Acheronta  - Revista de Psicoanálisis y Cultura
La angustia
Seminario 19621963, de Jacques Lacan
(Versión Crítica)
Ricardo E. Rodriguez Ponte

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9 de enero de 1963 1, 2

En la trigésimo segunda lección introductoria al psicoanálisis, es decir, en la serie de las Nouvelles conférences, vueltas a traducir al francés, sur la psychanalyse, 4 Freud precisa que se trata de introducir algo que, dice, no tiene para nada el carácter de pura especulación, pero, en el francés ininteligible que ustedes van a poder juzgar, se nos tradujo: «Mais il ne peut vraiment être question que de conceptions. *ÿ un punto ÿ* 5 En effet, il s'agit de trouver les idées abstraites, justes, qui, appliquées à la matière brute de l'observation, y apporteront ordre et clarté». {Pero verdaderamente no puede tratarse más que de concepciones. En efecto, se trata de encontrar las ideas abstractas, justas, que, aplicadas a la materia bruta de la observación, le aportarán orden y claridad}. 6 No hay punto en alemán, ahí donde se los he señalado, y no hay ningún enigma en la frase: «se trata, nos dice Freud, Sondern es handelt sich wirklich, no "verdaderamente" sino realmente, de concepciones ÿ coma ÿ, es decir, quiero decir con eso unas Vorstellungen, representaciones abstractas, correctas; se trata de einzufahren, de traerlas, de traerlas a la luz, a estas concepciones, cuya aplicación a la Rohstoff, la materia bruta de la observación, Beobachtung, permitirá hacer salir de ellas, *volver a poner en ellas*7 el orden, la transparencia.».

Evidentemente, siempre es enojoso confiar algo tan precioso como la traducción de Freud a las damas de la antecámara.

Este esfuerzo, este programa, en el que nos esforzamos, aquí, desde hace algunos años, y es por este hecho que hoy *nos* 8 encontramos, en suma, habiendo precisado, en nuestro camino de la angustia, el estatuto de algo que designaré de entrada, primero, por medio de la letra a que ustedes ven reinar aquí, por encima del perfil... del perfil del florero que simboliza para nosotros el continente narcisista de la libido en tanto que, por intermedio de ese espejo del Otro {A}, puede ser puesto en relación con su propia imagen {i’(a)}, y que, entre los dos, juega esa oscilación comunicante que Freud designa como la reversibilidad de la libido del cuerpo propio a la del objeto.

En esta oscilación económica, esta libido reversible de i(a) a i’(a), hay algo, no diremos que escapa, sino que interviene bajo una incidencia cuyo modo de perturbación es justamente el que estudiamos este año, la manifestación más estridente, la señal de la intervención de este objeto a, es la angustia.

Esto no equivale a decir que este objeto no es más que el reverso de la angustia; *que* 9 no interviene, no funciona más que en correlación con la angustia. La angustia, nos ha enseñado Freud, desempeña por relación a algo la función de señal. Yo digo: es una señal en relación con lo que sucede en lo que concierne a la relación del sujeto ÿ de un sujeto que por otra parte no podría entrar en esa re lación más que en la vacilación de cierto fading, la que designa la notación de sujeto por medio de una [S barrada] ÿ la relación de este sujeto, en ese momento vacilante, con este objeto en toda su generalidad.

La angustia es la señal de ciertos momentos de esa relación. Esto es lo que vamos a esforzarnos por mostrarles más adelante hoy. Es claro que esto supone un paso más en la situación de precisión de lo que entendemos por este objeto a. Quiero decir, a este objeto, nosotros lo designamos *por medio de a, justamente* 10. Subrayo que esta notación algebraica tiene su función: es como un hilo destinado a permitirnos reconocer, bajo las diversas incidencias en las que se nos aparece, su identidad. Su notación es algebraica: a, justamente para responder a esta finalidad de localización pura de la identidad, habiendo sido ya planteado por nosotros que la localización por medio de una palabra {mot}, por medio de un significante, es siempre y no podría ser más que metafórica, es decir dejando de alguna manera, fuera de la significación inducida por su introducción, la función del significante mismo.

El término *bueno* 11, si engendra la significación de lo bueno, no es bueno por sí mismo, y lejos de eso, pues al mismo tiempo engendra *el mal* 12.

Del mismo modo, designar a este a minúscula por medio del término objeto, ustedes lo ven, es un uso metafórico, puesto que está tomado justamente de esa relación sujetoobjeto donde el término objeto se constituye, lo que sin duda es apropiado para designar la función general de la objetividad. Y este objeto, del que vamos a hablar bajo el término a, es justamente un objeto que es externo a toda definición posible de la objetividad.

*No hablaré de lo que sucede con la objetividad en el campo de la ciencia ÿ hablo de nuestra ciencia, en general: us tedes saben que le ocurrieron, después de Kant, algunos infortunios... algunos infortunios que resultan todos, en el seno de este objeto, de haber querido dar una parte excesiva a ciertas evidencias, y especialmente a las que son del campo de la estética trascendental...* 13 *como* 14 tener por evidente la independencia, la separación de las dimensiones del espacio con las del tiempo. Resultó... resultó en la experiencia, en la elaboración del objeto científico, chocándose con algo que se traduce muy impropiamente por crisis de la razón científica, en resumen, todo ese esfuerzo que debió hacerse para percatarse de que, justamente, esos dos registros de las dimensiones espacial y temporal no podían, a cierto nivel de la física, continuar siendo considerados como variables independientes. Y, hecho sorprendente, parece haber planteado, a ciertos espíritus, insolubles problemas que no parecen sin embargo ser dignos de detenernos a tal punto, si nos percatamos de que es justamente al estatuto del objeto que se trata de *recurrir* 15; de devolver a lo simbólico, en la constitución, en la traducción de la experiencia, su lugar exacto, de no hacer extrapolación aventurada de lo imaginario en lo simbólico.

En verdad, el tiempo del que se trata, en el nivel en el que pueden plantearse los problemas que vendrían a *irrealizarlo* 16 en una cuarta dimensión, nada tiene que ver con el tiempo que, en la intuición, parece precisamente proponerse como una suerte de choque infranqueable de lo real, a saber, lo que se nos manifiesta a todos, y que tenerlo por una evidencia, por algo que, en lo simbólico, podría traducirse por medio de una variable independiente es simplemente un error categorial en el punto de partida. 17

La misma dificultad, ustedes lo saben, en cierto límite de la física, con el cuerpo. Y al respecto, diré que ahí estamos en nuestro terreno, pues es efectivamente sobre lo que no está hecho... sobre lo que no está hecho en el punto de partida, de un estatuto correcto de la experiencia, que tenemos aquí nuestra palabra para decir. Tenemos nuestra palabra para decir puesto que nuestra experiencia postula e instituye que ninguna intuición, que ninguna transparencia, que ninguna Durchsichtigkeit, como es el término de Freud, que se funde pura y simplemente sobre la intuición de la conciencia, puede ser tenida por original y por lo tanto válida, y por lo tanto no puede constituir el punto de partida de ninguna estética trascendental, por la simple razón de que el sujeto no podría, de ninguna manera, ser situado en la conciencia de una manera exhaustiva, puesto que él es ante todo y primitivamente inconsciente.

