Acheronta  - Revista de Psicoanálisis y Cultura
La escritura del fantasma
Carlos Faig

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LECTURA DEL TEMA

Voy a comenzar por leer el tema de concurso:
La escritura del fantasma en la obra de Jacques Lacan con especial referencia a: "(...) Se los diré: es lo que se llama el buen sentido, es decir, la cosa más expandida del mundo. El buen sentido es 'A aquel se le puede tener confianza', nada más. No hay otro criterio en absoluto. Hay gente que se propone a título de A.M.E., y al punto de que la gente que está allí -y que ha sido elegida indudablemente por voto, porque se les ha otorgado la confianza, respecto del tema del buen sentido, de no garantizar a cualquiera-, lo está por un principio de puro fantasma, de fantasma colectivo, sin duda: ¿Es lo que significa el principio de realidad? Es efectivamente así. Con el funcionamiento, se advierte que todos los pequeños fantasmas colectivos se juntan, se unen en un ramillete, como decía recién. Bien entendido, no es sorprendente si se piensa en la relación de la Cosa con la muerte, en tanto que a este respecto evoqué el buen sentido: lo no demasiado peligroso. Es lo que se llama el principio de realidad y que en tanto se opone al principio del placer, aquí se opone muy severamente, puesto que el principio del placer tiene sólo una definición posible. Es la del menor goce posible; esto es lo que quiere decir. Vale más cuanto menos se goza'."

Esta referencia está tomada de un boletín de circulación interna de la Escuela freudiana de París, llamado Lettres de I'école freudienne, es el número 18, y este texto es la clausura de las jornadas de ese año, obviamente de Jacques Lacan, fechado en abril de 1975.

FICCIÓN

A partir de este momento voy a proponer la ficción de que esta clase se desarrollaría como la última, o la penúltima, de un curso cuatrimestral (como se dicta actualmente la materia). Esto supone un conocimiento previo, y sobre todo presupone el buen sentido -para retomar el párrafo de Lacan- de que uno no hablaría de este tema en el primer o segundo teórico de un cuatrimestre. Otra ficción que podría proponer es que forma parte de un seminario sobre el tema del fantasma en la obra de Lacan y que dentro de ese seminario alguien quiso hacer una articulación con un ejemplo de Lacan: el de la admisión de los analistas miembros de la escuela, es decir, los A.M. E., por el jurado de admisión, que voy a comentar más adelante.

PLAN DE EXPOSICIÓN

Si llego a tiempo, si tardo más o menos unos cincuenta minutos -que es lo que había calculado que voy a tardar-, voy a dejar diez minutos para las preguntas, dado que el reglamento de concurso impone que la exposición no se extienda más de una hora.

La clase está dividida en dos partes. En la primera parte me voy a ocupar de la escritura del fantasma en general en la obra de Lacan, y en particular del tema del fantasma en Proposición del 9 de octubre, en el final del análisis, y, por otro lado, con referencia a la raíz de menos uno, que es uno de los desarrollos más clásicos que existen en Lacan sobre la escritura del fantasma y que se halla en un texto llamado Subversión del sujeto.

En la segunda parte voy a explicar el párrafo de Lacan. En este momento de la clase, durante la segunda parte, debería articular la escritura del fantasma y el párrafo en cuestión del concurso, pero no lo voy a hacer. Demostraré que el párrafo de Lacan, que pertenece de hecho al año 1975, sólo es comprensible a partir de los nudos borromeanos; y no es pertinente entenderlo a partir del fantasma. Voy a refutar esa articulación.

 

PRIMERA PARTE - LA ESCRITURA DEL FANTASMA

DESARMAR EL JUGUETE

Respecto de la primera parte, como ustedes saben la escritura clásica del fantasma, la única escritura que existe en la obra de Lacan, es S barrado losange (a):

Me voy a servir de cuatro ejemplos clínicos para comentar esta escritura. Los dos primeros son más amplios, más largos, y los dos últimos -un caso de Melanie Klein, Richard, y una entrevista que cuenta Miller en un texto, una serie de entrevistas, dos o tres entrevistas- mucho más breves.

Voy a intentar desarmar el juguete para ver qué es lo que tiene adentro. Voy a tomar el fantasma a partir de su desarticulación para mostrar la relación esencial con la identificación.

 

CASO DEL DR. JAITE

El primer caso que querría comentar es el caso de un homosexual de veintidós años, llamado Andrés, que consulta a un analista de la Asociación Psicoanalítica Argentina, el Dr. Mario Jaite, que actualmente trabaja en España, y que es el padre de Martín Jaite, el tenista.

El paciente consulta en términos de su preocupación por su homosexualidad, por un lado; y, por otro lado, con el deseo de llegar a tener relaciones heterosexuales.

Andrés empieza con tres sesiones semanales, inmediatamente pasa a cuatro sesiones, y luego a cinco, durante cuatro años.

El texto se llama Crónica de un análisis. Voy a dar la referencia completa: está en el volumen XXXII de la revista de la APA, en el número 4, publicado en 1975, páginas 733-765. Y tiene bastante sentido que dé la referencia completa, se va a ver por qué.

