Acheronta  - Revista de Psicoanálisis y Cultura
Freud, la bisexualidad, la libido homosexual y el fantasma femenino de la castración en el varón
Implicancias teórico clinicas
Emiliano del Campo

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INTRODUCCIÓN.-

Los conceptos de Freud de la bisexualidad y de la libido homosexuales son fundamentales en los albores del psicoanálisis. Son esenciales para desentrañar los complejos pasos de Freud para ir desarrollando, en los años posteriores, las diversas conjeturas sobre las psicosis, la transferencia, el complejo de castración, la función del padre y el final de análisis. Debemos partir del período ‘Freud-Fliess’, ya que es allí, en este marco, irrepetible en el psicoanálisis, donde se despliega esta singular e inédita transferencia, el mal llamado ‘autoanálisis’ por Freud mismo. Es aquí donde Freud descubres la ‘realidad psíquica’; paradigma donde nace el psicoanálisis. Los conceptos psicoanalíticos primordiales de la bisexualidad y la libido homosexual, serán las fuerzas pulsionales que determinan su realidad en el inconsciente freudiano. En este primer período el descubrimiento del poder del fantasma homosexual-femenino de la castración en el varón ante el padre o autoridad sustituta es capital; Freud lo fue desentrañando en la clínica, en sus escritos, en su autoanális, así como los efectos en las relaciones de los primeros seguidores de Freud.

De un modo más complejo que las disidencias con Fliess, serán las que se producirán en la formación de la ‘Socieded Psicoanalítica de Viena’ y en la formación de la Asociación Psicoanalítica Internacional’ a partir de 1910; fundamentalmente con Adler, Jung y Ferenczi. Trasferencias que desencadenarán nuevas rumbos al psicoanálisis, diferentes del período con Fliess. Si bien cuestiona una ‘psicosis paranoica’ en Ferenczi, no así los testimonios del ‘delirio schreberiano’ en Jung. Todos remanentes del período con Fliess. De Jung sostiene: "Solo le quedaba la religión como soporte simbólico para no hundirse en el agujero que se abre ante él" (1.171) "Mientras Jung delira acerca de Dios y acerca del padre, Freud redacta Tótem y Tabú" (1.172)

Azouri considera erróneamente el texto de Freud sobre las ‘Memorias de Schreber’ como prolongación de la transferencia a Fliess. Como lo demuestro en este trabajo, es una piedra fundamental en la metapsicología y en la clínica psicoanalítica.

Cuando los conceptos que se debaten entre Freud y sus seguidores en torno a la sexualidad, la castración es la que está implícita, ésta va poniendo en escena la paradójica función del padre en la castración. Ésta genera angustia, transformada las diferencias en reyertas y los problemas resistenciales en estos primeros psicoanalistas. Freud lo fue superando con su autoanálisis y la experiencia clínica, y en el complejo debate con estos seguidores. Fue así entreviendo en el complejo de castración en el varón, la primacía del deseo femenino del varón, el amor al padre como el deseo ser poseído sexualmente por él. Se enlazan con sus hallazgos respecto a la libido homosexual y la paranoia. Un fantasma presente en las controversias con Adler y con Jung. Debemos remarcar que el lugar del padre, como agente de la castración en el varón, el que determina su identidad sexual y su capacidad creativa, Freud lo desarrolla en el trabajo sobre ‘Un recuerdo infantil de Leonardo’.

De un modo contradictorio, Azouri, en su libro (1), insiste que los problemas que surgen entre estos primeros psicoanalistas son resabios del conflicto con Flies. Más aún, que el concepto de la libido homosexual, es ‘la teoría resistencia’ de Freud, hipótesis que se opone a una teoría del padre. Hago mi pregunta: ¿a cuál padre ‘resiste’? ¿No advierte que esta conjetura es clave en el fantasma homosexual del varón’? Implica al padre de la castración. Freud le anuncia a Fliess en la Carta 71 en 1997, en la plenitud de su autoanálisis, el descubrimiento del clásico complejo de Edipo, pero plantea su interrogante ante la vacilación de Hamlet de vengar a su padre en su tío fraticida ¿no está allí encubierto un amor homosexual reprimido? Freud afirma ‘el horror’ que le despiertan estos hallazgos, ya que a todo ser humano le es impuesto por el poder incognoscible; en otros términos Lacan lo llamará lo real.

No encuentro psicoanalistas que se haya formulado la distinción que hace Freud entre la libido homosexual y su ‘estallido’. Es la pregunta que se hace Freud en el ‘Historial de Schreber: ‘¿Por qué al paciente le sobrevino ese estallido de libido homosexual?’. Freud diferencia entre la represión del fantasma homosexual de la castración con lo que acontece en el paranoico, al designarlo ‘estallido de la libido homosexual’. Es un concepto novedoso y fundamental pera el desciframiento de la estructura de las psicosis. Si bien próximo a la ‘verwerfung’, va más allá, es equivalente a la noción de ‘sepultamiento del mundo’, un término acuñado en este Historial para designar el momento ‘mudo’ de la entrada en la psicosis en un todo diferente a la ‘restitución psicótica’.

El ‘estallido de la libido homosexual’, es una paradoja, ya que implica tanto el ‘rechazo’ de una representación, como de una representación que nunca advino en el inconsciente. En el lugar del ‘vacío-estallido’, surge el delirio paranoico como restitución psicótica. El delirio es la coagulación de lo simbólico e imaginario entorno al núcleo incognoscible, el ‘estallido’. Schreber desarrollará el escrito de sus ‘Memorias’ tratando de descifrar el ‘estallido’. Como lo demostrara Ramón Alcalde, en un escrito literario. (2)

¿Cuándo ocurrió el ‘estallido de la libido homosexual’, en la infancia o el estallido mismo de la psicosis ocurrió en su edad adulta? Imposible saberlo, sí que ocurrió, y en el lugar de lo simbólico-imaginario del fantasma de la castración, solo resta lo real de la castración, ‘el vacío del fantasma’. En su lugar se producen los diferentes fenómenos delirantes, los paranoicos como la megalomanía de ‘redención’: ser la mujer de Dios.

Azouri da una versión arbitraria del ‘Caso Schreber’, para él es el vehículo del litigio de Freud con Fliess. Aduce, además, que Freud ignoró la función del padre. Azouri confunde los tiempos y las consecuencias de los complejos descubrimientos freudianos con los debates producidos por las complicadas transferencias entre estos primeros analistas. Transferencias que deben descifrarse como fruto de lo que será lo propio de la trasmisión de estos primeros fundamentos del psicoanálisis, son diferentes resistencias que se provocaban en Freud y con la figura de Freud; con y entre sus seguidores, impregnadas del ‘fantasma homosexual de la castración’. Muy por lo contrario, este ‘Historial’ es el acto psicoanalítico fundacional de Freud, eleva a un fundamento teórico clave, las distintas versiones para diferenciar los procesos neuróticos de los psicóticos, en relación al fantasma de la castración.

Si en las psiconeurosis se crean resistencias ante la castración, en las psicosis se trata del repudio del fantasma femenino del complejo de castración. Este fantasma será el responsable de las disidencias entre los seguidores de Freud. Su desconocimiento o las resistencias en descifrar la presencia latente del fantasma femenino de la castración en el varón, será el cimiento de las resistencias a los avances teóricos freudianos, como a la autoridad de Freud con sus seguidores. Este fantasma es el que se va poniendo al descubierto, en diferentes formas, en los actos de estos psicoanalistas, que el análisis personal era rudimentario o no existía. En Jung es en quien más impacta; su fantasma homosexual, confesión hecha en una carta, de haber sido violado en la infancia, no es solo un recuerdo, implicará la compleja relación con Freud y su singular aislamiento. Este fantasma irá provocando un ‘muro’ en la trasmisión del psico análisis; en la trasferencia entre estos primeros psicoanalistas.

Azouri no advierte que el episodio del ‘desmayo de 1912’ de Freud en Munich, es un síntoma, efectos de la ruptura de Freud con Jung, para no abandonar el rumbo de sus descubrimientos. Freud da tardíamente los testimonios de lo que le aconteció en 1904; analizado en 1936, en una carta a Romain Rolland: "Un trastorno en la Memoria en la Acrópolis:

"Usted sabe que mi labor científica tuvo por objeto aclarar las manifestaciones singulares, anormales o patológicas de la mente humana, es decir, reducirlas a las fuerzas psíquicas que tras ellas actúan y revelar al mismo tiempo los mecanismos que intervienen. Comencé por intentarlo en mi propia persona; luego, en los demás, y finalmente, mediante una osada extensión, en la totalidad de la raza humana. En el curso de los últimos años surgió reiteradamente en mi recuerdo uno de esos fenómenos que hace una generación, en 1904, experimenté en mí mismo y que nunca llegué a comprender. Al principio no atiné a explicarme el motivo de la recurrencia, pero finalmente me resolví a analizar el pequeño incidente, y aquí le comunico el resultado de tal estudio. Al hacerlo debo rogarle, naturalmente, que no preste a ciertos datos de mi vida personal una atención mayor de la que en otras circunstancias merecerían." (19.211)

Freud, respecto al episodio de Atenas, se interroga sobre el sentimiento de culpa: "por haber llegado tan lejos(…) Parece como si lo sustancial en el éxito fuera haber llegado más lejos que el padre, y como si continuara prohibido querer sobrepasar al padre" (19.220) Freud reafirma en esta carta las complejas vicisitudes iniciadas en los comienzos, sobre la compleja relación al padre. El genio de Freud: saber escuchar a su inconsciente, el que se hace saber de distintas maneras, lo irá llevando a las importantes conjeturas en el desarrollo y para el futuro del psicoanálisis; sobreponerse a la angustia por sobrepasarlo, es producir más y más descubrimientos del saber del inconsciente.

En 1904 Freud ya había logrado en el autoanálisis de los sueños, la ‘Interpretación de los sueños’, el inesperado descubrimiento del Edipo; logra así una mayor profundización de la relación al padre, hasta allí desconocida. Todo ello estará ya presente en los años de su ruptura con Fliees; allí nace su conjetura de la libido homosexual, la sumisión al padre. Es lo que le permitirá a Freud arribar, luego del análisis del ‘Caso Schreber’, al mito del padre primitivo en ‘Totem y Tabú’; transita por las disensiones con Adler y Jung. Son retorcidas las conclusiones de Azouri de que Freud, a través de Schreber, quiera demostrar que "él se ha postulado como padre de su teoría, padre autoengendrado y por lo tanto inmortal" (1.143) Si es así no dista Freud de ser una paranoico. También Azouri ignora que Freud hace del ‘padre sustituto’ de Leonardo, la fuente de creación de éste.

¿Cuál es el descubrimiento que Freud aporta al psicoanálisis en el desciframiento de las ‘Memorias de Schreber? Le aporta a Freud, desde el delirio, las pruebas de ‘la realidad psíquica’ del fantasma femenino de la castración en el neurótico. No es aventurado sostener que, al mismo tiempo, Freud da los primeros pasos de los que hoy entendemos por la forclusión del padre en las psicosis.

En el final de este trabajo retomo el texto freudiano ‘Análisis terminable e interminable’, la profundización de estos conceptos reafirman los paradigmas iniciales del psicoanálisis.

PERÍODO FREUD-FLIESS.-

El concepto de bisexualidad lo encontramos en las ‘Cartas a Fliess’. Freud adhiere a la idea de Fliess de la bisexualidad, éste sostiene un fundamento casi delirante: se trata de la periodicidad numérica de los ciclos vitales en el hombre y la mujer; al tener un contenido sexual, ésto determina la adhesión de Freud, que se siente escuchado ante el rechazo de sus conjeturas sexuales de la psiconeurosis por sus colegas y maestros. Suple con Fliess su aislamiento ante la postura de Breur, Brucke y de Maynert.

Fliess sin saberlo, en su escucha, irá despertando progresivamente en Freud, una transferencia idealizada-amorosa con éste; Freud lo dota en sus cartas de cualidades ideales imaginarias. En 1896 muere el padre de Freud, un acontecimiento que produce un profundo cambio subjetivo en Freud. Le escribe a Fliess "ante su muerte todo el pasado volvió a despertar mi intimidad". Es allí donde da lugar no solo a la creación de su gran obra: ‘La interpretación de los sueños’. En la interpretación de sus sueños irá produciendo su autoanálisis; y como dice Jones, Freud lo continuó de por vida. El ‘autoanálisis’ de sus sueños lo lleva a desentrañar la relación ambivalente con su padre, y así descubrir las vicisitudes del Complejo de Edipo. Para ello se sirvió, que su ‘transferencia amorosa’ con Fliess, se fuera deslizando inconscientemente a que éste ocupara el lugar de la ambivalencia con su padre, y la reacción de Fliess ante la magnitud de los desabrimientos que Freud le trasmitía.

Freud se fue afirmando en la autonomía frente a Fliess. Arriba así, progresivamente, del concepto de la bisexualidad que inicialmente compartía, elaborando trabajosamente, aún con distintos síntomas, el descubrimiento fundamental al psicoanálisis: las dos formas de los fantasmas, tal como se presentan en el complejo de castración, primero en el varón. Este recorre toda su obra hasta 1937: la ‘roca del análisis’, la revuelta ante el deseo de ser poseído por el padre o autoridad no es sin consecuencias en toda la historia del movimiento psicoanalítico.

Transcribiré la importancia de alguna de las cartas que anticiparán los conceptos que desarrollará años más tarde, primero su óptima la relación con Fliess, la que progresará con los años hasta la ruptura un final. Con el subrayado destaco sus conjeturas sobre la paranoia con relación las psiconeurosis.

En el "Manuscrito H 24-1-1895", Freud anticipa con el término "Abweber", como ‘rechazo’, luego el conceptos de la ‘vewerfung’ . Se refiere al caso de una mujer que de una familiar "puso el pene en su mano", luego contrae un delirio paranoico. Freud así lo explica:

"¿En qué radica, pues, la índole particular de la defensa paranoica? La mujer se ahorraba algo, reprimía algo, y resulta fácil adivinar de qué se trataba. Es probable que realmente se conmoviera por lo que había visto y por el recuerdo de ese episodio. Por consiguiente, lo que evitaba era el autorreproche de ser «una mala mujer»; pero el mismo reproche era el que ahora llegaba a sus oídos desde afuera. Así, el contenido objetivo quedaba inalterado, cambiando únicamente algo en la localización de todo el asunto. En un principio había sido un reproche interno; ahora era una imputación desde el exterior. El juicio sobre sí misma quedaba traspuesto al exterior; la gente decía lo que de otro modo ella se habría dicho a sí misma, con lo cual obtenía cierto beneficio. Habría tenido que aceptar el juicio pronunciado internamente, pero podía rechazar el del exterior. De tal modo, el juicio, el reproche, quedaba apartado del «yo».

La paranoia persigue, pues, el propósito de rechazar una idea intolerable para el yo mediante la proyección de su contenido al mundo exterior." (4.143)

Freud, 15 años antes del ‘Caso Schreber’ asevera la cualidad ‘narcisista’ que distingue a la idea delirante:

"En todos estos casos la idea delirante es sustentada con la misma energía con que otra idea, intolerablemente penosa, es rechazada fuera del yo. Por consiguiente, estas personas aman su delirio como se aman a sí mismas. En esto reside todo el secreto." (4.144)

Un año después, en la carta 39-1-1-96, que antecede al célebre Manuscrito K :"Las neurosis de defensa", Freud arriba a esta conclusión: "Las pocas observaciones sobre la paranoia proceden de un análisis que acabo de iniciar y que ya me ha permitido establecer, sin lugar a duda alguna, que la paranoia es realmente una neurosis de defensa. Queda todavía por demostrar si esta explicación tiene asimismo valor terapéutico." (4.174)

¿Qué sostiene Freud en este Manuscrito? Los trastornos del Yo a consecuencia de lo rechazado del delirio:

"Como es el caso en las obsesiones, las voces representan el retorno del autorreproche en forma de un síntoma transaccional: primero, lo presentan deformado en su texto, al punto de restarle todo significado y de convertirlo en una amenaza; segundo, no lo relacionan con la vivencia primaria, sino justamente con la desconfianza, es decir, con el síntoma primario. Como al autorreproche primario se le ha negado crédito, queda a la ilimitada disposición de los síntomas transaccionales. El yo no los considera como ajenos a sí mismos, sino que es incitado por ellos a efectuar intentos de explicarlos, cuyo conjunto puede calificarse como delirio de asimilación. En este punto la defensa fracasa apenas se cumple el retorno de lo reprimido en forma distorsionada, y el delirio de asimilación no puede ser interpretado como un síntoma defensivo secundario, sino como el comienzo de la modificación del «yo», como una expresión de que el yo esta siendo dominado. El proceso llega a su termino final, ya en la melancolía (sensación de pequeñez del yo), la cual concede secundariamente a las deformaciones aquel crédito que se le negó al proceso primario; ya -lo que es más frecuente y más grave- en la formación de delirios de protección (megalomanía), hasta que el yo queda finalmente remodelado por completo." (4.187)

Previamente es necesario releer la carta 65 del 12-6-97, es un momento crucial en Freud: testimonia el encuentro desnudo con lo real; ignora lo siniestro que saldrá de esta experiencia.

"Nunca imaginé nada semejante a este período de parálisis intelectual que estoy pasando. Cada línea que escribo me significa una tortura. Tú, en cambio, vuelves a estar en pleno florecimiento; pero por más que abro de par en par todas las puertas de mis sentidos, no comprendo nada (…) Creo estar encerrado en un capullo; sabe Dios qué clase de bestia saldrá de él .(4.247)

No en vano tiempo después Freud escribe: "El principal paciente que me ocupa soy yo mismo".

La carta 69, del 21-9-97, Freud arriba a tres descubrimientos fundamentales, paradigmas que dan origen al psicoanálisis:

"En tercer término, la innegable comprobación de que en el inconsciente no existe un «signo de realidad», de modo que es imposible distinguir la verdad frente a una ficción afectivamente cargada. (Queda abierta así la posible explicación de que la fantasía sexual adopte invariablemente el tema de los padres). Cuarto, la consideración de que ni aun en la psicosis de más profundo alcance llega a irrumpir el recuerdo inconsciente, de modo que el secreto de las vivencias infantiles no se traduce ni en el más confuso estado delirante. Si advertimos así que el inconsciente nunca puede llegar a superar la resistencia de la conciencia habremos de abandonar la esperanza de que en el tratamiento pueda producirse el proceso inverso, hasta llegar a la completa dominación del inconsciente por lo consciente. Influido a tal punto por estas consideraciones, me sentí dispuesto a abandonar dos cosas: la posibilidad de resolver totalmente una neurosis y la de establecer con certeza su etiología en la infancia. Ahora ya no sé a qué atenerme, pues no he logrado alcanzar la comprensión teórica de la represión y de su juego de fuerzas. Vuelvo a dudar que sólo las vivencias ulteriores puedan suscitar fantasías retrotraídas a la infancia, y con ello reconquista sus dominios el factor de la disposición hereditaria, que yo me había propuesto desterrar, precisamente en interés de una plena explicación de las neurosis." (4.253)

Vamos al primero: ‘la innegable comprobación de que en el inconsciente no existe un «signo de realidad», de modo que es imposible distinguir la verdad frente a una ficción afectivamente cargada ’. Freud descubre el poder de la ‘realidad psíquica’; paradigma que funda al psicoanálisis.

El segundo: ‘ni aun en la psicosis de más profundo alcance llega a irrumpir el recuerdo inconsciente’. Sobre este postulado se sostiene las conjeturas de las ‘Memorias de Schreber ’, el ‘muro’ de las psicosis.

El tercero: ‘habremos de abandonar la esperanza de que en el tratamiento pueda producirse el proceso inverso, hasta llegar a la completa dominación del inconsciente por lo consciente’. Freud lo afirmará en toda su obra, culminando en ‘Análisis Terminable e interminable’.

En la carta del 14-11-97, destaco la importancia en el final de la carta,

"Mi autoanálisis sigue interrumpido; pero ahora advierto por qué. Sólo puedo analizarme a mí mismo mediante las nociones adquiridas objetivamente (como si fuese un extraño); el autoanálisis es, en realidad, imposible , pues de lo contrario no existiría la enfermedad. Como tropiezo todavía con enigmas en mis pacientes, ello también debe retardar por fuerza mi autoanálisis." (4.273)

Freud se refiere a la condiciones de su autoanálisis, vinculado al análisis de sus pacientes, implica que sus síntomas debe vivirlos como ‘si fuese otro, un extraño que los padece.’ Si vivencia lo propio como ajeno solo así su autoanálisis posible. Remite a lo que Freud escribe en 1919 respecto a "Lo Omininoso": es la vivencia que se produce cuando retornan de lo reprimido las fantasías infantiles. La palabra alemana ‘unheimlich’ tiene múltiples significados, en este caso, se trata que lo destinado a permanecer reprimido, ha salido a la luz, produce entonces, el sentimiento de ‘lo extraño’, ‘algo enteramente nuevo e imprevisto’. Es a la vez lo propio y lo ajeno ligado a la angustia. Freud se está refiriendo a las condiciones del ‘autoanálisis’, solo es posible en tanto él se encuentra dividido, vivencia que lo íntimo es a la vez lo ajeno a él. Opera, como en condiciones de la vigilia, ante sus sueños.

