Acheronta  - Revista de Psicoanálisis y Cultura
Notas sobre la repetición
Pablo Kohan

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En su libro "La repetición", el novelista y ensayista Peter Handke comenta su propia definición de recuerdo: "Recuerdo no significaba: lo que había ocurrido volvía; sino: lo que había ocurrido, volviendo, mostraba su lugar". Y más adelante dice esto: "… el recuerdo no es un retorno cualquiera a algo pasado, sino un estar haciendo algo, y lo que el recuerdo hace es asignar su lugar a lo que se ha vivido, en la secuencia que lo mantiene vivo, en la narración que en cualquier momento puede pasar a la narración abierta, a la invención".

El recordar en acto que plantea Freud implica otro estatuto del recordar, la caída de la rememoración como la alternativa que lleva a buen puerto en la clínica y el indicio de un lugar privilegiado para el análisis: el punto donde impresiones no ligadas toman el nombre de compulsión de repetición e inauguran la antinomia recuerdo-repetición, antinomia que atravesara diversos avatares.

Lo que el recuerdo hace, según Handke, es asignar su lugar a lo que se ha vivido, lo que la repetición actúa, tal como Freud la conceptualiza es la imposibilidad del lugar y de ligar lo recordado. La repetición aparece poniendo un límite a la capacidad de rememorar, límite, podemos decir a la capacidad del despliegue significante en el campo del Otro. Si el psicoanálisis aparece con la histeria por la vía de la rememoración, es justamente porque la estructura histérica sostiene el deseo del otro. La reproducción (del trauma), la rememoración (de la historia), lo que constituye la época optimista, no están del lado de la repetición freudiana o por lo menos de una lectura posible de la repetición freudiana.

El problema de la memoria, sus alcances y sus límites es una cuestión que no permanece ajena a la literatura. La idea es tomar algunos elementos de la literatura y la teoría literaria para poder articular luego diferentes caras de la repetición.

La memoria abre la vía contemplativa, algo que no es para nada libre. Marcel Proust distingue la memoria voluntaria y la memoria involuntaria.

La memoria voluntaria se presentifica bajo la forma de la inteligencia, del yo podemos agregar y a través de ella es inútil todo esfuerzo de evocar el pasado. Según Proust es cosa del azar que cada uno pueda adueñarse de su experiencia.

Ahora bien, por qué si la recuperación de la memoria y el éxito de asumir la experiencia es obra y gracia del azar, por qué, digo, Proust escribe 7 abundantes volúmenes que se llaman "En busca del tiempo perdido", en los que, supuestamente se dedica a retratar, toda su vida pasada.

Un esbozo de respuesta se perfila bajo el campo de la memoria involuntaria. Esta memoria involuntaria solidaria del más allá freudiano, es lo no vivido explicita y concientemente, lo que no ha ocurrido efectivamente como vivencia pero aún asi muestra sus efectos.

A partir de Proust nace la literatura moderna, o La Literatura a secas. Es decir ya no se trata de la memoria, de una recepción pasiva, de un trabajo de recabar datos para restituir la belleza, la completud, a través de la retórica.

En la obra de Proust no hay nada que indique la realidad de la vida de Proust, no hay un ser de la literatura que sería posible hallar, pero si una seña hacia La Literatura, un simulacro de eso que no esta. La literatura y esta es una idea de Foucault es la página en blanco, y deja de existir cuando las palabras comienzan a escribirse. Solo quedan guiños. No está, en la literatura Moderna, la condición de referirse inevitablemente a un metalenguaje porque el metalenguaje conlleva la idea que exista un código establecido por la lengua. En su lugar aparece la repetición. La estructura de repetición es un elemento constitutivo de la literatura moderna.

Cuando se habla de crítica literaria, un discurso que se pretende demostrable y que explicaría a la Literatura, parecería que no nos estamos refiriendo entonces a un metalenguaje. Se podría ubicar a la crítica literaria como repetición de lo que de repetible tiene el lenguaje. La repetición se instala cuando se suspende justamente el remitirse a ese código ficticio, parecido al Otro. ¿Que tiene de repetible la literatura? Podría ser repetición de elementos retóricos del lenguaje, podría ser la repetición en busca de un sentido, de una identidad psicológica. Pero se trata más bien de un olvido, de una renuncia a recabar datos, a engrosar conocimientos, a perpetuar saberes. La repetición es la fractura del lenguaje del retorno de la memoria, es el corte que se produce sobre la temporalidad cronológica porque ya no hay otro lenguaje al cual referirse.