De ese texto, las primeras dos cuestiones sorprendentes. El Dr. Jaite dice que no va a hacer referencias bibliográficas -al final de la lectura se ve que las referencias son completamente innecesarias, es solamente el relato de un tratamiento, de modo que esta aclaración aparece como superabundante, incluso sintomática-, y aparece asimismo como un hecho muy curioso que Jaite subraye abundantemente que el consultorio donde estaba atendiendo tenía vista al río, cosa por lo demás envidiable, y que tiene importancia en la sesión porque el paciente no se acuesta en el diván sino que se sienta en él; girando la cabeza miraba al río y al aeródromo. Pero, sin embargo, la dirección del consultorio -que generalmente aparece al pie de página en los escritos de la APA, especialmente en la revista-, está sustituida por la dirección de la APA -que es un hermoso edificio pero que no tiene ni un poco de vista al río-, que sirve para hacer esta suerte de metáfora.

El tono del tratamiento -para ir sintetizando los vectores del análisis- transcurre por el carril de una clara consternación, de una cierta desubicación del Dr. Jaite. Y digo esto sin intención de criticarlo. Seguramente es un excelente analista. Y en este caso no deja de demostrarlo. Es el modo en que se establece la transferencia lo que quiero precisar. Al final del análisis - cuando su paciente llega efectivamente a tener relaciones sexuales con una mujer que se llama Jacqueline-, Jaite se pregunta si el análisis había empezado o había terminado. Estaba aun desubicado y esforzándose por situarse y pensar el análisis, como si este "le hubiera pasado por la esquina". Todo esto, insisto, continúa el tono general del tratamiento; Jaite se pregunta si es posible el análisis de perversos, si la transferencia no estaba completamente pervertida, si él no era una especie de juguete de ese paciente.

Concurriendo con estas preguntas, el paciente se presenta como alguien que no conoce la calle donde vive, no conoce las calles que circundan la manzana en la que está situado su departamento, y no ha viajado nunca en subterráneo ni en colectivo; y su objeto sexual, los objetos con los que mantiene relaciones homosexuales, son linyeras, cirujas. Gente que recoge precisamente en las calles, en plazas, y en una ruta que llama "la ruta de los cirujas".

En un lugar de su texto, casi parad igmáticamente, Jaite dice que el paciente tenía para con él todas las actitudes posibles, lo cual lo dejaba sin respuesta.

En este primer caso que comento la correspondencia que se establece entre el objeto de goce y la posición de Jaite es la de no tener referencias, la de aparecer sin referencia ninguna, como si el analista no tuviera posición:

sin referencia

 

Y esto es lo paradigmático y lo ejemplar, es lo que hace a la dificultad de lectura, pero también a la belleza del caso. Este "sin posición" del analista hace al despliegue mismo de la transferencia. Y es algo que si uno quisiera seguir pensándolo analíticamente tendría que ver con esa palabra que Lacan había tomado de John Wilkins y Borges: nuliubicuidad.

nuliubicuidad

Hay una transferencia basada eminentemente en un tema fálico. Es lo que nos aporta con esta comunicación sincera y lograda el Dr. Jaite y lo que debemos agradecerle.

CASO DE BETTY JOSEPH

Un segundo caso que voy a comentar, para trabajar también sobre la columna del objeto, es de Betty Joseph. Se trata de un paciente que tiene relaciones con prostitutas vestido en un traje de goma, un traje de hombre rana. El fetiche, por cierto, es bastante impresionante.

Joseph a los cuatro años de análisis -a los cuatro o cinco años- comunica el caso aclarando que va a hacer un trabajo posterior, porque hasta ahí todavía no pudo entender demasiado de qué se trataba, y que además no puede dar cuenta del desarrollo transferencial ni de la génesis del fetiche ni de su historia, y advierte que tampoco pudo reducir clínicamente ese objeto.

El tono del tratamiento, para compararlo con el caso anterior, transcurre en buena medida en interpretaciones que son recibidas por el paciente de modo académico o de modo jocoso. Por ejemplo, ante alguna interpretación "terrible" del sadismo oral, común en este desarrollo, el paciente le dice: "Eso es muy interesante, doctora". Y le resbala.

Nos vemos obligados a preguntarnos, ¿para qué escribió ese caso? No puede dar cuenta de nada. Pero, nuevamente, no se trata aquí de criticar a la analista. Ante todo, habría que subrayar su ductilidad, su capacidad de dejarse llevar y ser arrastrada por los efectos transferenciales.

Lo escribió, entonces, porque la goma fue a parar sobre ella:

goma (todo le resbala)

 

CASO RICHARD DE MELANIE KLEIN

El tercer caso al que me voy a referir es muy famoso. Es un caso tratado en 1941, en una ciudad del interior de Inglaterra, a la que Melanie Klein se había desplazado a causa de los bombardeos alemanes: es el caso Richard. El informe de este tratamiento se halla en Relato del psicoanálisis de un niño.

No me voy a ocupar de todo el caso, querría caracterizar la iniciación del tratamiento, las primeras sesiones. En esas primeras sesiones uno ve a un niño que viene a jugar a la guerra, en una sala -no precisamente de análisis de niños- que era usada por Boy Scouts. Esta sala tenía mapas y determinados objetos que pueden utilizarse para jugar a la guerra, cosa que el niño efectivamente hace.

Melanie Klein, en la primera sesión directamente, empieza a interpretar la relación de Hitler con el padre, con el coito, con la escena primaria, etc. Esto aparece como algo descabellado.

En algún sentido nos damos cuenta de que si el niño viene a jugar a la guerra, Melanie Klein empieza a jugar al psicoanálisis con él -dado que podemos suponer que ella también estaba bastante angustiada-.

