Acheronta  - Revista de Psicoanálisis y Cultura
El sueño de la inyección de Irma: Ren-aproximación
Gerardo R. Herreros

"Dada una letra y lo que está escrito allí, el sueño tendrá por cumplimiento lo que dice, llegado el caso, el contenido de las letras. Si no se ve lo que está escrito, es bueno de todos modos: ya que lo propio de toda letra es decir: regocíjate y pórtate bien".

Artemidoro de Daldis.

Sueño princeps, principio, principal?, donde Freud sueña, se sueña para todos nosotros, lectores suyos, para que lo analicemos, lo interpretemos, lo tomemos como ejemplo?. ¿Quién, aquel que no ha dejado unterdrückt los sueños, no ha escrito algo sobre el sueño de la inyección de Irma?. Muchos: cito a Anzieu, Berenstein, Erikson, Grinstein, Leavitt, Schur y Rosolato, entre otros. Esto sin excluir a los que decimos seguir, J. Lacan y el propio Freud, que aunque de más esté decirlo, también lo analizó, se autoanalizó. -Y cómo-; además del extenso capítulo II, le dedica varias páginas más en el III: "El sueño es una realización de deseos", en el IV: "La deformación onírica", en el V: "Lo reciente y lo indiferente en el sueño", en el VI: "La elaboración onírica ", y en el capítulo VII: "Psicología de los procesos oníricos". Y esto, sólo en "La interpretación de los sueños".

Varias preguntas inaugurales se abren en torno al tratamiento dado por los distintos autores a este sueño, y en tanto preguntas ya se aventuran respuestas. ¿Se lo toma como ejemplo de la técnica, como ejemplo de la teoría?, se lo fuerza para enchalecarlo en una práctica, que muchas veces son más de una, de los que se proclaman freudianos pero que muchas veces ocultan bastantes divergencias y no en nimiedades?: Todo esto. Catarata metonímica donde esperamos advenga algo del orden de la metáfora, generadora de algún tipo de sentido.

Sueño valioso y ejemplar donde se pone de manifiesto el lugar privilegiado de los sueños en la práctica analítica, espacio donde se juega qué es lo que se privilegia en la escucha dentro del relato del sueño por el paciente: leamos a Freud y su análisis de cada fragmento, y leamos a Lacan que toma como texto de re-análisis el sueño y las asociaciones posteriores. Freud nos dejó este sueño para ser leído, no creo casual su elección como sueño inaugural. Sueño que habiendo sido tan trabajado, nos lleva a preguntarnos como señala Fendrik, sobre la cuestión de la transmisión del psicoanálisis. Sueño que llamó el deseo de Freud la noche del 23 de Julio de 1895 y que llamó al deseo de interpretación por parte de los analistas en transferencia con él, proponiendo distintas "soluciones" en relación a su enseñanza. En el sueño Freud se ofrece al análisis, y se ofrece como él les proponía a sus pacientes, asociando. No reflexiona, se autoobserva, dirá. Nos enseña cómo debemos analizar, cuál es el método. No en vano el título del capítulo donde se relata el sueño es "El método de la interpretación onírica". Para ello nos ofrece casi lo que él contaba ante un paciente y que deben tenerse en cuenta en todo análisis onírico: una cadena significante previa, el relato del sueño y asociaciones posteriores. Claro que en nuestro caso contamos con el escrito y no con el habla, rica en olvidos, lapsus y otras formaciones del inconsciente y que seguramente en rigor de la "cientificidad" Freud no consignó. Por otro lado, y comprensiblemente, dirá (a pié de página y en 1909): "Aunque tiene que comprenderse que no he consignado todas las ocurrencias durante el proceso de interpretación"; agregando más adelante: "pero consideraciones especiales, que surgen de todo análisis de un sueño propio, me obligan a limitar la labor de interpretación" y atacará: "aquellos que se precipiten a criticar una tal reserva pueden intentar ser más sinceros que yo". Y el último obstáculo con el que nos encontramos, es el de trabajar el sueño en su texto traducido, perdiéndonos la particularidad del alemán; he aquí otro de los motivos del título "Ren-aproximación".

