Acheronta  - Revista de Psicoanálisis y Cultura
XLI Congreso Nacional de la Asociación Psicoanalítica Mexicana
Julio Ortega Bobadilla

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El XLI Congreso Nacional de la Asociación Psicoanalítica Mexicana se celebró los días 1, 2 y 3 de noviembre del presente año, en la bella ciudad de Guadalajara al occidente de la República Mexicana. Una ciudad que ha crecido desproporcionadamente los últimos 15 años y se ha vuelto, por desgracia, tan hermosa como violenta. Entablé conversación con algunos taxistas, las palabras de uno de ellos me impresionaron, eran palabras sentenciosas y duras: "Guadalajara es como un animal que se come a sus propios hijos..."

El autor de este pequeño artículo, pese a las advertencias, caminó confiadamente por sus calles céntricas y por sus focos comerciales a toda hora sin sufrir ningún tropiezo. Disfruté cuánto pude mi estancia, las plazas soleadas y el encuentro casual en la calle con las hermosas mujeres tapatías. Me albergó en este viaje El Hotel Francés, joya arquitectónica del siglo XVII, que lamentablemente no era tan cómodo como parecía a través de la internet. Cuando los mariachis desvelados callaron, me sorprendí oyendo a eso de las 4:00 am. siete tiros, viniendo de una plaza del centro. Alguna gente me explicó que el problema de esta ciudad sigue siendo el narcotráfico y el crecimiento desmesurado de la mancha urbana que estará sobre los 7 millones de habitantes y sigue creciendo.

Tardé algunos días en adaptarme a una cotidianeidad más pausada y a un sol poco menos brillante que la bola de fuego que dio luz en esos días a la Perla tapatía. Este recuento que están por leer, no es una crónica detallada del evento, se trata de impresiones generales, no guiadas por un afán de objetividad, sino como un ensayo que me permita comunicar mis impresiones a otros y tratar de poner orden en las experiencias vividas. Se desilusionará, quien busque un relato periodístico o una crónica fiel de los acontecimientos de ese evento, en su lugar encontrará literatura, salpicada de tanto en tanto, por los hechos reales... léanse estas notas como un diario personal de viaje.

El cóctel de bienvenida tuvo como escenario la alberca del hotel Crown Plaza que sirvió de base al congreso. Muchas caras felices de estar ahí y gran cuidado por ver gente y hacerse ver entre los asistentes. Parecía una reunión en casa de algún embajador: copas y vasos, meseros, invitados, anfitriones y colados. El fotógrafo presuroso, captaba apurado los rostros maquillados, las galas de joyas y los elegantes vestidos que reflejaban el gusto característico de las portadas y reportajes de la revista HOLA. La gala un poco versallesca, era desafiada sólo por algunos personajes rebeldes que transmitían en su desenfado, la envidiable capacidad de reírse de ellos mismos, entre esos nombres: Juan Vives, actual presidente de la APM y Miguel Kolteniuk, director del comité científico en la presente gestión directiva.

Hace cinco años este relato hubiera sido imposible. Aún ahora, por instantes, me sentía Polonio escondido tras las cortinas, aunque la mayor parte del tiempo, me hallé como en casa y entre familia. Es una raza extraña la de los analistas, la similitud de intereses, lecturas y obsesiones entre personas que quizá nunca antes se habían tratado, tiene algo de gozoso, insólito y hasta siniestro, como encontrar hermanos perdidos de los cuales no se sabía su existencia.

Fue hasta el año pasado, en el XL congreso celebrado en el campus Cd. de México del Tec de Monterrey, que se abrieron las puertas de la APM para escuchar a gente, que a pesar de su formación analítica comprometida o sus contribuciones a la enseñanza y difusión del psicoanálisis (no necesariamente una, implica la otra), no habían encontrado espacio para expresarse dentro de la más grande institución de analistas del país. Primera por su fundación, pero también por el impacto que aún tiene, a nivel político y cultural en nuestro país.

