Acheronta  - Revista de Psicoanálisis y Cultura
La angustia
Seminario 19621963, de Jacques Lacan
(Versión Crítica)
Ricardo E. Rodriguez Ponte

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12 de diciembre de 1962 1, 2

Se ha visto, se ha leído, se verá, se leerá otra vez, *que cierta forma de enseñanza del psicoanálisis* 4, especialmente la que se prosigue aquí, tiene un carácter presuntamente más filosófico que tal otra, que trataría de acomodarse a una experiencia más concreta, más científica, más experimental. Poco importa qué término se emplee.

No es culpa mía, como se dice, si el psicoanálisis, en el plano teórico, pone en cuestión {met en cause} el deseo de conocer, y se sitúa por lo tanto, por sí mismo, en su discurso, ya en ese más acá, en lo que precede al momento del conocimiento, lo que, por sí solo, ya, justificaría esa especie de puesta en cuestión que da a nuestro discurso cierto tinte, *digamos* 5, filosófico.

También, por otra parte, fui precedido en esto por el propio inventor del análisis, quien precisamente era, que yo sepa, alguien que estaba a nivel de una experiencia directa: la de los enfermos, de los enfermos mentales, de aquellos, especialmente, que fueron llamados, con mayor rigor desde Freud, los neuróticos.

Pero después de todo, esto no sería una razón para permanecer más tiempo del que conviene en un cuestionamiento epistemológico, si el lugar del deseo, la manera como éste se profundiza, no fuera a todo instante, *a todo instante,* 6 en nuestra posición terapéutica, presentificado para nosotros por medio de un problema, el más concreto de todos, el de no dejarnos comprometer en una vía falsa, el de no responder allí equivocadamente, el de no responder allí de costado, al menos considerar reconocido cierto objetivo que perseguimos y que no está tan claro. Me acuerdo de haber provocado la indignación — en esa clase de colegas que saben, dado el caso, parapetarse tras no sé qué exageración de buenos sentimientos destinados a tranquilizar no sé a quién — de haber provocado la indignación al decir que, en el análisis, la curación {guérison} venía, de alguna manera, por añadidura.

Se vió en ello no sé qué desdén por aquel cuya carga tenemos, por aquel que sufre. Yo hablaba desde un punto de vista metodológico. Es muy cierto que nuestra justificación, como nuestro deber, es mejorar la posición del sujeto, *pero* 7 yo pretendo que nada es más vacilante, en el campo donde estamos, que el concepto de curación.

¿Acaso un análisis, que se termina con la entrada del paciente o de la paciente en el Tercerorden es una curación?8 Incluso si su sujeto se encuentra con ello mejor en cuanto a sus síntomas, *cierta elección* 9, cierto orden que ha reconquistado enuncia las reservas más expresas respecto de los caminos, desde entonces, a su modo de ver, perversos, por donde lo hemos hecho pasar para hacerlo entrar en el reino de los cielos.

Eso sucede. Es por esto que yo no pienso, ni por un sólo instante, apartarme de nuestra experiencia, *si* 10 mi discurso, *muy lejos de apartarse de ella,* 11 consiste justamente en recordar que, en el interior de nuestra experiencia, todas las cuestiones pueden formularse, y que es preciso, justamente, que conservemos en ella la posibilidad de cierto hilo que, al menos para nosotros, nos garantice que no hacemos trampa con lo que es nuestro instrumento mismo, es decir, el plano de la verdad.

Esto necesita, desde luego, una exploración que no solamente tiene que ser seria, sino, diré, hasta cierto punto, tiene que ser, no solamente *exhaustiva* 12, sino — lo que podría serlo — sino hasta cierto grado, sí, enciclopédica.

No es fácil, en un asunto como la angustia, agrupar, en un discurso como el mío, este año, lo que, digamos, para los analistas, debe ser funcional. *Lo que no debe* 13 olvidar en ningún momento, en lo que concierne a lo que nos importa, que hemos designado sobre este pequeño esquema [fig.1], 14 *el lugar que ocupa actualmente el () como el lugar de la angustia, como ese lugar que ya he designado como constituyendo un cierto vacío, apareciendo en él la angustia. Todo lo que puede manifestarse en ese lugar, puede desorientarnos, si puedo decir, en cuanto a la función estructurante de ese vacío.*15

Los signos, si puedo decir, los índices, para ser más exacto, el alcance de esta *topología* 16, no tendrán valor más que si ustedes pueden volver a encontrarlos confirmados por el abordaje que sea, que haya sido dado por todo estudio serio del fenómeno de la angustia, cualesquiera que sean sus presupuestos. Aunque esos presupuestos nos parezcan demasiado estrechos, que deben ser situados en el interior de esta experiencia radical que es la nuestra, queda que algo ha sido bien captado, a cierto nivel, y que, incluso si el fenómeno de la angustia nos aparece como limitado, distorsionado, insuficiente respecto de nuestra experiencia, al menos hay que saber por qué es así. Ahora bien, no siempre es así. Tenemos para recoger, a cualquier nivel que sea, donde *ha* 17 sido formulada hasta ahora la interrogación respecto de la angustia.

Mi propósito de hoy es indicarlo, a falta de poder, desde luego, efectuar la suma — la que necesitaría todo un año de seminario — efectuar la suma de lo que ha sido aportado en cierto número de tipos de interrogaciones que se llaman, con razón o sin ella, por ejemplo, el abordaje objetivo del problema de la angustia, el abordaje experimental del problema de la angustia.

Y, desde luego, no podríamos más que perdernos, en esas respuestas, si yo no les hubiera dado, al comienzo, las líneas de interés, los puntos de confirmación que no podemos abandonar ni un solo instante para garantizar, acotar nuestro objeto, en fin, percatarnos de lo que lo condiciona, de la manera más radical, más fundamental. Y es por eso que, la vez pasada, mi discurso desembocaba en delimitarlos, si podemos decir, por tres puntos de referencia que, desde luego, yo no había más que esbozado, introducido, *los* 18 tres puntos donde, seguramente, la dimensión del Otro seguía siendo dominante, a saber: la demanda del Otro, el goce del Otro *y* 19, bajo una forma completamente modalizada, y que además quedó como punto de interrogación, el deseo del Otro, *en tanto que es ese deseo que corresponde a nuestra interrogación, entiendo, la del analista; para el analista en tanto que interviene como término* 20.

 

No vamos a hacer lo que reprochamos a los demás, *a saber, elidirnos del texto de la experiencia que interrogamos* 21. La angustia a la que debemos aportar aquí una fórmula, es una angustia que nos responde, es una angustia que provocamos, es una angustia con la cual tenemos, dado el caso, una relación determinante.

