Acheronta  - Revista de Psicoanálisis y Cultura
Cuerpo y síntoma, un anudamiento singular
Silvia Quesada

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La preocupación que animaba a Freud al escribir su Metapsicología era llegar a dar cuenta de manera precisa y rigurosa pero también transmisible de aquello que observaba en la clínica de los fenómenos neuróticos.

Escribe sus trabajos metapsicológicos entre marzo y mayo de 1915, en el transcurso de 7 semanas. Pero su preocupación por encontrar un término preciso que definiera cuál era el objetivo de su búsqueda intelectual, databa de mucho tiempo atrás.

La primera vez que utiliza el término Metapsicología con el sentido que después tendría fue en una carta a Fliess, la carta 84, escrita el 10 de marzo de 1898, carta que transcribo por la importancia que adquiere a la luz de los desarrollos posteriores de la teoría.

"No fue un logro tuyo desdeñable haber visto ahí terminado el libro de los sueños. Es que ha vuelto a reposar, y el problema entretanto se ha ahondado y ampliado. Me parece como si con la teoría del cumplimiento de deseo sólo estuviera dada la solución psicológica, no la biológica o, mejor, metapsíquica. (Por otra parte, te pregunto seriamente si para mi psicología que lleva tras la conciencia es lícito usar el nombre de «metapsicología».) Biológicamente, me parece que la vida onírica parte por entero de los restos de la época prehistórica de la vida -la misma que es la fuente de lo inconciente y la única en que se adquiere la etiología de todas las psiconeurosis, época para la cual normalmente existe una amnesia análoga a la histérica-. Vislumbro esta fórmula: Lo que en la época prehistórica es visto, da por resultado el sueño; lo que en ella es oído, las fantasías; y lo que en ella es vivenciado sexualmente, las psiconeurosis. La repetición de lo vivenciado en esa época seria en sí y por si un cumplimiento de deseo; y un deseo reciente sólo llevaría al sueño cuando pudiera ponerse en conexión con un material de ese período prehistórico, cuando el deseo reciente fuera un retoño de uno prehistórico o pusiera ser adoptado por este último".

Para Freud era importante encontrar un espacio conceptual diferente del de la medicina, y también de toda psicología de la conciencia. Pero también se trataba de localizar un espacio que permitiera entender con rigurosidad la articulación de los procesos psíquicos y los fundamentos biológicos.

Nada tiene que ver la preocupación freudiana, con encontrar alguna unidad psicofísica. De entrada para Freud hay una disyunción esencial, impuesta por lo pulsional, que no admite ninguna síntesis, ninguna unificación posible.

Lo pulsional, sitúa al cuerpo en relación con lo psíquico, más en una dimensión de red, de nudo, que de unidad. La pretendida unidad de la Psicología de la conciencia, queda perdida en el mismo tiempo lógico, en que el cuerpo se instala como cuerpo erógeno.

Para proseguir en nuestro análisis se pueden situar algunos antecedentes que le permitieron a Freud ir construyendo desde el punto de vista epistemológico el concepto de pulsión.

Estos antecedentes son:

  1. La postulación de una "fuente independiente de desprendimiento de displacer" (de cantidad). Freud adjudicaba esta fuente a la vida sexual, y la situaba como previa a las representaciones de asco, vergüenza y moral, es más agregaba "presente ella puede prestar fuerzas a tales representaciones." (Freud, S; 1896). Situando desde el inicio una sexualidad problemática.

