Acheronta  - Revista de Psicoanálisis y Cultura
Inconsciente y transferencia: pilares de la clínica
Carlos Augusto Murillo G.

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I. CONSIDERACIONES PRELIMINARES

La sociedad de Freud con Breuer, centrada en el uso de la hipnosis como técnica de intervención terapéutica para el manejo de los padecimientos conversivos de la histeria, terminaría en 1895 y después de la ruptura con éste, Freud prosigue sólo el trabajo clínico pero renueva y afina sus conceptos y su técnica, propugnando por la asociación libre como regla fundamental del trabajo analítico. Desde esa época hasta entonces la asociación libre consiste "en comprometer al sujeto a prescindir de toda reflexión consciente y a abandonarse en un estado de serena concentración, al curso de sus ocurrencias espontáneas...las cuales debía de comunicar al médico aun cuando en su fuero interno surgieran objeciones de peso contra tales comunicaciones" 1. Esta asociación libre permitía vislumbrar la apertura de lo inconsciente y acceder a él.

En el libro inaugural del psicoanálisis: "La Interpretación de los Sueños", éste método se propone como el camino para llegar al sentido y a la intención de los sueños, los que a su vez son la vía para acceder a lo inconsciente.

Con toda razón este texto es considerado la obra cumbre, entre tantas obras excepcionales de Freud, ya que en ella se encuentra esbozado lo que ha de llegar a ser las aseveraciones centrales de la construcción teórica y de las implementaciones técnicas del psicoanálisis: la existencia del inconsciente como escenario alterno a la consciencia, la energía libidinal inherente a las representaciones inscritas como huellas mnémicas en el sistema psíquico, la eficacia de lo reprimido susceptible de ser aprehendido con el nombre de deseo, las formaciones del inconsciente consecutivas, el papel de la asociación libre, de la escucha y de la interpretación y el develamiento del discurso del sujeto como si se tratara de una escritura criptográfica.

La asociación libre realizada sobre los elementos del sueño permitía encontrar la determinación inconsciente desde restos discursivos denominados contenido latente sobre diversidad de expresiones de contenido manifiesto. La autonomía de la palabra con respecto a la interlocución cotidiana se revelaba como un callejón sin salida en el extremo del cual se hallaba el deseo reprimido, el cual podía ser iluminado por la elaboración que el uso libre de la palabra supone y por la labor interpretadora del terapeuta.

La asociación libre se fundamenta como técnica debido a que se revela desde entonces como la superficie transindividual en la que aparece lo inconsciente. La asociación libre, "no entraña realmente una completa libertad. El paciente permanece bajo la influencia de la situación analítica, aún cuando no dirija su actividad hacia un tema determinado"2.

Puede decirse con propiedad que fue el ejercicio de la asociación libre que Freud efectuaba sobre sus producciones oníricas personales y que proponía a sus pacientes que realizaran sobre sus propias formaciones del inconsciente, lo que permitió entrever, quizá con el modelo de la termodinámica de Helmholtz, la mecánica de la represión y elaborar el concepto de la represión en el inconsciente, como represión de cadenas discursivas que mantenían su poder expresivo, pese a la censura, al desplazamiento de la consciencia "y a la exclusión de la memoria"3. Igualmente permitió atisbar la mecánica de la resistencia, como oposición al reconocimiento de una verdad y depurar su concepto, no como una resistencia de la persona, sino como una resistencia presente en el discurso y por lo tanto acción de un sujeto del inconsciente.

La represión encontrada a través de la puesta en escena de la regla fundamental se erigió en la etiología final de los padecimientos de los neuróticos y en la base de la teorización analítica y se producía a partir de la interiorización de un Ideal del Yo, instancia en el orden de la acción del Padre y portadora ejemplar de la eficacia de lo simbólico. El Ideal del Yo es el representante de los ideales de la sociedad y de la cultura, y por lo tanto es una instancia movilizada por consideraciones ético - estéticas, promovidas desde la moral sexual cultural imperante.

Los productos inconscientes, entre ellos los síntomas, podrían verse como reiteraciones indefinidas de búsquedas de satisfacciones substitutivas de deseos o como realizaciones subrogadas de deseos que habrían sido prohibidos por la acción de la represión.

En el proceso de conceptualizar el fenómeno de la represión, surgido de la actualización de la asociación libre como dispositivo terapéutico, Freud reconoce la preeminencia de las experiencias infantiles y de lo sexual y descubre que lo genital no es lo sexual, es una parte de lo sexual pues esto lo trasciende y toca cada una de las expresiones del ser humano, descubre también que lo sexual esta movilizado por la pulsión y aparece desde la más tierna infancia como localizaciones parciales en una fuente somática y como derivaciones anímicas correlativas a ellas.

De esta manera, lo sexual aparece desarrollado desde la etapa infans como emplazamientos de la pulsión en los espacios orificiales del cuerpo, emplazamientos expuestos en primer lugar a la represión, esto es a la substitución y al desplazamiento de representaciones, de significantes, entre los diversos escenarios de la mente. Esta represión consideraba Freud en 1932 que "partía regularmente de la personalidad consciente, del Yo del enfermo" 4. En segundo lugar las localizaciones pulsionales las propuso expuestas a la preclusión, esto es, al cese de la función del nombre del Padre aquello a lo que Waelhens, siguiendo a Lacan, denomina represión en lo real a diferencia de la represión en lo inconsciente, que según él caracteriza a la represión neurótica y en tercer lugar, la pulsión se propone expuesta a la denegación, como teoría infantil acerca de la sexualidad que permanece en la cognición inconsciente y como localización y ejercitación parcial de la pulsión adherida también de manera perversa al mundo de la fantasía.

En el texto "Psicopatología de la vida cotidiana" inmediatamente posterior a la "Interpretación de los sueños", Freud demostraba como los actos humanos que la ciencia positiva consideraba como superfluos para la construcción de ciencia por su condición subjetiva, como epifenómenos al igual que los sueños, los olvidos, los actos fallidos, los lapsus las torpezas, encontrando que por el contrario tenían un sentido y una intención que al ser develados permitían descubrir la génesis de los mismos. Cuando escribió "Más Allá del Principio del Placer" (1919), ya Freud había definido con claridad una metapsicología de la neurosis, la había descrito como estructura clínica, constituida por factores como la intensificación de la vida pulsional y la afectividad consecutiva a ella, había connotado a la represión de patógena y la había teorizado como un conflicto entre lo deseado y la Ley, entre las exigencias de las pulsiones y las prescripciones superyoicas.

Tanto en "Esquema del Psicoanálisis" como en "Compendio de Psicoanálisis" y en las "Conferencias introductorias", Freud afirmó su condición de pionero. El fue el primero en reflexionar sobre la mente bajo la focalización de una triple descripción: tópica, dinámica y económica, que deslindo la asimilación de lo psíquico a lo consciente y lo formuló como preeminentemente inconsciente y también fue su único exponente en la elaboración teórica y en el ejercicio terapéutico al menos durante los primeros años, quizá entre 1900 y 1910, si se da por válido lo afirmado de que la "Interpretación de los Sueños" es el punto inaugural del análisis. ¿En donde reside la gran importancia de Freud?: El se erige como padre, hace una fundación y crea una genealogía que se apropia de sus prácticas y sus ideas originales y por eso todavía permanece como el genitor de ella.

 

II. EL CONCEPTO DE INCONSCIENTE

Para Freud (1915), la existencia del inconsciente es una hipótesis necesaria ante la incompletitud evidente de los datos de la consciencia: la vida cotidiana daría muestras reiteradas en individuos sanos y enfermos de olvidos, actos fallidos, sueños, síntomas, actos creativos y otros procesos mentales inexplicables desde las posibilidades de la consciencia e inteligibles sólo a partir de la lógica de una acción inconsciente producto de la represión. Lo psíquico así no quedaría circunscrito a lo consciente como en las psicologías tradicionales, sino que sería extensible a los procesos inconscientes. "Tomando como base la existencia de un psiquismo inconsciente podemos estructurar un proceso eficacísimo, por medio del cual influir adecuadamente sobre el curso de los procesos conscientes"5.