La Carta 125 del 9-12-1899: "Como mi afán de conocer detalles personales de tu vida quedó un tanto saciado por tu última visita bien puedo dedicarme ahora a asuntos más científicos. Creo haber logrado recientemente un primer atisbo de ciertas cosas nuevas. Así, se me plantea el problema de la «elección de neurosis». ¿Qué cosa torna a una persona histérica, en vez de paranoica? Según mi primer intento aproximado de respuesta, cuando todavía trataba de tomar la fortaleza por asalto, ello dependía de la edad en la cual habrían ocurrido los traumas sexuales, es decir, de la edad vivencial. Hace tiempo que abandoné esa opinión; pero hasta hace pocos días no conocía ninguna respuesta mejor cuando se me ofreció una conexión con la teoría sexual. El más bajo de los estratos sexuales es el del autoerotismo, que renuncia a todo fin psicosexual y persigue sólo una satisfacción local. Este es reemplazado luego por el aloerotismo (homo y heteroerótico); pero sin duda subsiste como tendencia independiente. La histeria (y su variante, la neurosis obsesiva) es alocrótica: la vía principal que sigue es la identificación con la persona amada. La paranoia vuelve a disolver la identificación y restablece todas las personas amadas de la infancia, abandonadas en el ínterin (véase las consideraciones sobre los sueños exhibicionistas), disolviendo al propio yo en personas extrañas. Así he llegado a concebir la paranoia como un brote de la tendencia autoerótica, como un retorno a aquel estado anterior. La formación perversa que le corresponde sería la denominada demencia primaria. Las peculiares relaciones del autoerotismo con el yo original aclararían muy bien el carácter de esta neurosis. Aquí, empero, la hilación del tema ha vuelto a romperse.

Casi a un tiempo, dos de mis pacientes llegaron a hablar de los autorreproches consiguientes a la asistencia de sus padres enfermos o a la muerte de éstos, demostrándome que mis propios sueños respectivos eran típicos. La culpabilidad siempre arranca, en tales casos, de deseos de venganza, del placer por el sufrimiento ajeno, de la satisfacción ante las dificultades excretorias del enfermo (micción y defecación). He aquí un rincón realmente olvidado de la vida psíquica... "(4.336)

En esta carta Freud anticipa diversas conjeturas, entre ellas, la oposición del autoerotismo y la elección de objeto, el autoerotismo es el ‘yo original’, ignora todo objeto. La elección de objeto no solo es secundaria a éste, sino que esta escindida entre la homo y heterosexualidad. La paranoia no solo es un ‘brote autoerótico’ sino que: ‘vuelve a disolver la identificación y restablece todas las personas amadas de la infancia, abandonadas en el ínterin, disolviendo al propio yo en personas extrañas’. Freud representa así la paranoia próxima al autoerotismo: ‘vuelve a disolver’ , no solo es ignora el objeto, sino su falta de unidad, se fusiona, confunde, con personas ajenas. Son conceptos que Freud desarrollará en el ‘Historial de Schreber’.

Carta 133. 16-4-1900: "Comienzo a comprender que la aparente interminabilidad del tratamiento es un rasgo inherente al mismo y vinculado a la transferencia" (4.348)

Como Jones lo afirmó, Freud nunca abandonó su autoanálisis. Anuncia lo que sostendrá en su obra, que el análisis es ‘aparentemente interminable’.

La carta 134, 7-5-1900:"¡Muchas gracias por tus amables palabras! Me halaga tanto oírlas, que si estuviese en tu compañía casi estaría tentado de creer en parte de ellas. Así empero, veo las cosas de manera algo distinta. Nada tendría que objetar contra el hecho de la splendid isolation, si no fuese tan exagerada y si no se interpusiera también entre nosotros dos. Salvo un único punto débil -mi temor a la miseria-, es claro que me he vuelto demasiado comprensivo como para lamentarme, y además ahora me siento demasiado bien para eso; sé perfectamente cuánto poseo y cuán poco tiene uno derecho a pretender, de acuerdo con la estadística de la miseria humana. No obstante, nadie puede reemplazarme el contacto con el amigo, que una faz particular mía -quizá femenina- reclama con urgencia, y las voces interiores a las que acostumbro prestar oído me sugieren una estimación mucho más modesta de mi obra que la que tú quieres proclamar."(4.340)

Es necesario destacar, con todo énfasis, la importancia de esta carta, en particular lo subrayado. Producto de su autoanálisis, Freud descubre el peso del fantasma homosexual en su relación con Fliess, que hace ‘el contacto con el amigo’. Freud sabe escuchar lo que retorna de su inconsciente ‘como un extraño’: ‘una faz particular mía -quizá femenina- reclama con urgencia’. Con su autoanálisis, Freud ‘escucha’ de: ‘las voces interiores a las que acostumbro prestar oído me sugieren una estimación mucho más modesta de mi obra que la que tú quieres proclamar’. La carta preanuncia, no la ruptura por los temas de la bisexualidad, sino que el final de su trasferencia con Fliess lo conduce al reconocer la megalomanía de éste.

Carta 146 19-9-1901. "No entiendo tu respuesta sobre el tema de la bisexualidad. Evidentemente nos resulta muy difícil comprendernos. Yo no tenía, por cierto, otra intención sino la de desarrollar mi contribución a la teoría de la bisexualidad, exponiendo la tesis de que la represión y las neurosis, es decir, la autonomía del inconsciente, se fundan en la condición previa de la bisexualidad. "(4.364)

Freud le hace saber a Fliess su diferencia respecto la bisexualidad; Freud afirma que solo cobra realidad en la represión del inconsciente. Así esta compleja relación va llegando así a su fin, tal como la relata Jones. Años después Fliess inicia una acción legal contra Freud; no son una sorpresa las ideas persecutorias del Fliess. No me ocuparé de este desenlace, pero no puede ser excluido la presencia del ‘fantasma femenino del la castración’, fantasma que se repite en las disidencias con Adler y Jung, de las que nos ocuparemos posteriormente. En este acto, donde devela lo real de la bisexualida, culmina este singular transferencia de Freud con Fliess, habitada por este fantasma. Este descubrimiento le permitirá desentrañar, en sus futuros trabajos, la importancia de la relación entre la bisexualidad con la paranoia y la homosexualidad, como su conjetura de la libido homosexual.

Nos importa entonces, el desarrollo freudiano de la bisexualidad en compleja relación con los fantasmas femeninos y masculinos de la castración. Freud en el desarrollo de su obra, irá diferenciando la gravitación, en primer lugar, del fantasma femenino del varón ante el padre. A partir de 1925, cuando descubre la singularidad del Edipo y la castración en la niña, fundado en el predominio del período ‘pre-edípico’, surge recién la bisexualidad como disimetría de los dos sexos. El destino del fantasma femenino, diferente en ambos sexos, será decisivo sobre la identidad sexual así como en los diversos trastornos; ambos juegan un papel fundamental en la trasferencia.

Los textos preliminares al desarrollo de la conjetura de la libido homosexual y el narcisismo son: "Las fantasías histéricas y su relación con la bisexualidad" (1908) y "Un recuerdo infantil de Leonardo" (19!0)

La relación Freud-Fliess pasa ha ser el nombre de una experiencia inédita e irrepetible, ya que en ella el genio de Freud hizo posible que, la invención del psicoanálisis, dependiera exclusivamente de él, colocado en la posición de psicoanalizante, ante el ‘idealizado Fliess’. Digo irrepetible, ya que para Lacan le sirve de fundamento para la compleja y fracasada ‘Institución del pase’, tal como lo hace en la "Proposición del 9 de Octubre de 1967". Por ello, el análisis del analista, para Lacan, se funda en la repetición de esta experiencia freudiana: "El analista solo se autoriza por sí mismo". El analista aparece en el lugar de Fliess, por ello Lacan afirma: "Del sujeto supuesto saber. Dirigiéndome a otros, produciría yo de entrada lo que este termino implica la caducidad constitutiva del analista. Ilustrándolo con el caso original, Fliess." (23.15)

EL COMPLEJO DE CASTRACIÓN.-

Debemos tener presente que Freud en 1909 "Sobre las teorías sexuales infantiles", menciona por primera vez, el «complejo de castración» en el varón y la niña, sólo antecedido por una única y oscura referencia a la «amenaza de castración» en ‘La interpretación de los sueños.’ (1900) Freud: "El niño gobernado en lo principal por la excitación del pene ha solido procurarse placer estimulándolo con la mano; sus padres o las personas encargadas de su guarda lo han pillado, y lo aterrorizaron con la amenaza de que le sería cortado el miembro. El efecto de esta «amenaza de castración» es, en su típico nexo con la estima que se tiene por esta parte del cuerpo, superlativa y extraordinariamente profundo y duradero. Sagas y mitos dan testimonio del tumulto en la vida de los sentimientos infantiles, del espanto que se anuda al complejo de castración, que incluso más tarde es recordado por la conciencia con la correspondiente revuelta."(6.193) Freud afirma que ambos sexos atribuyen un pene a la madre. Al descubrir su carencia precipita a la niña a la ‘envidia al pene’. En el varón su inclinación por la homosexualidad.

UN RECUERDO INFANTIL DE LEONARDO.-

En ese mismo año, 1909, Freud escribe "Un recuerdo infantil de Leonardo", retomando las vicisitudes del complejo de castración en el varón, para descifrar ‘el recuerdo infantil de Leonardo’, haciendo uso de las ‘construcciones en psicoanálisis’, el modo como procede con las desfiguraciones de los mitos, Freud aporta el novedoso descubrimiento de ‘La Madre Fálica’. Al fantasma de Leonardo Freud lo equipara al mito egipcio de la diosa Mut: "Ahora bien, en la mayoría de sus figuraciones los egipcios dieron plasmación fálica a esta divinidad materna de cabeza de buitre; su cuerpo, caracterizado como femenino por los pechos, llevaba un miembro masculino en estado de erección." (8.88) Si bien, es una figura bisexual, la que está contenida tanto en el mito egipcio, equiparado a la fantasía de Leonardo, Freud va más allá, produce en esta obra el descubrimiento fundamental para el psicoanálisis: la presencia del fantasma inconsciente de ‘La Madre Fálica’; su causa, el complejo de castración:

"Antes que el niño cayera bajo el imperio del complejo de castración, en la época en que la mujer conservaba pleno valor para él, empezó a exteriorizarse en él un intenso placer de ver como quehacer pulsional erótico. Quería ver los genitales de otras personas; en el origen, probablemente, a fin de compararlos con los propios. La atracción erótica que partía de la persona de la madre culminó pronto en la añoranza de sus genitales, que él tenía por un pene. Con el discernimiento, adquirido sólo más tarde, de que la mujer no posee pene, esa añoranza a menudo se vuelca súbitamente a su contrario, deja sitio a un horror que en la pubertad puede convertirse en causa de la impotencia psíquica, de la misoginia, de la homosexualidad duradera. Pero la fijación al objeto antaño ansiosamente anhelado, el pene de la mujer, deja como secuela unas huellas imborrables en la vida anímica del niño que ha recorrido con particular ahondamiento esa pieza de investigación sexual infantil. La veneración fetichista del pie y el zapato femeninos parece tomar a aquel sólo como un símbolo sustitutivo del miembro de la mujer otrora venerado, y echado de menos desde entonces; los «cortadores de trenzas» desempeñan, sin saberlo, el papel de personas que ejecutan el acto de la castración en los genitales femeninos." (8.90)

Freud se anticipa a lo que va a sostener 18 años más tarde en el texto sobre "El Fetichismo". Freud transcribe así la fantasía de Leonardo:

"Ahora podemos traducir así el resalto de la cola del buitre en la fantasía de Leonardo: «En aquel tiempo yo dirigía hacia la madre mi tierna curiosidad y aún le atribuía un genital como el mío». Otro testimonio de la temprana investigación sexual de Leonardo, que, en mi opinión, se volvió decisiva para el resto de su vida. " (8.91)

Las conjetura de Freud respecto a la homosexualidad (ideal) de Leonardo tienen una doble vertiente: la pasividad, el ser poseído, se desplaza al fantasma femenino de la castración del varón. La otra la fijación a la ‘madre fálica’.

"Una somera reflexión nos advierte ahora que en la fantasía de Leonardo no podemos contentarnos con el esclarecimiento de la cola del buitre. Aquella parece contener más cosas que todavía no comprendemos. En efecto, su rasgo más llamativo era que mudaba el mamar del pecho materno en un ser-amamantado, vale decir, en pasividad y, de este modo, en una situación de inequívoco carácter homosexual. Si tenemos presente la probabilidad histórica de que Leonardo se haya comportado en su vida como una persona de sentir homosexual, nos vemos llevados a preguntarnos si esta fantasía no apunta a un vínculo causal entre la relación infantil de Leonardo con su madre y su posterior homosexualidad manifiesta, si bien ideal [sublimada]. No nos atreveríamos a inferirlo a partir de esa desfigurada reminiscencia de Leonardo si no supiéramos, por las indagaciones psicoanalíticas de pacientes homosexuales, que ese vínculo existe, y aun es estrecho y necesario." (8.92)

La originalidad del descubrimiento de Freud de la ‘madre fálica’ debe entenderse en el interior del complejo de Edipo, es determinante la ‘ausencia’ del padre, el que introduce la castración:

"Todos nuestros varones homosexuales habían mantenido en su primera infancia, olvidada después por el individuo, una ligazón erótica muy intensa con una persona del sexo femenino, por regla general la madre, provocada o favorecida por la hiperternura de la madre misma y sustentada, además, por un relegamiento del padre en la vida infantil. Sadger ha destacado que la madre de sus pacientes homosexuales era a menudo un marimacho, una mujer con enérgicos rasgos de carácter, capaz de expulsar al padre de la posición que le corresponde; en ocasiones yo he visto lo mismo, pero he recibido una impresión más fuerte de aquellos casos en que el padre faltó desde el comienzo o desapareció tempranamente, de suerte que el varoncito quedó librado al influjo femenino. De todos modos, parece como si la presencia de un padre fuerte asegurara al hijo varón, en la elección de objeto, la decisión correcta por alguien del sexo opuesto." (8.92)

Esta cita la considero fundamental, es la innovación freudiana que descifra la función de ‘la madre fálica’ como la figura que, para constituirse, implica las distintas variantes de la ‘expulsión’ del padre como garante de la castración. Mi experiencia clínica en el análisis de una perversión fetichista, me permite afirmar que se trata de la estructura sobre la que se fundan las perversiones: hay una ‘forclusión local’ del padre de la ley de la castración en distintos grados, la ley es ejercida por esta figura materna, la que Sacher Masoch en sus novelas la describe como la ‘mujer verdugo’.

Por lo afirmado por Freud en ‘Leonardo’, respecto a la función del padre es un nuevo cimiento del psicoanálisis; imposible pensar que Freud haya ignorado en Schreber el lugar del padre, como lo afirma Azouri.

De este modo, a partir de ‘Leonardo’, es la ‘exclusión-forclusión del padre’, desde donde debemos leer las vicisitudes de la ‘elección homosexual de objeto’ como elección narcisista, la lectura que debemos hacer de la ‘libido homosexual’, tal como Freud la desarrolla a partir de ‘Schreber’, no puede considerarse solamente como vicisitud libidinal-narcisista, sino que involucra al lugar del padre en la angustia de castración, la que introduce el corte con la madre.

"Tras ese estadio previo sobreviene una trasmudación cuyo mecanismo nos resulta familiar pero cuyas fuerzas pulsionantes todavía no aprehendemos. El amor hacia la madre no puede proseguir el ulterior desarrollo conciente, y sucumbe a la represión. El muchacho reprime su amor por la madre poniéndose él mismo en el lugar de ella, identificándose con la madre y tomando a su persona propia como el modelo a semejanza del cual escoge sus nuevos objetos de amor. Así se ha vuelto homosexual; en realidad, se ha deslizado hacia atrás, hacia el autoerotismo, pues los muchachos a quienes ama ahora, ya crecido, no son sino personas sustitutivas y nuevas versiones de su propia persona infantil, y los ama como la madre lo amó a él de niño. Decimos que halla sus objetos de amor por la vía del narcisismo, pues la saga griega menciona a un joven Narciso a quien nada agradaba tanto como su propia imagen reflejada en el espejo y fue trasformado en la bella flor de ese nombre." (8.93)

Retomo lo capital del subrayado: identificado con la madre elige sus objetos sexuales según su propia persona. Se trata de la elección de objeto narcisista, sinónimo de la elección de objeto homosexual, en la teoría de la libido: la libido homosexual. Esta elección del objeto sexual tiene otra vía que la identificación a la madre, cuando Freud se refiere al fetichista, elige el objeto sustituto del falo materno.

¿Cuál fue la fuente de la creatividad de Leonardo? Freud lo asevera en esta cita con toda claridad:

"En su florecimiento juvenil, Leonardo parece haber trabajado al comienzo sin inhibiciones. Así como en su tren de vida exterior tomaba como arquetipo al padre, atravesó también por una época de creatividad viril y productividad artística en Milán, donde el favor del destino le hizo hallar en el duque Ludovico el Moro un sustituto del padre . Pero pronto se corrobora en su caso la experiencia de que la sofocación casi total de la vida sexual objetiva no proporciona las condiciones más favorables para el quehacer de las aspiraciones sexuales sublimadas. El carácter arquetípico de la vida sexual se hace valer; la actividad y la aptitud para las decisiones rápidas empiezan a paralizarse, la inclinación a meditar y vacilar se hace notar con su efecto perturbador ya en La última cena, comandando, por su influjo sobre la técnica, el destino de esa obra grandiosa. Ahora bien, lentamente se consuma en él un proceso que sólo puede parangonarse con las regresiones de los neuróticos, El despliegue de su ser que en la pubertad lo convirtió en artista es sobrepujado por su despliegue, condicionado desde la primera infancia, en investigador; la segunda sublimación de sus pulsiones eróticas cede paso a la inicial, preparada por la primera represión. Deviene investigador, primero todavía al servicio de su arte, luego con independencia de este y fuera de él. Con la pérdida del protector que le sustituía al padre, y el creciente ensombrecimiento de su vida, esa sustitución regresiva fue extendiéndose cada vez más, Se vuelve «impacientissimo al pennello» según informa un corresponsal de la archiduquesa Isabella d'Este, que a toda costa quiere poseer un cuadro de su mano. Su pasado infantil ha cobrado poder sobre él. Ahora bien, el investigar que le sustituye a la creación artística parece conllevar algunos de los rasgos que singularizan al quehacer de las pulsiones inconcientes: el carácter insaciable, la inexorable rigidez, la falta de aptitud para adaptarse a las circunstancias objetivas." (8.123)

Lo que Freud afirma con toda claridad es que la creatividad de Leonardo está ligada a la función del ‘padre’, función que le permite la represión del fantasma de la ‘madre fálica’. Azouri lo entiende de un modo alejado la verdad freudiana encerrada en Leonardo, insistiendo que Freud prosigue su reyerta con Fliess.

LA VERDAD LACANIANA DE AZOURI.-

No solo discrepo con lo que Azouri sostiene, citando los textos de E. P. Oliveira, sino que incurren en aberrantes conclusiones:

"Si bien su trabajo da cuenta a las claras de la importancia que otorga a la articulación de la producción teórica y el terreno transferencia! en el que el autor está inmerso, no obstante, de algún modo queda él mismo inscripto en el movimiento de resistencia que lleva a Freud a privilegiar la homosexualidad en detrimento de la paternidad

Así, a partir del desarrollo teórico elaborado por Freud y del material relacional descubierto en la correspondencia, Oliveira llega a la conclusión de que Freud desconoce la ambivalencia homosexual actual en sus relaciones con, Jung y con Ferenczi y que, al igual que en Schreber, remite todo a Flechsig, Freud refiere siempre su ambivalencia homosexual al pasado: "Todo es siempre remitido a Fliess".

Más adelante, en 1982, Oliveira llega incluso a aplicar a Freud los mecanismos que este último aisla en Schreber: "No es entre nosotros, psicoanalistas, donde hay homosexualidad. Es entre ellos, entre los paranoicos ¿No se sentía confundido Freud por las similitudes de su teoría con la de Schreber?" Dicho de otra manera, para Oliveira no es sólo su ambivalencia homosexual lo que es desconocido por Freud, sino su homosexualidad por entero; y ya no es la actualidad de esta ambivalencia homosexual la que es referida al pasado sino la homosexualidad actual y pasada que ya no es reconocida. Olivera aplica finalmente a Freud el mecanismo de la proyección que hace que éste reconozca en Schreber y en la relación con Flechsig la homosexualidad que no quiere reconocer en sí mismo y en sus relaciones con los alumnos.