Esta dimensión del Otro...

donde encontramos nuestro lugar, nuestro lugar eficaz, en tanto justamente que sabemos no disminuirla, lo que es el motivo de la cuestión que formulo, a saber: en qué medida nuestro deseo no debe disminuirla

...esta dimensión del Otro, quisiera hacerles sentir que no está ausente de ninguno de los modos bajo *los cuales* 22, hasta hoy, no se ha podido intentar más que delimitar, circunscribir este fenómeno de la angustia. Y diré que en el punto de ejercicio mental en que los he formado, quizá incluso habituado, no puede más que parecerles... vana, esa suerte de énfasis, de vano éxito, de falso triunfo que algunos encuentran para tomar en el hecho de que, por ejemplo, pretendidamente al contrario del pensamiento analítico — ¿e incluso eso sería *lo contrario* 23, finalmente? — las neurosis son realizadas en el animal, en el laboratorio, sobre la mesa de experiencia.

Estas neurosis, aquellas sobre las cuales el laboratorio pavloviano, quiero decir el propio Pavlov y quienes lo han seguido, han *podido* 24, dado el caso, poner el acento, ¿qué es lo que nos muestran? Se nos dice que en el texto y la sucesión de estas experiencias, por donde se condiciona lo que se llama tal reflejo del animal...

a saber, tal reacción natural de uno de esos aparatos que asociamos a una estimulación, a una excitación, que forma parte de un registro que se presume completamente diferente del que está interesado en la reacción

...por cierto modo de hacer converger esas reacciones condicionadas, vamos a poner de relieve *algunos efectos* 25 de contrariedad, {de} lo que hemos ya obtenido, condicionado, erigido. *En las* 26 respuestas del organismo, vamos a ponerlo en postura de responder de dos maneras opuestas a la vez, engendrando, si podemos decir, una suerte de perplejidad orgánica.

Para ir más lejos, diremos incluso que, en ciertos casos, podemos, tenemos una idea, de que lo que obtenemos es una suerte de... de agotamiento de las posibilidades de respuesta, una suerte de desorden más fundamental engendrado por su desvío; algo que interesa de manera más radical a lo que podemos llamar el campo ordinario *de las reacciones implicadas* 27, que es la traducción objetiva de lo que podrá interpretarse, en una perspectiva más general, como definido por ciertos modos de reacción que se llamarán instintuales. En resumen, llegar al punto donde la demanda hecha a la función...

esto es algo que se ha teorizado más recientemente, y en otras áreas culturales, *por medio del* 28 término de stress 29

...puede culminar, desembocar sobre esa suerte de déficit que sobrepasa la función misma; lo que interesa al aparato de manera que lo modifica, más allá del registro de la respuesta funcional, lo que más o menos confina, en las huellas durables que engendra, con el déficit lesional.

 

Será importante, sin duda, puntualizar, en este abanico de la interrogación experimental, dónde, hablando con propiedad, se manifiesta algo que nos recuerde, bajo algunas reacciones neuróticas, la forma que se llama angustiada. Hay sin embargo algo que parece, en tal manera de formular el problema de la experiencia, siempre eludido — eludido de una manera que es, sin duda, imposible reprochar al informador de esas experiencias, por eludirlo — puesto que esa elisión es constitutiva de la experienc ia misma. Pero, para quienquiera que tenga que aproximar esa experiencia a la que es la nuestra, a saber, la que sucede con un sujeto hablante — *y* 30 ahí está la importancia de esta dimensión, en tanto que se las recuerdo — es imposible no tener en cuenta lo siguiente, que, por primitivo que sea el organismo animal interrogado por relación al de un sujeto hablante...

y está muy lejos de ser primitivo, de estar alejado del nuestro, ese organismo, en las experiencias pavlovianas, puesto que son perros

...la dimensión del Otro está presente en la experiencia.

No es de ayer que, interviniendo, por ejemplo, en el curso de una de nuestras sesiones científicas, sobre algunos fenómenos que nos eran relatados — no puedo volver a decirlos hoy — en lo que concierne a la creación de la neurosis experimental, yo hacía observar, a quien comunicaba sus investigaciones, que su propia presencia, en la experiencia, como personaje humano, manipulador de cierto número de cosas alrededor del animal, debía ser, en tal y cual momento de la experiencia, interrogado, tomado en cuenta.

Cuando se sabe cómo se comporta un perro en relación a aquél que se llama, o que no se llama, su amo, se sabe que la dimensión del Otro cuenta, en todo caso, para un perro. Pero aunque no fuera un perro, aunque fuera una langosta o una sanguijuela, por este hecho de que hay montaje de aparatos, la dimensión del Otro está presente.

Ustedes me dirán: "¿Si una langosta, o una sanguijuela, organismo paciente de la experiencia, no sabe nada de eso, de esa dimensión del Otro?". Estoy absolutamente de acuerdo, es por eso que todo mi esfuerzo, durante cierto tiempo, ha sido demostrarles la amplitud del nivel donde, en nosotros, sujetos, tales como aprendemos a manejarlo, a determinarlo, a ese sujeto que somos, hay también todo un campo donde, de lo que nos constituye como *campo* 31, no sabemos nada, y que el Selbstbewusstsein, que les he enseñado a nombrar el sujeto supuesto saber, es una *suposición* 32 engañosa. El Selbstbewusstsein, considerado como constitutivo del sujeto que conoce es una ilusión, es una fuente de error, pues la dimensión del sujeto supuesto transparente en su propio acto de conocimiento, no comienza más que a partir de la entrada en juego de un objeto especificado, que es el que intenta delimitar el estadio del espejo, a saber, de la imagen del cuerpo propio, en tanto que el sujeto, de una manera jubilatoria, tiene el sentimiento de estar, en efecto, ante un objeto que lo vuelve, a él, el sujeto, a él mismo transparente.

La extensión de esta ilusión — que constituye radicalmente, en sí misma, la ilusión de la conciencia — a toda especie de conocimiento, está motivada por el hecho de que el objeto del conocimiento será en adelante construido, modelado a imagen de esa relación con la imagen especular, y es precisamente por esto que este objeto del conocimiento es insuficiente.

Y aunque no existiera el psicoanálisis, se lo sabría en esto, que es insuficiente, esto es, que existen momentos de aparición del objeto que nos arrojan en una dimensión muy diferente, *en* 33 una dimensión que merece, porque está dada en la experiencia, que sea destacada como tal, como *primitiva* 34 en la experiencia, que es justamente la dimensión de lo extraño, de algo que de ninguna manera *se deja captar* 35 como dejando, frente a él, al sujeto transparente a su conocimiento.

Ante eso nuevo, el sujeto, literalmente, vacila, y de esa relación pretendidamente primordial del sujeto con todo efecto de conocimiento, todo es vuelto a poner en cuestión.

Este surgimiento de algo en el campo del objeto, que plantea su problema como el de una estructuración irreductible, como surgimiento de un desconocido como experimentado, no es una cuestión que se plantee *únicamente* 36 a los analistas, porque, como se da en la experiencia, de todos modos es preciso tratar de explicar por qué los niños tienen miedo de la oscuridad, y al mismo tiempo nos percatamos de que no siempre tienen miedo de la oscuridad, y entonces se hace psicología, se comprometen justamente — los que se pretenden experimentadores — en algunas teorías *bajo* 37 el efecto de una reacción heredada — ancestral, primordial — de un pensamiento — puesto que parece que siempre es preciso que se conserve el término pensamiento — *pero un* 38 pensamiento estructurado de otro modo que el pensamiento lógico, racional... ¡y se construye y se inventa! ¡Es ahí que se hace filosofía! Aquí aguardamos a aquéllos con quienes tenemos, dado el caso, que proseguir el diálogo, sobre el terreno mismo donde ese diálogo tiene que juzgarse, a saber, si podemos dar cuenta de eso, nosotros, de una manera menos hipotética.

