analítica en una segunda familia. Algunos de sus alumnos se habían vuelto sus hijos adoptivos: festejaba sus cumpleaños, los ayudaba a pagar sus estudios y les derivaba pacientes prodigándoles consejos. Sus discípulos le consagraban, en retorno, sentimientos habitualmente dedicados a un padre". Confirmación: Freud llamaba "mis hijos" a sus alumnos preferidos (p.196), y algunos de entre ellos no dejaban de ir a visitar, el domingo, a... su madre. Ninguna duda que los célebres anillos ofrecidos a los más próximos hayan tenido también el valor de una alianza. Esta mezcla escuela / familia permite a ciertos alumnos ser conocidos por la proximidad con Freud, y eso basta a veces para asegurarles una autoridad profesional sin que ellos hayan tenido necesidad de dar prueba de lo que sea.. Tal fue por ejemplo el caso , siempre según Orasen, (p.24) , de Grete Bibring. Freud no renunció más que tardíamente, si es que él renunció e eso jamás, a encontrar su sucesor en su propia familia. Y fue para él una decepción que el hijo de su hija Sofía, educado por Matilde después de la muerte de su madre, no lo sucede ( p-162). Se sabe que el deceso de este nieto fue un muy duro golpe para Freud, pero las cosas no quedaron ahí porque Ana, después de haber hecho el análisis del hermano de este niño, su sobrino, lo autoriza a cambiar de nombre, a llamarse no más Halberstadt sino Freud. Incluso en ese momento., el voto- desde entonces devenido transgeneracional,-de un sucesor familiar, no estaba extinguido. Freud escribe la fórmula a Ferenczi el 7 fr Julio de 1913 . " para vivir como para morir un padre judío tiene la imperiosa necesidad de saber asegurado el porvenir de su hijo"(p. 243). Para otra lectura del posicionamiento de Ana Freud en el psicoanálisis, cf. Isabelle Mangou, " Queer Anna", L’unbévue nº 19, París, éd. de L’unbévue , 2002.

9) Jacques Lacan, " Los complejos familiares en la formación del individuo", Retomado en Otros escritos , París, Seuil, 2001, p.36

10) Esquemas retomados de la obra de Jean–Michel Vappereau Estofa, las superficies topológicas intrínsecas, París, Topología en extensión, 1988.

11) Jean Allouch, Erótica del duelo en los tiempos de la muerte seca, parís, EPEL, 1997 ( 1º ed. 1995)

12) Durante estos últimos veinte años, la Escuela lacaniana, a la cual pertenezco, no ha participado en absolutamente nada de estos aullidos u otras maniobras discriminatorias.

13) Se sabe que, para Melanie Klein y su hija, esta conjunción, por haberse también presentado, no ha finalmente funcionado , después de un tiempo de odio entre madre e hija ( que asistirá, calzada con botas rojas al entierro de su madre)la hija abandonó, al final de su trayecto, el psicoanálisis.

14) Michel Foucault, "¿Qué es un autor?", conferencia del 12 de febrero de 1969 ( a la cual asistió y participó Lacan). Boletín de la SFP, julio-septiembre de 1969, republicado en Littoral nº 9, junio de 1983, y desde entonces igualmente en Dichos y escritos , t.1, parís, Gallimard, 1994, p.789-821.

15) Para citas de Lacan al respecto, cf. Jean Allouch, Freud, et puis Lacan, París, EPEL, 1993, p.92 et sq.

16) El texto " Quiénes son los freudianos", de Serge Cottet, último texto publicado sobre este problema, descuida completamente este punto ( cf. Jacques-Alain Miller y 84 amigos, Quiénes son vuestros psicoanalistas?, París, Seuil, 2002,p. 295-303)

17) Donde se reencuentra nuestro punto 1, Lacan "reprochando" a Freud haber sido demasiado padre con la joven homosexual.

