Acheronta  - Revista de Psicoanálisis y Cultura
Ciencia, psicoanálisis y posmodernismo
(Acerca del libro "Impostures Intellectuelles" de Sokal y Bricmont)
Michel Sauval
Primera parte:
Los límites de la crítica de Sokal
( 3 de enero 1998 )

 

"The Sokal's hoax"

Lo primero que habría que señalar es que Alan Sokal no se anduvo con pequeñeces en su parodia. Con el pomposo título de "Transgredir las fronteras: hacia una hemenéutica transformativa de la gravitación cuántica", la misma arranca con la afirmación de que la realidad objetiva no existe, mas precisamente, que debería terminarse con el prejuicio de suponer que existe un mundo independiente de nuestra consciencia y cuyas propiedades serían independientes de todo individuo, y que la realidad física, al igual que la realidad social, no serian mas que "una construcción lingüística y social" (sostiene posiciones como, por ejemplo, que tanto el p de Euclides como la constante G de Newton habrían sucumbido a la relatividad histórica).

En un posterior artículo, titulado "A physicist experiments with cultural studies", publicado en el número de mayo/junio del 96 de "Lingua Franca" A. Sokal denuncia su parodia (http://www.linguafranca.com/).

Mediante esta operación Sokal pretendía demostrar la falta de seriedad en que habría incurrido dicha revista por aceptar publicar un artículo que defendiese tales posiciones, y, por extensión, la falta de seriedad en general del ambiente que sostiene las posiciones postmodernas.

Según sus propias palabras:

"¿Por qué lo hice? Aunque mi método sea satírico, mi motivación es absolutamente seria. Lo que realmente me interesa es la proliferación, no sólo de tonterías o pensamientos descuidados per se, sino de una clase de tontería o pensamiento particularmente descuidado: uno que niegue las realidades objetivas , o que (cuando se lo desafía) admita su existencia aunque menospreciando su importancia práctica. Una publicación como ‘Social Text’ , en el mejor de los casos , plantea ciertas preguntas que ningún científico debería ignorar -- preguntas tales como de qué manera la financiación corporativa y gubernamental influye sobre el trabajo científico. Lamentablemente , el relativismo epistémico hace poco y nada para desarrollar estos temas.

Resumiendo, mi interés en la proliferación del pensamiento subjetivista es tanto intelectual como político. Intelectualmente, el problema con tales doctrinas es que son falsas (cuando no sin sentido). Existe un mundo real; sus propiedades no son sólo construcciones sociales; los hechos y los datos verdaderamente interesan. ¿Qué persona , estando en sus cabales , podría argumentar de otra manera? Y a pesar de esto, mucha de la teoría académica contemporánea trata de distorsionar estas obvias realidades -- un completo absurdo oculto en un lenguaje difícil y pedante.

La aceptación de mi artículo por parte de `Social Text´ ejemplifica la arrogancia intelectual de la Teoría -- es decir , la teoría literaria posmoderna -- llevada a su lógico extremo. No es de extrañar que no se hayan molestado en consultar un físico. Si todo es discurso y `texto´, entonces el conocimiento del mundo real es superfluo; incluso la física se convierte tan sólo en otra rama de las Ciencias Culturales. Si, además , todo es retórica y `juegos del lenguaje´, entonces la consistencia lógica interna es superflua también: una pátina de sofisticación teórica sirve perfectamente bien. La incomprensibilidad se vuelve una virtud; las alusiones, las metáforas y los juegos de palabras sustituyen los datos y la lógica. Mi artículo es, al menos , un ejemplo extremadamente modesto de este género bien establecido."

Junto a este repudio al relativismo posmoderno, Sokal agrega una preocupación política:

"Políticamente, estoy molesto porque (aunque no toda) la mayor parte de esta tontería emana de la autoproclamada Izquierda. Estamos siendo aquí testigos de un profundo cambio histórico. Durante más de dos siglos, la Izquierda ha sido identificada con la ciencia y en contra del oscurantismo; hemos creído que el pensamiento racional y el análisis audaz de la realidad objetiva (tanto naturales como sociales) son mordaces herramientas para combatir las mistificaciones promovidas por el poderoso -- sin mencionar que son atractivos fines humanos en sí mismos. El reciente cambio de muchos humanistas académicos `progresistas´ o `izqierdistas´ y científicos sociales hacia uno u otra forma del relativismo epistémico muestra esta valiosa herencia y debilita las ya frágiles posibilidades de una crítica social progresiva. Teorizar a cerca de `la construcción social de la realidad´ no nos ayudará a encontrar un tratamiento efectivo para el SIDA o a crear estrategias para prevenir el recalentamiento de la Tierra. Tampoco podemos combatir las falsas ideas sobre historia, sociología, economía y política si rechazamos las nociones de verdad y falsedad. Los resultados de mi pequeño experimento demuestran al menos que algunos de los sectores de la Izquierda académica estadounidense en boga se han vuelto intelectualmente perezosos.
( ...)
No digo esto con alegría sino con tristeza. Después de todo , yo soy un izquierdista también (durante el gobierno sandinista enseñé matemáticas en la Universidad de Nicaragua). En casi todas las cuestiones políticas prácticas -- incluyendo muchas relacionadas a la ciencia y la tecnología -- estoy del mismo lado que los editores de Social Text. Pero soy izquierdista (y feminista) gracias a los datos y la lógica , no a pesar de ellos. ¿Por qué debería la Derecha monopolizar las altas esferas intelectuales?"

Esta posición es reafirmada por Sokal en una artículo en "Le Monde" del 31 de enero del 97, donde plantea:

"Escribí mi parodia no para defender la ciencia contra las pretendidas hordas bárbaras de la sociología, sino para defender la izquierda universitaria americana contra las tendencias irracionalistas que, por estar a la moda, no son menos suicidas".

En un artículo publicado en el "Times Literary Supplement" del 17 de octubre del 97, a posteriori de la aparición del libro conjunto con Bricmont, con el título "The furor over Impostures Intellectuelles", dirá:

"Lejos de ser un ataque a las ciencias o a la filosofía en general , el propósito de nuestro libro es el de apoyar a los trabajadores serios de estos campos del saber llamando pública atención de los casos de `charlatanería´.

Creo que esta dimensión política de los objetivos de Sokal debe ser subrayada. Por un lado porque el debate en la prensa tiende a soslayarlo, reduciéndolo a un simple debate entre ciencias "duras" y supuestos "charlatanes" (me parece, incluso, que el mismo Sokal sede a esta evidente presión por desplazar este eje del debate), y que ese ángulo no deja de limar el filo que podría tener la famosa "broma". Segundo porque este ángulo es uno de los principales para abordar con alguna consistencia una crítica a los posmodernos, en tanto que los mismos, antes que (o además de) una corriente de pensamiento, son una corriente política (con sus organizaciones, internacionales, etc.).

Dice Sokal en "A plea for reason, evidence and logic", publicado en el número 6 (invierno 97) de "New Politics" (http://www.wilpaterson.edu/~newpol/):

"Sobre lo que considero que en este debate se trata -- y sobre lo que quiero hacer énfasis ésta noche -- es en la naturaleza de la verdad , de la razón y de la objetividad : temas que considero esenciales para el futuro de la política de izquierda.
(...)
Mejor dicho , mi objetivo es defender lo que podría llamarse una
cosmovisión científica -- definida ampliamente como el respeto por los datos y la lógica , y por la incesante confrontación de teorías con el mundo real; resumiendo, respeto por un argumento razonador sobre la ilusión, la superstición y la demagogia. Y los motivos que me llevan a defender estas anticuadas ideas son básicamente políticos. Estoy preocupado por las tendencias de la Izquierda estadounidense -- particularmente aquí en la academia -- que ante lo mínimo se desvían de su tarea de formular críticas sociales progresivas, conduciendo a gente comprometida e inteligente hacia modas intelectuales progresistas pero finalmente vacías, y que pueden realmente debilitar las posibilidades de dicha crítica, promoviendo filosofías subjetivistas y relativistas que de acuerdo a mi punto de vista no concuerdan con un análisis realista de la sociedad que nosotros y nuestros conciudadanos encontraremos convincentes.
(...) la no racionalidad ha estado históricamente entre las armas más poderosas en los arsenales ideológicos de los opresores. La hipersubjetividad que caracteriza al posmodernismo es un perfecto ejemplo de dichas armas."