Por otra parte,'hay que reconocer como otro mérito al trabajo de Oliveira el de haber señalado que en todos los trabajos de Freud sobre la paranoia anteriores a Schreber no habló de homosexualidad, aun cuando ésta era evidente como en el caso de la señora P." (1.72)

En el primer párrafo subrayado muestro el desconocimiento sorprendente tanto de parte Azouri como de Oliveira, de la importancia del fantasma homosexual, tal como Freud lo había descubierto en su relación a Fliess, y lo desarrollado en ‘Leonardo’ en torno al padre. Azouri se opone a Rosolato, el que hace un juicio acertado:

"Sobre este punto estoy más de acuerdo con Oliveira que con G. Rosolato quien, por su parte, considera que las concepciones precedentes de Freud sobre la paranoia "parecen haber madurado una quincena de años y se precisan más tarde en el estudio de Schreber". (1.73)

Lo que subrayo luego de la cita de Azouri es lo que trata respecto del caso de ‘la señora P.’, ‘Análisis de un caso de paranoia crónica’, descripto por Freud en ‘Nuevas puntualizaciones sobre las neuropsicosis de defensa’(1896) Oliveira debería volver a releer este historial. Es sorprendente las profundidades a las que Freud arriba usando el método catártico en un delirio paranoico. Si bien Freud no advierte el delirio homosexual de la señora P., es fácil hacerlo a-posteriori. Pero Freud va más allá del fantasma homosexual del delirio, pone el acento en la relación incestuosa con los hermanos varones: "Conseguí entonces moverla a que reprodujera las diversa escenas en que había culminado el comercio sexual con el hermano (al menos desde su sexto hasta su décimo año) (5.179) Ignora Oliveira que el caso citado es de 1896, años después, como transcribí en la correspondencia con Fliess, Freud recién atisba la relación entre paranoia y autoerotismo. Oliveira olvida el caso citado por Freud en 1906 en la reunión en la ‘ Sociedad Psicoanalítica de Viena’, allí tampoco establece la relación paranoia homosexualidad. Pero lo fundamental que ignoran es que recién en 1925 Freud revoluciona el estatuto del Edipo en la mujer y con ello su patología.

¿Por qué Azouri titula su libro: "He triunfado donde el paranoico fracasa? " Porque para él, Freud, con la teoría de la homosexualidad en la paranoia, ha triunfado sobre el paranoico Fliess. Azouri afirma que, fue así como Freud desconoce la función del padre; lo opuesto lo hizo Lacan: priorizar la función del padre. Estas son sus afirmaciones:

"Es lo que sucede aquí con el punto de unión, con la articulación precisa que establece Freud entre homosexualidad y persecución. Así, todo su desarrollo en Schreber tiende a demostrar que el paranoico ha fracasado "en la tarea de evitar el reimvestimiénto de sus tendencias homosexuales", es decir, tal como lo veremos más adelante, en el justo punto donde él, Freud, ha triunfado. Pero simultáneamente queda en la sombra otra cuestión decisiva: la del padre." (1.73)

Azouri no solo es contradictorio, sino que no comprende en que radica el fracaso del paranoico, no se trata ni del reimvestimiénto ni de ‘tendencia homosexual’, hay ‘estallido de la libido homosexual’, con los cual está forcluido el fantasma de la castración femenina del varón con el padre.

Es contradictorio, para ello transcribo esta cita importante de su libro, una carta que Freud le envía a Jung el 17-2-1908. Éste en 1907 le había confesado a Freud que siendo niño había sido violado por un hombre al que el luego veneraba, Azouri: "Por primera vez (Freud) articula homosexualidad y paranoia. Freud en su carta a Jung del 1908:

"Por fin alcanzo la ciencia. En la práctica, he rozado algunos casos de paranoia y puedo revelarle un secreto. (Escribo paranoia y no demencia precoz ya que considero a la primera un buen tipo clínico y a la segunde un mal término nosográfico.) Se trataba pues por lo general del desasimiento de la libido del componente homosexual moderadamente investido hasta ese momento. El resto, retorno de la libido por vía de la proyección no es nuevo, etc. Mi viejo análisis (1896) muestra también el comienzo con el distanciamiento del hombre con relación a sus hermanas. Mi amigo de entonces, Fliess, ha desarrollado una importante paranoia luego de haberse desembarazado de su inclinación hacia mí que, por cierto, no era poca. A él, es decir a su comportamiento, es con quien debo, en efecto, esta idea. Se debe tratar de aprender de todas las cosas. El hecho de que en la paranoia las sublimaciones están retroformadas está en relación con idénticas circunstancias."

Al día siguiente, Freud le escribe: "Querido amigo, no se asuste: le prometo en compensación una larga pausa" Esta carta es de importancia capital ya que, por primera vez, Freud está en condiciones de comprender como Fliess se ha vuelto loco. Pues bien, Schreber también le servirá para esto. La demostración de la locura de Flies a través de Schreber permitirá a Freud mostrar que él he triunfado en el justo punto donde el paranoico fracasa

"Las sublimaciones están retroformadas en la paranoia".

Esto le permite a Freud mostrar la locura potencia de Jung, sin ser la identificación de la paranoia y la demencia precoz en una misma entidad, una afirmación puramente teórica ni tan sólo una querella de diagnostico, sino estando ante todo al servicio de esto." (1.90)

Disiento con Azouri en lo subrayado de la cita, no es válido leer el ‘Caso Schreber’ para demostrar la locura ni de Flies ni la de Jung; no se puede desconocer lo que Freud afirma: que se ha servido de experiencia clínica con Fliess y con Jung para afirmar, guardando el secreto, validar su conjetura. Las puede afirmar en Schreber, que las despliega en sus Memorias y no en ‘cartas’ como los otros. Si bien Freud concuerda con las conjeturas de Abraham en lo expuesto en su trabajo en 1908 sobre ‘Las relaciones entre la histeria y la demencia precoz’, no implica que las conjeturas de Freud no le pertenezcan. Respecto Jung, los testimonios indican que atravesó un episodio delirante semejante al de Fliess años atrás.

DISENSO DE LACAN CON FREUD.-

Lo apasionante del escrito de las ‘Memorias’ es como se anudan, de un modo ficcional, según Freud’, la ‘verdad histórica’ de los delirios, con los ‘mitos literarios y colectivos’ . Lo asevera en 1909 en "Fantasias histéricas y su relación con la bisexualidad", y luego en el ‘Apendice de 1912’ del ‘Historial de Schreber.’

Freud, en 1909, anticipa antes de leer las ‘Memorias’, que : "Las fantasías delirantes [«Wahndichtug»], también ‘invenciones’ o ‘creaciones’ poéticas] de los paranoicos" que tiene por contenido la grandeza y los padecimientos del yo propio, y afloran en formas totalmente atípicas, casi monótonas, son universalmente conocidas (...) En cambio, a muchos puede sonarles a novedad enterarse que las formaciones psíquicas en un todo análogas se presentan de modo regular en todas las psiconeurosis, y de que en ellas- las llamadas fantasías {Phantasie} histéricas- se pueden discernir importantes nexos para la causalidad de los síntomas neuróticos (7.141)

Ramón Alcalde, traductor al español de las ‘Memorias, sostiene: "La misma enfermedad corta en dos la temporalidad de su vida y lo recorta de su pertenencia cívica, genera en él una práctica nueva de escritura (...) Por el mismo acto, al abandonar el discurso jurídico y optar por un género literario (...) se autoinstala en la literatura"(2).

Lacan era uno de los presentes en la conferencia de Michel Foucault ¿Qué es un autor? Foucault afirma que entre el escritor y el autor la relación es paradójica: "Es la noción de escritura. En rigor, ella debería permitir no solamente la referencia al autor sino dar estatuto a su nueva ausencia"(2). La autonomía de la escritura no ignora al autor: "Resulta insuficiente afirmar prescindamos del escritor, prescindamos del autor, y vayamos a estudiarla obra en sí misma. La palabra "obra", y la unidad que designa, son probablemente tan problemáticas como la individualidad del autor"(2). Por ello la paradoja freudiana en su texto sobre ‘Las Memorias de Schreber’, al entenderlas como ‘autobiográficamente descrito’ y al mismo tiempo ‘discernirlas como pertenecientes al reino de lo mitológico’.

Sostengo que: ‘Escribir la locura’ no es la locura misma.(2) La singularidad del discurso paranoico, Lacan lo afirma, que sus escritos giran en torno a una vivencia primordial incomunicable. ¿Pero esto hace que lo destituyan como literario? Hay una verdad de Lacan de por qué Schreber pudo hacer literatura: "En cuanto a Schreber, lo dejaron hablar, por la sencilla razón de que no le decían nada, y tuvo todo el tiempo del mundo para escribir su gran libro." (22.175) Así escribió un gran libro, intentado en vano, como muchos literatos, de descifrar la vivencia inasible, la que Lacan retoma de Freud: ‘La verwerfung’, la que a mi entender Freud la llama ‘estallido de la libido homosexual’, equivalente al ‘estallido-forclusión’ del fantasma femenino de la castración; por ello delira y no querella como un neurótico.

Lacan da una precisa descripción de lo que estructura al delirio paranoico, pero no es razón para afirmar que nunca hay escritor ‘en los papeles de un paranoico’: "Diré aún más: a medida que el delirante asciende la escala de los delirios, está cada vez más seguro de cosas planteadas como cada vez más irreales. La paranoia se distingue en este punto de la demencia precoz: el delirante articula con una abundancia, una riqueza, que es precisamente una de sus características clínicas esenciales, que si bien es una de las más obvias, no debe sin embargo descuidarse. Las producciones discursivas que caracterizan el registro de las paranoias florecen además, casi siempre, en producciones literarias, en el sentido en que literarias quiere decir sencillamente hojas de papel cubiertas de escritura. Observen que este hecho aboga a favor del mantenimiento de cierta unidad entre los delirios quizá prematuramente aislados como paranoicos, y las formaciones que la nosología clásica llama parafrénicas."(22.112)

Por qué, para Lacan, Schreber escribe sin ser poeta: " Podemos resumir la posición en que estamos respecto a su discurso cuando lo conocemos, diciendo que es sin duda escritor más no poeta. Schreber no nos introduce a una nueva dimensión de la experiencia. Hay poesía cada vez que un escrito nos introduce en un mundo diferente al nuestro y dándonos la presencia de un ser, de determinada relación fundamental, lo hace nuestro también. La poesía hace que no podamos dudar de la autenticidad de la experiencia de San Juan de la Cruz, ni de Proust, ni de Gerard de Nerval. La poesía es creación de un sujeto que asume un nuevo orden de relación simbolice con el mundo. No hay nada parecido en las Memorias de Schreber." (22.114) Freud no dudó en afirmar que las ‘Memorias’ lo llevaron a un mundo diferente, y atisbar por el ‘muro’ que lo separa, la riqueza del contenido de ‘este espiritual paranoico’; no en vano escribió Freud el ‘Apendice de 1912’:

"Del historial clínico de Schereber (...) cualquier lector instruido en el psicoanálisis ha de extraer del material comunicado más de lo que yo declaro de una manera expresa (...) permite colegir cuanto se puede extraer todavía de la riqueza simbólica de las fantasías e ideas delirantes de este espiritual paranoico (...) me ha permitido apreciar mejor una de sus afirmaciones delirantes y discernirlas como pertenecientes al reino de lo mitológico (...) La particular relación del enfermo con el Sol, que no pude menos que decláralo un ‘símbolo paterno’ sublimado"(9.74)

La siguiente cita de Lacan, es la que Azouri considera que éste, citando a Maccalpine, coinciden en replicar a Freud, ya que Freud al haber desechado el delirio de la procreación, Lacan entiende que en ‘la procreación está el significante del Nombre del Padre’. Por ello, sostiene, que Freud ha sustituido el Nombre del Padre por la ‘mudanza en mujer’:

"Freud postula una homosexualidad latente que entrañaría una posición femenina: aquí está el salto. Habla de un fantasma de impregnación fecundante como si la cosa fuese obvia, como si toda aceptación de la posición femenina implicase por añadidura ese registro tan desarrollado en el delirio de Schreber, y que termina por hacer de él la mujer de Dios. La teoría de Freud es que el único modo que tiene Schreber de eludir lo que resulta del temor a la castración es la Entmannung, la evitación, y sencillamente la desmasculinización, la transformación en mujer: pero, después de todo, como el propio Schreber lo indica en algún lado, ¿acaso no es mejor ser una mujer espiritual que un pobre hombre infeliz, oprimido, hasta castrado? En suma, la solución del conflicto introducido por la homosexualidad latente se encuentra en un agrandamiento a la par del universo." (22.438)

Lo subrayado destaca el error de Lacan, Freud no habla del temor a la castración transformándose en mujer. Si así fuera se trataría de la angustia de castración del neurótico. Ocurre todo lo contrario, Freud se refiere al ‘estallido de la libido homosexual’, lo cual es equivalente a la forclusión del fantasma de castraci ón. Es en ese lugar donde surge el delirio megalómano de transformarse en la mujer de Dios, un delirio religioso-megalómano, que suple ambos fantasmas de la castración en el varón. Literariamente Schreber inspira a Freud a ir por encima del ‘muro’ de las psicosis; el Dios schreberiano le revela el mito del padre primordial, el cual no es un fantasma del inconsciente, sino una conjetura para fundar la función del padre de la castración.

SOCIEDAD PSICOANALÍTICA DE VIENA. REUNIÓN CIENTÍFICA DE 1906.-

Será decisivo el caso de una paranoia de celotipia en una mujer, presentado en la "Reunión Científica del 21 de Noviembre de 1906". Es la ocasión en que Freud relata el caso de una "paranoia exquisita"(26.79) Se trata del caso de una mujer de 32 años que comienza con un delirio celotípico con su esposo: "el marido es tan buen mozo que debe resultar atractivo a todas las mujeres"(26.79) Para Freud su trastorno comenzó por la ninfomanía previa a la paranoia, era insaciable sexualmente con su esposo, además de manifiestas conductas perversas. "En la paranoia se produce un desarrollo regresivo de la vida sexual, lo cual no ocurre en otras neurosis" (26.81) Strachey afirma que Freud no arriba aún a relacionar la paranoia con la homosexualidad reprimida, pero que un año después ya expone esta vinculación en cartas a Jung y a Ferenczi. La relectura del material expuesto en 1906 lo debe haber llevado a esta conjetura, la que recién tomará clara forma en el ‘Caso Schreber’

Hay conceptos de Freud que lo anticipan: "La mujer adquirió su paranoia para justificar sus deseos reprimidos(…) En la paranoia se produce un desarrollo regresivo de la vida asexual, lo cual no ocurre en el caso de otras neurosis" (26.81) Afirma que la fantasía sufre una deformación diferente a las neurosis, mientras que en la paranoia se vuelven totalmente conscientes. En las neurosis: "La traducción del material inconsciente al plano consciente se realiza por medio de la transferencia (…)Esto no es posible en la paranoia por su regresión al autoerotismo" (26.82) El amor autoerótico "que vuelve a despertarse plenamente en el paranoico (…) todo hombre se cree a sí mismo, esas ideas pasan a formar parte del del yo consciente" (26.82)

Freud, dos años después de la presentación de este caso de paranoia femenina, escribe una carta a Sandor Ferenczi, el 11 de febrero de 1908, le comunica su hipótesis de la relación entre la paranoia y la homosexualidad; es su conclusión del caso de paranoia antes expuesto. "Desde un punto de vista teórico el caso ha confirmado lo que yo ya sabía, que en estas variedades de paranoia lo que ocurre es que la libido ha sido retirada del componente homosexual. Todas las mujeres por las cuales sospechan de su marido en realidad la atraen a ella, a consecuencia de una fijación homosexual juvenil. Ella lucha contra esta atracción y la proyecta sobre su esposo; su amor hacia él se ha visto fortalecido porque ha sido retirado de las mujeres. A través de los celos ella realiza entonces, en su esposo, su idea juvenil de una potencia increíble".

Se trata de lo que Freud en el ‘Caso Schreber’ desarrollará como la paranoia erotomaníaca.

Pero no debemos ignorar que en la "Reunión Científica del 29 de Enero de 1908" se trata "Una contribución al problema de la paranoia". Adler hace una novedosa contribución con relación al historial clínico tratado:

"El caso puede interpretarse en función de un retiro del afecto homosexual hacia el padre y su transferencia a Sadger". En nota al pié de página: "Solo posteriormente , en 1911, Freud formuló su teoría sobre la base homosexual de la paranoia en Observaciones psicoanalíticas sobre un caso de paranoia autobiográficamente descrito". (26.302)

Recién en el ‘Caso Schreber’ (1912) profundiza el vínculo entre la castración, la paranoia y libido homosexual. Su conjetura de la ‘libido homosexual’, es fundamental en los desarrollos de este texto, como en "Introducción al Narcisismo." (1914) En éste Freud sienta bases de la metapsicología del narcisismo. Retoma su concepto de 1912 de la libido homosexual en la formación del Ideal del Yo. Los conceptos anteriores son retomados en "Un caso de paranoia que contradice la teoría psicoanalítica." (1915), "Sobre algunos mecanismos neuróticos en los celos, la paranoia y la homosexualidad" (1922), al igual que en "Una neurosis demoníaca en el siglo XVII." (1923)

En este trabajo me centraré en los conceptos que Freud fue desarrollando en sus escritos sobre el ‘Caso Schreber’ e ‘Introducción al Narcisismo’. Considero básica la conjetura de la ‘libido homosexual’ como de su ‘estallido en las psicosis’, un concepto que tiene dos vertientes, una ligada al ‘Narcisismo’, otra a la elección narcisista de objeto. La originalidad freudiana son los desarrollos crecientes en el complejo de castración en el varón, de la importancia de la rebelión del varón, por el deseo femenino del varón de ser poseído por el padre, hasta llegar al delirio paranoico; Schreber su paradigma. En su delirio megalómano de feminización, no se trata de convertirse solamente en mujer, en él asevera y encarna la simetría bisexual; el delirio es la forclusión de la alteridad de los sexos, no hay castración. Todo ello lo despliega Schreber en sus ‘Memorias’.

DE LA BISEXUALIDAD SIMÉTRICA A LA BISEXUALIDAD ASIMÉTRICA DE LOS SEXOS.-

En el texto de Freud de 1908 sobre ‘Fantasias histéricas y su relación con la bisexualidad’, hay un concepto simétrico en el Edipo de los dos sexos, pero es importante remarcar que en este texto Freud asevera que una de las fantasías corresponden a una fantasía homosexual; lo mismo ocurriría en la paranoia. Comienza Freud a sostener la relación entre homosexualidad y paranoia.

Pero el complejo de castración en la niña queda en ‘la oscuridad’; será ‘el continente desconocido’ hasta 1925: ‘Algunas consecuencias psíquicas de la diferencia anatómica entre los sexos’. Recién acá es donde Freud rompe con la creencia que había mantenido hasta entonces: la simetría del complejo de Edipo en el varón y en la mujer; la niña apunta al padre como el varón a la madre. Vale entonces que me adelante a los textos que desarrollaré, que tengamos presente el profundo cambio que significó para el psicoanálisis el descubrimiento freudiano de 1925: la alteridad de los sexos; el ‘caso Schreber’, en su delirio lo desmiente. Vamos a la cita del texto de 1925:

"Nada de eso ocurre a la niña pequeña. En el acto se forma su juicio y su decisión. Ha visto eso, sabe que no lo tiene, y quiere tenerlo.

En este lugar se bifurca el llamado complejo de masculinidad de la mujer, que eventualmente, si no logra superarlo pronto, puede deparar grandes dificultades al prefigurado desarrollo hacia la feminidad. La esperanza de recibir alguna vez, a pesar de todo, un pene, igualándose así al varón, puede conservarse hasta épocas inverosímilmente tardías y convertirse en motivo de extrañas acciones, de otro modo incomprensibles. 0 bien sobreviene el proceso que me gustaría designar desmentida, que en la vida anímica infantil no es ni raro ni muy peligroso, pero que en el adulto llevaría a una psicosis. La niñita se rehusa a aceptar el hecho de su castración, se afirma y acaricia la convicción de que empero posee un pene, y se ve compelida a comportarse en lo sucesivo como si fuera un varón.

Las consecuencias psíquicas de la envidia del pene, en la medida en que ella no se agota en la formación reactiva del complejo de masculinidad, son múltiples y de vasto alcance. Con la admisión de su herida narcisista, se establece en la mujer -como cicatriz, por así decir- un sentimiento de inferioridad. Superado el primer intento de explicar su falta de pene como castigo personal, y tras aprehender la universalidad de este carácter sexual, empieza a compartir el menosprecio del varón por ese sexo mutilado en un punto decisivo y, al menos en este juicio, se mantiene en paridad con el varón". (13.271/72)

El concepto freudiano del ‘Narcisismo’ se modifica con el descubrimiento de la sexualidad femenina centrado en la ‘fase pre-edípica’. Hay aún más, Freud hace una relectura de su texto ‘Pegan a un niño’:

"Aun antes de reparar en esta derivación de los celos, yo había construido una primera fase para la fantasía onanista «Pegan a un niño», tan frecuente en la niña; en esa primera fase significa que otro niño, de quien se tienen celos como rival, debe ser golpeado. Esta fantasía parece un relicto del período fálico de la niña; la curiosa rigidez que me llamó la atención en la fórmula monótona «Pegan a un niño» probablemente admita todavía una interpretación particular. El niño golpeado-acariciado en ella no puede ser otro, en el fondo, que el clítoris mismo, de suerte que el enunciado contiene, en su estrato más profundo, la confesión de la masturbación que desde el comienzo de la fase fálica hasta épocas más tardías se anuda al contenido de la fórmula.

