Acheronta  - Revista de Psicoanálisis y Cultura
Contratiempos del psicoanálisis
Roberto Harari

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"El pasado es algo de lo que se olvidó el sentido:
desde los objetos que perdieron su utilidad hasta esa mirada sobre el mundo".
O. Assayas, Reportaje en Página/12.

"Nuestra existencia es una suma de días, todos los cuales se llaman `hoy` [...].
Un sólo día se llama mañana: aquel que no conoceremos".
Salacrou , La tierra es redonda.

"Querer adecuarse a una época ya es estar anticuado".
E. Ionesco, Notas y contranotas

1.Introducción

Convocar la problemática referida al tiempo en psicoanálisis comporta, cuanto menos, la casi segura emergencia de varios obstáculos, los que obran sea para impedir su correcto procesamiento, sea generando una suerte de contenido y resignado rechazo por parte del auditor ante el sólo hecho de enterarse del enunciado de tal temática. Veamos: en primer término, puede argüirse el escaso interés de la misma en virtud de todas las postulaciones habidas ya, a su respecto, en el psicoanálisis. O sea que el riesgo de la redundancia es elevadísimo. Luego, nuestra disciplina cuenta con una serie de sintagmas cristalizados que muchos analistas presentan cual cabal contraseña semántica capaz -se cree- de tornar al emisor, para el receptor, como presunto advertido de lo que él mismo dice, pues sabría de qué habla. Vayan como ejemplo, y entre tantos otros, los siguientes aforismos: "lo inconsciente es atemporal"; "el tiempo es lógico, no cronológico"; "lo que importa es el après-coup" , así como "el tiempo es real, simbólico e imag inario". En efecto, el uso hiperinflacionario de estos eslóganes los ha ido volviendo vacíos y carentes tanto del valor del intercambio como de la consiguiente interrogación en ida y vuelta.Además, no son desdeñables, en orden a las eventuales críticas –que, por supuesto, son ante todo autocríticas- otros dos obstáculos: el primero apunta a la fácil tendencia a sucumbir ante la imaginarización de la problemática, dada las habituales "vivencias" –para utilizar el vocablo propuesto por Ortega y Gasset- que todo hablante tiene en lo referente a ello. Y de las cuales, cabe recordarlo, ha aprovechado largamente la filosofía; en particular, en su vertiente fenomenológica.

Por último, cabe recordar que "nuestro psicoanálisis", tal como hubo de nominarlo Lacan, ha centrado de modo prevalente su interés en las cuestiones entrelazadas con la mudanza imprescindible que debemos realizar en nuestra concepción del espacio, con vistas a quebrar la tópica de la visión. Esto es, a desbaratar la tautología inherente a las hipotéticas demostraciones de la geometría euclidiana. Y conocemos la respuesta, pues, vía Lacan, la brinda la topología.

Avanzamos, entonces, nuestra primera tesis; esta, al ser la más abarcativa, es la que toma posición contestando las críticas. Y dice lo siguiente: así como la topología le permitió a Lacan romper, sin vuelta atrás, la dicotomía espacial dentro-fuera en su intelección del psiquismo del hablante, se torna insoslayable proceder a sentar una operatoria de similares características en lo tocante al tiempo, a los fines de volver caduca e inviable la dicotomía tiempo "objetivo"- tiempo vivido. Esta contestación a las lógicas biyectivas, duales, opositivas -fálicas, en última instancia-, conlleva, en la ocasión , la postulación de un nombre: policronías, o sea, las multiplicidades del tiempo.

2. Tan sólo algunos hitos.

La ocasión presente autoriza, claro está, una enumeración limitada –con conscientes exclusiones- de algunos enunciados mediante los cuales este vasto programa puede ser canalizado y circunscripto. Entonces:

1) El tiempo requiere un comienzo, el cual, como sucede con lo cifrado en el orden propio del hablante, se juega en el lenguaje. ¿Cómo? A partir de ideas de M. Serres, (1) y de acuerdo con nuestra lectura retrofundante de ellas, el infans está sumergido en un ruido de fondo indiferenciable, en un cabal magma fónico pegajoso. (Entre paréntesis: ¿será este hecho, inexorable en la constitución subjetiva, el que retorna insistentemente simbolizado como el caos inicial,según es propuesto por tantas cosmologías?). Pues bien, en dicho caos fónico logra aislarse, mediante fluctuaciones, una redundancia mínima, una repetición primera, una circunstancia local donde el Otro primordial recibe su propio mensaje en forma invertida: se trata del eco, que recorta y reitera. Es el mismo eco detectable en el laleo, en la lalación, en lalangue, los cuales conforman vocablos donde la recurrencia silábica realiza, en sí misma, la figura cuya definición es así postulada. De tal modo, esa recurrencia -para la cual el corte, lo discontinuo, resultan imprescindibles- comienza a ordenar el caos fónico, circunscribiendo, al modo de un archipiélago de islas, la introyección pulsional invocante del Otro, a través de las esporas y de los átomos fónicos. Lo cual nos permite avanzar la segunda tesis del trabajo: así como la imagen del otro, a partir del espejo, brinda el sustento para la constitución insoslayable de la espacialidad, el eco, desde el laleo del Otro primordial, brinda el sustento para la constitución de la insoslayable temporalidad. De tal manera el tiempo, que es la duración de las cosas sujetas a mudanza, se marca,de inicio, por la no mudanza,por el frecuentativo intermitente inherente a la repetición. Entonces: a) no hay tiempo sin lenguaje, y b) la voz, como objeto pulsional local, circunscripto, y multiplicado, antecede lógica y cronológicamente al significante ( estructurante, y estructurado). .

2) La aludida constitución de la espacialidad especular, si bien conforma virtualmente un antídoto contra la fragmentación corporal, no deja de cavar, en el hablante, un desfasaje vitalicio en el sesgo de su policronía: en efecto, lo condena a vivir, desde un registro, en la anticipación (advenida, claro, a partir del estadio del espejo). Por consecuencia, se tiende a completar, desde la vivencia anticipatoria –y en estado de insuficiencia, como todo lo que se inicia- un cierto proyecto, atribuyéndole un tiempo donde se reniega del límite castrante, pues, "mentalmente", ese proyecto ya se encuentra concluido. Y si no ¿cuántas veces nos acomete esa juntura reversible con el Ideal al proponernos la realización de alguna tarea? Tal, entonces, la tercera tesis: la anticipación, por atrapamiento del Ideal, constituye una virtualidad permanente e inestable en nuestra policronía.

3) ¿Por qué tanto Freud cuanto Lacan fueron tentados por las concepciones –místicas, muchas veces- referidas al eterno retorno, al punto de esgrimirlas inicialmente? Y de nuevo ¿qué circunstancia de la constitución de la posición subjetiva se juega con tal fuerza como para provocar dicha creencia? A nuestro entender, se trata del fantasma de la identidad –sí, también es el de la lógica-, por cuyo intermedio se erige una ley: tal antecedente, tal consecuente. De esa manera, se supone que el tiempo es reversible, pues creen conocerse las incidencias de los aconteceres tanto hacia atrás como hacia delante. Así, no hay expectativa, no hay espera, no hay incertidumbre, no hay sorpresa, no hay goce del encuentro inesperado. Claro, mas tampoco hay invención. Propongamos, entonces, la cuarta tesis: no hay invención sin la asunción castrante de la flecha del tiempo, la cual, ante todo ,señala la irreversibilidad.

4) Un error reiterado tiende a confundir lo bien diferenciado por Lacan: aludimos a su precisión formulada entre retroacción y Nachträglichkeit (après-coup, efecto demorado, o a posteriori, según las más habituales traducciones). Sin duda, la remanida "resignificación" toma su inspiración de la retroacción, la cual adopta como paradigma a lo acontecido al ir escribiendo una frase: en efecto, cada vez que adiciono un término, la significación va mudando, hasta lograr su clausura con el punto final, responsable de lanzar, "hacia atrás", la significación. Y en este caso, si bien hay sucesividad, también hay copresencia de los elementos puestos en juego a través de esa sucesividad. Pues bien, esto es, precisamente, lo que no sucede en lo circunscripto por Lacan en la obra de Freud como après-coup, por cuanto la mostración en cuestión apunta a cómo algo latente, y en apariencia ausente, es percutido por una circunstancia actual. No hay, por ende, copresencia evidente, ni tampoco hay reacomodamiento semántico; por el contrario, este efecto de recobro – es así como pensamos que debe traducirse-, suele desencadenarse ante la imprevisión del encuentro con alguna punta de (lo) Real. Por puntas, de modo diverso, sin ley ni orden, hasta con vacilación fantasmática: tal, el efecto de recobro. Quinta tesis, entonces: en el efecto de recobro, que "[...] muestra una estructura temporal de un orden más elevado" (2) que la propia de la retroacción, el tiempo para comprender adviene luego de la conclusión del encuentro inesperado.