Luego de sufrir por décadas la hipoteca que ha significado para la izquierda su asociación y subordinación a la barbarie stalinista (1), la reivindicación por parte de Sokal de las viejas banderas del marxismo y su clásica asociación con la confianza en la ciencia, fundada en las posiciones materialistas, no deja ser algo saludable.

Personalmente no puedo mas que aplaudir sus planteos (o intenciones).
Por eso mismo, y aunque pueda parecer contradictorio, este artículo será extremadamente crítico con él. Esto, porque mi tesis, si me permiten darle ese estatuto a lo que intentare desarrollar, pretende señalar el punto en que, a pesar del éxito público obtenido y la minuciosidad de sus análisis (en particular en el libro), Sokal no ha sabido (no ha podido) dar en el blanco con su crítica, así como aportar ciertas correcciones que considero necesarias. En otras palabras, Sokal no debería olvidar que tener la razón en algún punto no significa forzosamente haber acertado con la crítica.

Creo que las fallas de Sokal se deben a dos razones quizás sencillas:

Decir esto, obviamente, me hace pecar de soberbia. Pero puesto que mi opinión es que el debate está hasta ahora falseado, no tendría sentido intervenir en él si no fuera para plantear con sinceridad y humildad lo que pienso al respecto, aunque ello me presente con los rasgos de la arrogancia.

 

Un diálogo de sordos

Creo que para evaluar la crítica de Sokal, podríamos ordenarla en dos tiempos. Primero la "broma" en sí y los debates inmediatamente posteriores, y luego, el libro.

Comencemos con la "broma" en sí.

Este "modus operandis" no deja de ser llamativo, pues para criticar la postura de una revista, o los contenidos y/o artículos que suelan publicarse en la misma, no hace falta agregar un artículo mas en esa tónica.

Es cierto que ya Hegel nos enseñaba que para que una crítica pueda ser efectiva debía ser capaz de penetrar los argumentos opuestos. De lo contrario la confrontación se mantiene al nivel de un choque de dos "absolutos".

Pero la paradoja de la "broma" de Sokal, y muy contrariamente a lo que parecen pensar todos (entre ellos el propio Sokal, por supuesto), consiste en que su operación de infiltración de ninguna manera logró ese objetivo, al menos en lo esencial del asunto. Y de ello dan testimonio las características que asumió el posterior debate.

El propio Sokal insiste una y otra vez en que "el hecho de que la parodia haya sido publicada no prueba gran cosa en sí; lo importante es mas bien su contenido" (Sokal y Bricmont, "Impostures Intellectuelles", Editions Odile Jacob, página 13, subrayado por Sokal), donde lo que importa de dicho "contenido" es que es que la parodia "fue construida alrededor de citaciones de autores eminentes concernientes las implicaciones filosóficas y sociales de ciencias naturales y matemáticas. Los desarrollos citados son absurdos o desprovistos de sentido, pero son no obstante auténticos. De hecho, todo el artículo de Sokal no es mas que un 'cemento' (cuya lógica es intencionalmente fantasiosa) ligando citas entre ellas" (ídem).

Lo que Sokal repetirá una y otra vez es que lo criticable en los desarrollos posmodernos es este relativismo cognitivo expresado como una amalgama sin sentido de frases y textos sin consistencia o verificación empírica. Pero más allá de esto, Sokal y Bricmont no deducen otra cosa de la lógica de esos desarrollos. El punto para ellos es que el uso incorrecto de conceptos científicos y la falta de un correlato empírico de los planteos da cuenta de una expresión de irracionalismo e impostura contraria a la noción científica de verdad.

A ese planteo, los posmodernos le han respondido básicamente que cualquiera tiene derecho a usar metafóricamente cualquier término o concepto, no importa su origen, y que ni Sokal ni ningún otro científico podrían arrogarse un derecho de censura al respecto.

Por ejemplo, Kristeva le responderá en estos términos, en un artículo publicado en "Le Nouvel Observateur" del 25 de septiembre del 97: "Las ciencias humanas, y muy particularmente la interpretación de textos literarios y la interpretación analítica, no obedecen a la lógica de las ciencias exactas. Ellas no siempre "aplican" esos "modelos", pero los toman prestados, los exportan y los hacen trabajar como trazos [traces], que se modifican en una transferencia entre el sujeto y el objeto, interprete y datos.

