Acheronta  - Revista de Psicoanálisis y Cultura

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A modo de antecedente:

En Baltimore -en el marco del Simposio Internacional “Los lenguajes críticos y las ciencias del hombre: La controversia estructuralista”, que tuvo lugar del 18 al 21 de octubre de 1966 en el Centro de Humanidades John Hopkins- intentaron persuadir a Lacan para que no disertara en inglés pues, la mayoría de los invitados hablaba francés.
Como argumentos para su negativa, esgrimió que le resultaba violento hablar en francés en una ciudad naturalmente angloparlante y que, hacerlo, hubiese sido contrario a su concepción del mensaje lingüístico.
En el título de su conferencia -“Of  Structure as an Immixing of an Otherness Prerequisite to any Subject Whatever”-, sólo en él, aparece el término immixing que, a la hora de la traducción, generó divergencias.
El término en francés - immixtion -, introducido por Lacan en 1955, cuando trabajaba el sueño de la inyección de Irma, fue empleado en varias ocasiones a lo largo de su enseñanza.
El mismo, en las versiones españolas de sus Escritos y Seminarios, ha sido escrito de diferentes maneras (inmixtión, inmixión, inmixción) y traducido de modo diverso (mixtura, entremezcla, intromisión e inmiscusión, entre otros).
Recorrer el citado término por otro curso que el de la traducción, es la pretensión de este trabajo.
Al ir transitándolo, va quedando al descubierto que la decisión de Lacan respecto a pronunciar su ponencia, en Baltimore, en una lengua a medio-camino entre el franco inglés y el anglo francés, no constituía un riesgo para la “transmisión de su mensaje”.
Probablemente, haber hallado el término en cuestión, en unas clases de “Topología y Clínica Psicoanalítica” -dictadas por el Dr Eidelsztein- es lo que conduce a adoptar como modelo para la escritura de este trabajo, los puentes de Königsgberg*.
Los puntos-puentes que estructuran este recorrido en el que se aborda el término inmixtión son: 1) la religión, 2) la Conferencia de Baltimore, 3) la Química, 4) la intertextualidad, 5) la sinonimia, 6y7) el sentido antitético de las palabras primitivas y, finalmente, 8) la salida.

*Problema de los puentes de Königsberg.

Este célebre problema matemático, resuelto por Euler en 1736, dio origen a la teoría de los grafos.
Dicha ciudad -actualmente, Kaliningrado- es atravesada por un río que se bifurca, dividiendo el terreno en 4 regiones que están unidas, entre sí, por 7 puentes.
Formulada de manera informal, la pregunta originalmente era: ¿Es posible dar un paseo comenzando desde cualquiera de estas regiones pasando por todos los puentes, recorriendo sólo una vez cada uno, y regresando al mismo punto de partida?
La idea de Euler fue representar la ciudad como un grafo en el que, las 4 zonas eran los vértices y los 7 puentes, las aristas.

GRÁFICO 1
Grafico 1

Concluye que es imposible definir un camino con las características buscadas, que el problema no tiene solución pues, el número de puentes que incide en cada sector es impar.
(Dado que para entrar y salir por distintos puentes, la cantidad de los usados para entrar, tiene que ser la misma que la de los empleados para salir, ha de ser par el número de puentes que inciden en cualquier lugar.)    

 

 MÁS ALLÁ DE UN CAPRICHO
                                                                                
Busquemos pues la pista de su huella allí donde nos  despista”  
J.Lacan
(1)

El término inmixtión puede ser recorrido como los puentes que cruzan el río Pregel.

Partiendo del de la religión, inmixtión es el término con que se denomina a un gesto realizado por el cura, que consiste en dejar caer una pequeña partícula del pan consagrado en el cáliz. Se trata de un rito antiquísimo ubicado entre la consagración y la comunión, que son las dos acciones más importantes de la celebración eucarística.
La liturgia eucarística es la parte central y nuclear de la misa, parte que, a su vez, se subdivide en otras tres, las cuales guardan correspondencia con las palabras y gestos de Cristo.
En el conjunto de la dinámica de la misa, la celebración de la eucaristía se divide en: 1) la preparación de las ofrendas (en la cual se llevan el pan y el vino con el agua al altar, que son los mismos elementos que Cristo tomó en sus manos), 2) la plegaria eucarística (en la que se expresa una oración de acción de gracias - por toda la obra de la salvación - y en la que los dones ofrecidos se convierten en el cuerpo y en la sangre de Cristo - consagración -) y 3) los ritos de la comunión (en los que por la fracción del pan - a la que sucede la inmixtión -, los fieles reciben, de un único pan y un único cáliz, el cuerpo y la sangre de Cristo, del mismo modo que los apóstoles lo recibieron de sus manos).

En el momento de la consagración ocurre la transubstanciación: los dones ofrecidos se transforman en el cuerpo y la sangre de Cristo; como resultado de ese cambio, Cristo está presente: “Tomad, comed, éste es mi cuerpo”. Aunque la consagración se aplica a la materia por separado, el pan y el vino son signos de la presencia real de Cristo; bajo cada una de esas especies, se contiene Cristo entero.
Después de este momento, el más importante de la misa es la comunión, que es la culminación de la liturgia eucarística.
Los ritos de comunión son una serie de oraciones y gestos que se llevan a cabo como preparación inmediata a la comunión. Comienzan con el Padre Nuestro (oración por excelencia de disposición y entrega hacia el Padre; dimensión vertical - hacia lo alto -), al que le sigue el signo de la Paz (gesto con el que se implora la paz y unidad para la Iglesia y la familia entera antes de participar del mismo Pan; horizontalidad - signo de fraternidad -). A continuación, el cura realiza la fracción del pan que está ligada a la inmixtión.

En la celebración, la fracción del pan es un acto que renueva el gesto de Cristo en la Última Cena, en la que cortó y dividió un mismo pan para que todos comieran de él; pero también este acto, marca la pasión y muerte de Cristo. Se trata de un gesto realizado por el sacerdote, quien toma el pan consagrado, lo sostiene con las dos manos sobre el cáliz y lo rompe en dos partes; a la mitad que sostiene con la mano derecha la pone encima de la  patena y, a la que le queda en la mano izquierda le hace una fracción más pequeña. Este rito simboliza la unidad de los comulgantes.
En Cristo, la división no tiene cabida; la fracción del pan no lo divide: se parte para repartir (distribuir) y comer, con lo que queda simbolizada la unión de los fieles en la participación de un mismo pan: los fieles, que son muchos, por participar de ese único pan que es Cristo, forman un solo cuerpo, la Iglesia.

 “Cordero de Dios” es la oración que se recita, en alusión a que Jesús se entrega por los demás, mientras el sacerdote va rompiendo el pan y continúa con la inmixtión. Habiendo quebrado la hostia, el cura deja caer la pequeña partícula del pan consagrado en el cáliz donde está la sangre de Cristo, diciendo: “El cuerpo y la sangre de Nuestro Señor Jesucristo, sean para nosotros alimento de vida eterna”. Este gesto sacramental hace referencia a que Cristo se entrega en plenitud pero, también, debido a que en el cáliz, cuerpo y sangre se reúnen, el fragmento mezclado con la sangre alude a la resurrección; mezcla, pues, como superación de la separación mortal del cuerpo y la sangre. Cuerpo y sangre significan Cristo como víctima inmolada que, en el altar, se hace elemento de unidad y vida eterna para el pueblo de Dios. La unión de las especies, antes de la comunión, simboliza que ambas pertenecen a Cristo quien, de ese modo, está presente de forma total y viva. La mezcla es signo tanto de su plena entrega como de la unidad de su persona. Inmixtión es, signo de unidad.

