Acheronta  - Revista de Psicoanálisis y Cultura
Cultura y espectáculo. El acto de guerra
Alejandro Ariel

La cultura y es espectáculo no suelen ser lo mismo

Nuestra civilización de la imagen ha sido hasta ahora, paradojalmente, mas artesanal que artística

La artesanía produce el transito inmemorial de la costumbres a través de las huellas de una enseñanza que deja alguna señas para perderse en el decurso de los siglos. La imagen electrónica es hoy una forma de artesanía moderna y técnica que acompaña el incesante y actual desvanecimiento histórico del culto por lo sagrado. Su dirección apunta al surgimiento y desarrollo del espectáculo masivo. Este es ya, moralmente, una mercancía. Es el modo en que la Fiesta se desarrolla en nuestro siglo (con el TV y por TE).

La liturgia cultural (antiguamente religiosa y hoy estatal y privada) absorbe al espectáculo masivo y lo ensambla. Fecha la obra, es decir, la historiza o la reproduce técnicamente.

El arte en cambio, es un antiguo modo del "saber-hacer". De crear una estética para lo sagrado, en soledad. El arte precisa de Cada Uno, en cambio la copia necesita de Todos. Se abren aquí dos temibles preguntas :a) ¿hay goce estético de lo social ?, y b) ¿el espectáculo de la mercancía, es necesariamente inestético ? (en el sentido de la creación artística)

Como podemos ver, el atolladero es feroz. Sobre todo si no nos tomamos a la ideología como fundamento de la reflexión (quien quiera hacerlo que lo haga)

asistimos a un siglo donde la técnica va "proponiendo" nuevos destinos de escritura (re-produccion de las cintas) para el arte, "para todo el". Es una escritura para ser leída por esos modernos analfabetos televisivos que somos nosotros. Una escritura de la luz en imágenes visuales y auditivas, no alfabéticas en el sentido tipográfico (de no ser letras).

Podrá la técnica plastificar el tiempo, el canto, la danza, el acontecimiento ?

No es la obra lo que se abarca entera, sino la mirada. Lo inagotable de una obra de arte es su capacidad de agotar la mirada CADA VEZ y aún de volver a hacerlo.

De hacernos desaparecer sin morir

pero no solo la obra de arte puede hacernos desaparecer. También el estado, cuando el discurso de la política pasa al discurso de la guerra y de este al acto de la guerra. En el acto de la guerra hay una ruptura de la estética, de sus condiciones mismas. La indecencia grotesca de sus acciones estará privada (pese a Marinetti) de complicidad social. Esa complicidad perdida es la dignidad ilusoria y necesaria que las gentes tienen para reunirse. La ruptura de la estética hace que cuando las imágenes de la guerra carezcan de un discurso que las sostenga devengan una obscenidad atroz. Pornográfica.

El discurso de la guerra siempre ha sostenido al estado y este habrá de sostenerse en el a través de los valores morales que se articulen como una complicidad social, o que simplemente la sostengan.

En "nuestra" ultima guerra entre Irak y EEUU, ¿cual habrá sido la razón para habernos privado de la mayoría de las imágenes documentales de esa conflagración ?

El cine hizo documentos de la primera y la segunda guerras mundiales y la televisión de la de Vietnam y algunas otras. ¿Porque de esta corta y calculada guerra solo vimos un documental ilustrado del discurso de la guerra ? Un documento del discurso del estado ? Fue un ojo sin imágenes de combate !

¿Porque irían perdiendo ? Seguramente no

¿para ahorrarnos lo obsceno ? Seguramente no

Lo espectacular (expectativa del ojo), es la inquieta espera de lo sensacional. Suele sernos provisto a diario por las noticias de la catástrofe cotidiana. No hay ahorro allí. Muy por el contrario. Hoy en día la TV va produciendo un ojo que se desliza sobre la superficie de las cosas y una sensibilidad que jamas conduce a la verdad. Sino que se contenta con recibir estímulos para saber que aun puede disimular el horror de existir con el efímero temblor de la piel. El hombre espera tener la sensación del final o la sensación de la muerte. Tras ella, la mirada ya no se detiene. Es una cultura "de lo que sigue". No estamos enamorados de nuestra nostalgia universitaria. No pensamos que sea un ataque a la cultura. La imagen televisada reemplaza, hoy, a la verdad por la verosimilitud. Eso constituye para nosotros un verdadero enigma cuando reflexionamos sobre los efectos del anonimato en la estructura.