A esto se añade que, si él es ante todo y primitivamente in consciente, es en razón de esto, que nos es preciso ante todo y primitivamente, en su constitución de sujeto, tener por anterior a esta constitución cierta incidencia que es la del significante. El problema es el de la entrada del significante en lo real y el de ver cómo, de esto, nace el sujeto. ¿Esto quiere decir que, si nos encontráramos como ante una suerte de descenso del Espíritu, la aparición de significantes alados, comenzaría a hacer en ese real sus agujeros por sí solo, en medio de los cuales aparecería uno de esos agujeros que sería el sujeto? Pienso que, en la introducción de la división realimaginariosimbólico, nadie me atribuye un designio parecido. 18 Hoy se trata de saber lo que está al comienzo, lo que permite justamente a ese significante encarnarse. Lo que se lo permite, es desde luego lo que tenemos ahí para presentificarnos los unos a los otros, nuestro cuerpo. Pero, a ese cuerpo, tampoco hay que tomarlo dentro de puras y simples categorías de la estética trascendental. Ese cuerpo no es, para decirlo finalmente, constituible a la manera en que Descartes lo instituye en el campo de la extensión. Ese cuerpo del que se trata, se trata de que nos percatemos de que no nos es dado de manera pura y simple en nuestro espejo; que incluso en esta experiencia del espejo, puede llegar un momento en que esa imagen, esa imagen especular que creemos tener, se modifique: lo que tenemos frente a nosotros, que es nuestra estatura, que es nuestro rostro, que es nuestro par de ojos, deja surgir la dimensión de nuestra propia mirada, y el valor de la imagen comienza entonces a cambiar, sobre todo si hay un momento en que esa mirada que aparece en el espejo comienza a no mirarnos más a nosotros mismos, initium, *aura* 19, aurora de un sentimiento de extrañeza que es la puerta abierta a la angustia. 20

El pasaje de la imagen especular a ese doble que me escapa, he ahí el punto en el que sucede algo cuya generalidad, cuya función, cuya presencia, creo que podemos mostrar, por medio de la articulación que damos a esta función de a, en todo el campo fenomenal, y mostrar que la función va mucho más allá de lo que aparece en ese momento extraño que aquí he querido simplemente señalar por su carácter a la vez el más notorio y también el más discreto en su intensidad.

¿Cómo sucede esa transformación del objeto, que, de un objeto situable, de un objeto localizable, de un objeto intercambiable, hace esa suerte de objeto privado, incomunicable y sin embargo dominante que es nuestro correlativo en el fantasma? ¿Dónde es exactamente el momento de esa mudanza, de esa transformación, de esa revelación? Creo que esto, por ciertos caminos, por ciertos sesgos, que ya he preparado para ustedes en el curso de los años precedentes, puede ser más que designado: puede ser explicado, y que, en el pequeño esquema que hoy traje para ustedes en el pizarrón, puede ser dado algo de esas concepciones, *Auffassungen, dicho de otro modo* 21 de esas representaciones richtig, correctas, que haga el llamado ÿ siem pre más o menos opaco, oscuro ÿ a la in tuición, a la experiencia, algo durchsichtig, transparente. Dicho de otro modo, reconstituir para nosotros la estética trascendental que nos conviene, que conviene a nuestra experiencia.

Pueden entonces considerar como seguro, por mi discurso, que lo que es comúnmente, pienso, en lo que concierne a la angustia, no extraído del discurso de Freud, sino de una parte de sus discursos, que la angustia sea sin objeto {que l’angoisse soit sans objet}, es propiamente lo que yo rectifico.

*Como he tenido aquí el cuidado de escribírselos ÿ por qué no eso entre otras cosas ÿ a la manera de un pequeño teorema* 22: ella no es sin objeto {elle n’est pas sans objet}. 23 Tal es exactamente la fórmula donde debe estar suspendida esta relación de la angustia con un objeto. Este no es, hablando con propiedad, el objeto de la angustia: en ese no sin {pas sans}, ustedes reconocen *mi fórmula de antaño* 24, desde entonces concerniente a la relación del sujeto con el falo: él no es sin tenerlo {il n’est pas sans l’avoir}. 25

Esta relación de no ser sin tener {n’être pas sans avoir}, no quiere decir que se sepa de qué objeto se trata. Cuando yo digo "él no carece de recursos", "él no carece de astucia", 26 eso quiere justamente decir que esos recursos son oscuros, al menos para mí, y que su astucia no es común. Igualmente la introducción incluso lingüística del término *sin {sans}, sine,* 27 profundamente correlativo de esta oposición del *haud, non haud sine* 28, "no sin {non pas sans}", un cierto tipo de vínculo condicional, si ustedes quieren, que liga el ser con el tener en una suerte de alternancia: él no es ahí sin tenerlo, pero en otra parte {il n’est pas là sans l’avoir, mais ailleurs}; ahí donde es/está, eso no se ve.

¿Acaso no es ésa, justamente, la función sociológica del Falo? ÿ a con dición, seguramente, de tomarlo aquí a nivel mayúscula, a nivel del ÿ, donde encarna la fun ción más alienante del sujeto en el intercambio, incluso en el intercambio social: el sujeto allí corre, 29 reducido a ser portador del falo. Es esto lo que torna a la castración necesaria para una *sociedad* 30 socializada en la que hay, nos ha hecho observar Claude LéviStrauss, interdicciones, sin duda, pero también, y ante todo, preferencias. 31

Este es el verdadero secreto, esta es la verdad de lo que *Claude LéviStrauss* 32 hace girar en la estructura alrededor del intercambio de las mujeres. Bajo el intercambio de las mujeres, los falos van a llenarlos. Es preciso que no se vea que es él, el falo, el que está en cuestión {en cause}. Si se *lo* 33 ve, angustia.

 

Aquí podría empalmar con más de un carril. Está claro que, por medio de esta referencia, henos aquí, de golpe, en el complejo de castración. ¡Y bien, señores! ¿por qué no meternos en eso?

La castración, como muchas veces lo he recordado ante ustedes, la castración, del complejo, no es una castración. Eso, todo el mundo lo sabe, todo el mundo lo pone en duda, y, qué curioso, no nos detenemos en ello. *De todos modos, eso tiene mucho interés, ¿esta imagen, este fantasma, dónde situarla entre imaginario y simbólico? ¿Qué es lo que sucede?* 34 ¿Es *la eviración* 35 bien *conocida* 36 de las feroces prácticas de la guerra? Seguramente está más cerca *de ella* 37 que de la fabricación de los eunucos. ¿Mutilación del pene? Desde luego, es lo que es evocado por las amenazas fantasmáticas *incluso* 38 del padre o de la madre, según las épocas del psicoanálisis: "¡Si haces eso, te lo van a cortar!".

También es preciso que este acento del corte tenga toda su importancia *para que se pueda tener la práctica de la circuncisión* 39...

a la cual, la vez pasada, me vieron ustedes hacer algunas referencias, por así decir, profilácticas, a saber, la observación de que la incidencia psíquica de la circuncisión está lejos *de ser unívoca* 40 y que no soy el único que lo ha notado. Uno de los últimos trabajos, sin duda notable, sobre el tema, el de Nunberg sobre la circuncisión concebida en sus relaciones con la bisexualidad, 41 está ahí precisamente para recordarnos lo que ya otros autores, y numerosos, habían introducido antes que él: que la circuncisión tiene tanto el objetivo, el fin de reforzar, aislándolo, el término de la masculinidad en el hombre, como el de provocar los efectos ÿ al me nos bajo su incidencia angustiante ÿ como el de provocar los efectos llamados del complejo de castración.

... no obstante, es justamente esta incidencia, esta relación, este común denominador del corte el que nos permite llevar, al campo de la castración, la operación de la circuncisión, de la Beschneidung, del ‘arel, 42 para decirlo en hebreo. 43

¿Acaso no hay, un poco, también algo que nos permitiría dar un paso más respecto de la función de la angustia de castración? Y bien, es éste, el término que nos falta: "te lo voy a cortar", dice la mamá, que calificamos de castradora. Bien, ¿y después, dónde estará, el Wiwimacher, como se dice en la observación del pequeño Hans? 44 Y bien, admitiendo que esta amenaza, presentificada desde siempre por nuestra experiencia, se cumpliese, él estará ahí,45 en el campo operatorio del objeto común, del objeto intercambiable; estará ahí, entre las manos de la madre que lo habrá cortado, y esto es precisamente lo que habrá, en la situación, de extraño.