 

Esta *forma* 39, que les entrego, que es concebible, consiste en percatarse de que si, en la constitución de un objeto que *es* 40 el objeto correlativo de un primer modo de abordaje, el que parte del reconocimiento de nuestra propia forma, y si este reconocimiento es en sí mismo limitado, deja escapar algo de ese investimiento primitivo de nuestro ser que está dado por el hecho de existir como cuerpo, ¿acaso esto no es decir algo, no solamente razonable, sino controlable, como decir que es ese resto, es ese residuo no imaginado del cuerpo, lo que viene, por algún rodeo — y *si* 41 sabemos, a ese rodeo, designarlo — aquí a manifestarse, en ese lugar previsto para la falta, a manifestarse de esa manera que nos interesa y de una manera que, por no ser especular, se vuelve desde entonces ilocalizable? Es una dimensión de la angustia, efectivamente, como ese faltar {défaut} de ciertos puntos de referencia.

No estaremos ahí en desacuerdo con la manera con que abordará ese fenómeno, por ejemplo, un Kurt Goldstein. 42 Cuando él nos habla de la angustia, habla de ella con mucha pertinencia. Toda la fenomenología de los fenómenos lesionales donde Goldstein sigue, esta experiencia que nos interesa, a la huella, cómo se articula la misma, sino por la observación previa de que el organismo, en todos sus efectos relacionales, funciona como totalidad. No hay uno solo de nuestros músculos que no esté interesado en una inclinación de nuestra cabeza, que toda reacción a una situación implica la totalidad de la respuesta organísmica, y, si lo seguimos, vemos surgir dos términos estrechamente trenzados uno con el otro, el término de reacción catastrófica, y, en su fenómeno, en el interior del campo de esta reacción catastrófica, la localización como tal de los fenómenos de angustia.

Les ruego que se remitan a los textos, muy accesibles, puesto que han sido traducidos al francés, de los análisis goldsteinianos, para localizar en ellos a la vez cuánto se aproximan a las nuestras esas *formulaciones* 43, y cuánta claridad sacarían ellas de apoyarse en éstas más expresamente. Pues si, todo el tiempo, con esta clave que les aporto, siguen ustedes su texto, verán la diferencia que hay, entre la reacción de desorden por la que el sujeto responde a su inoperancia, con el hecho de estar ante una situación, como tal insuperable, sin duda a causa de su déficit, dado el caso. Esta es, después de todo, una manera que no tiene nada de extraña con lo que puede producirse, incluso para un sujeto no deficitario, ante una situación *Hilflosigkeit* 44, situación de peligro insuperable.

Para que la reacción de angustia se produzca, como tal, siempre son necesarias dos condiciones — ustedes podrán verlo en los casos concretos evocados: 1º que *el efecto deficitario sea lo bastante limitado como para que el sujeto pueda acotarlo* 45 en la prueba a la que es sometido, y que, por el hecho de ese límite, el *agujero,* 46 la laguna, aparezca como tal en el campo objetivo. Es este surgimiento de la falta {manque}, bajo una forma positiva, lo que es fuente de angustia, salvo, 2ª condición, que ahí, todavía, no hay que omitir que es bajo el efecto de una demanda, de una prueba organizada, en el hecho de que el sujeto tiene frente a sí a Goldstein o a tal otra persona de su laboratorio, quien lo somete a un test organizado, *que se produce la angustia. Hay pues una relación estrecha entre ese campo de la falta y la cuestión planteada en ese campo* 47. Estos términos, que hay tan poco lugar para omitir, que, cuando ustedes saben dónde y cuándo buscarlos, los encontrarán infaltablemente.

Si hay necesidad de ello, para saltar a un orden muy diferente, evocaré aquí la experiencia más masiva — no reconstituida, ancestral, rechazada en una oscuridad de las antiguas épocas a las que presuntamente habríamos escapado: una necesidad nos une a esas épocas, que es [una experiencia] siempre actual, y de la que, muy curiosamente, ya no hablamos más que muy raramente — es la de la pesadilla {cauchemar}. Uno se pregunta por qué los analistas, desde hace cierto tiempo, se interesan tan poco en la pesadilla. Yo la introduzco aquí porque de todos modos será preciso que este año permanezcamos allí cierto tiempo, y les diré por qué. Les diré por qué y dónde encontrar su materia, pues si hay al respecto una literatura ya constituida y de las más notables, a la cual conviene que ustedes se remitan, es — por olvidada que esté, sobre este punto — a saber, es el libro de Jones sobre la pesadilla, libro de una riqueza incomparable. 48 Les recuerdo la fenomenología fundamental — ni por un instante pienso en eludir su dimensión principal: la angustia de pesadilla es experimentada, hablando con propiedad, como la del goce del Otro. El correlativo de la pesadilla es el íncubo, o el súcubo, es ese ser que pesa con todo su peso opaco de extraño goce sobre vuestro pecho, que los aplasta bajo su goce. 49

Y bien, para introducirnos, por este sesgo mayor, en lo que nos entregará la temática de la pesadilla — es lo primero, en todo caso, que aparece, que aparece en el mito, pero también en la fenomenología de la pesadilla, de la pesadilla de lo vivido — es que ese ser que pesa por su goce es también un ser cuestionador, e incluso, hablando con propiedad, que se manifiesta, se despliega, en esa dimensión completa, desarrollada, de la cuestión como tal, que se llama el enigma.

La esfinge, cuya entrada en juego ** 50, no lo olviden, precede a todo el drama de Edipo, es una figura de pesadilla y al mismo tiempo una figura cuestionadora — tendremos que volver sobre esto — dando esta cuestión 51 la forma más primordial de lo que he llamado la dimensión de la demanda. Aquella, van a verlo, que de costumbre denominamos la demanda, en el sentido de exigencia pretendidamente instintiva, no es pues más que una forma reducida de la misma.

 

Henos aquí por lo tanto devueltos, nosotros mismos, a una cuestión que se articula en el sentido de interrogar, una vez más, de volver sobre la relación de una experiencia que, en el sentido corriente del término "sujeto", puede ser llamada presubjetiva con el término de la cuestión, de la cuestión bajo su forma más cerrada, bajo la forma de un significante que se propone él mismo como opaco, lo que es la posición del enigma como tal.