Como el lugar de procedencia no es, necesariamente, equivalente al de pertenencia, la proximidad de territorio psicoanalítico resulta reconfortante. Transitando ya por su margen, se torna factible articular lo hasta aquí expuesto con lo desarrollado por Lacan en la conferencia de Baltimore, otro puente a transitar.
Como refiere P. Peusner, en ella, además de restringir el uso del término al título, lo utilizó en inglés: immixing; todo lo cual, podría pensarse, tenía efecto provocador. Provocador en tanto incita a ejecutar algo, en tanto que produce una reacción, en tanto que origina movimiento. Y Lacan, buscaba, insistía en esa dirección.
El tema del encuentro en que pronunció la citada conferencia era la estructura, término empleado desde el comienzo de su enseñanza, en la que ha sostenido que el inconciente está estructurado como un lenguaje. Como, precisamente, la cuestión que plantea el inconciente es la del sujeto, toda su exposición se dirige a indicar -continuando en ello a Freud- que el sujeto no se confunde con el individuo, que el sujeto es excéntrico con respecto al yo.
Aclara Lacan que, no sólo porque las palabras en su carne son su único material, es que el inconciente está estructurado como un lenguaje sino también, porque tomando al lenguaje como punto de partida, es posible determinar el estatuto del sujeto, cuyo soporte es el objeto perdido.

A lo largo de su presentación, Lacan intentó mostrar que la cuestión de la estructura está dentro de la realidad psicoanalítica. Y se diferenció de los pensadores, investigadores e inventores –fuesen físicos, psicólogos de la Gestalt o, incluso, psicoanalistas- pues, mientras para ellos la idea de unidad-totalidad constituye  el rasgo más importante y característico de la estructura, para él, la “mala forma” es lo permanente en el hombre. Consecuentemente, contra el uno de la totalidad, sugiere considerar la unidad contable para tratar la cuestión del entero ya que cada entero es -en sí mismo- una unidad, plantea el rasgo unario -constituido por repetición- que es necesario para el sujeto tanto para contar como para percibir los rasgos fonemáticos de la lengua y, se refiere a la paradoja de Russell para mostrar que el Otro es, necesariamente, una colección incompleta de significantes.
En virtud de lo visualizado en el recorrido del puente anterior, se podría pensar que, insertando la matemática, Lacan se habría procurado un rodeo mediante el cual  desprenderse de la concepción religiosa de unidad unificante cifrada en el título.
Si inmixtión es signo de unidad, ligarse a la matemática y, a través de ella a la ciencia, le habría estado permitiendo despejar otra idea de unidad que la de la religión.

Bordeando la orilla de la ciencia, inmixtión se puede seguir recorriendo pero cruzando, en esta ocasión, por el puente de la Química ya que, por homofonía, remite a inmiscible.
Miscibilidad es un término empleado por esta ciencia para referirse a la propiedad de ciertas sustancias para formar una mezcla.
Para visualizar ciertos detalles, lo recomendable es ir paso a paso.
En la naturaleza, las sustancias no suelen presentarse en estado puro, aisladas sino, habitualmente, formando mezclas. Pero no todas las mezclas son iguales. Aquellas en las que las sustancias que las forman se pueden diferenciar, en las que es posible reconocer distintas fases (como por ejemplo, el agua y el aceite) reciben el nombre de mezclas heterogéneas; en cambio, aquellas que presentan aspecto uniforme, o sea, una sola fase, por lo que no es posible distinguir sus componentes (como por ejemplo, el té, el aire) se denominan mezclas homogéneas o soluciones.

La particularidad de una solución es que presenta un aspecto similar al de una sustancia pues, al mezclarse los diferentes componentes, uno de ellos “desaparece” en el otro debido a que las partículas de una sustancia se dispersan de manera homogénea, se disuelven.

Según la teoría cinético-molecular, cuando se ponen en contacto dos sustancias se manifiestan fuerzas de atracción entre las partículas del soluto y las del solvente; las partículas del solvente (que es la sustancia que se encuentra en mayor proporción) rodean a las del soluto que se apartan entre sí y se produce la disolución completa. A la luz de esta teoría, si las partículas de dos sustancias no son capaces de atraerse entre sí, no podrá formarse una solución; en consecuencia se tienen dos sustancias que no se mezclan, que resultan inmiscibles.
Como se puede ir apreciando, miscibilidad es un término que se utiliza en relación a la solubilidad, concepto que se emplea tanto para designar al fenómeno cualitativo del proceso de disolución como para expresar cuantitativamente la concentración de las soluciones, tratándose la concentración, de la cantidad de soluto disuelto en determinada cantidad de solvente.
Si bien es, fundamentalmente, respecto de los líquidos que se dice que son miscibles (cuando se mezclan formando una solución), parcialmente miscibles (cuando no se mezclan en todas las proporciones y a cualquier temperatura) o inmiscibles (cuando no se mezclan), según el estado de agregación que presente el solvente, las soluciones se clasifican en sólidas -aleaciones-, líquidas -por ej. el té- y gaseosas -como el aire que respiramos-.
Sea de la clase que sea la solución, que pueda formarse o no depende de las interacciones entre las partículas del soluto y el solvente.
Sin solución de continuidad -por haber sido la homofonía la que condujo hacia este puente-, se pueden evocar tanto el silencio de Lacan respecto del término a lo largo de su disertación en Baltimore como los ecos que se perciben en su obra, desde la introducción del mismo.

La exclusión, el no volver a pronunciarlo, a la vez que, la reducción de su mención al título, habla y hace hablar. Y, que introduzca el término cuando está trabajando -en el Seminario 2- el sueño de la inyección de Irma resulta más sorpresa que casualidad pues es el sueño en el que Freud halla la solución (Lösung) y, la solución, no es otra que la palabra.
No son pocas las ocasiones en las que, a lo largo de los capítulos XIII y XIV del citado Seminario, Lacan hace referencia a lo religioso: al tomar el conjunto del sueño, aconseja -como lo hacía Freud- tomar el texto como un texto sagrado; al descomponerlo en fragmentos/partes, compara lo que se le revela a Freud -en la garganta de Irma, en los gruesos caracteres en que aparece la fórmula química- con el mane, thecel, phares de la Biblia y, al presentar la fórmula de la trimetilamina mediante símbolos químicos, afirma que está hecha de elementos sagrados.
Se justifica, entonces, retomar la liturgia eucarística en la que la inmixtión tiene lugar. El conjunto de signos que constituyen la eucaristía manifiesta el aspecto de cena pascual, por eso, durante su celebración, los cristianos son invitados a la mesa, mesa que es doble: la de la palabra y la del cuerpo de Cristo. Palabra y sacramento son un solo acto de culto: primero, se alimentan y comulgan con él como palabra y luego, preparados de este modo, comulgan eucarísticamente con su cuerpo. La palabra encuentra su plena realización en el sacramento y éste tiene su sentido total si se lo celebra desde la palabra. La celebración eucarística es, inseparablemente, memorial de la cruz y sagrado banquete pues Cristo se ofrece como alimento y éste, es condición de vida para sus discípulos-fieles. Al recibirlo, en la comunión, Cristo penetra en el ser comunicando la vida eterna.
Al menos por dos razones, se dejará de lado en este recorrido, la lógica de la encarnación que actúa la eucaristía: para no entrar en el misterio teológico y porque en Baltimore, Lacan refiere que aunque es absolutamente esencial entender cómo lo simbólico puede entrar en lo veçu (vivido), también indica que no lo explicará. En lo que sí se explaya pues sustenta su propósito de mantener distancia de la idea de unidad unificante, es en lo relativo a la cuestión del sujeto en el seno del lenguaje y de la palabra. En este marco, da la definición de significante, a la que marca como única posible y a la que diferencia del signo.
Puede llegar a resultar insignificante -por obvia y conocida- la mención de esta distinción pero pareciera pertinente reparar en ella porque posibilita un enlace con el término inmixtión. Pues, así como para la religión es signo y la reunión de las especies en la mezcla es significada como superación de la separación, daría la impresión que lo que reúne Lacan en el término inmixtión, son las diferencias entre signo y significante, aludiendo con ello a la separación entre significante y significado.

A los fines de la descripción, en principio, puede resultar de utilidad servirse del lenguaje de la Química porque, mientras el signo no presenta discontinuidades, en él hay unión indisoluble entre significado y significante, hay uniformidad ya que por las fuerzas de atracción uno se disuelve completamente en el otro, hay sentido concentrado/aprisionado, por lo tanto, sería mezcla homogénea o solución, contrariamente, el significante que en cuanto tal no significa nada, que sólo es tal en la medida en que ha roto su lazo con un significado sería mezcla heterogénea ya que, entre significante y significado no hay continuidad. Significante y significado no forman una solución, son inmiscibles o, al menos, parcialmente miscibles.