5) Luego de haber tornado sinónimos la simultaneidad y la sincronía, Lacan percibió el error en juego, modificando su postura de modo terminante. (3) (4) ¿Por qué ocurrieron tanto una cosa como la otra? Aventuremos una posible intelección: la "simultaneidad" freudiana –tal como es volcada en la famosa carta a Fliess del 6/12/1896- le permite a Lacan, en su Seminario 11, apoyar allí la estructura significante en tanto sincrónica. Empero, el sesgo paralelo de su indagatoria, cifrado en el rango de lo Real del goce pulsional, lo conduce a la fructífera postulación de la diferencia vigente entre el ojo y la mirada (esta, como objeto propio de la pulsión escópica). Y ello, a su vez, lo llevó a rebautizar el antiguo instante de la mirada como instante de ver. Pues bien, ya el Seminario 12 (5) vuelca el instante de ver como sincronía, en tanto hecho puntual, marcantemente evanescente. Por eso, si la simultaneidad ilustra el operar de la estructura significante, el instante de ver requiere un "golpe" escópico de (lo) Real para ceñir la sincronía. Tal, la sexta tesis.

6) Por último cabe decir que en el Seminario 9, y con ocasión de puntuar los trayectos del conocido grafo del deseo, Lacan se detiene a precisar que los mismos indican la acción de lo nominado por él cinética significante, en atención al "movimiento de sucesión" puesto así en obra. Alude, luego, a cómo no instrumentó doctrinalmente esta "dimensión temporal" , aseverando de inmediato: "Porque en verdad creo que no hay nada más mistificante que hablar del tiempo a tontas y a locas [à tort et à travers]", afirmado lo cual entiende "[...] necesario volver para reconstituir no más una cinética, sino una dinámica temporal [...]".(6) ¿Por qué esta diferenciación? A nuestro juicio, porque la primera estudia el movimiento prescindiendo de las fuerzas impelentes, en tanto la dinámica –en efecto: es un reencuentro con el metapsicológico vocablo freudiano- estudia las leyes del movimiento, mas apuntando a desglosar sus fuerzas productivas.

Dicho de otro modo -séptima tesis-: mientras la fenomenología se sitúa en la cinética temporal, el psicoanálisis toma posición en la dinámica temporal. Pero ¿qué implica esto? Pues no desacreditar, por ejemplo, las dimensiones temporales de lo periódico, de lo aperiódico, de lo efímero, de lo temporario, de lo interválico, de lo uniforme, cuando no de la freudiana transitoriedad, entre otras policronías. Sí, porque abordarlas no implica de modo necesario una "caída en lo Imaginario", si estamos metodológicamente advertidos acerca de su falaz convite a la entronización de la mera sucesividad cinética. ¿Qué implica esto,nuevamente? Implica tener siempre presente, tal como lo enseñase Freud, lo que acontece con el duelo, y con su respectivo trabajo. (7)

3. Conclusión

Estas someras puntuaciones , así lo estimamos, nos han permitido apreciar la vigencia, para nuestro psicoanálisis, de una fecunda policronía. Tiempo múltiple consistente, tiempo múltiple inconsistente; zonas uniformes, zonas impredecibles; orden, desorden; ecos, trozos, retazos. Aquí y allí, pérdida y entropía; aquí y allí, reacomodamiento e invención. No hay tan sólo proceso, no hay tan sólo línea, no hay tan sólo estructura; hay múltiples trayectorias de las flechas del tiempo, hay bifurcaciones, hay turbulencia, hay tiempo turbulento. Sí: son las policronías, son los contra-tiempos del psicoanálisis.

(Trabajo presentado en el Lacanoamericano de Recife, septiembre 2001)

Ver también reportaje a Roberto Harari

Referencias bibliográficas.

M. Serres, Genèse, Grasset, París, 1982, pp.175/195.

J. Lacan, "Position de l`inconscient", Écrits, Seuil, Paris, 1966, p.839.

J. Lacan, Séminaire "Les fondements de la psychanalyse", 11, clase del 5/2/64, versión J. Lacan, inédita.

J. Lacan, Séminaire "La logique du fantasme", 14, clase del 1/3/67, inédita.

J. Lacan, Séminaire "Problèmes cruciaux pour la psychanalyse", 12, clase del 13/1/65, inédita.

J. Lacan, Séminaire "L`identification", 9, clase del 9/5/62, inédita.

S. Freud, "Vergänglichkeit", Studienausgabe, S. Fischer, Frankfurt, 1980, t. X, pp. 223/227.

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Número 14 - Diciembre 2001
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