Esto nos vuelve a llevar a los términos que creo perfectamente articulados, quiero decir, que a todo momento los ponen a ustedes en condiciones de volverme a poner en aprietos, por poner de manifiesto definiciones ya propuestas y por ponerlas a la prueba de su empleo. *El* 52 significante, les dije alguna vez, es una huella {trace}, pero una huella borrada {trace effacée}. 53 El significante, les dije otra ocasión, se distingue del signo en cuanto que el signo es lo que representa algo para alguien, y el significante, les dije, es lo que representa un sujeto para *otro* 54 significante. 55

Vamos a volver a poner esto a prueba, en el sentido de que, en lo que concierne a lo que está en cuestión, a saber, nuestra relación, nuestra relación angustiada con cierto objeto perdido... pero que seguramente no está, a pesar de todo, perdido para todo el mundo, a saber, como verán, como se los mostraré: ¿dónde es que se lo vuelve a encontrar? Pues, desde luego, no basta con olvidar algo para que no continúe estando ahí, pero está ahí donde nosotros ya no sabemos reconocerlo. Para volver a encontrarlo, convendría volver sobre el asunto de la huella 56, pues...

para darles algunos términos destinados a animar el interés de ustedes por esta investigación, voy a darles inmediatamente dos flashes sobre el sujeto de nuestra experiencia más común

...¿acaso no les parece evidente la correlación entre lo que trato de delinear para ustedes y la fenomenología del síntoma histérico?...

el síntoma histérico, en el sentido más amplio. No olvidemos que no sólo están las pequeñas histerias, están también las grandes: hay anestesias, hay parálisis, hay escotomas, hay estrechamientos del campo visual

...La angustia no aparece en la histeria, exactamente en la medida en que estas faltas son desconocidas.

Hay algo que a menudo no es percibido, e incluso, creo que puedo adelantarlo, que ustedes casi no ponen en juego, a saber, algo que explica toda una parte del comportamiento del obsesivo...

les doy esta clave, quizá *un poco* 57 insuficientemente explicada puesto que será preciso que los conduzca a ella mediante un largo rodeo, pero les doy este término al final de nuestro camino, entre otros, aunque más no sea para interesarlos en eso, en ese camino

...cuando el obsesivo...

en su manera tan particular de tratar al significante, a saber, de ponerlo en duda, a saber, de sacarle brillo, de borrarlo, de triturarlo, de reducirlo a migajas, a saber, de comportarse con él como Lady Macbeth con esa maldita huella de sangre 58

...el obsesivo, por una vía, sin duda sin salida, pero cuyo objetivo no es dudoso, opera, justamente, en el sentido de volver a encontrar, bajo el significante, el signo. 59

Ungeschehen machen: volver no advenida la inscripción de la historia. 60 Eso ha sucedido así, pero no es seguro. No es seguro porque eso no es más que significante, porque la historia es entonces cualquier cosa. En lo cual tiene razón, el obsesivo, él ha captado algo: él quiere ir al origen, a la etapa anterior, a la del signo, que ahora voy a tratar de hacerles recorrer en sentido contrario. No es por nada que hoy he partido de nuestros animales de laboratorio. Después de todo, no hay animales sólo en los laboratorios: podríamos abrirles las puertas y ver lo que hacen, ellos, con *la huella* 61. No es solamente la propiedad del hombre el borrar las huellas, operar con las huellas: se ven animales que borran *sus huellas* 62. Incluso se ven comportamientos complejos que consisten en enterrar cierto número de huellas, por ejemplo deyecciones. Esto es bien conocido en los gatos.

Una parte del comportamiento animal, consiste en estructurar cierto campo de su Umwelt, de su entorno, por medio de huellas que lo puntúan, que le definen límites. Es lo que se llama la constitución del territorio. Los hipopótamos hacen eso con sus deyecciones, y también con el producto de ciertas glándulas que son, si no recuerdo mal, en ellos, perianales. El ciervo va a frotar sus astas contra la corteza de determinados árboles: esto tiene también el alcance de una marcación de huellas.

No quiero aquí extenderme en la infinita variedad de lo que, al respecto, puede enseñarles una zoología desarrollada: lo que me importa, es lo que tengo que decirles en lo que concierne a lo que quiero decir, en lo que concierne al borramiento de las huellas. El animal, les dije, borra sus huellas y hace falsas huellas. ¿Hace, por eso, significantes? Hay una cosa que el animal no hace: no hace huellas *verdaderas* 63 para hacernos creer que son falsas. No hace huellas falsamente falsas, lo que es un comportamiento, no diré esencialmente humano, sino, justamente, esencialmente significante. Es ahí que está el límite. Ustedes me entienden bien, huellas hechas para que se las crea falsas y que son, sin embargo, *las huellas de mi verdadero pasaje* 64. Y esto es lo que quiero decir al decir que ahí se presentifica un sujeto. Cuando una huella ha sido hecha para que se la tome por una falsa huella, ahí sabemos que hay, como tal, un sujeto hablante.

Y ahí sabemos que hay un sujeto como causa: la noción misma de la causa no tiene ningún otro soporte que ése. Tratamos, después, de extenderlo al universo, pero la causa original es la causa, como tal, de una huella que se presenta como vacía, que quiere hacerse tomar por una falsa huella. ¿Y qué es lo que quiere decir eso? Eso quiere decir, indisolublemente, que el sujeto, ahí, en el momento en que nace, se dirige ¿a qué? Se dirige a lo que, resumidamente, llamaré la forma más radical de la racionalidad del Otro, pues ese comportamiento no tiene ningún otro alcance posible que el de tomar *posición* 65 en el lugar del Otro dentro de una cadena de significantes, de significantes que tienen o *no tienen*66 el mismo origen, pero que constituyen el único término de referencia posible para la huella devenida significante.

De manera que ustedes captan ahí que, en el origen, lo que alimenta la emergencia del significante, es un objetivo de que el Otro, el Otro real, no sepa. El él no sabía se enraíza en un él no debe saber. El significante, sin duda, revela al sujeto, pero borrando su huella. 67

Hay, pues, ante todo un a, el objeto de la caza, y un A, en el intervalo de los cuales el sujeto aparece, con el nacimiento del significante, pero como barrado, , como nosabido como tal. Toda la localización ulterior del sujeto reposa sobre la necesidad de una reconquista sobre ese nosabido original.

Entiendan entonces, ahí, algo que, ya, les hace aparecer la relación verdaderamente radical que concierne al ser, a reconquistar, de ese sujeto, de ese agrupamiento del a, del objeto de la caza, con esta primera aparición del sujeto como nosabido, lo que quiere decir inconsciente, unbewusste, justificado por la tradición filosófica que ha confundido el bewusst de la conciencia con el saber absoluto, y que no puede ser suficiente para nosotros, en tanto que sabemos que ese saber y la conciencia no se confunden, *y* 68 que Freud deja abierta la cuestión de saber de dónde puede provenir la existencia de ese campo definido como campo de la conciencia. Y si, después de todo, puedo reivindicar que el estadio del espejo, articulado como lo está, aporta al respecto un comienzo de solución — pues bien sé yo en qué insatisfacción puede dejar a tales espíritus formados en la meditación cartesiana — pienso que, este año, podremos dar un paso más, que les haga captar dónde está, de este sistema que se dice de la conciencia, el origen real, el objeto original. Pues no estaremos satisfechos *por haber* 69 refutado las perspectivas de la conciencia sino cuando, finalmente, sepamos que ella misma se acopla a un objeto aislable, a un objeto *especificado* 70 en la estructura.

