Acheronta  - Revista de Psicoanálisis y Cultura
Psicoanálisis y figuras de la modernidad
Alain Vanier
Traducción: Marta Dubini

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Versión en francés

Este texto es el prólogo del libro "¿Dónde está el Psicoanálisis?" que ( bajo la dirección de Claude Boukobza – Edit. Erès ) reúne trabajos presentados con motivo del coloquio "Psicoanálisis y figuras de la modernidad", organizado por la Asociación Espacio Analítico, en la Casa de la Química, en París, del 19 al 22 de Noviembre de 1998.

Un siglo después del descubrimiento del Psicoanálisis – pues es allí donde estamos – es posible hacer una comprobación paradojal : Por una parte, el Psicoanálisis ha tomado un lugar considerable en el mundo contemporáneo. Penetra, no sin equívocos, hasta las más íntimas maneras de pensar, colorea los modos de educación, y, más ampliamente, imprime su estilo a las relaciones que mantenemos con nuestros semejantes y con las nuevas generaciones. Sin embargo, por la otra parte, parece hoy amenazado por el ascenso de nuevos discursos que se reivindican como más propiamente científicos y que le disputan el lugar que se ha ganado en el campo de los saberes referenciales que sostienen nuestras instituciones.

Así, no hace mucho tiempo, en el editorial de una muy seria revista de Neuropsiquiatría, se ponía en paralelo la emisión (televisiva) producida por Elizabeth Roudinesco sobre Freud, contrastando las imágenes de un Freud envejecido con las de un reciente congreso de neurobiólogos jóvenes y dinámicos. El editorialista veía allí el símbolo del fin de una época - la del Psicoanálisis - y la llegada - con el siglo que comienza - del pensamiento de los nuevos tiempos.

Esta dificultad, nueva para el Psicoanálisis, lo confronta, por un lado con la Psicología científica, y por el otro, con la Neurobiología y con los progresos de la Farmacología, desde donde se le cuestiona tanto la posición que ha adquirido en el campo de las ideas, como su función de ‘teoría tutela de la Psiquiatría’, para retomar la expresión de Octave Mannoni. Esos lugares, aunque contradictorios con su objeto mismo, funcionan, no obstante, como una oferta para el sujeto del malestar moderno.

Nuevos problemas se plantean al movimiento analítico. ¿No podrían ser ocasión para una redefinición del campo, de los desafíos y de una verdadera política del Psicoanálisis?

Pues el Psicoanálisis es político, político por definición. El hombre no es sino un animal social, que se agruparía a imagen de los insectos. Crea instituciones sostenidas por textos y constituye comunidades. No es otra cosa lo que dice Freud cuando, al comienzo de "Psicología de las masas..." 1 , escribe que "la psicología individual es también, de entrada y simultáneamente, una psicología social", lo que Lacan formalizará, a su manera, con la teoría de los discursos. El Psicoanálisis es político aunque más no sea porque objeta la introspección, y en este sentido, su advenimiento es recusación de todo método de ese tipo.

Ciertamente el Psicoanálisis también es parte, a su modo y en el malentendido, de las maneras con las que el hombre del siglo XX se ha representado a sí mismo. Pero, ¿ no permanece a pesar de todo como el lugar desde donde no someterse siempre a lo que la modernidad propone en abundancia ? Que el Psicoanálisis pueda ser, nuevamente o todavía, lo que hace obstáculo significa, quizá, una chance para él.

Siempre es difícil evaluar el momento histórico en que vivimos. Para hacerlo, nos falta el après-coup necesario al sentido. Pero los cambios sobrevenidos desde la Segunda Guerra Mundial, el giro tomado por los trastornos sociales, la modificación de valores tradicionales que parecían fundamentales, dan a la crisis actual una dimensión difícil de reducir a un simple retorno a las duras realidades que sucedieron a la euforia de los "Gloriosos Treinta", a una especie de resaca del día siguiente a la fiesta. Se trata más bien de una crisis que evoca una verdadera mutación en la civilización.