Las experiencias de Charcot y Berheim al final del S. XIX con la hipnosis y la sugestión posthipnótica, llevaron a Freud a reafirmar la existencia de un psiquismo inconsciente. Las experiencias con Charcot le mostraron el componente psicógeno de la histeria y como los síntomas de esta podían ser inducidos a partir de la sugestión y en contra de la voluntad de la persona; las experiencias poshipnóticas de Berheim le mostraron que un individuo se vería impelido a realizar acciones que le habrían sido ordenadas previamente, sin que mediara su conocimiento expreso.

Para Freud, la consciencia es superficial, circunscrita e intermitente, su contenido se relaciona con la percepción actual de perceptos externos o internos, representaciones surgidas por evocación o rememoración de acontecimientos pasados e igualmente por ciertas representaciones de impulsos que llegan vía inconsciente. En este orden de Ideas, Lacan afirma en el texto "Posición del inconsciente", que la consciencia es errática y heterotópica, aludiendo a la inconsistencia y falta de orden en la secuencia de contenidos u objetos sobre los cuales recae.

Lo consciente puede encontrarse en estado de latencia, siendo lícito desde este punto de vista hablar de un nivel preconsciente. Preconsciencia y consciencia harían parte de lo que Freud denominó sistema precc. - cc. Complementariamente la organización mental tendría otra instancia: el sistema inconsciente. La diferenciación de estos sistemas en lo psíquico, le permitió a Freud establecer su teoría como una formulación metapsicológica, al contar con esos tres niveles descriptivos de la vida psíquica ya mencionados, es decir, tres modos de describir la estructura y funcionamiento de la vida mental.

En primer lugar un nivel descriptivo tópico que ubica al inconsciente como otro lugar, otro escenario. El preconsciente y la consciencia serían igualmente considerados como regiones en donde transcurre la existencia psíquica. La consciencia sería sólo uno de los diversos modos de expresión de lo psíquico y en modo alguno lo esencial o distintivo del mismo.

En segundo lugar un nivel de descripción económico, a partir de una hipótesis energética y de la libido como instrumento de la misma; presente en la construcción de realidad que hace el sujeto en tanto sujeto del inconsciente, para establecer el mosaico de intercambios con sus objetos de deseo, en una relación guiada por la fantasía.

Esta libido es representada de manera convergente por Freud y por Lacan. Freud en "Más allá del principio del placer" de 1919, parte de un texto seleccionado del "Banquete" en los "Diálogos" de Platón. En dicha obra se encuentran Sócrates, Agaton, Fedro, Pausanias, Eriximaco, Aristófanes, Alcibíades y Apolodoro; dispuestos todos ellos a hablar sobre el amor. Aristófanes interviene queriendo complementar lo dicho por Pausanias y Eriximaco y dice que en otros tiempos la naturaleza humana además de hombres y mujeres, habría tenido un tercer sexo, el del andrógino que reunía en sí características masculinas y femeninas. Todas estas tres clases de seres habrían tenido una forma diferente a la actual, su forma era redonda, espaldas y costados también redondos, cuatro brazos y cuatro piernas y una cabeza con órganos de los sentidos en los lados opuestos. Dichos seres perfectos, ágiles y bellos, concibieron la idea de escalar el cielo y combatir a los Dioses. En represalia y para debilitarlos, Zeus los dividió en dos partes iguales y cada parte buscaba luego a la otra parte separada y se abrazaba con ella queriendo recuperar la unidad originaria; "podían morir de hambre e inacción" 6, con tal de quedarse abrazadas, pues la fuerza que reclamaba la antigua unión era muy intensa. El amor entonces para Aristófanes, hace que en las relaciones entre las personas prevalezca la naturaleza primitiva del ser humano, en búsqueda de restituir una unidad originaria.

Es este fragmento del "Banquete" el que le sirve a Freud para definir la libido como deseo y ejemplificar su modus operandi: la libido es aquello por lo cual un objeto se torna deseable. El acto de recubrir libidinalmente el objeto se denomina investimento y se lleva a cabo a partir de elecciones de tipo narcisístico, por el cual se busca preferentemente lo que es como uno, piensa como uno, lo que fue parte de uno o se asemeja a aquello que uno ha tenido; y de elecciones de tipo anaclítico: la búsqueda de la mujer nutricia y del hombre protector.

Lacan, en la misma dirección, se pregunta sin al interior del vientre de una mujer en gestación, el feto que se encuentra inmerso en el liquido amniótico, dentro de la bolsa gestacional, es lo único que puede considerarse como ser vivo, o si por el contrario, la bolsa gestacional, el líquido amniótico, el cordón umbilical y el feto constituirían una unidad vital. Esto último es afirmado por Lacan, aseverando a continuación que el feto perdería en el momento de nacer el cuerpo de la madre y las secundinas y de ahí en adelante quedaría marcado por cierta "dehiscencia en ser"7. La libido, "órgano de lo incorporal en el ser sexuado...instrumento del organismo", denominado también por Lacan como l´omelette, la laminilla, la cual, "desliza el ser del organismo hasta su verdadero límite que va más allá del cuerpo" 8.

En la acepción lacaniana, la libido requiere del significante para expresarse, de la falta que escindiendo al sujeto, barrándolo, hace ingresar en él el sentido de la muerte. El órgano de la libido, permite la relación del sujeto con la sexualidad, con base en que el sujeto hablante, revela en sus encadenamientos significantes el "sentido mortífero" de esta libido.

A consecuencia del orden simbólico, de la palabra, el sujeto queda instaurado como dividido, como sujeto de la represión. División que escinde el cuerpo y el otro, del Otro del lenguaje; la sustancia viviente o sustancia gozante, del cuerpo del otro y al cuerpo del otro, del deseo.

Braunstein, N. (1966) habla de "esta raza de los hombres que es la raza de los seres desalojados del ser por ser efecto de la articulación significante y de la Ley. Es una Ley que traba, que prohíbe el acceso al objeto primario del deseo" 9. Esta Ley, es la Ley de la cultura, la Ley sobre la cual se erige toda legislación posible, la Ley de la prohibición del incesto y la del complejo de Edipo mismo. Hablar de castración no es más que afirmar de manera eufemística la función de esta Ley que exila al sujeto de su lugar materno, la morada materna, el das ding, la cosa y obliga a ir al campo de los objetos, al campo de los subrogados maternos, die sache, en la búsqueda de sucedáneos de la cosa, semblantes substitutos, ya que el Nombre del Padre ingresa en la existencia como interdictor del goce. La libido constituida en el proceso edípico, inviste los objetos del mundo exterior, sus imágenes y de la misma manera todas las representaciones, ideas, significantes o contenidos posibles en el orden mental consciente y preconsciente y también los reprimidos en el orden del inconsciente, dando lugar a este orden económico de la metapsicología analítica.

Es justamente la movilidad de las representaciones entre los diferentes lugares o estratos los que determinan el tercer nivel descriptivo, el nivel dinámico, dentro de la metapsicología propuesta por el psicoanálisis. Los contenidos del inconsciente alguna vez debieron ser conscientes, objetos de la censura, represión y resistencia superyoica; pero en ningún caso pueden ser contenidos estáticos. Continuamente lo reprimido evidencia su fracaso emergiendo en el lugar de la consciencia como retorno de lo reprimido o formaciones del inconsciente. Los sueños, los síntomas, los actos fallidos, el chiste y los actos creativos y de ingenio, son considerados en el Psicoanálisis como búsquedas de satisfacción substitutiva del conjunto de representaciones reprimidas también susceptible de denominar nódulo patógeno, que a través de los mecanismos propios del inconsciente: desplazamiento y condensación, surgen continuamente en la superficie psíquica.

En: "El Yo y el Ello" (1923) Freud plantea que "la diferenciación de lo psíquico en consciente e inconsciente constituye la premisa fundamental del psicoanálisis"10. En vista de su condición metapsicológica una misma representación podría estar simultáneamente en dos estratos sin que existiera una conexión orgánica entre ellas. Tal sería el caso de un conocimiento consciente de una representación determinada adquirida de manera accidental y el contenido de una representación reprimida como tal en el inconsciente, sin sujeción ninguna a un proceso de elaboración analítica; en cuyo caso ambas representaciones permanecerían disociadas.