A menudo sucede que nuestros sujetos produzcan sueños donde tienen el objeto entre las manos, sea porque cierta gangrena lo haya desprendido, sea porque algún partenaire, en el sueño, se haya tomado el trabajo de realizar la operación seccionante, sea por algún accidente cualquiera, correlativo diversamente matizado de extrañeza y de angustia, carácter especialmente inquietante 46 del sueño, y bien, ahí, para situarnos la importancia de ese pasaje del objeto, súbito, a lo que podríamos llamar su Zuhandenheit, como diría Heidegger, su manipulabilidad, en el *sentido* 47 de los objetos comunes, y la perplejidad que resulta de ello. Y también, todo ese pasaje del lado de lo manipulable, del utensilio, es justamente lo que ahí, en la observación del Pequeño Hans, nos es designado también por medio de un sueño. Este nos introduce al fontanero, quien va a destornillarlo, a volver a atornillarlo, a hacer pasar toda la discusión de lo eingewurzelt, de lo que estaba o no bien arraigado en el cuerpo, al campo, al registro de lo amovible. 48 Y ese momento, ese punto de viraje fenomenológico, he aquí lo que lo alcanza, lo que nos permite designar lo que opone a esos dos tipos de objetos en su estatuto.

Cuando comencé a enunciar la función, la función fundamental en la institución general del campo del objeto, del estadio del espejo, ¿por dónde pasé? Por el plano de la primera identificación ÿ desco nocimiento original del sujeto en su totalidad ÿ a su imagen especu lar, luego, la referencia transitivista que se establece en su relación con el otro imaginario, su semejante, que siempre lo hace estar mal desenredado de esa identidad del otro y que introduce allí la mediación, un objeto común que es un objeto de concurrencia/competencia, 49 un objeto, por lo tanto, donde el estatuto va a partir de la noción o no de pertenencia ÿ es tuyo o es mío. *En el campo* 50, hay dos tipos de objetos: los que pueden compartirse, y los que no lo pueden. Los que no lo pueden, cuando a pesar de todo los veo correr en ese dominio de lo compartido...

con los otros objetos, cuyo estatuto reposa enteramente sobre la concurrencia/competencia, esa concurrencia ambigua que es a la vez rivalidad pero también acuerdo; estos son objetos cotizables, son objetos de intercambio.

... pero hay otros...

y si puse en primer plano el falo, esto es seguramente porque es el más ilustre respecto... por el hecho de la castración, pero hay otros, ustedes lo saben, otros que ustedes conocen, los equivalentes más conocidos de ese falo, los que lo preceden, el escíbalo, el pezón. Hay otros, quizá, que ustedes conocen menos, aunque sean perfectamente visibles en la literatura analítica, y nosotros trataremos de designarlos

... estos objetos, cuando entran en libertad, reconocibles en ese campo donde no tienen más que hacer, el campo de lo compartido, cuando aparecen *allí* 51, la angustia nos señala la particularidad de su estatuto. Estos objetos anteriores a la constitución del estatuto del objeto común, del objeto comunicable, del objeto socializado, he ahí de qué se trata en el a.

Nosotros los nombraremos, a esos objetos, haremos su catálogo, sin duda no exhaustivo, pero quizá también, esperémoslo. Hace ya un instante, he nombrado tres; diré que, en un primer abordaje de este catálogo, no faltan más que dos de ellos, y que el todo corresponde a las cinco formas de pérdida, de *loss* 52, Verlust, que Freud designa en Inhibición, síntoma y angustia, como siendo los momentos mayores de la aparición de la señal. 53

Antes de meterme más en el asunto, quiero retomar el otro ramal de la bifurcación alrededor de la cual recién me pescaron en trance de elegir, para hacer una observación cuyas derivaciones, creo, tendrán para ustedes algunos aspectos esclarecedores. ¿No es extraño, significativo de algo, que, en la investigación analítica, se manifieste una carencia muy diferente que aquella que ya designé al decir que no habíamos hecho dar un paso a la cuestión fisiológica de la sexualidad femenina? ÿ Podemos acusarnos de la misma falta en lo que con cierne a la impotencia masculina. Porque después de todo, en el proceso ÿ *si hay uno* 54, localizable en sus fases normativas ÿ de la parte masculina de la copulación, siem pre estamos refiriéndonos a lo que se encuentra en cualquier librito de vieja fisiología en lo que concierne al proceso de la erección primero, y después del orgasmo.

La referencia al circuito *estímulorespuesta es,* 55 al fin de cuentas, algo con lo que nos contentamos, como si ** 56 fuera aceptable la homología entre la descarga orgásmica y la parte motora de ese circuito en un proceso de acción cualquiera. Por supuesto, nosotros no estamos en esa ÿ todo lo con trario incluso ÿ en Freud, y el problema fue levantado, en suma, por él: ¿por qué, en el placer sexual, el circui to no es el circuito, como en otras partes, más corto para retornar al nivel del mínimo de excitación? ¿Por qué hay un Vorlust, un placer preliminar, como se traduce, que consiste justamente en elevar tan alto como sea posible ese nivel mínimo? 57 Y la intervención *del orgasmo* 58 ÿ a saber, a partir de qué momento se interrumpe ese ascenso del nivel, ligado normalmente al juego preparatorio ÿ ¿acaso hemos dado, de alguna manera, un esquema de lo que interviene del mecanis mo ÿ si se quiere dar una re presentación fisiológica de la cosa hablada ÿ de lo que Freud lla maría los Abfuhrinnervationen, el circuito de inervación que es el soporte de la puesta en juego de la descarga? ¿Acaso lo hemos distinguido, aislado, designado? ÿ puesto que es preci so considerar como distinto lo que funcionaba antes. Puesto que lo que funcionaba antes, era justamente que ese proceso no fuera hacia su descarga antes de la llegada a un cierto nivel de la elevación del estímulo, es por lo tanto un ejercicio de la función del placer tendiente a confinar con su propio límite, es decir, con el surgimiento del dolor.

Entonces, ¿de dónde viene, ese feedback? Nadie piensa en decírnoslo. Pero les haré observar que, no yo, sino aquellos mismos *que nos destilan* 59 la doctrina psicoanalítica, deberían decirnos normalmente que el Otro debe intervenir allí, puesto que lo que constituye una función genital normal ¡nos es dado como ligado a la oblatividad! *¡Que nos digan, entonces,* 60 cómo la función del don como tal interviene *hic et nunc * 61 en el momento en que se coje! Esto, en todo caso, tiene precisamente su interés, pues o esto es válido o no lo es, y es cierto que, de alguna manera, debe intervenir la función del Otro.

En todo caso ÿ puesto que una parte importante de nuestras es peculaciones conciernen a lo que se llama la elección del objeto de amor, y que es en las perturbaciones de esta vida amorosa que reside una parte importante de la experiencia analítica; que, en ese campo, la referencia al objeto primordial, a la madre, es tenida por capital ÿ se impone la distinción de saber dónde hay que situar esta incidencia cri badora del hecho de que, para algunos, resultará de ella que ellos no podrán funcionar para el orgasmo más que con *prostitutas* 62, y que, para otros, *eso será con otros sujetos, elegidos en otro registro* 63.

La prostituta, lo sabemos por nuestros análisis, la relación con ella *está* 64 casi directamente engranada sobre la referencia a la madre. En otros casos, los deterioros, las degradaciones de la Liebesleben, de la vida amorosa, están ligadas a la oposición del *término* 65 materno, del cual evoca cierto tipo de relación con el sujeto, a la mujer de cierto tipo diferente en tanto que ella se vuelve soporte, es el equivalente, del objeto fálico.

 

¿Cómo se produce todo esto? Este pizarrón, este esquema, el que he reproducido una vez más aquí, en la parte superior del pizarrón, nos permite designar lo que quiero decir.66

¿Es que el mecanismo, la articulación que se produce a nivel del atractivo del objeto...

que se vuelve para nosotros revestido o no de ese encanto, de ese brillo deseable, de ese color ÿ es así como se designa en chino a la sexua lidad ÿ que hace que el objeto se vuelva esti mulante en el nivel justamente de la excitación.

... en qué ese color preferencial se situará, diré, en el mismo nivel de señal que puede también ser el de la angustia? Yo digo por lo tanto: en este nivel i’(a), 67 y entonces se tratará de saber por qué, y lo indico inmediatamente para que ustedes vean a dónde quiero llegar: por la ramificación de la investidura erógena original de lo que hay aquí en tanto que a, presente y oculto a la vez.

