Acheronta  - Revista de Psicoanálisis y Cultura
La función de la repetición en el establecimiento del sujeto y su relación con la clínica
Jesús Manuel Ramírez Escobar

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Introducción

El presente trabajo busca dar cuenta del fenómeno de la repetición en la transferencia de forma tal que pone en acto al inconsciente. Para lo anterior se tomarán como bases las premisas que van desde la repetición en Freud y posteriormente su re-edificación en Lacan, partiendo de la idea del acto analítico, de modo tal que la noción de goce deje vislumbrar un fenómeno capital de la clínica en su relación al sujeto en análisis bajo la premisa del Inconsciente, abriendo nuevas rutas al proceder clínico donde la reflexión reoriente a dicho sujeto ubicándolo siempre desde la dificultad de un acercamiento a la dimensión de lo real.

Para dar cuenta de lo anterior iniciaremos con la revisión del concepto de repetición desde Freud pasando desde los inicios de su clínica hasta llegar a su reformulación que desembocara en el giro de 1920 con Más allá del principio del placer.

Como continuación del plan de trabajo se realizará un recorrido por la enseñanza de Lacan hasta concluir con el concepto de acto analítico (introducido por Lacan entre 1967 y 1968) que encuentra su base en la repetición, en aquello más íntimo para el sujeto: su constitución. La instauración del significante como posibilidad y tumba del ser de cada sujeto en su especificidad; desde una labor analítica, se evocará en su devenir la fundación del sujeto desde su condición de ser-hablante. Dicha adecuación fáctica evoca el enfrentamiento al goce vía el deseo, desde donde podremos ubicar la aparición de una nueva forma de nombrar el afecto que se desprende de la dificultad de evocar lo imposible, a sí como la manera en que el analista debe encarar los efectos de este proceso para la dirección de la cura en la medida en que se logre una destitución del Sujeto Supuesto Saber tal como lo indicara Lacan en 1967 1.

Antecedentes de los efectos de la repetición en psicoanálisis.

Para hablar de las diversas vueltas de tuerca que realizara Freud en su práctica y en general en la teoría psicoanalítica, situaremos el paso del método catártico a la asociación libre, para así dilucidar el paso de la conceptualización de las neurosis como aquellas enfermedades de reminiscencias, hasta caer en la brecha entre el recuerdo como evocación constante y el proceso de reelaboración.

Basta recordar ahora que en cierto momento Freud se percató de que no era suficiente que el paciente recordara la escena traumática (vista como desencadenante de la neurosis en ese momento de la teoría) y purificara el afecto ligado con ella, sino que era preciso volver una y otra vez a los acontecimientos que determinaban los síntomas; ello en un trabajo que excluía categóricamente a la hipnosis. La razón de este estado de cosas era la sobredeterminación del síntoma, es decir, el hecho de que en la base de formación del mismo no se encontraba una única cadena asociativa de ideas inconscientes, sino muchas de ellas.

Este reconocimiento lo llevó a la necesidad de reelaborar una y otra vez el material que aparecía durante el análisis. Como efecto, lo anterior llevó gradualmente a Freud a abandonar la dirección activa de las asociaciones de sus pacientes, dejando que ellos mismos encaminarán su curso, surgiendo así la asociación libre.

Será en 1914, cuando Freud publicara un artículo capital para la clínica: Recordar, repetir y reelaborar, escrito donde situará una relación entre la repetición y el acto:

"El analizado no recuerda, en general, nada de lo olvidado y reprimido, sino que lo actúa. No lo reproduce como recuerdo, sino como acción; lo repite, sin saber, desde luego, que lo hace"2.

Bajo esta lectura se deja entrever un hallazgo para la clínica: la repetición lo es en acto. Es ella la que define, la experiencia del análisis, al extremo de que uno de los hitos capitales de la enseñanza de Lacan es el seminario XV sobre El acto analítico.

Desde este punto ubiquemos de entrada que el acto supone el olvido (rompiendo con el continuo recordar), para dar paso a la posibilidad de la diferencia. La repetición no es reproducción, sino posibilidad de pasar a otra cosa, del mismo modo podremos distinguir entre la evocación constante del recuerdo en la neurosis misma y otra, su opuesta, la repetición en acto en la transferencia.

La repetición en el análisis, cercana al concepto de rememoración, no es el recuerdo de algo pasado, sino una especie de construcción, de escritura de la historia del sujeto.