Se produce así un trasvasamiento de contenidos. Están los contenidos de la guerra, de un lado, que aparecen en el material del niño; mientras que, del otro lado, aparecen los contenidos del psicoanálisis, que al niño le producen un fuerte azoro, se queda bastante sorprendido de las cosas que le dice Melanie Klein, pero posteriormente ve que su oportunidad está allí, que esto es por cierto menos angustiante que la guerra, y agarra viaje.

Como se sabe, estos juegos de trasvasamiento aparecen un poco antes del control de esfínteres. Y si uno pensara el tono en el que Melanie Klein interpreta, podríamos decir que interviene como una piyada, como una persona excesivamente convencida de lo que está diciendo. Vale aquí la misma salvedad que en los casos anteriores. Esto es un efecto transferencial; no una crítica. En todo caso, habla bien de Melanie Klein, y no mal. Y esto ocurre -el hecho de que haya que hacer este tipo de aclaraciones- porque, y se empieza a ver por qué, no es la persona del analista la que está en juego en el análisis. De ahí la duplicidad que se instala.

En el material esta posición en la transferencia tiene vinculación con la expansión de Hitler en Europa y temas de ambición:

como una piyada

Les pido que reflexionen sobre los casos de a dos, porque los elegí a propósito para producir cierta redundancia -los objetos son similares-.

CASO DEL NIÑO ORINADO DE J.-A. MILLER

El último análisis del que me voy a ocupar (no es un caso, son una serie de entrevistas) lo cuenta Miller en un texto publicado por Manantial: Dos dimensiones clínicas: síntoma y fantasma.

Miller habla de una persona muy angustiada, que accede a él, después de siete años de análisis, en un estado de pánico, y que está callada durante mucho tiempo, sosteniendo -dice Miller- una suerte de demanda muda. Hasta que finalmente le comunica que en los puntos culminantes de los estados de pánico tiene la fantasía de tener un niño entre las piernas y orinarlo.

Miller comunica estas entrevistas tomando una serie de precauciones, porque las cuenta como un ejemplo de fantasma inconsciente, pero antes había dicho -en el curso de su desarrollo- que del fantasma inconsciente no se puede hablar así como así. Respecto del fantasma inconsciente se conoce una suerte de apotegma de Lacan que dice: "Lo fastidioso es que se habla del fantasma inconsciente con la esperanza de verlo". Aquí está el obstáculo que debe evitarse. Y Miller, que seguramente conoce esta sentencia de Lacan, cuenta su caso tomando precauciones, con muchísima reticencia, como alguien que está por decir y no termina de decir; y finalmente esto se le escapa, se va de control. Y estamos otra vez en el punto en cuestión. Tenemos ahora al analista tomado por la transferencia.

Vemos que lo que se le escapa a Miller se corresponde al tema que traía la paciente y que consistía en la fantasía de orinar al niño:

sin referencias, nuliubicuidad
goma (todo le resbala)
como una piyada
se le escapa

Por el momento localicé una posición del analista -aquí podría extenderme más, podría ser más riguroso, pero no es el caso- ubicada a partir de la transformación de un relato, a partir de una localización de un objeto de goce, de una instancia de goce en un relato.

Por eso decía que iba a desarmar el juguete. En la medida en que esto aparece como transformación de un relato, la consecuencia necesaria es que el sujeto de ese relato ya no es el correlato de lo que dice. Porque el paciente de Melanie Klein cuando estaba hablando de la guerra no estaba hablando de "la piyada"; ni la paciente de Miller estaba hablando de que a su analista se le iba a escapar algo; el paciente perverso de Betty Joseph tampoco tenía la menor idea de que a la analista le resbalaba el caso; ni el paciente homosexual que trató el Dr. Jaite tenía idea de que lo estaba dejando en ningún lugar: en una plaza, o en la ruta de los cirujas.

En el momento en que esto se produce, el sujeto -que ya no aparece como el correlato del decir en la medida en que ese decir lo ha superado completamente- se escribe con esta letra:

$ =no hay representante del sujeto

Esta $ no es otra cosa que un significante elidido, barrido. Es un punto donde el sujeto ya no está representado en la historia o en el relato que hizo. Eso es exactamente el fantasma.

Pero en la manera en que yo abordé el fantasma, desarmándolo, se trata del interior del fantasma, del fantasma desarticulado. Es lo que se llama con un tópico "el atravesamiento del fantasma".

Si uno pensara - ya no en términos del momento en que esto se rompe, en que se localiza en dos personas y aparece dividido entre paciente y analista- el funcionamiento del fantasma pleno, el funcionamiento del fantasma antes de que esta localización se produzca, encontraría que el goce se oculta y el sujeto está representado

En la medida en que el sujeto está representado, que el sujeto es el agente, es el que dice su discurso, el goce se oculta y el fantasma promueve al Je, promueve un sujeto que se hace cargo del discurso, el nombre propio.

DENTRO DEL JUGUETE

Una vez roto el juguete vemos que lo que contiene es fundamentalmente la identificación. La esencia del fantasma remite a la identificación. Por esto decía que una de las formas de acceder al problema de la escritura del fantasma es reflexionar sobre la comparación que hace Lacan con la raíz de menos uno.