Así, ya nos deslizamos hacia lo propio de este sueño paradigmático, para lo cual remitimos imprescindiblemente al lector a los artículos de Freud citados más arriba y a la bibliografía general al final del texto. Haciendo una lectura de sólo algunos analistas sobre el sueño de la inyección de Irma, rápidamente, caemos en la cuenta de que las conclusiones son variadas y diferentes: El deseo preconsciente de Freud de desculpabilizarse de los errores con Irma; Erikson que en parte lo toma como ejemplo de regresión del Yo; Anzieu en principio como la necesidad de Freud de recurrir a técnicas anticonceptivas para luego multiplicar las interpretaciones puestas en relación con personajes próximos, con el deseo infantil, con la obra freudiana y con la imagen del cuerpo; Rosolato que anticipa deseos de muerte para con el hijo por venir (¿Anna o hijo porvenir: el psicoanálisis?) y más "profundamente" remitiendo a la Madre unida al cordón umbilical del sueño. Por último Lacan "descifra" el deseo inconsciente y utiliza el sueño para cuestionar la idea de regresión del Yo y para articular lo Imaginario y lo Simbólico. Al igual que Irma, nadie acepta la "solución" de Freud. Evidentemente se trata de un problema de "soluciones". Es que el mar de las interpretaciones posibles, acepta cualquier solución.

Si hablamos en sentido psicoanalítico, no hay interpretación a priori, sólo après-cup y produciendo efectos en el sujeto, podemos decir que una intervención sea en efecto una interpretación. Es obvio, pero no lo tenemos a Freud, y mucho menos como analizante; sí el texto, y un texto se analiza. Tantos análisis y relecturas como queramos: en la hoquedad del significante resuenan muchos significados. Dirá Lacan en "La dirección de la cura" que "ningún índice basta en efecto para mostrar donde actúa la interpretación, sino se admite radicalmente un concepto de la función del significante, que capte donde el sujeto se subordina a él hasta el punto de ser sobornado por él". Volvamos entonces a las "soluciones" propuestas. Freud dará la suya. No se trata de hacerle decir lo que no dijo, él mismo dirá más allá de él; tampoco se trata de ambientar la escena más allá de su decir e interpretarle: "Ud. Freud no mencionó en todo el artículo que Martha estaba embarazada, que Ud. estaba por cumplir 40 años, que tampoco menciona la palabra inconsciente, que en realidad Ud. quiere recurrir a métodos anticonceptivos porque no desea su sexto hijo", porque si Freud viviese podríamos encontrarnos como E. Kris con un "sesos frescos".

Lacan toma dos aspectos, atajos para su re-análisis, por un lado se pregunta por qué Freud le da tanta importancia a este sueño como realización de deseo, si en realidad se trata de un deseo preconsciente o incluso consciente; y por el otro, utiliza como texto el sueño y las asociaciones posteriores. Esto lo ubica en otro plano diferente al de Freud y a nosotros en cierto sentido también.

Freud descifra el deseo preconsciente porque en esa época, previa al desarrollo de la función de deseo inconsciente, se mantendrá aun por un tiempo en la idea de una realización de deseos de la vigilia. Y a ese respecto, efectivamente se desculpabiliza de sus errores con Irma; y lo hace a la manera del cuento del caldero agujereado, donde se le reprocha a una persona haberlo devuelto agujereado y ésta responde que en primer lugar lo ha devuelto intacto, segundo, que el caldero ya estaba agujereado y tercero, que nunca se lo habían prestado. Dirá en primer término que Irma no aceptó la "solución" (¿La del psicoanálisis o la de la jeringuilla?); en segundo lugar, que ella ya estaba enferma de algo orgánico (¿La difteria o el embarazo?) y que la disentería eliminaría la difteria; y por último, que el culpable es Otto por inyectar con jeringas sucias (y sino pregúntele al Dr. M o a Leopold, aunque M dice cualquier disparate): el caldero, él no lo había pedido.