En el interior de dicha economía, el elemento importado cesa de ser precisamente un modelo, para transformarse, desplazarse, empobrecerse o enriquecerse. La reflexión que resulte de ello esta mas cerca de la metáfora poética que de la modelización. Esta modulación del pensamiento da lugar hoy a debates epistemológicos interesantes (ver los trabajos de Carlo Guinzburg, Bernard Ogilve, etc.)"

Mas allá de este cuestionamiento central sobre el buen "uso" de las metáforas, el resto de los reproches o críticas son mas bien de tono político y de una marcada inconsistencia, como por ejemplo una supuesta francofobia por parte de Sokal y los medios académicos yanquis ("asistimos actualmente a una verdadera francofobia", Kristeva), o un renacimiento de la guerra fría de los yanquis ahora contra la intelectualidad francesa y posmoderna ("asistimos a los últimos sobresaltos de una ciencia de guerra fría, movilizada contra la religión, contra los Rojos, contra el irracionalismo de las masas", Latour), etc.

Descartando este tipo de tonterías, que sobre todo sirven para dar cuenta del nivel político de quienes las sostienen, todo el debate posterior al "hoax" se desenvuelve como un diálogo de sordos:

Lo que importa percibir de dicho diálogo de sordos es que el mismo es la prueba de que el "hoax" de Sokal no pudo realmente penetrar los argumentos contrarios. Luego de su broma Sokal no ha dicho otra cosa que no fuese lo que ya dijeron tantos otros antes, sin por ello poder hacer mella con su crítica.

El famoso "hoax" solo ha servido para que todo esto se desenvuelva en el ámbito público de los grandes medios de comunicación y adquiriera por ello un estado mas público.

En ese sentido, Sokal no debería perder de vista que ello también se ha debido, antes que por los "contenidos" del debate, por las "personalidades" intervinientes, es decir, por los títulos académicos de Sokal, y por el renombre internacional de los autores criticados.

Estimado Sokal, Hegel habrá sabido poco de cálculo infinitesimal, pero no ha dejado de volver a propinarnos una nueva lección: hace ya siglos que nos advertía que "la verdad no es una moneda acuñada, que puede entregarse y recibirse sin más, tal como es" (Hegel, "La fenomenología del espíritu", F.C.E., página 27). "La ciencia no puede rechazar un saber no verdadero sin mas que considerarlo como un punto de vista vulgar de las cosas y asegurando que ella es un conocimiento completamente distinto y que aquel saber no es para ella absolutamente nada, ni puede tampoco remitirse al barrunto de un saber mejor en él mismo. Mediante aquella aseveración, declararía que su fuerza se halla en su ser; pero también el saber carente de verdad se remite al hecho de que es y asevera que la ciencia no es nada para él, y una aseveración escueta vale exactamente tanto como la otra" (ídem, página 53)

En síntesis, el primer tiempo de la crítica de Sokal no ha sido mas que una mimetización (es decir, una estrategia en el orden de lo imaginario) y no una penetración de los argumentos y razones objetos de la crítica.

Como intentaremos mostrarlo en el capítulo siguiente, el mismo título del libro demuestra que el propio Sokal no es consciente de esto, puesto que, a la hora de desarrollar con profundidad el debate (que mejor ocasión que un libro) lo ubicará en un nivel definido, por hipótesis, por la probidad de los sujetos en relación con la "verdad", y no en el nivel de la crítica conceptual.

Pasemos entonces al análisis del segundo tiempo, el libro.

 

¿Porqué Derrida no?

El libro parece tomar nota de la crítica ya mencionada de Derrida: en el mismo se ha sistematizado el análisis de los usos incorrectos de conceptos científicos en varios autores, tratados uno por uno en capítulos separados. Pero este nuevo aporte, antes que saldar las fallas anteriormente señaladas en la crítica de Sokal, no hace mas que insistir en el mismo punto, y por lo tanto, ampliaras.

Del libro de Sokal y Bricmont hay dos puntos que no dejan de llamar la atención en forma inmediata.