 

Recién les indiqué la posición de la neurosis en esta dialéctica. No tengo la intención de dejarlos de tal modo en suspenso. *Tendré* 71 que volver sobre eso en seguida. Si ustedes han sabido captar el nervio de lo que está en juego, en lo que concierne a la emergencia del significante como tal, esto nos permitirá comprender inmediatamente a qué pendiente resbaladiza nos hemos ofrecido, en lo que concierne a lo que sucede en la neurosis.

Quiero decir que, la demanda del neurótico... todas las trampas en las cuales se ha comprometido la dialéctica analítica resultan de esto, que ha sido desconocida en ella la parte profundaa de falsificación que hay en esa demanda.

La existencia de la angustia está ligada a lo siguiente, que toda demanda, así fuese la más arcaica y la más primitiva, siempre tiene algo engañoso por relación a lo que preserva el lugar del deseo, y que es esto lo que explica también el *costado* 72 angustiante de lo que, a esta falsa demanda, da una respuesta colmante. Esto es lo que hace que la madre, quien — como yo lo veía surgir, no hace mucho, en el discurso de uno de mis pacientes — hasta tal edad, no dejaba a su hijo un rato solo — ¡¿se puede decir mejor?! — no dio a esa demanda sino una falsa respuesta, una respuesta que verdaderamente pegaba en el poste, puesto que, *si la demanda es algo que está estructurado así como yo se los digo porque el significante es lo que es* 73, no hay que tomarla, a esta demanda, al pie de la letra. Lo que el niño demanda a su madre, con su demanda, es algo que, para él, está destinado a estructurar esa relación presenciaausencia *que el juego original del fortda estructura* 74 y que es un primer ejercicio de dominio. 75

Pero el colmamiento total de cierto vacío a preservar, que no tiene nada que ver con el contenido, ni positivo ni negativo, de la demanda, es ahí que surge la perturbación donde se manifiesta la angustia. 76

Pero para captarlo, para ver bien sus consecuencias, me parece que nuestra álgebra nos aporta ahí un instrumento muy original. Si la demanda, aquí, viene indebidamente al lugar de lo que es escamoteado, a, el objeto, esto les explica, a condición de que ustedes se sirvan de mi álgebra...

¿qué es un álgebra, sino algo muy simple destinado a hacernos pasar a manejar mecánicamente, sin que ustedes tengan que comprenderlo, algo muy complicado? Y es mucho mejor así, siempre se me dijo, en matemáticas: basta con que el álgebra esté correctamente construida

...si les enseñé a escribir la pulsión: corte...

volveremos sobre este corte... y de todos modos hace un rato ustedes comenzaron a tener cierta idea de él: lo que se trata de cortar, es el impulso del cazador

... corte de D, de la demanda, si es así que les enseñé a escribir la pulsión, eso les explica por qué fue ante todo en los neuróticos que se describieron las pulsiones: esto es en toda la medida en que el fantasma a se presenta de una manera privilegiada como — en el neurótico — como D.

En otros términos, es un señuelo de la estructura fantasmática en el neurótico lo que permitió dar ese primer paso que se llama la pulsión, y que Freud siempre y perfectamente, sin ningún tipo de fluctuación, designó como Trieb, es decir, como algo que tiene una historia en el pensamiento filosófico alemán, que es absolutamente imposible de confundir con el término instinto. Mediante lo cual, incluso en la Standard Edition, todavía recientemente y, si no recuerdo mal, en el texto de Inhibición, síntoma y angustia, encuentro traducido por instinctual need, algo que, en el texto alemán, se dice Bedürfnis. ¿Por qué no *traducir* 77 simplemente, si se quiere, Bedürfnis por need, lo que es una buena traducción del alemán al inglés? ¿Por qué añadir ese instinctual que de ningún modo está en el texto y que basta para falsear todo el sentido de la frase?

¿Qué es lo que hace que captemos inmediatamente que una pulsión no tiene nada que ver con un instinto? No tengo objeción para hacer a la definición de algo que se puede llamar el instinto, e incluso, como se lo llama de una manera corriente, ¿por qué no llamar *instinto* 78 a las necesidades {besoins} que tienen los seres vivos de alimentarse, por ejemplo?

Y bien, sí, puesto que se trata de la pulsión oral, ¿acaso no se les manifiesta que el término de erogeneidad, aplicado a lo que se llama la pulsión oral, es algo que nos lleva inmediatamente a este problema: por qué es que no se trata más que de la boca, y por qué no también de la secreción gástrica?, puesto que recién hablábamos de los perros de Pavlov. E incluso, ¿por qué, más especialmente, si lo consideramos más atentamente, hasta cierta edad, solamente los labios y, pasado ese tiempo, lo que Homero llama el recinto de los dientes? 79

Acaso no encontramos ahí en seguida, desde el primer abordaje analítico, para hablar con propiedad, del instinto, esa línea de fractura, de la que les hablo como esencial en esta dialéctica instaurada por medio de esa referencia al otro, en espejo, del que creí haberles aportado — recién no lo volví a encontrar en mis papeles — la referencia, que les daré la próxima vez, en Hegel, en la Fenomenología del Espíritu, donde está formalmente dicho que, "lenguaje y trabajo", es ahí que el sujeto hace pasar su interior al exterior, y la frase misma es tal que está muy claro que ese insideout, como se dice en inglés, es verdaderamente la metáfora del guante dado vuelta. 80

Pero, si he puesto en esta referencia la idea de una pérdida, esto es en tanto que algo no sufre allí esa inversión, que en cada etapa resta un residuo, que no es invertible, ni tampoco significable en ese registro articulado. Y esas formas del objeto, no nos asombraremos porque nos aparezcan bajo la forma que se llama parcial — eso nos ha chocado bastante para que *la nombremos como tal* 81 — bajo la forma seccionada bajo la cual somos llevados a hacer intervenir un objeto, por ejemplo, correlativo de esa pulsión oral.

Ese pezón materno, del que de todos modos no hay que *omitir* 82 su primera fenomenología, que es la de un *dummy* 83, quiero decir, de algo que se presenta con un carácter artificial. Esto es precisamente, por otra parte, lo que permite que se lo reemplace por cualquier biberón, que funciona exactamente de la misma manera en la economía de la pulsión oral.

Si queremos hacer las referencias biológicas, las referencias a la necesidad, desde luego, esto es esencial — no se trata de rehusarse a ellas — pero es para darse cuenta de que la completamente primitiva diferencia estructural introduce allí *el hecho de las rupturas, de los cortes* 84, e introduce allí en seguida la dialéctica significante. ¿Acaso hay ahí algo que sea impenetrable a una concepción que yo llamaría absolutamente natural?