Que la Química está sugerida, no sólo lo confirmaría la presencia del término inmixtión en el título de la conferencia, término que remite a mezcla tanto como a miscibilidad e inmiscibilidad. Lo confirma también, la ambigüedad del término solución que destaca Lacan al trabajar el sueño de la inyección de Irma. En consecuencia, así como apeló a la matemática para desmarcarse de la idea de unidad totalizadora, la Química constituiría otro rodeo a partir del cual continuar planteando diferencias con la religión para fundamentar lo particular del psicoanálisis.
Si bien se trata de dos órdenes de discurso diferentes, el deslizamiento hacia tal ambigüedad permitiría sostener que, a diferencia del psicoanálisis que interpretó la solución como resolución del conflicto, la religión lo hizo en tanto solución química, por consiguiente, así como para aquel la solución es la palabra, esta última hace con la palabra solución, signo.
Ante la extensión del recorrido, se impone articular lo que se viene advirtiendo. Si para la religión, inmixtión, es signo de unidad y si, como es sabido, Lacan rompe la unidad del signo (saussureano), cabría pensar que más allá del significado del término, Lacan lo estaría empleando como metáfora del dominio del significante. En otras palabras, inmixtión viene al lugar (en una operación metafórica) de la supremacía del significante.

A medida que se va avanzando por una nueva orilla, habiendo dejado atrás el puente de la Química y también -por un tiempo- el significado del término, resurge el “lugar de procedencia”: inmixtión forma parte de la estructura del Misal, que es un texto litúrgico. Es, entonces, probable que Lacan haya extraído dicha palabra de la religión, dato nada despreciable en virtud de que lo más frecuente es la ruptura con la referencia, no saber a qué se refiere.
Se ingresa al puente de la intertextualidad pues, aunque comúnmente, Lacan explicita cuestiones religiosas para plantear diferencias y/o establecer comparaciones, no sería impensable que, en el empleo del término inmixtión, hubiese implícito un diálogo entre psicoanálisis y religión.
El germen del concepto de intertextualidad se halla en M. Bajtín, quien consideraba que en un discurso conviven una pluralidad de voces superpuestas (polifonía) que entablan un diálogo entre sí. Pero fue J. Kristeva quien acuñó el término para establecer la noción de que el texto siempre está en relación con otros textos y, por lo tanto, no posee unidad; en consecuencia, disuelve la noción de texto como unidad cerrada.
Más allá de que lo sostenido por estos teóricos contribuiría a continuar despejando la idea de unidad que era propia de Lacan, se torna prioridad reparar en los posibles puntos de contacto que permitirían confirmar la presencia de la religión en su discurso, particularmente, en lo que al término inmixtión respecta.
En el Seminario 19, que pareciera ser la última ocasión en que mencionó el término, se retrotrae a la oportunidad en que lo introdujo (1955 -Seminario 2-). Al manifestar su fastidio, en “El deseo de dormir”, indica que, en “El sueño de la inyección de Irma”, propuso “immixtion de sujetos” para mostrar cómo se trata un texto de Freud, lo que tenía de ambiguo y que Freud interpretó ese sueño de deseo en el nivel de las preocupaciones presentes.(1)
Al tomar el conjunto del sueño y la interpretación que realiza Freud de él, Lacan da a ver que a Freud, no sólo le preocupaba mostrar su probidad médica sino que, también, vivía el período creador que estaba atravesando “…en una atmósfera angustiante, con la sensación de hacer un descubrimiento peligroso…” (2), el secreto del misterio luciferano, como se puede leer en sus cartas a Fliess.
Respecto a lo que tenía de ambiguo, cabría preguntarse, ¿quién, Freud?, ¿qué, el sueño-texto?, ¿la palabra solución? o ¿”immixtion de sujetos”?
La ambigüedad insiste porque, cuando Lacan anuncia que va a introducir el término dice: “…con todos los dobles sentidos que comporta…” (3); en el re-análisis del sueño que efectúa en el Seminario 2 señala que, en la ambigüedad de la palabra Lösung “…el sueño…adquiere ya su sentido simbólico.”(4) y, además, que Freud, en este estadio en que está realizando sus descubrimientos capitales está, al mismo tiempo, descontento y lleno de confianza, abierto tanto a la duda como a la certeza.

Procurando continuar con lo que podría ser una huella de la religión en el discurso de Lacan, resulta pertinente conectar con lo que advierte P.Peusner acerca de que, por lo general,  emplea la palabra inmixtión para dar cuenta de una relación de muchas personas; el término suele aparecer en oposición a multitud o, también,  cuando procura deslindarse del colectivo, del grupo.
Inmixtión y la fracción del pan a ella contigua, ¿no podrían leerse como un modo de estructuración de la multitud  diverso a la estructurada como la freudiana? Será conveniente detenerse en procura de zanjar esta cuestión.
En el Seminario 2, a partir de la fenomenología del sueño de la inyección de Irma, Lacan distingue dos partes destacando que, en el paso de una fase a otra, las relaciones del sujeto cambian por completo. Mientras en la primera, Freud se mantenía exactamente dentro de relaciones de la vida vivida, la segunda parte del sueño pone en evidencia que el sujeto es sustituído por el sujeto policéfalo, el sujeto se descompone y aparece la multitud formada por la pluralidad imaginaria del sujeto, por la expansión de las diferentes identificaciones del ego.
Lo que el sueño muestra es que, no hay sujeto unificado.
Por su parte, la iglesia, con el rito de la fracción del pan simboliza la unidad de los comulgantes ya que los fieles, que son muchos,  al participar del único pan que es Cristo, forman un solo cuerpo, la Iglesia. Este signo de unidad fraternal está conectado a la inmixtión que es signo de unidad pues, en la mezcla, Cristo se hace elemento de unidad y porque, con la mezcla, se expresa la acción unitiva de la eucaristía dado que, todos los que comen del pan partido, se unen a Cristo y forman un cuerpo con él.

Podrá objetarse esta lectura pero, no deja de estar vinculada a la oposición de Lacan respecto de toda referencia a la totalidad, por lo cual establece que el individuo y lo colectivo son equivalentes, añadiendo que “El psicoanálisis…remite al uno y al otro a su posición de espejismo” (5).

También se advierte que, de alguna manera, estaría en relación a esta cuestión, la distinción que realiza Freud respecto de las nuevas unidades que, merced al trabajo de condensación, se forman en el sueño. Para apreciarlo con mayor claridad, resulta  ciertamente rico, mantener en alemán la diferente escritura de personas de acumulación y personas mixtas. Sammelbild está compuesta por Sammeln que significa colección, acopio y alude a colectivo y, Mischperson está constituida por Misch que significa mixto, que deriva de Mischung cuyo significado es: mezcla.
Como Freud reconoce en la formación de nuevas unidades, una de las particularidades del trabajo de condensación y, como Lacan introduce el término inmixtión cuando está planteando el modo en que Freud cuenta cómo se presenta el Dr M -que es una persona mixta- en el sueño de la inyección de Irma, podría pensarse que está refiriéndose a cómo el psicoanálisis, a diferencia de la religión, concibe la unificación; no como solución, no como colección, acopio, acumulación sino como un tipo particular de mezcla.

Pero tal vez, la neta impronta latina del término inmixtión sea el indicio que más evidencia el diálogo con la religión aludido en el discurso de Lacan. El latín, pese a ser lengua muerta, es idioma oficial en la Ciudad del Vaticano y sigue siendo utilizado como lengua litúrgica oficial por la Iglesia. Precisamente por su status de lengua muerta es útil para que los textos litúrgicos y teológicos conserven su sentido; su status de lengua muerta es necesario para que los significados de las palabras se mantengan estables.
Finalizando ya este puente, se retoma la idea de que Lacan estaría empleando el término inmixtión como metáfora del dominio significante, para realizar otras articulaciones.
Desarraigar el término del seno de la religión, podría ser un modo de subvertir la lógica del signo, de desestabilizar el sentido. Y, duplicar el exilio, en Baltimore, traduciéndolo al inglés -lengua de origen indoeuropeo y no romance, como el francés y el español- sería convertirlo en un elemento equívoco. ¿Podrían ser éstas, operaciones mediante las cuales Lacan, estaría haciendo pasar el signo al estatuto de significante?
La arrogancia que pudiera perfilarse tras esta pregunta, acelera el paso hasta alcanzar la salida.