Para Freud, sólo existe levantamiento de la represión y efectos terapéuticos cuando esta representación consciente: "entre en contacto con la huella mnémica inconsciente...después de haber vencido las resistencias" 11. Si esto no sucediere, ambas representaciones, a pesar de ser idénticas formalmente, deberían ser consideradas como dinámicamente diferentes. Las pulsiones, los impulsos, los afectos; enlazados a una representación reprimida, igualmente devienen inconscientes. La consciencia puede conocerlos a condición de que se los vincule a entramados o redes significantes, que permitan conocer el código o los códigos que la rigen.

La represión no sería solamente el desconocimiento como tal de la representación; puede ocurrir que la representación reprimida se ligue a representaciones encubridoras o a recuerdos pantalla, que son considerados substitutos mnémicos de la idea realmente reprimida. En este caso lo reprimido será tomado por otra cosa, será tenida por manifestación primaria de la idea substituta.

Existe tanto un pensamiento, una emoción, un afecto inconsciente. Como pensamiento daría cuenta del aspecto cualitativo (tópico, dinámico) de la representación reprimida. Como afecto y emoción daría cuenta del aspecto cuantitativo (económico) de ésta. Las primeras "son cargas psíquicas y en el fondo cargas de huellas mnémicas, mientras que los afectos y las emociones corresponden a procesos de descarga, cuyas últimas manifestaciones son percibidas como sentimientos".12

La consciencia y en general el sistema precc. - cc. Está encargado de regular la afectividad y el acceso a la motilidad. La acción inconsciente de estos procesos establecería un estado psicopatológico que hablaría del fracaso de la represión, al no cumplir su función central: coartar el desarrollo del afecto que acompaña la representación pulsional. Este fracaso de la represión es una de las acepciones del goce.

El inconsciente está constituido por representaciones pulsionales, o por impulsos de deseos que buscan indistintamente la descarga o la satisfacción. Por esto Freud afirma que los procesos inconscientes se hallan sometidos al principio del placer. En el inconsciente no existe contradicción entre estas representaciones o impulsos, no existe tampoco negación, ni duda alguna, ni tampoco grado alguno de seguridad. En el inconsciente existen contenidos recubiertos por la libido en grados variables de intensidad: estos contenidos no observan secuencias espaciales lógicas y ordenadas y son atemporales. El orden temporal no influye en las producciones del inconsciente.

Los elementos antitéticos del inconsciente pueden ser equivalentes. En este la realidad exterior, objetiva es substituida por la realidad psíquica. Los mecanismos con los que opera la dinámica inconsciente son el desplazamiento y la condensación, a partir del primero "puede una idea transmitir a otra todo el montante de su carga" 13; a partir del segundo una idea "puede acoger en si toda la carga de varias otras ideas" 14. Desplazamiento y condensación son característicos del proceso primario e implican representaciones de cosa, sin vínculo con la palabra o con el discurso concreto. En este sentido la represión implica, además de despojar la representación de su carga de afecto, desligarla de la palabra que la nomina en el lenguaje disponible a la consciencia, en tanto el proceso secundario que es prerrogativa de este sistema consciente se distingue por la unión de las representaciones con el orden de la palabra.

Entre el inconsciente y el preconsciente no obstante, no existe "una separación esquemáticamente precisa"15 . De esta premisa se desprende en primera instancia que tanto las representaciones reprimidas como las fuerzas del yo que las originan permanecen ocultas a la consciencia afirmación que tiene múltiples consecuencias, en primera instancia, para la conceptualización lacaniana del Yo y en segunda instancia, por establecer la existencia de dos tipos de censura: una entre el preconsciente y el inconsciente y otra entre la consciencia y el preconsciente que buscaría impedir el acceso a la consciencia de aquellas ramificaciones inconscientes capaces de permear lo preconsciente.

En "Posición del Inconsciente" (1981), Lacan conceptúa que "el inconsciente es un concepto forjado sobre el rastro de lo que opera para constituir al sujeto"16; parafraseándolo podría decirse que el inconsciente es un concepto que se construye a partir de la acción del significante, sólo de esta manera se pueden entender las afirmaciones del mismo Lacan de que un sujeto aparece en lo real sólo porque existen sujetos hablantes y de que un significante remite a un sujeto para otro significante, afirmaciones conexas necesariamente con la afirmación de Soler, C. De que el sujeto es lo que esta implícito en la demanda, la que a su vez es demanda de amor y demanda de ser.

Para Lacan las conceptualizaciones sobre el inconsciente anteriores al Psicoanálisis, Vgr. las que consideran lo inconsciente como lo no consciente, las que lo consideran como el efecto de ilusión perceptivo, las que lo conciben como el automatismo presente en el hábito, las que lo refieren como el fondo presente en la memoria, etc. sólo tienen relación de homonimia con el inconsciente freudiano y denuncia la posición de la Psicología, tanto por que esta considera a la consciencia como un campo unitario, influida inevitablemente por el cogito cartesiano que la lleva a pretender la certidumbre del saber, buscando con ello perpetuar la aprehensión "fraudulenta" de la consciencia, como por prestarse a ser tradicionalmente un "vehículo de ideales" y consecutivamente erigir al psicólogo como agente adaptacionista.

Por las dos anteriores razones y porque la psicología ha recurrido a nociones psicoanalíticas, como las de la prevalencia de las experiencias infantiles aplicándolas indiscriminadamente a la pedagogía y como el de proyección para la elaboración de pruebas de personalidad, denuncia la tentativa de positivación del psicoanálisis y de reintegro de este al campo de la psicología general. Hay que anotar que es con respecto al tratamiento dado a la noción de inconsciente, como a otros conceptos fundamentales del psicoanálisis, que una teorización que se diga psicoanalítica puede ubicarse como tal o como disidencia a inscribirse dentro de las psicologías dinámicas, Freud refería en el "Esquema del Psicoanálisis" que la postulación de procesos psicológicos inconscientes, la teoría de la resistencia, la realidad de la transferencia, la importancia de la sexualidad y del complejo de Edipo, son fundamentos de la teoría, de cuya aceptación depende la filiación al psicoanálisis.

Por otro lado, la noción de significante constituye el pivote instrumental del aparato teórico lacaniano y legitima esta filiación, lo mismo que la noción de barra desprendida del signo, tomada de la teoría de Saussure, la cual señala la imposibilidad del pasaje directo del significante al significado.

La escisión del sujeto entre un decir y un dicho; entre una dimensión de enunciación y otra de enunciado, hace que sea en la primera en donde deba buscarse el inconsciente. Es en la enunciación en donde la eficacia de la retroacción significante permite encontrar los efectos de la metonimia y de la metáfora que como se ha visto son operaciones del lenguaje que recubren a los mecanismos del inconsciente, respectivamente, desplazamiento y condensación. Es esta movilidad del significante entre un eje sintagmático (metafórico) y un eje paradigmático (metonímico), la que marca al sujeto como enajenado, es decir, como desconocedor de su causa, eclipsado como sujeto por la acción significante, por la acción del lenguaje, sistema exterior a él, al que obligadamente debe recurrir para verificar los múltiples aspectos de su realidad interior y exterior. En virtud de esto, sólo quien habla puede proponerse como sujeto, pero para hablar debe tomar sus palabras del campo del Otro, por eso para Lacan el inconsciente entonces "no tiene sentido sino en el campo del Otro"17, como resultado de la articulación significante.

El concepto de inconsciente constituye el eje de la teorización psicoanalítica y en esa medida los demás conceptos fundamentales del psicoanálisis se relacionan obligatoriamente con él. Edipo, sujeto, pulsión, Yo, deseo, demanda, registros de la experiencia, realidad, estructura clínica, etc. Todos ellos encuentran su punto de partida en el concepto de inconsciente. El campo del Psicoanálisis considerado en una perspectiva epistémica tiene como estructura y limite la palabra y el lenguaje. Basta con proponer la revisión de las acepciones de su objeto de estudio, del inconsciente y del sujeto de este inconsciente, al igual que las acepciones de su método, para encontrar que es en función del orden simbólico que se pueden aprehender todas ellas.