El Psicoanálisis interviene en un campo social e histórico donde los efectos de la ciencia y de su discurso han devenido el acontecimiento principal y dan su color al malestar contemporáneo. La promesa de una felicidad igual para todos, la promesa de un goce lícito equitativamente repartido ligado a los beneficios del progreso y del consumo, tienen, sin embargo, como envés, tanto la Shoah - acontecimiento mayor de nuestra historia contemporánea - como la generalización de las justificaciones de aspecto científico para dar cuenta de los mecanismos sociales.

Así, Cristophe Dejours escribe : "la adhesión a la causa economicista que cliva la desdicha de la injusticia, no se debe solamente, como se cree a menudo, a la simple resignación o a la comprobación de nuestra impotencia ante un proceso que nos supera, sino que funcionaría también como una defensa contra la conciencia dolorosa de la propia complicidad, de la propia colaboración y de la propia responsabilidad en el desarrollo del infortunio social 2 ".

Estos efectos sobre la subjetividad contemporánea son recogidos por el analista en lo más cotidiano de su práctica. No puede ignorarlos, pues están en el centro mismo de lo que encuentra en lo más particular. ¿Acaso no da Lacan, al final del informe de Roma, en 1953, este consejo al analista?: "Mejor que renuncie, quien no puede unir a su horizonte la subjetividad de su época. Pues, ¿cómo podría hacer de su ser el eje de tantas vidas aquel que no supiese nada de la dialéctica que lo compromete con esas vidas en un movimiento simbólico? Que conozca bien la espiral a la que su época lo lleva en la obra continuada de Babel, y que sepa su función de intérprete en la discordia de los lenguajes 3 ".

Ciertamente, el Psicoanálisis no se difunde sin malentendido en la cultura ni sin crear por sí mismo sus propias resistencias. Pero, como lo recordaba Maud Mannoni en ocasión de las jornadas dedicadas a la política de la salud mental, el Psicoanálisis existe "haciendo jugar a nivel del sujeto la dialéctica del deseo" lo que tiene como efecto – en el campo social - una "subversión de la ideología al acto en pedagogía y en la gestión de la salud".

Desde otro ángulo y como contrapartida se nos puede decir que: "esta estrategia subversiva bien puede transformarse en intento de colaboración con la administración 4 ".

Las Cartas Personales al señor Director, de Octave Mannoni 5, reúnen desde otra vertiente el gran teatro de la naturaleza de Oklahoma de "La América " de Kafka 6, que "emplea a todo el mundo y pone a cada uno en su lugar ", dando a cada uno su lugar en la gran maquinaria del espectáculo, como en la profecía enunciada por Hannah Arendt respecto del advenimiento de una sociedad de empleados. Y es esto lo que la lleva a decir, a propósito de uno de los debates que nos ocupa: "lo que hay de enojoso en las teorías modernas del comportamiento, no es que sean falsas sino que pueden volverse verdaderas. Ellas son, de hecho, la mejor conceptualización posible de ciertas tendencias evidentes de la sociedad moderna 7."

Sin embargo, la cuestión no es : ¿estar a favor o en contra de la Ciencia?

El retorno de la psicología científica, el progreso de la biología no pueden asombrarnos.

¿Por qué habrían de escapar estos dominios al movimiento de la época?

El Psicoanálisis puede encontrar allí materia para reformularse, para re-situarse en la antipatía de los discursos. Por lo demás, el recorrido de Freud hasta su cientificismo es impensable en un mundo no científico y el nacimiento de la ciencia - elemento decisivo de nuestra modernidad - es una condición de emergencia del Psicoanálisis. Lacan sostuvo que es sobre el sujeto de la ciencia sobre el que opera el Psicoanálisis, sujeto que la ciencia excluye para constituirse. Y es por esto que, aunque el Psicoanálisis no sea una ciencia, está en parte

necesariamente ligado a ella. Como dijo Lacan, el Psicoanálisis le hace escolta. Y a este respecto es capaz de distinguir, con Jean-Pierre Lebrun 8, la ciencia de su discurso, ese discurso que funciona hoy en un lugar que de alguna manera fue el de la religión.

