Acheronta  - Revista de Psicoanálisis y Cultura
Pedro Páramo
Una lectura psicoanalítica
María del Carmen Franco Chávez

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La producción de la obra Pedro Páramo parece acercarse a la realización de un deseo imposible: La obra maestra inimitable, incluso para el autor mismo. Después de esas dos obras maestras (Pedro Páramo y El llano en llamas) Rulfo ya no quiso o no pudo siquiera acercarse a lo que había hecho. "Ya dije lo que tenía que decir", era una de sus respuestas ante la pregunta:¿por qué no escribe? Digno creador de la escuela de la obra maestra, como lo señala su biógrafo Ascencio, no se permitió hacerlo. El cumplimiento del deseo, como se sabe psicoanalíticamente, es imposible, nos acerca a la muerte, en este caso a la muerte de la producción literaria.

Todo lo que los conocedores opinan acerca de Pedro Páramo indica que la obra vino a subvertir la forma de escribir, la forma de desconstruir y construir la narrativa con la enorme virtud de dejar en el lector el pensamiento de una secuencia de eventos de manera ordenada, y si, es una secuencia de eventos en los que el lector ordena de manera particular dependiendo de sus propios significantes amo.

Considerada por muchos como la obra insuperable, al menos de la segunda mitad del siglo XX, no solo para la literatura mexicana, también para el autor, pero, ¿qué había logrado?, aquél deseo que, como es conocido para los psicoanalistas, nunca se satisface, pero que como estuvo tan cerca, no pudo escribir nada más. Puede pensarse que haya logrado escribir desde el saber textual no referencial, aquél en donde el sentido pierde importancia. El sentido, allí donde confluyen lo imaginario y lo simbólico de los registros lacanianos y que visto bien a bien nos dan el sentido de nuestra vida para no caer en la angustia. Sentido de vida que no tiene sentido alguno, esto es lo que se señala en Pedro Páramo en su obra no hay sentido del sentido. Los personajes hablan sin sentido, excepto el que Juan Preciado y/o Rulfo, porque quien escribe, se escribe y se describe aunque sea en una parte de sus personajes, como señala su biógrafo y amigo Juan Ascencio, para los lectores atentos e Pedro Páramo se notará de inmediato la historia, la inclusión de la novela familiar de Rulfo como parte importante que alimentaría su narrativa, (Lucas, la cuarraca, Justina, etc.)así como cada lector le da su propio sentido a esa serie de eventos.

Por esa razón puede creerse el por qué Juan Preciado regresa a Comala, y en ese tenor plantear diversas hipótesis: la primera que puede pensarse es por aquél saber no sabido que lo hizo regresar, más allá de cumplir el mandato de su madre, incluso más allá de sus ilusiones, sus sueños y sus esperanzas forjadas alrededor de Pedro Páramo. En esta primera aproximación, podría preguntarse ¿Tendría importancia el padre?, ese padre que a primera vista parece que no legó a su hijo Juan el apellido ni el nombre-del-padre ¿o sí a través del odio de Doloritas? Juan Páramo debió llamarse, sin embargo llevaba el apellido de la madre: Preciado. ¿Sería su hijo Juan tan Preciado para su ella, que lo instruyó para ir a Comala para enfrentarse al padre?

En otra posible respuesta, de manera simplista podría pensarse que a partir de la ausencia y la falta de separación entre madre e hijo, Juan Preciado pudiera tener esas visiones de muertos, que tal vez podrían pasar por alucinaciones. O bien, por el contrario, en una tercera hipótesis, la instauración del nombre-del-padre a través de Doloritas que llena de rencor nunca volvió a Comala y envió a su hijo en su lugar a cobrar todo lo que les debía, a intentar como todo neurótico, restaurar la falta en que lo puso.