El inconsciente se entiende como Otro escenario de la mente o como un escenario Otro. Hay que entender al Otro como el orden de relaciones en el que se ingresa, es el lugar del sentido, el depósito de significantes del lenguaje, el lugar en donde puede plantearse la existencia. La madre del primer tiempo es el prototipo del Otro, representante del orden simbólico; a partir del proceso de represión primaria, el padre, los mecanismos de regulación intersubjetiva propios de la cultura o bien el campo del lenguaje o la red significante, se colocan en la serie de substitutos de esa madre como Otro. Aquí igualmente se podría aseverar, tanto que el inconsciente es el campo del Otro, como que éste se encuentra en un campo de significantes, a los cuales hay que acudir para develarlo, pues "el sésamo del inconsciente, es tener efecto de palabra, ser estructura de lenguaje" 18. O también que la clave del inconsciente es la suma de la determinación simbólica sobre el sujeto.

Es en este Otro ámbito en donde transcurre un drama: el complejo del Edipo y su construcción metafórica: el complejo de castración inconsciente. El complejo de Edipo así concebido es una estructura de lenguaje que ordena el deseo y la subjetividad y ubica la existencia humana en una dinámica sexuada con sus objetos. El complejo de castración inconsciente señala una serie de pérdidas de estos objetos. En primer lugar del seno, luego de las heces, luego del falo y también de la mirada y de la voz como representantes del deseo del Otro. En esta serie se ubica lo imaginario, la serie paralela de identificaciones del sujeto que implican una identificación enajenada consigo mismo con base a una imagen externa a sí.

En el inconsciente connotado como una parte del discurso efectivo y transubjetivo de la cotidianidad que se ha perdido a la consciencia del sujeto, se permite entrever el inconsciente como un pensamiento y un lenguaje activos, pero sumidos en el olvido para un sujeto. Esto lleva a afirmar que el inconsciente no es una realidad individual sino una dialéctica transindividual. De la misma manera se puede afirmar que el inconsciente sólo puede ser conocido cuando existen dos personas en relación de transferencia.

El inconsciente también, "es una cadena significante que en algún sitio se repite e insiste para interferir en los cortes que le ofrece el discurso efectivo y la cogitación que este refiere" 19. Aquí se hace alusión al retorno de lo reprimido como cadenas discursivas que parasitan el discurso consciente, apareciendo entonces el discurso concreto como extraño o como errático. En este mismo sentido se puede plantear que el inconsciente reafirma la condición discontinua del lenguaje.

El inconsciente es definido por Freud como "una fase regular e inevitable de los procesos que cimientan la actividad psíquica"20, estableciendo que la única manera de acceder a las expresiones diversas de estos procesos es a través del lenguaje después de vencer las resistencias del sujeto.

El inconsciente igualmente es definido por Lacan como un saber sin sujeto, lo que remite a un encadenamiento de representaciones que por la acción de la represión han sido desalojadas de la consciencia, habiendo sido en ese proceso separadas de las palabras del lenguaje que las designaban. Una representación que no se puede nominar necesariamente permanece en la ignorancia; el inconsciente es consecutivamente un saber que básicamente es ignorado por el propio sujeto. Sin embargo esta amnesia de la represión aparece "como una de las formas más vivas de la memoria" 21, los mecanismos del inconsciente, condensación y desplazamiento asimilables respectivamente a los procesos del lenguaje denominados metáfora y metonimia, producen de manera reiterada una exuberancia de representaciones y productos substitutos y en este trámite se presentifica la acción del concepto, la acción de la palabra, que excava lo real y hace presente lo ausente.

Por la acción eficaz de los mecanismos citados es que Lacan repite a lo largo de toda su obra que "el inconsciente esta estructurado como un lenguaje" 22. El sueño expresión de lo inconsciente tiene la estructura de un acertijo, los síntomas se resuelven a partir de un análisis de la expresión verbal formal del sujeto, las ocurrencias sobre los olvidos, los actos fallidos, las omisiones y sobre todos los actos psicopatológicos de la vida cotidiana llevan en si la posibilidad de dar cuenta de las intenciones y del sentido de lo reprimido inconsciente que los ha producido; lo no dicho del chiste hace aparecer el sentido en otra cadena significante diferente de aquellas que lo constituyen y en todos los casos los textos técnicos del análisis insisten en que hay que ir más allá de la expresión literal, de la anécdota que refiere el sujeto para encontrar aquello que el es incapaz de reconocer en su verbalización.

El inconsciente es un efecto de discurso es "una parte del discurso concreto en cuanto transindividual que falta a la disposición del sujeto para restablecer la continuidad del discurso consciente" 23; si se sabe leer adecuadamente esta cita de Lacan, quizá se comprenda otra aseveración de Safuan, quien siguiendo la reelaboración que Lacan hace de los primeros textos de Freud en el Seminario "La Ética del Psicoanálisis", considera en "Estructuralismo y Psicoanálisis" que cuando Freud publica en 1896 el "Proyecto de una Psicología para Neurólogos", por primera vez en la historia de la civilización se exponía la acción estructurante del lenguaje sobre la subjetividad.

En la lógica de dichas construcciones definitorias, Nasio dice del Inconsciente que "es una cadena virtual de significantes o bien: es una cadena virtual de dichos que pueden estar en boca de cualquiera en la medida en que estos estén en una relación de transferencia" 24. Con esta frase afirma con otros modos de expresión, lo que de manera distintiva se encuentra en cada caso en los textos de Freud y en los de Lacan, y en los muchos otros autores inspirados en alguno de ellos o en ambos, esto es, el carácter transindividual del inconsciente y la discursividad de la persona desplegada simultáneamente en encadenamientos significantes diferentes, una cadena denominada enunciación propia del discurso del inconsciente y otra cadena denominada enunciado propia del discurso de la consciencia; o lo que es análogo, una cadena de decires posibles que subyacen a una cadena de dichos concreta. La estratificación de la mente humana es resultado de este recorrido selectivo de encadenamientos del significante y escamotea una parte de sí a la aprehensión de la consciencia.

No existe un lenguaje que sea continuo, el discurso siempre va ha hacer presencia en escenarios diferentes, uno de los cuales permanece ajeno para el sujeto. Así, el inconsciente es también "ese capítulo de mi historia que esta marcado por un espacio en blanco u ocupado por un embuste: es el capítulo censurado en mi memoria" 25, capítulo que sin embargo aparece en todas las formaciones del inconsciente, en los significantes del sufrimiento del cuerpo, de su goce, en los recuerdos infantiles detenidos en ciertas mitificaciones y también surge en todos los modos de idealización de la existencia. Aparece y surge como significantes otros de los cuales los primeros significantes se colocan como significados.

¿Que es lo que Althuser de manera tan apropiada para la lectura de un filósofo, considera como lo inconsciente, como el objeto del psicoanálisis? El inconsciente para él es la multiplicidad de efectos del destino humano, de la historicidad humana a partir de la estructura biológica primordial del animal humano. Este pasaje de lo biológico a lo simbólico esta regulado por la castración, léase la Ley, léase la Ley del deseo, la Ley de la cultura, léase orden del lenguaje, el cual es el punto culminante del proceso edípico. El discurso es el lugar en donde puede aprehenderse lo inconsciente, tiene un campo único, el campo de significantes, campo dinámico en el que los significantes se desplazan y condensan; hacen metáfora y metonimia, van de lo sintagmático a lo paradigmático, de la substitución a la combinación, de la cadena de enunciados a la cadena de enunciaciones. El inconsciente es aquello que desde el orden de lo simbólico, de lo humano, le pone distancia al orden de lo biológico y como objeto de estudio original es claramente distinto de los objetos de estudio de la psicología, de la sociología, de la biología, de la antropología etc.