*O bien lo que funciona como elemento de selección en la elección del objeto de amor se produce aquí {A} a nivel del marco por medio de una Einschränkung, por ese estrechamiento directamente referido por Freud al mecanismo del yo, por esa limitación del campo del interés que excluye un cierto tipo de objeto, precisamente en función de su relación con la madre.* 68

Ambos mecanismos están, como ven, en los dos extremos de esta cadena, que comienza en inhibición y que termina por angustia, cuya línea diagonal he señalado en el cuadro que les dí al comienzo de este año. Entre la inhibición y la angustia, hay lugar para distinguir dos mecanismos diferentes, y concebir justamente en qué pueden, uno y otro, intervenir de arriba abajo en toda manifestación sexual.

 

Añado lo siguiente: que, cuando digo "de arriba abajo", incluyo allí lo que, en nuestra experiencia, se llama la transferencia. Recientemente escuché que se aludía al hecho de que nosotros éramos gente, en nuestra sociedad, que sabíamos algo sobre la transferencia. Para decirlo todo, desde cierto trabajo sobre la transferencia que fue producido antes de que fuese fundada nuestra Sociedad, 69 no conozco más que un solo trabajo que haya sido invocado, es el del año que le consagré aquí, con ustedes. 70

Dije entonces muchas cosas, ciertamente bajo una forma que era la que era más apropiada, es decir, bajo una forma en parte velada. Es cierto que antes, en ese trabajo sobre la transferencia anterior al que aludí recién, *y que* 71 aportó una división tan genial como la de ¡la oposición entre la necesidad de repetición y la repetición de la necesidad! 72... Ven ustedes que el recurso al juego de palabras para designar las cosas, por lo demás no sin interés, ¡no es simplemente mi privilegio!

Pero creo que la referencia a la transferencia, al limitarla únicamente a los efectos de repetición, a los efectos de reproducción, es algo que merecería completamente ser extendido, y que la dimensión *sincrónica* 73 arriesga, a fuerza de insistir sobre el elemento histórico, sobre el elemento repetición de lo vivido, arriesga en todo caso... arriesga dejar de lado toda una dimensión no menos importante, que es precisamente lo que puede aparecer, lo que está incluido, latente en la posición del analista, por la cual reside en el espacio que lo determina la función de este objeto parcial. 74

Es lo que, al hablarles de la transferencia, si se acuerdan de eso, yo designaba por medio de la metáfora, me parece bastante clara, de la mano que se tiende hacia el leño, y en el momento de alcanzar ese leño, ese leño va a inflamarse. En la llama, otra mano que aparece se tiende hacia la primera.75

Es lo que designé, igualmente, al estudiar El Banquete de Platón, por la función denominada del ÿÿÿÿÿÿ {agalma} en el discurso de Alcibíades. Pienso que *la insuficiencia de esa referencia sincrónica a la función del objeto parcial en la relación analítica, en la relación de transferencia* 76, *establece, está en la base* 77 de la apertura de un expediente que concierne a un dominio, por relación al cual estoy a la vez asombrado y no asombrado, al menos no sorprendido, por que sea dejado en la sombra, a saber, *de un* 78 cierto número de cojeras de la función sexual que pueden ser consideradas como distribuidas en cierto campo de lo que puede llamarse el resultado postanalítico.

Creo que este análisis de la función del análisis como espacio o campo del objeto parcial, es precisamente aquello ante lo cual, desde el punto de vista analítico, nos detuvo Freud en su artículo sobre Análisis terminado y análisis interminable, 79 y si partimos de la idea de que el límite de Freud fue ÿ se lo vuelve a encon trar a través de todas sus observaciones ÿ la no percepción de lo que había propiamente que ana lizar en la relación sincrónica del analizado con el analista, en lo que concierne a esta función del objeto parcial, veremos en ello ÿ y, si us tedes quieren, volveré sobre esto ÿ el resorte mismo de su fracaso, del fracaso de su intervención con Dora, 80 con la mujer del caso de la homosexualidad femenina, 81 ahí veremos, sobre todo, por qué Freud nos designa en la angustia de castración lo que él llama el límite del análisis, precisamente en la medida en que, él, seguía siendo para su analizado, la sede, el lugar de ese objeto parcial.

Si Freud nos dice que el análisis deja a hombre y mujer con las ganas, a uno en el campo de lo que se llama propiamente, en el varón, complejo de castración, y a la otra en el Penisneid, no es ése un límite absoluto, es el límite donde se detiene el análisis finalizado {finie } con Freud; es el límite que continúa al seguir ese paralelismo indefinidamente aproximado que caracteriza a la asíntota; análisis que Freud llama el análisis indefinido, ilimitado, y no infinie {infinito}: 82 es en la medida en que algo ÿ de lo que al me nos puedo formular la cuestión de saber cómo es analizable ÿ ha sido, no diré no ana lizado, sino revelado de una manera solamente parcial, donde se instituye ese límite.

No crean que ahí yo diga, que ahí yo aporte algo todavía que deba ser considerado como completamente fuera de los límites de los esquemas ya trazados por nuestra experiencia, puesto que, después de todo, para referirme a algunos trabajos recientes y familiares en el campo francés de nuestro trabajo, 83 es alrededor de la envidia del pene que un analista, durante los años que constituyen el tiempo de su obra, hizo girar muy especialmente *sus análisis de obsesivos* 84. ¡Cuántas veces he comentado ante ustedes, en el curso de los años precedentes, esas observaciones, y para criticarlas, para mostrar en ellas, con lo que entonces teníamos a mano, lo que yo consideraba como siendo su tropiezo! Formularé aquí, de una manera más precisa, en el punto de explicación al que llegamos, lo que está en juego, lo que yo quería decir. ¿De qué se trataba?

*Lo vemos* 85 en la lectura detallada de las observaciones: ¿de qué? sino de llenar ese campo que yo designo como la interpretación a hacer de la función fálica en el nivel del gran Otro *cuyo lugar sostiene el analista* 86, y cubrir, dije, ese lugar con el fantasma de fellatio, y especialmente referido al pene del analista.

Indicación muy clara, el problema había sido bien visto, y déjenme decirles que no es por azar, quiero decir, por azar por relación a lo que estoy desarrollando ante ustedes, pero mi observación es que eso no es más que un sesgo, y un sesgo insuficiente, pues, en realidad, ese fantasma {fantasme} utilizado para un análisis que ahí no podría ser exhaustivo de lo que está en juego, no hace más que reunirse con un fantasma sintomático del obsesivo.

Y para designar lo que quiero decir, me remitiré aquí a una referencia que, en la literatura, es verdaderamente ejemplar, a saber, el comportamiento bien conocido, nocturno, del Hombre de las Ratas, cuando, tras haber obtenido por sí mismo, su propia erección ante el espejo, va a abrir la puerta que da a ese zaguán, a su zaguán, al *espectro {fantôme}* 87 imaginado de su padre muerto, para presentar, ante los ojos de ese aparecido {spectre}, el estado actual de su miembro. 88

Analizar lo que está en juego únicamente a nivel de este fantasma de fellatio del analista, tan ligado por el autor del que se trata a lo que él llamaba la técnica del rapprocher {aproximar}, a la relación de la distancia considerada como esencial, fundamental de la estructura obsesiva, especialmente en sus relaciones con la psicosis, es, creo, solamente haber permitido al sujeto, incluso haberlo alentado a tomar en esta relación... a tomar, en esta relación fantasmática que es la del Hombre de las Ratas, a tomar el rol de ese Otro en el modo de presencia que aquí está constituido justamente por la muerte; de *ese Otro que mira, empujándolo incluso, diré, fantasmáticamente, simplemente, por medio de la fellatio, un poco más lejos.* 89

Es evidente que este último punto, este último término, no se dirige aquí sino a aquéllos cuya práctica permite situar el alcance de estas observaciones completamente en su lugar.

 

Terminaré sobre el camino por donde avanzaremos más adelante la próxima vez, y para dar su sentido a estas dos imágenes que les he dibujado aquí, en la esquina derecha y abajo del pizarrón: 90 la primera [1] representa un ÿ eso no se ve, de hecho, a primera vista ÿ re presenta un florero con su cuello. Puse frente a ustedes el agujero de ese cuello para designar, para señalarles bien que lo que me importa, es el borde.