Una tercera consecuencia de la envidia del pene parece ser el aflojamiento de los vínculos tiernos con el objeto-madre. La concatenación no se comprende muy bien, pero uno se convence de que al final la madre, que echó al mundo a la niña con una dotación tan insuficiente, es responsabilizada por esa falta de pene. El curso histórico suele ser este: tras el descubrimiento de la desventaja en los genitales, pronto afloran celos hacia otro niño a quien la madre supuestamente ama más, con lo cual se adquiere una motivación para desasirse de la ligazón-madre. Armoniza muy bien con ello que ese niño preferido por la madre pase a ser el primer objeto de la fantasía «Pegan a un niño», que desemboca en masturbación".(13.272/73)

La envidia al pene en la niña y el fantasma femenino del varón han profundizado el complejo de castración; la disimetría de la bisexualidad culminará en "Análisis Terminable e Interminable." (1937) Aquí Freud asevera que la ‘roca de base’ del análisis es la envidia al pene en la mujer, como a la revuelta contra la actitud pasiva en el varón. El fantasma del deseo de ser poseído sexualmente por el padre, deviene en una actitud de rebeldía del varón ante todo lo que represente autoridad. Un fantasma habitualmente olvidado.

En el ‘Historial de Schreber’ y en ‘Introducción al Narcisismo’, Freud fundamenta la conjetura de la ‘libido homosexual’; a partir de 1925 será para ambos sexos, con todas sus implicancias en la transferencia. Por ello debo enfatizar que, cuando se trata del análisis de un analista, varón o mujer, el hacer consciente el goce fantasmático de poseer o ser poseído, debe ocupar un valor relevante en el análisis, de otro modo encontrará serios tropiezos para ‘ser poseído’ por la trasferencia de su analizado y encontrará trastornos en su contratransferencia, en su formación como analista.

HISTORIA DEL MOVIMIENTO PSICOANALÍTICO.-

Freud lo escribe en 1914, relata e interpreta las disidencias con Jung y con Adler:

"El análisis revela, en las personas de cuya biografía el médico tendrá que ocuparse más tarde, que dos mociones se apoderan del inmaduro espectador; sí se trata de un muchacho, una es la de ponerse en el lugar del hombre activo, y la otra, la aspiración contraria, la de identificarse con la mujer pasiva Entre esas dos aspiraciones agotan las posibilidades de placer que resultan de la situación. Sólo la primera admite subordinarse a la protesta masculina, si es que este concepto ha de conservar algún sentido. La segunda, de cuyo destino Adler no hace caso, o no lo conoce, es la que cobrará una importancia mayor para la neurosis subsiguiente. Adler se ha recluido tan enteramente dentro de la celosa estrechez del yo que sólo toma en cuenta aquellas mociones pulsionales que son agradables para el yo y que este promueve; precisamente el caso de la neurosis, donde esas mociones se contraponen al yo, cae fuera de su horizonte. (10.53)

Es necesario que cada lector, saque sus propias conclusiones, no solo de este texto, sino del complejo período que va desde la fundación de la ‘Sociedad Psicoanalítica de Viena’, hasta este entonces. Las disidencias con Adler tienen otro carácter que con Jung. Freud da su clara posición en 1923:

"Alfred Adler ha arrancado de sus nexos orgánicos esta renuencia frente a la castración o a la actitud femenina, relacionándola mediante vínculos triviales o falsos con el afán de poderío y presentándola, como si fuera una cosa independiente, bajo el nombre de «protesta masculina». Puesto que nunca puede producirse una neurosis si no es por el conflicto entre dos aspiraciones, siempre estará justificado ver en la protesta masculina, lo mismo que en la actitud femenina contra la cual se protesta, la causación de «todas» las neurosis. Es cierto que esta protesta masculina participa regularmente en la formación del carácter (con una cuota muy alta en muchos tipos) y, además, nos sale al paso como resistencia vigorosa en el análisis de varones neuróticos. El psicoanálisis aprecia la protesta masculina en conexión con el complejo de castración, pero sin poder sustentar su omnipotencia ni su omnipresencia en las neurosis. Entre los enfermos que han acudido a mi tratamiento, el caso más marcado de protesta masculina en todas sus reacciones manifiestas y rasgos de carácter necesitaba de ellos a causa de una neurosis obsesiva cuyos síntomas eran la nítida expresión de un conflicto no resuelto entre actitud masculina y femenina (angustia de castración y placer de castración). Además, el paciente había desarrollado fantasías masoquistas que tenían por exclusivo fundamento el deseo de aceptar la castración, y aun había avanzado, desde estas fantasías, hasta la satisfacción real en situaciones perversas. La totalidad de su estado descansaba -como la teoría de Adler misma- en la represión, la desmentida de fijaciones de amor de la primera infancia." (10.92)

Es fundamental en el psicoanálisis destacar la aseveración de Freud que he subrayado: ‘Puesto que nunca puede producirse una neurosis si no es por el conflicto entre dos aspiraciones, siempre estará justificado ver en la protesta masculina, lo mismo que en la actitud femenina contra la cual se protesta, la causación de «todas» las neurosis.’

Puntualizaciones psicoanalíticas sobre un caso de paranoia (Dementia paranoides) descrito autobiográficamente (1911 [1910])

Los conceptos freudianos desarrollados en este texto son fundamentales para los fines de este trabajo; debemos abordarlo en un comienzo desde la conjetura de Freud sobre la relación entre la paranoia y la homosexualidad, así como la que de esta se deriva, la conjetura de la libido homosexual. Resultan distorsivas las interpretaciones de Azouri, de que Freud buscó explicar a través de la paranoia de Schreber, su problema de ser perseguido el querellante Fliess. No solo esto, Azouri afirma que el temor de Freud era que Schreber leyera su escrito le ‘hubiera hecho una querella’: "En mi opinión, esta observación pone en evidencia la probable presencia de Fliess detrás de Schreber" (1.107)

Freud, en este Historial, sentó las bases psicoanalíticas de las psicosis. Una es la conjetura de ‘estallido de la libido homosexual’, equivalente a la forclusión de la castración, de ella, el fantasma femenino del varón ante el padre. La otra, la ‘escisión del yo’, en la coexistencia de la transferencia a Flchsig y diferenciada del ‘delirio a Flechsig’

PARANOIA Y LIBIDO HOMOSEXUAL.-

J. Strachey, en la Nota Introductoria a este texto, nos remite a la "Reunión Científica del 21 de Noviembre de 1906", allí tratan sobre el problema de la ‘megalomanía en la persona normal’. Freud presenta el caso de una mujer de una ‘paranoia exquisita’, se trata de los delirios celotípicos de la mujer con el esposo, ‘ya que era atractivo para las mujeres’, sostiene que así reprime su propia infidelidad. Ratifica lo incurable de la paranoia por la terapia y que es una regresión al autoerotismo. En todo caso la mujer está perseguida con su anterior objeto de amor. Freud, recién 20 años más tarde, en sus investigaciones sobre la sexualidad femenina, descubrirá la importancia de período preedípico, donde la madre es su único objeto sexual. Esto le permite ahondar en la especificidad de las psicosis en la mujer.

Freud aún no había establecido el nexo entre paranoia y homosexualidad como lo hará años más tarde, en 1910 luego de la lectura de ‘Las Memorias de Schreber’. Pero no podemos ignorar la carta, luego del viaje con Ferenczi a Siracusa en septiembre de 1910. Allí se dan las primeras conversaciones con Ferenczi del destino de la libido homosexual, como de la paranoia de Fliess. Se establece una compleja transferencia de Ferenczi con Freud, Freud queda decepcionado de éste como interlocutor. Ninguno ocupará el lugar de Fliess en su autoanálisis.

Lo dice en la carta de Freud a Ferenczi el 6-10-1910. Transcribo el párrafo más importante : "Yo no soy el superhombre psicoanalítico que usted se ha forjado en su imaginación ni he superado la contratrasferencia. No he podido tratarlo a usted de tal modo, como tampoco podría hacerlo con mis tres hijos, porque los quiero demasiado y me sentiría afligido por ellos.

Usted no solo ha advertido sino que ha comprendido también, que yo ya no siento necesidad alguna de poner completamente al desnudo mi personalidad y ha comprendido cuál es el hecho traumático en que se origina esta actitud. Desde el asunto Fliess, que recientemente hube de ocuparme en liquidar, como usted ya sabe, la necesidad en cuestión no existe para mí. Una parte de la catexis homosexual ha desaparecido y me he servido de ella para ensanchar mi propio yo. He triunfado allí donde el paranoico fracasa".(21.94)

Lo subrayado hace al título del libro de Azouri, que interpreta acertadamente lo que el paranoico no puede lograr: una transferencia analítica, del fantasma homosexual de la castración. ¿Es una advertencia para Ferenczi de su actitud ‘infantil homosexual del niño hacia el padre’?. Freud no es tan ingenuo para no aceptar que solo ‘Una parte de la catexis homosexual ha desaparecido’, lo ratifica más tarde en el episodio del desmayo con Jung. No olvidemos que éste le confiesa a Freud haber sido objeto de una violación en su infancia. La actitud de Jung contra Freud, más que por motivos teóricos, podemos colegir, que pesa sobre él las consecuencias de su fantasma homosexual en su posterior delirio; ¿con ello tiene que ver el desmayo de Freud en Munich.? Luego de la ruptura con Adler y éste, puede colocar su libido liberada en otros colegas, y de este modo continuar su propio autoanálisis, como Jones lo asevera, fue hasta el fin de sus días. Pero es absurdo pensar que sea el ‘Caso Schreber’ donde Freud resuelve su problema, ‘del resto de la libido homosexual’, con Fliess menos aún con Ferenczi.

Debemos aceptar como un enigma ¿cómo la intuición de Freud lo fue llevando ha descubrir su fantasma homosexual? Desde allí, a la conjetura de la relación entre paranoia y la homosexualidad. La libido homosexual es la energía de ésta, pero no como el nombre de la desviación sexual, sino que es el nombre del fantasma femenino de la castración en el varón: ser poseído por el padre. Allí está el gran descubrimiento freudiano que escapa a los intentos de Azouri y otros de encontrarle una causalidad en las reyertas con los colegas. La contestación de Freud a Ferenczi en 1936: ‘Analisis terminable e interminable’, ya que éste sostiene dominar los dos complejos de la libido homosexual en el varón y la mujer, es la siguiente:

"La cosa decisiva sigue siendo que la resistencia evita que aparezca cualquier cambio, que todo continúa como antes estaba. Con frecuencia tenemos la impresión de que con el deseo de un pene y la protesta masculina hemos penetrado a través de todos los estratos psicológicos y hemos llegado a la roca viva, y que, por tanto, nuestras actividades han llegado a su fin. Esto es probablemente verdad, puesto que para el campo psíquico el territorio biológico desempeña en realidad la parte de la roca viva subyacente. La repudiación de la feminidad puede no ser otra cosa que un hecho biológico, una parte del gran enigma de la sexualidad. Sería difícil decir sí y cuándo hemos logrado domeñar este factor en un tratamiento psicoanalítico. Sólo podemos consolarnos con la certidumbre de que hemos dado a la persona analizada todos los alientos necesarios para reexaminar y modificar su actitud hacia él." (17.253)

Si entendemos por ‘libido homosexual’ y sus sinónimos, como las expresiones del complejo de castración femenino en el varón y masculino en la mujer, Freud se refiere, por un lado, a cómo dos fantasmas fundamentales irreversibles, paradójicamente dominan el final de una análisis, con su presencia irreductible. Allí tropieza la resistencia y la transferencia con la ‘roca viva’, que es lo real freudiano del análisis. Lacan designará lo real, pero no para este tope. A Freud no se le escapó este ‘enigma de la sexualidad’. ¿Por qué es lo real para Freud? Porque el fantasma está atado al cuerpo; es el ‘muro’ de las neurosis, donde el análisis se hace ‘terminable-interminable’. Por ello es ‘Predicar en el vacío’, afirma Freud; escapa a lo simbólico. Surge esta pregunta:

Cuándo Lacan formula su axioma: ‘no hay relación sexual. ¿No estaba ya, el enigma de la sexualidad, mejor contestada por Freud en esta alteridad irreductible de los sexos, en su deseo asimétrico?

INTRODUCCIÓN DEL CASO SCHREBER.-

Freud diferencia lo que la psiquiatría atestigua de los paranoicos desde su experiencia con estos enfermos:

"Puesto que a los paranoicos no se los puede compeler a que venzan sus resistencias interiores, y dicen sólo lo que quieren decir, en el caso de esta afección es lícito tomar el informe escrito o el historial clínico impreso como un sustituto del conocimiento personal. Por eso no me parece improcedente hilar unas interpretaciones analíticas a partir del historial clínico de un paranoico (dementia paranoides) a quien yo no he visto personalmente pero que ha descrito él mismo su caso y ha dado noticia pública de él librándolo a la estampa."(9.11)

Freud parte de su conjetura fundamental: que el delirio paranoico de Schreber es un trastorno de la ‘libido homosexual’, esta se transformará en el delirio de su mutación la mujer de Dios. Schreber considera sus ‘Memorias’ no como un problema con Flechsig sino como una aportación para la ciencia: "En otro pasaje del libro declara que se ha decidido a perseverar en el proyecto de esa publicación aunque por su causa hubiere de promoverle querella ante los tribunales su médico, el consejero privado doctor Flechsig, de Leipzig. Allí sugiere a Flechsig lo mismo que yo ahora a él: «Espero, además, que también en el consejero privado profesor doctor Flechsig el interés científico por el contenido de mis memorias prevalezca sobre cualquier susceptibilidad personal» (9.12)

¿Cómo se desarrollan para Schreber los trastornos desde el inicio de su enfermedad?:

" El doctor Schreber informa: «He estado dos veces enfermo de los nervios, ambas a consecuencia de un exceso de esfuerzo mental; la primera vez (como director del Tribunal Regional en Chemnitz), con ocasión de una candidatura al Reichstag, y la segunda, por la inusual sobrecarga de trabajo en que me vi al asumir el cargo de presidente del Superior Tribunal de Dresde para el cual se me acababa de designar»(9.11)

¿Qué ocurrió en 1894, su primera enfermedad? Padeció de una ‘grave hipocondría’, tratado por el Dr. Flechsing, le escribe a raíz de su mejoría: «Un agradecimiento casi más ferviente todavía sintió mi mujer, que en el profesor Flechsig honraba, ni más ni menos, a quien le había devuelto a su marido, y por esa razón tuvo durante años su retrato sobre su mesa de trabajo»(9.13) Un testimonio de la transferencia de Schreber con su médico.

Pero en 1893 comienzan los prolegómenos de su segunda enfermedad, el desencadenamiento psicótico toma la forma de un estado estuporoso, un delirio alucinatorio predomina hasta trocarse en un delirio paranoico; se fue cristalizando para darle el contenido a sus ‘Memorias’. Freud sostiene:

"En junio de 1893 fue notificado de su inminente nombramiento como presidente de¡ Superior Tribunal; asumió su cargo el 1º de octubre de ese mismo año. En el intervalo le sobrevinieron algunos sueños, pero sólo más tarde se vio movido a atribuirles significatividad. Algunas veces soñó que su anterior enfermedad nerviosa había vuelto, por lo cual se sentía tan desdichado en el sueño como dichoso tras despertar, pues no había sido más que un sueño. Además, en una oportunidad, llegando ya la mañana, en un estado entre el dormir y la vigilia, había tenido «la representación de lo hermosísimo que es sin duda ser una mujer sometida al acoplamiento», una representación que de estar con plena conciencia habría rechazado con gran indignación".(9.14)

Para abordar el ‘caso Schreber’, es fundamental diferenciar las vivencias psicóticas, lo que de ellas escribe en sus ‘Memorias’. El momento de la escritura representa la coexistencia de una estructura neurótica y una psicótica. Es lo que Freud va a sostener en 1938 respecto a la escisión del Yo en las psicosis. El Dr. Weber lo ratifica en su informe: su pericia de 1899, tres años antes de publicar sus ‘Memorias’, es de suponer que las estaba escribiendo. No en vano Weber ha diferenciado su coherencia mental de su delirio de la mudanza en mujer. Como el sueño, el delirio escrito es una construcción a-posteriori de su estado estuporoso y alucinatorio-delirante.

«Así pues, si prescindimos de los síntomas psicomotores que aun el observador ocasional no podrá menos que juzgar enseguida patológicos, por momentos el señor presidente del Superior Tribunal, doctor Schreber, no aparece ni confundido, ni inhibido psíquicamente, ni dañado de manera notable en su inteligencia; es reflexivo, posee excelente memoria y un muy considerable saber, no sólo en materias jurídicas sino en muchos otros campos, y es capaz de exponerlo en una argumentación ordenada; se interesa por los hechos de la política, la ciencia, el arte, etc., de continuo se ocupa de ellos ( ... ) y, en los aspectos indicados, es difícil que el observador no advertido le encuentre nada extraño. A pesar de esto, el paciente rebosa de unas representaciones de base patológica que se han cerrado para formar un sistema completo, se han fijado en mayor o menor medida y no parecen admitir su enmienda mediante una concepción objetiva y una apreciación de las circunstancias de hecho» (9.15)

Respecto a este informe Freud destaca la descripción detallada del delirio hasta su plasmación definitiva: "Resume en pocas palabras el contenido de su sistema delirante: «Se considera llamado a redimir el mundo y devolverle la bienaventuranza perdida. Pero cree que sólo lo conseguirá luego de ser mudado de hombre en mujer»(9.17)

"El médico informante destaca, como los dos puntos esenciales, el papel redentor y la mudanza en mujer. El delirio de redención es una fantasía con la que estamos familiarizados; harto a menudo constituye el núcleo de la paranoia religiosa. El agregado de que deba producirse por la mudanza del varón en mujer es insólito y extraño en sí mismo, pues se distancia mucho del mito histórico que la fantasía del enfermo quiere reproducir."(9.!7)

Freud, acorde con Weber, destaca lo insólito del delirio de redención: la mudanza en mujer. Pero Freud, con el psicoanálisis quiere ir mas allá que la psiquiatría, por ello afirma: "El psicoanalista trae, de la noticia que tiene sobre las psiconeurosis, la conjetura de que aun formaciones de pensamiento tan extravagantes, tan apartadas del pensar ordinario de los hombres, se han originado en las mociones más universales y comprensibles de la vida anímica; le gustaría, por eso, conocer los motivos y los caminos de esa trasformación. Con ese propósito ahondará de buena gana en la historia de desarrollo así como en los detalles del delirio."(9.18)

Freud parte de la conjetura que los delirios psicóticos ‘extravagantes’ son deformaciones de fantasías inconscientes que habitan en las neurosis. No en vano Freud asevera: "Los psiquiatras deberían terminar por aprender de este enfermo, que dentro de todo su delirio se empeña por no confundir el mundo de lo inconsciente con el mundo de la realidad."(9.41)

¿Cómo Freud fundamenta la organización delirante? En la lectura de las ‘Memorias. "Nos enteramos de que la mudanza en mujer (emasculación) fue el delirio primario, juzgado al comienzo como un acto de grave daño y de persecución, y que sólo secundariamente entró en relación con el papel de redentor. Es indudable, también, que al principio estaba destinada a producirse con el fin del abuso sexual y no al servicio de propósitos superiores. Expresado en términos formales: un delirio de persecución sexual se trasformó en el paciente, con posterioridad, en el delirio religioso de grandeza. E inicialmente hacía el papel de perseguidor el médico que lo trataba, profesor Flechsig; más tarde Dios mismo ocupó ese lugar."(9.18)

Freud diferencia el delirio primario de la ‘mudanza en mujer, como insólito pero fundamental, que posteriormente alcanza el delirio religioso de grandeza. Es fundamental establecer la diferencia que separa a Freud de Lacan; me sirvo de lo que sostiene Azouri: "Lacan considera que ‘la objeciones de Mme. Macalpine tiene el mérito de replicar a Freud’, sobre todo porque ella ve en el fantasma de la procreación la causa de la psicosis. Es el significante procreación en su forma de "ser padre" el que está forcluido en Schreber" (1.36).

Considero esta cita como representativa, Lacan se opone a la conjetura freudiana de la libido homosexual schreberiana: la transformación en mujer, para privilegiar el delirio de procreación que fundamentará la ‘ forclusión del Nombre del Padre’, Azouri afirma que Freud, a diferencia de Lacan, soslaya al padre.

Retomando Freud, las conjeturas de Nasio son importantes para descifrar y diferenciar lo que Schreber escribe: que los sueños de éste devienen como ‘formaciones del inconsciente’. La fantasía de duermevela, un fantasma, es una ‘formación represiva del objeto a’. Es necesario diferenciarlas del delirio-alucinatorio, como las ‘formaciones forclusivas del objeto a’. Pero aquellos, como los ‘delirios de redención y la trasformación en mujer’, basamento de su psicosis, son inseparables de su transferencia con el Dr. Flechsing.