Vives y Kolteniuk estaban bastante ocupados pues constituían el centro de una fiesta que, en el fondo, era la despedida de una mesa directiva que dejará sus funciones el próximo mayo. Se debe a los oficios de estos directivos, el que se haya establecido una política de apertura dentro de la APM dejando atrás los candados que excluían a analistas formados fuera de los canones de la IPA. Agustín Palacios ha escrito un libro sobre la formación del analista en el que hace recuento pormenorizado de las transformaciones que ha tenido al interior la APM... sin ninguna duda, hoy podría agregársele un capítulo más que relatara los oficios de la mesa directiva que se atrevió a invitar, en un momento dado, a personas de muy diferentes trayectorias e intereses, relacionadas todas con la historia y desarrollo del psicoanálisis en nuestro país: Luis Tamayo, Felipe Flores, Néstor Braunstein, Octavio Chamizo, Marcelo Pasternac, Lucía Rangel, Fernando González, etc.

Más adelante en el congreso, hablé extensamente con el siempre amable Miguel Kolteniuk sobre nuestro encuentro propiciado por la nueva política de la APM.

Este fue el diálogo:

JOB: Miguel... ¿Cuáles son tus impresiones del Congreso? ¿Ha sido tan importante como el Congreso anterior?

MK: Esta es la consecuencia natural de ese gran momento... ruptura de una institución cerrada en dónde no había cabida a un pensamiento exogámico, fertilizante, nuevo y crítico. Nos da muchísimo gusto ver cómo en este Congreso hay muchísimos inscritos, gente de diversas procedencias, 3 países, 8 estados de la república mexicana, en un entusiasmo sin precedentes, una asistencia pensante, participante y atenta. Una serie de trabajos diversos, variados, en algunos sentidos contrapunteados y cómo a pesar de que hay divergentes opiniones ha prevalecido el clima de cordialidad, de reflexión y de promoción del pensamiento.

JOB: ¿Esta política va a continuar en la APM?

MK: Mira... sería... preposmoderno si yo hablara del futuro... en ese sentido me adheriría al idealismo de la Modernidad y diría que en el futuro debería de continuar porque estas es una política que puede salvar a la institución de su muerte...

JOB: ¿Al psicoanálisis también?

MK: Primero pensemos en la institución, el psicoanálisis pienso que nunca va a morir porque el inconsciente nunca va a desaparecer, te digo... así como decía Bécquer: podrá no haber poetas pero siempre habrá poesía. Podrá no haber psicoanalistas, pero siempre habrá inconsciente y por tanto se generaran analistas... el problema es que la institución que oficialmente se ha detentado como la que autoriza la formación y el saber psicoanalítico ha tenido tantas grietas y tal proceso degenerativo por el aspecto endogámico, incestuoso, autoritario y cerrado que hemos tratado de romper algunos y ojalá en la medida en que nosotros podamos influir... sí quisiéramos que en el futuro esta política continúe... desde luego, depende de la mesa directiva que salga electa... pero los que hemos estado activos en este movimiento, seguiremos promoviendo esta fertilización.

El nivel económico de los aspirantes, candidatos y diferentes clases de analistas es altísimo en comparación con los ingresos del resto de los habitantes en este país. Esto significa muchas cosas, entre otras, que la formación analítica dentro de la APM es costosa y no está al alcance de todo el que quiere formarse como analista. Ciertamente, los otros grupos, no han resuelto todos, ni del todo, el problema de la formación de un analista, pero los costos y el currículo que debe seguir un estudiante en esos grupos son más flexibles y, para bien o para mal, atraen a muchos ilusos que toparán, las más de las veces tarde, con que no es fácil llegar a ser analista, sobretodo porque no es un oficio que dependa solamente de los años de estudio o de un análisis. Un candidato a analista, que quiera transitar por el camino de la Asociación Psicoanalítica Mexicana debe seguir criterios que son difíciles de cumplir, pero transparentes en su definición.

Después de terminada su licenciatura de medicina, psicología, trabajo social, pedagogía, educación especial o enfermería debe hacer 7 años para obtener la maestría en Psicoterapia General y seguir con otro plan de 4 años para obtener el deseado Diploma de psicoanalista, agreguemos a estos requisitos académicos, el indispensable análisis didáctico que debe efectuarse con alguno de los nombres de la lista de los analistas que tienen a su cargo esta tarea.