*¿Qué es la dimensión del significante, sino, si ustedes quieren, un animal que, en la persecución de su objeto, es tomado en algo tal que la persecución de ese objeto deba conducirlo a otro campo de huellas, donde esa persecución misma, como tal, ya no toma, desde entonces, otro valor que introductorio?* 85

El fantasma, el por relación al a, toma aquí valor significante de la entrada del sujeto en algo que va a *reconducirlo* 86 a esa cadena indefinida de las significaciones que se llama el destino. *Uno* 87 puede escaparle indefinidamente, a saber, que lo que se trataría de volver a encontrar es justamente el punto de partida: cómo ha entrado él en este asunto de significantes.

 

Entonces, de todos modos está claro que bien vale la pena recono cer cómo los primeros objetos, los que han sido localizados en la estructura de la pulsión, a saber, el que ya nombré recién, ese seno cortado, y luego, más tarde, la demanda a la madre invirtiéndose en una demanda de la madre a ese objeto — cuyo privilegio no se ve de otro modo cuál podría ser — ese objeto que se llama el *escíbalo* 88, a saber, algo que también tiene relación con una zona que se llama erógena, y de la que de todos modos hay que ver bien que, ahí también, es en tanto que separada por un límite de todo el sistema funcional al que está vinculada, y que es infinitamente más vasto, entre las funciones excretorias. ¿Por qué el ano? si no es en su función determinada de esfínter, de algo que contribuye a cortar un objeto *que es a perder* 89 — y el objeto del que se trata es el escíbalo, con todo lo que puede llegar a representar, no simplemente, como se dice, de don, sino de identidad con ese objeto cuya naturaleza buscamos. Es esto lo que le da su valor, su acento. Y qué es lo que yo digo contra eso, si no es justamente por justificar la función eventual que se le otorga, bajo el título de la relación de objeto, en la evolución, no quiero decir de ayer, sino de antes de ayer, de la teoría analítica, excepto que es falsearlo todo ver en ello una suerte de modelo del mundo del analizado en el cual un proceso de maduración permitiría la restitución progresiva de una reacción que se presume total, auténtica, mientras que no se trata más que de un desecho que designa lo único que es importante, a saber el lugar, el lugar de un vacío donde vendrán, se los mostraré, a situarse otros objetos, cuánto más interesantes, que además ustedes ya conocen, pero que no saben situar.

Para hoy solamente tengan, para reservar el lugar de ese vacío, puesto que también algo en nuestro proyecto no dejará de evocar la teoría existencial, e incluso existencialista, de la angustia, díganse que no es por azar que uno de los que podemos considerar como uno de los padres, al menos en la época moderna, de la perspectiva existencial, ese Pascal del que no se sabe por qué nos fascina tanto, porque, de creerles a los teóricos de las ciencias, la pifió en todo, en todo caso la pifió en el cálculo inifinitesimal que estaba, parece, a dos dedos de descubrir — creo más bien que él se cagaba en eso — pues había una cosa que le interesaba, y es por eso que Pascal todavía nos toca, incluso a aquellos entre nosotros que son absolutamente incrédulos, es que Pascal, como el buen jansenista que era, se interesaba en el deseo; y es por esto que, se los digo en confianza, él hizo las experiencias del PuydeDôme sobre el vacío. Que la naturaleza tenga o no horror del vacío, era para él capital, porque eso significaba el horror de todos los sabios de su tiempo por el deseo. Ese vacío, ya no nos interesa en absoluto, teóricamente. Eso casi ya no tiene sentido para nosotros. Sabemos que en el vacío todavía pueden producirse nudos, llenos, paquetes de ondas, y todo lo que ustedes quieran. Y para Pascal, justamente, porque, si no la naturaleza, al menos todo el pensamiento hasta entonces había tenido horror de esto, que en alguna parte pudiese haber vacío.

Es esto lo que se propone a nuestra atención, y saber si, también nosotros, no cedemos, cada tanto, a ese horror.

Notas

1 Para los criterios que rigieron la confección de la presente Versión Crítica, consultar nuestro Prefacio: «Sobre una Versión Crítica del Seminario 10 de Jacques Lacan, L’angoisse, y nuestra traducción». Para las abreviaturas que remiten a los diferentes textosfuente de esta Versión Crítica, véase, al final de esta clase, nuestra nota sobre las FUENTES PARA EL ESTABLECIMIENTO DEL TEXTO, TRADUCCIÓN Y NOTAS DE ESTA 5ª SESIÓN DEL SEMINARIO.

2 Esta 5ª sesión del seminario ocupa el capítulo V de JAM/S, y quien estableció dicho texto lo tituló: CE QUI TROMPE {LO QUE ENGAÑA}, antecediéndolo con el siguiente índice temático: Pavlov, Goldstein y la demanda del Otro / Jones y el goce del Otro / Las huellas del sujeto / Los cortes de la pulsión / Pascal y la experiencia del vacío.

3 ROU proporciona al margen del comienzo de esta clase su fig. 1, con la indicación "en el pizarrón?". JL indica como ya en el pizarrón 3 esquemas, el primero de los cuales, así como el único que CHO (y su traducción derivada IA) presentan en su primera página, equivale a la fig. 1 de ROU (los otros dos, esta Versión Crítica los ofrecerá en el curso del texto de la sesión). En cuanto a la versión AFI, no al comienzo, sino en el curso del texto de la sesión, presenta una fig. 7 que, salvo la inclusión de los términos i(a) e i’(a) en el interior de los floreros del esquema óptico, y la omisión probablemente no significativa de la I del Ideal del Yo, es idéntico al esquema de la fig. 1 de ROU.

4 {qu’une certaine forme d’enseignement de la psychanalyse} / *que cierta forma de un segmento del psicoanálisis {qu’une certaine forme d’un segment de la psychanalyse}* / JAM/S: [que un segmento del psicoanálisis]

5 Al revisar la dactilografía, Lacan excluyó la palabra entre asteriscos.

6 Al revisar la dactilografía, Lacan excluyó los términos entre asteriscos.

7 Al revisar la dactilografía, Lacan sustituyó el término *Y* por el del texto.

8 El tercer orden {le tiers ordre} remite al tercero después de los órdenes masculino y femenino, constituyendo una asociación cuyos miembros, viviendo en el mundo, practican una regla bajo la dirección y de manera conforme al espíritu de una orden religiosa.

9 Al revisar la dactilografía, Lacan sustituyó los términos *y por cierto camino* por los del texto. Otras variantes: *y por cierta elección* / *cierta fe*.

10 Al revisar la dactilografía, Lacan añadió el término entre asteriscos.

11 Al revisar la dactilografía, Lacan habría excluído los términos entre asteriscos.

12 Al revisar la dactilografía, Lacan sustituyó un blanco en ésta por la palabra entre asteriscos.

13 *lo que no deben*

14 Lo entre corchetes es indicación añadida por ROU, y remite a la figura del esquema óptico que presuntamente estaba en el pizarrón al comienzo de la sesión.