Juan Preciado no importó nunca a Pedro Páramo, para él los hijos eran desechos de las mujeres con las que se relacionaba, no los despreciaba pero tampoco los quería, no tenían nada que ver con él, aún así Pedro Páramo los llevaba a bautizar a inscribirlos en el mundo de los católicos, tendrían un padre, el padre de todos, el gran Otro: Dios. Tal es el caso por lo menos de Abundio y puede pensarse que el de Juan Preciado. El caso de Miguel a quien sí dio su nombre, la identificación lo llevó a encontrar la muerte. No se sabe nada de esa relación paterna, de cualquier modo Miguel era un Páramo digno hijo de su padre, como Pedro lo era de Lucas, quien no tenía ninguna esperanza en él, sin embargo Pedro Páramo encontró la manera de demostrarse a sí mismo y a su padre lo equivocado que estaba.

Si se sigue la tercera hipótesis, puede pensarse que Juan Preciado buscaba conocer a su padre, es posible también pensar que buscara instaurar su nombre en él, la implantación de la ley, la separación de la madre, aquello que lo inscribiera en el mundo de los sujetos neuróticos aquél deseo de encontrar al padre, para saber de él, para encontrar su saber, su nombramiento, aquello que lo pudo haber separado de su madre Doloritas, o en otra posibilidad en busca del desprecio de Pedro Páramo, de su indiferencia de aquello que pudo reclamarse, de aquello que hizo mella gracias a Dolores en Juan Preciado, de aquello que pudo haberlo marcado, reclamar por el olvido que lo marcó, que lo señaló, que lo inscribió en el mundo hablante. ¿Acaso muerto o ausente Pedro Páramo no podía inscribir algo en su hijo?,¿cuáles eran esos sueños e ilusiones de las que se fue llenando Juan Preciado?, ¿de posesión de bienes y tierras?,¿o bien de recorrer con la mirada lo que su madre había descrito?,¿o de conocimiento y reconocimiento del padre?. ¿Esperanza de qué?, ¿de buscar su origen, su linaje? o ¿de todas las posibilidades citadas y otras que se escapan?

Juan Preciado jamás habla con el espíritu de rencor vivo de Pedro Páramo. Escucha los murmullos. Los revive al igual que todos los lectores, cada vez que se abre Pedro Páramo, Comala despierta y se puede incluso escuchar los murmullos que están dirigidos a los lectores. Misión que no pudo cumplir, su misión era reclamarle, cobrarle a Pedro Páramo el olvido, sumisión al deseo de su madre, sumisión pactada con su propio deseo, él formó un mundo alrededor de la esperanza que era Pedro Páramo.

La forma en que esperaba ver a Comala gracias a la mirada y a las palabras de su madre nunca se pudo hacer realidad. Lugares que Juan Preciado nunca vio, nunca encontró, la ilusión, los sueños y las esperanzas de la plenitud de Comala, de los olores, de las sensaciones en la piel, de la mirada de la abundancia, nada de aquellas descripciones de los valles frondosos quedaba, porque en un lugar de muertos no existen tales cosas, solo fantasmas en el sentido también psicoanalítico, recuerdos que se repiten hasta la eternidad hasta que no haya nadie para evocarlos, hasta que no haya algún lector.

El lenguaje rulfiano no solo juega con los significantes de manera lugareña sino con el sentido y como nos explica el saber psicoanalítico, el juego de la cadena significante dice más de lo que se quiere decir. Rulfo aquél con reminiscencias de dos instituciones, la iglesia y el ejército, ¿habla acaso de sí mismo? Aquél que busca al padre muerto, que como se sabe en psicoanálisis nunca se hace más presente la ley del padre que cuando está muerto. Rulfo que juega con su lugar de nacimiento y con la fecha del mismo, muchas versiones hay al respecto dadas por el propio Rulfo, en esta fabulación de los hechos, en esta metamorfosis de la verdad1, como si confundir al interlocutor y a los lectores le evitara estar en las coordenadas del espacio y del tiempo. Y, ¿no era eso lo que hace en Pedro Páramo, deshacer las coordenadas tiempo y espacio?, por eso desconstruye el tiempo y el espacio que se vuelven efectos de la palabra, efectos del sentido. Por eso identificamos un Rulfo que habla de la vida misma en el campo en los tiempos de la cristiada, desmitificando cualquier visión idealizada de la vida campirana, el lenguaje se utiliza de manera común como lo usa la gente que habla en auténtica lalangue lacaniana. Rulfo habla del poder a través del cacicazgo, sacerdotes vendedores de perdones, incesto, violaciones, engaños.