Primero, que un libro, originado a partir de la crítica a los posmodernos, en general de cuño yanqui, termine centrando su crítica en una gama de pensadores principalmente franceses. Segundo, que entre estos autores, por un lado aparezca incluido Jacques Lacan y por el otros aparezca excluido Derrida. El análisis de estos dos desplazamientos nos permitirá precisar los problemas en juego.

Respecto del primer punto, Sokal y Bricmont justifican su selección por el hecho de que todos los autores por ellos criticados "son utilizados como referencias de base en el discurso posmoderno en Estados Unidos" (Sokal y Bricmont, "Impostures Intellectuelles", Ed. Odile Jacob, página 21).

En otras palabras, consideran que las referencias bibliográficas de los posmodernos dan la pista de la cuna de esta corriente de pensamiento, la cual no estaría en USA sino en Europa, y más precisamente en estos pensadores franceses. La crítica remontaría entonces a los orígenes.

Podríamos quizás acordar con ellos, pero lo que importa señalar aquí es que el modo en que Sokal y Bricmont utilizan las relaciones de origen explica poco: remontan hasta la bibliografía de los actuales posmodernos sin poder extraer otra deducción de ello mas que la suposición de que los mas "viejos" hacían lo mismo que los mas "jóvenes", o que, al menos, que lo criticable de los "jóvenes" ya estaba presente en los "viejos". Pero aún suponiendo que este fuera el caso, no se entiende porque convendría criticar mas a los "viejos" que a los "jóvenes", puesto que no se plantea que los mismos sean un "efecto", una consecuencia lógica de los impasses y problemas presentes en los desarrollos de los "viejos" sino solo su mera repetición.

Solo tiene sentido desarrollar la crítica contra un "viejo" antes que contra un "joven" si lo que se pretende criticar es un concepto, en cuyo caso la selección eventual del "viejo" no será por "viejo" (es decir, por cronología pura) sino por ser el punto de partida del concepto, la "causa" de los desarrollos del "joven", y al "joven" no se lo dejará de lado por "joven" sino por considerar que sus planteos están implícitos en los del "viejo", por cuya razón, la crítica al "viejo" también lo alcanza también al "joven" en tanto que el mismo se verifica como un "efecto", una derivación, una consecuencia lógica, del "viejo".

Si no hay otra relación genética entre "viejo" y "joven" mas que la simple reproducción de lo mismo, no tiene ningún sentido especial atacar a uno antes que al otro.

Esta falta de comprensión de las relaciones lógico-genéticas entre diferentes pensadores (y diferentes generaciones) y la insistencia en una reducción de todo ello al simple plano moral de una fidelidad exigible para con LA "verdad" es la que obliga a Sokal y Bricmont, en forma contradictoria con la mayor precisión que supone la selección de un número acotado de autores abordados en el libro, a una extensión al infinito del objeto de su crítica: "queremos, simplemente, denunciar la impostura intelectual de dónde sea que provenga" (ídem, página 22) (subrayado mío).

Las tres definiciones de impostor que da el diccionario son:

Suponiendo, en el mejor de los casos, que Sokal y Bricmont hagan referencia sólo a estos dos últimos sentidos, el resultado es que todo el debate se ordena en torno a un problema de "verdad" cuyo valor preestablecido permitiría precisar la divisoria entre quienes mienten (impostores) y quienes no.

El resultado, paradójicamente, es que esto nos ubica en el plano de una guerra fundamentalista entre probos e impostores. Con lo cual volvemos al problema de porqué entonces centrarse en particular en estos autores franceses mas que en cualquier otro eventual "charlatán". Y, por supuesto, cada vez va perdiendo mayor precisión aquello que haría la particularidad del posmodernismo como corriente de pensamiento a criticar.

Creo que el punto que Sokal y Bricmont intuyen pero no pueden precisar es que si la cuna del posmodernismo está en Europa y no en USA (donde tiene su actual centro mayor de desarrollo) es porque la misma deriva, a su vez, del posestructuralismo. El cual a su vez deriva del estructuralismo. La secuencia genética que conduce de este último al posmodernismo es lo que Sokal y Bricmont no pueden hilar. Y por eso mismo, su critica, por minuciosa que sea, no es conceptual sino moral.

