Acheronta  - Revista de Psicoanálisis y Cultura
Efectos de diálogo
Albert García I Hernández

 

"...espejo y médula de saúco..."
José Lezama Lima

I

Médula de saúco y huella de buganvilla,
lentitud de animal vivíparo,
caracol de saliva, lágrima verde,
mucosa, sueño, espuma del polvo.

Por un cosmos interno cruzan
vocablos que no tienen dueño.

Oigo armonías de alborotada menta
desorientando los contrapuntos del sentido.

Percibo algo turbio cuando miro tus ojos.

Me dices a ratos y entiendo poco,
brisas, pausas, dientes, recuerdos
donde ni yo (ni tu) hace cobijo,
donde ni yo (ni tu) me reconozco.

Lámina de la ilusión, empuje del olvido.

 

II

Espejo obtuso biselado por el dolor,
fugacidad, mercurio.

Lances que rehusan la danza del conflicto,
pentagrama en la boca de perenne oquedad.

Intentos esporádicos como agujas de hielo,
enigmas de un temblor alejado del frío.

Como lagartos invisibles,
espacios de epitelio deliran el calor
y asumen la tristeza de los mamíferos.

En los jóvenes troncos la sangre equivoca el camino:
fluye con tino pero ofrece rendición.

Dicen que el cielo tiene excesos de luz
pero entornan los ojos para disfrazar el cansancio.

Aderezos, armiños, treguas fraudulentas en el desierto azul.

Anhelos desplazados habitan el vacío
de lo que pudo ser amor
y su ciclo se astilla con estrépito de repetición.

 

III

Instalo los recursos que van a contratiempo:
instantes de entusiasmo.

Me separo de la ternura y acoto la esperanza.

Un leve peso de plumón, entre gris y rosáceo,
aparenta nidos, ensaya vuelos,
lleva andares de leopardo, óbito de remedios.

Todo teje atención en los recodos del silencio
mientras crece un fracaso pegajoso
como la abundancia de nombres de lo que no entendemos.

Se estremecen las dudas al llegar a puerto.

 

IV

Rezuman las canciones olor a rejas y crepúsculo
y sus enredaderas optan por el ocre del sollozo.

La apariencia elude descuidos infantiles
buscando el cielo raso de la precipitación de los años,
el frágil paraíso que ornamenta la madurez.

La quietud dura poco entre los avatares de un mar
que devuelve a la orilla naufragios y traición.

Allí, el aluminio incorrupto tras la muerte de los verbos
recibe las solas caricias de un faro escópico
que inquieta en los sonidos la expresión y los labios.

Si fuera traducible el balbuceo del tacto,
si pudieran pronunciarse las salivas de cualquier orificio...

Si tuviera palabras el signo de los gestos
e igual certidumbre que muestra una carta
previa a su contenido...

Pero queremos explicarlo todo,
avivar fuegos, predecir mareas, ordenar tiempos,
hallar el velo imposible en el resuelto desnudo,
cercenar la inocencia del sonámbulo que acepta espejismos.

Adoramos oírnos para deshacer conjuros
y coronar desencuentros.

 

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Revista de Psicoanálisis y Cultura
Número 12 - Diciembre 2000
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