  2. Otro antecedente lo ubicamos en el capítulo 7 de la Interpretación de los sueños en el punto c, titulado la realización de deseo. Allí Freud se pregunta por el origen del deseo que puede formar un sueño, y se responde que debemos suponer 3 orígenes posibles del deseo: a) lo latente, b) lo sofocado (reprimido), c) lo permanentemente inconsciente, y agrega sólo a un deseo de esta fuente le podemos adjudicar la capacidad de formar un sueño.
    Aparece así el estatuto del deseo inconsciente en tanto fuerza pulsionante, motor del sueño. Presentado como pura cantidad, proporciona "acento psíquico" a los restos diurnos para volverlos soñables. (Freud, S; 1900)

  3. La mítica vivencia de satisfacción, mítica en tanto no le adjudica existencia cronológica, sino lógica. Tal vivencia postulada también en el Proyecto de una Psicología para Neurólogos, deja como resto el deseo inconsciente. (Freud, S; 1895- 1900)

La pulsión se encuentra situada en la teoría psicoanalítica como uno de los conceptos fundamentales.

Esa es en definitiva la propuesta de Freud, cuando comienza a escribir la Metapsicología, se trata de construir conceptos que permitan explicar las distintas formaciones de lo inconsciente, por eso se interroga sobre los mecanismos y las causas que sostienen a los síntomas, los sueños y los actos fallidos.

Se trata, en síntesis, de ir conociendo y explicando, los resortes últimos del determinismo inconsciente.

Es que, en definitiva, explicar significa, siempre, en una teoría, poder dar cuenta de aquello que se observa mediante conceptos, términos, conjeturas, hipótesis. En suma se tratará en el Psicoanálisis de explicar lo que se ve, (síntomas, sueños, actos fallidos), a partir de lo que no se ve,(explicaciones metapsicológicas). Es en este sentido que Freud se ocupa de determinados conceptos básicos en la Metapsicología, como son la pulsión, la represión, lo inconsciente, la repetición. La Metapsicología freudiana debe ser leída como un todo relacionado, vinculado. Los textos que la componen forman un conjunto, y estos deben ser leídos en tanto tal. Si esta indicación es válida para la lectura de los escritos metapsicológicos en general, se verifica especialmente en la noción de pulsión.

Como es factible observar, no es posible entender el concepto de pulsión, sin la noción de represión primordial, y esto a su vez se vincula directamente con el estatuto de lo inconsciente no-reprimido postulado por Freud en su escrito Lo Inconsciente.

Con "Tres ensayos de una teoría sexual", Freud comienza lentamente a desprenderse de una concepción de la sexualidad vinculada a la genitalidad, y de lo efectivamente vivenciado, como escena de seducción. Contrapunto planteado por esa época entre las llamadas neurosis actuales y las psiconeurosis.

A pesar de que, como sabemos, con la teoría de la vivencia sexual prematura y traumática, la ocurrencia de un hecho efectivamente vivenciado y de eficacia traumática, se encontraba en primer plano en la etiología de los fenómenos psicopatológicos. No es menos cierto que simultáneamente comenzaba a alejar a la sexualidad de toda determinación orgánica o fisiológica, cuestión que empezaría a plasmarse en 1905, con la escritura de tres ensayos para una teoría sexual. Con el divorcio de la sexualidad de la genitalidad, introducía una dimensión del cuerpo para el psicoanálisis, que queda ubicado como cuerpo erógeno.

La lógica de lo pulsional se soporta en un espacio de "trabazón" tal como lo denomina Freud al definirla como "una medida de exigencia de trabajo impuesta a lo psíquico en su trabazón con lo corporal". Con esta definición ya no se trata sólo de un borde, un límite en el cuerpo erógeno, sino también implica el gasto permanente de energía, impuesta a lo psíquico.

Es pertinente en este sentido mencionar que en la Interpretación de los Sueños, allí donde aparece el deseo pulsionante, indestructible, también Freud nos da una definición de "lo psíquico", en tanto "lo inconsciente verdaderamente real". Esta dimensión de lo inconsciente será posteriormente en 1915 lo inconsciente no-reprimido, y finalmente será el "núcleo de nuestro ser", que en El yo y el Ello coincidirá con el inconsciente estructural, ese tercer inconsciente freudiano o ello. Podría quedar expresado en el siguiente gráfico lo detallado precedentemente:

Con la noción de pulsión aparece tempranamente en la teoría, la imposibilidad por estructura, que garantice la homeostasis. Ante el impedimento para toda huida posible, al aparato sólo le quedan recursos a que apelar, destinos, mecanismos, transformaciones, sustituciones. Allí aparecen en escena los síntomas descansando en fuerzas pulsionales de carácter sexual. La pulsión deviene entonces, la única fuerza constante de los síntomas.