¿Cuándo muere Juan Preciado?, es una pregunta intrigante para los lectores de Rulfo, a quién él parecía no darle importancia, ¿qué importancia tendría?, ¿acaso estaba vivo cuando llegó?, o los susurros de los muertos donde quedaron atrapados en un tiempo y un espacio, recuerdan y repiten hasta el infinito esos momentos que tienen alguna significación ¿para quién?, ¿para quién hablan los muertos? sino es para los lectores de Pedro Páramo.

Parece que Juan Preciado llega a Comala y las ánimas empiezan a recordar nuevamente lo sucedido, se puede decir que nuevamente porque Juan Preciado llega una vez, uno puede suponer que llegan muchos viajeros, no todos hijos de Pedro Páramo (o sí) y entonces los murmullos de las ánimas vuelven a transitar sobre la desolada Comala.

Después de todo ¿quién podría decir lo que sucedió en Comala? Puede aventurarse como se señala al principio del documento que cada uno lee su propio Pedro Páramo. Con aquellos significantes amo que están ahí para que alguien los lea y tengan sentido.

Por eso Rulfo es genial, a pesar de ser una novela corta relativamente, está plagada de significantes que tocan a muchos en la lectura, quizá sean las palabras lugareñas que nos resuenan a los mexicanos, o bien sea la forma en que se juega con los tiempos la que nos seduce porque bien sabemos que la verdad es no toda y dado que es así, los simbolismos pueden acomodarse al gusto del escritor y por supuesto al de quienes lo leemos desmitificando la supuesta comunicación entre autor y lectores.

Solo hay un elemento que hace al pretendido Amo Pedro Páramo encontrarse en su condición de sujeto de frente a la castración y caer como todos los grandes Otros: el amor imposible de Susana Sanjuan. Él, dueño de todas las tierras, dueño de vidas, hombres y mujeres, excepto de una, que no se somete, que lo coloca en la angustia, que le hace preguntarse sobre su intrigante mundo privado: Susana Sanjuán, ese amor es algo con lo que no puede Pedro Páramo. Aquélla ilusión de niño que vino a formar su más grande obsesión: el amor a Susana con la que volaba papalotes, con la que correteaba en el río en sus desnudos cuerpos infantiles. Susana Sanjuán que jamás se interesó en ser la más querida de Pedro Páramo, la que suspiraba por otro que la había hecho sentir mujer, por Florencio que no era nadie, pero tenía lo que Pedro Páramo no tenía: su amor, su deseo, sus pensamientos.

Aquél sujeto capaz de negociar con quienes había que hacerlo (siempre preguntaba quién o quiénes, no cuándo, no dónde, no cómo, no cuánto), Colocándose en ese lugar de Amo, dirigiéndose a otros, siempre con minúsculas, a los esclavos, de tal manera que lo que se producía siempre era la aparición de sus faltas y también así aparecen los sujetos tachados en el lugar de la verdad, porque este discurso indica la manera en que un sujeto se somete a la enunciación de un mandamiento. Pedro Páramo hace uso de ello. Conocedor de las pasiones, debilidades humanas, deseos de hombres y mujeres, trata de ser amo de sí mismo, sin embargo, ese hombre no logró el amor de Susana Sanjuán, ese que no entendió el mundo interno de ella, pudo tenerla cerca, pudo estar incluso con ella, pero ella no estaba ahí, estaba en otra parte con Florencio, de ahí que el desmoronamiento de Pedro Páramo venga a ilustrar como siempre la caída inevitable del Gran Otro, que de cualquier forma no dejó de mostrar su poder al condenar a Comala a la desolación y a la muerte por no haberse enlutado por la muerte de la mujer que quería y en su lugar, hacer una fiesta duradera. Un acto, una actuación ante la imposibilidad de ser escuchados por el señor del poder. Una revelación, Comala se reveló en cualquier sentido que pueda leerse, se dejó ver y eso lo condenó a la muerte.