La segunda [2] es la transformación que puede producirse en lo que concierne a este cuello y a este borde. A partir de ahí, va a aparecerles la oportunidad de la larga insistencia que puse, el año pasado, 91 sobre unas consideraciones topológicas concernientes a la función de la identificación ÿ se los he precisado ÿ a nivel del de seo, a saber, el tercer tipo designado por Freud en su artículo sobre la identificación, aquel cuyo ejemplo mayor él encuentra en la histeria. 92

He aquí la incidencia y el alcance de tales consideraciones topológicas. Les dije que los mantuve tanto tiempo sobre el crosscap para darles la posibilidad de concebir intuitivamente lo que es preciso denominar la distinción entre el objeto del que hablamos, a, y el objeto creado, construido a partir de la relación especular, el objeto común justamente relativo a la imagen especular.

Para ir rápido, voy, pienso, a recordárselos en unos términos cuya simplicidad será suficiente, dado todo el trabajo cumplido anteriormente. 93

¿Qué es lo que hace que una imagen especular sea distinta de lo que ella representa? Es que la derecha se convierte en la izquierda, e inversamente.

Dicho de otro modo, si tenemos confianza en esa idea, de que habitualmente somos recompensados cuando confiamos en las cosas, incluso las más aforísticas, de Freud ÿ que el yo {moi} es una superficie, pero es, dice, una proyección de una superficie 94 ÿ es en térmi nos, topológicamente, de pura superficie que el problema debe formularse: la imagen especular, por relación a lo que ella redobla, es exactamente el pasaje del guante derecho al guante izquierdo; lo que puede obtenerse sobre una simple superficie, dando vuelta el guante.

Recuerden que no es de ayer que les hablo del guante ni de la caperuza: todo el sueño *citado por Ella Sharpe* 95 gira, en su mayor parte, alrededor de este modelo. 96, 97

Hagan ahora la experiencia de esto con lo que les he enseñado a conocer ÿ los que no lo conocen todavía (espero que no haya mu chos) ÿ en la banda de Moebius, es decir ÿ lo recuerdo para aqué llos que todavía no han escuchado hablar de ella: ustedes obtienen muy fácilmente, no importa cómo, al tomar esta cinta, y, tras haberla abierto, al volverla a anudar consigo misma haciéndole dar, en el camino, una media vuelta. Ustedes obtienen una banda de Moebius, es decir, algo donde una hormiga, paseándose, pasa de una de las aparentes caras a la otra cara, sin tener necesidad de pasar por el borde, dicho de otro modo, una superficie de una sola cara.

Una superficie de una sóla cara no puede ser dada vuelta, pues, efectivamente, ustedes toman una banda de Moebius, la hacen, verán que hay dos maneras de hacerla...

según que se doble: se hace su media vuelta, de la que les hablaba recién, a la derecha o a la izquierda [½ vueltas a & b]

... y que ellas no se recubren. Pero si ustedes dan vuelta una de ellas sobre sí misma, ésta será siempre idéntica a sí misma. Esto es lo que yo llamo no tener imagen especular.

Por otra parte, ustedes saben que les he dicho que, en el crosscap, cuando, por medio de una sección, un corte, que no tiene otra condición que la de reunirse consigo mismo, tras haber incluido en él el punto agujereado del crosscap, cuando, dije, ustedes aíslan una parte del crosscap, queda una banda de Moebius. 98

Aquí tienen la parte residual. La construí para ustedes, la hago circular... Tiene su pequeño interés porque, déjenme decírselos, esto, es a. Se los doy como una hostia, pues ustedes se servirán de esto después. a minúscula, está hecho así.

Está hecho así cuando se ha producido el corte, cualquiera que sea: ya sea el del cordón, el de la circuncisión, y algunos otros todavía que tendremos que designar. Queda, tras ese corte, cualquiera que sea, algo comparable a la banda de Moebius, algo que no tiene imagen especular.

Entonces, ahora, vean bien lo que quiero decirles.

Primer tiempo, el florero que está aquí {i(a)}, tiene su imagen especular {i’(a)}, el yo ideal {moi idéal}, constitutivo de todo el mundo del objeto común. 99

Añadan ahí a bajo la forma de un crosscap, y separen, en ese crosscap, el pequeño objeto a que les he puesto entre las manos. Queda, adjunto a i’(a), el resto, es decir, una banda de Moebius, dicho de otro modo ÿ yo se las re presento ahí, es lo mismo ÿ lo que los hace partir del pun to opuesto del borde del florero una superficie que se reúne, como en la banda de Moebius. Pues a partir de ese momento, todo el florero se convierte en una banda de Moebius, puesto que una hormiga que se pasea en el exterior entra sin ninguna dificultad en el interior. La imagen especular se convierte en la imagen extraña e invasora del doble; se convierte en lo que sucede poco a poco al final de la vida de Maupassant, cuando comienza por ya no verse en el espejo, o percibe en un cuarto algo que le vuelve la espalda, y de lo que él sabe inmediatamente que no deja de tener {il n’est pas sans avoir} cierta relación con ese espectro {fantôme}. Cuando el espectro se da vuelta, ve que es él.100

Esto es lo que está en juego en la entrada de a en el mundo de lo real, donde no hace más que volver. Y observen, para terminar, de qué se trata: puede parecerles extraño, bizarro, como hipótesis, que algo se parezca a eso. Observen sin embargo que si nos pusiéramos por fuera de la operación del campo visual, a ciegas, cierren los ojos por un momento, y, a tientas, sigan el borde de ese florero transformado: ** 101 es un florero como el otro, no hay más que un agujero puesto que no hay más que un borde. ** 102 Tiene el aspecto de tener dos, y esta ambigüedad entre el uno y el dos, pienso que aquellos que tienen simplemente un poco de lectura saben que es una ambigüedad común concerniente a la aparición del falo, en el campo de la aparición onírica ÿ y no so lamente onírica ÿ del sexo: donde no hay, aparentemente, falo real, su modo habitual de aparición es aparecer bajo la forma de dos falos. 103

Bueno, suficiente por hoy. 104

JAM/S: El crosscap y sus transformaciones

Figura 1

Esta superficie cerrada que comporta una línea de autointersección es considerada topológicamente como equivalente al plano proyectivo.

Figura 2

La superficie obtenida retirando el fondo de la superficie precedente es el crosscap.

Figura 3

Si se corta el crosscap siguiendo su línea de autointersección, resulta de ello una superficie a la cual se le puede dar la forma de un disco circular, teniendo en su centro un agujero circular cuyos puntos diametralmente opuestos son identificados por pares.

Figura 4

Esta superficie residual puede ser materializada bajo la forma llamada del ocho interior.

 

Notas

1 Para los criterios que rigieron la confección de la presente Versión Crítica, consultar nuestro Prefacio: «Sobre una Versión Crítica del Seminario 10 de Jacques Lacan, L’angoisse, y nuestra traducción». Para las abreviaturas que remiten a los diferentes textosfuente de esta Versión Crítica, véase, al final de esta clase, nuestra nota sobre las FUENTES PARA EL ESTABLECIMIENTO DEL TEXTO, TRADUCCIÓN Y NOTAS DE ESTA 7ª SESIÓN DEL SEMINARIO.

2 Esta 7ª sesión del seminario ocupa el capítulo V de JAM/S, y quien estableció dicho texto lo tituló: IL N’EST PAS SANS L’AVOIR {EL NO ES SIN TENERLO}, antecediéndolo con el siguiente índice temático: Un rasgo precioso de Ferenczi / La angustia está enmarcada / La angustia no es sin objeto / De la angustia a la acción / De las demandas del Dios de los Judíos.

3 Las distintas versiones proporcionan, como ya en el pizarrón al comienzo de la clase, las figuras que reproduzco en la página 2 de esta Versión Crítica, tomadas de ROU (izquierda) y de AFI (derecha). Las figuras provenientes de JAM/S serán incluidas más adelante.

4 Sigmund FREUD, Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis (1932), en Obras Completas, Volumen 22, Amorrortu editores, Buenos Aires, 1979. La 32ª conferencia lleva por título: «Angustia y vida pulsional». ÿ Lacan se refiere a una nueva traducción al francés, siendo la anterior obra de Anne Berman.