El programa que reseño, está en continua revisión por el Consejo Didáctico del Instituto  y probablemente  varíe en el futuro. Hasta dónde sabemos, en el caso de los psicólogos, es tomado aún en cuenta como criterio de selección, la deseable obtención del doctorado en psicología, antes del inicio de la formación analítica, lo cual hace largo y sinuoso el camino para los analistas profanos.

El evento de Guadalajara, debe calificarse: exitoso. Calculo que estaban ahora, en el auditorio principal, entre 500 y 600 asistentes y el promedio de edad de la mayoría era de jóvenes entre 25 y 30 años que habían acudido en masa  al evento que mostraba una cara joven respecto a anteriores congresos. Muchos de ellos, conocían bien el trabajo que realizamos la gente de  PsicoMundo y de Acheronta.

Muchos de éstos jóvenes fueron atraídos por el tema polémico que daba alma a este evento: "El psicoanálisis frente a la posmodernidad"; su presencia constataba que el interés por el discurso analítico en México está vivo y que el público para el psicoanálisis está ahí, siempre y cuando, los analistas puedan y quieran acercarse a los temas que hoy importan, en un espíritu de franca apertura.

Mi impresión, que es una crítica de superficie, pero reforzada por las opiniones de los mismos directivos de la asociación, es que la APM aún sufre de un complicado sistema de normas que pueden poner freno a las mejores intenciones con obstáculos administrativos.

El universo de reglas y juegos de poder que existe en todo partido político, no conozco bien la jerarquía eclesiástica, es aplicable, al panorama que se vive al interior de la institución. Recuerdo haber oído, en un pasillo, a un analista hacer un comentario sobre la singular forma de convivencia que prevalece en una APM, por momentos, extraviada políticas y criterios, difíciles de comprender para el observador externo: "La culpa no es de los analistas mexicanos, es de las reglas generales que están por encima de ellos... las reglas y los límites que pone la IPA".

El inicio del evento fue lustroso y formal. La conferencia magistral de Juan Vives abordó el tema del congreso, hacía un recorrido detallado y brillante por la problemática de este pedazo de tiempo que habitamos y en el que los grandes metarrelatos han caído estrepitosamente, más o menos al mismo tiempo, y en el tenor que el muro de Berlín. Habló de la crisis de credibilidad en torno al psicoanálisis en un horizonte en el que la ficción y el conocimiento se entrelazan y confunden.

Jean - Françoise Lyotard el ex - marxista y cronista de nuestro tiempo, el provocador apologista de la seducción Jean Baudrillard, el neofrankfurtiano Habbermass, Anthony Giddens crítico severo del término posmodernidad, Fredric Jameson el neomarxista, el sociólogo Niklas Luhman, el genealogista Foucault, el hermenéutico Vattimo, y Jacques Derrida el inventor de la deconstrucción; todos han caído, voluntaria o involuntariamente, bajo la denominación de posmodernos. La pregunta que se planteo entonces y que siguió resonando a lo largo de todo el congreso, fue: ¿Qué papel le corresponde hoy a Freud y a su descubrimiento?

La respuesta de Vives fue apegada a Freud y, pienso, sobretodo a sus planteos del Malestar en la cultura. Con el creador del psicoanálisis se puede adquirir una identificación que nos ubique frente a los cambios históricos. Desde la riqueza teórica del descubrimiento del Inconsciente es que hay que pensar al contexto filosófico y no a la inversa.

Vino la primera mesa en la que me tocó participar, junto a Antonio Saizar invitado de la École lacanienne du psychoanalyse (ELP), el lúcido Alfredo Valencia y un trabajo de Gramajo que fue leído en su ausencia.

Las ideas de Antonio Saizar eran controvertibles y sin discutir aquí su pertinencia teórica, aseguro que no tuvo eco entre los asistentes su propuesta de renunciar a los cuadros clínicos definibles en privilegio de la escucha.