El problema radica en que si uno multiplica -1 por -1, como sabemos, da +1; y no resuelve la raíz de menos uno. Pero si uno multiplica, siempre dentro del campo de los números enteros, +1 por +1, da también +1. De modo que los matemáticos se vieron en la necesidad de inventar el número llamado i minúscula, que sería el número, si uno lo compara con los números enteros, equiparable a multiplicar -1 por +1. Esa es la trampita que tiene i. Y esto equivale a decir, si lo comparamos ahora con el fantasma, que estamos multiplicando -a (la ausencia del sujeto en el fantasma) por +a. Multiplicamos lo que es el sujeto por lo que no es el sujeto. Así obtenemos la identificación y nos ubicamos en su centro mismo.

Ahora bien, para ser completamente rigurosos faltaría ubicar otra cosa dentro del fantasma: la castración. Es el segundo punto fundamental, y ocurre cuando esta ilusión de que el sujeto puede resolver su alteridad, que puede hacerse cargo de su identificación, se rompe, y el objeto aparece definitivamente separado, lo que lleva al tema de la castración. Así el acceso a esta suerte de caballo de Troya, que es el fantasma como lo tomé yo, este chiche, muestra dentro dos objetos: la identificación y la castración, que son además correlativos como se ve aquí.

LA ESCRITURA

Una última cuestión remite al tema de la escritura -tema bastante complicado de explicar, me llevaría mucho tiempo hacer un recorrido por toda la cuestión matemática en Lacan-. Para hacer una cosa rápida, elegí una referencia que hizo Lacan a un sabio chino. Tres mil años antes de Cristo este sabio dibujó un círculo:

Lacan dijo, cinco mil años después, que este círculo era el escrito.

Yo diría que es el paradigma de lo que es la escritura en la obra de Lacan.

¿Por qué dice Lacan que este círculo es el escrito? No porque esté puesto sobre un papel, porque hay miles de cosas en papel que no son escritos. Es un escrito porque no se sabe si lo que el chino cernió es lo que estaba fuera del círculo o lo que estaba dentro:

Son las dos cosas.

Asimismo cuando escribimos sujeto barrado losange (a):

El sujeto es el objeto y no es el objeto. Este es el modelo general, la equivalencia general entre el fantasma y la escritura. Por esto se puede hablar de escritura del fantasma. Sin esto no habría escrito. Podríamos, tal vez, hablar de discurso, palabra, o lenguaje, pero no de escritura. Con la escritura estamos hablando de algo que soluciona una indeterminación. Aquí soluciona la indeterminación que se establece entre el interior y el exterior del círculo. No sabemos si lo cernido por el círculo está dentro o fuera de él, lo que hace que esté en los dos lados y en ninguno.

 

SEGUNDA PARTE

EXÉGESIS DEL PÁRRAFO DE LACAN

El tema de concurso es básicamente una articulación sobre la escritura del fantasma, si no fuera así habría mucho más que agregar. Hay desarrollos, por ejemplo, en relación a los cuatro discursos; se puede comparar el fantasma con los nudos borromeanos; se puede plantear el principio de realidad y el principio del placer en el losange; etc. En realidad, el pedido es hacer la articulación con este párrafo, donde aparece la expresión "fantasma colectivo", que es un hapax en la obra de Lacan (por lo menos yo no la he visto en ningún otro lado), y es lo que habría que alcanzar.

Respecto de esto, ya dije antes que voy a refutar la posibilidad de que se pueda establecer una relación entre una cosa y otra. Al menos parcialmente, en el sentido de que el sentido de este párrafo depende exclusivamente de los nudos borromeanos.

UBICACIÓN DEL TEXTO

Este párrafo, lo dije al comienzo , forma parte de un texto que se halla en las Lettres de l'école freudienne, en el número 18, y es enteramente -las ocho páginas del trabajo- una respuesta a una pregunta de Solange Faladé.

Esta analista le pregunta a Lacan si puede esclarecernos, si puede decir algo, sobre la función del más uno, del más una persona, en la vida del cartel. Y Lacan, empieza efectivamente contestando sobre el más uno. Inmediatamente después habla del más uno en matemática. Dice que los matemáticos no saben de qué hablan, como ellos mismos reconocen, pero saben de quién hablan. Por ejemplo, un matemático podría hacer un trabajo, podría ocurrir que no le pueda dar ningún sentido a su trabajo, pero sabría perfectamente que está hablando de Dedekind o de Cantor. Ese es el sentido primero que Lacan le da al más uno.

EL JUGUETE DE LACAN

A esto sigue una digresión, y es una digresión que está -como suele ocurrir con las alocuciones de Lacan- en el contexto de las cosas que Lacan tenía en la cabeza en ese momento -que además es una cosa muy general: cuando uno da una clase y le hacen una pregunta, contesta con lo que leyó la noche anterior, o a partir de las preocupaciones que tiene, aunque no sea lo que leyó la noche anterior-. Lacan empieza a hablar en el tono de una clase que sería una clase del seminario XXII. Estrictamente, todo el desarrollo de Lacan -no voy a explicar el nudo borromeano porque no viene al caso que lo haga ahora- es ubicable en el seminario Real, simbólico, imaginario. Los temas del texto de Lacan están en relación con el nudo borromeano. Por ejemplo, uno de los problemas que aparece en el texto atañe a los tres tipos de exclusiones que hay en el nudo, y que son las exclusiones del sentido y lo real, del goce fálico con respecto a lo imaginario, y la exclusi6n del goce del Otro con respecto a lo simbólico.