18) Lo cual la escuela lacaniana pone en acto creando la revista L’unbévue. Los cuatro momentos distinguidos aquí arriba pasan por encima del año 1967, el de la "Proposición de Octubre de 1967 sobre el psicoanalista de la escuela" en el seno de una escuela freudiana .¿ Se puede imaginar que el AE ( analista de la escuela) sea denominado AEF ( analista de la escuela freudiana)? De ninguna manera.. Por qué? Porque Freud no tenía la menor idea de lo que podía ser el pase. Basta para asegurarse de ello recorrer sus referencias literarias, notar su clasicismo, también, que le hizo, insensible, permanecer en el descarte de todo lo que su Viena y Europa innovaba, en su tiempo, en materia de arte. No se trata de impotencia sino de imposibilidad.: su universo de pensamiento no permitía que el pase fuera allí ni siquiera avizorado, dibujado. Así la lógica de la"Proposición..." ( pero nosotros lo sabemos hoy, con esa facilidad que nos da esta posición de "profetas del pasado" que lo que Freud juega en su análisis de Juanito implicaba que al mismo tiempo que su voto, la escuela freudiana de París decide cambiar de nombre ( un tal nombre no funcionando tanto como propio sino como descripción definida) . En tanto que el "retorno a Freud " desde 1963, como señalé antes, había sido seriamente modificado en 1963. Se ve por qué un tal cambio consecuente con la "Proposición..." no era, en la época, políticamente contemplable por nadie: había sido ( intempestivamente) leído como una ruptura con Freud, bien hecho para que nadie pudiese frotarse las manos con alivio- un riesgo que allí no había lugar para correr.. Por otra parte, Lacan no podía fundar él mismo una escuela lacaniana ( no más que Freud una freudiana).. Pero, que hubiera pasado si alguno de sus alumnos lo hubiera propuesto? Cómo hubiera él recibido esta iniciativa? No lo sabemos ni lo sabremos jamás. Se puede también ver en la ausencia de tal acontecimiento en 1967 un signo más de que Lacan no tenía alumnos.

19) Las publicaciones testimonian de esta nueva lectura de Freud, pero también de las nuevas traducciones de Freud, perseguidas hasta este momento en que un totalitarismo cultural des PUF nos apremia a interrumpir.

20) Condenso aquí, no de una manera que no puede ser sino intempestiva, una cuestión que encontrarán mejor desarrollada en mi libro Freud, y después Lacan, París EPEL, 1993.

21) Jacques Lacan, O peor..., El saber del psicoanalista, sesión del 9 de febrero de 1972

22) Cf. Mayette Viltard, « Leer, de otra manera que cualquiera, la equivalencia de consistencias en el nudo borromeo », Littoral n° 5, Abords topologiques, Toulouse, Erès, junio 1982. También : Pierre Soury, Cadenas y nudos, segunda parte, editado por Michel Thomé y Christian Léger, texto 100, p. 4. Referente a la proximidad de esta cadena de cuatro con la cuestión del borromeo generalizado, ver Pierre Soury, « Secuencias matemáticas », anexo 1, Littoral n° 6, Toulouse, Erès, octubre 1982.

23) Jacques Lacan, seminario del 16 de diciembre de 1976. Lo que sigue indica que por « especie » de sujeto, Lacan entiende preferentemente el llamado paranoico (cf. Jean Allouch, Margarite, o l’Aimée de Lacan, Paris, EPEL, 1994, p. 455 y ss.).

24) Lo que más llegó a sorprenderme fue constatar que esta nueva definición del sujeto podía funcionar en todo el primer Lacan, el de la tesis, dicho de otra manera : rindiendo cuentas, al cifrarla, de la locura de Marguerite Anzieu (sobre la cual vuelve por última vez con el boromeo)

25) Jacques-Alain Miller, Cartas a la opinión esclarecida, Paris, Seuil, 2002, p. 120 y ss.