5 ROU señala que esta precisión entre asteriscos, que anticipa un punto de la crítica a la traducción que sigue inmediatamente, fue añadida por Lacan a la dactilografía.

6 El párrafo correspondiente, en la versión castellana citada en la nota anterior, reza: "Es que se trata real y efectivamente de concepciones, vale decir, de introducir las representaciones abstractas correctas, cuya aplicación a la materia bruta de la observación hace nacer en ella orden y trasparencia." ÿ cf. op. cit., p. 75.

7 Al revisar la dactilografía Lacan sustituyó los términos *permitir {de permettre}* por los del texto {de remettre } / otra versión: *hacer que vuelva a nacer de ellas {d’en faire renaître}*

8 Al revisar la dactilografía, Lacan sustituyó el término *los* por el del texto.

9 Al revisar la dactilografía, Lacan añadió en término entre asteriscos. / En su lugar, JAM/S introduce un [pero] que cambia absolutamente el sentido del párrafo: [Esto no quiere decir que este objeto no es más que el reverso de la angustia, pero no interviene, no funciona más que en correlación con la angustia.]

10 JAM/S: [por medio de una letra]

11 Al revisar la dactilografía Lacan sustituyó el término *puente {pont}* por el del texto {bon}. Igualmente en las otras dos apariciones del término en este párrafo.

12 Al revisar la dactilografía Lacan añadió los términos entre asteriscos.

13 JAM/S: [No hablaré aquí de lo que prescinde de la objetividad, para ser llamado subjetivo. En el campo de la ciencia, hablo de nuestra ciencia en general, ustedes saben que le han ocurrido después de Kant, a este objeto, algunos infortunios, que se sostienen todos en la parte excesiva que se ha querido dar a ciertas evidencias, y especialmente a las que son del campo de la estética trascendental.]

14 Al revisar la dactilografía Lacan añadió el término entre asteriscos.

15 Al revisar la dactilografía Lacan sustituyó el término *recubrir* por el del texto.

16 Al revisar la dactilografía Lacan sustituyó los términos *lo irrealizado* por los del texto. / No obstante, JAM/S establece: [En verdad, el tiempo del que se trata, en el nivel en que es lo irrealizado en una cuarta dimensión].

17 ROU señala al margen una nota manuscrita de Lacan al margen de ladactilografía, apenas descifrable en JL: *tiempo "irrealizado", la 4ª dimensión de la teoría física no tiene nada que ver con el tiempo real*.

18 Jacques LACAN, Lo simbólico, lo imaginario y lo real, conferencia pronunciada en el Anfiteatro del Hospital Psiquiátrico de SainteAnne, París, en ocasión de la primera reunión científica de la recientemente fundada Société Française de Psychanalyse, el 8 de Julio de 1953. Versión Crítica de Ricardo E. Rodríguez Ponte para circulación interna de la Escuela Freudiana de Buenos Aires.

19 Al revisar la dactilografía Lacan sustituyó el término *ora* por el del texto.

20 étrangeté ÿ Recuérdese que el término, freudiano, Unheimliche ("siniestro", "omi noso") suele ser ver tido al francés como inquiétante étrangeté ("inquietante extra ñeza").

21 Al revisar la dactilografía Lacan añadió los términos entre asteriscos.

22 Al revisar la dactilografía Lacan suprimió los términos entre asteriscos. La referencia es al hecho de que la fórmula ya estaba en el pizarrón, probablemente escrita debajo del esquema óptico, tal como puede verse en la primera figura aportada por ROU (cf. p. 2 de esta Versión Crítica). / No obstante, JAM/S restituyó el fragmento, reinterpretando un blanco en la dactilografía: [como he tenido el cuidado aquí de escribírselos en el pizarrón a la manera de un pequeño recordatorio]

23 Lo forzado de la traducción apunta a mantener la importancia otorgada por Lacan a este tipo de negación: pas sans (no sin), tal como puede observarse en una nota manuscrita del mismo en un margen de la versión JL reforzando el subrayado de estos dos términos, a la par que atiende a lo sutil de la rectificación por relación a la doctrina freudiana de la angustia: si Freud dice que la angustia es sin objeto (o más castizamente: que carece de objeto), Lacan dice que no es sin objeto, lo que elude decir que lo tiene. Pero es que entre el "objeto" de la primera fórmula y el "objeto" de la segunda sólo hay una relación de homonimia: si el objeto a es efectivamente invención de Lacan, mal podría haberlo albergado entonces el texto freudiano.

24 Al revisar la dactilografía Lacan sustituyó los términos *la fórmula de lo ya tomado {la formule du déjà pris}* por los del texto: {ma formule de jadis} / AFI: *la fórmula que ya tomé {la formule que j’ai déjà pri se}*

25 cf. Jacques LACAN, Seminario 6, El deseo y su interpretación.

26 il n’est pas sans ressources y il n’est pas sans ruse ÿ literalmente: "él no es sin recursos" y "él no es sin astucia" (véase nota anterior).

.27 Al revisar la dactilografía Lacan añadió los términos entre asteriscos.

28 Al revisar la dactilografía Lacan añadió los términos entre asteriscos.

29 JAM/S introduce una precisión que no está en la dactilografía: [el sujeto macho allí corre].

30 sic en JL y ROU / en CHO y AFI: *sexualidad*.

31 Claude LÉVISTRAUSS, Las estructuras elementales del parentesco (1947), Ediciones Paidós.

32 Al revisar la dactilografía Lacan tachó *Freud* y sustituyó el nombre. ROU se interroga por un posible lapsus.

33 Al revisar la dactilografía Lacan añadió el término entre asteriscos.

34 *De todos modos, eso tiene mucho interés, esta imagen, este fantasma. ¿Dónde situarla? Entre imaginario y simbólico, ¿qué es lo que sucede?*

35 Al revisar la dactilografía Lacan sustituyó los términos *que les virations* por los del texto: {l’éviration}.

36 Al revisar la dactilografía Lacan transformó el plural en singular.

37 Al revisar la dactilografía Lacan añadió los términos entre asteriscos.

38 {même} / En CHO y AFI: *emanando {émanant}*

39 JAM/S: [para que se pueda tener por castración la práctica de la circuncisión].

40 *de ser equívoca* / una corrección que se encuentra en JL, sobre la que ROU no confirma que sea de Lacan, propone: *de no ser equívoca* / JAM/S: [está lejos de ser equívoca].

41 H. NUNBERG, «Circumcision and problems of bisexuality», Int. Journ. of PsychoAnalysis, vol. 28, 1947, luego Problems of Bisexuality as Reflected in Circumcision, Londres, Imago Publishing, 1949. La circoncision conçue dans ses rapports avec la bisexualité, el último capítulo de este texto fue traducido al francés y publicado en la Nouvelle Revue de Psychanalyse, vol. 7, Paris, Gallimard, 1973, pp. 205228 bajo el título «Tentatives de rejet de la circoncision». Reproducido en el annexe CD de la versión ROU.

42 Nota de AFI: "‘arel significa incircunciso = «prepuciado» – ‘arela = el prepucio". Al margen, ROU translitera el hebreo ‘arelah (prepucio) y milah (circuncisión).

43 Los términos del final de este párrafo fueron corregidos por Lacan en la dactilografía. / JAM/S introduce la palabra francesa que al parecer Lacan prefirió omitir "para decirlo en hebreo": [prépuce]

44 Sigmund FREUD, «Análisis de la fobia de un niño de cinco años» (1909), en Obras Completas, Volumen 10, Amorrortu editores, Buenos Aires, 1980. En una nota manuscrita al margen en la versión JL, Lacan añadió: "Wiwimacherle faiseur de pipi".

45 Por relación a este "ahí", ROU añade al margen dos anotaciones de sendos asistentes del Seminario: *(X sobre la parte superior)* y *i’(a)*, y reproduce la parte a la derecha del espejo A del esquema óptico (cf. p. 2 de esta versión crítica).

46 inquiétant ÿ Recuérdese lo ya dicho sobre inquiétante étrangeté.