El tipo de ejemplos que aparecen, el triskel, el nudo trébol, el tema de la trinidad cristiana, etc., son todos temas que Lacan ha tomado en el seminario XXII especialmente, y también en el XXI y el XXIII, para explicar los nudos borromeanos.

Lacan había tomado los nudos borromeanos del seminario de Guilbaut, a principios de los ' '70. Aquí podríamos decir que los nudos sirven a Lacan para romper el cuerpo y espiar un poco la vida que éste lleva.

EQUÍVOCO

Si uno tomara otro párrafo del texto, de la extensión de éste, un párrafo que tuviera unas quince líneas, sería muy difícil que se pudiera escapar tanto al contexto teórico de esta charla de Lacan y produjera tanto equívoco. Acá, Lacan parecería estar hablando de otra cosa. Si uno toma quince líneas de otro lado, habla del nudo borromeano y no hay ninguna duda; salvo en un párrafo donde habla de drogadicción -un párrafo muy poco conocido, en general no se lo ha citado en Buenos Aires-, y que es quizá lo más importante que dijo Lacan sobre drogadicción -sobre todo porque es lo único que dijo, no porque sea tan importante-.

Pero, en fin, si tomáramos solamente ese párrafo también produciría un equívoco monumental.

No quiero decir con esto que el párrafo está mal elegido. A mí me parece un párrafo genial. En parte me parece genial porque reproduce las condiciones de este concurso. En la medida en que el ejemplo de Lacan apela a problemas de criterio, de elección y de voto, reproduce lo que va a ocurrir aquí, cuando las exposiciones terminen. Y no es fácil hallar algo así en la obra de Lacan. Que se pueda encontrar algo así presupone mucha lectura y conocimiento; y sobre todo agudeza.

En conclusión: el párrafo se entiende a partir del nudo borromeano, no se entiende a partir de la referencia al seminario XIV, que es el lugar al que uno parecería tener que dirigirse, porque habla de principio de realidad y principio del placer.

LA INFECCIÓN

En este párrafo se plantea el problema de la identificación del cuerpo con la vida. El momento en el que Lacan va a poner el ejemplo de los A.M.E. aparece antecedido por una referencia a Más allá del principio del placer, por una referencia a lo que Lacan allí llama germen, y que nosotros, en Buenos Aires, le llamábamos protoplasma, o sustancia inmortal que se transmite a través de los cuerpos encadenados a la reproducción de la especie por una prima de placer. Entonces, lo que dice Lacan a partir de allí es que Freud dijo y no dijo algo. "Si hubiera dicho -dice Lacan- me hubiera ahorrado a mí el escándalo de tener que decir, en 1975, que la vida es una infección". Pero, además, agrega -va y viene Lacan con Freud- que en alguna medida lo dijo porque habló del germen; pero no dijo del todo, porque si lo hubiera dicho del todo, eso lo hubiera llevado a cambiar de nombre al principio de realidad, y le hubiera puesto "principio de fantasma colectivo". Ahí es precisamente donde aparece por primera vez este hapax: en el punto dominante del párrafo de Lacan; y es lo que hay que explicar.

CUATRO PASOS DE EXPLICACIÓN DEL PÁRRAFO

¿Por qué, entonces, esto aparece como un fantasma colectivo? ¿Por qué Lacan dice que se puede rebautizar el principio de realidad y ponerle "principio de puro fantasma, principio de fantasma colectivo"?

Hay una serie de pasos en el texto de Lacan. El primero es el que aludí recién, la exclusión de la vida con respecto al cuerpo:

l) cuerpo/vida

Lacan ubica a la vida en lo real en el nudo borromeano, la ubica como imposible, como una infección. Esto significa que hay una exclusión entre la vida y el cuerpo. La vida es una infección, aparece parasitando al cuerpo.

El segundo paso se produce cuando el cuerpo se identifica a la vida:

2) cuerpo identificado con la vida

No se trata aquí ni de organismo ni de cuerpo, sino de la representación. Cuando el cuerpo se identifica a la vida, una vez que esto se produce, Lacan dice que es posible oponer la vida a la muerte, porque es posible imaginarse la desaparición del cuerpo; entonce s, esto implica que la muerte pueda situarse:

3) => situar la muerte

Y que la muerte sea un asunto -dice Lacan- puramente imaginario. Es un asunto de fantasma; es un asunto de fantasma colectivo. Entonces, se ve qué quiere decir "fantasma colectivo" allí. Fantasma colectivo quiere decir, para poner un sinónimo, cuerpo viviente.

El fantasma colectivo es, ante todo, el cuerpo viviente.

El cuarto paso es el que va a llevar al ejemplo que pone Lacan -el ejemplo del jurado de admisión respecto de los analistas miembros de la escuela-.

Una vez localizada la identificación del cuerpo y la vida, que permite situar a la muerte y que por lo tanto lleva a preservar el cuerpo, se puede obrar de acuerdo al buen sentido y podemos orientarnos hacia el menor peligro:

4) preservar el cuerpo es el buen sentido y el menor peligro

Esto, es obvio, no era posible en el primer escalón de esta deducción, en la medida en que si la vida está alejada del cuerpo, uno puede hacer cualquier desastre con el cuerpo y seguir viviendo. No hay nada ahí que lo autorice a uno -aceptando la independencia de estos dos elementos- a preservar el cuerpo.