Por otra parte, con el paso de las reflexiones freudianas surgirá la compulsión de repetición como el modo, coagulado, incluso en la acción (que difiere radicalmente del acto), en que el paciente recuerda (vía la reminiscencia, en la mayoría de las veces imaginaria ) una situación o una posición en la que se encontró colocado en el pasado. Incluso encontraremos que esta compulsión de repetición constituye uno de los nudos argumentales de Más allá del principio del placer (1920), texto fundamental en el que Freud la propone como una de las características más universales de las pulsiones bajo la tendencia, siempre presente, de retornar a un estado anterior, ligándose a un plano no susceptible de modificación. No es para nada el registro en el que se ubicaría la repetición en la transferencia que abre a la posibilidad de la diferencia.

Tales argumentos han propiciado un debate que ha causado (entre los analistas) el desastre clínico de pretender que el análisis es exclusivamente un dispositivo discursivo, según el cual lo deseable es que el sujeto sólo hable, hecho que dificulta entender concepciones como el mismo pasaje al acto que da cuenta de la formación del sujeto. Por el contrario, el ejercicio del análisis se inserta de principio a fin, en las gamas del acto, que por su misma definición, abre a la posibilidad de la diferencia, pero veamos a continuación qué podemos entender por acto gracias a los postulados de Lacan.

La noción de acto y repetición en la clínica lacaniana

En los inicios de sus seminarios, Lacan se ubicará en un punto de distancia con respecto a los posfreudianos destacando su concepción de transferencia desde los registros del lenguaje, al tiempo en que roza la situación analítica como acto:

La transferencia eficaz de la que hablamos es, simplemente, en su esencia, el acto de la palabra. Cada vez que un hombre habla a otro de modo auténtico y pleno hay, en el sentido propio del término, transferencia, transferencia simbólica.3

Ante esta conceptualización se enfrentará la idea del síntoma como formación de compromiso que tiene un doble sentido y que enmarca la idea de una repetición, todo dentro del orden del lenguaje pero siempre dejando entrever los sesgos que éste logra tener, hecho que lo llevará alrededor del Seminario V sobre las Formaciones del Inconsciente a posicionar los efectos del síntoma entre los límites de la Demanda y el deseo.

Pero, para Lacan, ¿Qué lugar tiene la repetición inconsciente en la sesión analítica?

Lacan en la clase 4 del Seminario 11 comenta que la repetición aparece primero bajo una forma que no es clara, que no es obvia, como una reproducción, o una pre-sentificación, en acto, destacando que siempre que se habla de acto hay algo de lo Real en juego, pues todo acto verdadero, tiene siempre una parte de estructura ya que concuerda a una red que no se da allí por descontada.4

Hasta este punto de la enseñanza de Lacan ubiquemos la relación del registro simbólico como aquello que da cuenta de un real perdido en la imposibilidad de relación entre significante con el significado, de esta forma ante la red de significantes en las que se manifiesta el sujeto hay un espacio de repetición, sin embargo sólo bajo ésta es que un analista puede aproximarse a lo real que establece la diferencia. Esto dará como resultado, en la clínica, que la resistencia del sujeto traiga como resultado la repetición en acto, pues en esos primeros tiempos de la experiencia en que la rememoración, poco a poco se sustituye a sí misma, el analizante se aproxima cada vez más a una especie de foco, de centro, en el que todo acontecimiento parecería estar a punto de ser revisado.

Así mismo, podemos hablar de una supuesta variación en la repetición, sin embargo no es más que alienación de su sentido, el sujeto enclavado en la red de lo simbólico siendo este punto dónde el sujeto se enfrenta al automaton, a aquello que lo determina y que lo restringe al principio del placer, de la satisfacción y de la cadena significante. A lo anterior se le contrapondrá la tyché que comporta un encuentro fallido con lo real, fuera del régimen simbólico, ubicando al sujeto en un orden ético, pues bajo dicho orden podrá ostentar una responsabilidad moral sobre sus propias determinaciones.