La condición del sujeto es solidaria de la condición del inconsciente. Revisando las definiciones de sujeto y de subjetividad se encuentra en ellas la estructura y los efectos del lenguaje como participes de su condición. El sujeto, dice el Diccionario de la Real Academia Española de la lengua, es "la palabra que expresa la idea de la cual afirma algo el verbo", si se lee bien, dice que el sujeto aparece y se puede visibilizar en la palabra lo que también es válido para otra acepción de sujeto que registra esta misma fuente como: "el asunto o materia del cual se habla o escribe". Sujeto de acuerdo con el Diccionario de la Real Academia, es igualmente lo que esta "expuesto o propenso a algo" y esto a lo que se esta expuesto en la lógica analítica no es otra cosa que la determinación significante.

El término sujeto también connota una criatura humana excéntrica al orden biológico, imposible de aprehender desde una perspectiva exclusivamente sociológica, o antropológica o política. El psicoanálisis que permite llegar a vislumbrarlo y a develarlo, en este proceso podría ser considerado como una práctica terapéutica y de paso erigirse como una antropología filosófica y en todos los casos como una política de la experiencia.

El método con el que interviene el analista ya se refirió, es la asociación libre, su técnica es la interpretación es posición de escucha flotante y el resultado es la transferencia. En este dispositivo se pone en ejercicio una discursividad distinta de la cotidiana, en tanto el discurso del sujeto ya no es un discurso que produce la ilusión de unidad, es un discurso que parte de sustraerse al control yoico y por eso mismo tiende a disolver al Yo en las múltiples identificaciones que lo constituyen. En todos los casos el análisis es un dispositivo orientado a una perlaboración, es decir a una construcción de sentido sobre la propia historia personal y en esa medida a una resignificación más que a un rígido ordenamiento rememoratorio.

 

III. RESEÑA DE ESTRUCTURAS CLINICAS

En la neurosis se establece un conflicto, dice Freud, entre el yo y una parte reprimida del ello por el requerimiento de una instancia superyoica. En la psicosis se presenta un conflicto entre el yo y la realidad y en la perversión el yo ejerce una voluntad de goce que satisface de manera omnímoda en la realidad. Los síntomas de la neurosis impregnan a la persona de un gran padecimiento subjetivo, como retorno de deseos prohibidos evidencian el fracaso de la represión y la búsqueda insistente de satisfacciones substitutivas, que van a cambio de un goce imposible. Los síntomas en la psicosis evidencian una deslibidinización de los objetos de la realidad y un retraimiento narcisístico de esta libido sobre el yo, haciendo que el psicótico viva en el goce. Los síntomas en la perversión no necesariamente implican un sufrimiento subjetivo, al contrario buscan generar un goce en el Otro.

Antes de continuar refiriendo la forma como se connota la patología desde el psicoanálisis, es preciso referir que se entiende en este contexto por un síntoma. Un síntoma es una formación metafórica que como lo afirma D. Rabinovich "tiene como significación el falo y como articulador el complejo de castración inconsciente " 26. De acuerdo con J. D. Nasio, el síntoma es un acontecimiento, deja expuesto el sujeto a una repetición del orden del goce y por lo tanto es un acto con dos facetas: por un lado es expresión de la satisfacción transaccional y por el otro, sufrimiento. Frente a la necesidad de explicar este acontecimiento que parasita su vida, el sujeto tiene sus propias "teorías de bolsillo", pero sólo en el campo del Otro es factible que encuentre su sentido.

La neurosis es la palabra cuya falta hace discontinuo el discurso concreto, es el significante desalojado del discurso consciente que oculta la fuerza de una pulsión y refiere un significado reprimido.

En la psicosis el Otro, en cuyo lugar puede encontrar sentido el sujeto y plantear la veracidad de su existencia, es quien ha sido excluido y con él, el otro que convalida el propio discurso; aunque también y sin contradicción, podría decirse del psicótico, siguiendo a Charles Melman, que él se ha convertido en "extranjero del Otro, que no debe estar ahí y debe desocupar su sitio porque el Otro así lo denuncia" 27. En la perversión hay un deseo imposible de reconocer y que inevitablemente debe experimentarse; en la neurosis, indefectiblemente tras la presunción de escena primaria, seducción, castración existe un fantasma homosexual que la vehemencia del síntoma desconoce.

En la psicosis no existe un fantasma porque la posición del asujeto que es el psicótico, como significante fálico no permite el deseo ni la realidad que este erige, que puede ser ilusoria en el neurótico pero que es fragmentaria y se torna inexistente en el psicótico. En la perversión si hay un fantasma homosexual que se reconoce y que se convierte en la fuente del sentido de realidad. Los sueños del neurótico tienen la estructura de la realidad cotidiana del psicótico. Las fantasías sexuales inconscientes del neurótico constituyen la realidad buscada por el perverso.

Neurosis, psicosis, perversión, son las estructuras clásicas que persisten en la acepción de clínica que tiene el psicoanálisis, la cual es una clínica del falo, del significante, del deseo, de la subjetividad, de la falta; a diferencia de la clínica psiquiátrica que desarrolla el D. S. M. como manual nosológico configurando una clínica de los correlatos, trastorno orgánico/trastorno conductual, emocional, motivacional, ideativo; una clínica de los conglomerados de signos tratados estadísticamente y que además, es una clínica sometida a los imperativos de la bioquímica y del saber del médico como amo, como protosujeto.

En algunos sectores el psicoanálisis se llegan a considerar otras entidad es nosológicas: la neurosis traumáticas; derivadas de los traumas en lo real, las cuales refieren un estructuramiento clínico distintivo, aunque poseedor de características análogas a las de la fobia, la obsesión y la histeria, variantes usuales de las psiconeurosis. También las neurosis actuales que establecen la versión psicoanalítica de las alteraciones psicosomáticas diferentes de las conversivas. Neurastenia, neurosis de angustia, todas ellas de acuerdo con Freud, se originarían en la insuficiencia, la inadecuación o la ausencia de la satisfacción sexual actual y desde ahí produce todo tipo de alteraciones somáticas y psicológicas.

De manera reciente se habla en ciertos discursos psicoanalíticos contemporáneos de las nuevas formas de presentación del síntoma y de las nuevas patologías: anorexia bulimia, violencia, adicciones, delincuencia; producto de lo que se ha dado en llamar la postmodernidad y la nueva modalidad de malestar en la cultura que esta trae, caracterizada por el debilitamiento en el rigor de las interdicciones con respecto a las exigencias pulsionales. Aunque cabría preguntarse si efectivamente constituyen patologías diferentes y nuevas o si todas ellas, neurosis traumática, neurosis actuales, anorexia bulimia, adicciones, violencia, delincuencia son nuevos modos de expresión que han adquirido las clásicas estructuras clínicas, acorde a los cambios en los ideales y en la laxitud de los imperativos de represión que ha experimentado la sociocultura.

En "El Discurso de Roma" Lacan plantea tres relaciones del sujeto con la palabra a la que califica de paradójicas:

La primera paradoja tiene que ver con la dinámica aleatoria de la interpretación del mundo, presente en el delirio y en la alucinación del psicótico que es lo que denomina libertad negativa, en tanto disuelve la subjetividad, anula el deseo e instala en el goce.

La segunda paradoja es el desconocimiento de la realidad inconsciente producto de la represión, representada en las afecciones neuróticas y en todo aquello considerado como psicopatología de la vida cotidiana.

"la tercera paradoja de la relación del sujeto con la palabra es la del sujeto que pierde su sentido en las objetivaciones del discurso"28.

Y añade que esta es la enajenación más profunda del sujeto de la civilización científica.

En esta perspectiva, la ciencia es la ideología de la supresión del sujeto; sujeto del inconsciente y verdad son construcciones ajenas al discurso de la ciencia. La ciencia le concierne al individuo y a la dinámica social y a las construcciones culturales de estos. En el "Malestar de la Cultura" no obstante, la ciencia es considerada como una satisfacción substitutiva de alto nivel de eficacia para enfrentar dicho malestar, que consiste en que como premisa para que una cultura se erija como tal debe existir una coerción pulsional, en las personas al interior de los grupos sociales que estas constituyan.