Pedro Páramo, la piedra seca, se desmoronó, se hizo pedazos. De modo que Juan Preciado no pudo encontrar ni siquiera el fantasma de su Padre, lo que encontró fue el no-hombre-del-padre en esa dialéctica que se tiene en la neurosis respecto al padre.

De cualquier forma, el padre siempre falla, porque la muerte de Pedro Páramo al igual que la del padre primordial desde siempre, era lo que garantizaba la instauración de la ley en el mundo simbólico para Juan Preciado.

¿Cuál es el deseo del escritor?,¿escribir aquello que hable de si mismo?,¿hermosear la falta constitutiva señalándola como hacen todos artistas?, ¿de lo que vivió y lo entendió de una manera determinada?, ¿aquello que cubrió con laberínticos sucesos y voces?. Nunca lo sabremos de sus propias palabras, el deseo es inconsciente así como el goce lo es. Sin embargo, como las palabras dicen más de lo que se quiere decir, podemos pensar que algo de esa tristeza constitutiva (que no endógena) de Rulfo está en su obra, que como inteligentemente supone su biógrafo Ascencio Juan
Rulfo relaciona de cierta manera, es el caso de las noches estrelladas y la aparición de venus cerca de la luna, la lluvia de estrellas con la muerte de su madre y su soledad. O bien, la muerte de su padre en un asesinato por rencor guardado de un mozo que se envalentonó y mató al amo. Escribir, porque no había otra salida, porque la letra está en lo real y las palabras en lo simbólico, "porque para escribir se sufre en serio",
2 porque así algo que no tiene sentido tendría el semblante de tenerlo. Escribir dos obras maestras y nada más. Cualquier artista en casi cualquier campo, quisiera inscribir una de sus obras en el reconocimiento de las obras maestras universales. Rulfo escribió poco pero eso poco está inscrito en las Obras maestras de la literatura universal. Después de eso, vivir de aviador, de becario o de cualquiera otra cosa, que le impidiera disfrutar su logro. Maestro de la hipérbole, citando al propio Ascencio, puede decirse que era el más modesto de la creación, siempre haciendo referencia a su poca valía provocaba palabras contrarias de exaltación.

Siguiendo el curso del análisis expuesto hasta ahora podría pensarse que ante esas monumentales obras que había escrito, las palabras ya no parecían dictadas, como en Pedro Páramo. ¿Dictadas por quién, sino por el deseo mismo de escribirse?. Las palabras ya no fluían y finalmente no tenía más que decir, ya lo había dicho todo en esas dos obras fundamentales de la literatura mundial. Aquí cabe la pregunta ¿qué era lo que mantenía vivo a Juan Rulfo?, ¿hacia dónde se dirigía su deseo?, Tal como puede suponerse era el reconocimiento a nivel mundial, tener la traducción de su obra en múltiples idiomas, el verse reconocido por el mundo entero y al mismo tiempo evitar escribir, para no confrontarse con lo inimitable, con el vacío en su máxima expresión, como todo ser humano entre el goce y el deseo.

Quizá por eso esta novela convoca, mueve, conmueve porque es una manera subversiva de señalar el desencuentro, la falta de sentido, la verdad, la castración y a partir de esa imposibilidad decidir si nos quedamos enterrados o con todo y eso hacemos algo.

Notas

1 Versión de su biógrafo Ascencio, en Un extraño en la tierra. Biografía de Juan Rulfo, México, Debate, 2005.

2. Entrevista citada en "Qué hace un novelista" por John Dos Passos, traducción de Alejandro Menesies, en Crítica, no 80, feb-mar del 2000, pp. 2.14 citada en Ascencio Juan. Un extraño en la tierra, México, Debate, 2005.

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Revista de Psicoanálisis y Cultura
Número 22 - Diciembre 2005
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