De donde, entonces, podríamos sacar como consecuencia del desarrollo de Lacan una suerte de axioma del buen sentido. El buen sentido para Lacan, en este texto -a pesar de que se inicia con una referencia a Descartes: "La razón es lo mejor repartido del mundo", que Lacan parafrasea: "El buen sentido es lo más expandido del mundo"-, supone e implica la identificación del cuerpo y la vida. Sin esta identificación no hay buen sentido y es imposible la orientación hacia el menor peligro.

EL EJEMPLO DE LOS A.M.E.

¿Por qué el ejemplo? ¿Por qué razón Lacan dice: "El criterio con el que ustedes eligen a los analistas miembros de la escuela es 'A aquél se le puede tener confianza' "? ¿Qué quiere decir 'A aquél se le puede tener confianza'?

Quiere decir que aquél al que se le puede tener confianza participa del mismo fantasma colectivo que el jurado de admisión, que el jurado de accueil, para decirlo en francés. Aquél al que se le puede tener confianza es alguien que identifica su cuerpo con su vida. Si no lo identificara sería imposible tenerle confianza. "Aquél" es alguien que no va a ofrendar su cuerpo por ninguna vida que esté más allá de él. Y que, además, va a preservar hasta cierto punto la vida de los demás, en la medida en que supone que está representada por esos cuerpos.

EL FANTASMA COLECTIVO: EJEMPLOS DE LACAN

En el texto de Lacan hay ejemplos -si uno lee con atención- antes y después de la aparición de este párrafo. Estos ejemplos son de diverso orden. Tal vez el más importante en la obra de Lacan, por las resonancias que tiene respecto de otros seminarios, sea el de la belleza del cuerpo, la belleza de los cuerpos en el paraíso. Este ejemplo remite a la belleza de la dialéctica socrática. Sócrates se imaginaba la preservación de su dialéctica y, su cuerpo en el Olimpo, hablando de lo frío y lo caliente, de que lo bello excluye lo feo, etc.

Esta identificación de una forma que se preserva, que se inmortaliza, es el ejemplo de más resonancia. Pero también hay ejemplos más funestos, como el de la morgue: otro de los ejemplos de fantasma colectivo es el de la pila de cadáveres. Y es fundamental -insisto de nuevo- el ejemplo del cuerpo viviente, que es el fantasma colectivo por antonomasia.

Aquí habría que hacer una pequeña reflexión sobre lo que quiere decir la expresión "fantasma colectivo". En principio, el uso es por extensión, no es un uso formalista: cuando Lacan dice "puro fantasma" no se refiere a que sea un fantasma puro, la arquitectura, el esqueleto, o la escritura del fantasma, sino a algo que es puramente fantasmático.

Pero, en segundo lugar, la calificación de "colectivo" va para los dos lados. Para usar un poco el lenguaje de Husserl, diría que el término "colectivo" afecta tanto al polo noético como al polo noemático. Hay muchos individuos, o algo colectivo, del lado de las personas que "fantasmatizan", como del lado del objeto fantasmatizado, del noema: la pila de cadáveres, los cuerpos en el paraíso, etc.

RESTRICCIÓN

En el texto hay que entender que principio de realidad y fantasma colectivo no aparecen en una articulación, aunque esta articulación exista en Lacan. Hay un desarrollo muy clásico sobre este tema en la primera lección del seminario XIV, donde Lacan reflexiona sobre la constitución de la realidad en lo que allí llama la superficie burbuja -no voy a entrar en ese desarrollo-, hay muchísimos otros lugares. En Subversión del sujeto se aborda la relación entre el corte del fantasma y el principio del placer; por ejemplo, se puede transformar la fórmula del fantasma en una relación entre goce y cuerpo:

cuerpo <> goce

Con esto se obtiene el principio del placer (en la medida en que se extrae el goce del cuerpo). Pero eso no está en juego en este párrafo porque el fantasma no sirve para explicar la posición particular que adquiere el cuerpo en el nudo borromeano, en tanto no hace nudo; y de lo que se trata en el cuerpo -que permite oponer la vida a la muerte- es que tenga un funcionamiento de nudo. Por eso lo que es propio, lo que es pertinente para dar cuenta del desarrollo es el nudo borromeano y no el fantasma.

En rigor, el modelo de Lacan está en La troisième, en las páginas 199-200:

El nudo borromeano presenta el cuerpo, la vida y la muerte sobre el nudo. La muerte aparece en lo simbólico -contrariamente a lo que en general se piensa, porque se piensa la muerte del lado de lo real imposible, acá eso no tiene nada que ver, aunque no sea incorrecto pensar la muerte del lado de lo real, lo que está en lo real aquí es la vida-, y lo que está en lo imaginario es el cuerpo, y dado que el funcionamiento del nudo borromeano si lo tomamos dos a dos es desconectado la relación sólo puede establecerse a partir del cuerpo.

Esto corresponde exactamente al desarrollo de cuatro pasos que yo había hecho antes. La posición del cuerpo es nodal.

DOS COMPARACIONES Y SUS LÍMITES

Sin embargo, existe alguna posibilidad de plantear una equivalencia, una comparación con respecto al funcionamiento del fantasma, en el sentido de que en el nudo borromeano hay una identificación del cuerpo con la vida, como primer paso, mientras que en el fantasma hay una identificación del sujeto barrido con el objeto.