Para Lacan el estatuto del sujeto consiste en una estructura que se entrevé en las manifestaciones de este sujeto, manifestaciones que no son excepcionales sino que se debe esperar encontrar a lo largo de toda la psicopatología de la vida cotidiana, en la cual se revela la acción inconsciente como determinante de actos que parecen casuales: olvidos, errores, omisiones; de la misma manera que se revelan en los sueños y en los síntomas. La estructura de este sujeto del psicoanálisis es una hendija (spaltung), en ocasiones denominada hiancia con un valor equivalente de "abertura". Es justamente esta hiancia la que hace que la realidad humana sea una realidad fantasmática, al ser esta abertura orientada como vehículo del deseo y llenada alternadamente por lo real, lo simbólico y lo imaginario, registros que de manera simultánea constituyen la experiencia.

De acuerdo con J. A. Miller, el sujeto aparece como expresión real del fantasma pues se repite inexorablemente como acontecimientos o circunstancias características de la existencia; es decir, como compulsión a la repetición. El sujeto aparece como expresión imaginaria del fantasma en la abigarrada multiplicidad de expresiones que alcanza su demanda con respecto a los objetos de la realidad, en todos los sentidos posibles que de época en época alcanza su existencia. El sujeto por último, aparece como expresión simbólica del fantasma ya que lo conocemos porque esta organizado en palabras, porque aparece en el discurso como retorno de lo reprimido.

Simbólico, real e imaginario como formas de presentación del fantasma, hacen un llenado continuo de la hiancia, de la estructura que constituye al sujeto. "El fantasma tiene un carácter organizador de la subjetividad"29, en este sucesivo llenado de esta abertura, el sujeto constituye una realidad particular impregnada con su deseo. Este sujeto de acuerdo con el Psicoanálisis está en el origen de la constitución de la ciencia y el desarrollo de la ciencia, a su vez aleja a la persona del reconocimiento de este sujeto.

Lacan en "Ciencia y Verdad", critica a la epistemología pues afirma, "no se que haya dado cuenta plenamente por este medio de las mutaciones que por la vía de la física funda la ciencia con un sentido que se pone como absoluto"30; también porque la epistemología tampoco da cuenta de lo acelerado de su progreso, de su expansión desbordada ni de la dinámica "inmixion en nuestro mundo" de los productos del desarrollo científico. Para Lacan el cogito cartesiano que constituye "el correlato esencial de la ciencia", consecutivamente constituye "un rechazo del saber"31, pues este racionalismo hasta la actualidad funde sujeto de la ciencia y ser. Lacan piensa que la ciencia y en general el racionalismo, es la ideología de la forclusión del sujeto ya que pretenden por un lado que el sujeto cognoscente, está esta en el campo de la consciencia y no en el ámbito de la realidad psíquica que el psicoanálisis ha propuesto como excéntrica a la consciencia y como enfáticamente inconsciente y por el otro llegan a considerar que para llegar a una construcción verdaderamente científica se debería legar a una epistemología que ignore aún a éste sujeto cognoscente.

Lacan muestra que con Hume la vinculación asociativa entre el percepto y el dato intelectual era un hecho meramente psicológico, doscientos años más tarde con J. L. Mill y su concepto de engrama, el paso al intelecto implicaba el registro en la memoria y un proceso fisiológico con una base bioquímica. Con la postulación del método de la asociación libre hacia 1900, el discurso psicoanalítico se torna entonces contrario al asociacionismo. Con pedirle al sujeto que construya un discurso no regulado por la parte consciente del Yo, un discurso no concebido como relato, como recuerdo, sino como texto que da cuenta de la historia del sujeto, historia que no se concibe como mera evocación del pasado sino como historización actual de lo vivido, implícitamente le pide que con esta asociación libre facilite conocer en todo momento la superficie psíquica y permita que surja una verdad que va más allá de su conocimiento, entendiendo esta verdad como una realidad psíquica que transcurre como se mencionó, en otra escena, un proceso intelectual esencialmente diferente, que no es en ningún momento reflejo de la realidad percibida. Esto es lo que hace Freud todo el tiempo en la interpretación de los sueños. Partir de un deseo del sujeto, que el sujeto desconoce, para indagar por su inconsciente. Ya en 1936 Lacan propone al analista como interlocutor de un discurso susceptible de ser desdoblado en dos dimensiones el enunciado, del lado del yo consciente como agente del discurso y la enunciación del lado del sujeto de la represión como pensamiento inconsciente que se aprovecha de la discursividad concreta para expresarse. Más adelante denominará como cadena significante de dichos y como cadenas significante de decires, respectivamente a estas dos dimensiones y dirá que el sujeto como hendidura, como spaltung, constituye tal dualidad. En la relación con el terapeuta desde esta última cadena, la cadena de decires, se exterioriza sentimientos, impulsos, deseos, hacia la persona del analista como actualización de aspiraciones eróticas orientadas en otra época hacia figuras primordiales. La transferencia conlleva "una reedición de prototipos infantiles", lo que su vez conlleva que sobre el desarrollo del individuo ha prevalecido un sujeto que no sabe nada de si. Este sujeto subvertido del psicoanálisis marca en la historia del pensamiento una relación entre verdad y realidad diferente de la relación evidente sobre la realidad que quiere imponerse desde la ciencia positiva.

La verdad en psicoanálisis entonces, está ubicada en el orden de lo real y este no es otra cosa que lo reprimido inconsciente, de lo cual depende la asignación de significaciones a la existencia del sujeto.

 

V. EL CONCEPTO Y LA FUNCIÓN DE LA TRANSFERENCIA

El psicoanálisis es una estructura orientada a la búsqueda de la verdad en tanto se indaga por los significantes desconocidos en la subjetividad de un consultante, que aparecen como cruciales en su existencia. El psicoanálisis es un dispositivo orientado al restablecimiento de la memoria en tanto se aplica a la historia de este paciente, buscando a través de los mecanismos de elaboración por la palabra, de la perlaboración, reestablecer la continuidad de esta historia y de los discursos que dan cuenta de ella, los significantes inconscientes siempre se reiteran bajo la apariencia del retorno de lo reprimido, retorno en donde es posible capturar la memoria de la cual el sujeto nada quisiera saber. Por otra parte, el psicoanálisis es una experiencia de significación en la medida en que lo deconstruido en un primer momento a partir de la asociación libre es susceptible de ser reconstruido y en ese proceso de resignificarse.

En ese orden de ideas la cura analítica sigue un modelo distinto de la cura médica como cura del síntoma, modelo que es afín a muchas perspectivas en el trabajo con la salud mental. El trabajo terapéutico desde el psicoanálisis sigue los lineamientos de una dialéctica sobre el ternario de la experiencia: real, simbólico, imaginario; registros que unidos por el lenguaje constituyen una estructura de borde, un nudo que aparece como la realidad del sujeto.

Lo que elabora el sujeto en el encuentro con el terapeuta es susceptible de entenderse como los recorridos de la intersubjetividad por una existencia mediada por el significante. El lenguaje dice Lacan, ennodula la intersubjetividad, genera lazo social y en este florecen los vínculos de objeto, el objeto como afirma Menassa, siguiendo el Seminario VIII, sobre la transferencia, de Lacan, "tiene el carácter de agalma para el sujeto, esta apresado en la doble alteridad que padece el sujeto, que se relaciona simultáneamente con otro imaginario y con otro simbólico y que le permite la relación con el semejante y con el objeto a, que es a lo que se reduce el Otro después de la castración, en tanto se instaura el significante fálico, como significante de la falta en el Otro" 32. La castración orienta al sujeto en dirección al significante; significante de la demanda en el caso de la pulsión, significante del objeto perdido en el caso del fantasma.

En la medida en que el lenguaje teje el nudo de la realidad, aparece el sujeto, el deseo y la intersubjetividad y con la intersubjetividad aparecen las relaciones de objeto. Como el lenguaje nos preexiste, también nos preexisten las relaciones de objeto. De hecho se es objeto del deseo de Otro ubicado en el orden de lo simbólico antes de ser sujeto y encarnar en un cuerpo.