Es necesario diferenciar la comunicación oral, el relato al Dr. Weber, ya a-posteriori de los delirios paranoicos, del tiempo en que son llevadas al escrito. Es el enigma del pasaje de las vivencias de la psicosis del relato oral, y de allí a la escritura de las ‘Memorias’. Freud debe descifrar los secretos del escrito, ya que ‘sólo más tarde se vio movido a atribuirles significatividad’; una nueva significación de lo vivido en el estallido de la psicosis. En otro trabajo me ocupo del estatuto del escrito de las ‘Memorias de Schreber’ (2)

"Y al fin, la agudeza y el rigor lógico de este hombre reconocido como paranoico le dieron el triunfo: en julio de 1902 se levantó la incapacidad que pesaba sobre el doctor Schreber; al año siguiente aparecieron las Memorias de un enfermo nervioso, si bien censuradas y despojadas de muchos fragmentos valiosos de su contenido."(9.16)

LA TRANSFERENCIA A FLECHSING.-

Es fundamental partir de esta cita freudiana para descifrar la compleja relación transferencial con Flechsig: "En el caso de Schreber, el desasimiento de la libido de la persona de Flechsig pudo ser lo primario; pronto lo siguió {nachfolgen} el delirio que recondujo otra vez la libido a Flechsig (con signo negativo, como marca de la represión sobrevenida), cancelando así la obra de la represión. Ahora vuelve a desatarse la lucha represiva, pero esta vez se vale de medios más poderosos; en la medida en que el objeto impugnado deviene lo más importante en el mundo exterior, por una parte quiere atraerse toda libido, por la otra moviliza contra sí todas las resistencias, y la lucha en torno de ese objeto único se vuelve comparable a una batalla general en cuyo trascurso el triunfo de la represión se expresa por el convencimiento de que el mundo ha sido sepultado y ha quedado el sí mismo solo." (9.67)

La transferencia neurótica con el Dr. Flechsing se ha convertido, en parte, en delirio persecutorio, ya que si ‘el mundo ha sido sepultado’, Flechsig será el eje de la ‘reconstrucción del mundo’. Se trata del paradigma freudiano en el campo de las psicosis: el síntoma psicótico delirante como modo de curación, necesita de la elección de un objeto para reconstruirlo. No hay transferencia en el delirio, si una racionalidad que solo sostiene la reconstrucción, solo posible en el delirio en torno al ‘Dios-Flechsig’; representación del padre ‘vewerfung’. Por ello el paranoico, como Schreber, vive en dos mundos al mismo tiempo, o sea que el delirio convive con una transferencia, ya que ‘Ahora vuelve a desatarse la lucha represiva’ entre dos Flechsig.

Por ello de aquí en más habrá una coexistencia de la ‘persona de Flechsing’ con el ‘Flechsing del delirio’. No en vano Schereber escribe: "Muchos años he reflexionado acerca de como conciliar estos hechos con el respeto a su persona" (26.10)

Del texto freudiano se desprenden valiosas conjeturas psicoanalíticas respecto a la transferencia en las psicosis, acordes con mi experiencia. No podemos ignorar la coexistencia en Schreber de dos modalidades de transferencia, las que por cierto no fueron abordadas por el psicoanálisis en su tratamiento. Pero este caso es paradigmático de lo que ocurre en toda psicosis, la escisión del Yo freudiana implica una escisión de la transferencia en las psicosis.

Una forma de transferencia en las psicosis, es la que Bleger y Nasio describen como fusional y compacta; la intensidad de su dominio y lo irreductible trasferido al analista, hace el pronostico tan sombrío de abordarlas desde el psicoanálisis; en éstas se sostiene la realidad de las psicosis. Pero ello no implica ignorar y trabajar en consecuencia, con las manifestaciones neuróticas de la trasferencia en las psicosis. Es por ello que Nasio sostiene que la ‘forclusión es localizada’; la forclusión es el nombre de la ‘catástrofe interior’; ésta es siempre parcial.

Es fundamental lo que Freud sostiene, que el ligamen transferencial delirante con Flechsing, es en tanto deviene en el objeto que acapara toda su libido, ya que en torno a él se produce la reconstrucción del mundo en la enfermedad. Si bien transferencia masiva y compacta, es decisivo saber sostenerla transferencialmente, como tolerar los embates contratransferenciales por parte del analista, que por la ‘masivo y compacto’, no logran ser simbolizadas; la capacidad del analista de tolerar ‘ser invadido’ por el delirio, es lo que puede conducir al mejor restablecimiento posible.

Así el Dr. Flechsing estaba en el centro de lo que Freud considera ‘el insólito y extraño’ delirio primario, el de la mudanza de un varón en mujer; el que luego entra en relación con el habitual delirio de redención. Es luego Dios quien ocupa su lugar. "Si hasta ese momento había visto sólo en Flechsig (o más bien en su alma) su genuino enemigo, y considerado la omnipotencia de Dios como su aliada, no pudo ahora rechazar el pensamiento de que Dios mismo era el cómplice, si no el maquinador, del plan dirigido contra él. Pero Flechsig siguió siendo el primer seductor, a cuyo influjo sucumbió Dios." (9.37)

El Dr. Flechsing se convierte en la figura persecutoria por excelencia, él ha perpetrado el enigmático ‘almicidio’, pero Schereber se esfuerza por separarlo de la ‘persona de Flechsing’; separar dos transferencias.

¿Por qué? "La mudanza en una mujer había sido el punctum saliens, el primer germen de la formación delirante; demostró ser también la única pieza que sobrevivió al restablecimiento, y la única que supo asegurarse su lugar en el obrar efectivo del ahora sano." (9.20) "Ningún otro fragmento de su delirio es tratado por el enfermo con tanto detalle, con tanta insistencia, se podría decir, como la mudanza en mujer por él aseverada".(9.30)

Volvamos a lo que Freud conjetura de la relación de Schreber con el Dr. Flechsing: "Consideremos, desde este punto de vista, los vínculos preexistentes entre el paciente y su médico y perseguidor Flechsig. Ya sabemos que Schreber, en 1884 y 1885, había atravesado por una primera enfermedad nerviosa que pasó «sin incidente alguno que rozara el ámbito de lo supra-sensible». En el curso de este estado, definido como «hipocondría», que en apariencia se mantuvo dentro de los límites de una neurosis, Flechsig fue su médico. Schreber residió entonces seis meses en la clínica universitaria de Leipzig. Nos enteramos de que el restablecido guardaba buen recuerdo de su médico. «Lo esencial fue que al fin me curé (luego de un viaje de reconvalecencia más prolongado), y por eso sólo podía abrigar entonces unos sentimientos de vivo agradecimiento hacia el profesor Flechsig, que por otra parte le expresé mediante una posterior visita y unos honorarios apropiados, según mi parecer»" (9.35-6)

Es verdad que en sus Memorias Schreber no presenta sin algunas restricciones la alabanza del primer tratamiento de Flechsig, pero ello bien puede comprenderse a partir de la postura ahora alterada hacia lo opuesto. El originario entusiasmo del sentimiento en favor del médico que había alcanzado el éxito se puede inferir de la puntualización que sigue a la manifestación ya citada: «Un agradecimiento casi más ferviente todavía sintió mi mujer, que en el profesor Flechsig honraba, ni más ni menos, a quien le había devuelto a su marido, y por esa razón tuvo durante años su retrato sobre su mesa de trabajo» (9.36).

Es crucial destacar lo subrayadado: ‘En el curso de este estado, definido como «hipocondría», que en apariencia se mantuvo dentro de los límites de una neurosis, Flechsig fue su médico’.

La transferencia neurótica coexiste con la transferencia psicótica, aún en el avance de la trasmutación de la transferencia en delirio:

"Si ponemos a esos sueños y a esa representación fantaseada, que en Schreber son comunicados en la contigüidad más inmediata, también en un nexo de contenido, tenemos derecho a inferir que con el recuerdo de la enfermedad despertó también el del médico, y la postura femenina de la fantasía valía desde el comienzo para el médico. 0 quizás el sueño de que la enfermedad volvía tuvo simplemente el sentido de una añoranza: «Me gustaría volver a ver a Flechsig». Nuestra ignorancia sobre la sustancia psíquica de la primera enfermedad no nos consiente avanzar por aquí. Quizá de ese estado quedó corno resto una dependencia tierna respecto del médico, que ahora -por razones desconocidas- cobró refuerzo hasta elevarse a una simpatía erótica. Se le instaló enseguida un rechazo indignado de esa fantasía femenina de impersonal sustento -una verdadera «protesta masculina», según la expresión de Alfred Adler, más no en el sentido que él le da-. Pero en la grave psicosis que pronto estallaría, la fantasía femenina se iría imponiendo sin pausa, y apenas hace falta corregir un poco la indeterminación paranoica de los modos de expresión de Schreber para colegir que el enfermo temía un abuso sexual de su médico. Un avance de libido homosexual fue entonces el ocasionamiento de esta afección; es probable que desde el comienzo mismo su objeto fuera el médico Flechsig, y la revuelta contra esa moción libidinosa produjese el conflicto del cual se engendraron los fenómenos patológicos." (9.40.41)

En el subrayado primero establece el vínculo entre la ‘simpatía erótica’ transferencial ligada al fantasma femenino homosexual de la castración, base de la transferencia inicial. En el subrayado siguiente, Freud, denomina ‘libido homosexual’ a la energía erótica del fantasma femenino homosexual del varón; es el que, en su ‘estallido’, transforma su transferencia con Flechsing en paranoia.

La transformación del fantasma femenino de la castración en el varón, la ‘libido homosexual’, su transformación, es la base de la paranoia, lo que trata Freud de descifrar: la transformación de ‘simpatía erótica’ en delirio paranoico y megalómano.

LA MUDANZA EN MUJER Y LA LIBIDO HOMOSEXUAL.-

La ‘mudanza en mujer’ es el delirio primario, vivido como persecutorio, se transforma en un delirio de grandeza. Como lo asevera Freud, por este delirio megalómano de redención, ‘insólito y extraño’.

Schreber, deja de ser una mujer cualquiera para ser ‘ la mujer de Dios’. "La mudanza en una mujer había sido el punctun saliens, el primer germen de la formación delirante; demostró ser la también la única pieza que sobrevivió al restablecimiento" (9.20).

"Es tentador suponer, con la pericia médica, que la ambición de hacer el papel de redentor sería lo pulsionador en este complejo delirante, y la emasculación no podría reclamar otro significado que el de un medio para ese fin. Aunque esto último fuera válido para la plasmación definitiva del delirio, el estudio de las Memorias nos impone una concepción por entero diversa. Nos enteramos de que la mudanza en mujer (emasculación) fue el delirio primario, juzgado al comienzo como un acto de grave daño y de persecución, y que sólo secundariamente entró en relación con el papel de redentor. Es indudable, también, que al principio estaba destinada a producirse con el fin del abuso sexual y no al servicio de propósitos superiores. Expresado en términos formales: un delirio de persecución sexual se trasformó en el paciente, con posterioridad, en el delirio religioso de grandeza. E inicialmente hacía el papel de perseguidor el médico que lo trataba, profesor Flechsig; más tarde Dios mismo ocupó ese lugar."(9.18)

En esta cita Freud hace explícito que el delirio de ‘megalómano de redención’ es secundario, a la ‘mudanza en mujer’. El ‘estallido de la libido homosexual’ está en el lugar de la causa del ‘delirio de restitución’. El ‘estallido de la libido homosexual’, supone la forclusión del fantasma femenino de la castración.

De acuerdo con Freud, el neurótico lo vive, bajo la forma de lo que Freud llama la querella del neurótico contra el que se presenta como autoridad. ‘Pero cómo se transforma en la psicosis paranoica.? Es lo que Freud busca descifrar en los testimonios de Schreber.

"Para mi tales límites morales de la voluptuosidad no existen ya (...) se ha convertido en un deber (...) representarme a mí mismo como un hombre y una mujer en una sola persona realizando el coito conmigo mismo"(27.227)

En las Memorias hay una conjunción como un viraje del ‘almicidio’ a la ‘emasculación’. "Aparecieron con tanta fuerza en mi cuerpo los signos de feminización, que no pude sustraerme por más tiempo (...) se hubiera llevado a cabo una verdadera retracción del órgano sexual masculino y realizarse el milagro correspondiente (...) yo mismo sentí la impresión de un cuerpo femenino"(27.247)

Afirmo entonces que: ‘El milagro correspondiente’, el de la ‘emasculación’, la transformación en mujer, es la conjunción de él como hombre-mujer. Ésta es el pasaje continuo de hombre a mujer, de uno a otro, se produce la inversión como un guante, es el pase continuo del pene-vagina. No existe el límite infranqueable de la castración en el delirio schreberiano; aquí la forclusión de la castración. Es lo que está forcluido en el delirio, hace posible la simetría de la bisexualidad en la transformación schreberiana en mujer sin dejar de ser hombre. Retorna en su delirio el mito del andrógino.

El efecto de este ‘milagro’ es la ‘voluptuosidad’ del alma, "una nueva fecundación por medio de los rayos divinos con el fin de crear nuevos hombres (...) ahora se me hizo consciente sin ninguna duda, que el orden cósmico exigía la emasculación, de manera imperiosa"(27.147)

En Schereber hay un Dios-padre que impone este goce delirante, un goce ‘ordenado por Dios’, el que forcluye la castración e impone la unidad de los sexos. No en vano Freud sostiene en una nota al pié de página que: "la bienabenturanza schereberiana es el cumplimiento de deseos de la vida en el más allá, que se termina por fin con la diferencia de sexos"(9.28) Freud agrega una cita de Goehte:

"Y aquellos seres celestiales

no demandan por varón ni mujer"

La ‘mudanza en mujer’, es la forma delirante de representarse la forclusión del fantasma de la castración del varón, está en el lugar del padre que amenaza con la castración, como el fantasma amenazante de ser poseído analmente por el padre. En el delirio megalómano se sostiene en un Dios-Padre que ejerce la forclusión del fantasma de la castración, al mismo tiempo que el padre es ironizado-destituido.

Freud en 1923 nos da la clave en su trabajo sobre "Una Neurosis demoníaca del siglo XVII": Un padre degradado, feminizado, castrado, es la mayor defensa contra el fantasma femenino de la castración en el varón. Schreber es máxima expresión, su testimonio.

"Pero, ¿por qué el padre, rebajado a Diablo, lleva en sí la marca corporal de la mujer? Este rasgo parece de interpretación difícil al principio, pero pronto se obtienen dos explicaciones que rivalizan entre sí sin excluirse. La actitud femenina hacia el padre cayó bajo la represión al comprender el varoncito que la competencia con la mujer por el amor del padre tenía como condición resignar su propio genital masculino, o sea, la castración. La desautorización de la actitud femenina es, por tanto, la consecuencia de la revuelta frente a la castración; por regla general encuentra su expresión más intensa en la fantasía opuesta, la de castrar al padre mismo, hacerlo mujer. Los pechos del Diablo corresponderían entonces a una proyección de la propia feminidad al sustituto del padre. La otra explicación de este ornamento del cuerpo del Diablo ya no tiene un sentido hostil, sino tierno: discierne en esta figura un indicio de que la ternura infantil ha sido desplazada de la madre al padre, y así apunta a una intensa fijación anterior a la madre, que, a su vez, es responsable de una parte de la hostilidad hacia el padre. Los grandes pechos son los signos sexuales positivos de la madre, aun en una época en que el niño todavía ignora el carácter negativo de la mujer, la falta de pene. (…) De lo que el psicoanálisis ha pesquisado en la vida anímica del niño, nada sonará tan chocante e increíble al adulto normal como la actitud femenina hacia el padre y la fantasía de embarazo del varoncito, que es su consecuencia. Sólo ahora, después que el Senatspräsident de Sajonia, Daniel Paul Schreber, nos ha dado a conocer la historia de su enfermedad psicótica y de su amplía curacíón, podemos hablar de ella sin temor y sin que precisemos disculparnos. Por esta inapreciable publicación nos enteramos de que el señor Senatspräsident, a la edad de cincuenta años más o menos, obtuvo la segura convicción de que Dios quien, por lo demás, llevaba impresos nítidos rasgos de su padre, el meritorio médico doctor Schreber- había resuelto quitarle la virilidad, usarlo como mujer y engendrar en él seres humanos nuevos, de espíritu schreberiano. (No había tenido hijos en su matrimonio.) Por su renuencia frente a ese propósito de Dios, que se le antojó injusto en grado sumo y «contrario al orden del mundo», contrajo una enfermedad que presentaba las manifestaciones de una paranoia, pero involucionó en el curso de los años hasta dejarle como secuela un mínimo resto. Es claro que el inteligente autor de su propio historial clínico no podía sospechar que había descubierto en él mismo un factor patógeno típico.(…) El Senatspräsident Schreber halló su curación cuando resolvió resignar la resistencia a la castración y avenirse al papel femenino que Dios le destinaba. Se volvió entonces sereno y reposado, logró que lo dieran de alta en el sanatorio y llevó una vida normal salvo en un punto, a saber, que diariamente consagraba unas horas al cuidado de su feminidad, de cuyos paulatinos progresos hasta la meta determinada por Dios seguía convencido." (14.92)

Repito lo subrayado, lo fundamental de la cita: ‘De lo que el psicoanálisis ha pesquisado en la vida anímica del niño, nada sonará tan chocante e increíble al adulto normal como la actitud femenina hacia el padre y la fantasía de embarazo del varoncito, que es su consecuencia. Sólo ahora, después que el Senatspräsident de Sajonia, Daniel Paul Schreber, nos ha dado a conocer la historia de su enfermedad psicótica y de su amplía curacíón, podemos hablar de ella sin temor y sin que precisemos disculparnos.’

Podemos entonces afirmar que, el ‘Historial de Schreber’, le provee a Freud, desde el delirio, las pruebas de ‘la realidad psíquica’ del fantasma femenino de la castración en el neurótico. No es aventurado sostener que, al mismo tiempo, Freud da los primeros pasos de los que hoy entendemos por la forclusión del padre en las psicosis. Además, si Schreber, ‘nos ha dado a conocer la historia de su enfermedad psicótica y de su amplía curacíón’ , Freud se anticipa a su concepto de la ‘spaltung del Yo en las psicosis.’

INFERENCIAS FREUDIANAS EN LAS PSICOSIS.-

¿En que se fundamenta Freud para hacer esta vinculación entre la paranoia, la libido homosexual y la ‘mudanza en mujer en 1910? Tomo las referencias en una de las " Conferencias de Introducción al Psicoanálisis (Parte III) 1916-17". Conjeturas si bien posteriores, están ya presentes al descifrar las ‘Memorias’ de Schreber.

"Las neurosis narcisistas son apenas abordables con la técnica que nos ha servido en el caso de las neurosis de trasferencia. Pronto sabrán la razón.

Siempre nos ocurre que tras un breve avance tropezamos con un muro que nos detiene. Como ya saben, también en las neurosis de trasferencia tropezamos con barreras parecidas que oponía la resistencia, pero pudimos desmontarlas pieza por pieza. En las neurosis narcisistas la resistencia es insuperable; a lo sumo, podemos arrojar una mirada curiosa por encima de ese muro para atisbar lo que ocurre del otro lado. Por tanto, nuestros presentes métodos técnicos tienen que ser sustituidos por otros; todavía no sabemos si lograremos tal sustituto. Es verdad que tampoco en estos enfermos carecemos de material. Aportan toda clase de manifestaciones, si bien no en calidad de respuestas a nuestras preguntas; y provisionalmente nos vemos constreñidos a interpretar estas manifestaciones con ayuda de la comprensión que hemos adquirido sobre la base de los síntomas de las neurosis de trasferencia. La concordancia es lo bastante grande para asegurarnos un beneficio inicial. No sabemos hasta dónde nos llevará esta técnica.(12.385)

Freud, diferencia el ‘muro’ de las psicosis de las ‘barreras’ de las neurosis, éstas superadas, producen el retorno del inconsciente. En las otras retornan irreductiblemente deformadas desde fuera. Basado en las primeras, se sirve de las ‘construcciones’, para colegir el contenido de las segundas. Por el contrario, como ya lo vimos en su trabajo de 1923, ‘Una Neurosis demoníaca del siglo XVII’, la paranoia le sirve como prueba de realidad del fantasma femenino en el varón. Freud, en 1910, se anticipa a lo que escribirá en ‘Construcciones en Psicoanálisis’:

"Quizá las formaciones delirantes en que con gran regularidad hallamos articuladas estas alucinaciones no sean tan independientes, como de ordinario suponíamos, de la pulsión emergente de lo inconsciente y del retorno de lo reprimido.

En el mecanismo de una formación delirante sólo destacamos por lo común dos factores: el extrañamiento respecto de la realidad y de sus motivos, por un lado, y el influjo del cumplimiento de deseo sobre el contenido del delirio, por el otro. Ahora bien, ¿el proceso dinámico no podría ser, en cambio, que la pulsión emergente de lo reprimido aprovechase el extrañamiento respecto de la realidad objetiva para imponer su contenido a la conciencia, en lo cual las resistencias excitadas por este proceso y la tendencia al cumplimiento de deseo compartieran la responsabilidad por la desfiguración {dislocación} y el desplazamiento {descentramiento} de lo vuelto a recordar? Y, en efecto, es este el consabido mecanismo del sueño, que una antiquísima vislumbre ha equiparado al delirio." (16.269)

ESTALLIDO DE LA LIBIDO HOMOSEXUAL.-

No he encontrado en la bibliografía, autores que se ocupen de esta original conjetura de Freud. La cual establece una diferencia fundamental entre el fantasma de la castración del neurótico y el correlato del delirio psicótico; lo que Freud llama ‘el estallido de la libido homosexual’. El término ‘estallido’ , posee la resonancia, el valor metafórico, de la que carece el término ‘verwerfung.’ Es equivalente a la significación clínica del ‘estallido o desencadenamiento psicótico’ . Se trata de un concepto metapsicológico de la teoría de la libido, que permite pensar en una anterioridad lógica, a los hechos fenoménicos de la clínica de las psicosis. Aquí la cita innovadora de Freud:

"Reservándonos volver sobre otras objeciones en el curso de este trabajo, nos declararemos autorizados a retener como base de la contracción de la enfermedad de Schreber el estallido de una moción homosexual. Con este supuesto armoniza un notable detalle del historial clínico, que de otro modo no se explicaría." (9.43)

La bisexualidad, como los dos fantasmas de la castración coexisten en el inconsciente, sufren de la barrera de la represión. Freud, entonces, afirma que el abismo que hay entre el ‘muro de las psicosis’ y la ‘barrera de las neurosis’, es al producirse en la primera el ‘estallido de libido homosexual’, una nueva designación equivalente a la ‘verwerfung’. Freud se plantea el interrogante: "¿Por qué al paciente le sobrevino ese estallido de libido homosexual en aquel tiempo, en la situación de transición entre el nombramiento y la asunción del cargo? No podemos colegirlo sin unas noticias más exactas sobre su biografía. En general, el ser humano oscila a lo largo de su vida entre un sentir heterosexual y uno homosexual, y una frustración o un desengaño en un lado suele esforzarlo hacia el otro." (9.43)

Freud deja una incógnita, no predicar sobre este acontecimiento, el que está más allá de la empiria. Solo establece una analogía con los fantasmas inconscientes bisexuales de la castración. Freud, si bien no se refiere al padre, el ejecutor de la castración, podemos suponer que en el retiro de la libido en el ‘estallido de la libido homosexual’, está implícitamente involucrado. Debemos pensar que son los prolegómenos que lo llevarán al padre del Historial del ‘Hombre de los Lobos’; el que estará ‘verwefung’.