Un detalle anuncia el acceso a un nuevo puente.
En la Introducción General del Misal Romano, texto donde se exponen los lineamientos generales y las normas para la celebración de la misa, el término inmixtión, además de aparecer escrito con “nm”, tienen un sinónimo. A veces se usa inmixtión y otras, conmixtión.
La sinonimia viene a poner alguna luz en este recorrido ya que, el término conmixtión es reconocido por la Real Academia Española. En su diccionario, indica que deriva del latín y que su significado es mezcla de cosas diversas.
El desconocimiento de otras lenguas que la española junto a la escritura del término, sea en francés –immixtion-, sea en inglés –immixing- había conducido a reparar en la “doble m” como rasgo que diferencia al francés, inglés y, también al alemán del español en el que, contrariamente, las consonantes dobles son escasas. Pero, al mismo tiempo, estaban obstaculizando la distinción del prefijo que la sinonimia destacó.
Quedando al descubierto que los términos sinónimos serían palabras compuestas, podría  entrar en juego la “química de las sílabas”, a la que Freud se refirió en “La interpretación de los sueños” cuando desarrolla el trabajo de condensación.

La sustitución del prefijo “in” que significa penetración, estar en, dentro  por “con” que significa unión, colaboración, agregación, orienta respecto al significado de los sinónimos.
Aunque por lo general, los prefijos no son partículas autónomas, al asociar “in” y “con” entre sí, en virtud de la semejanza que conllevan, se enfatiza la idea de “juntar dentro” (con-in/con-en), de rápida y fácil equivalencia con “totalidad”.

Esta observación se correspondería con la sinonimia pero, más que como relación semántica de identidad o semejanza, como figura retórica que tiene por objetivo reforzar la expresión de un concepto.
Con el intercambio de los prefijos “in” y “con”, tanto como con el enlace entre ellos, se pone de manifiesto que el sentido religioso, excluye la posibilidad de confundir o interpretar “in” como prefijo de negación.
Si lo que ahora se aísla es el lexema (o raíz), las lenguas de origen develan cierta especificidad pues mixtion y mixing hacen clara referencia a la Química. El término francés da cuenta de una mezcla de sustancias en un líquido para la composición de un medicamento y, como sinónimo de mixing, blend alude a la homogeneidad de la mezcla. De ambos se desprende la idea de mezcla en tanto solución (mezcla homogénea, uniforme).
Desde la extraterritorialidad de ambas lenguas no deja de advertirse una doble insistencia: la alusión a la Química sea en la palabra compuesta o descompuesta y, la antigüedad del término sea en uno u otro idioma.
En función del olvido y desuso en que el término inmixtión ha quedado sumergido, podría calcularse que Lacan, al introducirlo, estaría dando a ver y leer lo que sería un fragmento, producto y testimonio de su “excavación”.
El rastreo de esta palabra a través del tiempo llega hasta la Edad Media. En ese período, inmixtión, pareciera haberse desplazado a otros usos, razón por la cual el significado original -religioso- habría sufrido algunas alteraciones.
En el contexto del feudalismo, el sistema de vasallaje reemplazó al anterior vínculo directo entre súbditos y monarcas. La ceremonia a través de la cual quedaba constituída una relación feudal entre el señor y su vasallo, recibía el nombre de Hominaticum et inmixtio manuum. El homenaje, típico en Francia, consistía en que el vasallo arrodillado colocaba sus manos en posición orante entre las del señor y pronunciaba “me hago vuestro hombre”; en señal de aceptación, el señor cerraba las manos sobre las de su vasallo y le daba un beso. El vasallo juraba fidelidad a su señor sobre libros o reliquias sagradas en presencia de la comunidad y la Iglesia. Este acto teocrático le daba autenticidad al contrato.
Si bien durante este mismo período histórico se produjo la configuración más antigua y aproximada de lo que son, actualmente, las sociedades comerciales (surgieron los bancos, las compañías marítimas), la vertiente jurídica que adoptó el término se manifiesta en los Códigos de Comercio que comenzaron a promulgarse a partir de la codificación napoleónica.

Habiéndose constituido el Derecho en el instrumento idóneo para el ordenamiento de las relaciones interpersonales, el Código de Comercio francés, de 1807, fue el primer cuerpo normativo en consagrar una regulación de la actividad comercial. Debido a ello, fue el modelo de los posteriores cuerpos semejantes, tales como el español (1829), el alemán (1861) y el argentino (1862).
A pesar de que se reconocen diferentes clases de sociedades mercantiles, es respecto de la Sociedad en Comandita Simple que, en el Código de Comercio, figura la “prohibición de inmixtión”.
Un rasgo propio de este tipo de sociedad es que se configura por una limitación de la responsabilidad. En ella concurren dos clases de socios -comanditados y comanditarios-reservándose a los comanditados la administración de la sociedad con exclusión de los socios comanditarios, a los que se les sustrae la potestad de mando.

En el Derecho argentino, esta prohibición está contenida en el Art. 137 de la Ley de Sociedades Comerciales 19550, donde dice que el socio comanditario no puede inmiscuirse en la administración.
Tal como se preveía, las modificaciones sufridas por el término inmixtión, antes de su sepultamiento o, mejor dicho, antes de que cayese en el olvido, pueden pasar a ser importantes fuentes de información.
Retomando las lenguas extranjeras se advierten ciertas diferencias. En inglés, immixing/mixing/mix, tanto como algunos de sus sinónimos (blend, alloy, integrity, absorb), se vinculan a la Química e indican la idea de fusión. Sin embargo, en francés, daría la impresión que el término, al haberse desplazado hacia otros usos, no sólo tendría mayor tradición sino que habría padecido cierta alteración. Pese a mantener parentesco con la Química en lo que a “poner en contacto” se refiere, cierta variación en el significado se produce, cuando no son sustancias las que se contactan.
En el contrato feudal se advierte que inmixtio manuum se refiere a  la mezcla de manos. Aunque solía significarse como fusión de manos, la discontinuidad entre las de uno y otro, es evidente.
Por su parte, la definición jurídica que cabe para la Sociedad en Comandita Simple, a la que se considera sociedad mixta, denota intromisión, interferencia, entremeterse, términos en los que el prefijo “inter/entre” se filtra cobrando relevancia y sustituyendo a los prefijos “in” y “con”.

 “Entre”, que es tanto prefijo como preposición, si bien expresa la idea de participación conjunta, también establece la de límites, la de alternancia, distancia, en el tiempo y/o en el espacio. 
No deja de resultar una curiosidad que sea, precisamente, en el puente al que se entró por la sinonimia, donde surja una diferencia.
El prefijo “in” de inmixtión, al ser reforzado por “con” en su sinónimo conmixtión, resultaría ser prefijo en sentido locativo, “in” : en, dentro.
Idéntica partícula pero, en tanto prefijo de negación estaría, al menos insinuado, en las modificaciones sufridas por el término ya que, el “entre” implicado en sus definiciones alude a “no todo”.
La ambigüedad del morfema, no puede no impactar en el término. Lo anticipaba Lacan, cuando al anunciar su introducción advertía acerca de “…todos los dobles sentidos que comporta…”.
En el puente de la intertextualidad se reparó en el sentido religioso, ciertamente diverso a lo que, desde el psicoanálisis podría interpretarse, en lo que a la formación de unidades respecta. En este puente, los dobles sentidos parecen ampliarse a partir del “no todo” aludido por el prefijo “entre” y, a partir de que “con” evidencia la exclusión de “in” como prefijo de negación.

