Acheronta  - Revista de Psicoanálisis y Cultura
El duelo del analista
(1° y 2° partes)
Michel Sauval

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Sumario

1 – El problema del deseo del analista

2 – Entre el Ideal y el objeto (La sesión del 21 de junio de 1961)

2.1 – El ideal del analista
2.2 – La interrogación del objeto
2.3 - Acerca del duelo
2.4 – El duelo y el deseo del analista

3 – Contratransferencia y duelo del analista (parte I) (La sesión del 8 de marzo de 1961)

3.1 – El obstáculo a la "comprensión"
3.2 – La comunicación de inconsciente a inconsciente
3.3 – Interpretación y duelo
3.4 – Las "correcciones" de Lacan

4 – Contratransferencia y duelo del analista (parte II) (La sesión del 27 de marzo de 1963) (en el próximo número de Acheronta)

5 – La vacilación calculada (en el próximo número de Acheronta)

 

1 – El problema del deseo del analista

Este trabajo continúa una reflexión sobre la noción de deseo del analista, iniciada hace ya un tiempo con el artículo "Un grano de poesía" publicado en el primer número de la revista "Relatos de la clínica".

Unos cuantos años antes ya había señalado el impasse en que suelen caer aquellos abordajes que pretenden resolver la cuestión por la vía de una "definición" del "deseo del analista". Puede consultarse, al respecto, en el primer número de Acheronta (de mediados de 1995), la tercera de las clases dedicadas a la lectura del Parménides, la parte titulada ¿"La doctrina secreta de Lacan sobre el Parménides"?. Se encontrará ahí un debate con los planteos hechos por Jacques-Alain Miller en su seminario "El banquete de los analistas" 1, y reproducidos en aquél número especial de l’Anne 2 donde se publicara la carta "Acier ouvert" 3, en particular con su posición respecto del pase. Miller escribía, en esa ocasión, que la apuesta del pase y del AE era la de "llegar a cernir el ser-un-analista, fuera de la función". Mas precisamente, verificar que un sujeto que ha completado su análisis está "en condiciones de querer lo que un analista debe querer" 4. Y para entender qué es "lo que un analista debe querer", Miller señala que "hay un deseo de saber de un tipo especial que merece ser designado como el deseo del analista" (todos los subrayados son míos). El deseo del analista, entonces, era un deseo de saber (de un "tipo" 5 "especial")

Descartando, no solo definiciones como estas (que, por otra parte, me parecen absolutamente contradictorias con la enseñanza de Lacan), sino la vía misma del abordaje por la definición, me ha resultado más útil trabajar la noción del deseo del analista en su articulación con otras nociones o problemas. De hecho, y en concordancia con esto, nunca encontraremos en Lacan una definición del deseo del analista, sino párrafos y/o desarrollos donde esa noción se mezcla con otras.

En "Un grano de poesía" seguí el hilo de la comparación que hace Lacan entre un análisis y un "relato". Según Lacan, esta comparación sería válida en la medida en que dicho "relato" 6 fuese el lugar de un "encuentro"; para el caso, un "encuentro" de deseos: "Este deseo del sujeto, en tanto deseo de deseo, abre sobre el corte, sobre el ser puro, aquí manifestado bajo su forma de falta. Este deseo de deseo del Otro, es al fin de cuentas.. ¿a qué deseo va a afrontarse en el análisis si no es al deseo del analista?" (Jacques Lacan, "El deseo y su interpretación", sesión del 1 de julio de 1959) (subrayado mío)

Como señalaba en ese artículo, todas las teorías psicoanalíticas han abordado el problema de la naturaleza de la relación entre analista y paciente, para, a partir de ahí, precisar el nivel de la acción del analista. Entre los postfreudianos, dos concepciones han predominado. Por un lado, la psicología del yo, que ubica el nivel de eficacia de la acción analítica en la alianza entre el área sin conflictos del yo del paciente, y el yo (sano) del analista. Por el otro, los kleinianos, que han sostenido y desarrollado el planteo freudiano de la comunicación de inconsciente a inconsciente.