Es frecuentemente ignorado lo que Freud sostiene respecto al complejo proceso transferencial de Schreber con Flechsig, la coexistencia del ‘Flechsig delirante’ lo llevará al ‘Dios-Padre delirante’, y la relación transferencial con la persona del Dr. Flechsig; el primero que está vinculado al ‘estallido de la libido homosexaul’, no es otro que un sustituto del padre. Es lo que hace cuestionable las conclusiones de Azouri.

"No es difícil que la sensación de simpatía hacia el médico proviniera de un «proceso de trasferencia», por el cual una investidura de sentimiento {GefühIsbesetzung} es, en el enfermo, trasladada de una persona para él sustantiva a la del médico, en verdad indiferente, de suerte que este último aparece escogido como un sustituto, un subrogado de alguien mucho más próximo al enfermo. Dicho de manera más concreta: el médico le ha hecho recordar a la esencia de su hermano o de su padre, ha reencontrado en él a su hermano o a su padre, y entonces, dadas ciertas condiciones, ya no es asombroso que reaflore en el enfermo la añoranza por esta persona sustitutiva y ejerza efectos de una violencia que sólo se comprende por su origen y por su primaria intencionalidad {Bedeutung)." (9.44)

Freud se refiere al momento neurótico del ‘falso enlace transferencial’ de Schreber con Flechsing, y de allí al enigma delirante delirio persecutorio con éste. He subrayado donde Freud establece el ligamen entre Flechsing ocupando el lugar del padre (o del hermano) ¿En qué momento se produce el ‘estallido de la libido homosexual? Entonces, Freud supone, que no es aventurado que este ligamen ‘reaflore’ en el delirio. A partir de la transferencia a Flechsig, realiza la ‘construcción’ que lo involucra al padre en la psicosis.

¿Cuál es, entonces, el argumento de Azouri y otros de afirmar que Freud ignora al padre de la castración, que esté fuera del eje del delirio?

"Creo que ya no nos revolveremos más contra el supuesto de que la ocasión de contraer la enfermedad fue la emergencia de una fantasía de deseo femenina (homosexual pasiva), cuyo objeto era la persona del médico. La personalidad de Schreber le contrapuso una intensa resistencia, y la lucha defensiva, que acaso, habría podido consumarse igualmente en otras formas, escogió, por razones para nosotros desconocidas, la forma del delirio persecutorio. El ansiado devino entonces el perseguidor, y el contenido de la fantasía de deseo pasó a ser el de la persecución. Conjeturamos que esta concepción esquemática resultará aplicable también en otros casos de delirio de persecución. Pero lo que singulariza, frente a otros, al caso Schreber es el desarrollo que cobró y la mudanza {Verwandlung} que sufrió en el curso de ese desarrollo." (9.45)

No es aventurado afirmar que Freud está vinculando ‘el estallido de la libido homosexual’, con el estallido del fantasma de la castración, el que une como deseo femenino a Schreber con Flechsig. Ocurre que la transferencia a Flechsig sufre en el ‘estallido del proceso paranoico, y se fragmenta:

"Un proceso de descomposición de esta índole es muy característico de la paranoia. La paranoia fragmenta, así como la histeria condensa. O, más bien, la paranoia vuelve a disolver las condensaciones e identificaciones emprendidas en la fantasía inconsciente. Que esa fragmentación se repita en Schreber varias veces es, según C. G. Jung, una expresión de la sustantividad que para él tenía la persona en cuestión." (9.47)

Es fundamental lo que Freud afirma: la descomposición y fragmentación de las identificaciones en la paranoia, equivalentes a lo que el llama ‘el estallido de la libido homosexual’, podemos conjeturarlo como manifestación de la forclusión del padre en las psicosis; por ello la multitud de objetos y personajes que componen su delirio, ahora en el lugar del padre. Este proceso, hasta aquí lo denomina represión, pero cambia su designación por ‘estallido’. Como dijimos, está presente el mecanismo freudiano de la ‘verwerfung’ en las psicosis, la que años después desarrollará como una de las corrientes inconscientes del complejo de castración en el Hombre de los Lobos ante el padre; en una es forcluido, en la otra predomina la postura homosexual ante éste. Por ello este ‘Historial’ es un precedente de lo que adviene en Freud.

Nuevamente reafirmamos las profundas implicancias del ‘Historial de Schereber’ en la concepción de la transferencia analítica en las psicosis. Es lo que Bleger y Nasio desarrollan como ‘transferencias psicóticas’, por ser compactas y fusionales en una cura analítica pueden hacerla imposible. Sin quererlas disolverla ¿no podrían estar a su servicio’, con la transferencia neurótica.?

Debemos destacar que Freud privilegia la relación de Scherber con su padre, que elevado a la dignidad de Dios es destituido-forcluido. Es esta relación al ‘Dios Padre schreberiano’ que va a inspirar a Freud a postular el mito del padre totémico.

"Conocemos con exactitud la postura del varoncito frente a su padre; contiene la misma alianza entre sumisión respetuosa y rebelión que hemos hallado en la relación de Schreber con su Dios, y es el modelo inconfundible de esta última, que lo copia fielmente. Ahora bien, el hecho de que el padre de Schreber fuera un médico, y uno de gran prestigio y sin duda venerado por sus pacientes, nos explica los más llamativos rasgos de carácter que Schreber destaca de manera crítica en su Dios. ¿Qué mayor expresión de escarnio para un médico que afirmar de él que no comprende nada del hombre vivo, y sólo sabe tratar con cadáveres? (…) Esto nos hace recordar la tesis de La interpretación de los sueños según la cual la absurdidad en el sueño expresa escarnio e ironía. Por tanto, en la paranoia sirve a los mismos fines figurativos. En cuanto a otros reproches, por ejemplo que Dios no aprende nada de la experiencia, nos sugieren la concepción de que estamos frente al mecanismo de la «retorsión» infantil" (9.49)

Freud descifra el delirio del Dios de Schreber equivalente a la posición del niño frente al padre, ‘el complejo paterno’, tal como ocurre en las neurosis, oscila entre la sumisión y la rebelión. De allí infiere el ‘estallido’ del fantasma femenino de la castración, de lo que resulta la transformación ‘restitutiva’ del padre, al ‘Dios-Flechsig, para querellar contra éstos. ¿Por qué Azouri, al igual que Lacan afirman que Freud ignoró al padre?

Como dije, este historial lo llevará a ‘Tótem y Tabú’; ya está en ‘Schreber’ el tramo inicial para el mito del ‘padre primordial’; Freud llegará indagando sobre el delirio religioso megalomaníaco del Dios schreberiano.

Repetimos, Freud sostiene que no se trata de los ‘complejos neuróticos’, sino del ‘estallido de la libido homosexual’. La manera de defenderse de la fantasía homosexual, es en éste ‘estallido’, es el vacío de la representación de la castración; lo suple con un delirio de persecución. Freud enfatiza la clara diferencia entre la homosexualidad en sentido vulgar y la libido homosexual, como un estadio de la libido en el desarrollo.

EL NARCISISMO EN EL HISTORIAL DE SCHREBER.-

En la reunión de la Sociedad Psicoanalítica de Viena, el 10 de noviembre de 1909 Freud sostiene que el Narcisismo es un estadio intermedio entre el autoerotismo y la elección de objeto. Debemos recordar que Freud en 1895 en el ‘Manuscrito H’, se refiere al mecanismo de la paranoia, este consiste en el ‘rechazo’ del Yo de una idea intolerable. Freud se refiere a un ‘un abuso’ del mecanismo de proyección al mundo exterior, lo singular de la proyección psicótica, es que ésta vuelve desde fuera. El ‘rechazo’ equivale al concepto de la verwerfung de la representación originaria. "De tal modo, el juicio, el reproche, quedaba apartado del «yo». La paranoia persigue, pues, el propósito de rechazar una idea intolerable para el yo mediante la proyección de su contenido al mundo exterior." (4.143)

En ‘el propósito de rechazar una idea intolerable para el yo’ está presente el concepto de la ‘vererfung’, que afirma el poder del Yo, una defensa extrema del Yo, que lo ‘deforma’. El concepto previo al Narcisismo Freud lo anticipa en lo subrayado de la siguiente cita:

"En todos estos casos la idea delirante es sustentada con la misma energía con que otra idea, intolerablemente penosa, es rechazada fuera del yo. Por consiguiente, estas personas aman su delirio como se aman a sí mismas. En esto reside todo el secreto. (4.145)

Que el psicótico ‘ama su delirio como se ama a sí mismo. En esto reside todo el secreto.’ El secreto es la paradoja de que lo rechazado por penoso ‘es amado como a sí mismo’. Por algo la querella de un paranoico es irreductible; no se equivoca Freud cuando afirma que el personaje amado se convierte en odiado en la paranoia. ¿No es acaso el padre?

Debemos recordar la cita ya hecha, la carta 125 a Fliess del 9-12-1899: "El más bajo de los estratos sexuales es el del autoerotismo, que renuncia a todo fin psicosexual y persigue sólo una satisfacción local. Este es reemplazado luego por el aloerotismo (homo y heteroerótico); pero sin duda subsiste como tendencia independiente."

No puede escapar a un psicoanalista la importancia para la teoría y la clínica de estas tempranas afirmaciones de Freud: que el autoerotismo subsiste como tendencia independiente, si originariamente la libido ignora todo objeto, por ello carece de representación imaginario-simbólico; fuera de todo fantasma inconsciente, está más allá del inconsciente; es el lugar de lo ‘real’ freudiano. Que ‘el yo ama al delirio como a sí mismo’, no excluye el delirio de los neuróticos, lo cual complica aún más la elección de objeto; oscurecida ya por la fuerza de la elección narcisista de objeto. El concepto del Narcisismo en Schreber ratifica lo anteriormente dicho:

"Opino que no será superfluo ni injustificado mi intento de mostrar que nuestra inteligencia de hoy -procurada por el psicoanálisis- sobre los procesos anímicos ya es capaz de hacernos entender el papel del deseo homosexual en la contracción de una paranoia. Indagaciones recientes nos han llamado la atención sobre un estadio en la historia evolutiva de la libido, estadio por el que se atraviesa en el camino que va del autoerotismo al amor de objeto. Se lo ha designado «Narzissismus»; prefiero la designación «Narzissmus», no tan correcta tal vez, pero más breve y menos malsonante. Consiste en que el individuo empeñado en el desarrollo, y que sintetiza {zusammfassen} en una unidad sus pulsiones sexuales de actividad autoerótica, para ganar un objeto de amor se toma primero a sí mismo, a su cuerpo propio, antes de pasar de este a la elección de objeto en una persona ajena. Una fase así, mediadora entre autoerotismo y elección de objeto, es quizá de rigor en el caso normal; parece que numerosas personas demoran en ella un tiempo insólitamente largo, y que de ese estado es mucho lo que queda pendiente para ulteriores fases del desarrollo. En este sí-mismo {Selbst} tomado como objeto de amor puede ser que los genitales sean ya lo principal. La continuación de ese camino lleva a elegir un objeto con genitales parecidos; por tanto, lleva a la heterosexualidad a través de la elección homosexual de objeto. Respecto de quienes luego serán homosexuales manifiestos, suponemos que nunca se han librado de la exigencia de unos genitales iguales a los suyos en el objeto; para ello ejercen relevante influjo las teorías sexuales infantiles que, en principio, atribuyen los mismos genitales a ambos sexos.

Tras alcanzar la elección de objeto heterosexual, las aspiraciones homosexuales no son -como se podría pensar- canceladas ni puestas en suspenso, sino meramente esforzadas a apartarse de la meta sexual y conducidas a nuevas aplicaciones. Se conjugan entonces con sectores de las pulsiones yoicas para constituir con ellas, como componentes «apuntalados», las pulsiones sociales, y gestan así la contribución del erotismo a la amistad, la camaradería, el sentido comunitario y el amor universal por la humanidad. En los vínculos sociales normales entre los seres humanos difícilmente se colegiría la verdadera magnitud de estas contribuciones de fuente erótica con inhibición de la meta sexual. Y, por otra parte, en este mismo nexo se inserta el hecho de que homosexuales manifiestos, justamente -y entre ellos, de nuevo, los que resisten el quehacer sensual-, descuellen por una participación de particular intensidad en los intereses de la humanidad, unos intereses surgidos por sublimación del erotismo." (9.56)

Lo que Freud ahora llama Narcisismo, es que el propio Yo, en el cuerpo, el primer objeto de la libido, en éste se sintetiza la aspiración autoerótica antes de llegar a la elección de objeto. El Narcisismo es el paso intermedio entre el autoerotismo, que niega todo objeto, y el pasaje a la elección de un objeto ajeno al Yo, pero con esta elección coexiste la elección narcisista de objeto. Es ésta aspiración narcisista la que lleva el nombre de libido homosexual. No solo coexiste con la elección heterosexual, sino que lo novedoso es que la libido homosexual es la fuente de sublimación social. Aún asi está lejos de ser cancelada, solo desviada a fines nobles, conducida a nuevas aplicaciones, aún cuando ha surgido la elección heterosexual de objeto. Freud nos advierte sobre las consecuencia que pueden traer la ruptura de estos nuevos fines nobles: un retorno al narcisismo y sus consecuencias. No es impropio a estas conjeturas que Freud ligara la paranoia al destino de la libido homosexual, emparentada al autoerotismo. Una dura advertencia de Freud sobre la fragilidad de los lazos sociales y de la transferencia analítica.

MECANISMO PARANOICO.-

Freud, en el Capítulo sobre el ‘Mecanismo paranoico’, afirmar su conjetura "Diríamos que el carácter paranoico reside en que para defenderse de una fantasía de deseo homosexual se reacciona, precisamente, con un delirio de persecución de esa clase." (9.55) El vínculo más intimo y constante en la paranoia, clínicamente corroborada por Jung y Ferenczi. ¿Cuál es su causa?

"Puesto que en nuestros análisis hallamos que los paranoicos procuran defenderse de una sexualización así de sus investiduras pulsionales sociales, nos vemos llevados a suponer que el punto débil de su desarrollo ha de buscarse en el tramo entre autoerotismo, narcisismo y homosexualidad, y allí se situará su predisposición patológica; quizá la podamos determinar aún con mayor exactitud. Una predisposición semejante debimos atribuir a la dementia praecox de Kraepelin o esquizofrenia (según Bleuler), y esperamos obtener en lo sucesivo puntos de apoyo para fundar el distingo en la forma y desenlace de ambas afecciones por medio de unas diferencias que les correspondan en la fijación predisponente." (9.58)

En la paranoia, a diferencia de la ‘demencia precoz’, la fijación debe encontrase en el ‘punto débil’, el que va ‘entre autoerotismo, narcisismo y homosexualidad’. Freud conjetura que se estanca en la libido homosexual, de tal modo que el objeto amado originario es el del mismo sexo, amado ahora o en el pasado. Su esencia es una elección narcisista de objeto, a la que Freud da su origen y poder en el monto de la libido homosexual; etapa preliminar a la elección heterosexual. Este objeto amado homosexualmente, no es difícil pensar que sea el padre, el varón amado:

"Si, de tal suerte, sostenemos que el núcleo del conflicto en la paranoia del varón es la invitación de la fantasía de deseo homosexual, amar al varón."(9.58) Esta afirmación la contradice: "A la frase «Yo lo amo [al varón] » la contradice. El delirio de persecución, proclamando en voz alta: «Yo no lo amo -pues yo lo odio».

Esta contradicción, que en lo inconsciente no podría rezar de otro modo, no puede devenirle conciente al paranoico en esta forma. El mecanismo de la formación de síntoma en la paranoia exige que la percepción interna, el sentimiento, sea sustituida por una percepción de afuera. Así, la frase «pues yo lo odio» se muda, por proyección, en esta otra: «El me odia (me persigue), lo cual me justificará después para odiarlo». Entonces, el sentimiento inconsciente que pulsiona aparece como consecuente de una percepción exterior: «Yo no lo amo - pues yo lo odio - porque él me persigue»" (9.59).

Los pasos inconscientes que desencadenan el delirio paranoico, la frase ‘yo lo amo’ es una ‘construcción’ que permite arribar al segundo paso, la proyección-expulsión al exterior desde donde retorna como percepción exterior : ‘lo odio porque me persigue’. El delirio propiamente dicho presupone el momento primero: el ‘estallido de la libido homosexual’, un momento mudo, que se hace ruidoso en el delirio. LA VERWERFUNG EN LA PARANOIA.-

Freud usa el término ‘contradice’ en ‘yo lo amo’, ‘contradice’ es sinónimo de ‘desmiente’, equivalente a la ‘vewerfung’: ‘El mecanismo de la formación de síntoma en la paranoia exige que la percepción interna, el sentimiento, sea sustituida por una percepción de afuera’. La ‘vewerfung’ supone el tiempo primero de la ‘percepción interna’: ‘yo lo amo’ (a mi padre), o sea hay fantasma, pero también que hay un vacío, una representación que nunca advino. Ambas posibilidades implica ‘el estallido de la libido homosexual’. Es lo que me permite retomar la conjetura de Nasio de la ‘forclusión localizada’, la percepción interna forcluida, ahora retorna como un objeto que viene desde afuera. Se trata de las ‘formaciones forclusivas del objeto a’, en el caso el delirio paranoico la castración estaba o ha sido forcluida.

‘Si el yo ama el delirio como a sí mismo’, es la megalomanía delirante. El delirio paranoico tiene un momento privilegiado: para Freud es ‘la gran catástrofe’, ‘un sepultamiento [fin] del mundo’. Este sería el paradigma del proceso forclusivo en las psicosis, con el nombre freudiano del ‘estallido de la libido homosexual’.

Luego de esta compleja labor de Freud, Azouri descubre que: "Lacan es el primero en interesarse en el padre de Schreber y en el linaje de los Schreber, abriendo el camino a una investigación apasionante que nos permitirá comprender la importancia de la relación del padre con la ley en su articulación con la psicosis" (1.41) Más aún, afirma que le produce perplejidad que Freud desconociera estos escritos paternos. El descubrimiento freudiano de la relación del padre con la ley está contenido en la lectura misma de ‘Las Memorias’, que Freud no haya privilegiado los escritos del padre de Schreber, no hacen a la conjetura del padre de la ley.

LA CATÁSTROFE INTERIOR Y LA RECONSTRUCCIÓN.-

"En el apogeo de la enfermedad, se formó en Schreber, bajo el influjo de unas visiones «de naturaleza en parte horrorosa, pero en parte también de una indescriptible grandiosidad», la convicción sobre una gran catástrofe, un sepultamiento {fin} del mundo."(9.63)

El horror de la catástrofe del ‘sepultamiento’ se entremezcla con la megalomanía narcisista, ambos procesos son el resultado del retiro de la libido de las representaciones inconscientes de objeto, proceso alucinatorio-delirante, vivido como visiones horrorosas, Freud las denomina: ‘sepultamiento {fin} del mundo’.

"No podía dudar que el mundo había caído sepultado durante su enfermedad, y el que ahora veía ante sí no era, entonces, el mismo." (9.64)

El término ‘sepultamiento del mundo’ debemos diferenciarlo del ‘mecanismo paranoico’, ya que este forma parte de la ‘reconstrucción del mundo’. El ‘sepultamiento’ es el nombre que designa el desencadenamiento psicótico, en el ‘Caso Schreber’, es el momento de las vivencias delirantes alucinatorias en estado estuporoso. Podemos conjeturar un momento cifrable: la ruptura de la transferencia con Flechsig coexiste con la ‘catástrofe interior’. Flechsig ocupaba un lugar privilegiado en Schreber como objeto libidinal, la libido homosexual lo anudaba a él y al mundo.