La esperanza que queda fue el poético nombre del trabajo de Valencia que, concientemente siempre estuvo, más del lado de la poesía que de un reporte científico... de hecho, su propuesta sostenía que era necesario no olvidar que la palabra, el deseo y el amor se hacen presentes siempre como síntomas de una dimensión irrepresentable. Algo del lado de la estética se jugaba en su discurso que luchaba por expresarse en el cortísimo tiempo que correspondió a los ponentes de esa mesa. Valencia apenas y pudo terminar con su tesis que afirmaba: la referencia a Freud en un analista debe ser siempre obligada, todo análisis es siempre uno inaugural. El trabajo de la Dra. Nora Nilda Gramajo, como mencionamos, no fue leído por la ponente sino por interpósita persona. Me llevó a la pregunta, sobre el caso de oír un trabajo que no podía ser defendido y que contenía tesis cautelosas que situaban lo posmoderno en el indefinido rótulo de fenómeno social y como una simple apología del desarraigo.

Mi trabajo retomaba, con varios cambios y precisiones, tesis expuestas en el artículo sobre crítica hermenéutica que se encuentra en el número 1 de Carta Psicoanalítica... no hubo preguntas en esa mesa y el tiempo corría implacable.

El ambiente del congreso era de gran animación. Para muchos, contado el autor de estas líneas, este ambiente de encuentro constituía una saludable cura del aislamiento habitual del analista y la oportunidad de discutir sobre diversos temas. En una mesa fuera del Congreso estuvimos platicando, luego, algunos colegas sobre el texto de la segunda ponencia magistral. Un trabajo extenso, fascinante y polémico de Felipe Flores que abrió con citas de dos clásicos: Marx y Freud. El texto completo de la compleja conferencia podrá el lector examinarlo en el No. 2 de Carta Psicoanalítica en dónde estará a disposición de los subscriptos. La conferencia era magistral y por tanto no hubo intercambio... al parecer, esa es la forma clásica que se estila por los organizadores de un Congreso. Lamentó el ponente y muchos de los que, más tarde, lo abordamos para discutir sus tesis, la falta de intercambio con el público que hubiese sido sumamente interesante. Fue una ocasión importante, no sólo para el ponente, sino para todos los que ahí estábamos. Fuimos testigos de un gesto de apertura que honraba a la APM y sus directivos, al darle espacio estelar a un analista mexicano formado afuera de sus puertas y que perteneció muchos años al Círculo Psicoanalítico Mexicano. Momentos como los vividos en esos días son deseados por todos los auténticamente interesados en el psicoanálisis y nos hablan de la posibilidad de diálogo, y cooperación entre analistas de diferentes posturas, estrictamente, en beneficio del psicoanálisis.

No puedo preciarme de haber escuchado todos los trabajos y me disculpo con los lectores y, especialmente, mis compañeros de Acheronta que me enviaron como corresponsal. Mi rebatible defensa es que no estaba ahí como reportero sino como un participante más de un encuentro de ideas y de personas, de un happennig cultural.

Confieso haberme escapado del Congreso con algunos amigos para visitar el magnífico edificio del Hospicio Cabañas, dónde se encuentran los increíbles murales de Orozco que narran el encuentro de la cultura española con el nuevo mundo indígena. Las imágenes dolorosas y espléndidas muestran el choque cultural como una historia teñida de sangre y que no deja de sugerir una relación con la opresión del hombre por la máquina en el siglo XX, nuevas batallas, nuevos amos y esclavos, bajo la constante del sufrimiento.

De regreso de esta evasión, entré a oír algunas de las ponencias. Mis impresiones son elementales y daré sólo un esbozo fotográfico de algunas de las ponencias que me interesaron. Escuché a Carolina Becerril hablando de que el destino de muchas mujeres es el de ser desatendidas y que el trabajo analítico debía marchar al lado del trabajo comunitario en el fortalecimiento del Yo femenino de esas mujeres marginadas. Josephine Qualemberg habló del mito bíblico de Lilith primer mujer de Adán de cabellos largos, promiscua y devoradora, sugiriendo que es aún la imagen que la sociedad masculina contemporánea tiene de las mujeres, su confianza de que el estudio de los mitos puede proveer luz sobre nuestras actitudes y gestos del presente la condujo a extrapolaciones peligrosas que no se apoyaron en investigaciones antropológicas contemporáneas. Victoria Castañón desarrolló de manera muy personal sus ideas sobre la cura analítica, la única crítica que podría hacerse a su bien hilado discurso es que prescindía de cualquier referencia al contexto filosófico o psicosocial de la posmodernidad. De hecho, la mayor parte de las ponencias que escuché, brindaban muchas ideas interesantes. Sin embargo, el oído atento percibió una casi total ausencia de referencias al horizonte filosófico francés contemporáneo, de alguna manera, íntimamente ligado al contexto de la posmodernidad que daba el tema al Congreso.