El planteo lacaniano difiere de estos en la medida en que ubica el eje al nivel del deseo: el deseo es el deseo del Otro. En los Escritos lo plantea de un modo muy claro: "esa condición que tiene el sujeto de encontrar la estructura constituyente de su deseo en la misma hiancia abierta por el efecto de los significantes en aquellos que para él vienen a representar al Otro " 7

En la medida en que el dispositivo analítico implica la reproducción de la operación de constitución del sujeto, se comprende la pregunta (que citábamos mas arriba) con que nos despide Lacan en la última sesión del seminario sobre el deseo: "Este deseo del sujeto, deseo de deseo del Otro, es al fin de cuentas.. ¿a qué deseo va a afrontarse en el análisis si no es al deseo del analista?"

Para decirlo de un modo tan sencillo como burdo: si para la escuela americana la relación es de yo a yo, y para la escuela inglesa la relación es entre inconscientes, para la escuela lacaniana, la relación entre paciente y analista se ubica entre deseos. Y al pensar la relación analítica como una relación de deseos, en forma lógica, surge la pregunta por el deseo del analista, en tanto uno de los polos de la misma.

Si se percibe que la pregunta por el deseo del analista surge por esta vía, se comprenderá entonces cómo esa noción acompañará, necesariamente, en sus desarrollos e impases, todos los matices que tomará, a lo largo de la enseñanza de Lacan, la fórmula "el deseo es el deseo del Otro".

Para decirlo de otro modo, la noción de deseo del analista es inseparable de la noción de deseo del Otro, puesto que el deseo del analista importa en tanto ocupa el lugar del deseo del Otro en la relación analítica.

Para decirlo en los propios términos de Lacan: "las coordenadas que el analista debe ser capaz de alcanzar para simplemente ocupar el lugar que es el suyo, el cual se define como el lugar que él debe ofrecer vacante al deseo del paciente para que se realice como deseo del Otro" 8 (subrayado mío).

Evidentemente, una de las fuentes de malentendidos radica en que, en la expresión "deseo del analista", como en la expresión "deseo del Otro", el "del" interviene con una determinación subjetiva. Por lo tanto, así como se trata del Otro en tanto deseante, también se trata del analista en tanto deseante. Y el problema radica, justamente, en que esto puede dar pie a diferentes variantes de lo que podría llamarse "psicología del analista". De hecho, plantear que el deseo del analista es un "deseo de saber" (aunque fuese de un "tipo" "especial"), no deja de ser una "psicología" del analista; como también lo será cualquier otro planteo que pretenda tipificar las "características" o "atributos" de dicho deseo.

Digo que es un problema, porque si bien la referencia al Otro (a ese Otro, que no por escribirse con mayúsculas es menos particular, puesto que es el Otro particular de cada paciente, constituido, como señalábamos mas arriba, a partir de aquella "hiancia abierta por el efecto de los significantes en aquellos " que para el paciente hicieron la vez de Otro) es ineliminable de la noción de deseo del analista, esa noción no deja de implicar también la particularidad de cada analista.

Dicho de otro modo, aunque el deseo del analista sea un lugar vacante ofrecido al deseo del paciente para que el mismo "se realice como deseo del Otro", es decir, algo topologizable, formalizable, eso no elimina el problema de que, ese lugar, para existir y operar, requiere también el "alguien" particular que lo "ofrezca", el "alguien" particular que sea "capaz" de brindarlo.

En suma, según la consistencia que le demos a ese "alguien" (y "su" deseo) habremos virado, o no, hacía una psicología del analista (de modo análogo a como Lacan habla del "viraje" del significante al signo en "Radiofonía" 9)

Ahora bien, si volvemos a aquella primera referencia al deseo del analista (la del final de la última sesión del seminario "el deseo y su interpretación"), lo que parece preocuparle a la Lacan respecto de la función de corte es la consistencia de esa falla, de ese "ser puro" en el corte.