15 ROU: *en el lugar que ocupa actualmente el (), como el lugar de la angustia, como ese lugar que ya he designado como constituyendo un cierto vacío, no apareciendo allí la angustia, por todo lo que puede manifestarse en ese lugar, sino desorientarnos, si puedo decir, en cuanto a la función estructurante de ese vacío.* — En este punto he optado por la versión AFI. / JAM/S: [Lo que es preciso no olvidar en ningún momento, es que el lugar, que hemos designado sobre este pequeño esquema como el de la angustia, y que ocupa actualmente el (), constituye un cierto vacío. Todo lo que puede manifestarse en este lugar nos desorienta, si puedo decir, en cuanto a la función estructurante de este vacío.] — Otras variantes de este confuso párrafo: *la angustia que apareciendo... desorientarnos...* / *apareciendo la angustia por todo lo que puede manifestarse en ese lugar. Desorientarnos* / *lugar de la angustia constituyendo un cierto vacío como todo lo que puede desorientarnos* / *la angustia enmascarando ese vacío, desorientándonos a ese nivel* / *apareciendo la angustia por todo lo que puede manifestarse en ese lugar*

16 Al revisar la dactilografía, Lacan sustituyó el término *tautología* por el del texto.

17 *haya*

18 Al revisar la dactilografía, Lacan añadió la palabra entre asteriscos.

19 Al revisar la dactilografía, Lacan sustituyó el término *es {est}* por el del texto {et}.

20 JAM/S: [en tanto que es el deseo que corresponde al analista en tanto que interviene como término en la experiencia] — el sentido no es el mismo.

21 JAM/S: [a saber, del texto de la experiencia que interrogamos, elidir al analista] — el sentido no es el mismo.

22 *el cual*

23 Al revisar la dactilografía, Lacan añadió los términos entre asteriscos.

24 Al revisar la dactilografía, Lacan añadió el término entre asteriscos.

25 Al revisar la dactilografía, Lacan sustituyó los términos *el efecto* por los del texto.

26 Al revisar la dactilografía, Lacan sustituyó los términos *una de las* por los del texto.

27 Al revisar la dactilografía, Lacan sustituyó los términos *de la reacción implicada* por los del texto.

28 *con el* / *bajo el*

29 El síndrome general de adaptación, modo inespecífico con que el organismo responde a las alteraciones de su homeostasis, comporta una serie de reacciones hormonales desencadenadas por el eje hipófisissuprarrenales, cuya manifestación es el estado característico denominado stress. Fue descripto por el endocrinólogo Hans Selye.

30 Al revisar la dactilografía, Lacan añadió el término entre asteriscos.

31 *sujeto*

32 *ilusión*

33 Al revisar la dactilografía, Lacan añadió el término entre asteriscos.

34 Al revisar la dactilografía, Lacan sustituyó el término *primitivo* por el del texto.

35 Al revisar la dactilografía, Lacan sustituyó los términos *podría captarse* por los del texto.

36 Al revisar la dactilografía, Lacan añadió en término entre asteriscos.

37 ¿*sobre*? / JAM/S: […teorías sobre la reacción heredada…]

38 Al revisar la dactilografía, Lacan sustituyó los términos *de un* por los del texto.

39 JAM/S: [respuesta]

40 Al revisar la dactilografía, Lacan añadió el término entre asteriscos.

41 *aquí*

42 Kurt GOLDSTEIN, La structure de l’organisme.

43 JAM/S: [formalizaciones]

44 *catastrófica*

45 *los hechos deficitarios sean lo bastante limitados como para que el sujeto pueda acotarlos* / JAM/S: [los hechos deficitarios sean lo bastante limitados como para que el sujeto pueda acotarlos]

46 {trou} / *encuentre {trouve}*

47 *que se produce ese campo de la falta y que la cuestión planteada en ese campo* / *...ese campo de la falta sobre la cuestión...* / *entonces: campo de la falta y cuestión planteada en ese campo* / *campo de la falta y cuestión...* / *que se se produce la Angustia. Campo de la falta y...* / *que surge la angustia ÿ campo de la falta...* / párrafo omitido en JAM/S.

48 Ernest JONES, La pesadilla, Editorial Paidós, Buenos Aires, 1967.

49 Véase al final de esta clase nuestro Anexo 1, que reproduce el cuadro de Johann Heinrich Fussli, La pesadilla , al que remiten Jones, explícitamente, y Lacan, de un modo implícito.

50 Al revisar la dactilografía, Lacan añadió los términos *en el mito*.

51 question ÿ "cuestión", "pregunta"; pero téngase en cuenta, para lo que sigue, que se demander, literalmente "demandarse", es "preguntarse".

52 Al revisar la dactilografía, Lacan sustituyó el término *Este* por el del texto.

53 Nota de ROU (adaptada): "J. Lacan, Las formaciones del inconsciente (19578), clase 20, del 23 de Abril de 1958; La identificación, clase 4, del 6 de Diciembre de 1961, clase 9, del 24 de Enero de 1962, clase 13, del 14 de Marzo de 1962".

54 Al revisar la dactilografía, Lacan sustituyó *un ser {un être}* por *otro {un autre}* — JAM/S no advirtió o hizo caso omiso a esta corrección y termina proponiendo una inédita definición del significante: [mientras que el significante es lo que representa un sujeto para un ser significante]

55 Jacques LACAN, Seminario 9, La identificación (19611962), Versión Crítica de Ricardo E. Rodríguez Ponte para circulación interna de la Escuela Freudiana de Buenos Aires. Cf. la clase 4, del 6 de Diciembre de 1961.

56 le sujet de la trace, que traduje como "el asunto de la huella", podría traducirse también como "el sujeto de la huella" para ponerlo en concordancia con "el sujeto de nuestra experiencia {le sujet de notre expérience} más común" que viene a continuación.

57 Al revisar la dactilografía, Lacan añadió los términos entre asteriscos.

58 William SHAKESPEARE, Macbeth, Acto V, Escena Primera.

59 Jacques LACAN, Seminario 9, La identificación, 19611962, Versión Crítica de Ricardo E. Rodríguez Ponte para circulación interna de la Escuela Freudiana de Buenos Aires. Cf. clase 13, sesión del 14 de Marzo de 1962.

60 "Las dos técnicas a que nos referimos son el anular lo acontecido {Ungeschehenmachen} y el aislar {Isolieren}. La primera tiene un gran campo de aplicación y llega hasta muy atrás. Es, por decir así, magia negativa; mediante un simbolismo motor quiere «hacer desaparecer» no las consecuencias de un suceso (impresión, vivencia), sino a este mismo." — Sigmund FREUD, Inhibición, síntoma y angustia (1926 [1925]), en Obras Completas, Volumen 20, Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1979, p. 114.

61 *las huellas*

62 *su huella*

63 Todas las otras versiones consultadas: *falsas* — ROU, al margen, señala que Claude Conté lo anotó como un lapsus de Lacan: *falsas <verdaderas>*, y en eso argumenta su sustitución de "falsas" por "verdaderas". / JAM/S: [falsas]

64 Esta aclaración confirmaría que se trató de un lapsus.

65 Al revisar la dactilografía, Lacan sustituyó la palabra entre asteriscos por *una posición* (también puede traducirse por *un puesto*).

