Acheronta  - Revista de Psicoanálisis y Cultura

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I. En uno de sus trabajos sobre la técnica psicoanalítica, Freud sitúa ciertos momentos cruciales en el desarrollo de un tratamiento, aquellos en los que "el analizado no recuerda, en general, nada de lo olvidado y reprimido, sino que lo actúa. No lo reproduce como recuerdo, sino como acción; lo repite, sin saber, desde luego, que lo hace"(1).

En distintos casos clínicos nos encontramos con momentos en los que por la vía asociativa no se avanza, y el paciente actúa una escena fantasmática en el marco de la relación transferencial. Freud nos advierte que "las únicas [dificultades] realmente serias son aquellas con las que se tropieza en el manejo de la transferencia"(2). Ahora bien, ¿cómo entender estos fenómenos que se presentan como obstáculo en la clínica? ¿Cómo maniobrar cuando los demonios convocados aparecen?

II. Un caso clínico

Lucía, de 26 años, llega al Servicio de Salud Mental del hospital porque sufre, según dice, de "ataques de locura". Ha dejado todas las actividades que realizaba hasta ese momento: trabajar, estudiar, y militar en una agrupación universitaria. De esos ataques puede situar el primero, cuatro días antes de rendir un final, cuando se encontraba estudiando al lado de la ventana de un edificio. Dice: "Mi cuerpo quería caerse, tirarse de la ventana…Como que no fui yo, fue algo externo, mi cuerpo dijo basta". Por ese entonces, se encontraba cuidando a una amiga, haciéndose cargo de un trabajo independiente, y en la tarea de conseguir trabajo para sus padres, quienes viven en otra ciudad.

Una particularidad de este caso fue la dificultad para instalar la lógica del significante. La palabra parecía tener peso por sí misma. Las intervenciones, aún aquellas enigmáticas, parecían contribuir a armar un sentido unívoco. Luego de cierto recorrido, la paciente dirá: "siempre me las arreglé sola, es como si mis padres fueran mis hijos. Siento como si los abandonara cuando vengo y empiezo a hacer mi vida". Aparecen así más claramente las coordenadas del inicio de su padecimiento: "Empecé a cambiar hace cuatro años: el último año que aprobé la carrera, que vivía sola y estaba bien, mis viejos de un día para otro perdieron su laburo, me sentí culpable". Esto coincide, por otro lado, con el engaño de su hermano a su esposa, a partir del cual su padre dice: "no tendrías que haberlo dicho y listo". Frase que resignifica las tantas denuncias de infidelidad que su madre hacía respecto de su padre mientras éste guardaba silencio. Lucía sitúa la decepción más grande de su vida en este momento, y es desde ahí en más que no vuelve a presentarse a un examen. Ciertos dichos permiten recortar la lectura que la paciente hace con respecto a la demanda de sus padres: "Me tendría que quedar en Pilar porque ellos me necesitan. Yo soy la soltera, siempre pensé que no iba a formar nunca una familia"; "mi mamá dice que mi papá dice que en el fin de sus días quiere estar conmigo".

A partir del trabajo sobre los significantes ‘tirarse’ y ‘dejarse caer’, Lucía recuerda una escena de abuso en la infancia en la que "quería salir corriendo, y amenacé con tirarme por la ventana". Abuso que no fue sancionado, ante el cual se siente culpable. Así comienza a instalarse en el tratamiento como problema su desconfianza en el otro, que sólo puede engañar o generar malestar, de modo tal que no puede pedir ni recibir ayuda. Momento en que viaja a su ciudad natal, y se enfrenta a la demanda voraz de sus padres de quedarse allí, ante lo cual decide, respetando por primera vez sus ganas, volverse a La Plata.

Sorpresivamente, Lucía presenta un estado de depresión: "desde que vengo acá al final me siento peor. Está bien, hablo y aparecen cosas que no recordaba, de mi familia y demás, pero ¿para qué me sirve eso, si sigo igual de mal?". La angustia, la inhibición y el miedo de matarse, de tirarse por la ventana, pueblan las entrevistas. El punto de maniobra fue sobre su relación al Otro pero en acto. La analista interviene señalando: "ya no sé que más hacer con lo que te sucede. Aunque yo te quiera ayudar, sin tu trabajo, esto no es posible". Se la cita todos los días durante algunas semanas, apostando a instalar un lugar donde Lucía fuera alojada, diferente al acostumbrado desalojo.