Como lo afirmaba Freud en la revisión del caso Dora, sólo hasta 1905 descubrió el modo de formular el concepto y la función de la transferencia. De hecho, es en este texto en donde la define por primera vez; se refiere a ella como "reediciones o productos ulteriores de los impulsos y fantasías que han de ser despertados y hechos conscientes durante el desarrollo del análisis y que entrañan como singularidad característica de su especie, la substitución de una persona anterior por la persona del terapeuta" 33, a pesar de que lo anterior es históricamente exacto, el conocimiento personal de la transferencia se inicia desde los inicios de su experiencia terapéutica de la histeria a partir del trabajo emprendido con la hipnosis. Los resultados de la misma, además de ser transitorios, "demostraron ser...demasiado dependientes de la relación personal del médico con el paciente"34. Por otro lado, Freud como clínico en 1883 es informado en detalle de la experiencia que entre 1880 y 1882 había tenido Breuer con Anna O. quien expresa primero la fantasía de tener un hijo con éste y luego desarrolla una pseudociesis en la cual por efectos de la vinculación afectiva inconsciente con su hipnotizador, transferencialmente implica a este terapeuta como objeto fantasmático y modifica su cuerpo en la mimesis de la maternidad.

La experiencia del análisis dice Lacan se lleva a cabo en una relación intersubjetiva, de esa manera se traen a esta relación los deseos, las aspiraciones incestuosas, los impulsos mortíferos procedentes de otras relaciones intersujetivas primarias en las cuales se facilitó la constitución libidinal de los sujetos. Esto es en sentido estricto lo que constituye el origen de la transferencia y su desplazamiento se efectúa tanto como movimiento pulsional, como otorgamiento significante, pues la transferencia procede tanto en lo imaginario como en lo simbólico.

La transferencia es efecto de discurso y esta abocada a la compulsión a la repetición, es ahí cuando se constituye como resistencia. Mediante la transferencia lo que concierne al sujeto se ve expuesto sobre la superficie del discurso y en esa medida se pone en evidencia. El automatismo de repetición que caracteriza la transferencia surge entonces de una relación de objeto prohibida que da paso a una insatisfacción siempre presente, que hace que cualquiera en el horizonte objetal del sujeto sea susceptible de visibilizar ese objeto perdido.

La transferencia para Freud consiste en manifestar en la persona del analista sentimientos que originalmente estaban destinados a otra relación de objeto y a otras personas. Igualmente puede verse como la actualización de deseos inconscientes sobre un objeto con el cual como sujeto se ha establecido una relación disimétrica, es el caso de la relación terapéutica con el analista. De idéntica manera la transferencia implica una repetición de prototipos relacionales de la infancia y en esa medida también podría verse como la proyección sobre una persona de representaciones de los objetos adquiridas por juegos identificatorios primordiales del sujeto.

Lacan considera a la transferencia como el punto articulador de la experiencia analítica y se propone en el seminario VIII, "tratar sobre la transferencia en su disparidad subjetiva, su presunta situación, sus excursiones técnicas" 35, imparidad denomina luego a "la disparidad " entendida como lo que Freud concebía como disimetría.

Con el término "presunta situación", alude Lacan al cuestionamiento que hace de la situación analítica, a la que concibe como "falsa situación". Con el término "excursiones técnicas" Lacan se refiere a la búsqueda de principios orientadores de la clínica analítica que deben estar basados en una topología del acto transferencial.

Lacan considera que el origen de la experiencia analítica es el amor, el amor en tanto significante, ya que el amor "es un significante y nada más – el amor es una metáfora, hemos aprendido a articularla como substitución" 36, substitución que debe entenderse como las búsquedas que en el campo de los objetos se hace de la cosa perdida.

Lacan se pregunta sobre la situación analítica en la cual se presentifica el sujeto con relación al inconsciente, "¿Cómo es que engendra algo…parecido al amor?" 37, es decir, la primera noción de transferencia y afirma que "la transferencia es algo que pone en tela de juicio al amor, al haber introducido en él como noción esencial, lo que se llama su ambivalencia…esta estrecha unión del amor con el odio" 38

El objeto que esta en el origen de los procesos transferenciales forma con el sujeto una matriz imaginaria nos dice Lacan. Al respecto Afirma que la transferencia "no es nada real en el sujeto, sino la aparición en un momento de estancamiento de la dialéctica analítica, de los modos permanentes según los cuales constituye sus objetos" 39

Lacan señala la topología del sujeto: "si va al encuentro de lo que tiene y no conoce, lo que va a encontrar es aquello que le falta " 40 y al interior de la situación analítica esto que aparece como aquello que le falta no es otra cosa que su deseo. Lacan propone que el amor de transferencia permite la transmutación de la búsqueda de un bien en realización de un deseo y se orienta en el orden lo temporal, a la vez cronológico y topológico.

Para Lacan el deseo implica una demanda, la cual a su vez traduce un deseo que para él, aparece como subyacente e inaccesible, deseo referido como demanda por la cadena significante, como automatismo de repetición caracterizado por la tendencia hacia la muerte. Expresa por otra parte que "la doctrina de Freud implica al deseo en una dialéctica" 41, la cual es dada por el sometimiento del deseo al orden significante que constituye al sujeto.

Cuando Lacan trabaja sobre el concepto de la transferencia, se propone esclarecer una topología del deseo, sentar las bases para su interpretación y delinear los parámetros de una ética racional.

Lacan es del parecer que la transferencia transcurre a partir no sólo de la persona analizada, pues le concierne también al deseo del terapeuta, el cual se ordena con relación a una topología que marca "las coordenadas del deseo". En este orden de ideas, la transferencia tiene menos que ver: 1. con la forma como un terapeuta se enfrenta desde su saber a la situación terapéutica, 2. con las expresiones fenoménica que transcurren en el vínculo terapéutico, 3. con la relación dual con el paciente, que con: 4. "las coordenadas que el analista ha de ser capaz de alcanzar para, simplemente ocupar el lugar que le corresponde, definido como aquel que le debe ofrecer, vacante, al deseo del paciente para que se realice como deseo del Otro" 42

Este Otro, definido por Lacan como "el lugar de la palabra, el lugar siempre evocado en cuanto hay palabra, el lugar tercero que existe siempre en las relaciones con el otro, en cuanto hay articulación significante. Este Otro, no es otro absoluto… al mismo tiempo esta sometido sin cesar a la pregunta de que lo garantiza a él mismo, es Otro perpetuamente evanescente, y que, por este hecho, nos deja a nosotros mismos en una posición perpetuamente evanescente" 43.

Para Lacan el deseo es metonimia, en tanto el sujeto sometido al significante, se expone al desplazamiento indefinido de éste como automatismo de repetición de la cadena significante en la que se inserta. Lacan llama a desconfiar de la transferencia como odio o como amor, positiva o negativa, para él "la transferencia es en último término compulsión a la repetición" 44, que articula tanto el deseo del analizando como del analista.

La transferencia esta expuesta a la interpretación, La transferencia sostiene la palabra y es deconstruida y resignificada por la acción de la misma

Lacan señala el aforismo de que el deseo es deseo del Otro como determinante de la posición del sujeto en análisis frente al analista. Con relación al concepto de contratransferencia, Lacan con reservas parece remitirlo a la acción deletérea de lo que el analista tiene en si mismo sin articular, en cuanto a partir de esto, su acción lo implica sin saberlo en el discurso del analizando y expresa esta opinión con reservas, "entre comillas" ya que considera que debería hablarse de "comunicación de inconscientes" cuando se describa la intersubjetividad propia del análisis. Para ello la función del análisis didáctico se vuelve decisiva, pues es esta la que facilita el manejo de esa reserva de inconsciente en el analista, de lo refractario a analizar de su inconsciente.

"todo descubrimiento del inconsciente de uno mismo se presenta como una especie de traducción en curso de un inconsciente que es primero inconsciente del Otro" 45

La función del desconocimiento del Yo es efecto de esta relación con el Otro y es la base de las construcciones imaginarias de éste Yo; en esta medida el movimiento pasional de amor – odio, deseo, suscitado por el paciente en el analista aparecen como efectos legítimos en el proceso terapéutico sin que esto constituya una condición inhabilitante de la capacidad de analizar del analista.

Lacan es del parecer que la contratransferencia habría que entenderla como haciendo parte de las consideraciones éticas del analista y conciernen tanto a las exigencias de su superyo como a su posición frente al Otro.