Lacan veía depender el futuro del Psicoanálisis de esos "gadgets"* que nos pone la ciencia en la boca para que nos los traguemos en lugar de lo que nos falta. ¿Nos ganarán ellos de mano y llegaremos a estar animados nosotros mismos por esos "gadgets" 9?". No obstante, Lacan pensaba que el Psicoanálisis tenía aun un porvenir, pues le parecía poco probable que el "gadget" dejase de ser un síntoma.

La relación misma con el prójimo se "gadgetiza" poco a poco. No hace mucho tiempo, en la televisión, un economista trataba de manera docta acerca de los gastos que los padres efectúan para sus hijos, y hablaba de ellos en términos de "inversiones" y de "rentabilidad", preguntándose cuál era la ganancia esperada. Del mismo modo, una de mis jóvenes pacientes – delirante -, al salir de una hospitalización psiquiátrica en la que había conocido un hombre me hablaba de su nueva pasión en estos términos: "estoy enamorada de él y nos entendemos muy bien... financieramente."

La cuestión, hoy en día, es la del goce en juego y la del tipo de goce .

Hannah Arendt hablaba así de la dimensión destructiva de esta producción moderna : "La prosperidad está estrechamente ligada a la producción ‘inútil’ de medios de destrucción", haciendo alusión a los efectos de relanzamiento económico esperados como resultado de las inversiones militares. Pero hablaba también de "de bienes producidos a fin de ser despilfarrados ya sea usándolos en la destrucción o – es el caso más común – destruyéndolos porque pasan de moda." 10

Estos cambios no son sin efecto sobre nuestra clínica. Ya en 1953, Lacan, junto a las categorías clásicas de la neurosis y de la psicosis, indicaba otra: la "del sujeto que pierde su sentido en las objetivaciones del discurso [...] pues allí está la alienación más profunda del sujeto de la civilización científica". Reconoce en el alma bella la forma que ha tomado el yo (moi) del hombre moderno y afirma a que se le ofrece una salida "en la obra común de la ciencia y en los empleos que ella gobierna en la civilización universal [...] en el interior de la enorme objetivación constituida por esa ciencia que le permitirá olvidar su subjetividad. Colaborará eficazmente en la obra común con su trabajo cotidiano y llenará sus ocios con todos los atractivos de una cultura profusa que, de la novela policial a las memorias históricas, de las conferencias educativas a la ortopedia de las relaciones de grupo, le dará material para olvidar su existencia y su muerte, y a la vez, para desconocer en una falsa comunicación el sentido particular de su vida."11

Estos comentarios pueden relacionarse con lo que veinte años más tarde afirmará como específico del momento histórico que vivimos.

En ciertos casos, va al lugar del Nombre del Padre algo que él intitula el "nombrar para" (nommer à). Este "à" está en relación con el "a" del objeto. "Ser nombrado para algo, "he aquí lo que despunta en un orden que se ve efectivamente sustituir al Nombre del Padre".

Lo social en este caso "produce la trama de tantas existencias" porque "detenta ese poder del ‘nombrar para’ ("nommér à") al punto de que después de todo se restituye con ello un orden , un orden que es de hierro12 ".

¿Cómo articular estas observaciones con el ordenamiento que nos es familiar de la estructura en neurosis, psicosis y perversión? ¿Cómo concebir estas nuevas formas que nuestra clínica nos lleva a encontrar, cómo puede el Psicoanálisis reinventarse a partir de allí?

Ciertamente, no faltan en nuestra época protestas de la subjetividad, que se manifiestan a veces de manera patética. Pero, ¿es preciso por esto que la posición del analista sea la de un Don Quijote nostálgico de un pasado glorioso?

Si el Psicoanálisis pasa de moda, su apuesta, ¿no está más allá?

