Acheronta  - Revista de Psicoanálisis y Cultura
Delinquir: ¿la búsqueda de un lugar?
Alejandra Gibilisco

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Este trabajo se halla motivado por un interés personal en el tema, y también por las repercusiones mediáticas que ha tenido la publicación de escuchas telefónicas entre una madre y un hijo que ha delinquido y matado a un policía, en compañía de su padre y un amigo.

Los medios televisivos y radiales, sorprendidos ante estas palabras, construyen hipótesis –la mayoría de las veces desacertadas- acerca del funcionamiento de esta "banda delictiva", introduciendose en meollos jurídicos que sólo intentan poner rótulos y codificar, cuestiones que deberían ser sometidas a interrogaciones y reflexiones. Por su parte, los funcionarios, encargados de la seguridad, lamentablemente ingresan en estos engranajes periodísticos seudo-jurídicos, debatiendo en un discurso vacío, que solo llena de sin sentido un hecho ocurrido.

En este caso, algo de la privacidad entre un hijo y una madre quedó al descubierto. Mas alla de la curiosidad voyeurista que motiva esta publicación, deja a la vista un vínculo, un modo de relacionarse, una dinámica familiar, un entramado edípico, una circulación del deseo, de la vida y de la muerte, digna de detenerse en ella.

Mi experiencia desde hace algunos años transita por diferentes cárceles federales, que alojan detenidos hombres, ya sean procesados ó condenados, mayores de edad ó jóvenes adultos (de 18 a 21 años), tipificadas todas ellas de máxima seguridad.

La escucha de las historias de vida de los sujetos detenidos, me ha permitido extraer algunas cuestiones que se presentan con alta frecuencia. Si bien cada sujeto es único e irrepetible, hay sucesos y modalidades que se repiten y quien escucha, no puede dejar de percibirlo.

Dado que el interés de este artículo radica en la relación madre-hijo, sólo recortaré aquellas cuestiones que se relacionen con la posibilidad de describir e interrogar ese vínculo.

A modo de ejemplo, y sólo para graficar la relación de algunas madres con sus hijos que delinquen, transcribiré las frases escuchadas por T.V., lo mas textuales posibles.

En la vida de estos sujetos, al inicio hay algo oscuro, sombrío y dudoso acerca de los orígenes.

En la mayoría de los casos, la cuestión oscura se halla en relación al padre, el cual aparece en un entramado, en principio confuso y poco claro. Generalmente la identidad del padre se desconoce absoluta o parcialmente; ó bien es un padre que estuvo en un primer tiempo de crianza y luego desapareció, y en general no se tienen recuerdos de ese tiempo, ó bien se anotician años después que quien los reconoció legalmente como hijos, no resultó ser su padre biológico, ó bien el padre permanece en la dinámica familiar pero impotentizado, borroso, un lugar poco delimitado. En psicoanálisis sabemos que la función paterna no tiene relación con lo biológico, pero cuando aborde la relación con la madre, se verá mas claro como el manejo de estos datos en los relatos, podría ser otra manera mas de intentar degradar la función paterna, -que aparece en el discurso materno- valiéndose de los lazos sanguíneos.

Durante la infancia la imagen que se va construyendo del padre es entre vaivenes borrosos de datos, apariciones y ausencias ó degradaciones como en el caso del ejemplo.

En éste último es muy interesante escuchar a esta madre que para reconocer a ese padre debe primero degradarlo y luego otorgarle algún valor.

Ella dice: "el boludo de tu padre no se de donde sacó pelotas para esperarte, menos mal".

El tratamiento que se le dá al padre -que resulta fallido desde su inicio- se une a discursos maternos muy particulares, que uno logra escuchar al indagar en el armado de la novela familiar del sujeto.

Volviendo a la cuestión de los orígenes: Qué dice la madre sobre el nacimiento de este hijo? Generalmente sólo destaca la cuestión mas biológca de la maternidad: el hecho de haber estado embarazada: De quien? De ese que se fue, de ese que tomaba, de ese que me golpeaba a mi y a tus hermanos, de ese sujeto degradado, de ese "boludo" para nuestro ejemplo. Desde el discurso materno, hay un borramiento y un intento de hacer desfallecer y descalificar la función paterna, aunque dado que no se trata de sujetos que se hallan dentro del campo de la psicosis, podemos pensar que el Nombre del Padre ha tenido cierta eficacia, aunque fallida.

Tal vez para la madre seguramente no haya sido asi, pero desde su posición sólo advierte sobre estas facetas, colaborando en el armado de la novela del sujeto en cuestión.

Inconcientemente, en el sujeto se traduce que su llegada al mundo podría o no haber ocurrido, que fue obra de cierta "casualidad", nada del deseo de tener un hijo se escucha, nada del amor a la vida, a ese hombre ó a ese hijo producto de la unión. Queda despojado el sujeto, desnudo, como producto de un acto sexual, al menos en los términos de su novela.

Este lugar azaroso, que se escucha, ya pone en cuestión algunas cosas del orden de la vida y la muerte en su posición subjetiva. Nació, tiene vida; pero podría no haber sucedido, no se lo esperaba, no se lo buscó, apareció... y ahora Cual es su lugar? No se percibe al deseo circulando por allí, precidiendo al sujeto, y lo que resulta peor, tampoco en el encuentro.

En los individuos detenidos se escucha asi estos puntos oscuros sobre los orígenes, este discurso materno que aparece con una relevancia muy importante, y derivado de ella un vínculo muy particular con la vida y la muerte, que permite quizas preguntarnos sobre la actividad delictiva como una expresión mas de esta relación.