Pero esta comparación tiene un límite puesto que en el fantasma el objeto resulta amputado, es un objeto muerto. Lacan usaba este concepto, a veces, para refutar la psicología evolutiva, decía: "Si se supiera que el objeto es un objeto muerto no se dirían tantas tonterías sobre la maduración en psicoanálisis. El seno es un seno cortado, el falo está embalsamado..." Citaba un texto que se llama De lo que yo enseño, del 23 de enero de 1962.

De modo que la comparación tendría un límite: en el nudo borromeano la identificación es con la vida, y en el fantasma con la muerte.

Otra posibilidad de establecer una segunda comparación resulta de tomar el tema por el lado del nombre propio. En el fantasma, cuando tiene un funcionamiento pleno, cuando no ha sido atravesado, se produce un Je del discurso, alguien que se hace cargo de ese discurso, se produce un nombre propio, al-guien que dice "Yo digo lo que digo". Respecto del nudo borromeano, Lacan comenta -no exactamente en el párrafo que yo estaba citando, un poco más adelante- que una persona se le acerca, aparentemente estaba embarazada, y le dice: "Lo que yo llevo en la panza es vida parasitaria. Hasta que le ponga un nombre". Esto resultaría tranquilizante. La función del nombre propio comportaría el menor peligro.

Sin embargo, aquí también hallamos un límite puesto que lo que le dice es-ta persona a Lacan tiene algo engañoso: lo que ella lleva en el vientre no es una vi da, es un cuerpo. La vida también es una infección para ese cuerpo. De modo que allí se limita la posibilidad de comparación.

 

EJEMPLOS Y CONTRAEJEMPLOS DEL BUEN SENTIDO

Voy a concluir con algunos pocos ejemplos sobre el buen sentido y el mal sentido. Un contraejemplo de lo que desarrolla Lacan, el mal sentido por definición, es el nazismo. Porque el nazismo justamente se promueve como una desidentificación de los cuerpos y el principio de la vida; pone los cuerpos por un lado, y la vida la asienta en la pureza de la raza aria. Y de ahí el holocausto.

Pero no es el único ejemplo; este es un contraejemplo extremo. En el caso de la ciencia hay muchos ejemplos de científicos que ofrendan su cuerpo al principio de una vida o de un saber que está afuera de ellos.

Hasta aquí pareceríamos poner lo bueno del lado del buen sentido, y lo malo del otro lado. Sin embargo, las cosas son más complicadas. En la sociología de derecha, en la sociología más reaccionaria, la identificación de la sociedad con un cuerpo viviente, con un organismo, lleva a sostener las ideas más retardatarias. La vida de la sociedad se identifica con un cuerpo.

Un ejemplo intermed io entre el buen sentido y el mal sentido es la novela Frankestein. El monstruo creado por el Dr. Frankestein tiene un cuerpo hecho con fragmentos, con amputaciones, con cosas sacadas de distintos cementerios. La vida le viene por un rayo, como una cosa eléctrica. Así tenemos la vida por un lado, y el cuerpo por otro. Y estamos en el terreno del mal sentido: no hay identificación de la vida y el cuerpo. No obstante, decía que es un ejemplo intermedio por el hecho de que cuando muere el monstruo la vida aparece identificada con su cuerpo: Frankestein muere porque destruyen su cuerpo. Está entre una cosa y otra.

LA INSTITUCIÓN PSICOANALÍTICA

Dos últimos ejemplos y termino. Una persona que es el ejemplo del buen sentido por antonomasia y por excelencia, que está muy ocupada en preservar el cuerpo del psicoanálisis, alguien que ha dicho en una conferencia -que se citó mucho en Buenos Aires- que Freud era del siglo XIX, que llevó el psicoanálisis hasta mediados del siglo XX, y que nuestra tarea era conducirlo hasta el siglo XXI -para que el psicoanálisis se asegurara tres siglos de vida-, alguien que es el A.M.E., el analista miembro de la escuela por definición, que identifica el cuerpo del psicoanálisis con su preservación y se ocupa de extender su existencia y salvaguardarla, es Jacques-Alain Miller.

Contrariamente, nuestra Facultad se empeña -intencionalmente o no, poco importa- en formar analistas, es decir, seres que finalmente podrían transformar su cuerpo. Nuestra facultad se halla así del lado del mal sentido, no identifica su permanencia con su cuerpo.

Quedan unos diez minutos, podemos pasar a las preguntas.

 

PREGUNTAS

Dr. Kizer: Cuando usted habla del cuerpo viviente como fantasma colectivo olvida articular el cuerpo vaciado de goce.

C.F.: Lo que usted cita es un desarrollo de Lacan que se encuentra en Radiofonía, pero que no puede compararse con lo que Lacan plantea aquí respecto del cuerpo y el nudo borromeano. El problema en el nudo borromeano es que el cuerpo permite oponer la vida y la muerte. En el texto en particular que fue tomado para este concurso la problemática es ésa. Pero si uno quisiera tomar el nudo en general podría decir que, efectivamente, el goce fálico está fuera del cuerpo:

No ocurre lo mismo con el goce del Otro que pertenece al redondel donde está el cuerpo. Le recuerdo, además, que en Radiofonía la problemática está relacionada con el incorporal estoico (de allí que aparezca el tema del cuerpo vaciado de goce).

De modo que, le diría, no olvidé articular nada porque son desarrollos bastante disímiles: no hay nada que articular.

Dr. Kizer: Yo creo que usted se equivoca cuando plantea la pérdida del lenguaje del sujeto. Se trata de discurso. El sujeto podría perder la palabra, no el lenguaje. Se dice, por ejemplo: "discurso sin palabras".