Un amigo casual hecho en el Congreso, me comentó en el pasillo que para él no quedaba clara, la relación de todos estos desarrollos con el tema general que nos había convocado. Me decía: "¿Por qué no se toca el tema de la posmodernidad y las críticas que al psicoanálisis se hacen desde esos pensadores? No se ha hecho justicia al tema del Congreso".

Más tarde, asistí a un sugestivo trabajo sobre la vejez y el setting analítico a cargo de J. L. Salinas y Julia Casamadrid cuyo planteamiento abogaba por la apertura de criterios en lo que respecta al análisis de los "viejos". Sostenían los autores, que analizar es un quehacer que debe depender más de las estructuras del paciente y la situación que de recetas... una reflexión importante en el marco de una sociedad que está ensanchando día a día la frecuencia de edades mayores. El trabajo se extendía en una serie de viñetas clínicas que ilustraban cómo personas de la llamada tercera edad podían establecer transferencia de trabajo hacia el análisis, cuestionar su forma de vida y cambiar en un momento dado.

Durante el Congreso se oyeron algunos trabajos sobre la contratransferencia, más de lo que hubiese pensado. Antonio Santamaría se pronunció por hacerse cargo de ésta y no desecharla en el trabajo del paciente, incluso fue más allá, proponiendo al auditorio como objeto de trabajo que puede dársele al paciente para que evalúe lo que despierta al analista.

Estos debates y planteos pueden parecer extraños a algunos lectores de Acheronta, vale decir que ilustran las preocupaciones de algunos analistas mexicanos con experiencia y amplio reconocimiento dentro de su institución.

En este contexto, es que debe comprenderse el incidente que relataremos a continuación.

Uno de los invitados fue protagonista de una discusión muy particular que representó uno de los momentos más dificultosos del Congreso. Luis Tamayo, miembro de la ELP, habló sobre la formación del analista desde diversos criterios y teniendo como base de su argumentación una revisión histórica de las maneras en que se han ido autorizando los analistas, no sólo en el campo freudiano, sino en el lacaniano.

Realizó un recuento, en el que señalaba cómo la intervención directa de Freud autorizó, en más de un caso, a un analista y su práctica sin tomar a nadie más en cuenta. Analizó las razones históricas y de situación que rodearon estos sucesos, pero también relató como este problema no había encontrado solución en el ámbito lacaniano.

Mencionó incluso, que Lacan habría hecho valer su posición dentro de su grupo para darle "el pase" a un aspirante a analista con el simple argumento de que "fulanito es buena gente". La anécdota es desafortunada va en contra de toda teoría y práctica analítica sin importar escuela, pero lo que le importaba a Tamayo era hacer uso de esos detalles para sostener una tesis final, tan sugestiva como problemática y, creemos, de inspiración khuniana: Es analista quien es reconocido como analista. No era de poca monta lo que decía Luis, de hecho recalcó sus ideas, explayándose sobre la idea de que un paciente puede reconocer, tarde o temprano, si ha estado o no en un análisis. Quizá en una discusión de sobremesa podría haber sido un tema de charla sabroso, pero el caso es que sus ideas adquirían bastante peso por ser uno de los invitados de honor con ponencia en las plenarias.

Desde la posición, tan particular, de reconocimiento de los analistas de la APM que le confería el ser un analista invitado, ponía en cuestión los estándares de esa institución para dar su aval a una práctica analítica. Noté como un par de caras descompuestas abandonaron el auditorio a medida que transcurrió la ponencia, retirándose con el aire de no oír más "despropósitos lacanianos".