En virtud de que inmixtión permitiría diferentes interpretaciones, incluso contrarias, se aborda el sexto puente.
Que se excluya “in” en tanto prefijo de negación, hace serie con la idea de totalidad, de unidad unificante, de homogeneidad de la mezcla. Serie que podría continuarse con la superación de la separación aludida en el signo de unidad y hasta con la unidad del signo.
La particularidad del prefijo de negación, que se utiliza para indicar privación/falta, es que al unirse a determinadas palabras invierte el significado. Valgan como ejemplos: in-visible, im-posible, i-legal. Por lo tanto, incluirlo, posibilitaría otra serie, contraria a la anterior.
Las dificultades para precisar el significado de inmixtión son recurrentes. El término mismo impresiona como una mezcla que indistingue sus componentes. En un inicio, no se diferenciaba el prefijo y, posteriormente, dada su ambigüedad, la indeterminación persiste.

No obstante la curiosa insistencia de la Química, es posible no desviar la mirada del lenguaje.
La antigüedad del término -perfilada en las lenguas francesa e inglesa- ligada a la ambigüedad del mismo, remite a los sistemas primitivos de expresión.
En las lenguas primitivas, las palabras, con frecuencia, designaban una cosa y lo contrario al mismo tiempo. Esta peculiaridad, que asombró a Freud y le permitió entender la llamativa inclinación del trabajo del sueño por componer los opuestos en una unidad, puede resultar esclarecedora.
¿No podría ser inmixtión, relicto de ese viejo sentido contrario?

En “Sobre el sentido antitético de las palabras primitivas”, siguiendo el ensayo del lingüista Karl Abel, Freud destaca las particularidades de la lengua egipcia pero, del apéndice con ejemplos, extrae casos del latín en los que, sin que haya habido modificación fonemática, subsiste el sentido opuesto. Son de esa índole: altus, que significa “alto” y “profundo” y, sacer que significa, a la vez, “sagrado” y “maldito”.
En el caso de que inmixtión fuese una palabra primordial en la que están contenidos los opuestos, su significado sería tanto en- mezcla/do como no-mezcla/do. ¿Podría decirse, en otros términos, “unido” y “separado/dividido”?
Aún teniendo en cuenta los desplazamientos del término hacia otros usos, la traducción: inmiscusión, intromisión que denota “entremezcla”, no diluye la oposición ya que, en ella, algo se mezcla pero no todo está mezclado.
Las distancias recorridas, a través de los diferentes puentes, parecen desvanecerse pues se hace presente el tema del encuentro en Baltimore. Desde el mismo título de su conferencia, Lacan estaría estableciendo que no hay estructura que pueda ser totalizada. “…as an immixing of Otherness…”, es decir, “…como una inmixtión de Otredad…”, haría referencia a “en-mezcla”, porque no hay sujeto sin Otro; el sujeto es efecto de la cadena significante, el sujeto permanece en una relación de sujeción al Otro y, al mismo tiempo, haría referencia a “no-mezcla” porque el ‘objeto a’, producto de la cadena significante, no reingresa a ella; el ‘objeto a’ es heterogéneo respecto del orden simbólico que lo engendra. En la estructura, no todo es significante; ‘a’ es lo in-significante de la estructura, lo que de ella no es significante.
La orientación del recorrido pareciera estar indicada por el texto en que Freud trabajó el folleto de Abel y por el sueño-texto que trabajaba Lacan cuando introdujo, oralmente, el término inmixtión: “La interpretación de los sueños”, vía regia al inconsciente.

En dicho libro, la concepción de inconsciente que transmite Freud, está completamente ligada a la palabra, en particular, por su propiedad de hacer entender lo que no dice.
No era la totalidad de lo que hay en el sueño lo que le importaba a Freud. Por haber centrado su interés en el elemento semántico -aquello a lo que llama pensamientos del sueño, Gedanken-, reaparece el término inmixtión.
Desde la perspectiva de este puente se puede advertir que, en la dificultad para reconocerlo como palabra compuesta, también estaba operando la condensación, concepto que Freud introdujo en el citado libro, tomando como apoyo el sueño de la inyección de Irma.

Aunque va quedando al descubierto que, el aspecto de unidad indisoluble no resulta tal, la formación de unidades, de nuevas unidades -una particularidad del trabajo de condensación- se sitúa lejos de la casualidad.
No sería hora de desatender la señal que indica la importancia de mantener los términos en la lengua original. Entonces, al leerse, Verdichtung, el panorama se va haciendo más animado ya que se presentan, sobreimpuestas, diversas cuestiones que, respecto de ella, Lacan enseñó.
El agrupamiento que constituye Verdichtung junto a Verneinung y Verdrängung, no oculta el conjunto que conforma con Verschiebung. En el primero, aparece como una de las funciones sintomáticas que Freud ubicó en el primer plano de su descubrimiento y como ley del malentendido. En el segundo, como una de las vertientes de la incidencia del significante sobre el significado y como nombre del mecanismo que es connatural a la poesía por condensar, en sí mismo, la Dichtung (poesía).

En eco del puente de la sinonimia, en el que la “química de las sílabas” entró en juego, resuena la sugerencia lacaniana de descomponer los términos para no perder los recursos semánticos de la lengua alemana. Pese a que esto implica aminorar la marcha, cabe reparar en que Verdichtung  deriva del verbo verdichten  que significa oprimir, presionar, comprimir y, cuyos sinónimos son: subsumir, subordinar, concentrar, resumir. Despejando de él, dicht (ver/dicht/en), surgen: dicht, como adjetivo, que hace referencia a completo, cerrado, sin grandes espacios de separación y  dicht, en tanto adverbio, que alude a proximidad. Lo que, una vez más, llama la atención es que, como sustantivo, Dichte, haga referencia a la Química pues denota tanto sucesión (uno junto a otro), como concentración de una composición, sustancia o de una representación (Vorstellung).
Tras estas ramificaciones, lo que va decantando es que, el significado de Dichter es compositor de obras literarias en verso -poeta-, que el significado de Dichtung es composición en verso -poesía- y, además, por qué Freud llamó Verdichtung  al `hacer con palabras´.

Va quedando en claro que el sostén en que Freud se apoyó para reconocer el poder combinatorio, resorte del inconsciente, fue su lengua materna que se caracteriza por combinar, en numerosas ocasiones, dos o más palabras para formar una sola que, por lo tanto, es separable.
Por haber ahondado, también,  en la naturaleza del lenguaje, Lacan consideró que de la Verdichtung, toma su campo la metáfora y llamó a la técnica psicoanalítica, `técnica de la palabra´.
Transitando el último tramo de este puente, pareciera no haberse dejado atrás el de la sinonimia. En él, quedó al descubierto que, in/mixtión es una palabra compuesta -como también lo es, tri/metil/amina-  y que, la homonimia prefijal concentra en “in”, el sentido locativo y el privativo. La sustitución de uno por otro, operada en el puente que se está culminando, parece haber puesto de relieve la función creadora de la palabra y su valor de evocación.

Tras haber arribado a la orilla, se presenta una situación particular. Cualquiera de los puentes a los que se puede acceder desde ella, será recorrido por segunda vez. Son tres. La decisión de volver a pasar por el que se acaba de abandonar, responde a que se localiza entre los otros dos, en el medio.