Se producen modificaciones en la vida de la paciente. Comienza a preguntarse acerca de su relación con los hombres, tema ignorado y frente al cual se encontraba en total parálisis. "Miedo a sufrir, a que me decepcionen, me embola depender de otro, te anula". Aparecen preguntas acerca de problemas laborales. Se recorta más claramente el lugar familiar otorgado a las mujeres, quienes deben cuidar a sus madres. Establece nuevas vías de asociación: "Ante una situación difícil como que quisiera huir, es como salirme del problema…igual algo en esto cambié, puedo contar con el otro, es un avance en mí". Relaciona esto con la escena del abuso, el tirarse por la ventana, la ausencia de sus padres y su soledad. "Hablarlo con vos me sirve, y cuando aparece el malestar, es distinto que antes. Antes sí tenía ganas de tirarme, ahora quiero resolver lo que me pasa". Por primera vez en cinco años rinde finales, presenta un proyecto de arquitectura y plantea su deseo de tener pareja y no ser "la soltera". Pero, tras ausentarse un mes del tratamiento, Lucía cuenta que luego de sus vacaciones en Chile decidió irse a vivir allá, ya que un amigo mayor con el que se reencontró le sugirió que había una buena oportunidad laboral. Como al pasar comenta que tuvo su primera relación sexual con él, y que él posee otros "compromisos". "Lo conozco poco, me genera contradicción, no le creo… no les creo mucho a los hombres, como que pienso que me van a mentir, encima es grande, tiene 50 años… me debe ver chica. Encima fue milico, creo que en época de la dictadura. Lo de la señora he hablado poco, no sé qué onda. Yo ya venía pensando en quedarme en Chile igual. Yo me quiero recibir, pero la idea es hacer plata, sería irme por un tiempo. No tengo nada que perder. La única contra es que me pierdo de cursar arquitectura, es lo único que me ata".

Frente a ciertas contradicciones en su relato que son señaladas, sólo se percibe no querer saber sobre eso. Se intenta trabajar sobre la relación con este hombre, el papel del engaño en su vida, el motivo de la mudanza en este momento, las posibilidades reales de hacer dinero en Chile. Intentos fallidos todos. En este punto la analista se pregunta acerca de la lógica del material que aparece y cómo intervenir ante esto. En entrevistas siguientes la paciente continúa diciendo: "Tengo que hablar cosas antes de irme, de tener una relación, lo que implica haber estado con Aldo. Si me voy, la terapia se interrumpe, recordé que antes de irme a Chile estuvimos hablando lo que me pasó cuando era chica, del abuso, que ya habíamos hablado, pero distinto. Quería ver si irme o no, igual estar sin decidir me desespera, había empezado la facultad y ya la dejé hará un mes. Pensé en estos días en cuando era chica, en eso que pasó con alguien mayor, y me empezó a agarrar rechazo hacia Aldo". Lucía se va a su ciudad natal y al volver cuenta: "En mi familia estuvieron todos contentos, me voy a ir". Sin embargo, a pesar de lo supuestamente favorable de la noticia, la angustia la invade nuevamente. Al invitarla a hablar sobre ello, es la relación con sus padres la que aparece en escena, pero permanece cerrada la posibilidad de pensar sobre su decisión de irse.

Desde su lugar, la analista intuía que había una maniobra, distinta a las efectuadas hasta ese momento, que era necesario realizar, aunque dudaba de su lógica. ¿Estaría obrando desde sus prejuicios o ideales? La analista interviene señalando su preocupación por la partida de Lucía a Chile, haciendo un recorte del "dejar todo, huir", que se pone en juego en la escena de la transferencia: "A partir de lo que vengo escuchando, me preocupa que te vayas a Chile. Esto no es caprichoso sino que está relacionado con tu problema, aquel que te trajo a la consulta y que tendríamos que seguir trabajando: cuando estás cerca de lo que querés, dejás caer y huís". A esto Lucía responde: "¿Vos me estás diciendo que no me vaya?". La analista asiente y corta la sesión.

III. Sobre la teoría

La clínica psicoanalítica se funda en la transferencia. Es desde ella que el analista puede operar, a pesar de que en ciertos momentos aparece como obstáculo. En el Seminario 11, Lacan conceptualiza a la transferencia como la puesta en acto de la realidad sexual del inconciente.