En otras palabras, Sokal y Bricmont no parecen comprender que tiene poco sentido decir, por ejemplo, que Hegel es un "impostor". Se le podrá criticar su idealismo, o la impasse de su dialéctica en la síntesis final, o cosas por el estilo. Pero la acusación de "impostor" no nos enseña absolutamente nada sobre sus planteos y los eventuales problemas que en los mismos anidan.

Lo mismo pasa con los estructuralistas, y con los posestructuralistas, y también con los posmodernos. Como lo subrayaba anteriormente, el carácter moral de la crítica de Sokal y Bricmont no es mas que el resultado de no haber comprendido los fundamentos del pensamiento posmoderno y no haber logrado, con su parodia, mas que una mera mimetización inofensiva del mismo.

La prueba final la da, básicamente, el deslizamiento del trato respecto a Derrida.

En el artículo antes mencionado de "Le Monde" del 20 de noviembre del 97, donde Derrida caracteriza a Sokal y Bricmont de poco serios, una de las razones para ello consiste en señalar este desplazamiento: "Al comienzo de la impostura, en los Estados Unidos, luego del envío de la broma de Sokal a Social Text, fui uno de los blancos preferidos, en particular en los diarios (...) Una de las falsificaciones que mas me chocaron consiste en decir hoy que ellos nunca tuvieron nada contra mi".

Le guste o no a Sokal, deben reconocer que a la hora del libro su posición ha cambiado respecto de Derrida.

Entre la broma y el libro, Derrida fue reiteradamente citado tanto por Sokal como por Bricmont, como integrante del grupo de pensadores objeto de su crítica.

En la parodia Derrida es una de las citas de la colección de citas de autores que procederían incorrectamente respecto de los conceptos científicos.

En el texto publicado en "Lingua Franca" ("A physicist experiments with cultural studies"), donde Sokal explica su broma, lo vuelve a mencionar, como parte de una serie: "Derrida y la relatividad general, Lacan y la topología, Irigaray y la gravedad del quantum". De la serie no puede deducirse mas que una equivalencia en las relaciones entre cada autor mencionado y el tema asociado.

En "La verdadera significación del asunto Sokal", en la edición del 14 de enero del 97 de "Le Monde", Bricmont explaya nuevamente la serie: "entre los autores franceses encontramos a Derrida y Latour sobre la relatividad, Lacan e Irigaray sobre la topología, Lyotard sobre la física, Serres sobre el tiempo y Deleuze y Guattari sobre el caos". En esta serie, además, Derrida está agrupado también en una subserie con nada menos que B. Latour, uno de los principales objetos de las criticas posteriores de Sokal.

Nuevamente Sokal en "Le Monde" del 31 de enero del 97 comentará su parodia en estos términos: "las partes mas cómicas no las he escrito yo mismo, puesto que son citas directas de los "Maestros" (a los que alabo sin vergüenza). Y entre estos encontramos por cierto a Derrida y Lacan, Aronowitz y Haraway".

Como se ve, en ninguno de estos casos Sokal o Bricmont establecen alguna diferencia entre Derrida y los demás.

En cambio insistirán en hacerlo a partir de la crítica de Derrida.

En un artículo de "Libération" del 18-19 de octubre del 97 titulado "Que se passe-t-il?" (Versión modificada para Francia de un artículo publicado en el "Times Literary Supplement") dirán: "Señalamos igualmente que para nada criticamos toda la filosofía francesa contemporánea. No abordamos mas que los abusos de conceptos de física y matemática. Pensadores célebres tales como Althusser, Barthes, Derrida y Foucault están esencialmente ausentes de nuestro libro". Evidentemente tanto esta serie como la significación de la misma difiere de las series anteriores.

Este posterior cambio de posición y la diferencia desde ahora establecida entre Derrida y los autores criticados en el libro se basará en aspectos "cuantitativos".

En la introducción del libro dirán que "aunque la cita de Derrida retomada en la parodia de Sokal sea bastante divertida, parece estar aislada en su obra; no hemos por lo tanto incluido un capítulo sobre Derrida en este libro" (página 17) (subrayado mío).

En la respuesta directa a Derrida ("Le Monde" del 12 de diciembre del 97) dirán: "Nuestro libro, contrariamente a la parodia, tiene un blanco estrictamente delimitado - el abuso sistemático de conceptos y términos provenientes de las ciencias fisico-matemáticas - y Derrida no entra en esa categoría" (subrayado de Sokal y Bricmont).