GRÁFICO 2
Grafico 2

Que reingresar al sexto puente sea, al mismo tiempo, iniciar el séptimo y que éste, de algún modo, se torne otro pues será recorrido en sentido contrario, mantiene despierto el entusiasmo.
A poco de haber ingresado en él, vuelven a la memoria la ruptura del signo saussuriano, la descomposición -con el desarrollo del lenguaje- de las palabras primitivas en dos de un solo sentido, la posibilidad de separar el prefijo del término inmixtión e, inclusive, la división en partes de la totalidad del sueño, que efectuaba Freud, para su análisis. Probablemente sea efecto de la proximidad del puente de la conferencia de Baltimore que, desde este tramo inicial, puede aún divisarse. Quizás, también, porque hacia el otro lado, se halla próximo el puente de la Química, desde donde se alcanza a escuchar que, en dicha ciencia, hay procedimientos físicos a los que se puede recurrir para separar soluciones, es decir, las sustancias que -aunque indistinguibles- forman una mezcla homogénea. Lo que resuena como muy interesante es que, aún cuando por medio de esos métodos físicos de separación, puedan recuperarse las sustancias que componen la mezcla, algo siempre se pierde, por lo tanto, no habría manera de separar sin pérdida.
Habida cuenta de la abundante presencia de paremias en la obra de Lacan, no dejaría de ser ni im ni pertinente plantear, al modo de aforismo, “la separación no es sin pérdida”. No otra cosa es lo que se ha estado poniendo de manifiesto a través de los puentes en los que se fue desplegando lo que el término inmixtión comprime/encierra.
Del puente de la Conferencia de Baltimore, se desprende que sólo desde una posición imaginaria, podría pensarse al sujeto como unidad, como individuo indivisible, ya que el sujeto introduce en él la división. En el puente de la sinonimia, el prefijo “in”, habría reflejado que -como sostiene el discurso psicoanalítico- no hay identidad, no hay modo de referirse a la identidad si no es a partir de la diferencia.
Del puente de la Química, derivó la posibilidad de pensar que, Lacan, estaría empleando inmixtión como metáfora de la primacía significante entrando a ponerse en juego, con ella, la falta en el lenguaje. Y, la sustitución de los prefijos homónimos -realizada en este mismo puente pero cuando se lo recorrió en sentido inverso- habría confirmado la fórmula de la metáfora: “Una palabra por otra”.(1)
Quizás porque desde este tramo comienza a distinguirse el puente de la intertextualidad, se alcanza a vislumbrar el diálogo que mantiene el discurso de Lacan con el movimiento al que pertenecía Jakobson y con el que Bajtín compartió algunos conceptos. Incluso, en la discusión posterior a la Conferencia de Baltimore, Lacan dijo que, para él, era primario un formalismo de la metáfora para que se comprenda qué es lo que -en términos freudianos- se denomina condensación, a la cual consideró un descubrimiento formidable.(2)

Lo que la palabra condensa, lo que la condensación concentra, que es lo que se ha ido revelando a medida que se fueron atravesando los puentes, se presenta, ahora, en un entramado con la desautomatización -recurso creativo y de ruptura- procedente del formalismo ruso y con la cantidad de metáforas y neologismos creados por Lacan a lo largo de su enseñanza.
La metáfora que produjo para disipar el malentendido del lenguaje-signo fue `intimación de la palabra´ que al connotar la puesta en contacto del lenguaje y la carne, remite a la intromisión de un cuerpo en otro. De sostenerse el empleo metafórico que habría estado haciendo Lacan del término -tal como se advirtió en el puente de la Química-, inmixtión haría serie con ella ya que estaría reuniendo, en esta única palabra, las diferencias entre signo y significante. La particularidad de esta palabra es que condensaría la ruptura, tanto de la unidad del signo como del signo de unidad.
Sea que -en términos poéticos- “Entre el hombre y el mundo hay un muro”, sea que -en términos psicoanáliticos- el significante mata la cosa, no mata todo, “…no es sin pérdida”.
Entonces, desde esta perspectiva, se puede advertir que inmixtión, en tanto en-mezcla/do, aludiría al sujeto del inconciente, sujeto barrado, sujeto que se hace representar por la cadena significante, mientras que inmixtión, en tanto no-mezcla/do, aludiría al sujeto todavía no existente, aquel que Lacan sugirió que podría nombrarse como `sujeto del goce´, aunque sólo míticamente se lo puede aislar como sujeto.
La ex-sistencia del sujeto del inconciente y la extimidad del objeto, no sólo evidencian el diálogo con el formalismo ruso sino que, contribuyen a reflejar tanto que el sujeto no se confunde con el individuo como que, el sujeto está no-todo en el lenguaje.

Lo que se puede apreciar es que, así como la imagen no apresa todo, el significante no articula todo; hay intromisión de lo simbólico sobre el cuerpo pero, también, lo real se inmiscuye en lo simbólico.
Aunque disruptivo, en asonancia con lo que se viene observando, se halla Königsberg. Impacta descubrir que esta ciudad cuya peculiar disposición inspiró el problema matemático planteado por Euler, sea un exclave. Si bien fue una posesión prusiana hasta la unificación de Alemania, tras la Primera Guerra Mundial, quedó aislada de ese país por el corredor polaco de Danzig. Luego de la Segunda Guerra, pasó a pertenecer a Rusia y fue rebautizada. Actualmente Kaliningrado, es un fragmento que se encuentra aislado del resto del territorio ruso y completamente rodeado por territorios de otras jurisdicciones (Lituania y Polonia).
Estar por fuera a la vez que ligado, ser exterior al mismo tiempo que interior, no sería lo que, de uno u otro modo, iba emergiendo, en las distintas aproximaciones que se fueron intentando al término inmixtión?  En el Seminario 1, Lacan (se) pregunta: “¿Hay acaso algo más difícil que plantear las definiciones justas?”(3)
Al continuar avanzando por retroceso el tramo final de este puente, una señal vuelve a indicar -como ocurrió al recorrerlo en sentido contrario- la importancia de mantener los términos en la lengua original. Mientras que en aquella ocasión se leyó, en alemán, Verdichtung a la que Lacan definió como la “estructura de sobreimposición de los significantes”(4), ahora se lee, en francés, Caché cuyo significado es `oculto´. Esta palabra -que según manifiesta Lacan, en El reverso del psicoanálisis, tiene virtudes etimológicas- quiere decir “que hay algo que está comprimido, como una sobreimpresión, algo que tiene que desplegarse para ser legible”(5).
Si se reparara en `oculto´, la mirada se encauzaría hacia el significante sustituído en la metáfora, el cual no desaparece sino que permanece por debajo, “…presente por su conexión (metonímica) con el resto de la cadena” (6) y, podría continuarse por lo que “…liga a la metáfora con la cuestión del ser y a la metonimia con su falta”(7). Pero, tal vez, a no muy diferente lugar se arribe si en lo que se repara es en sobreimpresión y sobreimposición.
Aunque remiten a escritura, sobreimpresión y sobreimposición, resuenan, despertando el recuerdo de la frase `Que se diga queda olvidado tras lo que se dice en lo que se escucha´(8), frase que -en palabras de Eidelsztein- “…condensó la posición de Lacan respecto del inconsciente”(9).

Fue, precisamente, del orden de la voz lo que llevó a poner en contacto el término inmixtión con la Química, puente a partir del cual la función creadora de la palabra parece haber comenzado a tomar cuerpo.
Una pluralidad de voces (la de Lacan, la de Miller y la de Eidelsztein, entre otras) caen como en cascada, en lo que al objeto voz respecta.
Puesto que sería interminable repetir lo que cada uno de ellos refiere, se opta por extraer, de Miller, que la voz de la que se trata en la enseñanza de Lacan, al distinguirse de la simple y pura audición, está presente tanto en lo que se escucha como en lo que se lee y, de Eidelsztein, el paradojal destino del significante: “…nadificar todo menos el lugar mismo desde donde se produce él como tal: la voz”(10).
Como se venía advirtiendo, no-todo se reduce al estatuto del sujeto barrado. En Baltimore, Lacan indicó al objeto perdido, como soporte del sujeto.

Boquiabierto -podría decirse- es como se accede al puente que resta ya que, en el capítulo XX del Seminario La Angustia, titulado “Lo que entra por la oreja”, se lee inmixión de la voz.