Hay en las asociaciones algo de lo demoníaco que va a descubrir: el inconsciente, y quiere desculpabilizarse de lo médico. La enferma que con la cocaína hace una necrosis, el histérico que es tomado por disentérico por un colega ignorante, la artritis de su hermanastro Emanuel, las supuraciones nasales de Fliess, la anciana dama con la flebitis, la intoxicada con sulfonal. En todo el relato busca desculpabilizarse por no tener consciencia profesional; se culpa por no ser "Consciente" y es que precisamente no lo es porque es "inconsciente". Ya lo veremos.

Volvamos al sueño. Ya que Freud hace uso de tríos en el relato, dividiremos a este "drama" en tres actos y un epílogo. Presentemos primero a los personajes del sueño y las asociaciones:

Irma: Anna Lichteim (Anzieu da varias pistas para ello, Freud dirá: "Ananás rima con el apellido de mi paciente Irma"), Martha Bernays, la amiga de Irma, la institutriz de la dentadura postiza, Mathilde la hija de Freud y Mathilde la muerta por el sulfonal.

Dr. M: Breuer (según Anzieu) y Emanuel el hermanastro mayor de Freud.

Otto: Oscar Rie (pediatra de la clínica Kassowitz) y el algüacil Bräsig.

Leopold: Ludwig Rosenberg (compañero de Otto) y Karl el amigo de Bräsig (ambos personajes de la novela "Antiguos episodios de mi vida de granjero" de F. Reuter).

El comprensivo: Fliess.

Enfermos en general: Fleischl (el amigo muerto), el histérico que se fue a Egipto, la dama de la flebitis, el de el albúmina en la orina y el paciente al que inyectó Otto.

Cocaína: Fleischl, Fliess y la paciente de la necrosis.

Propil, propilena, ácido propiónico: Otto.

Otros personajes: El hijo de la dama de la flebitis, otros colegas ignorantes, los criados que Freud trata humanitariamente.

Trimetilamina: Freud y todos y nadie y nada.

El papel de Freud es diferente según se trate del primer acto o del tercero; en cierto modo, es todos los personajes.

El primer acto va desde el amplio vestíbulo hasta la garganta. Puesta en escena del sueño; lo llamaremos Acto Imaginario. En él, Freud se muestra tal cual es y su Yo es el del Yo despierto. Salvo el primer verbo en primera persona del plural, los demás están en primera del singular: Es el propio Freud el que habla.

Digo salvo el primer verbo y este además es muy particular: Empfangen tiene un doble sentido, el mundano de "recibir" ("recibimos con Martha a nuestro sexto hijo Wilheim", aunque finalmente será Anna), pero también este "concebimos" pudiera ser el mayestático: "Concebimos el psicoanálisis".

En el Acto Imaginario, Freud le reprocha a Irma no haber aceptado su "solución", palabra también polisémica tanto en alemán como en castellano, que Freud pone entre comillas: ¿De qué solución habla, la del psicoanálisis o la de la jeringuilla?. Dirá Freud que lo mismo que dice en esta parte del sueño lo hubiese dicho despierto. Situación signada por el registro imaginario donde Freud verá en Irma a otras dos mujeres, la seductora amiga y su esposa.

Este Acto se desarrolla en un fondo de discusión y resistencia, dirá Lacan. Irma responde con dolores y Freud no se queda tranquilo, quiere saber, quiere ver. "Reprocha e Irma se queja, insiste e Irma resiste, al final se precipita en la boca", el segundo Acto.

Al segundo lo llamaremos Acto Real. Freud quiere saber, quiere ver y se precipita ante la boca que se abre, en busca de la causa. Allí no faltará nada. Se encuentra con cornetes, carnes, escaras, "desplazamientos de abajo a arriba", mezclas de todo tipo, narices, bocas, genitales. Lo real del cuerpo, el fondo de las cosas, el objeto sin mediación posible. Espectáculo terrorífico que convoca a la enfermedad, a la sexualidad y a la muerte: la cocaína, la difteria, la hija, la amiga de Irma, Fliess y Fleischl. Dirá Lacan que en esa boca se muestran todas las significaciones de equivalencia, todas las condensaciones que podamos imaginar. "Visión de angustia, identificación de angustia, última revelación del: Eres esto, que es lo más lejano a ti, lo más informe". Angustia como única respuesta ante la falta de falta.