47 *campo*

48 op.cit. pp. 8182.

49 concurrence ÿ puede traducirse tanto por "concurrencia" como por "competencia", y en este caso conviene mantener los dos semas, puesto que en esta relación del sujeto con su semejante, en la que ambos moi concurren sobre el objeto, por el que entonces compiten, tenemos la matriz del conocimiento como paranoico, así como la primera manera de entender el deseo como deseo del otro (todavía no del Otro).

50 JAM/S: [En el campo de la pertenencia]

51 La palabra entre asteriscos fue añadida por Lacan al revisar la dactilografía.

52 Al revisar la dactilografía Lacan sustituyó el término *lost* por el del texto.

53 Sigmund FREUD, Inhibición, síntoma y angustia (1926 [1925]), en Obras Completas, Volumen 20, Amorrortu editores, Buenos Aires, 1979. ÿ ¿Cuáles se rían estas "cinco formas de pérdida, de loss, Verlust, que Freud designa en Inhibición, síntoma y angustia, como siendo los momentos mayores de la aparición de la señal" de angustia? Cuando Freud elabora el catálogo de "las diferentes situaciones de peligro a partir del arquetipo originario del nacimiento", nombra sólo cuatro de éstas, en relación con la "edad del desarrollo" , a saber: "El peligro del desvalimiento psíquico se adecua al período de la inmadurez del yo, así como el peligro de la pérdida de objeto a la falta de autonomía de los primeros años de la niñez, el peligro de castración a la fase fálica, y la angustia frente al superyó al período de latencia" (op. cit., p. 134), con esta especificación para el caso de la mujer: "Y precisamente, en el caso de la mujer parece que la situación de peligro de la pérdida de objeto siguiera siendo la más eficaz. Respecto de la condición de angustia válida para ella, tenemos derecho a introducir esta pequeña modificación: más que de la ausencia o de la pérdida real del objeto, se trata de la pérdida de amor de parte del objeto" (op. cit., p. 135), pero esta especificación nos sigue dejando en cuatro situaciones de peligro. Para llegar al número cinco hay que hacer, como James Strachey en su Introducción a este texto de Freud, el recuento, no de las situaciones de peligro capaces de desencadenar la aparición de la señal de angustia, sino de "los diversos peligros específicos capaces de precipitar una situación traumática en distintas épocas de la vida", a saber: "el nacimiento, la pérdida de la madre como objeto, la pérdida del pene, la pérdida del amor del objeto, la pérdida del amor del superyó" (op. cit., p. 78), es decir, más o menos el catálogo freudiano de la ya citada página 134, más la situación de peligro constituida por el nacimiento. Pero la del nacimiento es el arquetipo originario con cuya evocación se forma la señal de angustia, una señal que no pudo existir entonces.

54 Al revisar la dactilografía Lacan sustituyó los términos *sí, hay uno* por los del texto. / Otra versión da aquí: *bien*.

55 Al revisar la dactilografía Lacan sustituyó los términos *estímulo no es* por los del texto.

56 Al revisar la dactilografía Lacan tachó el término *no*.

57 Sigmund FREUD, Tres ensayos de teoría sexual (1905), en Obras Completas, Volumen 7, Amorrortu editores, Buenos Aires, 1978. Cf. III, [1.] El primado de las zonas genitales y el placer previo. Mecanismo del placer previo. pp. 192193.

58 *de la angustia*

59 *que, nos dice*

60 Al revisar la dactilografía Lacan añadió los términos entre asteriscos.

61 Al revisar la dactilografía Lacan añadió los términos entre asteriscos.

62 Al revisar la dactilografía Lacan sustituyó el término *procedimientos {des procédés}* por el del texto {des prostituées}. / JAM/S: [tales procedimientos {tels procédés}].

63 JAM/S: [eso será con partenaires elegidos en otro registro].

64 Al revisar la dactilografía Lacan añadió el término entre asteriscos.

65 *cuerpo*

66 Esquema que presenta JAM/S, p. 109, con el título: La elección de objeto:

67 Algunas notas remiten a la x envuelta en un círculo situada arriba del florero.

68 JAM/S: [O bien lo que funciona como elemento de selección en la elección del objeto de amor se produce aquí, en el yo, del otro lado del espejo, a nivel del enmarcado del objeto por medio de una Einschränkung, un estrechamiento directamente referido por Freud a un mecanismo del yo, una limitación del campo del interés libidinal, que excluye cierto tipo de objeto precisamente en función de su relación con la madre.]

69 Daniel LAGACHE, «Le problème du transfert», informe presentado por el autor en la XIVª Conferencia de Psicoanalistas de Lengua Francesa, París, noviembre de 1951, y publicado a continuación en la Revue Française de Psychanalyse , t. XVI, nº 12, enerojunio 1952, p. 154163 (a este informe se refiere Lacan en su propia intervención en ese Congreso, cf. «Intervención sobre la transferencia», en Escritos 1). Hay versión castellana de Madeleine Baranger, en Daniel LAGACHE, La teoría de la transferencia, Ediciones Nueva Visión, Colección Fichas, nº 50, Buenos Aires, 1975. ÿ La referencia de Lacan a "nuestra Sociedad" remite a la So ciedad Francesa de Psicoanálisis, fundada en junio de 1953 por Lacan, Lagache, FavezBoutonier, Dolto, etc..., a partir de la escisión de la Sociedad Psicoanalítica de París, fundada a su vez en 1926.

70 Jacques LACAN, Seminario 8: La transferencia en su disparidad subjetiva, su pretendida situación, sus excursiones técnicas , "corregido en todas sus erratas". Versión Crítica de Ricardo E. Rodríguez Ponte para circulación interna de la Escuela Freudiana de Buenos Aires.

71 Al revisar la dactilografía Lacan sustituyó los términos *ustedes han* por los del texto.

72 le besoin de répétition et la répétition du besoin ÿ cf. el artículo arriba citado de Daniel Lagache.

73 AFI: *diacrónica*

74 El párrafo es un poco retorcido, JAM/S lo endereza: [Creo que la referencia a la transferencia, al limitarla únicamente a los efectos de reproducción y de repetición, es demasiado estrecha, y merecería ser extendida. A fuerza de insistir sobre el elemento histórico, sobre la repetición de lo vivido, se arriesga dejar de lado toda una dimensión no menos importante, la dimensión sincrónica, la de lo que está precisamente incluido, latente, en la posición del analista, y por la cual reside, en el espacio que la determina, la función del objeto parcial.]

75 cf. op. cit., Clase 4, del 7 de Diciembre de 1960, pp. 3 y 5: "Lo que inicia el movimiento del que se trata en el acceso al otro que nos da el amor, es ese deseo por el objeto amado, que yo compararía, si quisiera representárselos, a la mano que se adelanta para alcanzar el fruto cuando está maduro, para atraer la rosa que se ha abierto, para atizar el tronco que se enciende de pronto. Escuchen bien lo que voy a decir a continuación. Con esta imagen, que no irá más lejos, esbozo ante ustedes lo que se llama un mito. Van a verlo bien en el carácter milagroso de lo que sigue. {...} Para materializar esto ante ustedes, tengo el derecho de completar mi imagen, y de hacer con ella verdaderamente un mito. Esa mano que se tiende hacia el fruto, hacia la rosa, hacia el tronco que arde de pronto, su gesto de alcanzar, de atraer, de atizar, es estrechamente solidario de la maduración del fruto, de la belleza de la flor, de la llama en el tronco. Pero cuando, en ese movimiento de alcanzar, de atraer, de atizar, la mano ha ido hacia el objeto suficientemente lejos, si del fruto, de la flor, del tronco, sale una mano que se tiende al encuentro de la mano que es la vuestra, y que en ese momento es vuestra mano la que se fija en la plenitud cerrada del fruto, abierta de la flor, en la explosión de una mano que llamea ÿ en tonces, lo que ahí se produce, es el amor. Aunque conviene no detenerse en eso, y decir que es el amor enfrente, quiero decir que es el vuestro, cuando son ustedes quienes eran primero el erómenos, el objeto amado, y que súbitamente se vuelven el erastés, el que desea."