“La más simple inmixión de la voz en lo que se llama lingüísticamente su función fática -se cree que esta se sitúa en el nivel de la simple toma de contacto, cuando ciertamente se trata de otra cosa- resuena en un vacío que es el vacío del Otro en cuanto tal, el ex nihilo propiamente dicho.” (1)

Como para Lacan, de lo que se trataba era de restituir a la palabra su pleno valor de evocación, insistía respecto a que la función del lenguaje no es informar, respecto a que la palabra no está hecha para comunicar. Entonces, que no acordara con circunscribir la función fática a la simple toma de contacto, suena congruente.
La función fática, es una de las siete funciones del lenguaje listadas por Jakobson. Si bien está orientada hacia el contacto porque es una función vacía de contenido informativo, para lo que sirve -únicamente- es para subrayar el canal. Y, tal vez sea éste, el que esté en relación con `esa otra cosa de la que se trata´ pues, en el mencionado capítulo, Lacan refiere estar tratando de “captar cómo la alternativa del deseo y del goce puede encontrar una vía de paso”(2). Resulta inevitable remitir, canal y paso, a aquella paciente escéptica de Freud que asocia el único vestigio de su sueño al chiste que ha oído contar.(3)
A pesar de que, como señala Miller, Lacan desconecta de las funciones orgánicas lo que tiene que ver con la voz propiamente dicha, en el capítulo citado, indica que algo en la forma orgánica parece estar emparentado con datos topológicos. La remisión es, una vez más inevitable pero, en esta oportunidad, hacia el Seminario 23 en el que Lacan menciona que la oreja, es el orificio más importante que tiene el cuerpo “porque no puede taponarse, clausurarse, cerrarse”, añadiendo que, es la vía por la que en el cuerpo responde la voz.(4)

Que la voz se incorpora, es algo de lo que el superyo, las pulsiones y hasta la psicosis, darían cuenta.
Abordando el término inmixtión pero, particularmente, respecto de la voz, podría decirse que, en tanto no-mezcla/da, es del orden de los objetos cesibles, incluso, “aquel objeto esencial que desempeña la función de a…el más original” (5); mientras que, en tanto en-mezcla/da, sería lo que compele al lazo, lo que liga al Otro.

No deja de sorprender, aunque ya se sabía, cuán implicada y aludida está la voz en el discurso de Lacan. Una serie de conceptualizaciones y fenómenos lo reflejan:

*el imperativo que Lacan le hace decir al superyo: ¡Goza! (jouis) al que sólo se le puede responder con un “oigo” (j’ouis) (6);
*las pulsiones, a las que considera “el eco en el cuerpo del hecho de que hay un decir”(7);
*el objeto perdido en su función de causa, al que llama objeto sincopado, indudable - mente, para señalar su supresión pero, sea como fenómeno rítmico, sea como proceso fonológico, sea como figura retórica, en síncopa, la voz está implicada (8);
*las voces extraviadas de la psicosis, que evidencian que la alteridad de la voz respecto de lo que se dice está perdida;
*los analistas, portavoces del lugar del Otro, en la experiencia analítica (9);
*la interpretación, que “opera únicamente por el equívoco (ya que) es preciso que haya algo en el significante que resuene” (10);
*la analogía establecida entre la función del sueño y los monólogos hipnopómpicos de los niños muy pequeños, cuyas características indican que “todo ocurre en la Otra escena” (11);
*“Yo, la verdad hablo” (12), conocida prosopopeya a la que Lacan presta su voz (13), daría a ver cierta “hermandad” entre la verdad y la voz.
*“Soy en el lugar donde se vocifera que `el universo es un defecto en la pureza del No-Ser´” (14), cita a partir de la cual se advierte que “en el no-ser del significante, aparece la impureza que introduce el objeto voz” (15).
*También en el grafo del deseo Lacan ubica la voz, más allá del Otro.

En la lectura del Grafo IV que proponen D´Angelo, Carbajal y Marchilli -al que cierran en forma de ocho interior-, la línea discontinua, al menos hasta donde se puede advertir, se vincula a la voz.

GRÁFICO 3
Grafico 3

La línea transversal que va de A a s(A) señala que, cuando un significado es sancionado en s(A), la voz es lo que se pierde y, la línea exterior que va de A a S(A), implica lo no leído del significante que insiste en su dimensión de voz. Esta línea, al incrustarse en el cuerpo, abre los bordes que sirven de fuente a la pulsión parcial ($^D) (16).
Desviando la vista, momentáneamente, de las letras que están en los puntos de intersección, se advierte -siguiendo, ahora, la lectura de Eidelsztein- que la línea llamada Voz desemboca en el Goce, que es un “lugar absolutamente determinado por lo simbólico…punto donde lo simbólico, por estructura, falla”(17), “lugar desde donde se vocifera…lugar del  Ser del sujeto”(18).
De estas lecturas del grafo se desprende, tanto la voz como resto del encadenamiento significante -probablemente, por eso: “objeto esencial que desempeña la función de a”, como la voz en la dimensión de pulsión invocante. Además, que el lugar del Ser del sujeto hablante sea la impureza, la falla del No-Ser se articula a la esencia del objeto, que es fallar (19) y, en el goce, “es la voz como objeto lo que cuenta” (20).
Dado que vociferar, por ser verbo, remite al principio, podría enlazarse a la hipótesis estructurante que plantea Lacan para la génesis del a. Al proponer que nace en otra parte y antes de la captura en el espacio especular que lo oculta, ¿no estaría aludiendo a la voz?

Desde voz, ser y goce, que reflejan que no se trata sólo del sujeto del significante, se redirecciona la atención hacia inmixtión. Aunque es por la voz que el sujeto entra en relación con el Otro, lo que no tiene lugar en el campo simbólico, vocifera. La voz orienta al sujeto respecto al deseo del Otro pero, como propone Lacan, la constitución del sujeto en el Otro no es posible si, en su curso, no se pierde el objeto a. Y la voz ha de perderse para que el sujeto tenga la palabra. Si la voz no estuviera perdida, el sujeto oiría voces. Es por la mediación de la palabra que la voz se atenúa.
Se torna inevitable evocar que “la voz es lo que siempre se olvida en el campo de la palabra” (21), como señala Eidelsztein, y que “ser no es más que olvidar” (22), como refiere Lacan.
No obstante estar saliendo del puente, se abren  preguntas: inmixtión de la voz, ¿no confirmaría el sentido antitético del término inmixtión? Inmixtión, ¿no daría cuenta de la estructura del sujeto?
Tras haber atravesado todos los puentes, para lo que hubo que volver a transitar, en sentido contrario, uno ya recorrido, se advierte que no se llegó al punto de partida pero sí, al primer territorio que se arribó, el del psicoanálisis. Se lo reconoce porque, en un muro, se lee: “…de mi discurso no esperen nada que sea más subversivo que el propio hecho de no pretender darles la solución” J.Lacan. (23)

A modo de consecuente:

Para concluir, resta agregar que, los obstáculos que se fueron presentando durante el período de elaboración del trabajo, pudieron atravesarse solicitando colaboración a: *Atía, Romina (Traductora de inglés); *Avalis, Silvia  (Profesora de francés); *Hollmann, Cristina (Profesora homologada por la DGAF); *Martínez, Claudia (Laboratorista universitaria); *Tarapow, Guadalupe (Abogada) y *Weyland, Federico (Licenciado en Filosofía. Profesor de alemán).

 

BIBLIOGRAFÍA:

(1) Lacan, Jacques Escritos 1: “El seminario de la carta robada”. Siglo Veintiuno Editores. Bs As, 2005 (pág 15)

Puente 1 (religión)

*www.vatican.va: Instrucción General del Misal Romano.
*es.catholic.net: La Misa, partes en que se divide.
*www.mercaba/org: La liturgia de la eucaristía.
*la-liturgia.blogspot.com: La liturgia: La conmixtión o inmixtión.

Puente 2 (Conferencia de Baltimore)

*”Acerca de la estructura como mixtura de una Otredad, condición sine qua non de absolutamente cualquier sujeto”. Traducción de Leonel Sánchez Trapani.
*Peusner, Pablo: “Acerca de la entrada del término `immixtion´ en la obra de Jacques Lacan. Nota filológica”.
*Peusner, Pablo: “Pertinencia del término immixtion en la definición del sujeto, tal como se lo entiende en el marco de una ética propia del psicoanálisis” (Backstage).
*books.google.com.ar:”Imposturas científicas: los malentendidos del caso Sokal” Baoudouin Jurdant (pág. 233)                                                                                                             

Puente 3 (Química)

*”Acerca de la estructura como mixtura de una Otredad, condición sine qua non de absolutamente cualquier sujeto”. Traducción de Leonel Sánchez Trapani.
*Lacan, Jacques: El Seminario. Libro 2. Editorial Paidós. Bs.As, 2006 (capítulos XIII y XIV).
*Nuevamente Santillana: Física y Química. ES 2º año. Ed. Santillana. Bs.As, 2008 (capítulo 2: Las soluciones).
*Saberes clave: Física y Química. ES 2º año. Ed. Santillana. Bs.As, 2012. (Capítulo 2: Las soluciones).
*Saberes clave: Química. ES 5º año. Ed. Santillana. Bs.As, 2011. (Cap 1: El petróleo y los hidrocarburos).
*books.google.com.ar: La Mesa de la palabra: Ordenación de las lecturas de la Misa, texto y comentario. José Ardazábal (págs 18 y 19).