Sin embargo Freud no despierta, tiene cojones. Como respuesta, se disuelve, disolución imaginaria. Dirá Fendrik que busca la "solución" (Lösung) y encuentra la disolución (Auflösung). Que también es resolución.

Freud busca, rebusca una solución, e Irma que de alguna manera también es Freud, se abre de bocas, y ante una mujer abierta, ante lo real de la carne del genital femenino, de los cornetes, de las fauces, ante el agujero negro, lo más informe, ante lo que no cesa de no escribirse, Freud se disuelve. Ya no contará más, desaparecerá el ego convocando en el tercer Acto al concierto de los que saben.

En este último Acto al que llamaremos Acto Simbólico, la disolución comienza a hacerse solución; se dialectiza la causa perdida. Los personajes de la identificación se hacen presentes: M, Otto y Leopold, que comienzan a hablar sin ton ni son, diálogo de sordos, discurso del absurdo. Aquí (salvo entre paréntesis!), ya no se utilizan más los verbos en primera persona del singular, ya no hay nadie que pueda decir Yo. Pero este sujeto transformado en policéfalo, en un concierto de voces sin sentido, tiene algo de acéfalo.

Esta tercera parte hace entrar lo simbólico, aunque algunos esbozos vimos en la "solución" y el "Empfangen" del primer Acto. Freud es aquí un títere de un decir policéfalo, pero es él mismo quien lo sostiene. Hay un descentramiento del Yo, pero dirá Lacan que "sin embargo se trata de un sujeto que habla porque es él quien, a todos los personajes que están en el sueño, los hace pronunciar esos discursos insensatos que precisamente obtienen de ese carácter de insensato su sentido": ¿Qué mejor definición del inconsciente freudiano?

El inconsciente funciona, se habla de cáncer, tuberculosis, difteria, difteritis, disentería, sustancias químicas: propil (amil), propilena, ácido propiónico. Con el absurdo de este discurso se ha intentado poner en palabras lo real.

Vemos cómo realmente Freud no es responsable de nada, es el inconsciente que habla. Freud es "inconsciente". Hay algo más que habla más allá de él y es allí donde se produce la verdadera desculpabilización.

Por fin, en el Epílogo Simbólico del sueño, en la parte hipernítida, aparece claramente y en gruesos caracteres la fórmula de la trimetilamina. Y es esta precisamente la última palabra absurda del sueño, es el significante que representa al sujeto Freud para los demás significantes. La palabra de todo y de nada.

El Tri de estas series de a tres de los personajes: Martha Irma y la amiga; Fleischl, Emanuel y M; Fliess, Otto y Leopold; y las asociaciones que en alemán pudieran dar los otros fragmentos de la fórmula que como el aleph borgiano convoca a todos y a nadie: a Otto que pone inyecciones de trimetilamina con la "jeringuilla sucia", a la sexualidad y a Fliess. Dice Freud: "En esta palabra se acumula un gran número de cosas harto significativas"; y es esta también, la palabra que resalta Lacan. El N de la fórmula es Freud.

"La fórmula no da ninguna respuesta a nada. Pero la manera misma en que se enuncia, su carácter enigmático, hermético, sí es la respuesta a la pregunta sobre el sentido del sueño. Se la puede calcar de la fórmula islámica: No hay otro Dios que Dios. No hay otra palabra, otra solución a su problema, que la palabra", sentencia Lacan.

La "solución" se hizo fórmula allí donde no es posible reconocer implicancia imaginaria: no hay clave. Fendrik comenta que el trabajo del sueño sustituye la fórmula por la solución y el análisis hace de la fórmula solución.