En cuanto a la puesta en acto, es un concepto que proviene del agieren freudiano, una "actuación". Podríamos vincularlo a la noción teatral de puesta en escena, en este caso en el análisis: momento en que el sujeto deja de lado la repetición en su dimensión significante (automaton) y se pone a jugar la vertiente tyche, como encuentro fallido con lo real de la repetición.

En cuanto a la realidad sexual, podemos tomar la hipótesis de que Lacan habla de realidad y no de lo real en función de contraponerse a los postfreudianos en su concepción sobre la transferencia. Sitúa la dimensión del engaño como constituyente de la misma, en tanto allí está puesto en juego el amor. La operatoria no consiste entonces en la corrección de la transferencia entendida como un error, sino en intervenir desde lo que en ella se presenta. Lacan desprende a la transferencia de la mera repetición significante, en tanto introduce la vertiente del objeto en la actualidad del vínculo transferencial desde el marco del fantasma. La realidad a la que Lacan se refiere entonces, no es más que la realidad fantasmática, y la vertiente sexual, aquella dimensión que como objeto a ingresa en dicha escena. En el Seminario 14 dice: "La realidad prêt-à-porter que hace el cuadro del fantasma y que constituye toda la realidad humana, no es ninguna otra cosa que el montaje de lo simbólico y lo imaginario; esto se distingue de lo real que nunca es más que entrevisto, cuando la máscara que es aquella del fantasma vacila."(3)

El engaño transferencial se establece en la doble dimensión del amor y del saber. "El sujeto neurótico sufre a causa de la inconsistencia del Otro, de allí que la neurosis emplee sus esfuerzos en velar tal inconsistencia. La transferencia analítica conforma uno de los velos de la falta del Otro: el Sujeto supuesto saber viene a ejercer una función de ocultamiento de la inconsistencia del Otro. El neurótico le atribuye al analista en la experiencia psicoanalítica consistencia, en tanto Otro del saber" (4). Esto no aparece en un inicio; el analista no se encuentra ubicado de entrada en el lugar del Otro. En este caso en particular, constituyó una dificultad importante, en tanto que sólo a partir de una maniobra que apostó a la instauración del dispositivo analítico, se produjo un posicionamiento subjetivo que propició la instalación de la Otredad. Ahora bien; ésta es una condición de todo trabajo analítico, pero que si se eterniza puede llevar el tratamiento al terreno de la sugestión.

IV. Sobre la praxis

La posición de neutralidad es aquella en la que se permanece por fuera de la tensión entre dos partes, sin inclinarse por ninguna de ellas. Ubicándose por fuera del eje de lo imaginario, el del uno y el otro, el analista habilita el lugar del Otro de lo simbólico. Esto le permite intervenir sobre los significantes del sujeto sin cargarlos de un sentido personal basado en ideales, deseos, fantasmas o goces particulares del analista. Sin embargo, puede ocurrir que en un tratamiento se atraviesen momentos en los que esa posición se torne estéril. En muchos casos, el analista se ve compelido a moverse de su posición de neutralidad. Lacan propone una maniobra posible: "…una vacilación calculada de la ‘neutralidad’ del analista puede valer para una histérica más que todas las interpretaciones, a riesgo del alocamiento que puede resultar de ello" (5). La no-neutralidad apunta a una toma de partido particular, en contra de lo esperable en la conducta de un analista –que no aconseje, que no opine, etc. Se trata de una intervención en acto.

Por otra parte, vacilar es "moverse indeterminadamente una cosa. Estar poco firme una cosa en su estado, o tener riesgo de decaer o arruinarse". En sentido figurado es "titubear, estar perplejo o irresoluto". La expresión ‘vacilación calculada’ parecería entonces contradictoria en sus términos, ya que el obrar con cálculo supone reflexión, previsión y prudencia. ¿De qué hablamos entonces cuando nos referimos a una ‘vacilación calculada de la neutralidad’? El analista produce una maniobra tal que su acto sorprende en tanto no se corresponde con lo que se esperaría de una posición neutral. Transmitir la dimensión imaginaria de su "no-dominio", de su "necesaria imperfección"(6), ubica la castración en el lugar del Otro. Este movimiento, que a veces parece dar lugar a la indeterminación, y que hasta puede dar la sensación de caída, no es producto de la casualidad, sino que se encuentra calculado por el analista en relación con la lectura que está realizando del caso, para producir un giro en la dirección de la cura. Salir de la neutralidad implica en otras ocasiones tomar partido ante ciertas encrucijadas con las que se encuentra el sujeto; no desde el deseo personal, sino desde el sostén de la función del deseo del analista. Una maniobra de estas características intenta producir efecto de corte (7).