Puente 4 (intertextualidad)

(1) Lacan, Jacques: El Seminario. Libro 19. Editorial Paidós. Bs.As, 2012 (capítulo XV).
(2)Lacan, Jacques: El Seminario. Libro 2. Editorial Paidós. Bs.As, 2006 (pág. 247).
(3)Ibíd (pág. 243).
(4)Ibíd (pág 229).
(5) Lacan, Jacques. Escritos 1: “Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis”. Siglo Veintiuno Editores. Bs.As, 2005 (pág. 281).
*Freud, Sigmund. Obras Completas. Tomo IV. Amorrortu editores. Bs.As, 1993.  (puntos II y IV)
*Peusner, Pablo: “Pertinencia del término immixtion en la definición del sujeto, tal como se lo entiende en el marco de una ética propia del psicoanálisis” (Backstage y Episodio III).
*cvc.cervantes.es: Intertextualidad.
*www.slideshare.net: La literatura como tema de sí misma.

Puente 5 (sinonimia)

*Freud, Sigmund. Obras Completas. Tomo IV. Amorrortu editores. Bs.As, 1993 (punto VI).
*www.reglasdeortografia.com: Prefijos y sufijos.
*www.espanolsinfronteras.com: Los prefijos.
*www.las-artes.eu: Hominaticum
*www.cnv.gov.ar: Ley 19550.
*www.todoelderecho.com: De la Sociedad en Comandita Simple.
*la-liturgia.blogspot.com: La conmixtión o inmixtión.

Puente 6 (sentido antitético de las palabras primitivas/ ida)

*Freud, Sigmund. Obras Completas. Tomo XI: “Sobre el sentido antitético de las palabras primitivas”. Amorrortu editores. Bs.As, 1991
*”Acerca de la estructura como mixtura de una Otredad, condición sine qua non de absolutamente cualquier sujeto”. Traducción de Leonel Sánchez Trapani.
*Lacan, Jacques. Escritos 1: “La instancia de la letra en el inconsciente o la razón en Freud”. Siglo Veintiuno Editores. Bs.As, 2005.
*Lacan, Jacques: El Seminario. Libro 1. Ed. Paidós, Bs.As, 1996 (capítulo XXI).
*Lacan, Jacques. El Seminario. Libro 3. Ed. Paidós. Bs.As, 1991 (capítulo IV).

Puente 7 (sentido antitético de las palabras primitivas/vuelta)

(1)Lacan, Jacques. Escritos 1: “La instancia de la letra en el inconsciente o la razón en Freud”. Siglo Veintiuno Editores. Bs.As, 2005 (pág. 487).
(2)Lacan, Jacques. El Seminario. Libro 1. Ed. Paidós. Bs.As, 1996 (pág. 386).
(3)Lacan, Jacques: Ibid (pág. 383).
(4) Lacan, Jacques. Escritos 1: “La instancia de la letra en el inconsciente o la razón en Freud”. Siglo Veintiuno Editores. Bs.As, 2005 (pág. 491)
(5)Lacan, Jacques. El Seminario. Libro 17. Siglo Veintiuno Editores. Bs.As, 2006 (pág. 83).
(6) Lacan, Jacques. Escritos 1: “La instancia de la letra en el inconsciente o la razón en Freud”. Siglo Veintiuno Editores. Bs.As, 2005 (pág. 487).
(7) Ibid (pág. 508)
(8) Lacan, Jacques: “EL ATOLONDRADO, EL ATOLONDRADICHO O LAS VUELTAS DICHAS”. Escansión 1. Ed. Paidós. Bs.As, 1984.
(9) Eidelsztein, Alfredo: “La Topología en la Clínica Psicoanalítica”. Letra Viva. Bs.As, 2012 (pág. 73)
(10) Eidelsztein, Alfredo: “El grafo del deseo”. Ed. Manantial. Bs.As, 1995 (págs. 201 y 202)
*www.cieccordoba.com.ar: “La voz: entre el goce y el semblante”. Jacques. A. Miller.
*cvc.cervantes: “Sobre estilística y formalismo ruso”.

Puente 8 (salida)

(1)Lacan, Jacques: El Seminario. Libro 10. Ed. Paidós. Bs.As, 2006 (pág. 298).
(2)Ibid (pág. 292)
(3)Freud, Sigmund. Obras Completas. Tomo XV. Amorrortu editores. Bs.As, 1991 (pág. 108).
(4)  Lacan, Jacques: El Seminario. Libro 23. Ed. Paidós. Bs.As, 2011 (pág.18).
(5)Lacan, Jacques: El Seminario. Libro 10. Ed. Paidós. Bs.As, 2006 (pág. 276).
(6)Lacan, Jacques Escritos 2: “Subversión del sujeto y dialéctica del deseo en el inconsciente freudiano”. Siglo Veintiuno Editores. Bs.As, 1987 (pág.801).
(7)Lacan, Jacques: El Seminario. Libro 23. Ed. Paidós. Bs.As, 2011 (pág.18).
(8)Lacan, Jacques: El Seminario. Libro 10. Ed. Paidós. Bs.As, 2006 (cap. XVI).
(9)Eidelsztein, Alfredo: “El grafo del deseo”. Ed. Manantial. Bs.As, 1995 (págs. 185).
(10)Lacan, Jacques: El Seminario. Libro 23. Ed. Paidós. Bs.As, 2011 (pág.18).
(11)Lacan, Jacques: El Seminario. Libro 10. Ed. Paidós. Bs.As, 2006 (pág. 296).
(12)Lacan, Jacques. Escritos 1: “La cosa freudiana o sentido del retorno a Freud en psicoanálisis”. Siglo Veintiuno Editores. Bs. As, 2005 (pág. 391).
(13)Lacan, Jacques. Escritos 2: “La ciencia y la verdad”. Siglo Veintiuno Editores. Bs. As, 1987 (pág. 846)
(14)Lacan, Jacques. Escritos 2: “Subversión del sujeto y dialéctica del deseo en el inconsciente freudiano”. Siglo Veintiuno Editores. Bs.As, 1987 (pág. 800).
(15)Eidelsztein, Alfredo: “El grafo del deseo”. Ed. Manantial. Bs.As, 1995 (págs.195).
(16)Rinty D´Angelo, Eduardo Carbajal, Alberto Marchilli: “Una introducción a Lacan”. Lugar Editorial. Bs.As, 1984 (caps. XX y XXIII).
(17)Eidelsztein, Alfredo: “El grafo del deseo”. Ed. Manantial. Bs.As, 1995 (págs.202).
(18) Ibid. (pág. 196).
(19)Lacan, Jacques: El Seminario. Libro 20. Ed. Paidós. Bs.As, 2008 (pág. 73).
(20)Eidelsztein, Alfredo: “El grafo del deseo”. Ed. Manantial. Bs.As, 1995 (pág. 195).
(21)Ibid (pág.182).
(22)Lacan, Jacques. El Seminario. Libro 17. Siglo Veintiuno Editores. Bs.As, 2006 (pág. 55).
(23) Ibid (pág.74).
*aprendelenguaje.blogspot.com: Las funciones del lenguaje según Roman Jakobson.
*www.jotdown.es: La función fática en Roberto Fontanarrosa. Jorge Bustos.
* www.cieccordoba.com.ar: “La voz: entre el goce y el semblante”. Jacques. A. Miller.

Aclaración: al no poderse escribir “A barrado” ni “losange”, se escribe: “A [para mencionar el significante de una falta en el Otro: S(A)] y “^” [para hacer referencia a la pulsión ($^D)], respectivamente.

s.

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Revista de Psicoanálisis y Cultura
Número 29 - Febrero 2016
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