La respuesta, en ese momento, es ofrecida por la vía poética de una contrepétrie de Désiré Viardot (que inspiró el título de mi artículo): "la femme a dans sa peau un grain de phantaisie" 10.

El párrafo que voy a abordar en esta ocasión se encuentra al final de la sesión del 21 de junio de 1961, la última sesión del seminario sobre "la transferencia".

El vuelco que vamos a encontrar en este seminario respecto del "encuentro" de los deseos planteado en el seminario sobre "el deseo y su interpretación", puede medirse comparando las citas de aquél seminario con esta otra donde, recurriendo a la escena entre Alcibíades y Sócrates, Lacan propone la siguiente síntesis: "ante todos es develado, en su rasgo mas secreto, más chocante, el último resorte del deseo, que obliga siempre, en el amor, a disimularlo mas o menos: su objetivo es la caída del Otro, A, en otro, a" ("devant tous est dévoilé dans son trait le secret le plus choquant, le dernier ressort du désir, qui oblige toujours dans l’amour à le dissimuler plus ou moins – sa visée est la chute de l’Autre, A, en autre, a")11 (subrayado mío)

Como lo señala el propio Lacan desde el comienzo de este seminario, ya no estamos en el campo de la "intersubjetividad", y la preocupación es ahora la relación del deseo con el objeto.

La referencia al deseo del analista, ahora, cambiará aquella asociación poética con la contrepétrie, por la sugerencia de una relación (no menos enigmática que aquél "grano de fantasía") con el duelo, es decir, la pérdida de un objeto.

Sobre el final del seminario VIII encontramos estas dos frases 12:

En el trabajo de lectura que ahora seguirá, buscando precisar esta relación entre deseo del analista y duelo, recorreré los siguientes materiales:

Comencemos entonces ese recorrido

Continúa en ...

Notas

1 Seminario 1989-1990

2 Casi todos los materiales de ese número especial de "l’Anne" fueron traducidos y publicados en el número 3 de la revista argentina "El Murciélago", que dirige Germán García.

3 La estrategia política de las cartas "abiertas" ni es nueva en Miller, ni, por supuesto, es original.

4 Como sorprendernos luego por las consecuencias de la instrumentación institucional de afirmaciones como estas. Se anticipaba aquí, negro sobre blanco (estas cosas se escribían en el 91 o 92), que el pase sería el dispositivo por el cual la institución iba a verificar, para su posterior certificación en la nominación del AE, que ese analista quiere "lo que debe querer un analista".

5 Con un poco de malicia podríamos recordar que el término "tipo" también significa "hombre" o "persona" de sexo masculino. Es decir, que esa frase podría leerse como que el deseo del analista debe ser igual al deseo de saber de un hombre en particular y "especial". A cada cual el juego de ponerle un nombre propio a ese hombre "especial" cuyo "deseo de saber" pasa a ser el patrón de ajuste del "deseo" de los analistas.

6 "un relato que fuera tal que el relato mismo fuese el lugar del encuentro del que se trata en el relato" ("un récit qui serait tel que le récit lui-même soit le lieu de la rencontre dont il s’agit dans le récit"). Sesión del 1 de julio de 1959

7 Escritos II, página 608

8 Jacques Lacan, Le Séminaire, Tome VIII, Le transfert, Edition Seuil de mars 1991, sesión del 11 de enero de 1961, página 128. Traducción mía.

9 Jacques Lacan, "Radiophonie", Scilicet 2/3, page 66

10 Para el análisis de la referencia de Lacan, ver mi artículo “Un grano de poesía”, y para “contrepétrie” consultar en http://worldserver2.oleane.com/fatrazie/contrep+.html

11 Jacques Lacan, Le Séminaire, Tome VIII, Le transfert, Edition Seuil de mars 1991, página 209

12 Jacques Lacan, Le Séminaire, Tome VIII, Le transfert, Edition Seuil de mars 1991, página 460

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Revista de Psicoanálisis y Cultura
Número 14 - Diciembre 2001
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