La discusión que siguió fue más que interesante. Vives, presidente en turno de la asociación, tomó la palabra para y bordó sobre el tema. Tomamos de su intervención, estas palabras que no son del todo una refutación a la tesis de Tamayo, sino una reflexión abierta a considerar que puede haber criterios no analíticos en juego en las sociedades analíticas y a defender el análisis como parte fundamental de la formación analítica:

Parece ser que en el principio de los tiempos ser analista era un acto de absoluta autoridad: Freud dix it. Lo podía hacer por carta y a partir de ese momento alguien se autorizaba como analista, él determinaba quién era o quien no era analista. Este principio de autoridad absoluto que dependía de una sola persona se repartió entre otras personas, pienso que efectivamente hay gente que trata de diluir un poco el problema de autoridad que obviamente está ahí. El ejemplo de Lacan es no hay para dónde hacerse... ¿Qué hacer con el problema del poder que parece ser indisoluble con el problema de autoridad? Ser analista parecería que tiene que ver con ser autorizado como analista y lo que hay que pensar es: ¿Quién autoriza y qué forma tiene esa autoridad?

¿Es realmente, el psicoanálisis, el método para resolver los problemas institucionales? A lo mejor, existen otro tipo de instrumentos, de corte administrativo, o de corte político, de corte sociológico, que pueden mejor regular la dinámica de los grupos... a lo mejor tiene que ser regulado esto desde otros instrumentos distintos.

Hay una serie de problemas en relación al acto analítico: el problema del análisis didáctico como un análisis administrativo, yo creo que un análisis puede tener suerte si hay motivación, es decir, cuando la locura personal es el motor principal.

Una vez cumplido esto, hay una serie de condiciones que tenemos derecho a esperar, no desde la autoridad, sino desde una larga experiencia en instituciones psicoanalíticas: disposición para la escucha, la posibilidad de una actitud acrítica, etc. Y sobretodo eso por lo que debe asegurarse el análisis de alguien: la permeabilidad... obviamente estos parámetros son importantes y debemos esperar que sean cualidades de un analista... ¿Quién lo juzga o no? es una cosa muy distinta... pero creo que estaríamos de acuerdo en que ser psicoanalista requiere de ciertas condiciones.

Se levantaron más manos, la intervención de Tamayo llamó a que uno de los encargados del instituto de formación expresase su simpatía por este tipo de análisis, pero expresara la dificultad de llevar a la práctica esas ideas cuando se está dentro de una institución y a cargo precisamente de un grupo de sujetos en formación, que requieren de una guía firme y segura, de garantías para recorrer su camino hacia la meta de ser analistas.

Uno de los asistentes, no identificado, reventó en reproches y acusaciones en contra de los lacanianos que habrían, según él, corrompido al psicoanálisis mismo. Las imputaciones que hizo mencionaban datos y lugares dónde supuestos lacanianos cometían sinnúmero de iatrogenias. La respuesta de Tamayo fue elegante y nunca perdió la calma, contestó que no podía ponerse en un solo paquete a los "lacanianos" como tampoco podía hacerse otro paquete con los "ortodoxos". Hay diferencias de analistas a analistas y también hay imposturas... un tema que en el panorama mexicano es siempre espinoso de tratar, por la gran cantidad de profesionales clínicos que sostiene una práctica en nombre del psicoanálisis sin más garantía que la de su palabra.

Tuvimos oportunidad de oír a dos ponentes más, uno de ellos influido por el enfoque sistémico que día a día ha ganado terreno entre los analistas. Otro que realizaba un pobrísimo análisis sobre el fenómeno del internet, dónde sostenía, banalmente, que los chat rooms son una especie de terapia para los usuarios dónde pueden hablar libremente y sin cortapisas. En este trabajo desafortunado, la Red de redes aparecía como un afortunado amplificador de la comunicación... nada más alejado de la realidad.

Seguí vagando por otros mesas y observando al público, a pesar de las diferencias, distintas procedencias e identidades podía captarse un aire de franco entusiasmo, diría yo hasta armonía entre los participantes. Me acerqué ya para finalizar mi visita a este importante evento, a Juan Vives, uno de los protagonistas principales de este evento, con el que ya había tenido oportunidad de charlar con desenfado, pero quería preguntarle de manera más formal cuáles eran sus impresiones del Congreso, así como lo había hecho con su camarada Kolteniuk.