26) J. Allouch, « Perturbación en pernépsy », Littoral n° 26, Toulouse, Erès, nov. 1988

27) Jacques-Alain Miller y 84 de sus amigos, Quiénes sont sus psicoanalistas ?, op. cit. Cf. sobre todo « Lacan en Sainte-Anne » de Catherine Lazarus-Matet y François Leguil, pero también el « Lacan, mi analista » de Viviane Marini-Gaumont, en que se ve mejor, y por efecto del humor, la distancia tomada por Lacan respecto de la nosografía.

28) "Me gustaría subrayar esto: que los sujetos de un tipo histérico u obsesivo según la vieja clínica no son de utilidad para otros del mismo tipo. Es más que concebible, más que comprobable diariamente, que un obsesivo no pueda dar el menor sentido al discurso de otro obsesivo. De aquí mismo parten las guerras de religión." Intervención de Jacques Lacan. Sesión del viernes 2 de noviembre (por la tarde), aparecida en las Cartas de la Escuela Freudiana, 1975, nº 15, pags. 69-80.

29) Después de haber recomendado vivamente al psicoanalista que se remitiera a la clínica psiquiátrica (en 1949, pero bien es cierto que fue en un texto reglamentario y después de haber mantenido una posición matizada en su tesis), Lacan, a partir de los años cincuenta, no parará de aportar restricciones y bemoles al lugar de esta clínica. En 1977 definirá la clínica psicoanalítica como "[...] lo que se dice en un análisis", o aún más como "el discernimiento de cosas que importan", o incluso: "una manera de interrogar al psicoanalista", más todavía, como aquello que debe "ayudarnos a relativizar la experiencia freudiana".

30) Cf. el interesante capítulo « la cuestión del género », de Darien Leader en su libro, que el editor francés (Paris, Payot, 2001) ha creído tener que designar, desgraciadamente, con el título de este capítulo, cuando el título inglés, Freud’s Footnotes, resulta, desde la lectura de la primera página, cien veces más adecuado.

31) Cf. Louis de la Robertie, « El cuerpo, textos de Jacques Lacan », Littoral n° 27/28, Toulouse, Érès, nov. 1988 (desde entonces en las ediciones EPEL).

32) Hay obras traducidas y publicadas : : Leo Bersani : Homos, Repensar la identidad, Paris, Odile Jacob, 1998, así como : El rectum es una tumba?, Cahiers de L’unebévue, 1998 ; David Halperin, Ciet años de homosexualidad, Paris, EPEL, 2000, igualmente : Platon et la reciprocidad erótica, Cahiers de L ’unebévue, 2000 ; Vernon Rosario, La irresistible ascensión del perverso, Paris, EPEL, 2000 ; Jonathan Ned Katz, La invención de la heterosexualidad, traducido del americano por Michel Oliva y Catherine Thévenet, Paris, EPEL, 2001.

33) No hace falta buscar más allá de esta semana : la aparición de un libro, significativamente firmado por una socióloga y una psicoanalista, da lugar a elogiosos artículos en Libération y Le monde. Se trata de indicar que « el tercero » da su solución al « estrago » (una palabra retomada también de Lacan) de la relación madre-hija. Se trata, escribe Jean-Luc Douin en Le monde citando a las autoras, de « […] ‘construir un imaginario común’, ‘un recurso colectivo’, para ‘aliviar el dolor de aquellas que sufren por ‘estos fracasos de relación’ mostrándoles que ‘lo que viven como indecible, informulable, impenetrable, otras lo han expresado con imágenes y con palabras’" Le Monde del 8 de febrero del 2002. ¿Cómo pagar el justo precio de todo este beneficio que estos psicosocioterapeutas distribuyen (ayudándose con Lacan) entre la mitad femenina de nuestro bello país? Ninguna duda respecto a que los derechos de autor, por muy elevados que sean, quedarán bien alejados de la cuenta.

34) Experiencia vivida por el artista Gunter von Hagen’  ; le hubiera bastado leer Le Monde del 12 de diciembre del 2001.

Volver al sumario del Número 15
Revista de Psicoanálisis y Cultura
Número 15 - Julio 2002
www.acheronta.org