"De cualquier modo, el sepultamiento del mundo era la consecuencia del conflicto que había estallado entre él y Flechsig o, según se figuraba la etiología en la segunda fase del delirio, de su lazo ahora indisoluble con Dios, vale decir, el resultado necesario de haber contraído él su enfermedad. Años después, cuando el doctor Schreber hubo regresado a la comunidad humana y no pudo descubrir, en los libros, piezas musicales y bienes de uso devueltos a sus manos, nada conciliable con el supuesto de un gran abismo temporal en la historia de la humanidad, admitió que su concepción ya no podía tenerse en pie: « ... no puedo sustraerme de admitir que, exteriormente considerado, todo ha permanecido como antes. En cuanto a saber si de todos modos no se ha consumado una alteración interior de profundo influjo, más adelante me referiré a ello»No podía dudar de que el mundo había caído sepultado durante su enfermedad, y el que ahora veía ante sí no era, entonces, el mismo".(9.64)

El ‘sepultamiento del mundo’, afirma Freud, es la proyección de su catástrofe interior. ¿En qué radica ésta? En el retiro de la libido de las representaciones de objeto, por ello Schreber supone: ‘En cuanto a saber si de todos modos no se ha consumado una alteración interior de profundo influjo, más adelante me referiré a ello’. Afirma que: ‘ exteriormente considerado, todo ha permanecido como antes’ . Schreber diferencia el mundo exterior del interior

Los síntomas delirantes paranoicos representan ‘el intento de curación’, por medio del pasaje a la relación con el ‘Flechsig delirante’, la manera delirante de la ‘reconstrucción psicótica de su mundo interno’. Schreber diferencia entre la persona de Flechsig y el ‘Flechsig delirante’.

"Y el paranoico lo reconstruye, claro que no más espléndido, pero al menos de tal suerte que pueda volver a vivir dentro de él. Lo edifica de nuevo mediante el trabajo de su delirio. Lo que nosotros consideramos la producción patológica, la formación delirante, es, en realidad, el intento de restablecimiento, la reconstrucción. Tras la catástrofe, ella se logra más o menos bien, nunca por completo; una «alteración interior de profundo influjo», según las palabras de Schreber, se ha consumado en el mundo. Pero el hombre ha recuperado un vínculo con las personas y cosas del mundo, un vínculo a menudo muy intenso, si bien el que antes era un vínculo de ansiosa ternura puede volverse hostil. Diremos, pues: el proceso de la represión propiamente dicha consiste en un desasimiento de la libido de personas -y cosas- antes amadas. Se cumple mudo; no recibimos noticia alguna de él, nos vemos precisados a inferirlo de los procesos subsiguientes. Lo que se nos hace notar ruidoso es el proceso de restablecimiento, que deshace la represión y reconduce la libido a las personas por ella abandonadas. En la paranoia, este proceso se cumple por el camino de la proyección. No era correcto decir que la sensación interiormente sofocada es proyectada hacia afuera; más bien inteligimos que lo cancelado adentro retorna desde afuera. La indagación a fondo del proceso de la proyección, que hemos pospuesto para otra oportunidad, nos aportará la definitiva certeza sobre esto."(9.659)

¿Por qué lo cancelado adentro retorna desde afuera? Retorna desde afuera, ya que entiendo el término ‘cancelado’, como un concepto afín a la verwerfung, mejor aún ‘al estallido de la libido ’ hay una ‘vaciamiento de la representación Flechsig’. Lo esencial del concepto freudiano es su aclaración: ‘No era correcto decir que la sensación interiormente sofocada es proyectada hacia afuera; más bien inteligimos que lo cancelado adentro retorna desde afuera? Freud deja suficientemente claro la diferencia entre ‘sofocado’y ‘cancelado’. Sofocado es sinónimo de reprimido, oprimido o dominado, lo cual presupone una representación previamente ‘sofocada’. Pero no hay tal cosa, Freud lo modifica: ‘inteligimos que lo cancelado adentro retorna desde afuera’. ‘Cancelado’ es abolido, anulado. Lo cual condice con el término ‘sepultamiento del mundo’ o el ‘estallido de la libido’. Lo que retorna desde afuera es el vacío del ‘sepultamiento-estallido’; es lo que el delirio busca reconstruir.

Debe quedar en claro esta afirmación freudiana: "Recordemos que la mayoría de los casos de paranoia muestran un poco de delirio de grandeza, y que este último puede constituir por sí solo una paranoia. De ahí inferiremos que en la paranoia la libido liberada se vuelca al yo, se aplica a la magnificación del yo. Así se vuelve a alcanzar el estadio del narcisismo, conocido por el desarrollo de la libido, estadio en el cual el yo propio era el único objeto sexual. En virtud de ese enunciado clínico supondremos que los paranoicos conllevan una fijación en el narcisismo, y declaramos que el retroceso desde la homosexualidad sublimada hasta el narcisismo indica el monto de la regresión característica de la paranoia." (9.67)

La homosexualidad sublimada que implica los lazos sociales, pero fundamentalmente involucra la transferencia, la transferencia de Schreber con Flechsing en el comienzo de su afección. Esta libido retrocede al delirio de grandeza, al narcisismo. Pero hay una paradoja: ¿qué es lo desencadenante, el retroceso al narcisismo o la ‘catástrofe interior’? Me lleva a suponer que debemos entender que ambos procesos son coexistentes, en una temporalidad lógica. ‘La catástrofe interior’, como el proceso forclusivo primordial, coexiste con el retorno de la libido al Yo, el retorno narcisista al Yo, sería ‘un intento de curación’, el que suple la forclusión de las representaciones inconscientes.

Pero debemos tener en cuenta que Freud se refiere a ‘el monto de la regresión’ de la libido sublimada, o sea que el ‘desasimiento de la libido pueda ser parcial’, implica que en las psicosis es posible una escisión del Yo; volvemos con ello a la complejidad de la combinación en las psicosis, entre la ‘catástrofe’, la ‘reconstrucción’ y el monto de libido inalterado.

LA ESCISIÓN DEL YO EN LAS PSICOSIS.-

Entendemos que forclusión nunca es total y masiva, como lo asevera Nasio, o sea el retiro de la libido de la representación de objeto es ‘localizada’, leamos esta cita de Freud:

"Querría destacar un solo punto de vista. No se puede afirmar que el paranoico, aun en el apogeo de la represión, haya retirado por completo su interés del mundo exterior (9.69)

El concepto de ‘las psicosis’ queda claramente formulado por Freud cuando propone el término ‘parafrenia’, este implica la coexistencia de cuadros clínicos psiquiátricos que se alternan y coexisten, tal como acontece en Schreber:

"Nuestros supuestos sobre las fijaciones predisponentes en la paranoia y la parafrenia permiten entender sin más que un caso pueda empezar con síntomas paranoicos y desarrollarse, empero, hasta una demencia; que fenómenos paranoides y esquizofrénicos se combinen en todas las proporciones, y pueda producirse un caso como el de Schreber, que merece el nombre de «demencia paranoide»: da razón de lo parafrénico por la relevancia de la fantasía de deseo y de las alucinaciones, y del carácter paranoide por el mecanismo de proyección y el desenlace. Es que en el desarrollo pueden haber quedado atrás muchas fijaciones, y consentir estas, en su serie, la irrupción de la libido esforzada a apartarse {abdrängen} -p. ej., primero la adquirida más tarde, y en la ulterior trayectoria de la enfermedad, la originaria, situada más próxima al punto inicial- Nos gustaría saber a qué condiciones se debe, en nuestro caso, la tramitación relativamente favorable, pues no nos resolvemos a responsabilizar de manera exclusiva por el desenlace a algo tan contingente como la «mejoría de traslado», sobrevenida con el abandono del instituto de Flechsig." (9.71)

Debemos recordar parte del informe antes transcripto del Dr. Weber: "no aparece ni confundido, ni inhibido psíquicamente, ni dañado de manera notable en su inteligencia; es reflexivo, posee excelente memoria y un muy considerable saber, no sólo en materias jurídicas sino en muchos otros campos, y es capaz de exponerlo en una argumentación ordenada; se interesa por los hechos de la política, la ciencia, el arte, etc., de continuo se ocupa de ellos ( ... ) y, en los aspectos indicados, es difícil que el observador no advertido le encuentre nada extraño."

Freud asevera en el texto de 38 que conviven en la psicosis de un paciente estuporoso ‘una persona normal’:

"El problema de la psicosis sería sencillo y trasparente si el desasimiento del yo respecto de la realidad objetiva pudiera consumarse sin dejar rastros. Pero, al parecer, esto sólo ocurre rara vez, quizá nunca. Aun en el caso de estados que se han distanciado tanto de la realidad efectiva del mundo exterior como ocurre en una confusión alucinatoria (amentia), uno se entera, por la comunicación de los enfermos tras su restablecimiento, de que en un rincón de su alma, según su propia expresión, se escondía en aquel tiempo una persona normal, la cual, como un observador no participante, dejaba pasearse frente a sí al espectro de la enfermedad. No sé sí sería lícito suponer que es así en general, pero puedo informar algo semejante sobre otras psicosis de trayectoria menos tormentosa" (18.203).

Introducción del Narcisismo. (1914)

Freud retoma y amplía el concepto de Narcisismo desarrollado en el texto de Schreber. No me ocuparé de todo lo desarrollado, sino en especial lo que concierne al dualismo pulsional en relación con el Narcisismo y la libido homosexual; la fuente del Ideal del Yo.

EL MOTIVO DEL NARCISISMO.-

En esta cita, Freud, retoma los conceptos desarrollados en 1910 en el ‘Caso Schreber’; la clínica de las psicosis fue la principal vía que lo conduce a la hipótesis del Narcisismo:

"Un estudio directo del narcisismo me parece bloqueado por dificultades particulares. La principal vía de acceso a él seguirá siendo el análisis de las parafrenias. Así como las neurosis de trasferencia nos posibilitaron rastrear las mociones pulsionales libidinosas, la dementia praecox y la paranoia nos permitirán inteligir la psicología del yo. De nuevo tendremos que colegir la simplicidad aparente de lo normal desde las desfiguraciones y exageraciones de lo patológico. No obstante, para aproximarnos al conocimiento del narcisismo nos quedan expeditos algunos otros caminos que describiré en el siguiente orden: la consideración de la enfermedad orgánica, de la hipocondría y de la vida amorosa de los sexos." (11.79)

Freud retoma muchos conceptos anteriormente desarrollados a partir de la ‘parafrenia de Schreber’. Pero también del texto ‘Un Recuerdo Infantil de Leonardo’, la modalidad de elección homosexual de objeto, fue la hipótesis que lo llevó a la conjetura del Narcisismo en 1909.

"La investigación analítica nos ha puesto en conocimiento de un segundo tipo que no estábamos predispuestos a descubrir.

Hemos descubierto que ciertas personas, señaladamente aquellas cuyo desarrollo libidinal experimentó una perturbación (como es el caso de los perversos y los homosexuales), no eligen su posterior objeto de amor según el modelo de la madre, sino según el de su persona propia. Manifiestamente se buscan a sí mismos como objeto de amor, exhiben el tipo de elección de objeto que ha de llamarse narcisista. En esta observación ha de verse el motivo más fuerte que nos llevó a adoptar la hipótesis del narcisismo.

Ahora bien, no hemos inferido que los seres humanos se descomponen tajantemente en dos grupos según que su elección de objeto responda a uno de los dos tipos, el narcisista o el del apuntalamiento; más bien, promovemos esta hipótesis: todo ser humano tiene abiertos frente a sí ambos caminos para la elección de objeto, pudiendo preferir uno o el otro. Decimos que tiene dos objetos sexuales originarios: él mismo y la mujer que lo crió, y presuponemos entonces en todo ser humano el narcisismo primario que, eventualmente, puede expresarse de manera dominante en su elección de objeto." (11.85)

Freud inaugura dos nuevas vías en la elección de objeto: la narcisista y el apuntalamiento, retoma el dualismo pulsional, diferenciando las pulsiones libidinales de las pulsiones del Yo de autoconsevación. El sadismo y el masoquismo no son autónomos, son componentes libidinales. Será necesario seis años para que Freud produzca un giro histórico, un nuevo paradigma en el psicoanálisis, el dualismo pulsional de Eros y Tánatos. La Pulsión de Muerte hace posible concebir, más allá de la libido, a la pasión autodestructiva primordial, el masoquismo, de la que emerge la destrucción exterior.

La hipótesis del dualismo del narcisista Yo, entre la libido narcisista y las pulsiones de ‘autoconservación’ es paradójica, no solo contradice la autonomía de las fuerzas destructivas, sino la autodestrucción primordial implícitas en el ‘estallido de la libido homosexual’, como en ‘el sepultamiento (fin) del mundo’; todo resulta de la hipótesis fundamental del Narcisismo: la elección del Yo como objeto originario de amor. No en vano pasarán casi 20 años para que Freud se platee este interrogante: ¿Por qué nosotros mismos tardamos tanto antes de decidirnos a reconocer una pulsión de agresión, por qué vacilamos en utilizar para la teoría unos hechos que eran manifiestos y notorios para todo el mundo?(20.96)

Freud, a partir del giro pulsional de los años 20, modifica el fundamento del Yo en el amor narcisista, el masoquismo será el que encarna la pulsión de muerte, y con ello la pasión por la autodestrucción como necesidad de castigo. Conjetura, como dice Freud, que pasa a ser ‘la piedra del escándalo’ de la teoría pulsional; además, la piedra angular de la teoría pulsional que la sustituye la anterior. Hay una nueva teoría y clínica de las neurosis, las perversiones y las psicosis. Vamos a esta cita freudiana de 1934:

"Es el mismo que nos llevó a revisar el vínculo entre el yo y lo inconsciente: la impresión, derivada del trabajo analítico, de que el paciente, que ofrece la resistencia, muchísimas veces nada sabe de ella. Y no sólo el hecho de la resistencia, le es inconsciente; también los motivos de ella. Nos vimos precisados a investigar esos motivos o ese motivo, y lo hallamos, para nuestra sorpresa, en una intensa necesidad de castigo que sólo podíamos clasificar entre los deseos masoquistas. El valor práctico de este descubrimiento no es menor que el teórico, pues esa necesidad de castigo es el peor enemigo de nuestro empeño terapéutico. Se satisface con el padecimiento que la neurosis conlleva, y por eso se aferra a la condición de enfermo. Al parecer, este factor, la necesidad inconsciente de castigo, interviene en toda contracción de neurosis. Acerca de esto, producen cabal convicción los casos en que el padecimiento neurótico admite ser relevado por uno de otra índole. Les informaré sobre una de estas experiencias."(20.100)

No en vano Freud pone en duda que el masoquismo provenga del exterior a través del superyó; no duda en ligarlo al lazo entre el Yo y el Ello: "En cuanto a la teoría, en verdad dudamos sobre sí debemos suponer que toda la agresión que regresa desde el mundo exterior es ligada por el superyó y vuelta así contra el yo, o bien que una parte de ella ejercita su actividad muda y ominosa {unheimlich} como pulsión de destrucción libre en el yo y el ello."(20.101)

EL NARCISISMO Y EL COMPLEJO DE CASTRACIÓN.-

Freud remarca que, el narcisismo originario del niño, se ve amenazado por "su pieza fundamental puede ponerse de resalto como «complejo de castración» (angustia por el pene en el varón, envidia del pene en la niña) y abordarse en su trabazón con el influjo del temprano amedrentamiento sexual."(11.89)

Pocas líneas después Freud se refiere a su disidencia con Adler: "Alfred Adler [1910] extrajo de esta trama su «protesta masculina», que él ha elevado a la condición de fuerza impulsora casi exclusiva de la formación del carácter y de la neurosis, al paso que no la funda en una aspiración narcisista, y por tanto todavía de naturaleza libidinosa, sino en una valoración social. En la investigación psicoanalítica se ha admitido desde el comienzo mismo la existencia e importancia de la «protesta masculina», pero, en contra de Adler, se sostuvo que era de naturaleza narcisista y que tenía su origen en el complejo de castración. Atañe a la formación del carácter, en cuya génesis interviene junto a muchos otros factores, pero es por completo inapropiada para esclarecer los problemas de las neurosis, a los que Adler no quiere atender sino en cuanto al modo en que sirven al interés del yo. juzgo totalmente imposible colocar la génesis de la neurosis sobre la base estrecha del complejo de castración, por grande que sea la fuerza con que añora en ciertos hombres entre las resistencias a la curación de la neurosis. Por último, conozco también casos de neurosis en los cuales la «protesta masculina» (o bien, en nuestra doctrina, el complejo de castración) no desempeña papel patógeno alguno o ni siquiera aparece." (11.89)

No solo para quien lo lee queda sorprendido de semejante contradicción respecto a la castración. El mismo Freud en una carta del 30 de septiembre de 1926, en respuesta al Dr. Edoardo Weis, quien le pregunta sobre ésta afirmación: ‘Por último, conozco también casos de neurosis en los cuales la «protesta masculina» (o bien, en nuestra doctrina, el complejo de castración) no desempeña papel patógeno alguno o ni siquiera aparece. ’ Freud mismo se sorprende, le responde: "Yo no sé que pensaba en esa época". Afirma que nunca aceptaría un trastorno fuera de la castración. No escapa al lector este ‘fallido’ de Freud frente a su disidencia con Adler, quién abandona los fundamentos del psicoanálisis para hacer valer su concepto de la ‘Protesta Masculina’. Freud había aceptado su conjetura a título que: ‘En la investigación psicoanalítica se ha admitido desde el comienzo mismo la existencia e importancia de la «protesta masculina», pero, en contra de Adler, se sostuvo que era de naturaleza narcisista y que tenía su origen en el complejo de castración.’

¿Cuál es el fondo de esta disputa? Adler sostenía la ‘protesta masculina’. Para Freud era primordial la fuerza del ‘complejo femenino de la castración en el varón’. Freud lo retomará en ‘Análisis Terminable e Interminable’. A mi entender, el ‘fallido’ de Freud es el retorno de las ‘protestas masculinas ’de aquellos años, donde Adler, Stekel, Sadger y Tausk, entran en una fuerte oposición contra la autoridad de Freud en la ‘Sociedad Psicoanalítica de Viena’; luego con Jung.

EL IDEAL DEL YO.-

Es un concepto fundamental que Freud introduce en este trabajo: "Y sobre este yo ideal recae ahora el amor de sí mismo de que en la infancia gozó el yo real. El narcisismo aparece desplazado a este nuevo yo ideal que, como el infantil, se encuentra en posesión de todas las perfecciones valiosas." (11.91) El delirio de grandezas, connatural del narcisismo infantil, sufre un desplazamiento en el ‘Ideal del yo’, no es causa de la sublimación, sino que la satisfacción reclamada por el Ideal, el paradójico nombre de la instancia moral, se vuelve contra el propio yo, con el imperativo de la sumisión a las voces de los distintos poderes. En el ‘Ideal del Yo’, Freud reúne en una misma instancia, los padecimientos que debe soportar el neuró tico: los mandatos familiares, sociales, además del individual.

El ‘Ideal del Yo’, es la cruel ‘instancia moral’, que implica las contradicciones del destino del Narcisismo del Yo, vuelto contra sí mismo.

"No nos asombraría que nos estuviera deparado hallar una instancia psíquica particular cuyo cometido fuese velar por el aseguramiento de la satisfacción narcisista proveniente del ideal del yo, y con ese propósito observase de manera continua al yo actual midiéndolo con el ideal. Si una instancia así existe, es imposible que su descubrimiento nos tome por sorpresa; podemos limitarnos a discernir sus rasgos y nos es lícito decir que lo que llamamos nuestra conciencia moral satisface esa caracterización. Admitir esa instancia nos posibilita comprender el llamado delirio de ser notado {Beachtungswahn} o, mejor, de ser observado {Beobachtungswahn}, que con tanta nitidez añora en la sintomatología de las enfermedades paranoides, y que puede presentarse también como una enfermedad separada o entreverada con una neurosis de trasferencia." (11.93)

El ‘delirio de ser observado’, propio de las psicosis paranoides, ‘puede presentarse también como una enfermedad separada o entreverada con una neurosis de trasferencia’. La conciencia moral del neurótico, no dista de tomar un carácter delirante; la contradicción de que el ser humano sea regido por este el ‘Ideal del Yo Narcisista’. Pero Freud encuentra una respuesta en la conjetura de la libido homosexual.

Grandes montos de una libido en esencia homosexual fueron así convocados para la formación del ideal narcisista del yo, y en su conservación encuentran drenaje y satisfacción. La institución de la conciencia moral fue en el fondo una encarnación de la crítica de los padres, primero, y después de la crítica de la sociedad, proceso semejante al que se repite en la génesis de una inclinación represiva nacida de una prohibición o un impedimento al comienzo externos" (11.93)

Es fundamental esta aseveración de Freud: ‘Grandes montos de una libido en esencia homosexual fueron así convocados para la formación del ideal narcisista del yo’ . La ‘libido homosexual’, energía del fantasma femenino de la castración en el varón, es el poder que encuentra su satisfacción a través del ‘Ideal del Yo’. Fue la paranoia la que develó el fundamento de la ‘libido homosexual’ en el varón, ser poseído por el padre como una mujer. Por ello el neurótico, no el psicótico, se siente vigilado, sometido, poseído por la autoridad que representa al padre; reacciona como un delirante. Será la ‘libido homosexual’ la bisagra con el poder del ‘Superyó’.