Para poner en claro la repetición del lado de la cadena significante y su alienación al sentido, Lacan pone como ejemplo la petición de un niño a que se le lea un cuento, vislumbrando que en la variación queda de lado la significancia, dando paso a la ejecución en acto del principio del placer como descarga:

Todo lo que, en la repetición, se varía, se modula, no es más que alienación de su sentido. El adulto, incluso el niño más adelantado, exigen en sus actividades, en el juego, lo nuevo. Pero ese deslizamiento esconde el verdadero secreto de lo lúdico, a saber, la diversidad más radical que constituye la repetición en sí misma. Véanla en el niño, en su primer movimiento, en el momento en que se forma como ser humano, manifestándose como exigencia de que el cuento siempre sea el mismo, que su realización contada sea ritualizada, es decir, sea textualmente la misma. Esta exigencia de una consistencia definida de los detalles de su relato, significa que la realización del significante nunca podrá ser lo suficientemente cuidadosa en su memorización como para llegar a designar la primacía de la significancia como tal. Por tanto, desarrollarla variando sus significaciónes, es apartarse de ella, en apariencia. Esta variación hace olvidar la meta de la significancia transformando su acto en juego, y proporcionándole descargas placenteras desde el punto de vista del principio del placer.5

No será sino hasta el Seminario sobre la Lógica del fantasma que podremos continuar con la posición de relación entre el pasaje al acto que enarbola la alienación del Sujeto a la red de significantes frente a la diferencia que se establece en la repetición misma.

En la clase 10 de este seminario, Lacan ubicará a la repetición como aquello que permite poner en relación dos modos bajo los cuales el sujeto puede aparecer diferente, puede manifestarse en su condicionamiento temporal a manera de corresponder a los dos estatutos definidos como aquel del Je de la alienación (del enunciado) y como aquel que revela la posición del inconsciente (enunciación) en las condiciones especificas, que no son otras que las del análisis. Así es que concluirá que el pasaje al acto es lo que esta permitido en la operación de la alienación en tanto ubica la fundación del sujeto.

Pero, siguiendo a Lacan hagamos una distinción del acto como tal, de la manifestación de movimiento, dejando fuera la idea de una descarga motriz, es decir que una acción no es un acto en sí mismo, y, ¿Cómo definir entonces un acto? como aquello que es fundador del sujeto mediante la repetición. El acto entonces es el único lugar donde el significante tiene la apariencia, la función en todo caso, de significarse a sí mismo, es decir, de funcionar fuera de sus posibilidades. El problema pasa a la lógica del significante, abriendo así la vía de "algo más", de la diferencia. Desde este punto da cuenta de la ruptura entre la satisfacción de la repetición que enclava al sujeto por intermedio del principio del placer.

Lacan en el seminario sobre el Acto Analítico mencionará:

El acto es pues el único lugar donde el significante tiene la apariencia o incluso la función de significarse a sí mismo, y el sujeto en ese acto está representado como el efecto de la división entre el repitente y lo repetido que son sin embargo idénticos6

En la clase 11 del seminario XIV, Lacan abordará el sentido del acting-out como aquello que se sitúa (desde el sujeto) como eliminado del campo del Otro bajo la forma de manifestación verídica, se da una percepción de ir más allá del Otro desde el mismo significante. Bajo este tenor, dicha acepción será comparada a otro acto capital en la teoría psicoanalítica: el acto sexual en su repetición, pues en este acto existe un sometimiento igualmente a la función significante pues pasa por la opacidad del Inconsciente. Esto mismo implica que en el interior del acto sexual existe una suerte de repetición que retrabaja la falta infinitamente en la medida en que la condición se encuentra e n el principio.7

En el acto sexual se replantea la relación con una nueva traducción del significante del Otro barrado, que viene a retomar acá la disyunción entre el cuerpo y el goce bajo la forma de una disyunción temporal entre satisfacción obtenida y repetición perseguida. Se empieza a distinguir un acercamiento a lo real del goce, pues al igual que el acting- out no se puede acceder a la diferencia si no es mediante el avance dentro de la condición de repetición.

¿Y qué relación podemos encontrar con el objeto a ? En estos momentos donde la montura del sujeto en lo simbólico realiza la función de sostén y encuadramiento, el objeto a es lo que cae en la estructura a nivel del acto fundamental de la existencia del sujeto, ya que es el acto en que el éste se engendra, vía la repetición donde algo cae.