La solución se hace fórmula y sin embargo tiene un resto que insiste, en ella resuena el enigma de la solución de las bocas abiertas. El enigma del imposible de la relación sexual, de la "solución sexual", el enigma de la muerte. La fórmula no lo atrapa todo, retiñe en ella la causa perdida.

Freud dirá que el sueño es realización de deseo y su Yo nos dice que su deseo es preconsciente, pero más tarde nos dirá que el deseo es inconsciente. Eso también nos lo dice en el sueño, pero lo dice aquel "que es más grande que él, que habla más allá de él, que es el inconsciente".

La fórmula dirá de lo que no puede decirse, de lo que causa el decir. Los tres metilos de la trimetilamina, las series de tres mujeres, de tres hombres y los tres de Lacan acuden a esta cita donde Freud quiere que sea el sueño inaugural de aquello que inventó: el psicoanálisis.

Bibliografía

Anzieu, D. El autoanálisis de Freud y el descubrimiento del psicoanálisis. Siglo XXI, 1959.

Erikson, E. H. Los sueños de Sigmund Freud interpretados. Hormé, 1973.

Fendrik, S. I. Freud entre la solución y la disolución: El sueño de la inyección de Irma. La Interpretación de los sueños. Suplemento de las notas Escuela Freudiana de Buenos Aires, EFBA, 1980.

Freud, S. La Interpretación de los sueños. Obras Completas. Biblioteca Nueva, 1981.

Lacan, J. El yo en la teoría de Freud y en la técnica psicoanalítica. El seminario II. Paidós, 1981.

Rosolato, G. El ombligo y la relación de desconocido. La relación de desconocido. Petrel, 1981.

Vegh I. El sueño es una escritura. En Cuadernos Sigmund Freud N°8: Los sueños de Freud. EFBA 1981.


ANEXO

SUEÑO DEL 23-24 DE JULIO DE 1895.

"En un amplio hall. Muchos invitados, a los que recibimos. Entre ellos, Irma, a la que me acerco en seguida para contestar, sin pérdida de momento, a su carta y reprocharle no haber aceptado aún la «solución». Le digo: «Si todavía tienes dolores es exclusivamente por tu culpa.» Ella me responde: «¡Si supieras qué dolores siento ahora en la garganta, el vientre y el estómago!... ¡Siento una opresión!...» Asustado, la contemplo atentamente. Está pálida y abotagada. Pienso que quizá me haya pasado inadvertido algo orgánico. La conduzco junto a una ventana y me dispongo a reconocerle la garganta. Al principio se resiste un poco, como acostumbran hacerlo en estos casos las mujeres que llevan dentadura postiza. Pienso que no la necesita. Por fin, abre bien la boca, y veo a la derecha una gran mancha blanca, y en otras partes, singulares escaras grisáceas, cuya forma recuerda al de los cornetes de la nariz. Apresuradamente llamo al doctor M., que repite y confirma el reconocimiento... El doctor M. presenta un aspecto muy diferente al acostumbrado: está pálido, cojea y se ha afeitado la barba... Mi amigo Otto se halla ahora a su lado, y mi amigo Leopoldo percute a Irma por encima de la blusa y dice: «Tiene una zona de macidez abajo, a la izquierda, y una parte de la piel, infiltrada, en el hombro izquierdo» (cosa que yo siento como él, a pesar del vestido). M. dice: «No cabe duda, es una infección. Pero no hay cuidado; sobrevendrá una disentería y se eliminará el veneno...» Sabemos también inmediatamente de qué procede la infección. Nuestro amigo Otto ha puesto recientemente a Irma, una vez que se sintió mal, una inyección con un preparado a base de propil, propilena..., ácido propiónico.... trimetilamina (cuya fórmula veo impresa en gruesos caracteres). No se ponen inyecciones de este género tan ligeramente... Probablemente estaría además sucia la jeringuilla".

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Revista de Psicoanálisis y Cultura
Número 1 - Octubre 1995
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