C.F.: Usted introduce una referencia clásica de Lacan, cuando este aborda el tema del discurso, que se halla en el seminario XVI: "El discurso es un discurso sin palabras". También se encuentra al principio del seminario XVII. Pero esta referencia no sirve para situar el problema del fantasma tal como yo lo expuse hoy, y, sobre todo, a partir de los ejemplos que puse. De ningún modo se trata de un problema de palabra puesto que en S barrida, $, si planteamos el problema a nivel de la palabra, el sujeto produciría, perdiendo la palabra, el signo de su desaparición y, por lo tanto, no desaparecería -puesto que es él mismo quien produce ese signo-. Por esto se trata de un problema de lenguaje. A nivel de la palabra esto no tiene solución.

Dr. Kizer: ¿Cómo plantea usted entonces el lenguaje al fin del análisis? Y veo ahí una contradicción en lo que usted dice.

C.F.: Lacan decía, para ponerle un ejemplo y citar sólo una referencia, que al fin del análisis el sujeto pierde el goce del bla-bla-bla. Justamente lo dice, entre otros lugares, en La tercera.

Dr. Kizer: Pero entonces usted sólo toma el goce fálico.

C.F.: No lo creo. Pero su pregunta no es una pregunta de alumno. Yo propondría abandonar la ficción que introduje al inicio. De otro modo no podría responderle.

Propondría la siguiente distribución:

Cuando el S1 representa al sujeto para el S2, ante el saber, hay funcionamiento del sujeto supuesto saber, que corresponde a lo que yo llamaba antes el funcionamiento pleno del fantasma: hay representación del sujeto. En cambio, cuando hay disyunción entre S1 y S2, no hay representación del sujeto, estamos en el atravesamiento del fantasma, en la caída del sujeto supuesto saber, que yo noto S( A). Este "matema" indica que estamos frente a un problema de lenguaje.

¿Por qué se pierde el significante del sujeto? Porque se termina la identificación cuando el lenguaje alcanza un valor orgánico. Pero no es que el sujeto pierda la palabra, de hecho sigue hablando.

Dr. Kizer: Yo no entiendo que no haya representación del sujeto. ¿Que quiere decir que no hay representación del sujeto?

C.F.: Yo me tomaría la libertad de plantear el tema de la identificación así:

Cuando el objeto (a) cubre el intervalo significante, el sujeto se identifica al significante. Hay relación entre $ y S1. Pero esta relación es una identificación, quiero decir: no hay verdadera representación del sujeto.

Dr. Kizer: ¿Qué significa que no hay verdadera representación del sujeto?

C.F.: Basta ver los sindicatos.

¿Qué más?

Irene Friedenthal: Sólo pueden preguntar los jurados.

Dr. Kizer: Usted ha olvidado articular el tema del juicio tal como Lacan lo plantea en El atolondradicho.

C.F.: No es un tema lógico el que está en juego allí. Hay, por cierto, una elección pero lleva al principio de realidad (lo ejemplifica), y no a un juicio lógico. Si el juicio fuera lógico, silogístico por ejemplo, todo este desarrollo de Lacan no tendría razón de ser.

Dr. Kizer: Es un problema lógico que se expresa en un juicio.

C.F.: No. El juicio expresa un voto, no una deducción. Hay una votación y el problema del criterio está en cuestión.

Si usted me permite usar la expresión, es una "patadita", una chicana que Lacan le tira al jurado de admisión: "Ustedes me dicen que eligen sobre criterios analíticos. Pues bien, no es así. Eligen de acuerdo al buen sentido y no de acuerdo al psicoanálisis."

Este párrafo está en el origen de la disolución de la escuela de Lacan, aquí empiezan a verse los problemas.

Dr. Kizer: ¿Qué lógica le atribuiría usted al principio de realidad?

C.F.: No hay lógica del principio de realidad. Como no hay lógica en el ejemplo que pone Lacan, salvo que usted pudiera decirme cuál es la lógica que hay en una pila de cadáveres.

Dr. Kizer: La lógica del fantasma colectivo.

C. F.: Pero el fantasma colectivo es un hapax, no es la lógica del fantasma (en parte es lo que demostré hoy). Es muy imprudente plantear la lógica de un hapax.

Dr. Kizer: ¿Cómo plantearía entonces el principio de realidad freudiano en el nudo borromeano?

C.F.: Aquí, en este tipo de desarrollos, como el del nudo borromeano, Freud no existe más -dicho esto con todo el respeto que Freud merece-. La distancia de Lacan con respecto a Freud es enorme en todos los desarrollos de esta época. Esto no es el seminario XI. Estamos a cincuenta años de Freud. De modo que lo que yo diría es que no se puede plantear. Y, tal vez, por esto Lacan lo rebautiza.

Dr. Kizer: No me queda claro, entonces, el ejemplo que usted pone.

C.F.: Yo no lo pongo, lo tomé de Lacan. Se lo voy a explicar en acto. Si usted supone que yo -si no me vota- voy a pegarle o matarlo, no me va a votar si sigue el buen sentido, puesto que usted vería que yo no identifico su cuerpo y su vida. Ese es exactamente el valor del ejemplo que pone Lacan.

Notas

Este texto es la clase oral del concurso de Prof. Titular de "Orientación Lacan" en la UBA, 3 de julio 1989.

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Revista de Psicoanálisis y Cultura
Número 24 - Diciembre 2007
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