Este fue el diálogo:

JOB: ¿Cuáles son tus impresiones de este Congreso? ¿Es tan importante como el anterior que por algunos observadores ha sido calificado como histórico por la apertura a personas formadas fuera de las puertas de APM?

JV: Mira, lo que más me ha impresionado del congreso es el tipo de público porque he visto un público muy joven, mayoritariamente de estudiantes. La calidad del público ha sido sorprendente, un público muy ávido, como tomando notas en clase... 498 inscritos hasta ayer y todos muy necesitados de conocimientos, muy permeables a la información... gran necesidad de aprender lo que es el psicoanálisis.

JOB: En mayo habrá un cambio en la mesa directiva... ¿Sales o te quedas?

JV: ¡No!.... Nuestra asociación tiene contemplado un límite al masoquismo personal... solamente dos años cada quien...

JOB: Y continuará la apertura?

JV: Yo tengo la esperanza de que se siga la misma línea en una política de apertura que costó mucho trabajo, mucha preparación y sería una tontería que todo lo que se ha logrado se revirtiera. Yo tengo casi la seguridad de que por lo menos los próximos dos años entre las personas que van a seguir en la mesa directiva, va a continuar la apertura en los mismos o mejores términos.

JOB: ¿Los invitados han aportado algo a las actividades que Uds. realizan?

JV: Sí, de dos maneras:, brindándonos su perspectiva y porque a los miembros de la APM nos da la oportunidad de contrastar nuestros puntos de vista y escuchar otras opiniones, otra dimensión bajo la cual es imaginada el psicoanálisis. No todos los colegas de aquí piensan igual. Por lo menos, la mesa directiva actual, piensa que ésta es la línea que hay que seguir.

Puede parecer severo el relato de mis experiencias. He tratado de escribir estas letras de manera comprometida con lo que fueron mis vivencias en este foro y tratando de apegarme al estilo de la asociación libre. Personalmente, celebro el haber sido invitado por los colegas de la APM que me han infundido confianza de que más allá de las instituciones están las personas que las hacen. Muchos de los trabajos que oí fueron interesantes y su falta de pertinencia en el tema designado del Congreso, no ensombrecía la brillantez de algunas de sus ideas. Hubo trabajos para todos los gustos y horizontes, el estudiante y el especialista se sintieron tocados por lo que allí se decía. Una profesora de una prestigiada Universidad particular, me decía que el escuchar a los analistas le había cuestionado por completo la actividad que viene realizando desde hace años y que había omitido al sujeto del inconsciente. Una declaración sincera de este tipo, nos revela que eventos de este tipo son necesarios y útiles no sólo para quienes están ya comprometidos con la causa analítica, sino para aquellos que se asoman por primera vez al psicoanálisis.

Encontré, contra mis prejuicios, en algunos de los más altos niveles de la jerarquía analítica de la APM un espíritu de crítica no mermado por la ambición de poder. Pude observar, también,  que los vientos de renovación en esta institución, no necesariamente son, simple producto de la disposición de un buen señor feudal que dejará al morir un vacío, peor aún,  un dictador caprichoso. Tuve también oportunidad de corroborar, cómo muchos analistas de ese grupo han leído a Lacan detenidamente, es lógico, sus trabajos están al alcance de cualquier lector y su pensamiento no es propiedad privada de aquellos que nos nombramos lacanianos. La APM ha sufrido en el pasado, una atormentada historia de escisiones y tropiezos al interior de la institución, no podemos negar que  también ha intentado transformarse y evolucionar al paso de los tiempos, con el propósito de entrar en esta época llamada posmodernidad, en la que ¾precisamente¾, el espíritu que anima al pensamiento es la heterogeneidad y el rechazo al dogmatismo. Freud nos ha mostrado que toda fuerza encuentra invariablemente resistencias... Deseamos que éstas cedan... La esperanza que queda, parafraseando el título del trabajo de Valencia, es que este espíritu de renovación se mantenga y contribuya a un verdadero renacimiento del psicoanálisis en nuestro país.

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Revista de Psicoanálisis y Cultura
Número 14 - Diciembre 2001
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