 

 

Con Descartes y la fundación de la ciencia Moderna, es posible la literatura y es posible el psicoanálisis. El pensamiento sin cualidades que el cogito cartesiano promueve tiene consecuencias en el Sujeto que responde a la ciencia Moderna. Si hay pensamientos inconcientes hay Sujeto. Es lícito remarcar que la ciencia falla en el intento de suturar al sujeto. Hay pensamientos ajenos a la conciencia, el inconciente freudiano a través del sueño y los lapsus testimonian al respecto, Proust y su memoria involuntaria esta en la misma línea.

En psicoanálisis también existe la pregunta acerca del metalenguaje y de su respuesta negativa surge cierto parentesco entre el literato moderno y el analista, Sin embargo la práctica analítica en torno al concepto de repetición exige más precisiones.

Se trata de debatir la posición del analista, si a la posición del analista no se la cuestiona, se cristalizan saberes y como consecuencia las posibilidades de operar se reducen. Lo que se discuten son conceptos y la repetición como concepto implica pensar un lugar en la práctica.

Entonces la repetición permite interrogarnos acerca de dos resistencias que están relacionadas con dos formas de conceptualizar la repetición. Resistencias que permiten ubicar donde esta el analista.

En el seminario 2 Lacan plantea la clave de la repetición en la intrusión del registro simbólico. El registro del lenguaje, la función del símbolo irrumpen en el campo imaginario provocando un efecto de verdad, intentando destituir cierta satisfacción del yo.

La repetición aquí es idéntica a la insistencia de la cadena significante. El inconciente aparece como revelador de una dimensión de la memoria que es la cadena significante y la pulsión de muerte es el tope propio de esta memoria simbólica.

De aquí deriva una clínica de la repetición. Lo que se repite se articula a las faltas del padre. El inconciente como discurso de el Otro es algo que no se detiene, que se desliza y el Sujeto es aquí uno de sus eslabones significantes que no puede producir significación sin no es articulándose con otros significantes. Como el referente esta perdido, no hay más remedio que los significantes se sustituyan para producir el efecto de sentido. La resistencia que se produce es discursiva, se pone en juego por el hecho de hablar y responde a la estructura de la red significante.

En la estructura significante el campo del Otro esta descompletado y como consecuencia la resistencia que promueve la repetición es de orden significante, la resistencia propia del hecho de hablar que hace de la memoria un paraíso inagotable e inescarbable. Esta clínica se emparenta entonces con el corte que produce la literatura Moderna, con lo repetible del lenguaje. Porque si bien la teoría del significante introduce la sincronía en la forma de intervención sobre lo cronológico, en este mismo movimiento deja intocado otro campo, que más adelante en la obra de Lacan será llamado campo de goce.

El lenguaje introduce una desarmonización con el plano biológico y esto es lo que surge como repetición más allá del principio del placer. Lo real, en esta época se mantiene como algo externo a la experiencia analítica.

A través del concepto de repetición, ¿es posible pensar otra clínica? Es necesario interrogar las relaciones entre la repetición y lo real para evitar la reproducción en la estructura, la rememoración propia de la actividad significante.

La posición del analista no será la misma frente a las relaciones de la repetición con lo real que frente a las relaciones entre el significante y la verdad. Es decir la teoría de la rememoración funciona hasta el momento donde la verdad, el sueño, lo traumático tendría que ser revelada, donde un campo simbólico tendría la chance de ser relanzado, en ese punto, algo falla, algo no se acomoda al principio del placer y tampoco puede ser medido en términos significantes. Lacan llama a esta imposibilidad del encuentro, en el Seminario 11, resistencia del sujeto. Se opone, es de otro orden, a la resistencia del discurso que mencionaba anteriormente. Lo que es efecto de verdad en una aparece como resistencia en otra.

La repetición emerge en ese punto donde algo tendría que ser revelado, donde el encuentro habría de producirse pero una imposibilidad ya de orden lógico lo impide. Este encuentro fallido, la repetición en acto reformula los conceptos psicoanalíticos y como consecuencia de esto la clínica misma.

Si el encuentro es fallido, esto marca que la transferencia ya no puede ser una especie de repetición en el análisis de amores infantiles. Se hace necesario una reformulación de la transferencia para situarla en términos de goce. La repetición en acto permite pensar la transferencia como disimétrica.

Esta nueva lectura de la repetición freudiana implica pensar la resistencia del sujeto como algo distinto, algo de otro orden que va tener que ser medidos en términos de goce.

La frase de Handke, con cierto riesgo de imaginarización, contempla la posibilidad de estar haciendo algo con ese retorno, algo que para el psicoanalista es puntuar el desencuentro con lo real.

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Revista de Psicoanálisis y Cultura
Número 16 - Diciembre 2002
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