Sigamos a Lacan en la clase 11 del seminario XV:

El sujeto es, en efecto, la raíz de la función de la repetición en Freud, y la escritura la puesta en acto de esta repetición, que busca precisamente repetir lo que escapa, a saber la marca primera que no podría redoblarse y que se desliza necesariamente fuera de alcance..8

Así mismo concluirá con la idea de que la repetición tiende, como elección ineludible, hacia el pasaje al acto, y que la estructuración de éste viene a llenar el modelo vacío de la alienación que produce el significante:

La repetición en tanto que engendra al sujeto como efecto del corte o como efecto del significante, está ligada a la caída ineludible del objeto (a), por más que la metáfora del camino sea radicalmente inadecuada.9

Veremos entonces que si un acto se presenta como corte, es en la medida en que la incidencia de este corte sobre la superficie topológica del sujeto modifica la estructura o por el contrario la deja idéntica.

Lo anterior invocando el texto de Freud de 1920: Mas allá del principio de placer, donde ubica una conjunción entre la repetición y la satisfacción, donde la compulsión a la repetición engloba el funcionamiento del principio de placer: La satisfacción justamente como el hecho de volver a pasar por los mismos caminos.10

Estos pasos dados desembocarán en el desarrollo de la noción de goce en Lacan alrededor del seminario XVII en la clase 5: La repetición inscrita en una dialéctica del goce, como aquello que va contra la vida y acusa la ruptura con el principio de placer que mantiene un límite en relación a él11.

En este momento, la repetición no sólo estará en función de ciclos que la vida implica (de necesidad y de satisfacción), si no algo distinto de un ciclo que además entraña la desaparición de esta vida corno tal, el retorno a lo inanimado (siguiendo a Freud) seguramente como punto de horizonte.

La repetición se funda en un retorno del goce y lo que al respecto está propiamente dentro de ella, es decir, el lugar desde donde se produce algo que es imperfección, fracaso. Para Lacan, desde Freud, se insiste que en la misma repetición hay pérdida de goce. Acá encuentra origen en el discurso freudiano la función del objeto perdido, la pérdida estructural que se entrevé en la lectura de La Repetición en Kierkegaard.12

Acto fundacional – acto analítico

En efecto, el psicoanálisis lacaniano (en su replanteo de las tesis freudianas) esboza la originalidad del concepto de goce en el hecho mismo de que el deseo está constituido en relación con las palabras. El goce (real) condesciende al deseo inconsciente, lo que muestra que esta noción desborda ampliamente toda consideración sobre los afectos, emociones y sentimientos para plantear la cuestión de una relación con el objeto caído.

Desde el principio, el goce intricado en el lenguaje está marcado por la falta y no por la plenitud del Ser. Esta falta no es insatisfacción, signa el hecho de que la materia del goce no es otra cosa que la textura del lenguaje y que, si el Goce hace languidecer al Ser, es porque no le da la sustancia esperada y no hace del Ser más que un efecto de dicho. La noción de Ser queda así desplazada. A partir del momento en que habla, el hombre ya no es para Lacan ni esencia ni existencia, sino ser-hablante (parlêtre).

En este momento la noción del objeto a en la medida en que delata un monto de angustia (afecto que no engaña pues da cuenta del acercamiento a la dimensión de lo real), indica el surgimiento del sujeto del inconsciente en tanto deseante.

El sujeto pasa de ser sólo el efecto de la relación de un significante con otro significante (deja de estar sometido a la ley que prohíbe toda autodeterminación), para instaurarse en la égida de lo ético en la medida en que busca responder por donde no hay ley, es decir, desde lo real, responde de sus elecciones porque no todas se ven determinadas por la ley significante.

Para el ser-hablante, en cambio, todo enunciado no tiene otra garantía que su enunciación. El goce, precisamente, tiene una relación radical con la otredad, la cual comprenderá la condición estructural como un máximo acercamiento al goce por intervención del lenguaje que a su vez limita el acercamiento con el registro de lo Real, a pesar de darle cabida bajo la lógica del significante en sus fallas. Como podrá apreciarse, el arrebato del lenguaje genera al sujeto convirtiéndolo en un ser deseante y por consiguiente en ser-hablante, a pesar de que éste siempre trate de allanarse a un goce que le es estructuralmente prohibido en la medida en que existe una falla en la significación.