Llegado a este punto, resulta pertinente diferenciar las nociones, íntimamente ligadas, de neutralidad y abstinencia. Un tratamiento analítico se realiza en abstinencia. Es decir, la cura debe ser dirigida de modo tal que el analizante encuentre el mínimo posible de satisfacciones sustitutivas, ya sea en los síntomas o en la relación con el analista. "En muchas ocasiones el analista, para sostener la abstinencia, debe calcular de modo estimativo –con castración- cómo debe salir, y de manera perentoria, de su neutralidad" (8).

En el caso que nos ocupa, la analista debió tomar partido, saliendo de la neutralidad y para sostener la abstinencia, ante el intento de la paciente de repetir su posición de goce con la ida a Chile. Fue necesario también que la analista se corriera del lugar del Otro histórico de la paciente. Luego de esta "vacilación calculada de la neutralidad", puede leerse en los dichos de la paciente un giro en el tratamiento, constituyéndose como síntoma "dejar caer" aquello que va por la vía de su deseo, en función de la demanda del Otro: "Me di cuenta que hace 4 años, en el momento en que supe que mi pasión era arquitectura, fue cuando me vi limitada a dejar de hacerlo. Se me pinchó el globo cuando dije ‘yo quiero esto’. Antes lo veía como una cosa externa a mí, ahora lo veo como algo interno, no pasa por mis viejos nada más. Antes pensaba que ellos me lo pinchaban, ahora es como que me lo pincho yo. Entonces, si yo lo elijo, ¿por qué me lo pincho? Me pasa todo el tiempo, me gusta algo, lo elijo, y lo dejo, ¿por qué lo haré?".

Notas

(1) Freud, Sigmund: "Recordar, repetir, reelaborar", en Obras Completas, Tomo 12, Ed. Amorrortu, pág, 152.

(2) Freud, Sigmund: "Puntualizaciones sobre el amor de transferencia", Op. Cit., pág.163

(3) Lacan, Jacques: "Clase 1", Seminario 14: La lógica del fantasma, traducción de la E.F.B.A.

(4) Portillo, Ronald: "Neutralidad analítica e interpretación", en www.antroposmoderno.com

(5) Lacan, Jacques: "Subversión del sujeto y dialéctica del deseo en el inconsciente freudiano", en Escritos 2, pág. 804

(6) Lacan, Jacques: "Subversión del sujeto y dialéctica del deseo". Op.cit., pág. 804

(7) "En el fondo la llamada «vacilación calculada» remite a la noción del orden táctico de toda interpretación, respondiendo a un cálculo, no solo de la estructura en juego sino también de la coyuntura por la que atraviesa en un momento dado la cura analítica". Portillo, Ronald: "Neutralidad analítica e interpretación". Op.cit.

(8) Harari, Roberto: "¿Qué varía y desvaría en la clínica lacaniana?", en http://www.oedipe.org/es/actualites/harariconvergenciaesp

Bibliografía consultada

Freud, Sigmund: Obras Completas, Tomo 12, Ed. Amorrortu

Harari, Roberto: "¿Qué varía y desvaría en la clínica lacaniana?", en http://www.oedipe.org/es/actualites/harariconvergenciaesp , 2004

Lacan, Jacques: "Clase 1", en Seminario 14: La lógica del fantasma, texto inédito, traducción de la Escuela Freudiana de Bs. As.

Lacan, Jacques: El seminario, Libro 11: Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, Ed. Paidós

Lacan, Jacques: "Subversión del sujeto y dialéctica del deseo en el inconciente freudiano". En Escritos 2, Siglo XXI Editores

Portillo, Ronald: "Neutralidad analítica e interpretación", en http://www.antroposmoderno.com/antro-articulo.php?id_articulo=823

 

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Revista de Psicoanálisis y Cultura
Número 24 - Diciembre 2007
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