En otra respuesta, esta vez a V. Fleury y Yun Sun Limet, insisten en que no existe de su parte un ataque contra Derrida: "nos limitamos a los autores que han abusado de un modo significativo de conceptos científicos" (subrayado de Sokal y Bricmont).

Pasamos entonces a contar los "errores", y dicha cuenta es la que definiría la significación, el valor, de la impostura.

Sokal ha repetido mas de una vez a modo de ejemplo el comentario de B. Russell acerca de cómo este rompió con Hegel a partir de la lectura de sus pasajes sobre cálculo infinitesimal a los que consideraba un "non-sens brouillon" (página 17), en el sentido que la presencia de un error de este tipo "nos da derecho a preguntarnos por el resto de la obra, que es mas profundo pero sobre todo menos fácil de evaluar" (página 17).

¿Acaso habría que construir entonces una escala de "confiabilidad" en función de la cantidad de "errores" detectados?

Lacan sería entonces menos "confiable" que Derrida por la cantidad de "errores" acumulados.

Pero si fuera un problema de cantidad nos encontramos con la siguiente paradoja confesada por el propio Sokal en el mencionado artículo de "Libération" de octubre del 97: "Contrastemos esto con la obra de Newton: se estima que el 90 % de sus escritos son misticismo o alquimia. Y? El resto está basado sobre consideraciones empíricas y racionales sólidas y sobrevive por esta razón"

¿Cómo saber entonces, por ejemplo, si Lacan sobrevive por el arte de una impostura o por un 10 % eventualmente tan consistente como el de Newton?

Como Sokal y Bricmont mismos confiesan su incapacidad para juzgar sobre esa parte de la obra tanto de Lacan como de los demás, su crítica sucumbe en el punto mismo que les señalaba Derrida. Repitámoslo una vez mas: "hubiera sido interesante estudiar escrupulosamente las dichas metáforas científicas, su rol, su estatuto, sus efectos en los discursos incriminados (...) Esto hubiera exigido que se leyera seriamente, en su estructura [agencement] y en su estrategia teórica tantos discursos difíciles. Esto no fue hecho".

Como Sokal es un hombre honesto, no le queda mas que concluir de la siguiente manera: "si se puede sostener lo mismo [se refiere al ejemplo de Newton] para los autores citados en nuestro libro, entonces nuestras críticas tienen una importancia marginal".

Pero si una crítica no es capaz de separar la paja del trigo, entonces no es una crítica. Ergo, el problema no consiste en detectar si hay o no usos "indebidos" de conceptos científicos, sino en precisar que es lo que realmente, y fundamentalmente, plantea determinado texto, determinado autor, determinada obra.

La minuciosidad del análisis de los errores cometidos por Lacan y demás autores no prueba entonces nada porque permanece en una posición de exterioridad respecto al texto analizado, porque es incapaz de establecer un juicio sobre el texto en si.

La marcha atrás en el tema Derrida radiografía los límites de la crítica de Sokal.

Como Derrida no ha recurrido mayormente (no ha necesitado, no ha querido) a conceptos científicos en sus desarrollos, queda eximido de la crítica.

Pero paradójicamente Derrida es uno de los principales teóricos del posmodernismo, así como uno de sus principales líderes político.

La incapacidad de Sokal para detectar esto, su incapacidad abordar una crítica contra Derrida, demuestra dos limitaciones fundamentales de sus planteos:

Sokal simplemente detecta que en muchos pasajes tal o cual autor no usa las palabras y los conceptos de la misma manera que él. Pero eso nunca probó nada. Eso es lo mismo que discutir sobre colores con un daltónico.

El arte de la crítica precisamente consiste en alcanzar a comprender cómo y porque tal otro usa las palabras de tal otro modo y demostrar las fallas e impasse de la lógica implicada en ese mismo uso.