En un mundo donde la palabra y el lenguaje son cada vez más reducidos a una función de información – que para W. Benjamin da testimonio de lo que "el curso de la experiencia ha bajado-13" – ¿ no permanece, acaso, el Psicoanálisis como uno de los últimos lugares para poner en juego de la manera más radical en la experiencia más singular, la cuestión de la verdad para el sujeto, verdad de la cual, por su método puede saber algo?

Uno de los efectos de la modernidad es el aumento de las segregaciones, anunciado muy tempranamente por Lacan, en particular, al final del Congreso de 1967, organizado por Maud Mannoni14. Que él hablara en ese lugar respondía a ese rasgo que marca el recorrido de Maud Mannoni. La interrogación sobre la segregación y la exclusión que, con "su extraordinaria generosidad", ella hizo suya, es un hilo rojo que de "El niño retrasado y su madre"15 a "Ellas no saben lo que dicen"16, recorre toda su obra, tanto escrita como institucional.

El retraso mental, el lugar del niño en el "discurso colectivo", "la institución estallada", fueron ocasión de una clínica de la que ella esperaba que el Psicoanálisis se reinventase, ya que, como escribía en 1973, debe "reinventarse continuamente".

Debemos a Maud Mannoni la iniciativa del primer congreso de Espacio Analítico " Psicoanálisis y figuras de la modernidad" Se llevó a cabo en París, del 19 al 22 de noviembre de 1998, algunos meses después de su muerte. Los textos que componen este volumen han surgido de allí.

Alrededor de ciento treinta intervinientes y más de mil participantes tomaron parte en él, manifestando así, su interés por estas cuestiones.

A ellos va, en primer lugar, nuestra gratitud por este trabajo en común, pero también, a todos los miembros, adherentes y auditores libres de la Asociación de formación psicoanalítica y de investigaciones freudianas " Espacio Analítico", por su sostén y su participación en la puesta en marcha de este proyecto. Esta obra no está constituida, propiamente hablando, por las actas de ese congreso. Un cierto número de textos difieren sensiblemente de lo que allí fue pronunciado; otros, no figuran aquí, pues se ha tratado de dar al conjunto la coherencia de una obra que dé testimonio del punto crítico en donde el Psicoanálisis se encuentra comprometido con la modernidad.

* Gadget : (en inglés en el original) - Objeto, aparato o adminículo pequeño e ingenioso que parece útil pero es a menudo innnecesario y superfluo. (N del T)

NOTAS

1 - S. Freud – Psicología de las masas y análisis del Yo – 1921 – en Ensayos de Psicoanálisis - Paris – Payot 1981

2 - C. Dejours – Sufrimiento en Francia. La banalización de la injusticia social – Paris – Seuil – 1998 pag.20

3 - J. Lacan – Escritos – pag 321

4 - Mannoni M. – Introducción: Psicoanálisis y política

5 - Mannoni O – Cartas personales . Ficción lacaniana de un análisis. 1951 – Paris – Deno’l . 1990

6 - Kafka F. – América . Paris - Gallimard 1995

7 - Arendt H. – Condición del hombre moderno . 1958 trad. G Fradier. Paris, Camman- Levy pags 400 -401

8 - Lebrun J.P – Un mundo sin límite . Toulouse . Erés - 1997

9 - Lacan J. – La Tercera (1974) . Lettres de la Ecole Freudienne – N° 16 –Nov.1975 – pags 202-203

10 - Arendt Hannah – Condición del hombre moderno – op.cit. pag 321

11 - Lacan J – Ecrits – op.cit – pags 281-282

12 - Lacan J. – Les non-dupes errent – El Seminario Libro XXI (1973-74) – inédito sesión del 19 de marzo de 1974

13 - Benjamin. W – "El narrador "(1936) en Escritos Franceses – Paris- Gallimard 1991- pag.206

14 - Infancia alienada – París 1984

15 - Mannoni M. - El niño retrasado y su madre– París – Seuil - 1964

16 - Mannoni M. – Ellas no saben lo que dicen – París – Deno’l .1998

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Revista de Psicoanálisis y Cultura
Número 12 - Diciembre 2000
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