Lacan concibe la constitución libidinal como marcada por la antinomia deseo/demanda y además marcada por el significante y sus efectos de retroacción. De ahí que esclarezca los ideales que orientan la acción analítica y determine las falacias que los sustentan. Lacan encuentra diferentes posiciones éticas en el ejercicio del psicoanálisis ligadas inevitablemente a interpretaciones particulares de los textos freudianos y articulados en torno a propósitos analíticos ideales. En primer lugar, revisa el moralismo que califica de optimista, conceptualizado a partir del "ideal del amor humano" 46. Este es el mismo ideal que presupone que una maduración que subrogue a lo genital la fuerza de las pulsiones parciales, se puede imponer como el modelo de las relaciones de objeto más armoniosas; a esto Lacan lo denomina indiferentemente, "amor médico" o bien "higiene del amor" 47, pues presupone la exelcitud de las relaciones monogámicas, lo cual se pone obviamente al servicio de una disimilitud de intereses en la cultura.

Examinando este ideal en otro orden de relaciones, Lacan demuestra como una práctica analítica regida por dicho ideal, elude el problema planteado desde Freud en cierta tradición de elaboración analítica, de la que el es el continuador más autorizado, a saber, el del enigma del deseo femenino.

En la revisión de las diferentes miradas ética sobre la praxis analítica, Lacan encuentra un segundo ideal, al que denomina "el ideal de la autenticidad" 48, el cual identifica en la perspectiva de la teorización y de la intervención analítica que se distingue por buscar al final de un proceso, en los analizandos, esa integración interior armónica que aparenta un completamiento sin fricciones en la personalidad y el carácter, aspectos elevados al nivel de valores deseables de un proceso clínico. Lacan expone los hallazgos de la teoría de Helen Deutsch al respecto, que dan cuenta de desarrollos exteriormente de gran ajuste, funcionalidad y eficacia, en la apariencia y en el desempeño social de individuos en quienes subyacen modos de estructuramiento psicóticos y psicopáticos.

En la revisión que se propone de las perspectivas éticas del psicoanálisis, Lacan encuentra el último ideal orientador: "el ideal de la no dependencia, o más exactamente una suerte de profilaxis de la dependencia" 49. Lacan relaciona este estilo de trabajo con un proceso pedagógico de formación de hábitos, a partir de una técnica que califica como ortopedizante.

Lacan piensa que el psicoanálisis es ajeno a aquello que puede llamarse "una ciencia de las virtudes, una razón práctica, un sentido común (…) no se puede decir que intervengamos en el campo de ninguna virtud. Abrimos vías y caminos y allí esperamos que llegue a florecer lo que se llama virtud"50, igualmente considera que el analista debe actuar prescindiendo de toda referencia a un ideal con el fin de poder dar cuenta de la transferencia.

Si el Otro, que es el lugar de la palabra, que es sujeto de pleno derecho, que es aquel con quien tenemos las relaciones de buena y de mala fe, ¿Cómo es que puede y debe convertirse en algo análogo a lo que puede encontrarse en el objeto más inerte, o sea, el objeto a?

La función del padre aparece imprescindible en la estructuración y regulación del deseo, en la estructuración y regulación del sujeto.

Lacan muestra como la angustia del sujeto puede provenir de la angustia experimentada por alguno en posición de Otro frente a él y en esa medida podría llegar a provenir del analista mismo. Este debería actuar desde el lugar de "deseante puro" 51 y en correspondencia su posición debería ser la de rehusarse a activar la angustia del sujeto, de esa manera es como se concibe el trabajo sobra la transferencia del sujeto.

Es el lugar del Otro en tanto lugar de la palabra en donde estará emplazado el ideal del yo del sujeto analizado y "únicamente si se introduce la articulación significante en la estructuración del campo del Otro" 52, pueden esclarecerse nos dice, las problemáticas clínicas relativas al papel del analista en la transferencia orientado a este a prescindir de cualquier ideal en la conducción de la cura.

Notas

1 FREUD, S. Análisis Fragmentario de una Histeria, Alianza Editorial, Madrid 1974 pag. 99.

2 FREUD, S. Autobiografía Ed. Biblioteca Nueva, T. III Madrid 1981, pag. 2780

3 FREUD, S. Esquema del Psicoanálisis, Editorial Biblioteca Nueva, T. III Madrid 1981, pag. 2733

4 Ibíd.

5 FREUD, S. Lo Inconsciente, En: Obras Completas T. III, Ed. Biblioteca Nueva, Madrid 1981, Pág. 3062

6 PLATON, Diálogos, T. II, Pág. 95. Ed Universales, Bogotá 1994, pag. 95

7 LACAN, J. Escritos I, Ed. S. XXI, México 1981, Pág. 384

8 Ibíd.

9 BRAUNSTEIN, N. Seminario El Goce, Ed. Univalle, Cali. Pág. 30

10 FREUD, S. El Yo y El Ello, En: Obras Completas T. II, Ed. Biblioteca Nueva, Madrid 1981, Pág. 2701

11 FREUD, S. Lo Inconsciente, En: Obras Completas T. II, Ed. Biblioteca Nueva, Madrid 1981, Pág. 2067

12 Ibíd. Pág. 2059

13 FREUD, S. Lo Inconsciente, En: Obras Completas T. II, Ed. Biblioteca Nueva, Madrid 1981, Pág. 2072

14 Ibíd.

15 Opus Cit. Pág. 2074

16 LACAN, J. Escritos I, Ed. S. XXI, México 1981, Pág. 366

17 LACAN, J. Escritos I, Ed. S. XXI, México 1981, Pág. 378

18 LACAN, J. Escritos I, Ed. S. XXI, México 1981, Pág. 374

19 LACAN, J. Escritos I, Ed. S. XXI, México 1981, Pág. 311

20 FREUD, S. Observaciones sobre el concepto de inconsciente. Ed. Biblioteca Nueva, T. II Madrid 1981, pag. 1700

21 LACAN, J. Función y campo de la palabra y el lenguaje, en: Escritos I, S. XXI editores, México, pag. 82

22 LACAN, J. Seminario La Psicosis, Clase 9, Ed Paidos, B. Aires 1987

23 LACAN, J. Función y campo de la palabra y el lenguaje, en: Escritos I, S. XXI editores, México, pag. 79

24 NASIO, J. D. Lacan Hoy, Ed. Univalle, Cali, pag. 15

25 LACAN, J. Opus cit, pag 80

26 RABINOVICH, D. Sexualidad y Significante, Ed. Manantial, B. Aires 1986, pag. 34

27 MELMAN, CH. El Otro y Lalengua, Bogotá agosto del 2002. pag. 12, sin pie de imprenta

28 LACAN, J: Escritos I, Editorial S. XXI, México 1980, pag. 100

29 MILLER, J. A. Acerca de lo real el Poder Discrecional del oyente en: "Textos Caraqueños", pag. 69

30 LACAN, J. La ciencia y la Verdad. En: Escritos 2, Editorial S. XXI, México 1980, pag. 340

31 Ibíd., pag. 341

32 MENASSA, O. et al. Los nombres del Goce, Lección 1 pag. 3

33 FREUD, S. Análisis Fragmentario de una Histeria, Alianza Editorial, Madrid 1974 pag. 99

34 FREUD, S. Esquema del Psicoanálisis, Editorial Biblioteca Nueva, T. III Madrid 1981, pag. 2732

35 LACAN, J. Seminario 8, La Transferencia, Ed. Paidos, B. Aires 2003, pag. 11

36 Ibíd., pag 51

37 Ibíd., pag 80

38 Ibíd. Pag. 81

39 LACAN, J. Escritos I, pag 47. Ed. S. XXI, México 1981

40 Ibíd.

41 Ibíd. pag 115

42 Ibíd. pág.125

43 Ibíd. pag. 198

44 Ibíd. pag. 200

45 Ibíd. pag 212

46 LACAN, J. Seminario V, la Ética del Psicoanálisis, B. Aires, 2003 Pag. 17

47 Ibíd.

48 Ibíd. Pag. 18

49 Ibíd.

50 Ibíd. Pag. 19

51 Ibíd. pag 410

52 Ibíd. pag 417

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Revista de Psicoanálisis y Cultura
Número 24 - Diciembre 2007
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