66 Al revisar la dactilografía, Lacan sustituyó los términos *no tendrían* por los del texto.

67 ROU reproduce al margen del párrafo siguiente, y AFI en doble columna con él, este esquema que JL indica como estando ya en el pizarrón.

68 Al revisar la dactilografía, Lacan sustituyó el término *sino* por el del texto.

69 Al revisar la dactilografía, Lacan sustituyó los términos *por ver {de voir}* por los del texto {d’avoir}.

70 Al revisar la dactilografía, Lacan sustituyó el término *petrificado* por el del texto.

71 Al revisar la dactilografía, Lacan añadió el término entre asteriscos llenando un hueco en la misma.

72 Al revisar la dactilografía, Lacan sustituyó el término *contexto* por el del texto.

73 JAM/S: [si la demanda está estructurada por el significante]

74 JAM/S: [que demuestra el juego original del FortDa] — demostrar no equivale a estructurar.

75 Sobre "el juego original del fortda", cf. Sigmund FREUD, Más allá del principio de placer (1920), en Obras Completas, Volumen 18, Amorrortu editores, Buenos Aires, 1979, pp. 14 y ss.

76 Al margen del párrafo siguiente ROU reproduce el esquema que proporcionamos a continuación, que JL indica como estando ya en el pizarrón.

77 JAM/S: [reemplazar] — ¿por qué reemplazar el traducir de Lacan por un reemplazar que tampoco provee el contexto?

78 Al revisar la dactilografía, Lacan sustituyó el término *así* por el del texto.

79 Nota de ROU: "Homero, [¿qué palabra se ha escapado del recinto de los dientes?]. cf. Odisea I64, III230, V22, XIX492, XXI168, XXIII70, Ilíada XIV83."

80 Algunas versiones, entre las cuales JAM/S, transcriben "lenguaje es trabajo" {langage est travail} en lugar de "lenguaje y trabajo" {langage et travail}, pero es un error. En cuanto al texto aludido por Lacan:

"Por consiguiente, lo que aquí hay que considerar es la r elación entre estos dos lados, para ver cómo puede determinarse y qué debe entenderse por esta expresión de lo interior en lo exterior.

[1. La significación fisonómica de los órganos]

Este lado externo, primeramente, sólo como órgano hace visible lo interior o, en general, hace de ello un ser para otro; pues lo interior, en cuanto es en el órgano, es la actividad misma. La boca que habla, la mano que trabaja y, si se quiere, también las piernas, son los órganos realizadores y ejecutores, que tienen en ellos la acción como acción o lo interior como tal; pero la exterioridad que lo interior cobra por medio de ellos es el hecho, como una realidad ya desglosada del individuo. Lenguaje y trabajo son exteriorizaciones en las que el individuo no se retiene y posee ya en él mismo, sino en que deja que lo interior caiga totalmente fuera de sí y lo abandona a algo otro." — G. W. F. HEGEL, Fenomenología del Espíritu, traducción de Wenceslao Roces, Fondo de Cultura Económica, México, 1966, p. 186.

81 {la nommions comme telle} — Al revisar la dactilografía, Lacan sustituyó los términos *lo farfullemos como tal {l ’ânonnions come tel}* por los del texto.

82 *admitir*

83 palabra inglesa: "chupete", introducida por ROU como conjetura para llenar un blanco en la dactilografía. — Otras versiones proponen *colador {tamis}, seno cortado*

84 JAM/S: [de hecho rupturas, cortes]

85 JAM/S: [La dimensión del significante no es otra cosa, si ustedes quieren, que aquello en lo cual se encuentra tomado un animal en la persecución de su objeto, de tal suerte que la persecución de este objeto lo conduce sobre otro campo de huellas, donde esta persecución misma pierde su valor introductorio para convertirse en su propio fin.]

86 {ramener} — Al revisar la dactilografía, Lacan sustituyó el término *conducirlo {mener}* por el del texto.

87 {on} — Al revisar la dactilografía, Lacan sustituyó los términos *Pero el resorte último* por el del texto.

88 Al revisar la dactilografía, Lacan añadió el término entre asteriscos.

89 *parcial*

FUENTES PARA EL ESTABLECIMIENTO DEL TEXTO, TRADUCCIÓN Y NOTAS DE ESTA 4ª SESIÓN DEL SEMINARIO

JL Jacques LACAN , L’angoisse, Séminaire 19621963. Lo que Lacan hablaba era recogido por una taquígrafa, luego decodificado y dactilografiado, y el texto volvía a Lacan, quien a veces lo revisaba y corregía. De dicho texto se hacían copias en papel carbónico y luego fotocopias. La versión dactilografiada que utilizamos como fuente para esta Versión Crítica se encuentra reproducida en http://www.ecole-lacanienne.net/index.php3 , página web de l’école lacanienne de psychanalyse.

ROU Jacques LACAN , L’angoisse, dit "Séminaire X", Prononcée à Ste. Anne en 19621963, Paris, 2003. Por razones de índole legal, los autores de las transcripciones no se identifican a sí mismos. No obstante, esta versión se atribuye con suficientes razones a Michel Roussan, quien efectuó un notable trabajo de transcripción y aparato crítico a partir de varios textosfuente, entre ellos la dactilografía y notas de asistentes al Seminario, como Claude Conté, Françoise Doltó, Ginette Michaud, Jean Oury, MarieClaire BoonsGrafé, y probablemente Wladimir Granoff, Piera Aulagnier y François Perrier. Esta transcripción crítica destaca también que en la versión dactilografiada de este Seminario La angustia encontramos, entre los muchos añadidos manus critos sobre y en los márgenes de la dactilografía que tras muchas copias y copias de copias llamamos JL, y con alguna posibilidad de identificarlas, las anotaciones manuscritas y correcciones del propio Lacan.

AFI Jacques LACAN , L’angoisse, Séminaire 19621963. Publication hors commerce. Document interne à l’Association Freudienne Internationale et destiné a ses membres. Paris, 1998.

CHO Jacques LACAN, L’angoisse, Séminaire 19621963. Fuente fotocopiada atribuída a M. Chollet, se encuentra en la Biblioteca de la E.F.B.A. codificada como CG181/1 y CG181/2.

IA Jacques LACAN, Seminario 10, La angustia, impreso exclusivamente para circulación interna de la Escuela Freudiana de Buenos Aires, Traducción: Irene M. Agoff, Revisión Técnica: Equipo de Traductores de la E.F.B.A. y la colaboración de Isidoro Vegh y Juan Carlos Cosentino. Esta versión publicada originalmente en fichas, cuya fuente francesa es presuntamente CHO, se encuentra en la Biblioteca de la E.F.B.A. codificada como C0698/01.

JAM/S — Jacques LACAN, LE SEMINAIRE livre X, L’angoisse, 19621963, texte établi par JacquesAlain Miller, Éditions du Seuil, Paris, 2004.

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Revista de Psicoanálisis y Cultura
Número 23 - Octubre 2006
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