Acheronta  - Revista de Psicoanálisis y Cultura
Una-equivocación, algo que va más lejos que el inconsciente
Juan Ventoso

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El sesgo más radical en la formación del analista -sesgo que depende fundamentalmente del análisis mal llamado "didáctico" o "personal"- es alcanzar la dimensión de algo "que va más lejos que el inconsciente", según la expresión de Lacan, pero que también podríamos definir como lo real del inconsciente (que se separa del sentido inconsciente, sentido que en la concepción de Freud es siempre sexual). Decimos que es el sesgo más radical, porque es la condición necesaria para no quedar preso de la misma suposición –transferencial- que funda la tarea del analizante.

"Este año (...) con este insu que sait de l’ une-bevue trato de introducir algo que va más lejos que el inconsciente" dice Lacan en 1976, al comenzar el seminario. Une-bevue (una-equivocación) juega homofónicamente con el Unbewusst freudiano; Lacan no traduce Unbewusst como inconsciente, sino que equivoca sobre el sonido, entre dos lenguas (el alemán y el francés), al modo de Joyce. Es una "traducción" que opera como un chiste, sirviéndose de lalengua.. Lo hace como analista, que no traduce lo que lee en lo que dice el sujeto: equivoca, y a eso llamamos interpretar.

Comentaremos, paso a paso, el título del seminario.

El inconsciente es lo no sabido que sabe (l’insu que sait) de la una-equivocación.

Hay ahí dos vertientes del inconsciente: primero, como saber, que tiene su punto de partida en lo "insabido" (insu), en una ignorancia, una falla en el saber. Esa ignorancia, ese no sabido, no se sutura en la experiencia, pues siempre queda lo imposible de reconocer, la represión primordial, el agujero en el saber, del que hay una marca, un "ombligo".

Ese saber es lo que situamos escribiendo S2, pero al mismo tiempo especificando que es un saber que se produce (como dice Lacan en el seminario 11, luego dirá que se inventa) como una serie de significantes que constituyen una red, una trama que viene al lugar del representante de la representación, del S2 caído en la Urverdrangung –y por lo tanto, para siempre inaccesible. Lo que se descifra del inconsciente es un lote de significantes, un conjunto que permanece abierto.

Ese saber, ¿es real? Más bien se produce en un borde con lo real, permite situar un real en la medida en que se escribe, y que llegue a bordear lo imposible de escribir. El inconsciente es un saber discordante, resulta del parasitismo del lenguaje sobre el ser hablante (o hablado). No es sostén de la ninguna armonía con el mundo, sino que implica la fractura entre el ser hablante y lo que lo rodea, y especialmente una fractura en el goce.

El saber inconsciente tiene su punto de partida en lalengua, en sus equívocos, en sus tropiezos para decir lo real. Los equívocos son la traza de la no relación sexual, de que no hay relación biunívoca entre el significante y la cosa; el significante sólo puede equivocar, mentir lo real (el sexo). Por eso es el saber no sabido de la una-equivocación: porque los tropiezos son la marca del Uno, son equivocaciones a poner en serie, una por una; mientras que el inconsciente hace de eso un saber. De ahí que podamos decir que el inconsciente, "estructurado como un lenguaje", es una elucubración de saber sobre las equivocaciones de lalengua.

Por equívoco, ese insabido que sabe (insu que sait) hace escuchar el insucces, el fracaso, el encuentro fallido con lo real, con el referente. Hay equivocación como huella de la no relación, y fracaso del saber que se cifra, que nunca llega a poder escribir la relación sexual. Por eso el inconsciente no es un saber que se presenta en lo real, sino –como dice Lacan en el seminario 21 (clase del 11/6/74), que se presenta "...en el camino que nos conduce a lo real". Por eso, siendo sus incautos, hay oportunidad de que nos lleve a ese real.

"Es así que se presenta el famoso inconsciente, al fin de cuentas imposible de aprehender (...). No hay dibujo posible del inconsciente. El inconsciente se limita a una atribución, a una sustancia, a algo que es supuesto estar debajo. Lo que enuncia el psicoanálisis es que esto no es más que una deducción. Deducción supuesta, nada más. Es a lo que traté de dar cuerpo con la creación de lo simbólico [...]", dice Lacan, también en el seminario 24.

Por lo tanto, el inconsciente permanece como un supuesto, como una deducción, correlativa de lo imposible de aprehender (la represión primordial, lo Unerkannt). Supuesto, deducción, hipótesis, elucubración, son términos que indican que no hay certeza de la existencia del inconsciente, sino como correlato de una práctica, de una experiencia de discurso, y de un cierto modo de creencia. Es real, en todo caso, como imposible de aprehender, de capturar como saber sabido.

Podríamos decir que el inconsciente sólo se presenta en lo real en la psicosis; paradigmáticamente en la esquizofrenia, en la que lo simbólico es real. El psicótico es el mártir del inconsciente; el saber entonces no es supuesto, sino que irrumpe, y revela lo que en la neurosis permanece oculto: su conexión con el goce. Paradójicamente, el inconsciente se "realiza" mejor cuando es rechazado. Podemos aplicar la fórmula: el inconsciente, forcluído en lo simbólico, retorna en lo real. En esa posición de captura por el saber real, el sujeto es gozado como objeto. Esto, aunque más velado, no es menos cierto para el neurótico, y podemos escribirlo:

S2
a

Es una escritura posible del superyó, como ley insensata de lo "ya escrito". Aquí hay fracaso, imposibilidad de ese imperativo de gozar, pero no equivocación.

Lo que va más lejos que el inconsciente, y a lo que apunta el análisis, no es a dar consistencia a ese saber, sino a equivocarlo, a hacer aparecer la falla. El fin del análisis también apunta, en cierto modo, a un rechazo del inconsciente, pero por la vía del acto, y por la función del síntoma, que mantiene la dimensión de la una-equivocación.

Una-equivocación hace síntoma. Pero cuando es síntoma, esa una no es una más, no se agrega a la serie. De ahí el artículo definido: la una-equivocación. El síntoma cumple su función de anudamiento como más-uno o como uno-en-menos, por una operación de extracción.

Una-equivocación es lo que hace lazo con una mujer como síntoma; siempre en la historia de un encuentro amoroso, en la contingencia que escribirá una letra de amor, está presente esa dimensión de una equivocación, de un malentendido. No hay otro modo de constituir un patenaire, donde no hay relación natural entre los sexos. Esto no está menos presente del lado de una mujer, pues la palabra de amor siempre equivoca al nombrarla, nunca puede decir bien su ser mujer.

Allí se agrega la dimensión del amor (es la última parte del título: s’aile a mourre, c’est l’amour). Así comienza también la transferencia, por un encuentro entre el saber supuesto en el inconsciente, y un significante cualquiera, pero que es uno, un alguien, nombrable por un nombre propio. Freud llamó a esa equivocación que funda la transferencia, "falso enlace".

El fracaso de la una-equivocación es entonces exitoso, como el acto fallido es un acto logrado. Incluso puede llegar a "tomar alas" (s’aile, Lacan inventa el verbo "alarse"); el juego de la morra, que recurre al azar de las coincidencias, que parecen fabricar una complementariedad, es el del amor. Por esa vía, a través del amor al inconsciente, hay la oportunidad de ir más allá de él, hasta extraer un decir que haga acontecimiento, que tenga consecuencias inéditas.

Juan Ventoso

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Revista de Psicoanálisis y Cultura
Número 22 - Diciembre 2005
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