En referencia a la madre, la experiencia me permite pensar como dos lugares diferentes que ocupa a lo largo de la historia infantil.

Durante la infancia, la madre aparece en una doble vertiente de permisividad y abandono. Permisividad desde un lugar de ausencia de límites, de normativas, que no hace mas que dejar al sujeto "preso" de sus pulsiones. Por otro lado, dejar a un hijo sin acotar, sin frenos; no es mas que abandonarlo a un mundo de acción, donde la palabra tendr á escaso valor, y menos aún podrá funcionar como mediatizadora de la acción. La madre se ubica en un lugar de un O tro que no escucha, que no reconoce que allí hay alguien que tiene algo para decir, y ella algo para decodificar, para hacer.

Esta madre aparece demasiado ocupada en otras cosas, con pocos recursos para libidinizar a ese hijo, un "majesty de baby" –en términos freudianos- inconsistente. Una mirada sobre el hijo –cuando la hay- que no mima, ni proteje, ni normativiza. Este mundo sin contención, con una libertad de extrema precocidad para su nivel madurativo, pone al niño en situación de peligro y riesgo. Generalmente, esta vulnerabilidad, esta mirada carente, queda de manifiesto en el relato de accidentes infantiles tales como: caídas a pozos, caídas desde una terraza, quemaduras, fracturas, traumatismos.

En las primeras experiencias socializadoras, -generalmente la escolarización- comienzan a manifestarsse las primeras dificultades en el intercambio social. Las modalidades propias de este vínculo, en la escuela empiezan a ser recortados como síntomas. Frente a éste primer llamado de atención, la familia vuelve a desembarazarse de la cuestión, proyectando en el afuera las causas.

Lo que resulta mas significativo, es que estos mecanismos anulan la posibilidad de interrogar la dinámica familiar, los vínculos armados y por lo abrir el sentido de los síntomas manifiestos.

Asi con muchas dificultades y un alto costo (repitencias, expulsiones, cambios de colegios), el niño logra finalizar la escolaridad.

En el inicio de la adolescencia, ante el hijo ya crecido, la madre se coloca en un lugar distinto, en un lugar de "demandar" a ese hijo para "tener" lo que necesita en la vida. Allí, el hijo responde a ese pedido, se ofrece como completud, aunque le cueste la vida, aunque las marcas mortíferas de esta relación, queden grabadas inclusive en un mas acá y en un mas alla de su cuerpo, tal como lo testifican sus tatuajes que sólo dicen por supuesto: MADRE.

Es como si respondiera ante éste reconocimiento materno demorado, pero desde una vertiente tanática, gozosa, endogámica.

Este vínculo se sostiene con un padre debe ser barrado, impotentizado, vía la degradación directa ó bien subvirtiendo su ley desde una complicidad y consentimiento materno.

En este vínculo madre-hijo, poco regulado, casi sin intermediario, se ofrece poco espacio para la ley como posibilitadora de un deseo por fuera de este Otro mortífero y gozoso.

Ahora bien: Qué es lo que hace que este sujeto adolescente pueda responder a esta madre? Clinicamente lo que se presenta es un sujeto que sin poder hablar de un tiempo de abandono anterior, que sin una confianza en un Otro, describe una figura materna que idealiza desde este detenimiento que se produce durante la adolescencia. Esto ocurre, siempre y cuando, la tensión familiar le halla permitido permanecer, y no se halla fugado del hogar en la primera infancia.

A partir de alli su relato es el de una madre "intocable" e "intachable". Es descripta casi monosilabicamente, se escucha incesantemente repetir clishes: "qué le voy a decir, es mi madre, con eso le digo todo" ó "ella es todo para mí y yo soy todo para ella". Como si nada mas que su ser biológico pudiera nominarla, como si la madre fuese de una sola forma, como si todas fuesen iguales. Intentan sostener la función materna, desde su base biológica la de "haber parido", un instinto maternal que se defiende a costa de cualquier precio, incluída la vida.

La ubican en un lugar de víctima de todas las situaciones y de todos los vínculos, las desresponsabilizan en todas las experiencias, como mujer y especialmente como madres.

No han fallado, no pueden hablar de una falta ahí.

Al mismo tiempo, esta relación es sostenida por una madre, que necesariamente debe borrar a quien pueda regular ese vínculo y por ende acotarlo.

Se arma un vínculo en el cual el hijo es alojado para ella en un lugar fálico, que puede completarla, que puede darle lo que ella necesita para vivir, aún a costa de la vida de su propio hijo.

Esta es la madre que uno escucha decir "Hicieron la caja"?

Una madre que desmiente y trasgrede la ley al mismo tiempo, una madre que por su propia patología no puede anoticiarse del peligro en que deja a su hijo. Una madre que inmutable escucha a su hijo decir "yo entré, y de una se la puse al cobani", sin darse cuenta que su hijo mató en parte por ella. Ella que refuerza y valoriza esa acción diciendo "menos mal, asi no parece que lo dejaste ahí tirado al pobre Claudito". Una madre tan narcisista, tan fundida en su imagen especular con el hijo, que ante los reportajes periodisticos dice "le dí mucho, le dí de mas, me duele pensar que ese es mi hijo"

Una madre que sigue ubicada en un lugar sin barrarse, sin responsabilidad, una madre que vuelve a dejar solo a su hijo en sus impulsiones sin límite.

Una madre que comanda un destino para su hijo, que será muy difícil de variar, sin que alguna interrogación y apertura se produzca, que interponga una regulación, una separación, que habilite a un deseo del lado de la vida.

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Revista de Psicoanálisis y Cultura
Número 15 - Julio 2002
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