Dentro del presente trabajo se ha buscado el desentrañamiento de ese momento en que el analizante busca ubicarse en su propio deseo dando cuenta del goce perdido, dando fe de la alienación del sujeto la cadena significante y de cómo, dicha alienación, da cuenta mediante el pasaje al acto del factor indispensable de la repetición como instauradora de una diferencia en lo que concierne a la proximidad de operar de forma cercana sobre un real perdido al momento del encadenamiento en lo simbólico. El goce como límite del lenguaje, ubicará una negatividad en la conformación del sujeto en la transferencia, pues mediante ella se pondrá en acto el Inconsciente al asumir que (en este proceso) dicho sujeto logra ubicar lo más íntimo de su ser, implicando su re-edificación conforme a un deseo que lo interpela.

A lo anterior podemos sumar lo dicho por Lacan en el Seminario XI donde confronta al sujeto de la ciencia en la medida en que convoca a una certeza, rechazando toda creencia que lleve de sí una relación con el Otro. Caso contrario se dará en el análisis, donde se instalará una creencia que va desde el síntoma en tanto repetición, hasta la instauración del Sujeto Supuesto Saber para dar paso (con el acto analítico) a la identificación a l síntoma y, por ende, al fin de análisis, manifestando la existencia de un hiato entre el sujeto ubicado en el mecanismo significante y el sujeto ético. Lacan igualará el procedimiento de Freud al de Descartes sólo que en el psicoanálisis el sujeto piensa antes de entrar en la certeza, pues sólo cuando aparece el Inconsciente (vía el equívoco) se esboza la figura del sujeto.

En cuanto al sujeto del mecanismo podremos decir que goza imaginariamente por el fantasma, ostentando la fijeza del síntoma, mientras que el sujeto ético debe atravesar el fantasma para ir más allá. De lo anterior se infiere que justo cuando tambalea el fantasma se da la petición de análisis.

Por eso el problema del fin del análisis es uno de los nudos conclusivos del recorrido de Lacan: el acto del fin del análisis resuelve, a posteriori, la cuestión de su inicio, que también habrá sido un acto. Es ésta una cuestión actual de la experiencia del análisis.

Para esto, siguiendo las palabras de Eric Laurent referiremos la dirección de la cura a la reubicación de los diques del goce construidos por el S1 en cada Sujeto, para poder operar sobre ellos, acto que no será sin angustia y desde donde el sujeto deberá buscarse un lugar (nombre)13.

Desde estas premisas podemos concluir, siguiendo a Chemama, que al igual que en la cura (donde el analizante experimentará que el analista, planteado al principio, en tanto soporte de la transferencia, como sujeto-supuesto-al-saber, se reduce al término del proceso a ser el que sostiene el lugar del objeto a, destinado a ser desechado), el analizante no podrá realizar el acto analítico si no es bajo la tarea de exponerse él mismo a la destitución que ocurrió al momento de constituirse, en sus orígenes, como sujeto dividido14, hecho angustiante que da cuenta del objeto a como causa de deseo, es decir, desandar el camino de su fundación.

Notas

1 Cfr. Lacan, J. y otros Momentos cruciales de la experiencia analítica Ed. Manantial, Argentina, 2000, 25 – 37 p.p.

2 Freud, S. Recordar, repetir y reelaborar. Obras completas. Tomo XII, Buenos Aires, Amorrortu, 2005, 151-152 p.p.

3 Lacan, J. Seminario I: Los Escritos técnicos de Freud. Ed. Paidós, Barcelona, 2004, p. 170.

4 Ibidem. 50 – 61 p.p.

5 Idem. p. 69

6 Seminario de Jacques Lacan El Acto Analítico, clase 11 del 28 de febrero de 1968 (inédito)

7 En este punto Lacan remite a la lectura de su escrito La significación del falo para así hablar de aquello que estructuralmente determina la instauración del Sujeto en tanto simbólico, hecho que dificulta la dimensión de lo real en el acto sexual, esto como antecedente del axioma "no hay relación sexual"

8 Ibidem.

9 Ibidem.

10 Ibidem.

11 Cfr. Lacan, J. Seminario XVII: El reverso del psicoanálisis. Ed. Paidós, Argentina, 2004, 73 – 88 p.p.

12 Cfr. Kierkegaard, S. La repetición Editorial Gudarrama, Madrid, 1975.

13 Palabras referidas a propósito de las Jornadas Anuales de la Escuela de Orientación Lacaniana celebradas del 2 al 4 de diciembre de 2006 en Buenos Aires, Argentina.

14 Chemama, R. Diccionario del psicoanálisis 2ª edición Amorrrtu. Argentina, 2004.

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Revista de Psicoanálisis y Cultura
Número 24 - Diciembre 2007
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