Sin necesidad de mayores conocimientos científicos, y principalmente, sin necesidad de guiarse por ese criterio, otros han podido hacer críticas mucho más consistentes contra Derrida. Por ejemplo, en términos políticos (cosa que supongo debería interesarle a Sokal), en el número 18 de la revista "En defensa del Marxismo" (http://po.org.ar/edm/) encontrarán una crítica realizada por Eduardo Sartelli, profesor de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, titulada "Marx, Derrida y el fin de la era de la fantasía". (http://po.org.ar/edm/edm18/marx.htm)

En síntesis, a pesar del truco de la "infiltración" en las propias filas del posmodernismo, Sokal y Bricmont no han podido superar su "exterioridad" respecto de los problemas que el surgimiento del estructuralismo ha planteado en el seno de las ciencias llamadas sociales, una de cuyas derivaciones es el posmodernismo. Y en ese sentido esa infiltración es tan inconsistente e impotente como la anterior y posterior crítica que han intentado realizar.

La "máscara" que Sokal se quitó luego de publicar su parodia en "Social Text" no desnudó tanto a los posmodernos como a él mismo.

"El rey está desnudo". De eso no cabe duda. Y eso nunca fue problema. El problema siempre ha consistido en percibir, no la desnudez en sí, sino los ropajes con la que se la cubre, pues es entre estos que se nos complica la existencia.

El problema de Sokal y Bricmont, precisamente, es pensar que ellos sí pueden ver la desnudez. Motivo por el cual creen que todo pasa por los lentes del ropaje con el que, sin notarlo han vestido ellos a la desnudez. No habría que olvidar que la materialidad de la realidad física no implica que la misma sea impúdica y que acepte mostrarse en público sin ocultar parte de sí.

Lamentablemente Sokal y Bricmont no tienen ni idea de los problemas a los que se han enfrentado las llamadas ciencias "sociales" ni comprenden en qué sentido el estructuralismo fue el intento más "científico", o al menos "galileano", en dicho campo, y de qué manera, el posmodernismo es una derivación de sus impasses.

Por eso no pueden deducir de los problemas internos del estructuralismo las derivaciones del posestructuralismo, y luego del posmodernismo. Y por lo tanto, no pueden ni explicar, ni por lo tanto criticar, en forma interna, al posmodernismo. Aunque, paradójicamente, hayan sabido mimetizarse con él para intentar denunciarlo. Pero, ya lo dijimos: la mimetización no implica, forzosamente, haber comprendido la lógica en juego, solo funciona al nivel imaginario.

Que es lo que parece que ha ocurrido. Motivo por el cual, la crítica también se ubica en el nivel imaginario: "impostura!"

Palabra retomada y agitada por la prensa. Desde hace 2 años este "escándalo" del "hoax" de Sokal ha ido a nutrir el bolsillo de los grandes medios de comunicación y editoriales (y supongo que el de algún otro también, incluido quizás Sokal).
Pero la misma argucia que permitió abrir el juego se transforma en la trampa que lo cierra. De debate serio es poco y nada lo que se ha hecho. Solo ha primado hasta ahora la grandilocuencia, el escándalo y el anecdotismo.

En síntesis, Sokal y Bricmont se proponían "deconstruir la reputación que tienen estos textos [se refieren a los textos de los autores analizados en el libro] de ser dificiles porque profundos", pero, puesto que no han podido discriminar lo importante de lo superfluo, dicha "deconstrucción" ha fracasado. La supuesta "impostura" de los mismos no ha sido "probada", tan solo afirmada, con tanto oscurantismo e irracionalidad como la supuesta "profundidad" que en ellos denuncian.

Es hora, entonces, de intentar presentar con mayor precisión los problemas de la "verdad" y lo "real" en la ciencia y en otras disciplinas, en particular, en psicoanálisis, es decir, de tomar el debate de modo serio

Notas

(1) Cuantas veces no tenemos aún que andar recordándole (para su gran sorpresa) a algún que otro derechista que pretende escupirnos en la cara que la caída del muro de Berlín marcaría el fracaso de los izquierdistas y su archivamiento histórico como reliquia antigua, que ha sido desde algunas corrientes de izquierda que más tenazmente se ha luchado por dicha caída así como que han sido los principales líderes de la revolución bolchevique las primeras víctimas (entre ellas, la figura mas relevante es sin duda la de Trotsky) de la burocracia stalinista.


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Revista de Psicoanálisis y Cultura
Número 6 - Diciembre 1997
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