El psicoanálisis nace, de la mano de la histeria, allí donde se comienzan a escuchar las voces del cuerpo: un cuerpo atravesado por una sexualidad que se organiza en el sujeto; con sus propias leyes, con una lógica difusa y paradójica, que no es otra que la pulsional. Esta organización es un acto complejo. Y como en toda dimensión de acto, algo escapa al saber, vinculado a la verdad. No hay saber posible sobre la sexualidad, hay nudo, hay límite. Sujetando esta dimensión del saber, más con lo que es del orden de lo irreductible, de lo invariante, que con el despliegue de la verdad.

Desde allí algo de ese goce particular del síntoma, en un cuerpo, anuda una modalidad de satisfacción sustitutiva, paradójica y parcial. El lugar donde el síntoma articula lo pulsional, modula también esa enigmática forma de satisfacción, bajo la grafía de un goce encarnado en el cuerpo. Es así que el cuerpo sostiene un síntoma, y paga peaje. Beneficio primario del síntoma, enigmáticas tendencias masoquistas del yo, que quiebran desde lo co mpulsivo, cualquier homeostasis.

Este planteo freudiano explicitado en 1920 en "Más allá del principio de placer", sitúa la compulsión de repetición como la regla. A partir de allí ese saber supuesto en la transferencia que se relaciona con la verdad, da su vuelta y se ubica en torno a la dimensión de un saber, que se articula sólo bajo la forma de un nudo. La insistencia (compulsión de repetición) se sostiene en lo irreductible y en lo indestructible freudiano, que es solidario con la concepción de lo invariante planteada por Lacan en su Seminario 21.

Es desde está lógica que finalmente se puede sostener que el síntoma se anuda en dos dimensiones, aquella que cifra, y que se puede desplegar en la cadena asociativa, en relación a alguna dimensión de una verdad, a ser descifrada. Y su otra cara opaca, pulsional, irreductible, invariante, dominio de aquello no-reprimido inconsciente.

 

BIBLIOGRAFIA

Freud, S : La interpretación de los sueños, (1900). Cáp. VII, Sobre la Psicología de los procesos oníricos. Punto F. Lo inconsciente y la conciencia. La realidad. A.E. Tomo V.

Freud. S : Pulsiones y Destinos de Pulsión. (1915). A.E. Tomo XIV.

Freud, S : La Represión. (1915). A.E. Tomo XIV.

Freud, S : Lo Inconsciente. (1915). A.E. Tomo XIV.

Freud, S : Fragmentos de la correspondencia con Fliess. (1892-99). Carta 84, (1898). A.E. Tomo I.

Freud, S : La interpretación de los sueños, (1900) Cáp. VII, Sobre la Psicología de los procesos oníricos. Punto C. Acerca de la realización de deseo. A.E. Tomo V.

Freud, S: "Tres Ensayos Para una Teoría Sexual", (1905). A.E. Tomo VII.

Lacan, J : El Seminario. Libro 21, "Los No Incautos Yerran" ó "Los Nombres Del Padre" (1973-74). Primera parte Clase 2. (20/11/73).

 

(*) Profesora Adjunta de la Asignatura Psicoanálisis Freud cátedra II. Facultad de Psicología. UBA. Co-Directora de Proyecto UBACyT. Programación 2004-2007. Investigadora Categorizada III. Jefa del Servicio de Psicología. Facultad de Psicología.UBA.

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Revista de Psicoanálisis y Cultura
Número 23 - Octubre 2006
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