"Desde el ideal del yo parte una importante vía para la comprensión de la psicología de las masas. Además de su componente individual, este ideal tiene un componente social; es también el ideal común de una familia, de un estamento, de una nación. Ha ligado, además de la libido narcisista, un monto grande de la libido homosexual de una persona, monto que, por ese camino, es devuelto al yo, La insatisfacción por el incumplimiento de ese ideal libera libido homosexual, que se muda en conciencia de culpa (angustia social). La conciencia de culpa fue originariamente angustia frente al castigo de parte de los padres; mejor dicho: frente a la pérdida de su amor; después los padres son remplazados por la multitud indeterminada de los compañeros. La frecuente causación de la paranoia por un agravio al yo, por una frustración de la satisfacción en el ámbito del ideal del yo, se vuelve así más comprensible, como también el encuentro de formación de ideal y sublimación en el interior del ideal del yo, la involución de las sublimaciones y el eventual remodelamiento de los ideales en los casos de contracción de una parafrenia" (11.98)

Podemos traducir este párrafo: ‘La insatisfacción por el incumplimiento de ese ideal libera libido homosexual, que se muda en conciencia de culpa (angustia social).’ El incumplimiento al sometimiento, imperativo del Ideal, se transforma en el ‘delirio’ de ser observado, inculpado. La libido homosexual es un nombre del goce masoquista.

Análisis terminable e interminable. (1937)

Strachey sostiene, en la ‘Nota Introductoria’ a este texto, que Freud lejos de ser pesimista respecto a la eficacia del psicoanálisis, retoma con renovada profundidad los escollos que se presentan en la terapia analítica, poniendo el acento en los impedimentos a la cura por el paciente como el analista. Por ello esta primera cita:

"  Me parece que en este campo el interés de los analistas en modo alguno tiene el enfoque correcto. En vez de indagar cómo se produce la curación por el análisis, cosa que yo considero suficientemente esclarecida, el planteo del problema debería referirse a los impedimentos que obstan a la curación analítica."(17.224)

¿Cuáles son los impedimentos? Freud afirma que de los tres factores que deciden el futuro de una terapia, no son ni los traumas ni las alteraciones del Yo, sino la intensidad de las pulsiones, entendiendo que la ‘intensidad pulsional’ vale «por el momento» en que la pulsión se exterioriza. Freud caracteriza la pulsión como poder ‘cuantitativo’, lo cual indica que su valor no es representable; por lo contrario, es lo que le da un valor a la representación, la que la ‘que la representa’. Para el Yo es imposible lograr un sistema represivo renovado e inexpugnable ante las pulsiones:

"Las represiones se comportan como unos diques contra el esfuerzo de asalto {Andrang} de las aguas. Lo mismo que producen aquellos dos refuerzos pulsionales puede sobrevenir de manera irregular en cualquier otra época de la vida por obra de influjos accidentales. Se llega a refuerzos pulsionales en virtud de nuevos traumas, frustraciones impuestas, influjos colaterales recíprocos de las pulsiones. El resultado es en todos los casos el mismo y confirma el poder incontrastable del factor cuantitativo en la causación de la enfermedad.

En este punto tengo la impresión de que debería avergonzarme por todas estas trabajosas elucidaciones, ya que lo que ellas dicen es algo hace mucho consabido y evidente. Y, en efecto, siempre nos hemos comportado como si lo supiéramos; sólo que en nuestras representaciones teóricas las más de las veces hemos omitido tomar en cuenta el punto de vista económico en la misma medida que el dinámico y el tópico. Mi disculpa es, pues, advertir así sobre esa omisión. " (17.229)

Esta cita es fundamental, un giro en la relectura de Freud mismo sobre los fundamentos teóricos del psicoanálisis; giro que determinará una dirección precisa respecto de la clínica psicoanalítica. Freud se refiere a la ‘omisión’ ‘del factor cuantitativo en la causación de la enfermedad’ . En ello radica lo novedosos de estas conjeturas freudianas, reafirmando el poder de la pulsión.

"Dada una intensidad pulsional hipertrófica, el yo madurado y sustentado por el análisis fracasa en la tarea de manera semejante a lo que antes le ocurriera al yo desvalido; el gobierno sobre lo pulsional mejora, pero sigue incompleto, porque la trasmudación del mecanismo de defensa ha sido imperfecta, Nada hay de asombroso en ello, pues el análisis no trabaja con recursos ilimitados, sino restringidos, y el resultado final depende siempre de la proporción relativa entre las fuerzas de las instancias en recíproca lucha." (Anal.232) Más aún cuando: "El analizado mismo no puede colocar todos sus conflictos dentro de la trasferencia; y tampoco el analista puede, desde la situación trasferencial, despertar todos los conflictos pulsionales posibles del paciente." (17.235)

Las defensas del Yo serán siempre imperfectas ante el poder cuantitativo pulsional. Este poder representa lo inasible que retorna de modo inesperado, es lo «Unheimlich», que acosa al Yo desde la ‘realidad psiquica’. La importancia del concepto ‘cuantitativo’ es inseparable del paradigma freudiano de la ‘realidad psíquica’ , con este descubrimiento Freud fundó el psicoanálisis, cuantifica un poder diferente y autónoma de la ‘ realidad exterior’. Es lo que distingue al psicoanálisis como cura, el trabajo de transferencia es producir el poder de esta ‘realidad psíquica’, sin poder lograr que sea una ‘realidad terminable’; retorna de diferentes maneras.

Lo ‘cuantitativo’, es un concepto fundamental, ya presente en los albores del psicoanálisis, en las cartas a Fliess Freud se refiere a que "una conexión original ha quedó irremediablemente perdida."(4.241) Esta conjetura es el punto de partida del poder, el empuje ‘cuantitativo’ de las pulsiones, que más allá de lo imaginario-simbólico de las representaciones y las fantasías inconscientes, presentifica lo real de la sexualidad, que en tanto perdida, obliga a la ficción de una energía psíquica irrepresentable, que pulsa, pulsiona, creando, produciendo la fuerza, el sostén de la realidad psíquica freudiana en sus diversas representaciones. Solo así será posible entender la libido homosexual, la conciencia moral, el masoquismo, etc. Más aún el dominio del complejo de castración en ambos sexos, la significación bisexual; Freud rompió con la sexualidad biológica, ‘lo irremediablemente perdido’.

El concepto de lo real en Lacan tiene acá su punto de partida. La ‘realidad psíquica’ tiene el poder de una ‘herencia arcaica’:

"Cuando hablamos de «herencia arcaica», solemos pensar únicamente en el ello y al parecer suponemos que un yo no está todavía presenta al comienzo de la vida singular. Pero no descuidemos que ello y yo originariamente son uno, y no significa ninguna sobrestimación mística de la herencia considerar verosímil que el yo todavía no existente tenga ya establecidas las orientaciones del desarrollo, las tendencias y reacciones que sacará a la luz más tarde. Las particularidades psicológicas de familias, razas y naciones, incluso en su conducta frente al análisis, no admiten ninguna otra explicación. Más aún: la experiencia analítica nos ha impuesto la convicción de que incluso ciertos contenidos psíquicos como el simbolismo no poseen otra fuente que la trasferencia heredada, y diversas indagaciones de la psicología de los pueblos nos sugieren presuponer en la herencia arcaica todavía otros precipitados, igualmente especializados, del desarrollo de la humanidad temprana." (17.242)

Pero no todo concluye entre las relaciones ‘arcaicas’ entre el Yo y el Ello, lo peor está en la relación pervertida que se establece entre el Yo y el Superyó. El Yo no es una víctima, es un aliado, no en vano Freud escribió en 1925 ‘El problema económico del masoquismo’. Freud, citándolo a Empédocles, ratifica que este factor ‘cuantitativo pulsional’ implica la conjunción en la diferencia de Eros y Tánatos.

"Durante el trabajo analítico no hay impresión más fuerte de las resistencias que la de una fuerza que se defiende por todos los medios contra la curación y a toda costa quiere aferrarse a la enfermedad y el padecimiento. A una parte de esa fuerza la hemos individualizado, con acierto sin duda, como conciencia de culpa y necesidad de castigo, y la hemos localizado en la relación del yo con el superyó. Pero se trata sólo de aquella parte que ha sido, por así decir, psíquicamente ligada por el superyó, en virtud de lo cual se tienen noticias de ella; ahora bien: de esa misma fuerza pueden estar operando otros montos, no se sabe dónde, en forma ligada o libre. Si uno se representa en su totalidad el cuadro que componen los fenómenos del masoquismo inmanente de tantas personas, la reacción terapéutica negativa y la conciencia de culpa de los neuróticos, no podrá ya sustentar la creencia de que el acontecer anímico es gobernado exclusivamente por el afán de placer. Estos fenómenos apuntan de manera inequívoca a la presencia en la vida anímica de un poder que, por sus metas, llamamos pulsión de agresión o destrucción y derivamos de la pulsión de muerte originaria, propia de la materia animada. No cuenta aquí una oposición entre teoría optimista y pesimista de la vida; sólo la acción eficaz conjugada y contraria de las dos pulsiones primordiales, Eros y pulsión de muerte, explica la variedad de los fenómenos vitales, nunca una sola de ellas." (17.244)

Freud, se anticipó cuarenta años, a estos descubrimientos, cuando le escribía a Fliees: "Mi autoanálisis, que considero imprescindible para aclarar todo este problema, ha continuado en mis sueños durante los cuatro últimos días, suministrándome las conclusiones y las pruebas más valiosas. En ciertos puntos tengo la impresión de haber tocado a un fin, y hasta ahora siempre supe en qué punto continuarían los sueños de la noche siguiente. Lo que más difícil me resulta es describirlo todo por escrito, y además, la descripción siempre sale demasiado extensa" (4.256)

Producto de este singular ‘autoanálisis’, que le sigue suministrando valiosas conclusiones, no es casual su afirmación: ‘En ciertos puntos tengo la impresión de haber tocado a un fin’, ¿no se trata de la intuición del lugar de lo ‘real’? No es casual que le resulte difícil escribirlo, ni que en esta carta sostenga lo que leemos en 1937:

"Cada vez se refuerza y se aclara más mi convicción de que las dificultades terapéuticas provienen, en última instancia, de que por fin ponemos al descubierto las malas inclinaciones del paciente, su voluntad de permanecer enfermo. Ya veremos qué pasa."(4.257)

No olvidemos que a propósito de Hamlet escribe: "Su conciencia no es sino su consciencia inconsciente de culpa" (4.262) Más aún, en la carta 133, del 16-4-1900, Freud escribe:"Comienzo a comprender que la aparente interminabilidad del tratamiento es un rasgo inherente al mismo y vinculado con la transferencia" (4.348)

Fred, en 1925, escribe ‘El Problema Económico del Masoquismo’, retomo la siguiente cita, ya que no solo nos ilumina las citas recientes, sino con lo sostenido en este trabajo: la importancia del complejo del complejo de Edipo en el varón, el deseo femenino ante el padre:

"Pudimos interpretar el «sentimiento inconsciente de culpabilidad» como una necesidad de castigo por parte de un poder mental. Sabemos ya también que el deseo de ser maltratado por el padre, tan frecuente en las fantasías, se halla muy próximo al de entrar en una relación sexual pasiva (femenina) con él, siendo tan sólo una deformación regresiva del mismo. Aplicando esta explicación al contenido del masoquismo moral, se nos revelará su sentido oculto. La conciencia moral y la moral han nacido por la superación y la desexualización del complejo de Edipo; el masoquismo moral sexualiza de nuevo la moral, reanima el complejo de Edipo y provoca una regresión desde la moral al complejo de Edipo. Todo esto no beneficia ni a la moral ni al individuo. Este puede haber conservado al lado de su masoquismo plena moralidad o cierta medida de moralidad; pero también puede haber perdido, a causa del masoquismo, gran parte de su conciencia moral." (15.175)

Esta cita se entronca con Freud, 1937, ha ampliando el fundamento cuantitativo del conflicto de las pulsiones, el que no solo refuerza la ‘realidad psíquica’ del masoquismo y la conciencia moral, sino las vicisitudes de la bisexualidad. Retoma lo que está al principio de su enseñanza y la concluye en el final de su obra.

"Es notorio que en todas las épocas existieron, y existen todavía, hombres que pueden tomar como objeto sexual a personas de su mismo sexo tanto como del otro. Los llamamos «bisexuales», señalamos su existencia sin asombrarnos mucho por ello. Pero hemos aprendido que todos los seres humanos son bisexuales en ese sentido; que distribuyen su libido, de manera manifiesta o latente, entre objetos de ambos sexos. Sólo que algo nos llama la atención sobre esto. Mientras que en el primer caso las dos orientaciones se han conciliado sin recíproco choque, en el otro y más frecuente caso se hallan en el estado de un conflicto no conciliado. La heterosexualidad de un varón no tolera ninguna homosexualidad, y lo mismo a la inversa. Si la primera es la más fuerte, consigue mantener latente a la segunda y la esfuerza a apartarse {abdrängen} de la satisfacción real; por otra parte, no hay mayor peligro para la función heterosexual de un varón que su perturbación por la homosexualidad latente. Se podría ensayar la explicación de que sólo se dispone de un monto preciso de libido, por el cual se ven obligadas a luchar las dos orientaciones que rivalizan entre sí; pero no se intelige por qué los rivales no se reparten el monto disponible de libido según su fuerza relativa, como en muchos casos pueden hacerlo. Uno tiene toda la impresión de que la inclinación al conflicto es algo particular, algo nuevo que viene a sumarse a la situación, independientemente de la cantidad de libido. Y semejante inclinación al conflicto, que aparece de manera independiente, difícilmente se pueda reducir a otra cosa que a la injerencia de un fragmento de agresión libre." (17.244)

Freud se dirige a Ferenczi:

"En 1927 Ferenczi leyó un instructivo artículo sobre el problema de la terminación de los análisis. Finaliza con una afirmación consoladora de que «el análisis no es un proceso sin fin, sino que puede ser llevado a una natural terminación con suficiente habilidad y paciencia por parte del analista». Sin embargo, el trabajo en conjunto me parece contener una advertencia de no aspirar al acortamiento del psicoanálisis, sino a su profundización. Ferenczi señala que el éxito depende muy ampliamente de que el analista haya aprendido lo bastante de sus propios «errores y equivocaciones» y haya corregido los «puntos débiles de su personalidad». Esto proporciona un importante complemento a nuestro tema. Entre los factores que influencian los progresos del tratamiento psicoanalítico y añaden dificultades del mismo modo que las resistencias, deben tenerse en cuenta no sólo la naturaleza del yo del paciente, sino la individualidad del psicoanalista. No puede negarse que los psicoanalistas no han llegado invariablemente en su propia personalidad al nivel de normalidad psíquica hasta el cual desean educar a sus pacientes." (17.248)

Considero esta cita fundamental, en tanto Freud afirma que el ‘final de un análisis’ no solo depende de los factores ‘cuantitativos’ del paciente, sino de cuanto el analista haya podido ‘profundizar’ en ‘los «puntos débiles de su personalidad». En otras palabras es lo que hoy denominamos la contratrasferencia, el factor cuantitativo del lado del analista. Por ello, en todo análisis, el analista debe estar preparado a detectar, cuando emergen, a raíz de la transferencia del paciente, repitiéndose en él, los propios ‘puntos débiles’ de su inconsciente, es lo que se denomina ‘neurosis de contratrasferencia’, que detectada, permite que el análisis progrese y se profundice. Por ello Freud afirma algo que no debemos olvidar, que:

"Los analistas son personas que han aprendido a ejercer un arte determinado y, junto a ello, tienen derecho a ser hombres como los demás." (17.249)

A mi entender, todo lo dicho por Freud, afirma el porque el psicoanálisis es una de las profesiones ‘imposibles’. Si la trasferencia-contratrasferencia lo obliga a enfrentarse como lo ‘imposible de lo real’, este es un lugar en que el análisis se encuentra con un tope irreductible, por ello es fundamental ir a la última parte de este texto, recorrer el hilo del razonamiento de Freud, para fundar las razones del encuentro con la ‘roca’ de la realidad psíquica de la sexualidad. Por ello considero una lectura errónea de Freud por parte de Colette Soler, al afirmar que Freud solo refiere la ‘ angustia en transferencia’ y que Lacan agrega la ‘angustia de transferencia’. Considero que, en todo el texto del 37, Freud se refiere a esta ‘angustia de transferencia’, más aún con lo que retomo de su trabajo, generalmente omitido por analistas lacanianos.

Freud se dirige a Adler, retoma las polémicas, a las que ya me he referido, en la ‘Sociedad Psicoanalítica de Viena’.

"Eso común ha sido destacado muy temprano en la nomenclatura psicoanalítica como conducta frente al complejo de castración, y más tarde Alfred Adler ha impuesto el uso de la designación, enteramente acertada para el caso del hombre, de «protesta masculina»; yo creo que «desautorización de la feminidad» habría sido desde el comienzo la descripción correcta de este fragmento tan asombroso de la vida anímica de los seres humanos." (17.252)

Llamar: «desautorización de la feminidad» es más correcto para Freud, ya que ambos sexos se revelan, por causas distintas de la feminidad. La mujer vive en su realidad psíquica, que sexualmente ha sido privada por la madre del pene, por ello su querella será acorde al empuje pulsional, el que pulsiona el fantasma de la castración: ‘la envidia del pene’; desautorizando su feminidad. En el varón es lo contrario, ‘desautoriza la feminidad’, en tanto el fantasma de la castración femenino, pulsa el deseo de ser poseído homosexualmente por el padre. La realidad psíquica de este fantasma, más allá de su fuerza pulsional, provoca el horror de lo que palpita retornar del inconsciente. El modo de reprimirlo, sostiene Freud es la rebeldía contra el que represente la autoridad paterna. El ‘caso Schreber’ fue significativo para Freud, como la paranoia de una mujer, el caso relatado en 1915. "Como se advierte por lo dicho, lo que en ambos casos cae bajo la represión es lo propio del sexo contrario." (17.252) Freud considera que es el punto donde el análisis hace tope.

Lo que cito de Freud tiene consecuencias decisivas sobre la transferencia, más aún, es la ‘angustia de transferencia’:

"En ningún momento del trabajo analítico se padece más bajo el sentimiento opresivo de un empeño que se repite infructuosamente, bajo la sospecha de «predicar en el vacío», que cuando se quiere mover a las mujeres a resignar su deseo del pene por irrealizable, y cuando se pretende convencer a los hombres de que una actitud pasiva frente al varón no siempre tiene el significado de una castración y es indispensable en muchos vínculos de la vida. De la sobre compensación desafiante del varón deriva una de las más fuertes resistencias trasferenciales. El hombre no quiere someterse a un sustituto del padre, no quiere estar obligado a agradecerle, y por eso no quiere aceptar del médico la curación. No puede establecerse una trasferencia análoga desde el deseo del pene de la mujer; en cambio, de esa fuente provienen estallidos de depresión grave, por la certeza interior de que la cura analítica no servirá para nada y de que no es posible obtener remedio. No se le hará injusticia si se advierte que la esperanza de recibir, empero, el órgano masculino que echa de menos dolidamente fue el motivo más intenso que la esforzó a la cura."(17.253)

Lo afirmado por Freud tan enfáticamente, no puede entenderse como un escepticismo ante la cura analítica en sus últimos años, muy lejos de eso, es una reafirmación, dirigida a Ferenczi, del poder de la realidad psíquica de la castración, la ‘envidia al pene’ en la mujer como el complejo femenino de la castración en el varón (la protesta masculina de Adler) Fantasmas que poseen el ‘poder cuantitativo’, que los hace irreductibles ante las pruebas de la realidad. La dificultad de convencer al hombre: que una actitud pasiva frente al varón no siempre tiene el significado de una castración y es indispensable en muchos vínculos de la vida.’

Freud, con términos muy precisos, nos va llevando al lugar donde el análisis se hace interminable o infinito, es precisamente donde aflora la realidad psíquica de la castración, lo real-imaginario de la sexualidad: "Difícil es decir si en una cura analítica hemos logrado dominar este factor, y cuándo lo hemos logrado. Nos consolamos con la seguridad de haber ofrecido al analizado toda la incitación posible para reexaminar y variar su actitud frente a él. " (17.253)

Freud se había referido al ‘muro’ de las psicosis, la clínica lo ha llevado a un nuevo ‘muro’, el que habita en todo sujeto. Anteriormente Freud se refería a la ‘inercia psíquica’ como una generalidad de lo psíquico, todo cambia con este anuncio, ignorado por muchos analistas:

"Ahí uno aprende que no es importante la forma en que se presenta la resistencia, sí como trasferencia o no. Lo decisivo es que la resistencia no permite que se produzca cambio alguno, que todo permanece como es. A menudo uno tiene la impresión de haber atravesado todos los estratos psicológicos y llegado, con el deseo del pene y la protesta masculina, a la «roca de base» y, de este modo, al término de su actividad." (17.253)

El análisis se encontrará inexorablemente con la «roca de base», pero esta ‘roca’ no es otra que la «desautorización de la feminidad», las dos modalidades del complejo de castración. La paradoja en ésta operan lo imaginario del fantasma, al mismo tiempo que encarnan la ‘pulsión de muerte’, por ello Freud afirma: ‘no permite que se produzca cambio alguno, que todo permanece como es.’ Está en Freud, en estas conjeturas, la noción primera de lo qué se trata ‘lo real’; lo real está y es el fantasma inconsciente de la castración. Las consecuencias clínicas y teóricas son incalculables, Freud pone en el centro de la escena lo real de la sexualidad en la castración, en la doble vertiente, de ser el motor de su identidad sexual como un perjuicio, un menoscabo irremediable para todo sujeto. Allí el análisis se detiene, se hace terminable, para renovarse la querella de la castración, por eso es interminable, ya que ‘el daño permanece como es’; es la bisagra para el delirio.

Bibliografía.-

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Revista de Psicoanálisis y Cultura
Número 14 - Diciembre 2001
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