Pero, y entonces … ?

Quien mira TV no solo es un espectador (el que espera) sino también podría ser un expectador (el que ha dejado de esperar)

Lo que esto implica en términos formales es que en el límite, el sujeto aún puede decidir. Sí, aun podría hacer su apuesta y hacer desaparecer la imagen televisada. Y esto no solo por su ideología, ya que en la mayoría de los casos solo se genera cansancio gris frente a la obscenidad gratuita y monótona. Si el sujeto está advertido podrá por decisión y no la fatiga quien sea el responsable de su acto. Quizás podamos ahora "entender" porque las imágenes de esta ultima guerra nos fueron negadas.

El sacrificio que la TV hizo al excluir las imágenes del acto de guerra (como mercancía) fue un esfuerzo del estado por regular la presencia-ausencia del espectador en el espectáculo sensacionalista (en lo social)

Un verdadero "esfuerzo" de racionalidad que habría de privar, al sujeto, de la ocasión de elegir. Un esfuerzo político para sostener una estética del estado a la vez que propaga la guerra (como discurso) regula la imagen de las acciones y de los procedimientos directos.

La filmación de la guerra es monótona, pues luego de generar un impacto directo y breve se la podría cambiar por una buena película de guerra. El hombre sabe que jamas ninguna cámara puede penetrar el interior del hombre. Su acto, esta maravillosamente resguardado del ojo del otro, pues, aún el mismo, ignora la intimidad que en el habita. Quien podría filmar la densidad del cuerpo en la angustia ? O el dolor que se oculta de tras de la herida ?

El acto de guerra no será jamas un patrimonio del estado. Si las decisiones (discurso de la guerra) o sus fundamentos (discurso de la política) y las estrategias (nos gusten o no). El acto de la guerra es del sujeto (lo sepa o no) es de cada uno, al suspender la vida para decidir(la) en cada ocasión. Esta decisión habita mas allá de los ideales que sostiene el animo por un tiempo, mas allá del temor (al enemigo o a la propia cobardía). El soldado decide jugar su existencia infinidad de veces y cada vez

Ese acto, jamas podrá ser representado en una representación

Solo será re-presentado por la imagen ficcional del cine, o por la verosimilitud en un noticiero. El intento de presentar lo impresentable, solo exhibirá una tediosa obscenidad cuyo destino habrá de convocar a pocos espectadores y quizás muchos expectadores.

El acto de guerra es una practica difícil pues amenaza el pudor del hombre por la impiadosa convivencia que genera el corroer lo intimo.

Propongamos la siguiente ficción : así como ahora los autos de Formula Uno llevan un #ojo" que filma su desplazamiento por una pista a mas de 200 Km/h,, podría instalarse un ojo televisivo en la solapa del uniforme de algunos soldados. Varias cámaras recorrerían el campo de batalla. Nos mostrarían muchas escenas. Pero jamas el dolor, el odio, el miedo o la victoria. El desgano del alma se resiste al saber.

Solo volveríamos a sentir el mismo rumor en el cuerpo que tantas veces, como espectadores, se produjo en nosotros por muy diversas imágenes. El goce no se filma pues se resiste al espejo. No se comparte. No se reparte. Hay mas movimiento en una escultura de Rodin que en una buena filmacion del movimiento. La verdad de un hombre, escrita en bronce o en mármol jamas es efímera. La verosimilitud del desencuentro social que habita en las cintas grabadas de vídeo, es por el contrario (casi) evanescente. Esta hecha para desaparecer (aun si hubiera museos).

La imagen eléctrica admite que su soporte sea cortado y pegado muchas veces. No decide su participación. La imagen del hombre tiene un soporte viviente que no resiste ser manipulado en exceso.

No hay entonces espectáculo de la guerra : solo lo hay sobre ella. El goce estético de lo social se ilusiona en la creación de relatos sobre los acontecimientos. Cuanto mas próximos estén ambos temporalmente mas efímeros habrán de resultar, La distancia en el tiempo esta en relación directa con su permanencia. La inmediatez que los mass-media nos proponen habrá de resultar finalmente decepcionante para el hombre. Ya que una vez convencido de lo imposible de la simultaneidad entre su acto y el saber, habrá que recordar nuevamente que lo Añejo solía tener un extraño prestigio.

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Revista de Psicoanálisis y Cultura
Número 2 - Diciembre 1995
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