76 JAM/S: [la insuficiencia de la referencia hecha a la dimensión sincrónica de la función del objeto parcial en la relación analítica de transferencia]

77 *establece en la base* / *establece la base* / *está en la base*

78 *que un*

79 Sigmund FREUD, «Análisis terminable e interminable» (1937), en Obras Completas, Volumen 23. Amorrortu editores, Buenos Aires, 1980.

80 Sigmund FREUD, «Fragmento de análisis de un caso de histeria» (1901), en Obras Completas, Volumen 7, Amorrortu editores, Buenos Aires, 1978.

81 Sigmund FREUD, «Sobre la psicogénesis de un caso de homosexualidad femenina» (1920), en Obras Completas, Volumen 18, Amorrortu editores, Buenos Aires, 1979.

82 Según la traducción al francés ofrecida por la Revue Française de Psychologie, en 1939. ÿ JAM/S añade el término freudiano: unendliche, que Lacan propone traducir por indéfinie , illimitée (indefinido, ilimitado).

83 ROU y AFI remiten a las Œuvres psychanalytiques de Maurice Bouvet.

84 *sus análisis obsesivos* / JAM/S: [sus análisis de neurosis obsesivas]

85 Al revisar la dactilografía Lacan sustituyó los términos *Veámoslo nosotros* por los del texto.

86 *en el análisis, que tiene el lugar* / *en el análisis, de lo que tiene lugar* / JAM/S omite toda referencia a este "lugar".

87 *fantasma {fantasme}*

88 Sigmund FREUD, «A propósito de un caso de neurosis obsesiva» (1909), en Obras Completas, Volumen 10, Amorrortu editores, Buenos Aires, 1980. Cf. p. 160.

89 JAM/S: [ese Otro, diré empujándolo un poco, que mira fantasmáticamente la felación.]

90 En la columna de la izquierda, las figuras 1 y 2 provenientes de ROU, a las que se refieren los números entre corchetes intercalados en el texto; en la columna de la derecha, las figuras provenientes de JAM/S; en la página 2 de esta Versión Crítica se encontrará también la versión AFI de estas figuras.

91 Jacques LACAN, Seminario 9, La identificación, 19611962, Versión Crítica de Ricardo E. Rodríguez Ponte para circulación interna de la Escuela Freudiana de Buenos Aires.

92 Sigmund FREUD, Psicología de las masas y análisis del yo (1921), en Obras Completas, Volumen 18, Amorrortu editores, Buenos Aires, 1979. Cf. el capítulo VII, «La identificación».

93 Nota al margen de ROU: "a partir de aquí parece que Lacan abrevia, designando a i’(a) que nombra «i(a)»".

94 "El yo es sobre todo una esenciacuerpo; no es sólo una esenciasuperficie, sino, él mismo, la proyección de una superficie." ÿ cf. Sigmund FREUD, El yo y el ello (1923), en Obras Completas, Volumen 19, Amorrortu editores, Buenos Aires, 1979, p. 27.

95 Al revisar la dactilografía Lacan añadió los términos entre asteriscos.

96 Ella Freeman SHARPE, El análisis de los sueños, Ediciones Hormé, Buenos Aires, 1961. Cf. el capítulo V.

97 Al margen de la dactilografía, Lacan añadió la siguiente nota manuscrita: "el sueño sobre el cual permanecí un trimestre". Efectivamente, Lacan analizó extensamente este sueño en su Seminario 6, El deseo y su interpretación, en las sesiones de los días 14, 21 y 28 de enero y 4 y 11 de febrero de 1959.

98 cf. la clase 3 de esta Versión Crítica, sesión del 28 de Noviembre de 1962, p. 21, nota 53, fig. 2 y fig. 3. ÿ Por su parte, JAM/S, en un cuadro aparte, presenta lo que titula: El crosscap y sus transformaciones (véase al final de esta clase).

99 Las figuras que acompañan esta parte del texto provienen de ROU (a la izquierda) y de AFI (a la derecha). Estas últimas, prácticamente idénticas a las suministradas por CHO y JL, parecen más cercanas a las que Lacan habría dibujado efectivamente en el pizarrón, mientras que las de ROU resultarían de una consideración a posteriori de la topología en juego. En el mismo sentido, véase al final el cuadro proporcionado por JAM/S al que remitimos en la nota anterior.

100 fantôme, en el sentido de espectro, a distinguir de la noción psicoanalítica, para la que Lacan emplea el término fantasme.

101 *pero* / JAM/S: [Pero]

102 JAM/S: [Al mirarlo, no obstante,]

103 "Si el arte figura tan a menudo los cabellos de la cabeza de Medusa como serpientes, también estas provienen del complejo de castración y, cosa notable, por terrorífico que sea su efecto en sí mismas, en verdad contribuyen a mitigar el horror, pues sustituyen al pene, cuya falta es la causa del horror. Aquí se corrobora una regla técnica: la multiplicación de los símbolos del pene significa castración." — cf. Sigmund FREUD, «La cabeza de Medusa» (1940 [1922]), en Obras Completas, Volumen 18, Amorrortu editores, Buenos Aires, 1979, p. 270.

104 Nota al margen de ROU: "n.L *ni femenino
o modos + o –
directos de percatarse
del dos falos*
[nota J.L. difícil de descifrar]".

 

FUENTES PARA EL ESTABLECIMIENTO DEL TEXTO, TRADUCCIÓN Y NOTAS DE ESTA 4ª SESIÓN DEL SEMINARIO

JL Jacques LACAN , L’angoisse, Séminaire 19621963. Lo que Lacan hablaba era recogido por una taquígrafa, luego decodificado y dactilografiado, y el texto volvía a Lacan, quien a veces lo revisaba y corregía. De dicho texto se hacían copias en papel carbónico y luego fotocopias. La versión dactilografiada que utilizamos como fuente para esta Versión Crítica se encuentra reproducida en http://www.ecolelacanienne.net/index.php3 , página web de l’école lacanienne de psychanalyse.

ROU Jacques LACAN , L’angoisse, dit "Séminaire X", Prononcée à Ste. Anne en 19621963, Paris, 2003. Por razones de índole legal, los autores de las transcripciones no se identifican a sí mismos. No obstante, esta versión se atribuye con suficientes razones a Michel Roussan, quien efectuó un notable trabajo de transcripción y aparato crítico a partir de varios textosfuente, entre ellos la dactilografía y notas de asistentes al Seminario, como Claude Conté, Françoise Doltó, Ginette Michaud, Jean Oury, MarieClaire BoonsGrafé, y probablemente Wladimir Granoff, Piera Aulagnier y François Perrier. Esta transcripción crítica destaca también que en la versión dactilografiada de este Seminario La angustia encontramos, entre los muchos añadidos manus critos sobre y en los márgenes de la dactilografía que tras muchas copias y copias de copias llamamos JL, y con alguna posibilidad de identificarlas, las anotaciones manuscritas y correcciones del propio Lacan.

AFI Jacques LACAN , L’angoisse, Séminaire 19621963. Publication hors commerce. Document interne à l’Association Freudienne Internationale et destiné a ses membres. Paris, 1998.

CHO Jacques LACAN, L’angoisse, Séminaire 19621963. Fuente fotocopiada atribuída a M. Chollet, se encuentra en la Biblioteca de la E.F.B.A. codificada como CG181/1 y CG181/2.

IA Jacques LACAN, Seminario 10, La angustia, impreso exclusivamente para circulación interna de la Escuela Freudiana de Buenos Aires, Traducción: Irene M. Agoff, Revisión Técnica: Equipo de Traductores de la E.F.B.A. y la colaboración de Isidoro Vegh y Juan Carlos Cosentino. Esta versión publicada originalmente en fichas, cuya fuente francesa es presuntamente CHO, se encuentra en la Biblioteca de la E.F.B.A. codificada como C0698/01.

JAM/S — Jacques LACAN, LE SEMINAIRE livre X, L’angoisse, 19621963, texte établi par JacquesAlain Miller, Éditions du Seuil, Paris, 2004.

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Revista de Psicoanálisis y Cultura
Número 24 - Diciembre 2007
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